sábado, 18 de octubre de 2014

Sonata a trío

La sonata a trío es una forma musical que fue particularmente popular durante los Siglos XVII y XVIII.
Una sonata a trío está escrita para dos instrumentos melódicos solistas y bajo continuo, haciendo las tres partes un todo, del nombre trio sonata. Sin embargo, debido a que el bajo continuo suele constar de dos instrumentos por lo menos (usualmente un chelo o viola da gamba y un instrumento de teclado como el clavecín), las sonatas a trío son interpretadas generalmente por cuatro músicos al menos. Las trío sonatas de Arcangelo Corelli son un destacado ejemplo.
Los instrumentos melódicos empleados son habitualmente dos violines. Una conocida excepción es la sonata a trío de laOfrenda musical, BWV 1079 de Johann Sebastian Bach, que es para violin y flauta.

Ejemplo de repertorio
Tomaso Albinoni 12 sonatas da chiesa op.1 y 12 sonatas da camera op.8
Arcangelo Corelli 24 sonatas da chiesa op.1 y op.3, 24 sonatas da camera op.2 y op.4.
Henry Purcell Doce sonatas de tres partes, 1683, diez sonatas en cuatro partes, 1697 (ambas para dos violines y bajo continuo)
Johann Sebastian Bach, trío sonatas BWV 1036–1039. Some of these are of doubtful attribution, but all are typical of baroque chamber music. Están escritas para bajo continuo y dos violines, excepto la 1039 que está escrita para dis fluatas y bajo continuo (que coincide con la BWV 1027).
Dieterich Buxtehude, Op. 1, Seis trío sonatas y la Op. 2, siete trío sonatas. Escritas para violín, viola da gamba y bajo continuo. Fueron las únicas obras de Buxtehude que fueron publicadas durante su vida.
George Frideric Handel trío sonatas op.2 y op.5
Georg Philipp Telemann unas 150 trío sonatas, la mayoría en el estilo de Corelli.
Johann Pachelbel, Musikalische Ergötzung ("Delicia musical"), contiene seis trío sonatas para dos violines y bajo continuo. Partitura musical original en scordatura.
Antonio Vivaldi, 12 trío sonatas da camera op.1 y 2 sonatas op.5.

Jan Dismas Zelenka, seis trío (o cuarteto) sonatas, ZWV 181. Orquestadas para dos oboes, fagot y bajo continuo. Estas piezas son de extrema dificultad técnica y contiene partes muy exigentes para fagot y oboe.

http://es.wikipedia.org/wiki/Sonata_a_tr%C3%ADo

Sonata a Trío -Zelenka

viernes, 17 de octubre de 2014

Todo esto por amor - Luis Cernuda

Derriban gigantes de los bosques
para hacer un durmiente,
derriban los instintos como flores,
deseos como estrellas
para hacer sólo un hombre
con su estigma de hombre.

Que derriben también
imperios de una noche,
monarquías de un beso,
no significa nada;
que derriben los ojos,
que derriben las manos
como estatuas vacías.

Mas este amor cerrado
por ver sólo su forma,
su forma entre las brumas escarlata,
quiere imponer la vida,
como otoño ascendiendo tantas hojas
hacia el último cielo,
donde estrellas sus labios
dan otras estrellas,
donde mis ojos, estos ojos,
se despiertan en otro.

Todo esto por amor - Luis Cernuda
Canciones con historia : ALL FOR LOVE (LOS TRES MOSQUETEROS) 1993

Los Tres Mosqueteros es la enésima adaptación de la novela homónima de Alejandro Dumas producida por Disney Pictures. Fue nominada al Oscar, por mejor guión adaptado, siendo la mas apegada a la historia original de las adaptaciones existentes.

Tuvo la participación de actores como Charlie Sheen (Aramis),Kiefer Sutherland (Athos), Chris O'Donnell (D'artagnan), Oliver Platt (Porthos), Rebecca De Mornay (Milady de Winter) y Tim Curry (Cardenal Richelieu).

La música de Los tres mosqueteros fue compuesta por Michael Kamen y además contó con la colaboración de Bryan Adams para la composición del tema principal. All For Love interpretado por éste junto con Sting y Rod Stewart.

