''El sabio no dice nunca todo lo que piensa, pero piensa todo lo que dice''
Aristóteles
El ajedrez es un juego antiquísimo, cuenta con muchos siglos de existencia y por eso no es de extrañar que estén ligadas a él diferentes leyendas, cuya veracidad es difícil de comprobar debido, justamente, a su antigüedad.
Precisamente queremos contar una de estas leyendas pues la misma posee un modelo análogo al de la fisión nuclear. Para comprenderla no hace falta saber jugar al ajedrez; basta simplemente estar enterado de que el tablero donde se juega está dividido en 64 casillas.
Por el siglo VI DC, vivía el rey hindú Sheram que había perdido a su hijo en una batalla. A causa de esta tragedia había decidido encerrarse en su castillo y no hablaba con nadie. Uno de sus ministros llamó a todos los científicos y filósofos del reino para que buscaran una posible solución a la tristeza del rey. Uno de ellos inventó un juego de estrategias, el ajedrez. El rey no sólo volvió a sonreír sino que se volvió un gran maestro de este juego. Quedó tan feliz con el invento que, al enterarse de que el inventor era uno de sus súbditos, el rey lo mandó llamar con el objeto de recompensarlo personalmente por su acertado invento.
LA LEYENDA:
El inventor, llamado Seta, se presentó ante el soberano. Era un sabio vestido con
modestia, que vivía gracias a los medios que le proporcionaban sus discípulos.
- Seta, quiero recompensarte dignamente por el ingenioso juego que has inventado.
El sabio contestó con una inclinación.
- Soy bastante rico como para poder cumplir tu deseo más elevado. Di la recompensa que te satisfaga y la recibirás.
Luego de ciertos silencios de Seta, que parecían causados por una extremada timidez, se atrevió a responder:
-Grande es tu magnanimidad, soberano. Pero concédeme un corto plazo para meditar la respuesta. Mañana, tras maduras reflexiones, te comunicaré mi petición.
Cuando al día siguiente Seta se presentó de nuevo ante el trono, dejó maravillado al rey con su petición sin precedentes, por su modestia.
- Soberano: manda que me entreguen un grano de trigo por la primera casilla del tablero del ajedrez, por la segunda casilla ordena que me den dos granos; por la tercera, 4; por la cuarta, 8; por la quinta, 16; por la sexta, 32 así sucesivamente
- ¿Un simple grano de trigo?
- Sí, soberano sólo uno por la primera.
-¡Basta! Recibirás el trigo correspondiente a las 64 casillas del tablero
de acuerdo con tu deseo: por cada casilla doble cantidad que por la precedente.
Pero has de saber que tu petición es indigna de mi generosidad. Al pedirme tan mísera recompensa, menosprecias, irreverente, mi benevolencia.
En verdad que, como sabio que eres, deberías haber dado mayor prueba de respeto ante la bondad de tu soberano. Retírate. Mis servidores te sacarán un saco con el trigo que necesitas.
Seta sonrió, abandonó la sala y quedó esperando en la puerta del palacio.
Durante la comida, el rey se acordó del inventor del ajedrez y envió para que se enteraran de si habían entregado ya al reflexivo Seta su mezquina recompensa.
Uno de sus súbditos le respondió que su orden se estaba cumpliendo, que los matemáticos de la corte estaban calculando el número de granos que correspondería entregarle a Seta.
El rey frunció el ceño. No estaba acostumbrado a que tardaran tanto en cumplir sus órdenes.
Por la noche, al retirarse a descansar, el rey preguntó de nuevo cuánto tiempo hacía que Seta había abandonado el palacio con su saco de trigo.
Otro de sus súbditos le respondió que los matemáticos trabajaban sin descanso y esperaban terminar los cálculos al amanecer.
El rey grito indignado:
-¿Por qué va tan despacio este asunto? Que mañana, antes de que me despierte, hayan entregado a Seta hasta el último grano de trigo. No acostumbro a dar dos veces una misma orden.
Por la mañana comunicaron al rey que el matemático mayor de la corte solicitaba audiencia para presentarle un informe muy importante.
El rey mandó que le hicieran entrar. Antes de permitirle comenzar su informe el rey quiso saber si se había entregado por fin a Seta la mísera recompensa que había solicitado.
- Precisamente para eso me he atrevido a presentarme tan temprano. Hemos calculado escrupulosamente la cantidad total de granos que desea recibir Seta. Resulta una cifra tan enorme, monstruosa…
- ¡Dime, ya cuál es esa cifra tan monstruosa. Siempre cumplo mis promesas!
- ¡Oh, soberano!
Dieciocho trillones cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones setenta y tres mil setecientos nueve millones quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince.
-Majestad, en todo el reino, en toda la ciudad, en toda la comarca ... no hay arroz suficiente para pagar al sabio.
http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/14048145/El-sabio-creo-el-ajedrez.html
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