A la orilla de la higuera,
Sarmiento besa a su madre.
Los cerros solos rescatan
el rosado de la tarde.
Sueña con muchas escuelas,
vergeles en cada valle
y en cada niño, una estrella,
como lección imborrable.
Larga vida de maestro,
con días claros y oscuros...
Perdió a su hijo en la guerra
al que amó como a ninguno.
Presidió nuestra nación
y murió lejos de la Patria
¡A su recuerdo se elevan
todas las buenas plegarias!
Sembró escuelas como soles
de renovada esperanza
y quedó eterno en cada niño
como lucero al alba.
¿Tuvo flaquezas? Las tuvo,
tuvo dudas y hasta fallas,
pero sembró escuelas como soles
a lo largo de la Patria.
Nuevo 11 de setiembre,
ensanchemos nuestra alma,
por Sarmiento, el gran maestro,
digno por autonomasia.
Eve Baili
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