TODO POR AMOR – Bryan Adams

Cuando es amor lo que das -
yo seré un hombre de buena fe
Entonces en amor vivirás -
haré una posición no romperé
Seré el rock que puedes construir -
estaré allí cuando envejezcas
Para tener y mantener

Cuando hay amor adentro -
juro que siempre seré fuerte
Entonces hay una razón por la que -
te probaré que pertenecemos
Seré la pared que te proteja -
del viento y la lluvia
De la herida y el dolor

Hagámoslo... todo para uno
y todo por amor
Deja que el que tienes sea el que quieres -
el que necesitas
Porque cuando es todo para uno -
es uno para todos
Cuando es alguien que debes conocer -
Entonces deja que se muestren tus sentimientos
Y hazlo todo para uno -
y todo por amor

Cuando es amor lo que haces -
seré el fuego en tu noche
Entonces es amor lo que tomas -
yo defenderé - yo lucharé
Estaré allí cuando me necesites -
cuando el amor esté apostado
Yo haré este voto

Hagámoslo... todo para uno
y todo por amor
Deja que el que tienes sea el que quieres -
el que necesitas
Porque cuando es todo para uno -
es uno para todos
Cuando es alguien que debes conocer -
Entonces deja que se muestren tus sentimientos
Y hazlo todo para uno -
y todo por amor

Es todos para uno
y todo por amor
Deja que el que tienes sea el que quieres -
el que necesitas
Porque cuando es todo para uno -
es uno para todos
Cuando es alguien que debes conocer -
Entonces deja que se muestren tus sentimientos
Y hazlo todo para uno -
y todo por amor

No pongas nuestro amor en reposo -
porque podemos pararnos para la prueba
Tenemos todo - y mas -
que lo que planeamos
Más que los ríos que corren por a tierra
Tenemos todo en nuestras manos

Hagámoslo... todo para uno
y todo por amor
Deja que el que tienes sea el que quieres -
el que necesitas
Porque cuando es todo para uno -
es uno para todos
Cuando es alguien que debes conocer -
Entonces deja que se muestren tus sentimientos
Y hazlo todo para uno -
y todo por amor

Ahora es todos para uno
y todo por amor
Deja que el que tienes sea el que quieres -
el que necesitas
Porque cuando es todo para uno -
es uno para todos
Cuando es alguien que debes conocer -
Entonces deja que se muestren tus sentimientos
Cuando hay alguien que quieres
Cuando hay alguien que necesitas
Hagámoslo todo -
todo para uno -
y todo por amor




La cocina en la Antigua Roma

En la elaboración de las comidas, como en toda la vida romana, resultó notable la evolución de las costumbres a lo largo de los siglos.

Antes de que aparecieran en las mesas de los poderosos exóticas viandas procedentes de lugares tan dispares como Guinea (faisanes), Persia (gallos), India (pavos),Hispania (conejos), Ambracia(corzos), Calcedonia (atunes),Tarento (ostras y almejas), Ática(mejillones) o Dafne (tordos), los romanos no conocieron más que los alimentos básicos que proporcionaba la tierra: cereales, legumbres, hortalizas, leche o huevos.

Pero la glotonería y el despilfarro de comida en los que incurrieron los romanos de la época imperial no fue siempre así. Cuando los recursos escaseaban, el alimento básico fue el puls durante más de 300 años. Se trataba de una especie de gachas de harina de trigo. Este paupérrimo plato derivó, en los tiempos de mayor abundancia, hacia el puls iuliano, que contenía ostras hervidas, sesos y vino especiado.

La dieta romana

La cocina era sana, pero frugal y monótona.
El alimento básico de la sociedad romana era el trigo. En tiempos de Julio César (49-44 antes de Cristo), unos 230.000 romanos se beneficiaban de los repartos de este cereal (annona) con el que se producía la harina y, por consecuencia, el pan.
A su lado, otro alimento destacado en la dieta romana era el vino, aunque la ciencia por conservarlo estaba poco desarrollada. Como se agriaba con facilidad en las ánforas donde se almacenaba, se bebía con especies, o se servía caliente y aguado.
Quienes no se podían permitir grandes dispendios en tiempos de carestíadesayunaban sopas de pan y vino. Estas abundaban: defarro, garbanzos y verduras, coles, hojas de olmo, malva,etc.
El romano que podía hacía ungran consumo de leche, de cabra o de oveja. Así como de las aceitunas. Lacarne más consumida era la de cerdo, a la que con el tiempo se le fueron sumando las de buey, cordero, oveja, cabra, ciervo, gamo y gacela. Incluso la de perro.
La dieta del romano durante la República apenas alcanzaba las 3.000 calorías, de las que al menos 2.000 procedían del trigo. Los ricos se aficionaban al consumo de carne condimentada con una serie de productos que iban determinando las características de la futura gran cocina imperial: pimienta, miel, coriandro, ortiga, menta y salvia.
Los romanos comían tres o cuatro veces al día:
·          desayuno (ientaculum),
·          almuerzo (prandium),
·          merienda (merenda) y
·          cena (cena)
Esta última era la más importante. Se hacía en familia, al final de la jornada. Uno de sus mayores placeres era una buena conversación en torno a la mesa. De la cena diaria a base de lechuga, huevos duros, puerros, gachas y judías con tocino se pasaba a una sofisticada cena de convite con invitados dividida en tres partes:
·          el gustus o aperitivo para abrir el apetito (melón, atún, trufas, ostras,…),
·          la prima mesa (cabrito, pollo, jamón, marisco, ….) que era el plato fuerte, y
·           la secunda mesa, los postres.

