El gran cañon del Colorado
Universo que habita la soledad del desierto,
grita a lo lejos el nombre de cada viajero
acogiéndolo en ecos de inmensidad,
Me perdí en el ardor de sus iris anaranjados,
y seguí con mis ojos la levedad de la ardilla
jugueteando y haciendo malabarismos
en la profundidad insondable de sus abismos.
El gran espíritu acampaba en sus montañas de fuego
y el río colorado bañaba su sagrada piel.
Mi alma era solo una pulga buscando la simbiosis
de cielo y cumbre, de pequeñez y grandeza,
me sentí una “Telma y Loise” sin coche que despeñar.
Olía a sangre que un día fluyó libre como potro salvaje.
Un “Siux” bajó de su vieja ranchera
descendiendo presto y preocupado la ladera,
interesándose por aquellos peregrinos
polvorientos, sedientos y asustados
a los que el autobús dejó tirados
en mitad del desierto de Arizona.
Alma noble y generosa
reflejo admirable de la grandeza de América,
y su corazón ancho, interesado por el viajero errante,
se añadió a la comitiva, quiso compartir la fiesta
de aquellas diminutas estrellas danzarinas
precipitándose en cascada por encima de sus cabezas,
como lluvia de brillante y fina harina.
No fue fácil retomar el rumbo,
no fue fácil abandonar la inmensidad,
hubiese sido muy fácil dejarse llevar por el corazón,
mimetizarse con la piedra roja
no volver nunca más a la civilización,
no recuperar nunca la cordura
y abandonarse a una nueva vida de aventura.
Gran Espíritu libre, Señor de la inmensidad
escucha hoy mi súplica y mi oración,
no dejes que mis sueños se conviertan en cenizas,
permíteme un día regresar
y a tu imagen y semejanza de águila soberana,
planear las montañas en aire de libertad .
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http://www.youtube.com/watch?v=9VleJhb3Ksw
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