sábado, 13 de septiembre de 2014

ASTOR PIAZZOLLA

El nacimiento del ángel

Astor Piazzolla nació alrededor de las dos de la mañana del viernes 11 de marzo de 1921, en una casa ubicada en la calle Rivadavia 2527 de la ciudad de Mar del Plata, a tres cuadras de la catedral, lo llamaron Astor Pantaleón Piazzolla, único hijo de Vicente Piazzolla y de su esposa, Asunta Manetti. Los padres vivían en un cuarto alquilado que estaba en los fondos de la confitería La Marplatense. "Todos pensamos que era de muy buen augurio que un chico naciera en ese mundo confitado", diría más tarde la madre de Astor. Ese día había nacido el equivalente argentino de George Gershwin o Duke Ellington.
       
Mar del Plata no hace gala de una gran antigüedad. Declarada formalmente "ciudad" en 1874, su verdadera historia comenzó diez años más tarde, con la llegada del ferrocarril. Sus excelentes playas y su clima saludable comenzaron a atraer a partir de entonces a una creciente población veraniega, y los mejores arquitectos argentinos recurrieron a una encantadora mezcla de estilos en su mayor parte europeos, y la transformaron en el balneario más elegante y atractivo del hemisferio sur. Allí nació, alrededor de las dos de la mañana del viernes 11 de marzo de 1921, en una casa ubicada en la calle Rivadavia 2527, a tres cuadras de la catedral, Astor Pantaleón Piazzolla, único hijo de Vicente Piazzolla y de su esposa, Asunta Manetti.

Los padres vivían en un cuarto alquilado que estaba en los fondos de la confitería La Marplatense, de Ángela Bridarolli. "Todos pensamos que era de muy buen augurio que un chico naciera en ese mundo confitado", diría más tarde la madre de Astor. Una hermana de Asunta, llamada Argentina, cuidó a madre e hijo durante unos días después del nacimiento, hasta que aquella se sintió bien como para levantarse.

Los Piazzolla eran oriundos de Trani, localidad de Puglia, una región bastante pobre de la Italia meridional. El bisabuelo paterno de Astor, Ruggero, había sido marino, y su bisabuela Lucrezia Covelli, costurera. El hijo de Ruggero, Pantaleo, nacido el 30 de octubre de 1855, era también marino, y según la crónica familiar decidió emigrar luego de que su barco naufragara. Fue así uno de los centenares de miles de italianos que emigraron a la Argentina en la década de 1880, cuando alboreaba una era de espectacular prosperidad. (Cuarenta años más tarde, la Argentina ya era el séptimo país del mundo en orden de importancia por su riqueza.) Pantaleo cambió su nombre por Pantaleón y se instaló en Mar del Plata con su esposa Rosa Centofanti, con quien había contraído matrimonio en mayo de 1880. Allí trabajó como marino, pescador, bañero en la playa durante la temporada estival y portero de uno de los teatros de la ciudad. Era alto y rubio, y los marplatenses lo apodaron "el Holandés". Uno de sus aficiones era el tallado de madera, en lo cual era muy experto. Le transmitió esta habilidad a su hijo menor, Vicente, nacido en Mar del Plata el 12 de noviembre de 1893.

Llegado a la adultez, Vicente manejó un negocio muy popular, especialmente en verano. En 1921, respondiendo a una demanda generalizada en Mar del Plata, abrió una bicicletería; pero su verdadera pasión eran las motocicletas, que compraba y vendía. Le vendió una a Astor Bolognini, quien junto con sus hermanos Ennio y Remo estaba haciendo una brillante carrera como violinista en América del Norte. Ennio formó parte de la sección de primeros violines en la Orquesta Sinfónica Filarmónica dirigida por Toscanini; más tarde, Remo llegó a ser concertino de esa misma orquesta. El propio Astor tocó en la Sinfónica de Chicago. La amistad que trabó Vicente con Astor Bolognini fue el motivo de que le pusiera ese nombre a su hijo, quien nunca se sintió muy contento de llevarlo: mucho después le comentaría a su primera esposa que Astor sonaba más como un apellido que como un nombre de pila.