La comida en la época Imperial

Bocados de lujo eran el loro y el flamenco. Se evitaban las carnes de ibis y cigüeña porque devoraban serpientes, y la de golondrina, que comía mosquitos.
En la época imperial nadie ponía coto a la gula ni al derroche en la mesa: pollos, gallinas y ocas se engordaban con harina hervida y aguamiel o con pan empapado en vino dulce.

El pescado más apreciado fue el salmonete. Los pobres que no podían aspirar a las especies de mar o a las procedentes de los bulliciosos vivideros se consolaban con degustar las morrallas en salmuera (maenae).
Los ricos comían mucho en casas de amigos, en los banquetes. Los pobres, por el contrario, a menudo lo hacían en la calle puesto que no siempre disponían de fogones ni pucheros en los que cocinar. Las algarrobas y los altramuces formaban parte de su dieta.
La plebe solo accedió al consumo de carne en la época de Aureliano (siglo III), cuando se repartía gratis. Era de burro. La carne de buey se reservaba para la mesa de los pudientes.
A modo de curiosidad, la llamada moretum, cuyos principales ingredientes eran queso de oveja, apio y cebolla, era la primera comida que hacían los recién casados.


http://arquehistoria.com/la-cocina-romana-5547











JUAN LAVALLE - LA ESPADA SIN CABEZA 

Juan Galo de Lavalle (Buenos Aires, 17 de octubre de 1797  San Salvador de Jujuy, 9 de octubre de 1841) fue un militar y político argentino, figura destacada de la Guerra de Independencia de la Argentina y sudamericana, y líder militar y político durante las guerras civiles .
San Martín tenía un buen concepto militar sobre Lavalle, de quien dijo “igualarlo en coraje es muy difícil. Superarlo imposible” Sin embargo su valentía no siempre sería bien utilizada, y embalado e incentivado por los doctores, lo harían equivocarse en varias oportunidades.

Esteban Echeverría en su poema “Avellaneda” dirá:

“Todo estaba en su mano y lo ha perdido.
Lavalle es una espada sin cabeza.
Sobre nosotros entre tanto pesa
su prestigio fatal, y obrando inerte
Nos lleva a la derrota y a la muerte”

Lavalle, el precursor de las derrotas.
Oh, Lavalle! Lavalle, muy chico era 
para echar sobre sí cosas tan grandes.



San Martin y Lavalle

Desaparecido 
Rivadavia, Manuel Dorrego asume el gobierno de Buenos Aires. Este intenta desconocer el vergonzoso tratado de paz rivadaviano, pero el banco, dominado por los ingleses le retacean todo recurso ( Ver también El fusilamiento de Dorrego )

Según Sarmiento, Lavalle “se proponía fusilar a Bustos, López, Facundo y los demás caudillos”. (Sarmiento. Civilización i barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga. Aspecto físico, costumbre i hábitos de la República Argentina. Impr. del Progreso Santiago, 1845. Obras Completas, t VII. Buenos Aires 1888-1913) (AGM. Proceso al liberalismo, p.20)

Incentivado San Martín por los cambos producidos, decide regresar al país; pero al llegar Río de Janeiro se entera del derrocamiento de Dorrego por parte de Lavalle, y al llegar a Montevideo se entera de su trágico final, y decide permanecer a bordo”

“ El pasquín unitario “El Pampero” le tira la primera piedra, bajo el título “Ambigüedades”: “En esta clase reputamos el arrobo inesperado a estas playas del General San Martin…este General ha venido a su país a los cinco años de su ausencia, pero después de haber sabido que se han hecho las paces con el Emperador de Brasil”. Así es como la prensa unitaria acusaba de cobarde al libertador de medio continente”
El propio General Paz, Ministro de Guerra, le escribe a Lavalle el 9 de febrero de 1829:

“Mi querido Lavalle…otro incidente tengo que contar a Ud. Este es la llegada de San Martín…el 7 le escribió a Díaz Vélez….él hasta la fecha no ha desembarcado y por el temor y espíritu de su carta es de esperar que no lo hará. Sin embargo calcule Ud. las consecuencias de una aparición tan repentina. Es probable que la oposición desahuciada desesperada por la falta de un conductor que la guíe se fije en este hombre y le haga propuestas seductoras, ellas nada valdrán si quiere como dice, no pertenecer a ningún partido...pero si esto no sucede nos costará más trabajo el cumplimiento de las obras que hemos empezado”. 

