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miércoles, 8 de abril de 2015

El Panteón de Agripa y la cúpula perfecta

Durante más de mil años, hasta la construcción de la cúpula del Duomo de Florencia, la cúpula del Panteón de Agripa  (o de Roma) fue mucho mayor que cualquier otra cúpula construida hasta la fecha. Ligeramente de mayor diámetro que la famosa cúpula florentina, fue durante aproximadamente 1600 años la mayor cúpula construida por el hombre.

Descrito por Stendhal como "el más bello recuerdo de la antigüedad romana", el Panteón  es considerado uno de los mayores logros de la arquitectura a lo largo de la historia. Sirvió como fuente de inspiración para todas las grandes cúpulas construidas desde el Renacimiento. Así, Miguel Ángel, lo consideraba "construido por ángeles y no por humanos" y fue estudiado al detalle por el mismo Miguel Ángel (quien participó en la construcción de la cúpula de San Pedro del Vaticano), por Filippo Brunelleschi (el constructor de la cúpula de la catedral florentina, de 45 m de diámetro externo y 41 m de diámetro externo) y Bramante (el responsable de San Pietro in Montorio).

Historia
Tal y como recuerda la inscripción en el arquitrabe, el primer Panteón fue mandado construir en el año 27 a.C.  por Marco Agripa; quién construyó un templo rectangular para glorificar a la familia del emperador Augusto.

Dicho templo, probablemente consagrado a los dioses de los planetas, fue arrasado por un incendio en el año 80 d.C; y a finales del año 118, el emperador Adriano mandó construir uno nuevo. El responsable de su construcción fue, posiblemente, el arquitecto griego Apolodoro de Damasco (el mismo que construyó el foro, la columna, las termas y el puente de Trajano sobre el Danubio, entre otras construcciones). Apolodoro de Damasco levantó un templo circular dedicado a todos los dioses de Roma, (la palabra “panteón” derivada del griego, significa “todos los dioses").

Ya en el s. VII el Panteón se salvó de la destrucción, al ser regalado por el emperador bizantino Foca al Papa Bonifacio IV, quién un año más tarde lo convertiría en la iglesia de Santa María de los Mártires. Siglos después fue lugar de sepultura de hombres ilustres y reyes de Italia.

Con el paso de de los tiempos, el Panteón ha sido sometido a actuaciones de desmantelamiento tales como la eliminación de los ladrillos de bronce dorado del tejado (trasladados a Constantinopla en el 663 por el emperador Constante II), y la fundición de las planchas de bronce del tejado del antetemplo para usarlas en el baldaquino de Bernini en San Pedro del Vaticano y los cañones del Castillo de San´Angelo. Finalmente, en el siglo XVII se añadieron a los lados del frontón dos campanarios, obra de Gian Lorenzo Bernini, y eliminados en 1893.

Descripción
Antiguamente, una plaza longitudinal enmarcada entre pórticos conducía a través de una escalinata al pórtico de columnas de tres naves, en cuyo frontal se alzaban 8 columnas de granito de capiteles corintios. Las 16 columnas monolíticas del pórtico fueron realizadas con granito egipcio, pórfido, y mármol blanco en las bases. Sobre las columnas del pórtico se alza el entablamento y sobre éste, se fijó el frontón con un tímpano liso. El pórtico está dividido en tres naves: una central abovedada y más ancha que conduce a la entrada al edificio; y dos laterales adinteladas de igual tamaño y terminadas en sendos ábsides, para las estatuas de Augusto y Agripa. El pórtico está cubierto por un techo a dos aguas.

Cruzando las puertas de bronce se accedía al interior circular, provisto de siete nichos y bóvedas circulares dedicados a los diferentes dioses. Es en este espacio donde los romanos llegaron a una perfección técnica nunca alcanzada hasta ese momento, al resolver los problemas de peso y empuje de la enorme cúpula que lo cubre. Su estructura principal es de planta circular de algo más de 43 m de diámetro interior, con muros de ladrillo de 6,2 m de grosor con arcos de descarga empotrados y cavidades en las que reposa un casquete liso de mampostería. En su origen, el exterior de estos muros estaba recubierto de sillares pulidos, y la cúpula por placas de bronce dorado.

Sobre estos muros se apoya la enorme cúpula de 5000 toneladas, como una gigante semiesfera que parece representar la bóveda celeste. En la cúspide de la cúpula se abre un óculode casi 9 m de diámetro que aportaba luz natural. En el interior, la cúpula está adornada por cinco (el número de planetas conocidos por los romanos) hileras concéntricas de 28 cuadrículas cada una. En tiempos de Adriano,  el número 28 se relacionaba  con la perfección (un número perfecto es aquel número natural que es igual a la suma de sus divisores naturales a excepción de él mismo, 28 = 1+2+4+7+14). Antiguamente, el interior de la cúpula estaba revestido de bronce dorado. El tamaño de estas cuadrículas va disminuyendo a medida que nos elevamos hacia el óculo. Las medidas de la cúpula se corresponden con la altura de todo el edificio, de forma que si la cúpula siguiera su línea circular hasta completar una esfera, dicha esfera cabría justo dentro del templo, con sus algo mas de 43 m de diámetro y altura.

Uno de los recursos usados más importantes fue el cálculo exacto de los huecos, los apoyos y de todos los elementos estructurales, de modo que el tambor, con sus arcos, pudiese soportar el enorme peso de la cúpula.. Aún así, su construcción no hubiera sido posible sin el profundo conocimiento por parte de los romanos de un "nuevo material", el hormigón a base de cenizas de Pozzuoli (cenizas puzolánica). Las cenizas de puzolánicas aportan resistencia a la tracción al hormigón, al mismo tiempo que permite fraguar en ausencia de aire o en presencia de agua. Para facilitar la estabilidad de la cúpula, el material se fue aligerando a medida que se ascendía (en lugar de travertino se usó piedra pómez y tufo). Otro de los recursos fue el ir reduciendo gradualmente el espesor de la cúpula en sentido ascendente, desde los 5,9 m iniciales hasta los 1,50 m.

http://pelandintecno.blogspot.com.ar/2014/12/el-panteon-de-agripa-y-la-cupula.html



Panteón de Agripa

El Panteón de Agripa o Panteón de Roma (en italiano: Il Pantheon) es un templo de planta circular erigido en Roma por Adriano, entre los años 118 y 125 d.C. completamente construido sobre las ruinas del templo erigido en el 27 a. C. por Agripa, destruido por un incendio en el año 80, dedicado a todos los dioses (la palabra panteón, de origen griego significa «templo de todos los dioses»).
En la ciudad, es conocido popularmente como La Rotonda (la Rotonna), de ahí el nombre de la plaza en que se encuentra.
Influencia posterior
El Panteón ha tenido una enorme trascendencia en la arquitectura occidental. Durante el Renacimiento, los artistas y arquitectos que volvieron los ojos hacia la antigüedad clásica no podían pasar por alto uno de los edificios más bellos y mejor conservados de toda Roma. Brunelleschi estudió el Panteón para la construcción de la cúpula del Duomo de Florencia, punto de partida de la arquitectura renacentista. Bramante y Miguel Ángel lo recrearon en obras como el Templete de San Pietro in Montorio o la Basílica de San Pedro. Durante el neoclasicismo italiano,Antonio Canova proyectó un templo en Possagno, su ciudad natal, basándose en el diseño del Panteón.
Su influencia se deja notar en Inglaterra y América del Norte, sobre todo gracias a Andrea Palladio, que fue muy imitado hasta el siglo XIX. Muchas salas cívicas, universidades y bibliotecas reutilizan la forma de cúpula con pórtico: la iglesia del cementerio monumental de Staglieno, la Iglesia de San Francisco de Paula en Nápoles, la villa Capra de Vicenza, la rotonda de Thomas Jefferson de la Universidad de Virginia, la biblioteca de la Universidad de Columbia, el edificio principal de la National Gallery de Washington o la Biblioteca del Estado de Victoria en Melbourne.





