viernes, 16 de enero de 2015

CADMO y el dragón

El padre de Cadmo, el rey Agenor, tenía una hija, Europa, en quien recayeron los ojos de Zeus y se la llevó para él. Cuando el toro dejó a Europa en Creta, éste se volvió a transformar en Zeus y la dijo que lo que había hecho era por amor. Afrodita también apareció para reconfortarla, prometiéndole que una cuarta parte del mundo sería llamada con su nombre. Así pues la doncella se olvidó de su casa asiática y llegó a ser la madre de Minos y Radamanto, que se sentaban en Hades como jueces de la muerte.
Pero el rey de Tiro nunca cesó de llorar a su hija perdida. Cuando sus asustados compañeros de juegos regresaron corriendo, gritando lo que le había ocurrido, él se llenó de ira y de dolor. Amargamente reprochó a sus tres hijos, Cadmo, Fénix y Cilix, por no proteger a su hermana, les envió en su búsqueda y les prohibió regresar a casa si no encontraban a Europa.

Los tres hermanos salieron acompañados de su madre Telefasa. Durante años anduvieron de aquí para allá. El primero en cansarse fue Fénix, que se separó para hacerse una casa en la tierra llamada por él mismo Fenicia. Cilix se estableció en Cilicia. Finalmente Telefasa murió, pidiéndole antes a Cadmo que no abandonase la búsqueda.

Cadmo con ayuda de algunos sirvientes entró en Grecia, pero al no encontrar a su hermana perdió toda esperanza de conseguirlo. Fue al oráculo de Apolo en Delfos donde pidió su consejo. Se le ordenó seguir a una vaca que encontraría pastando sola en un prado y en el primer lugar donde la vaca se tumbara él construiría una ciudad y la llamaría Tebas. Pronto encontró a la vaca y la siguió hasta Beocia. Allí la vaca se tumbó y Cadmo se dispuso a fundar la ciudad.

Pero esa tierra tenía un temible señor al que debía tener en cuenta. Proponiendo ofrecer un sacrificio a Atenea que podría ayudarle, él envió a sus sirvientes por agua de una fuente que salía de una oscura cueva; su boca estaba escondida en un espeso bosque de robles musgosos que nunca habían sido tocados por un hacha. Los hombres entraron en el bosque, pero no regresaron; escuchó el sonido de un siseo y vio humo saliendo de entre los árboles. Encontró a sus sirvientes muertos ante la cueva abrasados por el aliento de un enorme dragón que estiraba hacia él sus tres cabezas, cada encía tenía tres filas de dientes a través de los cuales arrojaba humo venenoso, sus ojos brillaban como el fuego y su roja cresta brillaba en la sombra de la boca de la cueva como si acercase su largo cuello para lamer los cuerpos de los muertos.

Cadmo decidió vengar a sus compañeros de viaje y clavó su espada en el pecho del dragón. Éste levantó salió de la cueva y levantó sus cabezas para dejarlas caer sobre Cadmo. Pero Cadmo dirigió su espada hacia una de las gargantas para clavarla en el tronco de un roble. El monstruo giró sus cuellos y enroscó su cola para doblar al árbol doblemente grueso, pero las raíces estaban firmes y la espada se clavó rápidamente; allí se retorció desesperadamente mientras su respiración se apagaba con su propia sangre.

Totalmente ileso, Cadmo permaneció sobre el cuerpo muerto cuando se dio cuenta de que Atenea estaba a su lado; bajó desde el Olimpo para formar una ciudad que crecería mucho bajo su protección.

Atenea le ordenó a Cadmo que sembrase los dientes del dragón sobre la tierra y le dijo que de ellos nacería una raza de guerreros para hacer su voluntad. Cadmo cumplió con esa orden y una vez sembrados los dientes, la tierra empezó a hincharse y a agitarse con algunos agujeros. De allí salieron hombres armados y Cadmo se preparó para luchar. Sin embargo, la voz divina le dijo que envainase su espada y les dejase hacer.
Los hombres empezaron a luchar entre ellos y al final tan solo quedaron cinco, dispuestos a servir a Cadmo. Con su ayuda él construyó aquí la ciudad que se llamó Tebas.

Por haber matado al dragón enviado por Ares, Cadmo tuvo que cumplir ocho años de penitencia. Tras ello, Atenea le coronó rey de su ciudad y Zeus le ofreció como esposa a Armonía, hija de Ares y de Afrodita. Como ella descendía de dioses, a la boda asistió casi todo el panteón, algo realmente excepcional. El único mortal que compar¬tió este honor fue Peleo cuando se casó con Tetis.

Los invitados a la boda llevaron magníficos regalos. Afrodita le entregó a su hija un collar elaborado por Hefesto que otorgaba una belleza irresistible a su portadora. Atenea le regaló una túnica especial para la boda, Hermes le ofreció una lira y Deméter, gran cantidad de cereales.

Pese a que su boda fue muy feliz y su gobierno de la ciudad era muy justo, sus hijos se vieron sacudidos por todo tipo de infortunios. Su hija, Autonoe, vio a su hijo Acteón convertido en ciervo y devorado por sus propios perros después de haber contemplado desnuda a Artemisa mientras se bañaba La celosa Hero volvió loca a Ino y la hizo arrojarse desde un acantilado junto a su hijo pequeño. Semele quedó embarazada  de Dioniso, dios del vino creado por Zeus, y ardió por su deseo de ver al dios supremo en su forma original. Finalmente, Agave, una Meneida extasiada, destrozó a su propio hijo.

 Polidoro, el único hijo de Cadmo y Armonía, no sufrió ninguna desgracia inmediata, pero sus descendientes sí sufrieron grandes infortunios. Su nieto Laius (Layo) fue asesinado por su hijo Edipo, que después se casó con Yocasta, su propia madre.

Cadmo abdicó cuando ya era anciano en favor de su nieto Petheus (Peteo). Después de la terrible muerte de éste, Cadmo y Armonía abandonaron la ciudad por consejo de Zeus.

Ellos anduvieron por los salvajes bosques del Norte, hasta que este impávido héroe, agobiado por enfermedades y cargado por la maldición del dragón, murmuró:
- "¡Si una serpiente es tan querida por los dioses, preferiría ser una serpiente más que un hombre!".

 En Iliaria se convirtieron en serpientes benignas con la intervención de Ares. Al final, Zeus les llevó al Elíseo, la isla de los bendecidos en el punto más occidental del mundo de los muertos

http://www.iesfuente.org/departamentos/latin/Clasica/mito6.htm

http://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/cadmo/


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