Nótese el miedo que le tenían a San Martín y la desconfianza de dificultades para “el cumplimiento de las obras que hemos empezado”, que no eran otras que los asesinatos y persecuciones de federales por parte de Rauch y Estomba a las órdenes de Lavalle, “la espada sin cabeza”.

San Martín reciba a bordo las vistas de algunos amigos, como Tomás Guido, Manuel de Olazábal y Álvarez Condarco, y se retira a Montevideo desde donde escribe varias cartas, esperando por dos meses un buque para regresar a Europa.

El 6 de abril de 1829 le escribe a Guido:

“Las agitaciones de diez y nueve años de ensayos en busca de una libertad que no ha existido…hacen clamar a lo general de los hombres por un gobierno vigoroso, igualmente convienen para que el país pueda existir es de necesidad absoluta que uno de los dos partidos desaparezca…al efecto se trata de buscar un salvador que reuniendo el prestigio de la victoria, el concepto de las demás provincias, y más que nada un brazo vigoroso que salve a la Patria de los males que la amenazan...”

San Martín no quiere ser “el agente de pasiones desatadas” y se excluye de la candidatura, y concluye a Guido: “Mi amigo veamos claro, las situación en nuestro país es tal que el hombre que la mande no le queda otra alternativa que el apoyarse sobre la facción o renunciar al mando”( Guzmán, Carlos Alberto.”San Martin 1824-1850” Rdit. Círcuo Militar. Biblioteca del Oficial. 1993) (JST.p.44)

Las alusiones de San Martín a la necesidad de “un brazo vigoroso”, parecería la premonición de la llegada de Juan Manuel de Rosas.

El 14 de abril de 1829 recibe en Montevideo una comitiva que le trae una propuesta de Lavalle, que San Martín rechaza en los siguientes términos:

“Montevideo, abril 14 de 1829. Los señores Trolé y Juan A. Nelly me han entregado la de Ud. del 4 del corriente; en ellos le dirán cual ha sido el resultado de nuestra conferencia; por mi parte siento decir a Ud. que los medios que me han propuesto no me parece tendrán loas consecuencias que Ud. se propone para terminar los males que la afligen a nuestra patria desgraciada…” y termina la carta con esta sentencia que seguramente atormentó a Lavalle hasta su muerte: “una sola víctima que pueda economizar a su país le servirá de un consuelo inalterable...”

La propuesta de Lavalle queda en claro en carta que San Martin le envía a O´Higgins el 19 de abril, con copia de su respuesta:

“...su objeto era que yo me encargase del mando del ejercito y provincia de Buenos Aires y transase con las demás provincias a fin de garantir por i parte y el de los demás gobernadores a los autores del 1° de diciembre (asesinato de Dorrego) …por otra parte los autores del movimiento del 1° de diciembre son Rivadavia y sus satélites y a Ud. le consta los inmensos males que estos hombres han hecho no solo a este país sino al resto a América con su infernal conducta. Si mi lama fuese tan despreciable como las suyas, yo aprovecharía esta ocasión para vengarme de las persecuciones que mi honor ha sufrido de estos hombres; pero es necesario señalarles la diferencia que hay de un hombre de bien, a un malvado…Digo a Ud. en la mía del 5 que para le próximo paquete (paquebote) de mayo me marcharía a Europa, pero lo certificaré en el que sale a fines de éste. Adiós otra vez, por siempre su invariable San Martín” (Picianeli, Hector Juan. Op.Cit.)

Así se ponía nuevamente por encima de ese grupo de “iluminados”, y antes de alejarse definitivamente, le dice a Iriarte:

“Sería un loco si me mezclase con estos calaveras. Entre ellos hay alguno, y Lavalle es uno de ellos, a quien no he fusilado de lástima cuanto estaban a mis órdenes en Chile y en Perú…son muchachos sin juicio, hombres desalmados...” (García Mellid, Atilio. “Proceso al liberalismo argentino”. Edit. Theoría. 1988) (JST.p.45)

Rosas y Lavalle

Un día del mes de agosto de 1829 tuvo lugar una célebre entrevista entre los generales don 
Juan Manuel de Rosas y don Juan Lavalle. La noche estaba oscura. El General Lavalle llamó a su ayudante, Capitán Estrada, y le ordenó que eligiera dos soldados de su mayor confianza. Montaron a caballo los cuatro hombres y se dirigieron en dirección al campamento del General Rosas. A las dos leguas el enemigo les dio el alto, y un grupo de soldados de Rosas los rodeó.

- Soy el General Lavalle. Digan ustedes al oficial que los manda que se aproxime sin temor, pues estoy solo.

El Capitán Estrada y los dos soldados habían quedado atrás.