miércoles, 1 de abril de 2015

Hispania
Hispania era el nombre dado por los fenicios a la península ibérica, posteriormente utilizado por los romanos, y parte de la nomenclatura oficial de las tres provincias romanas que crearon ahí: Hispania Ulterior Baetica, Hispania CiteriorTarraconensis e Hispania Ulterior Lusitania,Carthaginense y Gallaecia . Posteriormente el concepto evolucionó hasta incluir, en las épocas finales del imperio, a la provincia de Balearica y la provincia de Mauritania Tingitana.
El nombre de España deriva de Hispania, nombre con el que los romanos designaban al conjunto de la península Ibérica, término alternativo al nombre Iberiapreferido por los autores griegos para referirse al mismo espacio. Sin embargo, el hecho de que el término Hispania no es de raíz latina ha llevado a la formulación de varias teorías sobre su origen, algunas de ellas controvertidas (hipótesis fenicia, autóctonas, vascuence, íbera, legendaria y una teoría integradora de las hipótesis fenicia y legendaria)
Hispania y sus habitantes
El término Hispania es latino, el término Iberia es exclusivamente griego. Decir español poriber o por hispanus es cometer una falta de pertenencia, pues lleva consigo diferencias de época y de ambiente. En los textos que se conservan de los romanos éstos emplean siempre el nombre de Hispania (citada por primera vez hacia el 200 a. C. por el poeta Quinto Ennio), mientras que en los textos conservados de los griegos éstos usan siempre el nombre de Iberia.
Gran parte del conflicto entre cartagineses (fenicios) y romanos tuvo como escenario las tierras de Iberia, la Península. El conflicto se manifestó en lo que se llamaron guerras púnicas y que terminaron con el triunfo de Roma. Entonces los romanos tomaron contacto con Iberia, pero para denominarla eligieron el nombre que ellos oían a los cartagineses, Ispania, al cual más tarde añadieron una H, como también añadieron una H a Hiberia. Además de la H utilizaron el plural, Hispanias, como utilizaron el plural en las Galias. Fue la primera provincia donde los romanos entraron y la última acabada de dominar por Augusto.
Los romanos dividieron al principio las Hispanias en dos provincias (197 a. C.), regidas por dos pretores, la Citerior y la Ulterior. Las largas guerras de conquista duraron dos siglos; es lo que se conoce como romanización. Con la conquista se cortó el curso de la civilización indígena que fue sustituida por la heleno-latina. A través de estos dos siglos hubo muchos conflictos:
• Guerras de independencia en que los íberos y otros pueblos (primeros pobladores de la península) fueron poco a poco vencidos y dominados a pesar de las grandes gestas protagonizadas por la ciudad de Numancia o por el caudillo Viriato y otros.
• Guerra dirigida por Sertorio, pretor de la Hispania Citerior, desde donde desafió con éxito el poder de Roma.
• Guerra civil entre César y Pompeyo, que se llevó a cabo en gran parte en territorio de Hispania.
• Campañas de César y de Augusto para someter a los galaicos, astures y cántabros.
• Finalmente llega la pax augusta. Hispania es dividida en tres provincias a finales del siglo I a. C. En este momento aparecen dos escritores cuya obra han tenido muy en cuenta los historiadores de todos los siglos: el geógrafo Estrabón y el historiador universal Pompeyo Trogo. Ambos dedican en sus obras sendos capítulos a las Hispanias.
Más tarde, en el siglo IV, surge otro escritor, un retórico galo llamado Pacato que dedica parte de su obra a describir esta península, Hispania, su geografía, clima, habitantes, soldados, etc., y todo ello con grandes alabanzas y admiración. Pacato escribe:
Esta Hispania produce los durísimos soldados, ésta los expertísimos capitanes, ésta los fecundísimos oradores, ésta los clarísimos vates, ésta es madre de jueces y príncipes, ésta dio para el Imperio a Trajano, a Adriano, a Teodosio.
En su época sale a la luz una obra que se llama Expositio totius mundi en que se describe a Hispania como Spania, terra lata et máxima, et dives viris doctis (Spania, tierra ancha y vasta, y con abundantes hombres sabios). En estos momentos es cuando el nombre de Hispania alterna ya con Spania.
Pablo Orosio (390-418) historiador, discípulo de San Agustín y autor de Historiae adversus paganus, la primera Historia Universal cristiana, comenta al referirse a la acción reprobable de un pretor:
Universae Hispaniae propter Romanorum perditiam causa maximi tumultus fuit.
Para Orosio Hispania es una tierra con una vida colectiva con valores propios.
Con el tiempo este topónimo va a derivar en la voz España, que designará la unidad geográfica de la península, más las conquistas de Baleares y Canarias a su debido tiempo. También ocurrirá a lo largo de la Historia que una pequeña extensión del oeste peninsular se convertirá en un nuevo reino llamado Portugal, de manera que a partir de ese momento decir España no será decir exactamente el territorio de la península Ibérica.
Las provincias romanas en el territorio hispano
Poco después de derrotar a los cartagineses en la península, Roma decidió incorporar a sus dominios los territorios entonces bajo su control militar, que por entonces incluía todo el levante desde Ampurias a Cartago Nova y la casi totalidad de Andalucía, tanto el valle del Guadalquivir como la zona de las cordilleras béticas y Sierra Morena al norte. Dicho territorio fue dividido en dos provincias separadas por una frontera que discurriría desde el oeste de Cartago Nova hacia el norte, debiéndose repartir los territorios conquistados desde entonces entre ambas provincias. A una provincia la llamaron Ulterior (la más alejada de Roma) y a la otra, Citerior (la más cercana a Roma).
• Hispania Ulterior: Actual Andalucía en su totalidad, partes del sur de la actualprovincia de Badajoz y de la Mancha, así como el suroeste de la actual deRegión de Murcia. Posiblemente también englobaría las zonas portuguesas al este del Guadiana (Moura, Serpa, etc.) y el Algarve. Su capital fue fijada en Corduba.
• Hispania Citerior: Norte y este de Murcia, gran parte de Castilla la Mancha, incorporada a lo largo de este periodo, la zona valenciana, Cataluña, el Ebro y el Pirineo aragonés, también incorporado durante estos años. Su capital fue Tarraco (Tarragona)
El territorio que cada una de estas englobaba fue variando con el tiempo, a medida que Roma conquistaba nuevos territorios ibéricos.
Visigodos y árabes
Con el tiempo, se comenzó a utilizar una forma secundaria de Hispania: Spania y de ahí se derivaría el nombre que conocemos hoy como España. Según cuenta San Isidoro, con la dominación de los visigodos se empieza a acariciar la idea de la unidad peninsular y se habla por primera vez de la madre España. Hasta la fecha se habían servido del nombre Hispania para designar todos los territorios de la península. En su obra Historia Gothorum, Suintila aparece como el primer rey de "totius Spaniae"; el prólogo de Historia Gothorum es el conocido De laude Spaniae (Acerca de la alabanza a España) y en él trata a España como nación goda.
Con la invasión musulmana, el nombre de Spania o España se transformó en اسبانيا, Isbāniyā.
Al comienzo del proceso reconquistador durante la alta Edad Media, no fue extraño que fuese designado con ese nombre (España o Spania) el territorio dominado por los musulmanes, por ocupar éste la gran mayoría del espacio de la Spania romano-goda. Así, Alfonso I el Batallador (1104-1134) dice en sus documentos que "él reina en Pamplona, Aragón, Sobrarbe y Ribagorza", y cuando en 1126 hace una expedición hasta Málaga nos dice que "fue a las tierras de España". Sin embargo, tampoco faltó la identificación temprana de España con la herencia previa a la invasión musulmana, como ocurre por ejemplo con el lamento por la pérdida de España que se puede encontrar en la Crónica Mozárabe o Crónica de 754 (en latín, Continuatio Hispanica), que muestra la continuidad de la idea de España anterior al 711.
Pero ya a partir de los últimos años del siglo XII se designa a toda la península, sea de musulmanes o de cristianos, con el nombre de España. Así se habla de los cinco reinos de España: León, Castilla, Navarra, Portugal y Aragón (cristianos), con el territorio bajo dominio musulmán como territorio de España que ha de ser reconquistado.
Wikipedia

