Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
ni más dócil
ni más cauta
tan solo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabes
cómo te pienso y te enumero
después de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco
yo nostalgio
tu nostalgias
y cómo me revienta que él nostalgie
tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros
no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable
ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
con hondura
con franqueza
sé que voy a quererte sin preguntas
sé que vas a quererme sin respuestas.
Canciones con historia: My Immortal - Evanescence
Amy Lynn Lee Hartzler, más conocida como Amy Lee, es una cantante lírica y pianista estadounidense con registro mezzosoprano nacida en 1981. En 1995, aún siendo adolecente, junto a la creatividad y la guitarra de Ben Moody, fundan la banda que dejará una huella dentro del heavy metal, metal sinfónico y metal gótico; Evanescence.
Amy y Ben se conocieron en un campamento escolar y al principio fue todo genialidad y admiración, luego bebieron las mieles del amor para al final, hacer lo que la mayoría hace; ¿Cómo terminan la mayoría de los divorcios? A los hachazos.
Él la escucho por primera vez tocar en el piano “I’d Do Anything for Love (But I Won’t Do That)” de Meat Loaf y quedó encantado. Al poco tiempo ya con un promedio de 14 años, estaban ensayando juntos y tocando en cafés y otros lugares públicos. Ben Moody nació en el mismo año que Amy, también es de la misma ciudad Arkansas, es escritor y multiinstrumentista (Habilidades sumamente requeridas para quienes desean formar una banda). El primer tema que compusieron junto se llamó “Solitude”, pero antes de darse a conocer debería elegir un nombre artístico. Para ello tomaron un diccionario y eligieron nombre. Cuentan que ambos estuvieron de acuerdo con el nombre Evanescence; que significa en castellano, “Desaparición como vapor”. Amy y Ben fueron mucho más que amigos, compositores y compañeros de música. Sin embargo, como ocurre casi siempre en las parejas artísticas, el terreno individual suele ser el eje de los conflictos y estos se trasladan al plano profesionales y la convivencia personal.
El estilo música que definió Evanescence es el que ya todos conocen, rock metal alternativo, sinfónico y gótico. Sin embargo Ben Moody, que es tan bueno como Amy en la música y componiendo, tiene otra inclinación musical y es hacia el género pop. Esto lo llevaría a sufrir serias crisis de convivencia, incluso a retirarse de la agrupación en el 2003, dejándole a Amy los hilos y el liderazgo de la banda. Desconocemos otros detalles de esta separación, por lo cual nos quedaremos sin saber que pidió Ben Moody en su separación y si aún sigue recibiendo en la actualidad beneficios por Evanescence.
Luego de la partida de Ben en el 2003, Amy arrancó una restructuración de los temas musicales de Evanescence, reemplazando rápidamente la guitarra de su ex – pareja y eliminando todo rastro anterior. Ben se dedicaría de allí en más a ofrecer sus servicios creativos y musicales a otros artistas como Avril Lavigne,Jason C. Miller, David Hodges, etc.
Pero en las giras de Evanescence, la bella gigante Amy, contrariada y a desganos debe interpretar una de las canciones más emblemáticas del grupo, nos referimos a “My Immortal”. Este es uno de los temas que junto a “Bring Me to Life” fueron el éxito en el 2002, al haberse utilizado en la película Daredevil.
“My Immortal” fue escrita íntegramente por Ben Mody y cuenta una historia relacionada con sus abuelos, y Amy lo ha manifestado en diversas ocasiones que no se identifica para nada con esa canción. De todas formas, los fans de la banda tal vez por revancha de perder a Ben o por morbo, “My Immortal” no dejan de pedirlo en cada presentación de Amy y la banda. Para colmos, en la entrega anual № 47 de los premios Grammy, la canción fue nominada al premio Mejor Interpretación Pop de Grupo o Solista.
Actualmente, Amy Lee está trabajando en su próximo proyecto Evanescence, mientras Ben Moody es miembro fundador de la banda hard rock We Are The Fallen.
Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770 – Viena, 1827) alumbró en los primeros años del siglo XIX una obra revolucionaria. Estrenada en un concierto privado a finales de 1804, su Tercera sinfonía abrió las puertas del romanticismo de forma estruendosa. El genio del tormentoso compositor construyó una obra maestra en uno de sus momentos más difíciles, con incipientes problemas de audición, pensamientos suicidas y alejado de la fastuosidad de Viena. Una sinfonía que trascendería lo musical por un nombre escrito en su primera página: Bonaparte.
Aquello dio lugar a uno de los mitos más interesantes del siglo; la admiración de Beethoven hacia Napoleón cuando este aún era Primer Cónsul, la dedicatoria de su revolucionaria composición y el desencanto sufrido cuando se hizo coronar Emperador. Un histórico testimonio nos llega a través de Ferdinand Ries, alumno de Beethoven:
“En aquel momento, Beethoven sentía la más alta estima hacia Napoleón y lo comparaba con los grandes cónsules de la antigua Roma. (…) Yo fui el primero en darle las noticias de que Bonaparte se había declarado Emperador, tras lo cual estalló en cólera y exclamó: “¡Así que no es más que un común mortal! Ahora también pisoteará los derechos del hombre y se abandonará únicamente a su ambición. ¡Se ensalzará a si mismo sobre los demás convirtiéndose en un tirano!” Beethoven fue a la mesa, arrancó la portada, la partió por la mitad y la lanzó al suelo”.
Una reacción impulsiva de aquel que ve sus ideales traicionados. Es curiosamente significativo que el compositor tenía en su escritorio un pequeño busto de Bruto, el asesino de Julio César, el más famoso cónsul convertido en dictador. Pero la historia de la Tercera sinfonía tiene ingredientes sobradamente interesantes que complementan el relato de Ries.
Todo comienza en el año 1802, en el que Beethoven, aconsejado por su médico, se retiró a descansar a la villa campestre de Heiligenstadt, en la que escribió su famoso y sufrido testamento, dirigido a sus hermanos, traumatizado por los problemas de sordera que comenzaba a padecer. No se descubrió hasta después de su muerte.
Pero también fue allí donde Beethoven anotó los primeros esbozos de su Tercera sinfonía, ligándola para siempre a uno de sus momentos más tormentosos de su vida. Fue sin embargo un año después, en otro retiro estival, esta vez en Döbling, cuando el compositor alumbró definitivamente su gran obra, presentada en un concierto privado en el palacio del Príncipe Lobkowitz, mecenas de Beethoven, en el mes de diciembre de 1804.
Pocos antes, desveló en una carta que el nombre de la sinfonía sería ‘Bonaparte’.
Pese a cultivar un aura de nobleza desde que se trasladó a Viena en el 1792 y relacionarse con las figuras más relevantes de la aristocracia austriaca, no ocultó sus simpatías republicanas y admiraba a Napoleón, no por sus victorias militares, sino por haber “puesto orden político en el caos de una sangrienta revolución”, según narra Antonio Schindler en la biografía que escribió sobre su amigo Beethoven.
En ella, además, relata que el embajador francés en Viena, Jean-Baptiste Bernadotte, futuro rey de Suecia, fue el que sugirió a Beethoven que podía honrar al futuro emperador con una gran composición. Sin embargo, las fechas hacen dudar de la veracidad de este pasaje, ya que Bernadotte tuvo que dejar Viena por los disturbios provocados cuando izó en la embajada la bandera tricolor revolucionaria en el 1798. Por aquel entonces Beethoven ni siquiera había creado su Primera sinfonía.
Más interesante incluso resulta el hecho de que rechazase alterado la propuesta del músico Franz Anton Hoffmeister de escribir una sonata en honor de Napoleonn y de la revolución. “¿Es que todos ustedes, caballeros, han caído presas del demonio para sugerir que componga una sonata semejante?”, gritó Beethoven. Un año después le dedicó su gran sinfonía.
Planes en París
¿Y si la razón para honrar al Primer Cónsul francés hubiese sido simplemente pragmática? Los musicólogos Maynard Solomon y William Kinderman proponen que detrás de todo se encontraban los planes del compositor por mudarse a París. Bautizar como ‘Bonaparte’ a su obra, sin duda alguna abriría todas las puertas de la capital francesa. Pero el viaje no llegó a materializarse, así que la idea de permanecer en Viena, capital del Imperio Austro-Húngaro, con una sinfonía dedicada a Napoleón parecía bastante mala. Beethoven desechó entonces su peligrosa ocurrencia. Dedicó su obra al Príncipe Lobkowitz y tacharía definitivamente del título la palabra ‘Bonaparte’ para sustituirlo después por ‘Heroica’.