- Ordene usted - dijo Lavalle al jefe de la fuerza enemiga - que un hombre vaya a avisarle a su jefe que aquí está el General Lavalle, y que necesita un baqueano que lo acompañe al campamento del General Rosas.

El oficial obedeció como si se tratara del propio Rosas. Al rato apareció el jefe de la fuerza; echó pie a tierra y, con el sombrero en la mano, saludó al General Lavalle, quien también había desmontado. Una hora y media después llegaban al campamento. En el silencio de la oscura noche de invierno, los gauchos de Rosas dormían tranquilamente. Un oficial superior le salió al encuentro.

- Diga usted al General Rosas que el General Lavalle desea verlo al instante.

El oficial se conmovió de pies a cabeza, pero cuadrado y respetuoso pudo responder que el general no se encontraba en ese momento allí. Lavalle pidió unos mates, y en silencio, sentado en un banquito bajo el alero de la casa, mientras era observado por los soldados de Rosas, los tomó. Al rato dijo al oficial que lo recibiera:

- Indíqueme usted el alojamiento del general.

Y al llegar a la pieza de Rosas, agregó:

- Bien, puede usted retirarse; estoy bastante fatigado y tengo el sueño ligero.

Sin quitarse las espuelas ni las botas, se arrojó sobre el lecho, conciliando a poco un sueño profundo.

Cuando Rosas estuvo de regreso, el oficial de servicio en el vivac le dio cuenta que Lavalle estaba solo y durmiendo en su propio lecho, y aquél, a pesar de que sabía dominar sus impresiones, no pudo reprimir algo así como la tentativa de un sobresalto. Rosas se dirigió lentamente a su alojamiento y al entrar ordenó que dos jefes de su mayor confianza quedasen encargados de que no hubiera - ruido alguno mientras durmiese Lavalle, y de que cuando lo sintieran levantado le avisaran sin demora. Cuando recibió el mensaje, Rosas le envió un mate y el aviso de que iba a verle y a tener el gran placer de abrazarle.

Cuando los dos generales se encontraron se abrazaron enternecidos.
(Josué Igarzabal, “Reflejos del pasado”)

El ejercito “Libertador”

Ningún tratado con la Confederación daba a Francia el trato de “nación más favorecida” que tenía Inglaterra por tratado correspondiente. Rosas se negaba a dárselo sin una concesión de su parte. 

Ofendida en su “orgullo”, “La France” buscó excusas por el trato a súbditos franceses en Bs.As., por cuestiones policiales, para agredir a la Confederación y presionarla para que diera el trato de “nación más favorecida”. 

"La iniciación de la lucha tuvo, pues, por base, la seguridad netamente positiva de que bastaría una simple amenaza de Francia para dominar al general Rosas. La amenaza ya había sido hecha y Rosas ni se dignó tomarla en cuenta. Se decidió, entonces, al ver que las palabras no surtían efecto, que M. Roger abandonase Buenos Aires. El cónsul de Francia cerró su cancillería y Rosas vio sin inquietarse desaparecer nuestra bandera de su vista. La ofensiva continuó: hay que declarar leal interdicto a la costa Argentina - se dijo - bloquear Buenos Aires, y veremos desecho el orgullo del dictador. El contralmirante Leblanc pronunció la fórmula sacramental del bloqueo, pero el general Rosas permaneció impasible: había visto cerrar sus puertos, tomar su isla Martín García y formarse y crecer, ante nuestro llamado, una coalición de todos sus enemigos, sin inmutarse siquiera." (Theogene Page: “Guerra colonialista franco-argentina 1838-1840”.p.72. Informe al gobierno francés. T. Page, edecán del vicealmirante barón de Mackau)

“El Cónsul Martigny hacia recaer sobre Rosas todas las funestas consecuencias de esta lucha en la que Francia defendía la causa de al humanidad y de la civilización frente a un gobierno que se negaba a someterse, no solo al derecho de gentes, sino a las leyes eternas de la justicia de la humanidad” (ibidem.p.70)

Por su parte los argentinos emigrados a Montevideo, enemigos de Rosas, veían esta situación propicia para librarse “del tirano”, y que mejor que Juan Lavalle, el héroe de la independencia para comandar un ejercito “Libertador” invasor. Lavalle estaba instalado en su estancia El Vichadero y no entendía a esos jóvenes que despreciaban a esa “esa horda de esclavos amedrentados por el tirano, que se opone a los paladines de la humanidad” y escriban en la prensa

