La
obra está moldeada sobre la Quinta de Beethoven —escribió Tchaikovsky a su benefactora, Nadezhda von Meck— no
en cuanto a contenido musical, sino como idea básica. ¿No advierte Ud. un
programa en la Quinta?"
Habría
sido harto más razonable que escribiera Tchaikovsky que su Cuarta Sinfonía era
el polo opuesto de la Quinta de Beethoven, donde el programa —si es que existe
alguno— es el coraje para enfrentar al Destino, el desafío individual de lo
inevitable, el hombre con fuerza de voluntad napoleónica para apretar sus puños
y agitarlos ante el rostro de los dioses. Con Tchaikovsky, en la Cuarta,
estamos ante el reverso: el desamparo esencial del hombre ante el Destino.
Tchaikovsky estaba más que medianamente enamorado del Destino;
estaba convencido en la predestinación. Más de una vez aquel le condujo por mal
camino. El año de su Cuarta Sinfonía es la más notable de las ocasiones de su
descarrío. Es el año de su desdichado matrimonio. "No
podemos huir de nuestro Destino —escribió
a Nadezhda von Meck— y hubo algo de fatalista en mi encuentro con esta
muchacha."
Hubo asimismo algo de "autoescogido" en este episodio.
Por entonces trabajaba en la ópera Eugenio Oneguin. En el texto de
Alexander Pushkin en que se baso la ópera, la heroína Tatiana escribe a Onegin
y le revela su amor. Onegin la desaira cruelmente. Rollo H. Myers, al escribir
sobre la vida de Tchaikovsky, observa que "la anticaballeresca
conducta de Onegin sacudió la naturaleza sensitiva de Tchaikovsky. Por
consiguiente, en todo el transcurso de la ópera es evidente que sus simpatías
están totalmente del lado de Tatiana."
En ese tiempo recibió una colección de ardientes cartas de amor de
una jovencita, una discípula del Conservatorio llamada Antonina Ivanovna
Miliukova. "Con su cabeza absorta en la historia de
Pushkin —continúa
Myers— Tchaikovsky hizo aquello que podía esperarse que hiciera,
y visitó a la joven. Tan insistente se mostró ella, que finalmente el
compositor accedió a casarse, previniéndole, sin embargo, que no la
amaba."
Se casó, vivió con ella nueve semanas de horrible tormento, y a
continuación trató de suicidarse sumergiéndose en el Río Neva. Fue rescatado y
se salvó. Tras la convalecencia, vino como final la separación; jamás volvió a
verla. Puede decirse al pasar que la mujer murió en un asilo.
Un "Destino" más apropiado a la delicada naturaleza de
Tchaikovsky tomó entonces forma en la persona de Nadezhda von Meck, "Hada
Madrina" del compositor. ¿Qué mejor deus ex machina podría uno imaginar para este hombre
gentil, sensitivo, hiper imaginativo, que esta viuda remota y benévola, que
solicitaba se le permitiera contribuir con grandes sumas mensuales a manera de
beca? Su asignación era de 6.000 rublos anuales (además de esto, el Zar, le
concedió una pensión de 3000 rublos de por vida), y de entrada quedó
establecido que jamás trabarían encuentros personales. Todo el convenio se
arregló en forma epistolar, sistema perfectamente atemperado a la manera de ser
de Tchaikovsky, que era en esencia refractario a lo sociable. Por otra parte
podía confiar en una carta, libremente (como lo hacía en el pupitre de
composición), sentimientos demasiado vehementes para que resultaran oportunos
en una reunión social.
"Soy salvaje por naturaleza, —escribió a Nadezhda von Meck— cada
nueva amistad, cada contacto fresco con extraños ha sido fuente de agudo
sufrimiento moral. Es difícil precisar la naturaleza de este padecimiento.
Acaso nace de una timidez que se ha convertido en manía, tal vez de una
absoluta indiferencia a la sociedad de mis amigos; o puede ser la dificultad de
decir sin esfuerzo cosas, acerca de uno mismo, en las que uno no cree
realmente, porque la relación social involucra esta obligación; en resumen, no
sé realmente qué es."
Si bien este vínculo amistoso perduró hasta tres años antes de la
muerte de Tchaikovsky, su final también fue amargo. Alegando dificultades
financieras, Nadezhda von Meck suspendió repentinamente su ayuda. Su carta
final indica que daba por sobreentendido que el fin de su apoyo significaba
también la interrupción de su amistad, presunción que desilusionó aun más al
compositor. Se sintió víctima voluntaria del capricho de una dama acaudalada.
Se dice que en su lecho de muerte, reprochó en medio del delirio a su ido ángel
guardián en términos que hacían presumir que su pasada generosidad no había
despertado en él mayor sentimiento de gratitud que si la ayuda hubiera
provenido de una institución gubernamental, un banco, o un pariente.
La Sinfonía N°. 4 en Fa menor, Op. 36 fue escrita entre 1877 y 1878, y estrenada en un concierto
de la Sociedad Musical Rusa en San Petersburgo, el 10 de febrero (estilo
antiguo), 22 de febrero (nuevo calendario) de 1878, con Nikolai Rubinstein como
director.
