"Adiós Nonino", historia de
su nacimiento y sus variaciones
Hubo pocos músicos tan exigentes con la propia obra como
Astor Piazzolla. Por eso, su entusiasmo en el verano del 69 al hablar de la
introducción que había escrito para un nuevo arreglo de "Adiós
Nonino" creó grandes expectativas, totalmente satisfechas por la hermosa
sonatina de dos minutos y medio presentada en el álbum Trova del mismo título.
Obedientemente leída por Dante Amicarelli, un versátil pianista de confitería a
quien -igual que hizo con Jaime Gosis- el compositor le permitía mostrar por
una vez su desperdiciado talento, resultó un clásico instantáneo.
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Vicente
Piazzolla había muerto diez años antes en Mar del Plata como consecuencia de un
tonto accidente de bicicleta mientras el hijo compartía con Copes y Nieves un
show de tango en Puerto Rico. De vuelta en Manhattan, en lo que parecen haber
sido jornadas que mezclaban variadas desesperaciones, creó su gran
tango-homenaje, en realidad una revisión de "Nonino", compuesto en
París cinco años antes para orquesta de cuerdas y al que recién volvió a
prestar atención en 1961, cuando hizo convivir ambas piezas en "Piazzolla interpreta
a Piazzolla", su primer gran álbum con quinteto.
Desde
el comienzo, "Adiós Nonino" estuvo ligado a ese formato instrumental:
era inevitable escucharlo con el bandoneonista rodeado de violín, guitarra,
piano y contrabajo, pero pasaba a segundo plano en proyectos más numerosos. Lo
mismo, la pieza adquirió vida propia y fue grabada por diversos directores
-Leopoldo Federico, Francini-Pontier, Atilio Stampone, Aníbal Troilo-
convirtiéndose en un standard del tango.
Esta
popularidad no autorizada puede haber sido lo que impulsó a Piazzolla a
reformularlo, una advertencia de que él seguía siendo el dueño de esa música,
aunque los que la recrearan fueran sus amigos más queridos y de los pocos que
respetaba en el ámbito del tango. Seguramente también hubo una actitud
artística noble, la idea de rescatar el carácter íntimo con el que la pieza
había nacido, un emotivo tributo final al ser querido, no el pretexto para
bailarines seguidores de buenas orquestas.
Aquel
prólogo de piano sólo estrenado por Amicarelli quedó incorporado para siempre a
"Adiós Nonino", y con distinta sensibilidad lo interpretaron Osvaldo
Manzi, Osvaldo Tarantino (su versión en el CD "La muerte del ángel"
basta para justificar la leyenda nacida alrededor de este músico) y durante
diez años Pablo Ziegler, integrante a partir de 1978 del quinteto más estable y
por eso el más adecuado a su música de todos los que Piazzolla condujo.
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El
grupo murió de causas naturales diagnosticadas prematuramente por el director,
que poco más tarde se lanzaba a organizar un sexteto como el de Julio De Caro.
La gran travesura fue que, en lugar de un pianista sumiso a la manera del
hermano Francisco, convocó al único compositor argentino con obra equiparable a
la suya y además gran improvisador, no con la picardía oportunista del jazz
sino en el espíritu de los virtuosos románticos: Gerardo Gandini.
Con
él, la introducción pianística de "Adiós Nonino" vigente durante más
de dos décadas comenzó a decir adiós; cada concierto un tratamiento distinto
hasta culminar en el encuentro del Sexteto Nuevo Tango con la orquesta de
Osvaldo Pugliese, cuando llegado el momento de tocar la famosa obertura el
pianista prefirió seguir jugando a recomponer "La yumba".
Fue
en 1989 y el concierto tuvo lugar en un teatro de Amsterdam, la misma ciudad
desde donde hace apenas un par de semanas, gracias a la espléndida boda real
con novia argentina, "Adios Nonino" se hizo escuchar en todo el
mundo, no como gentileza folklórica sino con el carácter de elevada música
ceremonial soñado por su compositor que, fiel a su temperamento, se hubiera
declarado tan dichoso como ofendido por la elección.
http://www.lanacion.com.ar/373132-adios-nonino-historia-de-su-nacimiento-y-sus-variaciones
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