“Por otra parte, es fácil comprender el alistamiento de los proscriptos argentinos en esa coalición fundada bajo los auspicios de Francia. Esos desdichados sin patria se precipitaban a las órdenes de quien les ofreciera una sombra, una esperanza de éxito. El general Rivera los vio reunirse en gran número bajo sus banderas; don Juan Lavalle era todavía su Jefe. Pero no tardaron en reconocer que los había embaucado una esperanza vana. Engañados en sus más ardientes deseos, se retiraron maldiciendo al autor de sus profundas decepciones. Indignado con Rivera, a quien siempre consideró falaz, el general Lavalle se retiró de Colonia para devorar allí su amargura, jurando no dejarse atraer nunca más por promesas caso siempre engañosas. Así se desvaneció como un sueño toda esperanza de aquella coalición de la que solo quedó un recuerdo penoso” (ibidem.p.66)

“¿Estará el deshonor, entonces, en ligarse al extranjero para batir al hermano? - preguntaba Alberdi el 29 de noviembre de 1838 – Sofisma miserable. Todo extranjero es hombre y todo hombre es nuestro hermano. La doctrina contraria es impía y bárbara. No es nuestro hermano un hombre porque ha nacido en la misma tierra que nosotros. Nosotros no somos hijos de la tierra sino de la humanidad. De lo contrario las bestias que han nacido en nuestro suelo serían nuestras hermanas” (Alberdi, Escritos póstumos)

“Para el provinciano la patria es su provincia. Para el nacional no hay hermanos ni semejantes fuera de sus fronteras. Y para los espíritus vastos y serios, que saben no estacionarse en el círculo estrecho de la nación, para los Rousseau, los Saint-Pierre, los Lerminier, los Bentham, los Saint-Simon, los Leroux, los Lamennais, la patria es la humanidad, el pueblo es el género humano” (Alberdi, Escritos póstumos)

Allá fueron a buscarlo para convencerlo por distintos medios. La “Comisión Argentina” le mando 3.500 pesos, que Lavalle devolvió ofendido. 

Lavalle le escribe a 
Chilavert extrañado por “un larguísimo artículo de sofismas y de una charlatanería oscura, llamando pobres y estúpidos a los que no piensen del mismo modo. Estos hombres conducidos por un interés propio mal entendido, quieren trastornar las leyes eternas del patriotismo, el honor y el buen sentido; pero confío – termina - en que toda la emigración preferirá que la revista la llame estúpida a que su patria la maldiga mañana con el dicho de vil traidora” y agrega “porque Vd. tiene un pecho argentino, y sentirá lo que yo siento”, y llegado “el caso de llevar la guerra a nuestra patria los pabellones francés y oriental, entonces haremos nuestro deber”.

A Francisco Pico, que lo visitara en El Vichadero, Lavalle de dice:

“A Rosas no puede vencérselo sino por la fuerza de la República Argentina, reuniendo el espíritu de resistencia por una doctrina puramente nacional bajo la bandera nacional y por jefes argentinos que obren sin complicaciones extranjeras. Sólo así podrá nuestro partido conquistar la opinión nacional; solo con ella podrá conservar el triunfo ¡Dios nos libre de suscitar contra nosotros el espíritu nacional! Desde entonces no sería nuestro enemigo Rosas sino la nación entera”.

Insistían los unitarios (Carril, Varela, Alberdi, Alsina, etc) y le escribían y visitaban tratando de convencerlo de que Francia tendría “respeto a la nacionalidad” y que para eso era necesario la comandancia del general Lavalle. La Comisión le escribe “en nombre de la patria” para pedirle que “se consagrase a su redención y libertad”. El mismo Alberdi le escribe:

“Mi glorioso general: Aunque no tengo el gusto de conocerle personalmente, conozco sin embargo una parte de la historia de mi patria u conservo en mi memoria las páginas que hablan de San Lorenzo (en la que no participó Lavalle, que era cadete) Maipú, Junín, Ituzaingo, etc. Soy uno de los muchos jóvenes que hemos aprendido a venerar el nombre de Lavalle… una de las glorias americanas más puras y más bella. Decidida como está la juventud por vocación, por simpatía, por deber y por religión por decirlo así, a abrazar de nuevo la adormecida causa de la revolución americana, ella se ha acordado de los héroes de esta causa, y por tanto de usted...Seré lacónico porque usted ama el laconismo: se trata que usted acepte la gloria que le espera y una gran misión que le llama...en esta segunda faz de la revolución de Mayo. Los laureles de Moreno y de Castelli buscan unirse en la sienes de usted a los laureles de Maipú y de Junín…La obra inmortal de usted sufre hoy las infames hostilidades de un bárbaro…He aquí la necesidad de una cosa importante: que usted se venga a Montevideo con toda la celeridad posible, porque el momento es bello y no hay que malograrlo. No tiene que ver el objeto con que es llamado, el de las distintas insinuaciones y solicitudes que le han sido dirigidas…Estoy persuadido de que sus oídos nunca fueron tardos cuando sonó la voz del interés y del honor de la Republica Argentina…” 


Tantos elogios y alabanzas levantaron tanto el concepto de si mismo en Lavalle, que finalmente acepta bajo (ciertas condiciones formales) comandar el ejército invasor integrado por franceses y hombres al mando del “Pardejón” Rivera. Este, como siempre, le “haría de las suyas” intentando birlarle la gloria de la supuesta futura derrota sobre Rosas. “Exijo un millón de francos para los gastos de guerra...” (Lavalle al almirante Le Blanc. 28 de dic.1839)

Lavalle no encuentra en la población del territorio nacional ningún apoyo. Muy por el contrario le hacen un vacío que lo llenan de impotencia y desesperación.