Hispania
Estrabón habla de Iberia en su libro III de Geografía y allí comenta:
Algunos dicen que las designaciones de Iberia e Hispania son sinónimas, que los romanos han designado a la región entera (la península) indiferentemente con los nombres de Iberia e Hispania, y a sus partes las han llamado ulterior y citerior.
Trogo construye toda una imagen sobre sus habitantes:
Los hispanos (de Hispania) tienen preparado el cuerpo para la abstinencia y la fatiga, y el ánimo para la muerte: dura y austera sobriedad en todo (dura omnibus et adstricta parsimonia). [……] En tantos siglos de guerras con Roma no han tenido ningún capitán sino Viriato, hombre de tal virtud y continencia que, después de vencer los ejércitos consulares durante 10 años, nunca quiso en su género de vida distinguirse de cualquier soldado raso.
Otro historiador romano llamado Tito Livio (59 a. C. a 17 d.C.) escribe también sobre el carácter del hombre hispano, tal y como él lo veía:
Ágil, belicoso, inquieto. Hispania es distinta de Itálica, más dispuesta para la guerra a causa de lo áspero del terreno y del genio de los hombres.
Lucio Anneo Floro (entre los s. I y II), que fue un historiador amigo del emperador Adriano, también hace sus observaciones:
La nación hispana o la Hispania Universa no supo unirse contra Roma. Defendida por los Pirineos y el mar habría sido inaccesible. Su pueblo fue siempre valioso pero mal jerarquizado.
Valerio Máximo la llamó fides celtiberica. Según esta fides, el íbero consagraba el alma a su caudillo y no creía lícito sobrevivirle en la batalla. Es la conocida devotio o dedicación íbera de los comienzos del imperio romano. (En la Edad Media tuvieron muy en cuenta esta fidelidad de los celtíberos a la que llamaron para sí lealtad española).



sábado, 28 de marzo de 2015

Estrategia pura, o pura Estrategia: La batalla de Cannas

Hoy todos hablan de estrategia. A ella se recurre para planear un partido de fútbol, para hacer negocios, para actuar en política, e incluso también, para conquistar a la persona amada.  Hoy en día es tal la penetración del concepto que prácticamente todos somos capaces de diferenciar – sin necesariamente entender porqué – qué es lo estratégico, asociado más bien a las ideas, y qué es lo táctico, claramente vinculado a la ejecución.

Etimológicamente, estrategia es el arte de dirigir las operaciones militares. Su origen está en el griego “stratos”, que significa ejército, y “agein”, conductor. Por lo tanto la estrategia nace como un arte militar que se aplica a  los modos de conducir un ejército hasta la presencia del enemigo.

En la época actual y en un sentido más general, el término estrategia se refiere a un saber que busca el modo más adecuado de satisfacer unos fines con el empleo de unos medios.  Esta relación dialéctica entre fines y medios desemboca en un propósito, o en una resolución. Lo específico de la Estrategia viene del modo como dice o expresa su quehacer, de la manera peculiar que tiene de hacerse cargo de su objeto y de la forma como dirige las acciones consiguientes.

A la pregunta fundamental: ¿qué tenemos que hacer?, contesta diciendo: hay que emprender una acción. Concretamente, el hacer que disuelve la amenaza con el mínimo daño. El objeto de la Estrategia radica en “decir un hacer” en forma de designio. Contrariamente, el objeto de la Táctica, como el de la Logística, es el hacer mismo.

La estrategia se ha ido construyendo gracias al aporte de dos tipos de expertos en el arte de la guerra: en primer lugar, a través de los llamados estrategas de la acción, grandes capitanes o conductores militares, quienes, a través de sus éxitos y errores en diferentes campañas han ido dejando lecciones para el futuro; en segundo lugar, se encuentran los llamados tratadistas militares o pensadores militares, quienes han ido recogiendo y sistematizando las lecciones de la historia militar en cuerpos de conocimientos de validez general, y que a través del tiempo han pasado a constituir verdaderos tratados de estrategia.  Como se ve, la estrategia se construye con teoría y práctica, con reflexión y acción, produciendo ciencia y aplicando arte.

Me parece que la forma más adecuada de demostrar lo planteado en los párrafos precedentes es recurriendo a la historia militar, para a través de un hecho histórico ver de que manera las características de la estrategia ya descritas, se ponen de manifiesto.

La Batalla de Cannas (agosto de 216 a.C.)

Cuando en el año 218 a.C. se declaró la Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago, desde España, el ejército de Aníbal, compuesto por 50.000 mercenarios cartagineses, númidas, íberos y galos, se abrió camino hacia el norte y en pleno invierno, atravesó Los Alpes para invadir Italia.

En diciembre de ese año derrotó a los romanos en Trebia, en la parte norte de Italia.  Después, en abril, avanzó hacia el sur y atacó por sorpresa a los soldados del imperio en el lago Trasimeno, venciéndolos nuevamente.  Sin embargo, fue en Cannas, en agosto del 216 a.C., donde Aníbal logró su victoria más importante, al derrotar a unos 86.000 hombres, el mayor ejército romano jamás reunido.

El Senado de Roma había dado la orden a los cónsules Publio Emilio y Varrón de conformar un ejército poderoso para enfrentar la invasión que encabezaba Aníbal, la cual amenazaba las reservas de cereales del imperio.  Ambos cónsules comandaban día por medio a los soldados romanos y Publio Emilio –quien siempre desaconsejó un ataque al descubierto– no tenía las mismas certezas que Varrón, quien más impetuoso y atrevido, se sentía seguro de una victoria gracias a la superioridad numérica de sus fuerzas, compuesta en partes iguales por romanos y aliados.

En efecto, y para el orden de combate, Varrón dispuso a sus 80.000 infantes y 6.000 jinetes a la manera romana clásica; una línea de vanguardia que precede a una gran falange de infantes en líneas cerradas, flanqueada por la caballería romana a la derecha y la aliada a la izquierda.

En aquel tiempo los métodos bélicos romanos se habían vuelto tradicionales.  Hombres aislados precedían a la infantería pesada, formada en manipulii (que significa puñado), cuyos hombres estaban dispuestos en tres líneas.  Los de segunda línea ocupaban los intervalos de la primera y así hacia atrás.  En el momento del ataque, éstos avanzaban en formación abierta, de forma tal que tenían espacio para lanzar sus venablos o pilum (una especie de lanza delgada que se lanzaba antes de entrar en combate directo) y manejar sus espadas.

Por su parte, Aníbal dispuso a los íberos y galos en formación de media luna, con la parte convexa hacia el enemigo, y en cada extremo situó sus reservas de soldados cartagineses.  Su flanco derecho estaba protegido por la caballería pesada, al mando del general Asdrúbal, mientras que la caballería ligera númida operaría con plena libertad a su derecha.

Durante los tres días en que los ejércitos dispusieron sus fuerzas en el terreno, frente a frente sobre la llanura, se produjeron algunas escaramuzas, pero nada comenzó seriamente sin la orden de los generales.

El combate se inició cuando Aníbal dio orden a su caballería pesada, situada a su derecha, de atacar a la caballería romana que dirigía Emilio Paulo.  El choque fue implacable a lo largo de la orilla del río Ofanto y la élite del ejército romano no tardó en ser dominada y rechazada por las fuerzas que comandaba el general Asdrúbal.
Mientras tanto, la caballería númida del flanco izquierdo cartaginés cargó contra la caballería aliada, al mando de Varrón, poniéndola también en desordenada fuga, pero hacia las alturas de Cannas.

Publio Emilio llevó entonces a sus legiones al combate, las que aunque sofocados por el polvo y el calor avanzaron como una muralla de escudos, conteniendo la línea de vanguardia de las fuerzas cartaginesas, íberos y galos, dispuestas en media luna.  Gracias a su superioridad numérica los romanos se impusieron sobre dicha formación, la que fue acentuando su curvatura al retroceder, haciendo que la medialuna inicialmente de forma convexa se fuera transformando en una cóncava, creyendo los romanos, en primera instancia, que la victoria estaba de su parte.

Aníbal esperó a que las legiones romanas avanzaran hasta el centro de su ahora debilitada media luna, la que se había transformado prácticamente en una gran “U”, y después lanzó su poderosa y bien armada infantería cartaginesa, que aplastó a los romanos en una maniobra de envolvimiento.  Delante de éstos, los íberos y galos, que estaban siendo empujados por la formación romana, regresaron al combate para atacar nuevamente a sus oponentes.  El cerco se completó con la caballería de Asdrúbal –que ya había desbandado a la de Publio Emilio– la cual cortó la única salida posible de las fuerzas romanas.

