Tamara - Balakirev
Después de diversos viajes a la región del Cáucaso, impresionado por sus grandiosos paisajes de agreste belleza, Balakirev comenzó a escribir el poema sinfónico Tamara, basado en una balada del poeta Mikhail Lermontov, que a su vez se inspiró en una antigua leyenda local durante su exilio en aquella región.
El estilo poético y el lenguaje romántico del poema son tan importantes para la comprensión de la obra musical como su argumento, que describe una hermosa pero malvada princesa, cuyas canciones misteriosas e irresistibles atraen a los viajeros hasta su castillo encantado en las riberas del rio Terek, en el Cáucaso. Adornada de raras perlas y preciosas joyas, ofrece espléndida acogida a su invitado, pero después de una noche de placeres e intensa pasión, con los primeros rayos de sol, el amante es ejecutado y el río se lleva su cuerpo. Desde una torre Tamara se despide de él con lágrimas, aunque esperando la llegada de otro viajero.
Balakirev comenzó Tamara en 1867, pero avanzaba el trabajo de forma esporádica. En 1876, con la salud algo mejorada después de su crisis depresiva, sus amigos trataron de reavivar de nuevo su interés por la música, y lo animaron a seguir con la composición. Transcurrieron tres años más hasta el día en que sentado al piano tocó Tamara ante el entusiasmo de un grupo de fieles seguidores, pero aún tardaría otros tantos en orquestar la obra, hasta que la insistencia de Stàssov le dio el impulso para terminarla. Después de un período de quince años, fue estrenada en marzo de 1883 bajo la dirección de su autor.
Tamara se considera la obra maestra de Balakirev. La sutileza que emplea el compositor dentro de una excelente estructura y la fuerza del cromatismo orquestal la convierten también en uno de los pináculos del poema sinfónico y piedra de toque del orientalismo. Como líder de «Los Cinco», Balákirev alentó el uso de temas y armonías orientales para fijar su «música rusa» lejos del Sinfonismo Alemán de Antón Rubinstein y otros compositores orientados a lo occidental.
El poema empieza con el sonido sordo y amenazante de las cuerdas y trombones, aunque pronto se ilumina para describirnos en una introducción lenta y suave las olas del rio Terek, y el dulce y seductor canto de Tamara que será un "leit motiv" durante toda la obra. El desarrollo sigue la narración del poema de Lermontov, con gran variedad de temas y matices que progresivamente se convierten en un creciente arabesco de rico colorido orquestal hasta resolverse en el momento culminante de pasión y muerte. A pesar del drama reciente, vuelve como al principio el suave sonido de las aguas del río y el tema de Tamara hasta apagarse lentamente.
El poema sinfónico Tamara tuvo clara influencia posterior en compositores como Rimski-Korsakov, Ipolitov, e incluso Ravel y Sibelius. Fue dedicado a Franz Liszt, quién pidió a su autor una versión para piano a cuatro manos. En el año 1912 los famosos Ballets Rusos de Diaghilev ofrecieron una versión de Tamara, con coreografía de Fokine y decorados de Bakst.
http://classicmusica.blogspot.com.ar/2012/06/balakirev-tamara.html
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