Lo que parece innegable es que el nombre de Bonaparte figuró y fue borrado de la primera página de la obra. Varios son los factores que dibujan la historia, como el temperamento de Beethoven, su sordera, el testamento de Heiligenstadt, las posibles visitas a la embajada francesa, sus planes de viajar a París, su admiración hacia el primer cónsul, el simbólico relato de Ries o la enemistad entre Austria y Francia.
El estreno
Después de cuatro meses de conciertos privados y algunos retoques, la Tercera sinfonía se estrenó al público en el Teatro an Der Wien el 7 de abril de 1805. No dejó indiferente a nadie. La ‘Heroica’ no solamente era mucho más extensa que cualquier otra sinfonía creada hasta el momento, sino que rompía con el formalismo y el equilibrio del clasicismo. Era profundamente innovadora y poderosa. Era música romántica. Un primer movimiento de casi veinte minutos de duración que comenzaba con dos sólidos acordes anunciando uno de los temas. Una emotiva marcha fúnebre, composición de posible inspiración francesa y que pudo haber sustituido a una marcha triunfal que se convertiría años más tarde en el último movimiento de la Quinta sinfonía. Un Scherzo jovial en eltercer movimiento y un enérgico ‘finale’.
El periódico ‘The Allgemeine Musikalische Zeitung’ reseñó el concierto de la siguiente manera: “El nuevo trabajo de Beethoven tiene grandes y atrevidas ideas, y como podemos esperar del genio del compositor, está poderosamente llevado a cabo. Pero la sinfonía ganaría inmensamente si Beethoven hubiese decidido acortarla e introducir en ella más claridad y unidad”.
Tuvo que pasar otro año más para que titulase su obra ‘Sinfonía Heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre’, como finalmente ha pasado a la historia. Ese héroe había sido Napoleón y no dejó de interesar a Beethoven. En 1820, el compositor confesó que con el paso del tiempo había “llegado a un acuerdo con él” y al año siguiente, enterándose de su muerte en Santa Elena y aludiendo al segundo movimiento, la marcha fúnebre, comentó: “Yo ya escribí la música para este trágico momento”.
Y pese a todo, el héroe y protagonista de la Tercera sinfonía no es Napoleón, sino el propio Ludwig van Beethoven.
Es el templo más importante de los construidos en Deir el Bahari y único en todo Egipto.
Fue construido por la reina Hatshepsut en forma de terrazas, de grandes dimensiones, con columnas que se confunden con la ladera de la montaña, situada tras el templo. La obra se debe al arquitecto Senmut quien consiguió una perfecta armonía de proporciones.
El templo está en parte excavado en la roca y en parte construido externamente, basándose en las construcciones previas realizadas por Mentuhotep I.
Se construyó entre los años séptimo y vigésimoprimero del reinado de Hatshepsut.
Constaba de una calzada de 36 metros de anchura rodeada de esfinges que conducía desde la entrada hasta el gran patio, al que se accedía a través de 2 terrazas escalonadas, construidas en la ladera de la montaña y unidas mediante rampas. Las terrazas se apoyan en muros de carga y están separadas por columnatas o pórticos.
Tras la entrada se accede a la primera terraza, un gran patio rodeado de muros bajos y largos con un doble pórtico de cierre. Decorado con relieves que representan barcazas construidas para transportar los obeliscos desde Asuán al gran templo de Amón en Karnak y escenas de caza y pesca. En esta primera terraza había 2 estanques con forma de T que contenían plantas ornamentales. En el pórtico existían 2 figuras osiríacas de las que actualmente sólo queda una.
Una rampa ascendente, con el león que protege el nombre de la reina, da acceso al segundo nivel, con un pórtico formado por 2 filas de 22 pilares cuadrados con escenas del nacimiento, educación y coronación de la reina y una expedición comercial por mar hasta el país de Punt junto con la procesión de vuelta al templo de Amón. Estos famosos relieves fueron ya restaurados por Sethy I. Existe, además, a la derecha otro pórtico inacabado con 15 columnas y 4 nichos.