Aníbal hizo que entraran en acción sus 40.000 infantes y 10.000 jinetes, estrechando el cerco y rodeando a los romanos de tal modo que no tuvieron espacio ni siquiera para emplear sus espadas, siendo presos de su propia superioridad numérica, situación que en definitiva se volvió contra ellos, aplastándolos y sufriendo fuertes bajas.

El genio estratégico del jefe cartaginés estuvo en la concepción de este doble envolvimiento.  En principio los dos ejércitos estaban desplegados en forma tradicional; la infantería flanqueada por la caballería.  Pero Aníbal se mostró astuto al desplegar sus elementos más débiles, los soldados íberos y galos en el centro de su dispositivo, en una media luna convexa, a fin de recibir el choque del asalto romano.  Este dispositivo no resistió mucho tiempo y los infantes romanos avanzaron para encontrarse rodeados por la infantería de Aníbal y con la retirada cortada por su caballería.

Tito Livio y Plutarco calcularon el número de muertos romanos en 50.000. Publio Emilio fue una de las víctimas, pero –ironías del destino– Varrón, a quien se le acusa de este desastre, resultó ileso.

Con pérdidas que no superaban a los 6.000 hombres, Aníbal inflingió a los romanos una aplastante derrota y eliminó a buena parte de la clase dirigente de la República.  A raíz de Cannas, Roma hubo de tomar medidas drásticas y emprender reformas en profundidad para contrarrestar la amenaza cartaginesa.

Con el paso de los siglos muchos generales han intentado realizar maniobras de envolvimiento que les diesen un triunfo parecido al del jefe cartaginés.  De ellos, quienes supieron o pudieron aplicar mejor esta concepción estratégica –pues no siempre el enemigo maniobrará de acuerdo a lo planeado– fueron los generales alemanes Hindenburg y Ludendorff, quienes durante la I Guerra Mundial, al emplear el viejo principio de Aníbal, consiguieron una gran victoria sobre las tropas rusas en Tannenberg, en 1914.  También alcanzó este sitial el general von Rundstedt, en las estepas del frente del Este, en 1941-42, durante la Segunda Guerra Mundial.

En este caso el estratega, a través de la concepción de una forma de actuar determinada, aprovechando la dinámica a la que condujo a su adversario al plantearle incentivos que lo llevaron a actuar como a él le convenía, logró crear una situación tal, que pese a estar en inferioridad de fuerzas, le permitió imponer su voluntad al adversario. La victoria de Aníbal en Cannas fue completa y magistral. La razón del éxito: un brillante plan estratégico.

http://www.anepe.cl/2012/07/estrategia-pura-o-pura-estrategia-la-batalla-de-cannas/


