Safo fue una poetisa griega que vivió hace unos 2.600 años en la Isla de Lesbos, situada en la ribera oriental del Mar Egeo, y sobre cuya vida apenas conservamos datos precisos. Se calcula su nacimiento entre los años 630 y 612, mientras que su muerte se fecha alrededor del 570, pero su biografía apenas consigue tomar forma con la poca información de que disponemos. No existe ninguna fuente histórica contemporánea sobre su vida aparte de sus poemas, y todo lo que sabemos de ella procede de autores posteriores que no la conocieron directamente. Esto ha contribuido a rodear su figura de una nebulosa que la situa a medio camino entre la realidad y la leyenda, lo cual no ha hecho sino aumentar el interés sobre su vida y su obra a lo largo de los siglos. Grandes autores como Platón, Boccaccio, Baudelaire, Lord Byron, Ezra Pound o Virginia Woolf sintieron por ella gran admiración.
Parece ser que Safo nació en la aldea lesbia de Eresos, aunque más tarde se trasladó a la capital Mitilene, y que procedía de una familia noble y adinerada. Su padre era un próspero comerciante de vinos llamado Skamandar, y tenía tres hermanos, todos menores que ella.
Siendo aun una niña su padre fue llamado a filas para la guerra entre Lesbos y Atenas por la posesión de Sigui, una pequeña colonia cerca del estrecho de los Dardanelos. En esa guerra Skamandar murió. Con el paso del tiempo, Safo fue quien hizo prosperar aún más el negocio familiar, e introdujo a sus hermanos menores en el conocimiento del mismo.
Además de su actividad literaria y artística, Safo participó asiduamente en las luchas polítcas que tuvieron lugar en Lesbos, y cargó muy duramente contra el tirano Pítaco. Parece ser que incluso estuvo implicada en una conspiración para matarlo, junto a Alceo y otros camaradas, y que descubierta esa conspiración, Pítaco les mando arrestar. Aunque finalmente les perdonó la vida, a cambio hubieron de partir al exilio. Esto ocurrió en torno al año 593
Es importante aclarar que la política de esta época viene marcada por el enfrentamiento entre dos sistemas de gobierno: la democracia y la aristocracia. Sin embargo esa democracia no tenía nada que ver con lo que hoy entendemos por democracia (¿o sí?), ya que en la práctica (y salvo excepciones) consistía en tiranos que adquirían su autoridad haciéndose ricos y comprando los votos necesarios para hacerse con el poder. A parte de esto, en realidad solo tenía derecho a voto una parte mínima de la población. En este sentido la posición de Safo a favor de la aristocracia debe entenderse casi como una actitud rebelde.
Se sabe que a continuación vivió en Siracusa (Isla de Sicilia) durante al menos seis años. El exilio resultó bastante positivo para su desarrollo intelectual, pues le permitió viajar e ilustrarse con el contacto de otras culturas. En Siracusa se casó con Kerkilos, un rico mercader con el que tuvo una hija llamada Kleis, y se convirtió en el centro de la vida cultural y artística de esta ciudad. Su marido era un hombre ya mayor y murió al poco tiempo, dejándole una gran herencia.
Al cabo del tiempo Pítaco levantó el castigo, y Safo pudo regresar a Lesbos, lo mismo que Alceo y los otros conspiradores. En realidad estos acabaron respetando a Pítaco, que despues de todo fue un buen gobernante, hasta el punto de que cuando este murió la propia Safo tuvo palabras elogiosas para él en su funeral.
En Lesbos Safo fundó una especie de escuela o academia, al estilo de Platón, en la que enseñaba arte, canto, danza y literatura, a un grupo de mujeres jóvenes. Para todas estas chicas hubo odas nupciales compuestas para ellas cuando se preparaban para casarse
Se sabe que Safo amó tanto a mujeres como a hombres, algo que entre los antiguos griegos se consideraba aceptable, y en sus versos cantó su amor hacia las mujeres sin tapujo alguno, lo cual hizo que a lo largo de los siglos bastantes detractores se referieran a ella de forma despectiva. Como es bien sabido el nombre Safo dió origen al término sáfico, mientras el lugar de su nacimiento, Lesbos, es el origen del término lesbianismo.
Conocemos los nombres de algunas de sus amadas, pues tuvo muchas: Anágora, Eunica, Gongila, Eranna, Telesipa, Andrómeda, Megara, Gorgo... pero su alumna favorita siempre fue Atthis. Cuando la familia de Atthis decidió retirarla de la enseñanza para casarla con un muchacho, la poetisa, pesarosa por la separación, escribió el doloso poema El Adiós a Atthis.
Casi toda su poesía está dedicada a mujeres, y alguna a sus hermanos. En total escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e himnos, pero apenas se conserva una mínima parte de ellos. Su poema más importante es la Oda a Afrodita. También conviene anotar que, ya en pleno siglo XX se descubrió un papiro con seis fragmentos de sus poemas y la Oda a las Nereidas.