En el ángulo entre ambos pórticos se encuentra la capilla de Anubis con un vestíbulo y 3 santuarios, decorada con escenas de Thutmose I y Hatshepsut haciendo ofrendas a Anubis, Amón, Ra-Horajty, etc.
La última estancia del templo, el santuario, consta de 3 salas con nichos para colocar objetos de culto, la primera de las cuales estaba destinada a albergar la barca sagrada. En esta hay decoraciones de la reina, Thutmose III y Neferura haciendo ofrendas a Thutmose I y II y a la reina Ahmes Nefertari. La tercera sala fue excavada por Ptolomeo VIII Evérgetes II y está consagrada al culto de funcionarios divinizados como Amenhotep (Hijo de Hapu) e Imhotep.
En el lado occidental de la parte trasera de la sala se encontraban una serie de nichos que contenían estatuas de la reina y una entrada en el muro conducía al santuario. Desde el segundo patio se accedía a unas capillas que estaban dedicadas a Anubis y Hathor.
Qué leer : ¿Por qué a Khalil Gibrán?
Hay tres razones por las que recomiendo la lectura del escritor libanés Khalil Gibrán. La primera es que fue un revolucionario de su época. En segundo lugar, no se tragaba lo que la sociedad en la que vivió, en especial la burguesía y el clérigo, le intentaban imponer. Y la tercera, porque su forma de narrar le hace creer al lector que lo que está leyendo le pasó de verdad al autor.
Gribrán nació en el Líbano en enero de 1883, y murió en Nueva York (Estados Unidos) en abril de 1931. Su principal característica fue luchar por la idea de la espiritualidad, pero oponiéndose a la forma en que la iglesia proponía la aplicación de ésta.
Así es como nace una de sus obras más ricas en narrativa, que es Espíritus rebeldes. Este es un libro compuesto por, en una primera edición, dos cuentos: Khalil el hereje y El llanto de los sepulcros. En esta obra, publicada en 1908, el autor intenta rasgar las vestiduras de los obispos, quienes, denuncia Gibrán, se aprovechaban de los campesinos, explotándolos laboralmente y sin una paga justa.
En 1912 este escritor, que además fue poeta, pintor y filósofo (esta última faceta se puede comprobar en cada uno de sus libros), publica Alas rotas. Esta obra, a mi parecer, es la segunda mejor de Gibrán, después del consagrado Espíritus rebeldes.
Alas rotas es la historia de un hombre, se hace suponer que es el propio Gibrán, ya que el libro está narrado en primera persona, que a sus dieciocho años encuentra el amor en Selma, una joven “que es sentimental” y que todo lo ve “con los ojos del espítitu”, a como Gibrán la describe. Ambos muchachos se enamoran y se crean un mundo de fantasías impregnadas de ese sentimiento tan apetecido: el amor.
A lo largo del libro nos deleitamos con la riqueza de narración poética que posee Khalil. Frases llenas de sentimientos y descripciones que te adentran en cada estrofa del libro, más el dolor que no sabemos por qué, pero va apareciendo poco a poco, desde el prefacio, componen Alas rotas.
El libro es una historia de amor, pero no con el final feliz como los que los cuentos de hadas o las novelas mejicanas nos acostumbraron. La historia está hilvanada de poesía, de amor, de sentimentalismo puro. Pero al final… al final sucede lo que no nos imaginamos. Selma muere. ¿Cómo muere? Les invito a leer la historia completa.
Khalil Gibrán fue un escritor de obras bastantes cortas de tamaño, pero llenas de contenido y de poesía.
Les comento, ahora, sobre otras obras de este libanés:
El profeta: Un hombre, profeta, va ofreciendo conceptos sobre la vida y lo que en esta hay: amor, matrimonio, hijos, el trabajo, los alimentos, la bebida, etcétera, llenando de esperanza y de fe los oídos de las personas que le rodean. El pueblo sigue al profeta y ellos mismos le van pidiendo que les hablen acerca de los temas que forman la vida humana.