“Se engañarán los bárbaros si en su desesperación imploran clemencia. Es Preciso de degollarlos a todos...!Muerte, muerte sin piedad!”(proclama del Gral. Lavalle al pisar Corrientes). “Derramad a torrentes la inhumana sangre para que esta raza maldita de Dios y de los hombres no tenga sucesión” . (Proclama del Gral. Lavalle el 20 de noviembre durante la campaña de Corrientes.) 

Como su propia mujer le reprochara la ferocidad del documento, Lavalle se disculpa ante ella diciendo que como el “estaba muy ocupado, la proclama la escribió Frías”. Luego, en carta a Ferré, Lavalle le dice “...he tomado en las inmediaciones del Sauce un oficial y cuatro soldados del enemigo que cruzaban el campo. Mandé aquí uno o dos que eran correntinos y degollé al oficial con los otros”.

Pedro Ferré consigan en sus “Memorias” que Lavalle formo su Legión Libertadores con enganchados a 27 patacones por cabeza con fondos recibidos de Francia, el enemigo exterior que bloqueaba los puertos de la Patria. No obstante ello al arribar a Curuzú Cuatiá, su infantería se había reducido a 33 hombres. Descorazonado Lavalle, escribía a sus familiares: “Estoy absolutamente solo contra Rosas, sin más aliados que los barcos franceses…” (Carta de Lavalle a sus familiares, 1° de febrero de 1840)

En la provincia de Buenos Aires el vacío de la gente de la campaña es mayor aún, que llegan a hostigarlo. Desde Giles le escribe a desengañado a su mujer: 

“Esta carta te va a hacer derramar lágrimas. No he encontrado sino hordas de esclavos, tan envilecidos como cobardes y muy contentos con sus cadenas. Es preciso que sepas que la situación de este ejército es muy crítica. En medio de territorios sublevados e indiferentes, sin base, sin punto de apoyo, la moral empieza a resentirse, y es el enemigo que más tengo que combatir. Es preciso que tengas un gran disimulo, principalmente con los franceses, pues todavía tengo esperanzas.”

“Tú no concibes muchas esperanzas porque el hecho es que los triunfos de este ejército no hacen conquistas sino entre la gente que habla: la que no habla y pelea nos es contraria, y nos hostiliza como puede. Este es el secreto origen de tantas y tantas engañosas ilusiones sobre el poder de Rosas, que nadie conoce hoy como yo.”

La odisea del “ejercito libertador” de Lavalle no deja ligar a dudas el sentimiento de la gente de la campaña. El pueblo le hizo un vacío absoluto en cuanto lugar llegara u ocupara. Las campañas del litoral se le mostraron hostiles sin disimulo; la deserción alcanzó cifras insólitas. Impresionado Lavalle por el comportamiento hostil, extendió la siguiente orden a su edecán: “Haga Ud. prender a todos los canallas pertenecientes al primer Ejército Libertador, sean o no ciudadanos, que han fugado cobardemente, y para justificar su vileza han ido esparciendo noticias aterradores. Esta especie de canalla que me ha sido funesta muchas veces en todo el curso de la guerra. Trátelos como bandidos”. (Orden del general Lavalle a su edecán Elío, coronel Elío, después de la batalla de Quebracho Herrado. 28 de noviembre de 1840.( Juan ERlía. Memoria Histórica.) (AGM.PLA.p 225)

El pueblo sabía muy bien lo que elegía, y era llamado por los liberales, “pueblo” cuando se sometían, y “plebe” cuando les eran contrarios. Alberdi en 1837 les salía al paso en el Salón Literario de la Asociación de Mayo: “…por el pueblo no entendemos aquí – había dicho – la clase pensadora, la clase propietaria únicamente, sino también la universalidad, la mayoría, la multitud, la plebe…” y agregaba “porque la plebe es humanidad, como ella es la Nación; todo el porvenir es de la plebe” (Alberdi, J.B. Fragmento preliminar al estudio de Derecho. Lectura en el Salón Literario. 1837)

“En tiempo de la campaña de Entre Ríos – escribe Paz en sus memorias – y juzgo que lo mismo fue después, no se pasaba lista, no se hacía ejercicio periódicamente, no se daban revistas. Los soldados no necesitaban licencia para ausentarse por ocho o quince días, y lo peor es que estas ausencias no eran inocentes, sino que las hacían para ir a merodear y devastar el país”. (Paz, José Maria, Memorias póstumas del Brigadier Gral.)

