miércoles, 5 de noviembre de 2014

 Sinfonía N°. 4 en Fa menor, Op. 36


La obra está moldeada sobre la Quinta de Beethoven —escribió Tchaikovsky a su benefactora, Nadezhda von Meck— no en cuanto a contenido musical, sino como idea básica. ¿No advierte Ud. un programa en la Quinta?"
Habría sido harto más razonable que escribiera Tchaikovsky que su Cuarta Sinfonía era el polo opuesto de la Quinta de Beethoven, donde el programa —si es que existe alguno— es el coraje para enfrentar al Destino, el desafío individual de lo inevitable, el hombre con fuerza de voluntad napoleónica para apretar sus puños y agitarlos ante el rostro de los dioses. Con Tchaikovsky, en la Cuarta, estamos ante el reverso: el desamparo esencial del hombre ante el Destino.
Tchaikovsky estaba más que medianamente enamorado del Destino; estaba convencido en la predestinación. Más de una vez aquel le condujo por mal camino. El año de su Cuarta Sinfonía es la más notable de las ocasiones de su descarrío. Es el año de su desdichado matrimonio. "No podemos huir de nuestro Destino —escribió a Nadezhda von Meck— y hubo algo de fatalista en mi encuentro con esta muchacha."
Hubo asimismo algo de "autoescogido" en este episodio. Por entonces trabajaba en la ópera Eugenio Oneguin. En el texto de Alexander Pushkin en que se baso la ópera, la heroína Tatiana escribe a Onegin y le revela su amor. Onegin la desaira cruelmente. Rollo H. Myers, al escribir sobre la vida de Tchaikovsky, observa que "la anticaballeresca conducta de Onegin sacudió la naturaleza sensitiva de Tchaikovsky. Por consiguiente, en todo el transcurso de la ópera es evidente que sus simpatías están totalmente del lado de Tatiana."
En ese tiempo recibió una colección de ardientes cartas de amor de una jovencita, una discípula del Conservatorio llamada Antonina Ivanovna Miliukova. "Con su cabeza absorta en la historia de Pushkin —continúa Myers— Tchaikovsky hizo aquello que podía esperarse que hiciera, y visitó a la joven. Tan insistente se mostró ella, que finalmente el compositor accedió a casarse, previniéndole, sin embargo, que no la amaba."
Se casó, vivió con ella nueve semanas de horrible tormento, y a continuación trató de suicidarse sumergiéndose en el Río Neva. Fue rescatado y se salvó. Tras la convalecencia, vino como final la separación; jamás volvió a verla. Puede decirse al pasar que la mujer murió en un asilo.
Un "Destino" más apropiado a la delicada naturaleza de Tchaikovsky tomó entonces forma en la persona de Nadezhda von Meck, "Hada Madrina" del compositor. ¿Qué mejor deus ex machina podría uno imaginar para este hombre gentil, sensitivo, hiper imaginativo, que esta viuda remota y benévola, que solicitaba se le permitiera contribuir con grandes sumas mensuales a manera de beca? Su asignación era de 6.000 rublos anuales (además de esto, el Zar, le concedió una pensión de 3000 rublos de por vida), y de entrada quedó establecido que jamás trabarían encuentros personales. Todo el convenio se arregló en forma epistolar, sistema perfectamente atemperado a la manera de ser de Tchaikovsky, que era en esencia refractario a lo sociable. Por otra parte podía confiar en una carta, libremente (como lo hacía en el pupitre de composición), sentimientos demasiado vehementes para que resultaran oportunos en una reunión social.
"Soy salvaje por naturaleza, —escribió a Nadezhda von Meck— cada nueva amistad, cada contacto fresco con extraños ha sido fuente de agudo sufrimiento moral. Es difícil precisar la naturaleza de este padecimiento. Acaso nace de una timidez que se ha convertido en manía, tal vez de una absoluta indiferencia a la sociedad de mis amigos; o puede ser la dificultad de decir sin esfuerzo cosas, acerca de uno mismo, en las que uno no cree realmente, porque la relación social involucra esta obligación; en resumen, no sé realmente qué es."
Si bien este vínculo amistoso perduró hasta tres años antes de la muerte de Tchaikovsky, su final también fue amargo. Alegando dificultades financieras, Nadezhda von Meck suspendió repentinamente su ayuda. Su carta final indica que daba por sobreentendido que el fin de su apoyo significaba también la interrupción de su amistad, presunción que desilusionó aun más al compositor. Se sintió víctima voluntaria del capricho de una dama acaudalada. Se dice que en su lecho de muerte, reprochó en medio del delirio a su ido ángel guardián en términos que hacían presumir que su pasada generosidad no había despertado en él mayor sentimiento de gratitud que si la ayuda hubiera provenido de una institución gubernamental, un banco, o un pariente.
La Sinfonía N°. 4 en Fa menor, Op. 36 fue escrita entre 1877 y 1878, y estrenada en un concierto de la Sociedad Musical Rusa en San Petersburgo, el 10 de febrero (estilo antiguo), 22 de febrero (nuevo calendario) de 1878, con Nikolai Rubinstein como director.