miércoles, 25 de marzo de 2015

Cartago: el origen de un imperio
Leyendas sobre el origen de Cartago
Si un pueblo destacó en los tiempos clásicos por su atroz odio a Roma fue Cartago. Ambas naciones se enfrentaron hasta que una de ellas fue exterminada. Los motivos de ese odio tan profundo eran más que evidentes y se justificaban en parte, en el argumento usado por Virgilio en su poema épico de la “Eneida” . Un poema que con el transcurrir de los años se ha convertido en un clásico de la literatura universal.
La Eneida de Virgilio; el mito de Eneas
Virgilio en el s.I a. C, mezcló en su epopeya la leyenda con la realidad, a la manera de los legendarios mitos griegos de los poetas épicos -como Homero o Hesíodo-, en los que los hombres destacados aparecen como héroes de grandes hazañas que se entremezclan con la intervención de los dioses y con elementos trágicos conducidos por la acción de la fatalidad del destino.
Así eran los mitológicos relatos homéricos, los más antiguos del pasado griego.
Pero los romanos también quisieron tener su propia leyenda para el origen de Roma…El texto de la Eneida resulta casi una transcripción de los poemas homéricos a partir de la guerra de la destrucción de Troya. Así pues, Virgilio creará la Eneida para, además de complacer y vanagloriar al emperador Augusto por pacificar el Imperio (siendo uno de los primeros ejemplos de propaganda política en la Historia), atribuir un origen legendario a Roma creando el mito de Eneas.
El mito de Eneas presenta a éste como un héroe troyano que tras la destrucción de Troya quemada por el ejército aqueo, huye con el objetivo de llegar a las costas del Lacio para fundar una nueva Troya. La aventura peregrina de Eneas dura siete años, hasta que es acogido en el emergente reino de Cártago, gobernado por Dido o Elisa de Tiro, la primera reina de Cartago. Los dioses-Venus y Cupido- intervienen y Dido se enamora perdidamente de Eneas. Después volverá a mediar otro dios, Júpiter para arrebatárselo.
Según la Eneida, la huida de Eneas de los brazos de Dido, se produce por voluntad de los dioses. Pero Dido, tras la partida de Eneas y mortalmente herida de amor, se quita la vida, maldiciendo antes a toda la estirpe venidera de Eneas y clamando el surgimiento de un héroe vengador. De esta forma Virgilio creaba un magnífico melodrama cuyo argumento justificaría en el futuro la eterna enemistad entre dos pueblos hermanos, el de Cartago y el de Roma, lo que devendría en las guerras púnicas. Lo cierto es que Eneas y los troyanos consiguieron llegar a las costas del Lacio. Allí el troyano negoció favorablemente con el rey local latino casándose con su hija Lavinia. Esto desencadenó una guerra con otras tribus locales, pero finalmente se fundó el asentamiento de Alba Longa, eregido por Eneas y el hijo de Lavinia, Silvio.
Con el tiempo, los romanos sintieron a Eneas como propio y trescientos años después, según el mito romano, uno de sus descendientes, Rómulo, fundó Roma en el 753 a.C.
La tradición oral afirma que Virgilio, en su lecho de muerte, encargó quemar la Eneida, y se argumentan dos razones, bien porque al final quiso desvincularse con la propaganda política del emperador Augusto, o quizás porque no consideraba su obra no satisfacía sus expectativas.
Es incuestionable que la Eneida tuvo una gran acogida a lo largo de los siglos y una importantísima influencia sobre todo en la Edad Media.
Cartago fue en la Antigüedad una próspera ciudad y una verdadera potencia de su tiempo que se enfrentó a la gran Roma en las conocidas como “guerras púnicas”. El Origen de Cartago hay que buscarlo en un grupo de fenicios, que procedentes de Tiro llegaron al norte de África y fundaron una nueva ciudad aproximadamente en el siglo XIII a. C. con el nombre de Qart Hadast. La historia de su fundación ha estado durante casi tres mil años envuelta en leyendas. Varios de estos mitos han sobrevivido y llegado a nuestros dias a través de la literatura griega y latina. Según estas leyendas; la ciudad de Cartago fue fundada por la reina Dido (Elisa o Elissar) quien salió de Tiro huyendo del asesino de su esposo, su hermano menor, Pigmalión, que quería a toda costa, convertirse en el nuevo rey de Tiro. Dido con su exilio habría evitado que su pueblo llegara a una inevitable guerra civil
Fuentes históricas sobre la fundación de Cartago
Entre las muchas fuentes históricas que hacen referencia a la fundación de Cartago, los escritores antiguos de los siglos V a.C. y V d.C. tratan de manera más o menos directa la fundación de la “ciudad nueva” (Cartago) de Occidente, emplazada en una península del golfo de Túnez y en el centro de un paso estratégico de las rutas de navegación por el Mediterráneo central. Timeo de Taormina, a caballo entre los siglos IV y III a.C., precisa que la fundación tuvo lugar treinta y ocho años antes de la primera olimpiada, cuya celebración se sitúa en el 776 a.C. El poeta romano Virgilio creía que la fundación de la ciudad coincidió con el fin de la Guerra de Troya; sin embargo, es más probable que la ciudad fuera fundada en algún momento entre 846 y 813 a.C.
Justino, s.II d.C
Parece que hay unanimidad en que los textos más coherentes y con cierta validez histórica sobre la fundación de Cartago son, sin duda, los de Justino.
Justino (Marco Juniano Justino o Justino Frontino ) fue un historiador latino del S.II o III d.C, que vivió probablemente en Roma. Justino escribió una antologia de la historia universal de la obra del historiador galo-romano del S.I a. C, Trogo; titulada de “Historiae Philippicae libri XLIV”, ahora perdida . Consiste en extractos, casi inalterados, unidos por resumenes.
Ante todo, del texto de Justino parece vislumbrarse la existencia de una querella dinástica en el seno de la monarquía tiria.
Sus textos confirman que el rey Muto había dejado como herederos del trono a sus dos hijos, Pigmalión y Elisa. A la muerte de Muto el pueblo remite el poder a Pigmalión a pesar de su juventud. La historicidad de estos personajes parece asegurada, pues aparecen en otros textos, como el de Timeo o Flavio Josefo, éste último pudo tener acceso indirecto a los anales tirios.
Conclusiones de la obra de Justino según las “Consideraciones históricas sobre la fundación de Cartago” de Jaime Alvar y Carlos G.Wagner
Del texto de Justino se desprende que Elisa había sido relegada del poder.
Dejando al margen el polémico tema de que una mujer tuviese la posibilidad de gobernar, lo que parece claro es que el pueblo no tenía la más mínima autoridad política para llevar a cabo una acción como la que le atribuye Justino. En tales circunstancias, parece lógico afirmar que el relato de Justino es una recreación novelada de un enfrentamiento en el seno de la aristocracia tiria con motivo de la sucesión de Muto, cuyo heredero legítimo sería Pigmalión. Este era demasiado joven, es decir, no tendría la edad necesaria para reinar legalmente y por tanto Elisa sería la regente hasta que su hermano alcanzase la mayoría de edad. Por motivos que se nos escapan,pero que deben ser ajenos al aducido por Justino, Elisa es apartada del poder político.
Ante tales circunstancias intenta recuperarlo con una jugada bien calculada: se casa con su tío materno, Acerbas, sumo sacerdote de Melqart y que como tal ocupaba el primer rango en la ciudad tras el propio rey. Se deduce de esta operación una nueva postura política de Elisa, aproximándose a la oligarquía mercantil, frente al sector poseedor de bienes inmuebles que apoyaría a Pigmalión. Este matrimonio parece extremar la tensión y polariza hasta tal punto las posiciones que obliga a una solución inmediata: Pigmalión asesina a Acerbas que se había convertido en su principal rival político. Efectivamente, Acerbas podía reclamar el trono de Tiro porque pertenecía a la familia real, como cuñado del rey Muto y como consorte de una legítima heredera del trono. Por otra parte, sus posibles pretensiones no son en absoluto utópicas: en tanto que sacerdote de Melqart y personaje más influyente en el sector mercantil de la oligarquía tiria.
El margen de la actuación política que Elisa y Acerbas han dejado a Pigmalión es tan estrecho que la única salida que le queda a éste es el magnicidio. Los motivos desencadenantes del asesinato de Acerbas son, vistos desde esta perspectiva, de peso suficiente y parecen más comprensibles que la simple avaricia aducida por Justino. A esta compleja situación dinástica habría que añadir, para comprender mejor los móviles que motivaban las actuaciones de unos y otros, la contraposición de intereses políticos y económicos de las facciones en litigio, ocasionada por la inestable situación internacional.
El asesinato de Acerbas produjo el efecto esperado por Pigmalión, pues la decapitación de la facción favorable a Elisa desorientó a sus miembros, entre los que se encontraban destacados representantes de la aristocracia tiria.
Tras el magnicidio, Elisa y sus partidarios mantuvieron una discreta política de silencio mientras calibraban la reacción adecuada. Sin embargo, ahora la relación de fuerzas había variado considerablemente, debido quizá a algún otro elemento que no podemos determinar con seguridad. Aunque en las ciudades fenicias existían asambleas de carácter popular, su margen de actuación política parece haber sido bastante estrecho, por lo que no parece que en él cupiera la posibilidad de inclinarse en favor de uno u otro heredero, ni que su opinión fuera vinculante.
Así Elisa y los suyos llegan el convencimiento de que la única salida viable era el exilio. Del texto de Justino se desprende que éste fue preparado con el máximo secreto, lo que reforzaría la existencia de un estrecho cerco de Pigmalión en torno a la facción disidente.
La continuación del relato de Justino encierra también una información rica en interpretación. La huida de Elisa y sus partidarios, bajo la forma en que la narra nuestro epitomista, evidencia con claridad meridiana que la fundación de Cartago no es más que una consecuencia de luchas políticas internas.
La Fundación de Cartago por DIDO
Mientras reinaban en Asiria Samsiadad V y la reina Semíramis, tan celebrada por los historiadores griegos, murió el rey de Tiro : Mutón I, dejando por sucesor a Pigmalión, niño de 11 años, y a Elisa, de pocos más, que debían reinar juntos. Cansado el pueblo de la forma aristocrátrica de gobierno, proclamó a Pigmalión por único rey. Excluída del trono, Elisa se casó con Sicarbaal, sumo sacerdote de Melcart y jefe de la aristocracia.
Por orden del joven rey, partidario de los demócratas, fue asesinado Sicarbaal. Para vengarse, tramó Elisa una conspiración con la aristocracia; pero habiendo fallado el intento, se vio obligada a expatriarse, embarcándose al efecto con otos muchos nobles, llegando cerca de la actual Túnez, donde los sidonios habían fundado la colonia de Cambé.
La huida de Elisa y sus partidarios, según Justino, evidencia que la fundación de Cartago no es más que una consecuencia de las luchas internas de la aristocracia tiria. Ahora bien, la fundación de la nueva colonia no es más que el broche final de una aventura que forzosamente tenía que concluir de la forma en que lo hizo. Se podría arguír que la historia de Elisa podría haber acabado en Chipre, en Utica, o en cualquier otra colonia de Tiro y no necesariamente en la fundación de un nuevo establecimiento.
Su única posibilidad es establecerse en un nuevo asentamiento a la espera de que las circunstancias en Tiro les sean favorables para regresar. El lugar escogido para este exilio transitorio reúne los requisitos necesarios para mantener un contacto indirecto con la metrópoli y observar un mínimo de seguridad frente a posibles represalias procedentes de Tiro. Por ello, se establecen en las proximidades de una antigua fundación colonial, Utica, alejada de la metrópoli, pero no excesivamente distante.
La evolución interna de la política en Tiro hizo imposible el sueño del regreso y al cabo de algún tiempo los habitantes del asentamiento temporal decidieron levantar, en las proximidades del lugar al que habían llegado Elisa y los suyos, una auténtica nueva ciudad: Qartihadastí. Elisa, es conocida desde entonces con el nombre de DIDO ( la fugitiva), fundó allí una ciudad que los griegos llamaron Carquedón y los romanos: CARTAGO.


