LA TUMBA DE "TUTANKAMON"
Carter Descubre la Tumba Real
LA EXPEDICIÓN AL
VALLE DE LOS REYES DE EGIPTO EN BUSCA DE UNA TUMBA REAL
EL MARAVILLOSO DESCUBRIMIENTO
"Yo estoy firmemente convencido de que en el Valle de los Reyes no existen otras tumbas que las descubiertas por mis excavaciones", afirmaba en el siglo pasado el arqueólogo italiano Juan B. Belzoni. Pero en los primeros años de este siglo, el arqueólogo inglés Howard Cárter era de otro parecer: el haber hallado en el Valle de los Reyes una copa de cerámica y algunos sellos de arcilla que lucían el nombre de Tutankamón, lo convenció de que la tumba de dicho faraón debía hallarse en el famoso valle.
En octubre de 1922, Howard Cárter decidió continuar sus
investigaciones, que duraron muchos años. Y aunque no obtenía ningún resultado
positivo, no perdió la esperanza. La recompensa a tan pacientes y empeñosas
investigaciones llegó al fin: el 5 de noviembre, precisamente en el lugar menos
pensado, apareció, bajo golpes de pico, la parte superior de la entrada a una
tumba aún sellada. ¿De quién podría ser aquella tumba? Cárter hizo excavar más,
hasta que pudo ver los sellos... Casi no dio crédito a sus ojos: ¡en aquellos
sellos podía leerse claramente el nombre de Tutankamón! Su teoría había sido
confirmada por los hechos.
Después de hacer derrumbar el muro que obstruía la entrada y
luego de haber recorrido un estrecho pasillo, el arqueólogo inglés se encontró
ante otras dos puertas selladas. Abiertas también éstas, se presentó ante sus
ojos una fantástica visión: tres estancias subterráneas rebosantes de objetos
de todas clases. Había lechos, cofres, estatuas, candelabros y tronos, casi
todo de oro: además del valor histórico, los tesoros hallados tenía una enorme
importancia artística: se diría que allí estaba reunido el más importante
acervo cultural del antiguo Egipto.
Pero había otra puerta sellada, que tenía a sus lados dos
estatuas de guerreros montando guardia. No había duda: aquélla era la puerta de
la cámara sepulcral. Después de hacer abrir aquella puerta, Cárter quedó
aturdido: la cámara estaba casi totalmente ocupada por un gran cofre de oro.
partir de ese momento las maravillas se sucedieron unas a
otras. Dentro del cofre se encontró otro, y dentro del segundo un tercero.
Luego, por fin, apareció el sarcófago de madera dorada. ¿Bastaría destaparlo
para encontrar la momia de Tutankamón? Las sorpresas no habían terminado:
abierto el sarcófago, apareció dentro otro, y dentro de éste un tercero, de oro
macizo. Después, levantada la pesada tapa de este último, apareció por fin la
momia.
El cuerpo embalsamado de Tutankamón volvía a la luz después de 3.000 años.
El cuerpo embalsamado de Tutankamón volvía a la luz después de 3.000 años.
LA HISTORIA DEL GRAN DESCUBRIMIENTO:
Cuando Howard Carter comenzó a excavar en el Valle de
los Reyes de Egipto, su ambición era encontrar una tumba real completa, con
todos sus tesoros. Muchos lo habían intentado antes y habían fallado. Durante
años, Carter trabajó diligentemente bajo el sol abrasador. Entonces, en 1922,
encontró un escalón en el fondo del valle.
Las colinas de caliza se yerguen áridas y resquebrajadas en el
desierto. A sus pies, las escombreras cubren el fondo del valle. Es este un
lugar un tanto agobiante y claustrofóbico, que parece una enorme cantera. Pero
este vasto escorial esconde secretos milenarios —es el cementerio de los amos
del antiguo Egipto, El Valle de los Reyes.
En 1891, Howard Carter, de 17 años de edad, llegó a Egipto desde
Inglaterra para trabajar como delineante arqueológico. Su trabajo consistía en
bosquejar las pinturas de las tumbas egipcias. Gracias a su gran precisión,
Carter se hizo tan imprescindible que pronto comenzó a ayudar en las
excavaciones propiamente dichas.
Su pasión por la egiptología pronto se convirtió en su único
interés y en 1900 fue nombrado inspector en jefe de monumentos en el Alto
Egipto y Nubia. Gran parte de su trabajo se desarrolló en el Valle de los
Reyes, donde se habían excavado muchas, pero no todas las tumbas de los
faraones egipcios.
Cuando Carter comenzó su labor, no se había hallado aún ninguna
tumba completa. Encontrar una tumba intacta con sus tesoros funerarios seguía
siendo el sueño de los arqueólogos. Pero, por ahora, el Valle de los Reyes
guardaba sus secretos. (Imagen: Lord
Carnarvon y Horwar Carter)
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Una Colaboración Histórica:
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A principio de siglo Egipto era una destilación muy popular
entre los turistas y un balneario para los ricos. Entre los visitantes
habituales se encontraba George Herbert, conde de Carnarvon, que paso varios
inviernos en Egipto recuperándose de un grave accidente de coche. Hasta ese
momento se había dedicado a coleccionar antigüedades y acababa de comprar una
concesión para excavar en Tebas (ahora Luxor). Pero en 1907 se dio cuenta de
que necesitaba un ayudante y consejero. Ese año, le presentaron a Carter y lo
invitó a unirse a su empresa. Carnarvon era rico y generoso y a Carter, que
acababa de abandonar su cargo oficial, le debió parecer una excelente
oportunidad. Así comenzó una colaboración histórica.
Carter y Carnarvon querían excavar en el Valle de los Reyes,
pero el dueño de la concesión era Theodore Davis, un americano rico. Davis
decía haber encontrado pistas de la tumba del faraón Tutankamon, de dieciocho
años de edad. Se creía entonces que el joven faraón había muerto, probablemente
de tuberculosis, 3.300 años atrás. Pero Davis no había encontrado su tumba,
como él creía. De hecho, todas las tumbas encontradas hasta ese momento en el
Valle de los Reves esiaban vacías. Habían sido saqueadas por ladrones de
tumbas.
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Un acercamiento meticuloso
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No se sabe a ciencia cierta cuándo Howard Carter se obsesionó
con la idea de hallar la tumba del joven monarca, pero el caso es que cuando
Davis abandonó su concesión en 1914, Carter y Carnarvon se apoderaron de ella
al instante. Carter estaba convencido de que en algún lugar de ese silencioso y
rocoso valle, descansaba Tutankamon.
Carter sabía que a no ser que organizara la búsqueda con
seriedad científica, sería como buscar una aguja en un pajar. Su meticuloso
trabajo incluía técnicas que ahora se consideran esenciales pero que, a
principios del siglo veinte parecían excesivas. Pero al poco tiempo de comenzar
su trabajo, estalló la Primera Guerra Mundial y tuvo que abandonar su tan
esperada oportunidad.
En 1917, Carter pudo continuar su trabajo. Era un esfuerzo
agotador ya que el Valle de los Reyes estaba plagado de restos de arena y roca
removida en las primeras excavaciones, así como en otras más recientes. Además,
para confundir a los ladrones, los primeros constructores habían arrojado
montones de tierra en lugares alejados de la zona en que estaban trabajando.
Este sistema servía a su vez para confundir a los arqueólogos 3.000 años
después. Por otro lado, el calor estival era tan intenso que las excavaciones
podían realizarse tan sólo en los meses de invierno.
Año tras año, Carter continuaba su búsqueda, vaciando el fondo
del valle hasta encontrar la roca. Después de cinco años de trabajo, los
trabajadores habían sacado 200.000 toneladas de arena y escombros usando
herramientas manuales y cestos, como habían hecho en el pasado los es laves del
antiguo Egipto. En 1922 Carter según a sin encontrar nada verdaderamente importante.
Lord Carnavon decidió interrumpir su financiación y llamó a Carter al castillo
de Highclere,,, en sus posesiones de Berkshire para comunicarle la mala
noticia.
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Una nueva oportunidad
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Anticipando la decisión de Carnarvon, Carter llegó a Highclere
preparado con todos los argumentos necesarios para continuar el trabajo. Según
Carter, existía una zona del valle que aún no habían investigado sistemáticamente.
Estaba cerca de la tumba de Ramsés VI, que había reinado poco después de
Tutankamon, cerca de la cual Davis había encontrado unos pocos e
incomprensibles artefactos con el nombre de Tutankamon grabado. Rogó a
Carnarvon que le dejara continuar el trabajo, diciendo que él mismo financiaría
el resto de los hallazgos si no se encontraba nada. Camarvon, impresionado por
la decisión de Carter, accedió a pagar un año mas.
Carter volvió a Egipto y se dispuso a limpiar la zona justo
delante de la tumba de Ramsés VI. Era el 4 de noviembre, justo antes de la
llegada de los turistas y Carter esperaba poder evitar sus interrupciones
diarias. Inmediatamente, los empleados de Carter encontraron algunas cabañas
utilizadas por los obreros en la época en que se construyó la tumba. El cuatro
de noviembre ya habían retirado todas las cabañas y los obreros comenzaron a
excavar hasta la roca de fondo, un metro más por debajo. Al llegar a la roca,
encontraron un escalón cavado en roca.
Al día siguiente descubre escalones más, así como la parte
superior de una puerta, cubierta de yeso y cerrada con un antiguo precinto.
Este mostraba al zoomorfo dios Anubis, con cabeza de chacal, sobre un grupo de
nueve cautivos atadas: el precinto utilizado por guardianes de tumbas egipcios para
sellar las tumbas importantes.
Carter estaba muy emocionado. ¿Podría ser esta la tumba que
llevaba tanto tiempo buscando la cámara funeraria de Tutankamon? Armado de
paciencia, Carter interrumpió la excavación y envió un cable a Carnarvon: «Por
fin he hecho un gran descubrimiento en el valle; una tumba magnífica con los
precintos intactos; lo he vuelto a cubrir esperando su llegada; enhorabuena.»
Durante tres semanas, Carter tuvo que contener su emoción.
La tentación de romper las puertas y ver qué había en su
interior debió ser enorme, pero Carter decidió esperar hasta que su
patrocinador llegara a Egipto. Carnarvon y su hija, lady Eveivn Herbert,
llegaron a Luxor el 23 de noviembre. Al día siguiente presenciaron cómo volvían
a descubrirse los 16 escalones que conducían a la tumba.
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El sello deTutankamon
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Una vez descubierto el resto de la puerta, Carter y Carnarvon
descubrieron el sello de Tutankamon en su base. Por fin habían descubierto la
tumba del esquivo monarca. Pero los sellos y la puerta daban muestras de haber
sido hollados miles de años atrás. ¿No volverían a encontrar otra tumba vacía,
con sus tesoros expoliados? Sólo había una manera de descubrirlo.
Cuando retiraron los bloques que sellaban la entrada,
encontraron un túnel lleno de escombros. El 26 de noviembre por la tarde, ya
habían conseguido retirar los escombros y encontraron una nueva entrada
bloqueada.
Temblando de emoción, Carter hizo un agujero en la esquina
superior izquierda de la puerta. Introdujo una vela y miró por el hueco. Al
principio no podía ver nada, pero a medida que sus ojos se adaptaban a la
oscuridad, comenzó a distinguir unas estatuas y el brillo del oro en la
oscuridad. «Ve algo?», preguntó Carnarvon, sin poder contener su impaciencia.
«Sí, cosas increíbles», contestó Carter.
Fue el descubrimiento arqueológico del siglo. La prensa mundial
se volcó sobre la noticia y Carter, Carnarvon y Tutankamon se convirtieron en
estrellas al instante. Pero la emoción estaba cuajada de dificultades. Carter y
Camarvon otorgaron al Times de Londres la exclusiva absoluta sobre la noticia.
Inevitablemente, el resto de la prensa, frustrada por su exclusión, se dedicó a
fraguar historias contra los descubridores: diciendo que estaban vaciando la
tumba sin permiso; que se habían quedado varios objetos. Por otro lado, la
gente quería ver el increíble hallazgo.
Carter tenía mucho trabajo de carácter científico que realizar,
pero era interrumpido constantemente por la curiosidad de jefes de Estado y
miembros de la realeza. Bajo tanta presión, se enfrió la cordialidad entre
Carter y Camarvon. En la primavera de 1923, lord Carnarvon murió de neumonía,
al complicarse un envenenamiento de la sangre causado por la picadura de un
insecto. Carter se quedó solo para continuar el trabajo.
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El trabajo de toda una vida
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El trabajo tardó diez años en completarse. Gracias al carácter
extremadamente metódico de Carter, cada uno de los 4.000 objetos de la tumba
fue fotografiado in situ y registrado antes de retirarse. Se tardó dos meses en
vaciar la antecámara. El montón de carruajes, camas, tronos y cajas removidos
por los ladrones en la antigüedad, habían sido amontonados de cualquier manera
por los enterradores oficiales cuando volvieron a sellar la tumba. Carter se
negaba a entrar en la cámara funeraria hasta haber estudiado, restaurado y
enviado a El Cairo, todos los objetos de la antecámara.