Sus movimientos
Acerca de la Cuarta Sinfonía, Tchaikovsky envió a Nadezhda von Meck, la siguiente descripción:


Primer movimiento: Andante sostenuto — Moderato con anima — Moderato assai, quasi Andante — Allegro vivo (fa menor) 

"La Introducción es el germen, la quinta esencia, el principal pensamiento de toda la sinfonía" (Tema de apertura, a cargo de cornos y fagotes, Andante, Fa Menor, 3/4). Este es el Destino, el fatal poder que impide que el ansia de felicidad llegue a su meta, que cuida celosamente que la dicha y la paz no logren imponerse, que el cielo no esté libre de nubes: una fuerza que pende constantemente sobre nosotros como una espada de Damocles, y que incesantemente enturbia nuestro espíritu. Este Poder es todopoderoso e invencible. No nos queda otro recurso que someternos y lamentarnos en vano." (Tema para cuerdas, Moderato con anima, Fa Menor, 9/8). "El sentimiento de desaliento y desesperación acentúa su fuerza y se hace más apasionado. Es mejor apartarse de las realidades y arrullarse en sueños." (Solo de clarinete con acompañamiento de cuerdas) "¡Oh, alegría! ¡Qué bello, dulce sueño! Un ser radiante prometedor de felicidad, flota ante mí y me hace señas. El importuno primer tema del allegro se escucha ahora distante, y el alma está por entero transportada en sueños. No hay trazas de amargura y de tristeza. ¡Dicha! ¡Dicha! ¡Dicha! No: son sólo sueños, y el Destino los disipa. La vida no es sino una constante alternación entre la desalentadora realidad y los halagüeños sueños de dicha. No hay puerto de anclaje; seréis llevados de aquí a allí por las olas hasta que el mar os devore. Tal el programa, en sustancia, del primer movimiento."

Segundo movimiento: Andantino in modo di canzona (si bemol menor)

"El segundo movimiento muestra otra fase de la tristeza. Es el melancólico sentimiento que nos invade cuando estamos solos en casa, agobiados por la tarea. El libro que hemos tomado para leer cae de nuestras manos y viene un ejército de recuerdos. ¡Qué amargo resulta que tantas cosas hayan sido y huido; y sin embargo es un placer pensar en esos años primeros! Uno lamenta el pasado y no tiene ni coraje ni voluntad de comenzar una nueva vida. Uno está más bien harto de la existencia. Desea uno reunir sus fuerzas y mirar hacia atrás, revivir muchas cosas en la memoria. Pensar en las horas placenteras en que la sangre joven hervía y bullía, y en que uno se sentía satisfecho de la vida. Medítase también en los momentos amargos, en las pérdidas irrevocables. ¡Y todo está ahora tan distante, tan distante...! ¡Y es tan amargo y sin embargo tan dulce meditar en el pasado!"

Tercer movimiento: Scherzo: Pizzicato ostinato — Allegro (fa mayor)

"En el tercer movimiento no hay sentimiento determinado ni expresión cabal. Hay tan sólo caprichosos arabescos, figuras fugitivas que pasan por la imaginación cuando hemos bebido vino y nos sentimos achispados. El estado de ánimo es ora alegre ora triste. En nada pensamos; damos rienda suelta a la fantasía y se siente placer en el trazado de maravillosas líneas. De repente surge en la imaginación el cuadro de un paisano ebrio y una canción callejera. Se oye música marcial resonando a la distancia. Son postales inconexas que van y vienen en el cerebro adormilado. Nada tienen en común con la realidad; son ininteligibles, bizarras, distantes."

Cuarto movimiento: Finale: Allegro con fuoco (fa mayor) 

"Cuarto movimiento. Si no mora la alegría en nuestro interior, contemplemos en derredor nuestro. Vayamos hacia el pueblo. Veamos cómo sabe mostrarse alegre y entregarse cordialmente a sus sentimientos de felicidad. El cuadro de una fiesta popular. Apenas hemos olvidado nuestro dolor, apenas hemos tenido tiempo de asociarnos a la dicha de los otros, cuando el destino implacable anuncia una vez más su presencia. Las humanas criaturas no se ocupan de nosotros, no nos miran, no advierten que estamos solos y apenados. ¡Cómo gozan, qué felices son! ¡Y nosotros habíamos jurado que todo en este mundo es sombrío y triste! Hay aún felicidad, felicidad llana, primitiva."
"Esto es cuanto puedo decirle, mi querida amiga, acerca de la sinfonía. Alegrémonos con la dicha de los demás... y aún podremos vivir. Mis palabras, naturalmente, no son suficientemente claras y exhaustivas. Es el rasgo característico de la música instrumental, que no permite el análisis."
En el programa que legó a Nadezhda von Meck de su Cuarta Sinfonía, rezaba la leyenda (de mano del propio Tchaikovsky): "Dedicado a mi mejor amiga Nadezhda von Meck".



http://www.refinandonuestrossentidos.com/peter-ilich-tchaikovsky/sinfon%C3%ADa-n-4-en-fa-menor-op-36/



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