jueves, 11 de septiembre de 2014

NEPTUNO – Verano Brisas

Dios del mar en el planeta Tierra,
tengo hijos como Urano y anillos numerosos;
mi turbulenta atmósfera y el albedo poseído
devuelven el 84% de la luz que allí recibo.

Mi revolución de 165 años
y un giro sobre el eje cada 16 horas,
con una magnitud que me oculta
ante los ojos de los imprudentes,
me ayuda a escapar de los humanos
como ente misterioso en la carrera estelar.

Sin marcas perceptibles,
mi cuerpo, más azul que verde,
es frío como pocos (--218 grados),
con atmósfera hidrogenada
que contiene también bastante helio,
metano y otros gases aún sin definir.

Tritón es un retrógrado, no por idiotez
sino porque se mueve para atrás
ignorando mi propia rotación;
frío como yo,
presenta nitrógeno en su aliento,
y una copiosa población de géiseres.

Nereida es excéntrica en la órbita
que el azar le asignó arbitrariamente
desde tiempos hace mucho milenarios.
De los otros descendientes no hablaré,
y aunque no los desconozco como hijos
dejo dicha reseña a los científicos,
aptos más que yo para estudiar sus vidas
repletas de misterio y soledad.

Detectarme en el cosmos fue complejo,
pero dos excelentes matemáticos,
llamados Adams y Le Verrier,
me ubicaron vagando en el espacio,
por medio de las leyes newtonianas
que asumieron como propias, y algo más.




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