lunes, 26 de enero de 2015

Beethoven: Sonata para cello y piano op. 69 n.° 3

La Sonata para cello y piano en la mayor, op. 69 n.° 3, compuesta en mayor parte en 1807 y publicada en 1808, fue dedicada al barón Ignaz Freiherr von Gleichenstein, íntimo amigo, además de excelente celista y secretario en el Departamento Imperial de Guerra en Viena. Ese también fue el año del espléndido Concierto para piano y orquesta n.° 4 en Sol mayor, op. 58, que en un principio Beethoven había pensado dedicar al barón. Pero, a veces, debía seguir una línea de protocolo entre sus nobles amigos en las altas esferas, quienes también servían para protegerlo contra las acusaciones de informantes que pretendían que leía demasiados "libros prohibidos". Decidió dedicar el concierto a su alumno, el Archiduque Rudolf de Austria, y escribió a Gleichenstein que estaría igualmente satisfecho con la sonata para cello: "Está surgiendo otra obra en la que le será dado lo que le corresponde a Ud. o a nuestra amistad".

La Sonata para cello y piano en la mayor, op. 69 n.° 3 puede resistir una comparación con el Concierto para piano y orquesta n.° 4 en sol mayor, op. 58 y, en efecto, existe una interesante similitud anímica y conceptual entre ambas obras, como si hubiesen sido concebidas en el mismo período creativo. Las dos se hallan entre las más tiernamente líricas de esa época, contrastando con las más heroicas y tempestuosas que las rodean. Ni una ni otra tienen una introducción lenta, pero en ambas el tema inicial casi parece ser uno en su carácter atrayentemente meditativo, irregularmente ritmado y es el motivo siguiente o sea el que responde, el que provee el impulso para el movimiento. Hay, eso sí, un "intermezzo" corto, encantador, que lleva al finale. En la sonata, desde los primeros compases del Allegro, ma non tanto inicial, se nota con qué magia Beethoven unió cello y piano en una sola voz expresiva. La exposición es breve aunque musicalmente rica, y su repetición es muy bienvenida. La sección del desarrollo forma, con lo que parece ser un nuevo motivo, una frase cromática en descenso realmente compuesta con parte del primer tema (empezando con su quinta nota).

Típicas de la forma de sonata como Beethoven la utilizaba entonces, la recapitulación y la coda siguen a las secciones precedentes como parte de una unidad orgánica, con progresivo fluir de sentimientos, que se desarrolla desde la primera hasta la última nota. Y así la coda surge como culminación de todo el movimiento con la nueva luz que lanza sobre el motivo del desarrollo, que se transforma en una frase en "ostinato" del piano sobre armonías cambiantes creadas por las largas notas descendentes del cello. Hay unos conmovedores trinos hacia el final. Sigue un Scherzo-Allegro molto, travieso y sincopado, con su trío que se escucha dos veces, fluyendo cual una brisa. Entonces aparece el Adagio cantabile, una conmovedora canción en mi mayor, hermosa y simple, primero por el piano con el cello en armonía, y luego por el cello, que lleva el último movimiento, Allegro vivace en la mayor. Este es decididamente un movimiento en forma de sonata, contraparte del primer movimiento pero más alegre. La escritura es de bravura para ambos instrumentos, no en un despliegue técnico sino para intensificar el brío y llega a un incandescente "clímax" en sus páginas finales, con su apoteosis del tema principal. La conclusión es tranquila, la excitación se extingue en una manera que debe haber provocado suspirosde satisfacción en sus primeros oyentes, al igual que lo hace hoy.

http://www.refinandonuestrossentidos.com/ludwig-van-beethoven/sonatas-para-cello-y-piano-op-5-n-2-y-op-69-n-3/



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