Lavalle espera frente a Buenos Aires varios días un levantamiento popular, que nunca se produjo, y la llegada del refuerzo de 3.000 infantes franceses. Llegaría en cambio Mackau, con instrucciones de Thiers para hacer la paz, sin importarle Lavalle ni “los auxiliares que hemos encontrado en las riberas del Plata, que no han querido o no han podido cumplir sus promesas; para cuyo éxito han pedido y recibido de nosotros socorros, sin retribuirnos, ni aun en leve proporción, los servicios recibidos”.

Lavalle inicia la retirada. Los franceses le ofrecen retirarlo a Francia con grado de mariscal, que Lavalle rehúsa por que no se lo permite “el honor” y los mismos que le cantaron loas desde Montevideo, se lo reprochan ahora por boca de Varela:

"No hay una persona, una sola, General, incluso sus hermanos de usted y aun su sensatísima señora, que no haya condenado ese funestísimo movimiento. No comprendo, General, cómo se justificará usted ahora ni nunca. Ese ha sido, General, el defecto capital de usted: no pedir consejo ni oírlo de nadie, decidir por sí solo. Y por desgracia no decide usted lo mejor”.

Lavalle reflexiona tal vez sobre la defraudación de los doctores, en contraste con los paisanos que defendían “la patria”, y entra en una profunda depresión y abandono.

Esteban Echeverría seguirá cantando:

“Todo estaba en su mano y lo ha perdido.
Lavalle es una espada sin cabeza.
Sobre nosotros entre tanto pesa
su prestigio fatal, y obrando inerte
Nos lleva a la derrota y a la muerte”

Lavalle, el precursor de las derrotas.
Oh, Lavalle! Lavalle, muy chico era 
para echar sobre sí cosas tan grandes.


Mucho más grande que Lavalle era Echeverría,...pero con la pluma, claro,... sin exponer el pellejo.

Derrotado Lavalle en Quebracho Herrado, será muerto en Jujuy por un tiro de pistola. Algunos dicen que se suicidó. Otros lo atribuyen a su amante, que de esta forma vengó la muerte de su hermano y de su padre, fusilados por Lavalle

Rosas, da amnistía a los proscriptos “si en el término de un mes abandonasen su actitud hostil y siempre que su presencia no sea incompatible con el orden y la seguridad pública”.


http://www.lagazeta.com.ar/lavalle.htm





RAYANDO EL SOL' - Maná

Rayando el sol
rayando por ti
esta pena me duele, me quema sin tu amor
no me has llamado estoy desesperado
son muchas lunas las que te he llorado
Rayando el sol, oeooo desesperación es más
fácil llegar al sol, que a tu corazón me muero
por ti oeooo viviendo sin ti y no aguanto, me
duele tanto estar así rayando el sol
A tu casa yo fui y no te encontré en el
parque, en la plaza, en el cine yo te busqué, te
tengo atrapada entre mi piel y mi alma más
ya no puedo tanto y quiero estar junto a ti
Rayando el sol, oeooo desesperación es más
fácil llegar al sol, que a tu corazón me muero
por ti oeooo viviendo sin ti y no aguanto, me
duele tanto estar así rayando el sol
Rayando el sol oeooo desesperación es más
llegar al sol que a tu corazón ,oh me
muero por ti, viviendo sin ti y no aguanto,
me duele tanto estar así rayando el sol
Rayando el sol, oeooo desesperación es más
fácil llegar al sol, que a tu corazón me muero
por ti oeooo viviendo sin ti y no aguanto, me
duele tanto estar así rayando el sol
Rayando por ti
rayando
rayando, ¡uuuh rayando, rayando el sol!
rayando ay ay ay ay rayando el sol
rayando...




El pájaro - Octavio Paz

Un silencio de aire, luz y cielo.
En el silencio transparente
el día reposaba:
la transparencia del espacio
era la transparencia del silencio.

La inmóvil luz del cielo sosegaba
el crecimiento de las yerbas.
Los bichos de la tierra, entre las piedras,
bajo la luz idéntica, eran piedras.

El tiempo en el minuto se saciaba.
En la quietud absorta
se consumaba el mediodía.

Y un pájaro cantó, delgada flecha.
Pecho de plata herido vibró el cielo,
se movieron las hojas,
las yerbas despertaron...

Y sentí que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos