El sueño de libertad de Woodstock 69 sigue ahí
Ya han pasado 45 años del más célebre festival. ¿En dónde
radica su encanto inolvidable? CARLOS SOLANO
Una montaña en la finca del granjero Max Yasgur, en White
Lake, estado de Nueva York, fue el epicentro del festival que bloqueó toda la
región.
Imagínese que ha ido al peor de los conciertos que ha habido
en Bogotá: en medio de un potrero, el barro se le trepa por las piernas. Si
intenta llegar a los inodoros portátiles, descubre que están inutilizables porque
se llenaron los depósitos; en cambio, la comida y el agua se han acabado. Y si
en medio del aire enrarecido por el olor a marihuana se le ocurre salir de
allí, nota que todas las salidas están bloqueadas. Y lo peor es que el suplicio
no durará tres días, como habían prometido, sino cuatro.
Así, tal cual, fue el festival de Woodstock 1969, el
concierto más querido de la historia del rock, que se celebró hace 45 años.
Eran otros tiempos y otros afanes. No había lugar para los
gruñones: no existía la percepción de comodidad que se exige hoy en un evento
masivo. Tampoco posicionamiento de marcas, extensas cláusulas de seguridad,
salas VIP ni anillos de acceso. La generación que se encontró entre el 15 y el 18 de agosto de 19 69
en la finca del granjero Max Yasgur en White Lake (Nueva York) celebraba la
libertad sin miramientos.
No fue bonito para todos
También hay un romanticismo implícito en la forma como
Woodstock es recordado, propio de la cultura hippie, que no coincide con el
mismo recuerdo de personajes como Pete Townshend, el guitarrista de The Who, de
quien es recordada esta cita: “Lo que ellos (los hippies) pensaron que era una
sociedad alternativa fue básicamente un campo lleno de lodo de dos metros de
profundidad encajado con LSD. Si ese era el mundo en el que ellos querían
vivir, entonces que se jodan todos”.
“Woodstock fue único porque había medio millón de personas y
ninguna quería apuñalar a otra, eso no había pasado antes”, le dijo la cantante
Grace Slick, de Jefferson Airplane, a The New York Times.
¿Qué hizo a ese Woodstock tan inolvidable? (de hecho, las
posteriores dos ediciones, de 1994 y 1999, pasaron al total olvido).
Por supuesto, el primer factor son las presentaciones para
la posteridad de la historia del rock, que fueron inmortalizadas en el
documental Woodstock: 3 Days of Peace and Music, ganador del premio Óscar en su
categoría, publicado para los 40 años, y que ahora ha sido editado en Blu-ray.
Primero, Carlos Santana con su banda, en comunión con el
teclista Gregg Rolie, entregando el sábado versiones únicas de 'Soul Sacrifice'
o 'Black Magic Woman', y el mundo se enteraba de quién era este guitarrista
mexicano desconocido.
“Woodstock fue como en esa película, 'Field of Dreams' (en
la que Kevin Costner construye un campo de béisbol al que llegan a jugar
figuras fallecidas del deporte), en la que decían constantemente ‘si lo
construyes, ellos vendrán’. De repente, medio millón de personas llegaron.
Nosotros llegamos volando en helicóptero, y en la montaña se veía como un
montón de hormigas”, recordó Rolie en entrevista con el portal Ultimate Classic
Rock.
Clamor por Vietnam
Conceptualmente, fue Richie Havens quien les regaló la
palabra “libertad” a los 400.000 espectadores de Woodstock, al interpretar
'Freedom'. Y conforme avanzaba el festival, aparecían más mensajes contra la
guerra, como cuando Jefferson Airplaneinterpretó 'Volunteers', el domingo a las
8 p. m. La canción se refería a los supuestos voluntarios que eran enviados a
combatir en Vietnam.
Otros
nombres fundamentales de la historia de Woodstock :
Canned Heat, Country Joe & The Fish, Janis Joplin, Grateful Dead, Sly and
the Family Stone, Ten Years After, The Band, Crosby ,
Stills, Nash & Young, Joe Cocker y Joan Baez, entre otros.
Una presentación muy esperada era la de la británica The
Who, que apareció en tarima en la mañana del domingo e interpretó gran parte de
su ópera rock 'Tommy'. La canción más recordada de esa presentación fue 'My
Generation', que se extendió por siete minutos, por los solos únicos de
Townshend.
Pero el momento más contundente fue el lunes, a las 9 a. m.:
la interpretación del himno de Estados Unidos en la guitarra de Jimi Hendrix:
lejos de un homenaje patrio, se trataba de un lamento desgarrado que parecía
contener todo el dolor de su generación ante la guerra de Vietnam. Con el
rugido eléctrico de las cuerdas imitaba las explosiones y los tiroteos. En los
registros audiovisuales que se conservan de aquel instante, se observa al
público atónito.
