En este día de temas alusivos, presento el famoso poema que contribuyó a fijar en el imaginario colectivo la figura de San Nicolás, conocido en México como Santa Claus y el responsable de traer los regalos a los niños que los descubren la mañana de Navidad.
"Twas the Night before Christmas"
Clement Clarke Moore
Versión al español de María García Esperón
Era Nochebuena y en toda la casa
un gran silencio se hacía sentir.
No se escuchaba ni el menor ruido;
ni un ratoncito podrías oír.
En la chimenea, muy bien arreglados
los calcetines y los zapatos
como aguardando, como esperando
oír la risa de Santa Claus.
En nuestras camitas
dormíamos los niños
como las aves
duermen en nidos.
Mamá dormía envuelta en sueños
mientras que un gorro yo me había puesto.
Y de repente ¡un gran estruendo!
Ya sin pensarlo salté del lecho.
Miré con asombro y tras la ventana,
más blanca que nieve la luna encantada.
Como miniaturas, a esa luz tan tenue,
un trineo, ocho renos pequeños y leves,
y un punto muy rojo como conductor.
Yo supe al momento que era Santa Claus.
Veloces cual águilas los renos volaban
y Santa, muy fuerte, así les gritaba:
"¡Oh, Dasher y Dancer, oh Prancer y Vixen,
Cometa y Cupido y Donder y Blitzen!
¡Encima del techo! ¡Sobre la pared!
¡A la chimenea! ¡Deslícense bien!
Como secas hojas con el vendaval,
vuelan hasta el cielo y no vuelven más,
los alegres renos de San Nicolás
hasta el mismo techo lo hicieron llegar.
Iba su trineo lleno de juguetes,
pasteles y dulces, helados y nieves.
Y en ese momento, sobre el techo oí
cómo aterrizaba el trineo feliz.
Casi al mismo tiempo volví la cabeza:
¡Santa Claus entraba por la chimenea!
De pies a cabeza vestido de pieles.
Su traje manchado de ceniza y nieve.
Resoplando y riendo abrió su costal.
Sus ojos brillaban de felicidad.
Sus mejillas, rosas, su nariz, cereza.
Su barba, de espuma su boca, una fresa.
Su panza temblaba bajo el cinturón
como gelatina que sabe a limón.
Era muy gracioso, redondo y travieso,
como un viejo duende o un anciano elfo.
Al verlo no pude contener la risa
y San Nicolás me tuvo a la vista.
Me guiñó los ojos y me hizo saber
que de Santa Claus no había que temer.
Y no dijo nada. Siguió trabajando,
llenó calcetines con muchos regalos.
Y puso su dedo sobre su nariz.
Por la chimenea comenzó a subir.
Con una sonrisa saltó a su trineo
y con su silbido llegaron los renos.
Como un arco iris se fueron volando
pero aún de lejos yo pude escucharlo:
¡Feliz Nochebuena!
¡Feliz Navidad!
¡Y paz en el cielo
y en la tierra, paz!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario