lunes, 20 de octubre de 2014


Sexteto en Re menor Op. 70- Recuerdos de Florencia - Tchaikovsky

Allegro con spirito
Adagio cantabile e con moto
Allegretto moderato
Allegro vivace

El sexteto Op.70 se distingue del capricho Italiano por una gran gama de impresiones que, finamente elaboradas, conducen a un arte sonoro prácticamente abstracto. En una carta escrita a su hermano Modesto en 1890, el maestro afirmaba: No pretendo sólo componer una pieza elaborada para seis instrumentos, sino un autentico sexteto, es decir una obra para seis voces independientes, que puedan ser ejecutadas exclusivamente como tal sexteto. Muy esclarecedor.
Aunque ideada en 1887, la pieza de cámara tomó su forma definitiva entre junio y agosto de 1090. Sin embargo, el maestro no quedó satisfecho, y la revisó entre 1891 y 1892, estrenándola finalmente en San Petersburgo el 7 de diciembre de 1892.El matiz florentino de este sexteto, concebido en la tonalidad de re menor, resulta, más que de las notas mismas, de la riqueza de los hallazgos, de la calma interior, del encanto de cada una de las melodías y de la entonación en general, que pueda definirse de " lirico bienestar" . Se reflejan aquí los recuerdos de Tchaikovsky, a quien desde luego no interesaba una mera transcripción al pentagrama de sus viajes turísticos. Es más, prescindía de las calles de Florencia o de Italia en general. Así, en el tercer movimiento, hay algo que tiene un claro sabor a tierra Rusa, mientras que en el conjunto de la obra no faltan matices germánicos, casi como homenaje a Brahms, a quien sin embargo, Tchaikovsky consideraba como un músico excesivamente frío y racional.
El compositor revela más claramente su propia personalidad en el segundo movimiento, tanto por los efectos instrumentales, como por el encanto de los colores. Sorprende aquí el uso de la punta del arco para una vibrante secuencia de acordes repetidos, desde el " Fortíssimo" hasta el suspiro más imperceptible. Por otra parte, Tchaikovski era un apasionado del contrapunto, reflejado aquí en una fuga. Raramente asume en sus obras una carga tan pesada, aunque en definitiva el resultado es, una vez más, fluido, sin esfuerzo aparente.
Las seis voces se entrelazan de forma natural, como si se tratara de un diálogo de seis personas ante una chimenea. Tchaikovski reconocía su limitación para afrontar las formas musicales mas severas, y confesaba a Madame von Meck; Durante toda mi vida he lamentado mi insuficiencia para dominar la forma en general. He luchado contra esta innata debilidad, y me atrevo a decir que he logrado resultados aceptables. Sin embargo, llegaré a la tumba sin haber realizado nada absolutamente perfecto en cuanto a forma. Tales ideas alimentaron los desequilibrios propios de la personalidad de este músico atormentado.


https://www.youtube.com/watch?v=EycHgYYdrgM


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