El abuelo materno de Astor, Luis Manetti, que según Enriqueta Bertolami, prima del músico, era "el calco de Astor", había emigrado junto con su esposa Clelia Bertolami desde la ciudad de Lucca, en la Toscana. Llegó a tener éxito como propietario de una quinta importante y aún se lo recuerda en Mar del Plata por haber plantado los árboles de la Plaza Mitre. La situación económica de los Manetti era algo mejor que la de los Piazzolla. La hija de Luis Manetti, Asunta, tenía cuatro años menos que su futuro marido, quien la cortejó durante su servicio militar; se casaron el 11 de octubre de 1918. En retrospectiva, Astor pensaba que habían tenido un matrimonio feliz. Los parientes marplatenses simpatizaban mucho con ellos. La prima segunda de Astor, Ana María Tiribelli, recuerda a Asunta como una mujer "muy amorosa, muy coqueta". Por su parte, Martín Piazzolla (hijo del hermano mayor de Vicente, Ruggero, nacido en Italia) la consideraba "una tía muy buena, muy servicial", y de Vicente dijo que era "un poco nervioso, pero muy bueno... muy trabajador". La hermana de Asunta, Argentina Manetti, aseveraba que los Piazzolla "eran muy inteligentes, todos... Y gente buenísima". Probablemente Astor heredó su temperamento del padre y su contextura física de la madre. Vicente era mucho más alto que su esposa; Astor medía en su adultez un metro setenta de estatura y en muchos aspectos su apariencia era la de un Manetti, aunque carecía de la nariz prominente típica de algunos varones de esta familia.

Años más tarde, la madre de Astor recordaba que de niño "era bueno como un pedazo de pan y nunca lloraba, pero dormía poco". De hecho, los primeros años de Astor fueron terriblemente complicados. Nació con un defecto en la pierna derecha, el pied-bot, por motivos que nunca quedaron bien en claro. A partir de su segundo año fue sometido a reiteradas operaciones quirúrgicas en el Sanatorio Marítimo del barrio de La Perla, con lo cual el problema se subsanó en parte. Los recuerdos más tempranos que Astor tenía de su infancia se referían a esas separaciones de su madre, a los dolores que debió soportar, a que él lloraba a mares. Le quedó para siempre una aversión por los hospitales. Asunta resolvió no tener más hijos, aunque los médicos le decían que no había motivos para ello. "Me hubiera gustado tener más", le confesó más adelante a su nuera.

Alberto Rodríguez Egaña, cirujano principal del Sanatorio Marítimo, fue el que llevó a cabo la última operación y no quiso cobrar por sus servicios. La pierna derecha de Astor quedó algo más delgada que la otra y dos centímetros más corta, pero fuera de eso era razonablemente normal. Sin embargo, esta leve deformidad física lo afectó a Astor toda su vida y siempre fue muy sensible al respecto. Odiaba que lo llamaran "rengo". Según él mismo recordaba, una de las consecuencias de todo esto fue que "a papá se le metió en la cabeza que yo tenía que ser algo grande... Él se propuso que yo hiciera todo lo que me prohibían, para salir adelante, para que no fuera un solitario o un acomplejado. Si me prohibían nadar, él me mandaba a nadar. Si me decían que no tenía que correr, él me mandaba a correr".  Viene a la memoria el caso de otro artista, Lord Byron, nacido asimismo con una pierna defectuosa. El poeta W.H. Auden escribió en su "Carta a Lord Byron":

Your mother in a temper cried "Lame Brat!" Posterity should thank her much for that.
"¡Mocoso rengo!", tu madre te grita enfurecida, Tendría que estarle la posteridad agradecida.

Asunta no formaba parte de la clase alta inglesa y jamás se le habría ocurrido gritarle a Astor "¡Mocoso rengo!". De todos modos, la teoría de la creatividad relacionada con una infancia sufrida hoy carece de validez. Pero Vicente tenía razón: sin duda, su hijo llegó a ser algo grande.

Texto extraído del libro “Astor Piazzolla, su vida y su obra”.
Autores: María Susana Azzi y Simon Collier.
Editorial El Ateneo



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