El loco: Está compuesto por una serie de relatos cortos, al estilo de microliteratura, que despojan de todo maquillaje o máscara los sentimientos de quien los lee. Los relatos están narrados con ironía, e incluso humor, que hacen de cada uno una lectura única y, además, promueven el pensamiento crítico de los actos del día a día.
Las Tempestades: Este libro es una recopilación de ensayos y poemas que Gibrán, inicialmente, escribió en árabe, y que luego fueron editados y traducidos. Estos textos contienen pensamientos profundos que raspan lo más hondo del ser humano. En este libro se logra ver más clara la parte filosófica de Khalil Gibrán.
http://www.confidencial.com.ni/articulo/12976/
Beethoven: Tercera Sinfonía "Heroica"
La Sinfonía número 3 en Mi bemol mayor Op. 55 de Ludwig van Beethoven, conocida como Heroica (Eroica en italiano), es una obra considerada por muchos como el amanecer del romanticismo musical, puesto que rompe varios esquemas de la tradicional sinfonía clásica.
Esta sinfonía es una de las obras más famosas de Beethoven, que originalmente pensaba dedicarla a Napoleón Bonaparte (la denominó Bonaparte). La idea de componer una sinfonía en honor del "liberador" de Europa al parecer le fue sugerida por el mariscal Jean-Baptiste Bernadotte, embajador de Francia en Viena en 1798, o por Rodolphe Kreutzer, violinista al que Beethoven dedicó una sonata. Bonaparte era, con la diferencia de tan sólo un año, un exacto contemporáneo del músico, que no solamente sentía una viva admiración por su héroe, sino que, más o menos conscientemente, había establecido una especie de paralelismo entre sus destinos respectivos.
Beethoven admiraba los ideales de la Revolución francesa encarnados en la figura de Napoleón, pero cuando éste se autocoronó emperador en mayo de 1804, supuestamente Beethoven se disgustó tanto que borró el nombre de Bonaparte de la página del título con tal fuerza que rompió su lápiz y dejó un agujero rasgado en el papel. Se considera que dijo: "¡Ahora sólo... va a obedecer a su ambición, elevarse más alto que los demás, convertirse en un tirano!". Algún tiempo después, cuando la obra se publicó en 1806, Beethoven le dio el título de "Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire d'un grand'uomo" ("Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre"). Este gran hombre era un ideal, un héroe no existente, pero más bien, fue el espíritu del heroísmo mismo lo que interesaba a Beethoven. También se ha dicho que Beethoven se refería a la memoria de la naturaleza de Napoleón, que una vez fue digna.
Beethoven empezó a componerla hacia 1802, durante su estancia en Heiligenstadt, y la finalizó entre la primavera de 1803 y mayo de 1804. La primera audición privada se produjo probablemente hacia el mes de agosto de ese mismo año, en casa del príncipe Joseph Franz von Lobkowitz, a quien finalmente fue dedicada. La primera ejecución en público fue dada en el Theater an der Wien de Viena el 7 de abril de 1805 con el compositor a la batuta.
La Tercera sinfonía fue la primera de Beethoven que se interpretó en París por parte de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio, en marzo de 1828.
Wikipedia
Sinfonía "Júpiter" de Mozart
La última sinfonía de Wolfgang Amadeus Mozart, la número 41 en do mayor, fue compuesta en 1788, junto con la número 39 en mi bemol mayor y la número 40 en sol menor. Estas tres magníficas partituras forman el más grande legado sinfónico del compositor salzburgués, mostrando su arte en el grado más elevado. Sorprende, además, el espacio de tiempo en que fueron creadas: de Junio a Agosto de 1788; caso único en la historia de la música, pues nunca más un músico compuso obras de este talante en tan corto espacio de tiempo.
La Sinfonía en do mayor, además de su belleza, carácter brillante y con muestras del mejor lirismo mozartiano (reflejo de sus óperas), muestra una importante innovación formal en su movimiento final, con cuatro temas que se suceden en una escritura contrapuntística que construyen uno de los pasajes más acabados de todo el clasicismo.
Esta grandeza en la obra hizo que mereciera el sobrenombre de "Júpiter", al parecer dado por el empresario Johann Peter Salomon, pues la majestuosidad y brillantez de la última sinfonía mozartiana sin duda son dignos de tal apelativo.