La denominación nocturno,
también nombrada en italiano ‘notturno’ se le daba en el siglo XVIII a una pieza
tocada generalmente en fiestas de noche, sin que la pieza tuviese nada que ver
con la evocación de la misma. Sin embargo, el género ‘nocturno’, siendo
considerado como una pieza para piano solo, de un único movimiento, con un
carácter inicialmente evocador de la noche, surge en el siglo XIX, y es un
género muy característico del Romanticismo. Los nocturnos son generalmente
piezas tranquilas, expresivas y con un carácter lírico, y a veces llegan a ser algo
oscuras.
Nocturnos de Chopin
A pesar de ser John Field el primero en componer esta
clase de piezas, el que más los expandió y popularizó fue Chopin, considerado
el máximo exponente de este tipo de obras, y quien compuso en total 21
nocturnos, tres publicados póstumamente. Tampoco fueron concebidas como un
conjunto, sino que están agrupados en diversos opus; en 1870 los 21 fueron
publicados juntos por primera vez (nº 20 no llevaba el nombre de “nocturno”
originalmente).
Chopin admiraba a John
Field, ya que después de escucharle sus nocturnos quedó impresionado por ellos,
y tuvo bastante influencia de su música, por lo que los nocturnos de Chopin
tienen algunas similitudes con los de Field. Chopin sigue utilizando la técnica
de una melodía cantábile, así como el acompañamiento arpegiado y el pedal. Sin
embargo, lo más importante respecto a esto nocturnos son sus innovaciones. Por
ejemplo, Chopin hace un uso más libre y fluido del ritmo, y también utiliza
como recurso el contrapunto, lo que contribuye a dar mayor tensión y drama a la
obra. Además, la complejidad melódica, y sobre todo armónica de estas piezas es
mucho mayor que en las de Field, todo en caminado de nuevo a crear más tensión.
Esto es una gran
característica de estas piezas. Mientras que los nocturnos de Field tenían
un carácter tranquilo, y en ocasiones melancólico, los de Chopin convierten esa
melancolía en tensión, creando una cierta inquietud, incomodidad, alcanzando un
grado de “sufrimiento” del que carecían las obras de Field. Liszt (en el
prólogo de los nocturnos de Field) nos dice: “Chopin en sus nocturnos nos ha
hecho escuchararmonías que no sólo son la expresión de nuestros más inefables
deseos, sino también de nuestra inquietud, sufrimiento y tristeza, que
demasiado a menudo están combinados. Su vuelo es más alto, pero sus alas están
más gravemente heridas, y la suavidad se convierte en una dulzura desgarradora,
que deja entrever la desolación”.
Respecto a la estructura
formal de estos nocturnos, es común la forma ternaria (A-B-A), pero no como una
estructura fija con determinados temas, como por ejemplo en las sonatas, sino
que hay una primera parte, después una sección central, que suele ser muy
contrastante en temas, ritmo, tonalidad, etc, y una repetición variada de la
sección inicial. El tempo de los nocturnos es lento, lo que contribuye a crear
dramatismo (la única excepción es el nº 3: Allegretto). Las tonalidades son
tanto mayores como menores, aunque respecto a los de Field, el número de obras
en tonos menores aumenta considerablemente.
La melodía en este tipo de
obras comienza siendo sencilla, pero en los nocturnos de Chopin abundan los
adornos melódicos, y es muy común que comiencen con una melodía más simple que
se vaya repitiendo, pero más ornamentada. También hay que notar la utilización
del rubato como recurso expresivo; sin embargo, esto no debe interpretarse como
una desviación total del tempo, sino todo lo contrario. En palabras de Chopin:
“la mano derecha puede desviarse del compás, pero la mano acompañante ha de
tocar con apego a él. Imaginemos un árbol con sus ramas agitadas por el viento:
el tronco es el compás inflexible, las hojas que se mueven son las inflexiones
melódicas”; se sabe que Chopin rechazaba la exageración y el amaneramiento
respecto al rubato y a otros aspectos interpretativos.
http://amanielalpiano.blogspot.com.ar/2011/02/los-nocturnos-en-el-romanticismo.html
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