Legiones Romanas
La Legión Romana (del latín legio, leva) era la unidad militar básica de la antigua Roma. Consistía en un cuerpo de infantes pesados de entre 5.000 y 6.000 (más tarde hasta 8.000) soldados de infantería y varios centenares de jinetes. Las legiones tenían asignado un nombre y un número; se identificaron cerca de 50, pero nunca llegaron a existir tantas en un mismo momento de la historia de Roma. Usualmente había 28 legiones con sus auxiliares, y se reclutaban más según las necesidades y la situación en cada momento.
HISTORIA
Originalmente, en la época de los Reyes, la legio englobaba al ejército romano en su totalidad, compuesta de ciudadanos romanos reclutados para las armas. En algún momento, posiblemente al comienzo de la República Romana, la legio estaba subdividida en dos legiones separadas, cada una bajo mando de uno de los dos cónsules.
En los primeros años de la República, cuando las campañas militares romanas estaban centradas principalmente en rechazar multitud de invasiones, no se sabe a ciencia cierta si el poder militar de las legiones fue desplegado completamente en su conjunto. Las legiones se organizaron de un modo más formal en el siglo IV adC, cuando las guerras en las que Roma se veía involucrada se hicieron más frecuentes y estratégicamente mejor planificadas, y la armada consular se dividió en dos legiones. Los tribunos militares aparecieron después del año 331 adC. La organización interna de la legión fue más sofisticada, de la clásica falange se pasó al sistema de cohortes, manípulos y centurias.
Más tarde, durante el Imperio, la legión era comúnmente reforzada por tropas aliadas, las allae. Estas tropas eran reclutadas entre mercenarios o entre pueblos cuya habilidad bélica era bien conocida en el mundo antiguo, como los jinetes númidas o los honderos baleares. Su función era generalmente la de actuar como auxiliares de las tropas romanas, principalmente legionarios.
Durante los períodos finales de la República de Roma y la Roma Imperial, las legiones desempeñaron un rol político importante, al tiempo que se profesionalizaban completamente. Sus acciones podían asegurar el destino de un Emperador romano, o destruirlo. Un ejemplo es la caída de Vitelio en el Año de los cuatro emperadores, decidida en el momento que las legiones del Danubio eligieron apoyar a Vespasiano.
Cerca del siglo I adC, la amenaza demagógica de las legiones quedó claramente identificada. Los gobernantes no podían alejarse de sus provincias con sus Legiones. Cuando Julio César cruzó el río Rubicón para dejar sus provincias y trabarse en armas en Italia, se precipitó una crisis constitucional.
ORGANIZACIÓN
En la República, la existencia de las legiones fue efímera. Con excepción de las Legiones I a IV, que formaban la armada consular (dos por cónsul), las otras unidades se reclutaban por campaña. El carácter permanente tuvo lugar fundamentalmente por cuestiones internas; en particular para garantizar su lealtad al Emperador, y no a sus generales.
Durante el Imperio, la legión fue estandarizada, con símbolos y una historia individual en donde los hombres servían con orgullo. Las legiones eran comandadas por un legado o legatus. Rondando los treinta años de edad, usualmente serían senadores por tres años. Los subordinados inmediatos del legado, serían seis tribunos militares elegidos - cinco oficiales regulares y el sexto, un noble representando al Senado. Había un grupo de oficiales prestando servicios médicos, ingenieros, cronistas y el praefecti castrorum (prefecto o comandante de campo), que había servido como primipilum, o primer centurión, siendo éste un personaje muy respetado. Por debajo del primipilo se hallaban los centuriones, que tenían como subordinado a un optio. Por debajo se hallaba la masa de legionarios, entre otros especialistas como sacerdotes y músicos.
A mediados de la República, las legiones se componían de las siguientes unidades:
1) Caballería o equites.
Esta era originalmente la unidad más prestigiosa, donde los romanos jóvenes y saludables comenzaban a destacarse antes de iniciar sus carreras políticas. El equipamiento necesario era pagado por cada jinete, y consistía en un escudo redondo, casco, armadura corporal, espada y una o más jabalinas.
La caballería era excedida en número en la legión. En un total de cerca de 3000 hombres, habría apenas unos 300 jinetes, divididos en 10 unidades de 30 hombres. Al mando de cada unidad, había un decurión. Sumada a esta caballería pesada, habría una caballería liviana que reclutaba ciudadanos más pobres y jóvenes de buena salud, pero sin la edad suficiente para entrar en la hastati o en la equites.
2) Infantería liviana o velites.
Los velites eran básicamente lanzadores de jabalina y hostigadores en general y no tenían una organización formal precisa o una función en el campo de batalla; eran utilizados según la necesidad. Provenían de los estratos económicamente más bajos de la sociedad.
3) Infantería pesada.
Era la unidad principal de la legión. Se componía de ciudadanos legionarios que pudieran pagar el equipamiento compuesto de casco de bronce, escudo, armadura y lanza corta (pillum). El arma preferida era el gladius, un tipo de espada corta. La infantería pesada era subdividida de acuerdo a la experiencia de los legionarios en tres líneas separadas:
Los hastati (sing. hastatus) eran los más jóvenes y formaban la línea delantera, iban armados con dos pila de distintos pesos, para que una tuviera más alcance y la otra perforase los escudos. En el cuerpo a cuerpo, usaban la espada.Como armadura era común el uso de placas de bronce sujetas con correas de cuero, que tapaban el corazón y parte el pecho. También usaban casco de bronce y el scutum (escudo largo romano).
Los príncipes (sing. princeps), hombres con edades rondando los 30 años, componiendo la segunda línea de la legíon, iban armados al igual que los primeros, pero en lugar de la placa del pecho, podian pagarse una coraza de cota de malla de anillos.
Los triarii (sing. triarius) eran los soldados veteranos y alineados atrás, sólo entrarían en combate en situaciones extremas. A diferencia de los principes, en lugar de los pila usaban una lanza larga, para formar en una sólida falange erizada de puntas de lanza, que contuviera al enemigo.
Cada una de estas líneas estaba subdividida en manípulos, la menor subunidad del ejército, compuestas de dos centurias comandadas por el centurión mayor. Las centurias eran nominalmente de 100 soldados (de allí el nombre), pero en la práctica podían llegar a ser solo 60, sobre todo en las manípulas triarii, menos numerosas. Cada centuria tenía su estandarte, y era compuesta de diez unidades llamadas contubernia. En un contubernio había 8 soldados compartiendo tienda de 4 plazas (los otros 4 estarían siempre de guardia) piedra de moler, una mula y un caldero (dependiendo de la duración de la travesía).
En batalla, las manípulas eran organizadas comúnmente en una formación de cuadrícula llamada quincux. Las manípulas de príncipes cubrían los espacios abiertos dejados por los hastati, siendo cubiertos los propios por las manípulas triarii.
Cuando se desplegaba una legión en el combate, cada centuria formaba normalmente un cuadrado de 10 hombres de frente por 8 de fondo. Así, una centuria se colocaba tras la otra y formaba un manípulo, formando un cuadrado de 10 hombres de frente por 16 de fondo. En las crónicas de Polibio y Vegecio se relata como que el espacio entre filas era de 3 pies, siendo entre columnas de 4 pies (tomando como referencia que un infante pertrechado ocupa un espacio de dos pies de ancho por uno de fondo -60 x 15 cm-, deducimos que cada centuria podía ocupar un cuadrado aproximado de unos 50 pies de frente por 40 de fondo, es decir, 15 metros por 12.
