miércoles, 6 de agosto de 2014

CARRERA MILITAR DE SÓCRATES

La carreta militar de Sócrates duró mucho tiempo, demostrando con ello que, en ningún momento, esquivó sus responsabilidades.
Intervino en el sitio de Potidea. Esta ciudad, de la península Calcídica, colonia de Corinto, pertenecía a la confederación ateniense, y en el 432 decidió separarse. Un ejercito de 3000 hoplitas fue embarcado inmediatamente para Potidea. Entre ellos, se encontraba Sócrates. Sabemos que su comportamiento en la batalla (junio del 432) fue brillante. Salvó la vida a su, en esos momentos, discípulo Alcibíades. Demostró su gran asceticismo y moderación, por su resistencia al frío y a las penalidadess en las duras noches de Tracia. El sitio duró desde el 432 al 429.
Cuando regresó a Atenas, en 429, se encontró ya con la peste, con el pesimismo y el desaliento de una ciudad que tenía sin duda gran sensibilidad política y se daba cuenta de que los acontecimientos le había metido en una guerra inacabable.
¿Qué influencia debieron tener estos acontecimientos en una personalidad tradicional y apegada a su Ciudad como parece que fué la de Socrates?
Una cosa parece cierta, Sócrates, aún moviéndose en el ámbito de la más estricta religiosidad ateniense, en ningún momento miró hacia atrás, hacia los libros sagrados, con la intención de buscar en ellos respuesta a los males que afectaban en lo más lo hondo, tanto a él mismo, como a su ciudad. No podemos olvidar que la razón (¿razón-religiosa-griega?) es su guía.
Tambien en la batalla de Delión (424), la más sangrienta de todas en las que participó, estuvo Sócrates. Ocho mil atenienses, al mando de Hipócrates, pasaron la frontera beocia y ocuparon el santuario de Apolo Delio, a las orillas del mar de Eubea; pero una vez fortificado este y dejada la guarnición allí, el grueso del ejercito se encontró con un número igualado de beocios,al mando de Pagondas. Estos vencieron, con gran mortandad de atenienses. Sócrates, junto con Laques, haciendo gala de un gran dominio sobre sí mismo, conserva la serenidad y se retira en orden y con calma, cuidando de defenderse si alguien le ataca.
Todavía dos años más tarde, Sócrates toma parte en la batalla de Anfípolis. (422) Otra vez volvió a las tierras lejanas del norte, en la Tracia, donde el imperialismo ateniense estaba interesado por la importante posición geográfica de Anfípolis y por las minas de oro y las demás riquezas del país. Sócrates, que no estaba de acuerdo con una Atenas Imperial, participa (ya casi con 5O años) en esta nueva aventura de su Ciudad. No hay datos concretos sobre su actuación, pero si sabemos que el combate fue muy duro y que cayeron 600 atenienses junto al famoso demagogo Cleón. Tambien murió en la batalla el gran estratega Brásidas, que mandaba a los espartanos.
¿Cómo cumplía Sócrates estas misiones militares?
Si hacemos caso al Cármides, lo que allí se nos muestra es un hombre sencillo, austero, ingenuo y tradicional. El maestro regresa de la batallas y, al día siguiente, acude al gimnasio como si nada le hubiera ocurrido. No hay la menor jactancia en sus palabras de soldado, simplemente cree que no ha hecho otra cosa que cumplir una obligación para con su ciudad. Y lo curioso, aún siendo chocante para nuestra mentalidad actúal, Sócrates todo lo que dice lo hace absolutamente en serio.
Aunque no participó directamente en la batalla de las Arguinusas, durante las guerras del Peloponeso, Sócrates se vió directamente afectado por el resultado de la misma. Aunque, en principio, la batalla había sido favorable a los atenienses, despues del combate se desencadenó una terrible tempestad y se fueron a pique 25 trirremes atenienses, junto con sus tripulantes. Además, la tempestad impidió a los estrategas dar sepultura a los caidos en la batalla, tanto marinos como soldados. Tales circunstancias sirvieron de prólogo a graves acontecimientos en Atenas (en los cuales Sócrates se verá directamente inmerso). Los parientes de los que no habían recibido sepultura exigieron que los estrategas fueran sometidos a proceso por negligentes y por no haber dado cumplimiento al ritual funerario, tan importante para los griegos de aquella época. Terámenes, y sus seguidores, se presentaron en la Asamblea popular con acusaciones contra los estrategas, exigiendo que fueran condenados a la pena de muerte. Por una resolución de la Eclesía (a la unicamente se opondrá Sócrates), y en un ambiente pasional e irracional, fue abolido el orden común de los procedimientos judiciales, y la Asamblea, por una ínfima mayoría de votos, condenó a la pena capital a los ocho estrategas.Dos de ellos habían logrado huir.
Entre los ejecutados se hallaba Pericles, hijo de Pericles y Aspasia. Jenofonte nos cuenta que, pasado un tiempo, los Atenienses, dándose cuenta de la atrocidad cometida, se arrepintieron y obligaron a hacer frente a sus responsabilidades a los auténticos responsables de la situación. Pero muchos ya había logrado huir de Atenas. Uno de ellos, Calíxeno, murió de hambre y odiado por todos. Es curiosa, la similitud de esta historia de Jenofonte con lo que parece que sucedió con Sócrates despues de su condena a muerte.





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