viernes, 9 de enero de 2015

Wolfgang Amadeus Mozart

El rapto del serrallo
Esta ópera bufa en tres actos de Wolfgang Amadeus Mozart, con libreto sacado de Belmonte y Constanza de Bretzner, fue estrenada en 1782 y su éxito fue inmediato. Por primera vez el público encontraba en una obra escrita en lengua alemana la vivacidad de la ópera cómica italiana, que parecía única en haberse apropiado del secreto de la vida escénica. Por otra parte, era la primera vez que en una "opereta" se admiraba tan señoril perfección de la música, tanta riqueza y propiedad instrumental, tanta consistencia de lenguaje melódico.

El rapto del serrallo es, propiamente hablando, un "Singspiel", esto es, un espectáculo musical mezclado de canto y recitación en prosa, con un argumento que adquiere tono de farsa. Mediocres pero agradables compositores (entre ellos Dittersdorf, contemporáneo de Mozart) proporcionaban las melodías para ese género, sin hacer mucho caso de la propiedad escénica y dramática de la obra.
Mozart cayó en ese ambiente tranquilo y acomodaticio como un águila en un gallinero. La música de este "Singspiel" era de técnica compleja, con pormenores contrapuntísticos, graciosísimos y difíciles de ejecutar; pero lo que determinó el triunfo de la obra fue que aquella música se ajustaba en todo momento a la situación escénica, sin permitirse desviaciones como a veces hacían los compositores italianos.
El argumento es sencillísimo: en la playa, ante el palacio del Bajá, un tenor, Belmonte, viene buscando entre afligidos lamentos a su novia Constanza, caída en manos de los turcos. Gracias a la ayuda de su astuto criado, Pedrillo, que ha entrado al servicio del Bajá en busca de su propia novia (Blonde, también prisionera), Belmonte consigue eludir la vigilancia del terrible Osmín, guardián del serrallo y amo de Blonde, y así puede encontrar a su Constanza.
Por dicha, todavía no se ha perdido nada: Blonde, con su vivacidad de lenguaje y su ánimo valeroso, sabría defenderse aunque fuese de todo un regimiento de jenízaros, y la suave y desarmada Constanza ha tenido la fortuna de hallar un melifluo Bajá muy caballeroso, el cual no quiere en absoluto coger el fruto antes de que esté maduro y espera a que Constanza se enamore de él.
Fracasada la fuga de los cuatro, son encadenados y conducidos ante el Bajá. Se descubre que Belmonte es hijo de un almirante cristiano, bárbaro y atroz enemigo del Bajá, causa de sus innumerables desgracias. Constanza se dispone a morir feliz junto a su afligido Belmonte; Pedrillo está aterrorizado, pero Blonde no se desanima. El tremendo Osmín está contentísimo y ya saborea el espectáculo de dos cristianos colgados, empalados, asados vivos o descuartizados.
Pero el caballeroso Bajá, después de regodearse un momento con sus ideas de venganza, le dice a Belmonte: "Llévate a Constanza, date a la vela hacia tu patria, y di a tu padre que te he tenido en mi poder y que te he dejado libre para que él sepa que es mayor satisfacción pagar una ofensa con un beneficio que amontonar ruinas sobre ruinas". Naturalmente, también Blonde y Pedrillo son indultados. En el final, en un maravilloso andante sentencioso, los cuatro enamorados expresan su reconocimiento cubriendo las exclamaciones del aterrorizado Osmín, y después se van, felices y satisfechos, entre un coro de jenízaros.
Se dice que en esta ópera Mozart se abandonó más que de costumbre a efusiones expresivas porque veía en las tribulaciones de Belmonte y Constanza las adversidades con que tropezaban él y su Constanza Weber (su matrimonio se celebró justamente en 1782). Pero a quien esté acostumbrado al calor melódico y vital de la ópera cómica italiana, también el Rapto le parecerá obra típica de un artista que (como decía Busoni) "si debe conmover, él no debe conmoverse, para no correr el riesgo de perder en el momento culminante el dominio de sus procedimientos artísticos". Especialmente, las arias elegíacas y formalistas de Belmonte no autorizan suposiciones de tal género.
En cambio, es innegable que la suave figura de Constanza es contemplada con cierta ternura, particularmente en su primera aria y en el dúo en que, a la mesurada desesperación de Belmonte, opone su tierna felicidad de morir por el amado. La expresión del dolor pasa siempre a segundo término, y sólo queda como una sombra de melancolía en los diversos aspectos que va revelando este personaje, retrato de muchacha amorosamente trabajado.
Efecto predilecto de Mozart es el paralelismo entre dos parejas de enamorados, gracias al cual obtendrá, en sus óperas siguientes, resultados cada vez más elevados: por una parte, la pareja aristocrática, toda suspiros, elegía y ternura: por otra, la popular, jovial, libre y materialista. Blonde, con sus actitudes de "soubrette", tiene un aria bellísima ("Welche Wonne, welche Lust") y un malicioso dueto con Osmín que, junto con la escena en que Pedrillo emborracha al terrible guardián, resumen la alegría sobria y mesurada de la obra.
La escena culminante es el cuarteto del segundo acto, típico ejemplo del carácter de farsa del "Singspiel". Los cuatro enamorados se hallan por fin reunidos, pero una molesta sospecha se abre camino en los dos hombres, que acaban por expresarla: Belmonte con extremada delicadeza, Pedrillo con su incorregible vulgaridad. Los dos querrían saber por Blonde si Osmín no ha hecho valer sus derechos de propiedad sobre ellas. La escena se desarrolla con deliciosa simetría dieciochesca: Constanza se estremece, púdica; Blonde atiza una tremenda bofetada a Pedrillo, después de lo cual los dos amantes se confiesan convencidos y piden y obtienen perdón.
El contrapunto psicológico (púdica delicadeza de la pareja noble, franca y ruda energía de la pareja plebeya) constituye uno de los más perfectos aciertos teatrales de Mozart. También es admirable la famosa obertura, obra juvenil, ágil y vibrante de alegría, con matices de señoril generosidad y no utilizada en el resto de la obra, salvo en dos compases que introducen la primera escena y en alguna rápida conclusión orquestal.

http://www.biografiasyvidas.com/monografia/mozart/rapto_serrallo.htm


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