Antonín Dvořák, el compositor de la Sinfonía del Nuevo Mundo
Antonín
Dvořak nació en el seno de una familia de bajos recursos, el 8 de septiembre de 18 41,
en la localidad de Nelahozeves, cerca de Praga. Gracias a su gran talento y
aplicación se convirtió en uno de los grandes compositores checos de proyección
mundial. Con la ayuda del compositor alemán Johannes Brahms publicó en 1878 la
primera serie de las ‘Danzas Eslavas’.
La
fama de Antonín Dvořák fue en aumento a nivel internacional. En 1884 dirigió su
Stabat Mater en la Royal Albert Hall de Londres. Esta magnífica obra espiritual
se vio influida por lamentables acontecimientos en la familia de Dvořák. En el
lapso de dos años fallecieron tres de un total de nueve hijos. Y precisamente
con esta obra Dvořák triunfo en Londres, lugar donde su fama perdura hasta la
fecha.
Stabat
Mater y otras obras ayudaron a Dvořák a darse a conocer al otro lado del
oceáno. De 1892 a 1895 fue director del Conservatorio Nacional de Música de
Nueva York. En 1893, Dvořák realiza paseos y excursiones por la campiña
americana que le sirven de inspiración para la composición del Cuarteto
americano, en Fa mayor.
Antonín
Dvořák pasó sus vacaciones del verano de 1894 en las tierras checas en la
localidad de Vysoká, donde se dedicó a componer su ciclo de Humorescas. Sin
duda la más popular es la Humoresca número 7 en Sol Bemol Mayor.
En
1895 Dvořák vuelve de EE.UU. Atraviesa un momento muy especial en el que se
funden la nostalgia por dejar América con la alegría de estar nuevamente en
casa. Surge entonces su famoso Concierto para Violonchelo y Orquesta en Si
Menor.
Después
de volver de EE.UU, Dvořák pasó la mayoría del tiempo en la localidad de Vysoká
y aquí escribió ‘Rusalka’ la mejor de sus 10 óperas.
La
Sinfonía n.º 9 en Mi Menor, conocida como Sinfonía del Nuevo Mundo es la única
de las nueve sinfonías de Dvořák compuesta en su totalidad en América, en 1893.
Se
dice que en 1969 los astronautas estadounidenses la pusieron durante su viaje a
la Luna.
La
sinfonía refleja las impresiones de Dvořák en América en la que se aprecia el
ritmo de la música Gospel y de algunas canciones de los indios americanos, sin
faltar tonos inspirados en el terruño.
Se
trata de una de las sinfonías más interpretadas y conocidas del mundo.
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