Mascara mortuoria de oro macizo encontrada sobre la momia de
Tutankamon
Los ataúdes que contenían el cuerpo momificado de Tutankamon no
llegaron a abrirse hasta 1925, descubriéndose entonces el ataúd y la máscara
mortuoria, ambas de oro macizo. Había más de 143 joyas de oro distribuidas
alrededor del cuerpo. Dos años más tarde, se retiraron los últimos objetos para
ser restaurados, pero hasta 1932 no se envió el último objeto de la tumba a El
Cairo, después de haber examinado las demás cámaras.
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Una dedicación completa
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El descubrimiento de la tumba de Tutankamon es uno de los
hallazgos arqueológicos más importantes de todos los tiempos, pero Carter y
Carnarvon tuvieron que dedicarse a él de pleno durante 15 años. Sin la
generosidad de Carnarvon y la obsesión y tenacidad de Carter, los fabulosos
contenidos de la tumba jamás habrían visto la luz. ¿Y Tutankamon? Continúa en
el Valle de los Reyes, siendo el único monarca del antiguo Egipto que permanece
en su tumba.
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La Maldición de la Tumba de Tutankamon
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Tras la inesperada muerte de lord Carnarvon, surgió el rumor
según el cual, todo aquel que entrara en la tumba de Tutankamon sería víctima
de una maldición. Los periódicos de la época le dieron mucha importancia al
rumor y se regocijaban en la malicia y el melodrama. Es cierto que dos personas
clave murieron durante la excavación de la tumba: uno era Carnarvon y el otro,
el arqueólogo Arthur Mace. Todos los demás sobrevivieron y algunos su peroran
los ochenta años de edad. Los rumores eran tan persistentes que el propio
Carter tuvo que defenderse de la idea de una maldición: «... cualquier persona
en su sano juicio haría caso omiso de esta elucubración. Esta clase de
maldiciones están completamente ausentes de los rituales egipcios».
OTRO DESCUBRIMIENTO: La momia de Hatshepsut fue una de las dos momias
femeninas halladas en 1903 por Howard Carter en una pequeña tumba del
Valle de los Reyes, denominada KV60. En el sepulcro, de unos 40 metros
cuadrados, había dos momias, y desde entonces se pensó que una podía ser de la
reina y otra de su nodriza, Sitre In. Los investigadores califican el
descubrimiento como “el más importante en la egiptología desde 1922, fecha del
hallazgo de la tumba del faraón Tutankamón por el británico Howard Carter”. Hatshepsut
es una de las reinas más famosas del Egipto faraónico: ocupó el trono entre
1479 y 1458 a.C., y fue una de las “estrellas” de la pujante XVIII dinastía. A
ella está dedicado el famoso templo de Deir al Bahri, una de las atracciones
más visitadas de la ciudad de Luxor.
Aunque es verdad que en los años siguiente: al descubrimiento de
la tumba de Tutankamón se produjeron algunas muertes sorprendentes entre los
miembros de la expedición, también lo es que para casi todas ellas existe una
explicación lógica y sensata.
Así, por ejemplo, la mayoría de la treintena de víctimas tenía
entre 70 y 80 años de edad en el momento de su muerte. Lord Carnarvon, por
ejemplo, que había financiado la expedición de Howard Cárter, falleció a causa
de una septicemia provocada por la infección de una picada de mosquito. Desde
el punto de vista científico, la teoría de la maldición del faraón se considera
hoy día refutada por completo. Lo más fácil es pensar que surgiera de la
desbordante fantasía de un periodista de tabloide británico.
En 1973, la ciencia creyó haber encontrado una explicación
racional de las numerosas muertes entre los miembros de la expedición. En la
tumba de Tutankamón se encontraron altas concentraciones de esporas del hongoAspergíllus
flavus.
Los productos metabolizados de este hongo son muy venenosos y
peligrosos para el hombre, ya que el Aspergillusflavus
puede causar reacciones alérgicas en personas con un sistema inmunitario
debilitado o atacar incluso determinados órganos. En la actualidad, el hongo
está considerado como el causante de las enfermedades mortales que padecieron
los miembros de la expedición.
Fuente Consultada: True
Action Adventures (BBC) -
Atlas la Historia del Mundo -
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