En 1845, Robert Schumann retomó los bocetos de 1841, en principio una fantasía para piano y orquesta de un solo movimiento, y vio que eran buenos. Agregó dos movimientos al proyecto de fantasía y así construyó su primer y único concierto para piano, estrenado, como era de esperarse, por la brillante Clara el 1 de enero de 1846, en Leipzig.
La versión es de la estupenda pianista georgiana Khatia Buniatishvili, acompañada por la Orquesta Sinfónica de la Radio Frankfurt, dirigida por Paavo Järvi, en una presentación ofrecida en la localidad alemana de Wiesbaden, agosto de 2012. Al final, Khatia nos regala como bis, el Sueño de Amor N° 3, de Liszt.
El concierto dura aproximadamente 30 minutos y está estructurado en tres movimientos. Schumann, al igual que Mendelssohn, tendió a conectar entre sí los movimientos de algunas de sus obras. En este caso, el segundo movimiento enlaza con el tercero sin interrupción. Las intervenciones del piano solista son difíciles y elaboradas pero, como de costumbre en Schumann, nunca llegan a convertirse en exhibiciones huérfanas de sentido musical o en pasajes de puro lucimiento.
Allegro affettuoso. El piano entra en acción simultáneamente con la orquesta, presentando el primer tema, que después repite el piano solo, permitiéndonos percibir el intenso aroma chopiniano del motivo. Un segundo tema incluye hermosos pasajes para el piano solo, interrumpidos por bellas intervenciones del clarinete. Al final, luego de un furioso pasaje de acordes tomados a gran velocidad, Khatia ataca con la mano izquierda el tema inicial mientras sobre el mismo hace sonar un prolongado trino con la derecha, lo que conduce a una coda final que cierra brillantemente el movimiento.
Intermezzo - andantino grazioso (15:45) Vuelve el mundo chopiniano, representado por un hermoso fraseo del piano, acompañado de un sereno trasfondo orquestal. Después, los cellos recogen una variante de la melodía y el piano ornamenta con arpegios. Una alusión al primer tema del primer movimiento sirve de puente para abordar la ejecución del tercero, sin interrupción.
Allegro vivace (20:55) Sustentado en dos temas brillantes, sincopados, el piano recorre casi sin reposo una amplia extensión del teclado. Antes del final, Khatia repite la gracia del prolongado trino. Una coda basada en el primer tema, conducirá a un brillante final.
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