En las cohortes, los tres manípulos formaban juntos en línea, pero dejando una distancia entre sí suficiente como para que la segunda centuria de cada manípulo pudiese ocupar el espacio entre las centurias situadas al frente. Esta formación dispuesta con tres centurias de frente por dos de fondo ocuparía un espacio en el campo de batalla de aproximadamente unos 75 m de frente, pero teniendo que dejar un espacio de 15 m con referencia a la cohorte situada en su flanco izquierdo, de forma que su centuria situada en la segunda línea a la izquierda pudiera desplegarse en este espacio.
Las cohortes generalmente se disponían en tres líneas denominadas acies o al menos para César la formación en "triplex acies" es la habitual. En caso de que se contase con pocos efectivos también se podía formar en "acies dúplex", pensado para poder mantener un mismo frente de batalla ante un enemigo superior en número, evitando así el ser superado por las alas y, una vez envuelto, derrotado. Dado que una legión estaba formada por 10 cohortes, en la formación de triplex acies se obliga a que una línea tenga una cohorte más que las otras dos, siendo habitual el despliegue en el campo de batalla de cohortes de distintas legiones, eso sí, procurando que las cohortes de una misma legión estuvieran próximas unas a otras.
LAS REFORMAS DE MARIO
La división de la infantería en secciones especializadas, hastati, príncipes y triarii, desaparecerá con la reforma de Cayo Mario, a finales del s. II adC.
A partir de la reforma, la infantería legionaria constituye un cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por razón del armamento o la edad de los soldados. Del mismo modo, se eliminó de la legión el contingente de velites, que ya estaba totalmente en desuso: la infantería ligera de las legiones primitivas era muy poco efectiva, como se demostró una y otra vez durante las Guerras Púnicas y fue sustituida por cuerpos especializados de "auxiliares", que en época imperial, procedían de levas entre los indígenas de las diversas provincias, agrupándose según su origen étnico y conservando su estilo peculiar de combate.
Esta reforma se debió a la necesidad de crear un nuevo contingente militar para la defensa del territorio romano tras las gravísimas derrotas sostenidas por el ejército en las guerras contra Cimbrios y Teutones, dos tribus germánicas que habían atravesado las fronteras romanas en el transcurso de su migración hacia la Galia, entre los años 106 y 105 adC.
Estas derrotas, de proporciones catastróficas, junto con el progresivo desinterés por la milicia por parte de las clases sociales superiores, implicaban que la cantidad de hombres disponibles para combatir era demasiado exigua, y supusieron el abandono del concepto "ejército de ciudadanos" por parte de Roma. Mario instituyó un ejército profesional de nueva planta, reclutado entre las clases sociales inferiores, los infraclassem, hasta entonces exentos del servicio militar. A partir de este momento el legionario es un soldado profesional, que recibe una paga por su servicio y la promesa de mejoras económicas una vez concluido.
Pero esto implicaba también un grave riesgo para la estabilidad de la República, ya que a partir de este momento los soldados empiezan a ser leales únicamente a quien les paga, a quien les dirige: al general. De ahora en adelante, el ejército se convierte en un factor decisivo en la vida política romana, ya que cualquier personaje que cuente con el apoyo de las legiones puede utilizarlas como herramienta para obtener el poder.
Desde este momento, las cohortes, de las que habrían seis a diez, sustituyen a los manipula como unidad táctica básica. Cada cohorte se compone de 6 a 8 centurias y es liderada por un centurión asistido por un optio, un soldado capaz de leer y escribir. El centurión mayor de la legión es llamado primus pilus, un soldado de carrera y asesor del legado.
Por lo tanto, una legión se componía de alrededor de 4800 hombres de armas, y de un gran número de discípulos, sirvientes y esclavos. Las legiones podrían contener hasta 6000 hombres en batalla, aunque en ciertos momentos de la historia romana se redujeron a cerca de 1000 para refrenar comandantes rebeldes. Las legiones de Julio César tenían sólo 3500 hombres aproximadamente.
Por otra parte, desde la época de Julio César, las legiones incluían un tren de artillería bastante completo: cada centuria estaba equipada con una carroballista, una gran ballesta montada encima de un carro, y cada cohorte con una catapulta, lo que no sólo incrementaba la potencia de fuego de la legión en el combate a campo abierto, sino que servía también para la guerra de asedio.
Este pequeño ejército, capaz de batirse por sí solo en casi cualquier modalidad militar, arrastraba (especialmente en época imperial) una gran cantidad de personal civil no directamente relacionado con la legión: comerciantes, prostitutas, "esposas" de legionarios (que no podían contraer matrimonio), que al establecerse en torno a los campamentos permanentes o semipermanentes acababan dando lugar a auténticas ciudades.
En principio, era requisito imprescindible para ser legionario el poseer la ciudadanía romana.
SÍMBOLOS
Desde la reforma de Mario –alrededor del año 104 adC-, se ha venido priorizando en el seno de la legión una de las enseñas tradicionales que estos cuerpos solían llevar al campo de batalla. Se trata del águila, que se impone como símbolo legionario por antonomasia, desplazando al lobo, al toro, al jabalí y al caballo, muestras de animales totémicos pertenecientes a una sociedad campesina. Las águilas se realizan en metales nobles –plata primero, oro después- y se guardan celosamente en el "aedes signorum" o santuario del campamento.
La pérdida de las águilas, como les sucedió a Craso o Marco Antonio en Oriente o a Varo entre los germanos es el mayor deshonor que puede sufrir un cuerpo legionario.
El suboficial al cargo del águila era el "aquilifer". A mayores, existen otro tipo de estandartes, como los "signa", "imagines", "vexilla" o "dracones". El "signum" es el estandarte de cada centuria: rematado en forma de asta o mano –en recuerdo del antiguo manípulo- se decoraba con guirnaldas, cruces y discos.
En los cuerpos auxiliares los "signa" incluyen imágenes de los emperadores, con lo que el segundo tipo de estandartes -las "imagines"- es privativo de las legiones. Por su parte, el "vexillum" es la bandera que marca la posición del general en el campo de batalla, pero también es la enseña de los destacamentos irregulares, por lo que éstas reciben el nombre de "vexillationes". Se cuelgan de una barra cruzada al mástil de la enseña.
El "draco" es una cabeza de animal en bronce con las fauces abiertas a la que se añade un tubo de colores y que al agitarlo producía un ruido sordo. Los portadores de estas enseñas eran, respectivamente, los "signiferes", "imaginiferes", "vexillarii" y "draconarii".
El culto a las enseñas se realizaba con carácter permanente mediante la deposición en el "aedes", sin embargo existen ocasiones especiales en las que se honran los "signa" y "vexilla" (Rosalia Signorum), las águilas legionarias (natalis aquilae, Honos Aquilae)...
Para saber mas…