Originalmente escribió sus obras en el dialecto aeólico, y sus poemas fueron copiados repetidamente a lo largo del tiempo en las epocas griega, romana, bizantina, etc. Parece ser que en el año 1.073 d.c. el Papa Gregorio VII ordenó quemar todos los manuscritos con los poemas sáficos, considerados inmorales y pecaminosos, con lo que se perdió para siempre una parte de su obra.
A partir de su obra conocida sabemos que Safo rendía culto a Afrodita, la diosa del amor y de la belleza. Su poesía se caracteriza por su sencillez, intimismo y sentimiento. Los versos son tan apasionados como simples, y dejan clara constancia de su atracción y relación con otras mujeres, aunque hay que decir que Safo también tuvo amantes masculinos, especialmente el poeta Alceo, del que habla en sus poemas.
Su obra más destacada es, como ya hemos dicho, la Oda a Afrodita, en la cual Safo, hablando en primera persona, pide a la diosa que le sean otorgados los amores de alguien. Para Safo Afrodita es la diosa que concede los favores amatorios, es la confidente, la que intercede, la que acude cuando el sentimiento amoroso conduce a la locura.
La obra sáfica es por lo tanto revolucionaria en cuanto estructura una visión de mundo desde el paradigma femenino, subvirtiendo la mirada masculina que caracterizaba la Edad Arcaica. El mundo heroico, brusco y fuerte de la poesía épica y las gestas militares del pasado, da paso a uno sensible, delicado y suave, es decir, femenino. Safo adopta en su obra una posicion subjetiva, tomando como objeto de su arte su propia interioridad; vaciaba su propia alma en el molde de los versos, para que los demás nos identificáramos o nos disociáramos de ella.
Sus poemas llevaban el sello característico personal de una Safo que nunca imitó a nadie, y que buscaba la perfección simple y la belleza más exquisita, todo plagado de intensidad y sentimiento. Su gran conocimiento de la música y la danza le permitieron crear ritmos y metros nuevos, especialmente la conocida como estrofa u oda sáfica, que consiste en tres endecasílabos y un adónico final de once sílabas.
Es importante agregar que las composiciones líricas de los antiguos griegos no se hacían unicamente para ser leídas, sino para ser cantadas y acompañadas por algún instrumento musical ya fuere la flauta, la lira o la cítara. Así, el poeta o la poetisa creaba el poema y también componía la música y, en el caso de Safo, célebre danzante, hasta los pasos de la danza para acompañarla.
Sobre la muerte de Safo también circula la leyenda de que tras ser rechazada por un joven marino, se suicidó arrojándose desde un acantilado en la Isla de Léucade. Sin embargo esto no tiene mucha credibilidad, pues no se corresponde con la personalidad de una Safo ya madura y que en sus últimos poemas se muestra como una mujer en paz consigo misma y con la naturaleza que la rodea.
En muchos lugares de la antigua Grecia, la mujer gozó prácticamente de todos los derechos que tenían los hombres. Estos beneficios también incluyeron a Lesbos, que como isla de tránsito, recibía la influencia de varias culturas que le daban un aspecto bastante liberal y cosmopolita.
Sin embargo en Atenas no ocurría así, sino más bien al contrario, y por eso Safo comenzó a recibir los primeros descalificativos ya en vida, por parte de diversos autores principalmente de Atenas, una sociedad donde solamente las cortesanas (hetairas) tenían acceso a la cultura y la vida social, mientras el resto se quedaban en casa sin poder optar a una educación y ocupándose de las labores domésticas. Esto nos da una idea del pensamiento con el que Safo fundó su academia, en un acto de llevar la contraria a las ideas atenienses.
A menudo los historiadores y la propia literatura han dejado de lado a Safo, aunque en Grecia después de su muerte se llegaron a acuñar monedas y erigir estatuas con su imagen, y el mismísimo Platón la adoraba y se refirió a ella como la Décima musa. Sin embargo muchos autores posteriores la despreciaron e injuraron, a pesar de lo cual ella ha conseguido ser inmortal, y junto a Aspasia de Mileto es sin duda la mujer más importante de la Grecia Clásica.
A un nivel más particular, sus poemas suponen todo un guiño para las lesbianas de todo el mundo, y es en la época actual, cuando el movimiento LGBT experimienta un auge sin precedentes, cuando Safo vuelve a ser revisitada y reivindicada, por el ejemplo que suponen su vida y su obra para las mujeres en general y las lesbianas en particular.
De ella ver quisiera su andar amable
Y la clara luz de su rostro antes
Que a los carros lidios o a mil guerreros
Llenos de armas...
La luna luminosa huyó con las Pléyades.
La noche silenciosa ya llega a la mitad
La hora ya pasó y en vela sola en mi lecho,
suelto la rienda al llanto sin esperar piedad.
http://mujeres-riot.webcindario.com/Safo_de_Lesbos.htm
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