Sus
movimientos
Acerca
de la Cuarta Sinfonía, Tchaikovsky envió a Nadezhda von Meck, la siguiente
descripción:
Primer movimiento: Andante sostenuto — Moderato con anima — Moderato assai,
quasi Andante — Allegro vivo (fa menor)
"La Introducción es el germen, la quinta esencia, el
principal pensamiento de toda la sinfonía" (Tema de apertura, a cargo de cornos y fagotes, Andante,
Fa Menor, 3/4). Este es el Destino, el fatal poder que impide que
el ansia de felicidad llegue a su meta, que cuida celosamente que la dicha y la
paz no logren imponerse, que el cielo no esté libre de nubes: una fuerza que
pende constantemente sobre nosotros como una espada de Damocles, y que incesantemente
enturbia nuestro espíritu. Este Poder es todopoderoso e invencible. No nos
queda otro recurso que someternos y lamentarnos en vano." (Tema para cuerdas, Moderato con
anima, Fa Menor, 9/8). "El sentimiento de desaliento y desesperación
acentúa su fuerza y se hace más apasionado. Es mejor apartarse de las
realidades y arrullarse en sueños." (Solo de clarinete con acompañamiento
de cuerdas) "¡Oh, alegría! ¡Qué bello, dulce sueño! Un ser
radiante prometedor de felicidad, flota ante mí y me hace señas. El importuno
primer tema del allegro se escucha ahora distante, y el alma está por entero
transportada en sueños. No hay trazas de amargura y de tristeza. ¡Dicha!
¡Dicha! ¡Dicha! No: son sólo sueños, y el Destino los disipa. La vida no es
sino una constante alternación entre la desalentadora realidad y los halagüeños
sueños de dicha. No hay puerto de anclaje; seréis llevados de aquí a allí por
las olas hasta que el mar os devore. Tal el programa, en sustancia, del primer
movimiento."
Segundo movimiento: Andantino in modo di canzona (si bemol menor)
"El segundo movimiento muestra otra fase de la tristeza. Es
el melancólico sentimiento que nos invade cuando estamos solos en casa,
agobiados por la tarea. El libro que hemos tomado para leer cae de nuestras manos
y viene un ejército de recuerdos. ¡Qué amargo resulta que tantas cosas hayan
sido y huido; y sin embargo es un placer pensar en esos años primeros! Uno
lamenta el pasado y no tiene ni coraje ni voluntad de comenzar una nueva vida.
Uno está más bien harto de la existencia. Desea uno reunir sus fuerzas y mirar
hacia atrás, revivir muchas cosas en la memoria. Pensar en las horas
placenteras en que la sangre joven hervía y bullía, y en que uno se sentía
satisfecho de la vida. Medítase también en los momentos amargos, en las
pérdidas irrevocables. ¡Y todo está ahora tan distante, tan distante...! ¡Y es
tan amargo y sin embargo tan dulce meditar en el pasado!"
Tercer movimiento: Scherzo: Pizzicato ostinato — Allegro (fa mayor)
"En el tercer movimiento no hay sentimiento determinado ni
expresión cabal. Hay tan sólo caprichosos arabescos, figuras fugitivas que
pasan por la imaginación cuando hemos bebido vino y nos sentimos achispados. El estado de ánimo
es ora alegre ora triste. En nada pensamos; damos rienda suelta a la fantasía y
se siente placer en el trazado de maravillosas líneas. De repente surge en la
imaginación el cuadro de un paisano ebrio y una canción callejera. Se oye
música marcial resonando a la distancia. Son postales inconexas que van y vienen
en el cerebro adormilado. Nada tienen en común con la realidad; son
ininteligibles, bizarras, distantes."
Cuarto movimiento: Finale: Allegro con fuoco (fa mayor)
"Cuarto movimiento. Si no mora la alegría en nuestro
interior, contemplemos en derredor nuestro. Vayamos hacia el pueblo. Veamos
cómo sabe mostrarse alegre y entregarse cordialmente a sus sentimientos de
felicidad. El cuadro de una fiesta popular. Apenas hemos olvidado nuestro
dolor, apenas hemos tenido tiempo de asociarnos a la dicha de los otros, cuando
el destino implacable anuncia una vez más su presencia. Las humanas criaturas
no se ocupan de nosotros, no nos miran, no advierten que estamos solos y
apenados. ¡Cómo gozan, qué felices son! ¡Y nosotros habíamos jurado que todo en
este mundo es sombrío y triste! Hay aún felicidad, felicidad llana,
primitiva."
"Esto es cuanto puedo decirle, mi querida amiga, acerca de la
sinfonía. Alegrémonos con la dicha de los demás... y aún podremos vivir. Mis
palabras, naturalmente, no son suficientemente claras y exhaustivas. Es el
rasgo característico de la música instrumental, que no permite el
análisis."
En el programa que legó a Nadezhda von Meck de su Cuarta Sinfonía,
rezaba la leyenda (de mano del propio Tchaikovsky): "Dedicado
a mi mejor amiga Nadezhda von Meck".
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