La Mujer en la Roma Antigua
El papel principal que desempeñarán las mujeres en Roma será el de fiel y abnegada esposa ya que dependían en todo momento de su marido. Los enlaces matrimoniales solían ser concertados por las familias y el padre de la joven debía entregar una dote a la muchacha. Ella tenía derecho de sucesión respecto a su padre e incluso capacidad de testar por lo que se dieron matrimonios donde la esposa era más rica que el marido y rehusaba su autoridad, recibiendo en ocasiones todas las clientelas del padre.
Pero lo habitual era que la mujer estuviera absolutamente supeditada a su esposo. Si tradicionalmente es el pater familias el que dirige la casa, quien da las órdenes a los esclavos y dirige la administración del hogar, ¿cuál es el papel de la mujer en las casas respetables de Roma? Lo habitual es que las matronas mataran la mayor parte del tiempo en los trabajos relacionados con la costura y el tejido.
Paulatinamente la mujer irá ocupando un papel protagonista en la organización de la familia, incluso por prescripción médica ya que los galenos consideraban que las mujeres debían desarrollar alguna actividad. Algunos hombres empezaron a dejar en manos de sus esposas la dirección del hogar, incluso la llave de la caja de caudales. El contar con varios esclavos permitía a la matrona poder delegar en ellos todos los trabajos de la casa, incluso los relacionados con su propia higiene personal. El esclavo viste y calza a la dama, aunque no lava sus dientes.
Los esclavos acompañan a la señora en la alcoba, aunque la matrona duerma sola o en compañía de su esposo. Era frecuente que los esclavos durmieran en las puertas de las alcobas, contándonos un poeta satírico que "cuando Andrómaca hacía el amor con Héctor, sus esclavos, con la oreja pegada a la puerta, se masturbaban".
Esta omnipresencia de los esclavos en las vidas de las clases acomodadas romanas provocarán que las infidelidades fueran públicas en la mayor parte de los casos. Para mantener una relación amorosa secreta lo mejor era alquilar una habitación a un sacristán ya que estaba obligado a guardar silencio. Si el esposo fallecía, la matrona vería protegida su virtud por su familia, ante la inminente llegada de una legión de pretendientes que deseaban hacerse con su fortuna.
Previamente debía haber muerto el padre porque sino como pater familias era dueño de todo lo que pertenecía a la familia. El sino de esta viuda es volver a contraer matrimonio o buscarse un amante que la complazca en el lecho, a pesar de la indignación de los moralistas romanos. Si era el hombre el que quedaba viudo podía buscarse una concubina, mujer o mujeres con los que un hombre solía acostarse habitualmente. No olvidemos que los emperadores contaban con un amplio harén de concubinas en palacio. Pero llegaría un momento en que ese hombre viudo decidiera establecer un vínculo más estrecho con esa concubina de inferior rango social por lo que se produce una unión de hecho entre ambos denominada concubinato. La concubina debía ser una mujer libre y la unión monogámica.
Este concubinato no da lugar a consecuencias jurídicas, siendo libres los hijos nacidos de esa relación.
Mujer y sociedad en la Roma Imperial del Siglo I
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La Familia en Roma Antigua
EL HOMBRE Y LA MUJER LIBRE: El romano en su casa era dueño absoluto de su familia y de sus esclavos. La autoridad paternal era muy grande, y durante mucho tiempo tuvo el padre derecho de vida y muerte sobre los suyos.
En la ciudad era ante todo un ciudadano. No se dedicaba, como el griego, al comercio, sino a los negocios públicos. Si era acaudalado, recibía por la mañana a sus clientes, escuchaba sus peticiones y les distribuía consejos o socorros. Después iba al Foro, donde tomaba asiento en el senado o en el tribunal. Si era pobre, se inscribía como cliente de un rico, lo escoltaba en público y lo sostenía con su voto en las elecciones.
Las distracciones eran raras. Por la tarde jugaba a la pelota o iba a los baños que eran, como el café moderno, la cita de los ociosos. Sólo algunas procesiones religiosas y algunos juegos del circo alteraban a veces la monotonía del año. Esa vida convenía a un pueblo de propietarios rurales; pero las costumbres fueron modificándose muy de prisa en Roma como se verá más adelante, hasta que en la época del Imperio se convirtió en verdadera ciudad de placeres.
El papel de la mujer era más importante en Roma que en Grecia. Gobernaba también la casa, pero tenía más autoridad que la mujer griega, porque estaba más asociada a la vida de su marido. Se la felicitaba porque cuidaba del gobierno de la casa e hilaba la lana, pero en realidad hacía más que eso. Compartía los honores que se tributaban a su esposo, aparecía con él en público, en las ceremonias y los juegos, y estaba rodeada de consideraciones; era en fin la señora, la matrona. En la casa, no estaba confinada en sus habitaciones, sino que tomaba parte en las comidas y recepciones. Su influencia, aunque no reconocida por la ley, de hecho era muy grande. Catán tuvo la prueba cuando quiso acabar, por medio de una ley, con el lujo de las mujeres. Los ciudadanos no se atrevieron a votar el proyecto a vista que sus esposas estaban en la Asamblea.
LA FAMILIA EN LA REPUBLICA : El fundamento del estado romano era la familia, y el de la familia, el matrimonio. Cuando los patricios eran los únicos ciudadanos, sólo existía un matrimonio el matrimonio religioso, la confarreación, que consistía en ofrecer un sacrificio esparciendo farro sobre la víctima y en comer después los esposos una torta de farro Esta ceremonia la presidía el flamen de Júpiter. En seguida, la esposa vestida de blanco y cubierta la cara con un velo rojo, era conducida a son de flautas y cánticos a casa del esposo, que la hacia transponer el umbral levantándola en vilo, para simular un rapto. De esa manera la separaba de los dioses de su propia familia y la unía a los de su nueva casa.
Cuando los plebeyos conquistaron la igualdad, se instituyó para ellos un matrimonio civil, la coemptio, que fué substituyéndose poco a poco por el matrimonio religioso. Consistía en una venta simulada hecha delante de un magistrado: el esposo tocaba una balanza con una moneda de cobre que seguidamente ofrecía a los padres de la prometida, como precio de su mujer.
Las mujeres tenían una dote que el marido habla de devolver en caso de divorcio; y los divorcios, raros en su origen, fueron aumentando a medida que las antiguas costumbres iban alterándose. Primitivamente, el marido podía, en virtud de su derecho de jefe de familia, repudiar a su mujer. La mujer, a su vez, pudo más tarde pedir la separación. El filósofo Séneca, en tiempo del Imperio, decía indignado: e Las damas nobles se divorcian para volver a casarse, y contraen nuevo matrimonio para divorciarse otra vez.
EL HIJO: El hijo recibía el apellido del padre, es decir era reconocido por éste una semana después de su nacimiento, el día llamado de la purificación. Era generalmente criado y educado por la madre, hasta el momento en que iba a la escuela. Se le suspendía al cuello una bolsita o bula, que contenía amuletos contra el aojo, y que conservaba hasta el día en que abandonaba la toga pretexta para ponerse la viril. Esta ceremonia de la mayor edad se verificaba ante el altar de los lares, cuando tenía diez y siete años; pero aun declarado mayor de edad, continuaba bajo la potestad de su padre.
En la escuela, aprendía a leer, a escribir y a contar bajo la dirección de profesores severos que lo castigaban con azotes por la menor falta. Los niños ricos tenían preceptores en casa de sus padres. La música y la gimnasia eran artes de entretenimiento y lujo. Después de la enseñanza primaria, los jóvenes romanos recibían la literaria que comprendía el estudio de la Ley de las Doce Tablas , el de los poetas griegos y el de los escritores latinos, porque se trataba de formar administradores y oradores. Así el que un joven romano explicara poco más o menos los mismos textos latinos y griegos que un joven de la época actual, que hace sus estudios clásicos.
LA FAMILIA ROMANA EN EL BAJO IMPERIO: Alrededor del siglo II d. de C., ocurrieron cambios significativos en el seno de la familia romana. Los fundamentos de la autoridad del paterfamilias sobre su familia —que ya habían comenzado a debilitarse en los últimos días de la República— se socavaron todavía más. El paterfamilias ya no tenía autoridad absoluta sobre sus hijos; ya no podía venderlos como esclavos o matarlos. Es más, la autoridad absoluta del esposo sobre su cónyuge se había desvanecido, práctica que también comenzó en las postrimerías de la República. En el Antiguo Imperio, la idea de un cónyuge guardián se debilitó de manera importante, y para finales del siglo u d. de C. se había vuelto una mera formalidad.
Las mujeres romanas de las clases altas disfrutaban de considerable libertad e independencia. Habían adquirido el derecho a poseer, heredar y disponer de propiedades. Las mujeres de las clases altas eran libres para asistir a las carreras, al teatro y a espectáculos del anfiteatro, aunque en los dos últimos lugares se les obligaba a sentarse en secciones para mujeres.
Es más, las damas de alcurnia se hacían acompañar de doncellas y de matronas cuando salían. Algunas mujeres manejaban negocios, como compañías de embarques. Las mujeres todavía no podían participar en la política, pero el Antiguo Imperio fue testigo de un número importante de mujeres que influyeron en la política a través de sus esposos, por ejemplo: Livia, la esposa de Augusto; Agripina, la madre de Nerón, y Plotina, la esposa de Trajano.
A finales del primer siglo y comienzos del segundo hubo una disminución apreciable en el número de niños, tendencia que se había iniciado al final de la República. Fue particularmente evidente el incremento de matrimonios sin hijos. A pesar de las leyes imperiales dirigidas al incremento de niños, la baja tasa de nacimiento persistía.
La clase alta romana no sólo continuó utilizando el infanticidio; utilizaba también los anticonceptivos y el aborto para limitar la familia. Existían muchas técnicas anticonceptivas. Aunque muy solicitados, los amuletos, las fórmulas mágicas y las pociones para inducir la esterilidad temporal demostraron ser ineficaces, al igual que el método del ritmo, ya que los médicos romanos creían que una mujer era más fértil justo cuando la menstruación estaba concluyendo.
Una práctica más confiable consistía en el uso de aceites, ungüentos y lana suave para obstruir la abertura del útero. También se utilizaban técnicas anticonceptivas para varones. Una primitiva versión de condón se fabricaba con la vejiga de una cabra , pero su precio loo hacia prohibitivo. Aunque las fuentes medicas no lo mencionan , los romanos también practicaban el ubicuo coitus interrumptus. También se practicaba el aborto ya sea por la ingestión de drogas o mediante instrumentos quirúrgicos. Ovidio fustiga a Corina: "Oh, mujer porque apuñaláis y agujereáis con instrumentos y ofreces venenos espantosos a vuestros hijos aun no nacidos"
La fama atribuye a los romanos cometer grandes excesos en la comida y la bebida. Pero sólo el patriciado gozaba de tanta abundancia. El romano medio tenía dificultades para conseguir comida barata y fresca. En el mercado, la oferta era de mala calidad. Por eso se apelaba a distintos recursos para olvidar que se ingería comida en descomposición: las hierbas aromáticas ayudaban a disimular el olor desagradable y el "garum", salsa de pescado muy fuerte, compensaba el mal gusto.
Por lo general, el desayuno consistía en pan y agua, y el almuerzo, en carne y fruta con vino. La comida principal era la cena, que, para los patricios, constituía un pequeño acontecimiento social. El panorama era radicalmente distinto entre los necesitados. Los pobres carecían de cocina en sus viviendas, lo que los obligaba a adquirir en el mercado productos idóneos para ser consumidos en el momento. El descontento por la escasez de comida era tan grande, que los emperadores instituyeron días de reparto de alimentos gratuitos.