Y ocurrió de día, la mañana de más, porque, debido al clima
y a la cantidad de artistas que no habían podido presentarse, se extendió a un
cuarto día. De hecho, es históricamente la única presentación que Jimi Hendrix
hizo por la mañana en su carrera, según Joel Brattin, profesor del Instituto de
Worcester, quien ha estudiado a fondo la vida del guitarrista. Brattin sostiene
que todo pudo haber sido un desastre para él: “Tocó con una banda temporal,
porque había acabado The Experience, con la que había tocado tanto tiempo, y no
había formado enteramente la siguiente (...). Había hecho grabaciones en su
casa con los Gypsy Suns y vio que no eran buenas. Lo que pasó en Woodstock fue
por obra y gracia de la genialidad de Hendrix”.
¿Visión o mal negocio?
Para algunos, toda la fiesta en medio del lodo es un
ingrediente propio de festivales que tienen hoy esa personalidad, como el de
Glastonbury o el de Birmingham, a los que hay que llegar preparado para
sumergirse con todos en el barro.
“Para el momento histórico de Woodstock, eso era lo que
estaba sucediendo allá. Nunca lo dimensionaron a la manera que es, pero si uno
mira el festival de Birmingham, 45 años después, todos llegan en tráileres, y
no hay agua ni baños. Y funciona: es la locura, estuve hace poco y creo que
actualmente le llegan a cada edición 75.000 tráileres”, cuenta el empresario de
conciertos Alfredo Villaveces.
Ahí pudo radicar, especialmente, el talento visionario de
los cuatro creadores del festival de Woodstock: Michael Lang, Artie Kornfeld,
John Roberts y Joel Rosenman.
Mientras los dos primeros tenían experiencia en la industria
de la música (Lang había realizado ya un festival en Miami, con 40.000
asistentes, y Kornfeld era ejecutivo en Capitol Records), fueron los otros dos
quienes financiaron el proyecto: Roberts era millonario gracias a una empresa
de pasta dental y el único concierto al que había ido en su vida había sido de
los Beach Boys; Rosenman, por su parte, era un abogado de Yale que vivía
ensimismado en el rock.
Esta sociedad nace de forma casi accidental: los cuatro se
conocen porque Rosenman y Roberts querían hacer un programa de televisión
acerca de empresarios jóvenes y publicaron en marzo de 1968 un aviso en The New
York Times que decía: ‘Jóvenes con capital ilimitado buscan oportunidades de
inversión legítimas e interesantes, así como propuestas de negocios’.
Kornfeld y Lang hicieron su propuesta, y la sociedad se
estableció en febrero de 1969.
Luego de recorrer diferentes granjas de la zona de White
Lake, sin mucho éxito, estos lograron convencer a Yasgur (pagándole un seguro
por daños de 75.000 dólares) de establecer el espacio en el que harán el
concierto, de 600 acres, cuando sus cálculos llegaban a las 200.000 personas.
Las cuentas tampoco daban a la hora de contratar a los
artistas. En un comienzo, la sociedad detrás de Woodstock le había ofrecido a
cada banda un pago de 12.000 dólares, lo que al parecer no se cumplió en todos
los casos: se sabe que Hendrix y su banda recibieron 32.000 dólares. Además,
que Joplin, Grateful Dead y The Who amenazaron con no salir a la tarima a menos
que les pagaran por adelantado y en efectivo.
Al final, la sociedad Woodstock Ventures debía 1,3 millones
de dólares, que no lograron recuperar en su totalidad, pese a que vendieron
derechos para películas sobre el festival, una de ellas producida por Warner.
Luego vino el asunto de recoger toda la basura y ‘devolver
todo a su lugar’, que les costó a los socios 100.000 dólares, mientras que
Yasgur logró reconstruir su finca después de varios años.
Pese a los problemas financieros y a la experiencia hermosa
para unos y traumática para otros, Woodstock será recordado no como un
festival, sino como sinónimo de paz, amor y entendimiento.
Cultura y Entretenimiento
http://www.eltiempo.com/entretenimiento/musica-y-libros/el-festival-de-woodstock-45-anos-despues/14391251
Woodstock, 3 dias de paz y musica (cap 1)
http://www.documaniatv.com/historia/woodstock-3-dias-de-paz-y-musica-cap-1-video_48b078488.html
http://www.documaniatv.com/historia/woodstock-3-dias-de-paz-y-musica-cap-2-video_6550d396e.html
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