domingo, 7 de septiembre de 2014

Canciones con historia:Rock argentino: Muchacha ojos de papel - Almendra

Lloran los ojos de papel
• Cristina Bustamante, la musa del himno de Spinetta, habló poco después de la muerte del músico

«Hablé por teléfono con Luis en octubre, y me contó que estaba muy enfermo. Yo antes le había mandado un mail y él, en su estilo críptico de toda la vida, me lo contestó y me pareció que algo andaba mal. Lo llamé y me confirmó que estaba muy enfermo, pero me dijo algo que me conmovió: Estoy preparado para esto, vengo preparándome toda la vida para este momento, y yo ya dije todo lo que tenía que decir».

Conmovida hasta el llanto, Cristina Bustamante habló con este diario de quien fue
-según relata- «el primero de mi vida en muchísimas cosas». Cristina, (Cris), fue la novia de la adolescencia de Luis Alberto Spinetta, la que inspiró «Muchacha ojos de papel», ese himno que cantan chicos cuyos padres aún no habían nacido cuando estos dos jóvenes de 17 años se unieron.

«Tengo un dolor enorme, estoy rota por dentro. Luis fue el gran amor de mi vida; hace algunos años, de visita en Buenos Aires, una amiga me dijo Andate tranquila que acá te cuidamos la adolescencia. Con la muerte de Luis, se muere toda una etapa de mi vida...».

Cristina partió de la Argentina en 1978; vivió siete años en Venezuela, otros veinte en Boston y desde entonces está en Los Ángeles; es profesora de español en una exclusivísima secundaria de Santa Monica a la que concurren hijos de celebridades de Hollywood. La «Muchacha ojos de papel» es una bella abuela de dos nietos que le dio su hija Celeste.

Alguna vez, ya separada de su primer marido y hace una vida, este periodista la chicaneó: «¿Estás segura de que sos vos la muchacha de la canción del Flaco?» Ella, filosa, respondió: «Qué te pasa, querido: yo incluso ayudé a darle forma a la versión definitiva de la letra».

Ayer, conmovida por la muerte de quien para millones de amantes de su arte fue el más grande músico-poeta argentino de todos los tiempos, y para ella su primer amor, modifica la versión: «En realidad yo hice un solo cambio; en el original Luis había puesto senos de miel, y yo le dije que eso parecía un catálogo de corpiños... Estuvimos de acuerdo en que pechos quedaba mejor».

Reprimiendo en vano el llanto, agrega: «Yo nunca me di crédito por Muchacha... fue todo de Luis; el arte fluía a través de él». El periodista trata de convencerla de que muchas veces la musa es tan importante como el poeta. En vano. «La única letra que escribí para Almendra fue un tema, Chocolate, pero creo que nunca se grabó».

Almendra -Spinetta, Edelmiro Molinari, Rodolfo García, Emilio del Guercio- estrenaron el tema más cantado y recordado de la historia del rock argentino un viernes a la noche en el teatro Coliseo, en 1969. Era el tiempo en que el rock en castellano trataba de abrirse paso y el influjo del «flower power» californiano intentaba hacer pie en Buenos Aires.

La poesía de esa canción aparentemente simple (cuatro voces, una guitarra acústica, casi un «unplugged» como se lo llamaría décadas más tarde), pero complejísima en las armonías vocales de los cuatro integrantes del grupo paralizó a los 1.500 privilegiados que asistieron a ese pequeño milagro. Desde ese momento, la historia de la música local cambió para siempre.

Antes de esa noche Cris recuerda que Luis y ella se abrazaban en la cocina de la casa de sus padres (la portería del edificio donde vivía Del Guercio) para escuchar «la media hora de los Beatles de Modart en la noche», uno de los programas más populares de la época. Los dos cursaban el quinto año de secundario.

«Escuchábamos a los Beatles y dibujábamos; los tres dibujábamos bien: Luis, Emilio y yo. Y como yo sabía inglés y Luis no tanto, le traducía los temas de los Beatles; para él era una especie de heroína del inglés».

El padre de Cris, «con su ética de clase trabajadora, de encargado de edificio, no estaba para nada contento de que su nena saliera con un pibe de pelo largo. Pero después lo amó...».

¿Cómo era el «Flaco» en su relación con ella? «Luis era miel pura, y no sólo conmigo. Hace unos tres años, creo que en 2008, estaba en Buenos Aires tomando un café con él y lo llamó Mercedes, su pareja actual. Lo escuché hablar por teléfono con ella y me estremeció: abría la boca y de ella sólo salía poesía».

En esa charla telefónica en la que Cris se enteró de la grave enfermedad de Spinetta, ella le recomendó hacer meditación: un músico de jazz, maestro de su actual esposo (un músico estadounidense) también enfermó de cáncer y se volcó al misticismo oriental. El «Flaco» respondió con la frase que cuenta Cris: «Me preparé toda la vida para este momento». Ella está convencida de que «la filosofía fue la herramienta que le permitió irse tranquilo. Esa vez, que fue la última vez que charlé con él, lo escuché en absoluta paz consigo, tranquilo, fuerte para enfrentar lo que venía».

Cuando hace algún tiempo, y gracias a la red social, Cris y este periodista retomaron una amistad que había quedado trunca hace más de tres décadas, ella le confesó que la única razón que podría traerla de visita a Buenos Aires era verlo a Luis. «Ya no tengo familia, y me quedan pocos amigos ahí. Si voy es para verlo a Luis».

La historia de amor duró tres años; la letra de «Muchacha...» obviamente habla de la primera relación sexual del músico con su musa. Después cada uno siguió su camino, pero el vínculo que los unió (no sólo el musical) los mantuvo cerca pese a la distancia física que los separó.

Hacia el final de la charla, Cris estalla en llanto: «Luis no era una persona religiosa; ninguna de sus letras habla de Dios, pero desde chico estudió filosofía y estoy segura de que fue eso lo que lo preparó para la muerte. Y pese a ser agnóstico, estoy segura de que John y George van a estar esperándolo donde quiera que vaya su alma».

http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=623718


 NUT 

Antes de que el mundo existiera, todo estaba fundido en un océano caótico, denominado Nun.  Allí se encontraba Atum (el Sol) diluido, que al tomar conciencia de sí mismo gritó, surgiendo se este grito Ra.
Ra crea el aire, Shu, y la humedad, Tefnut, (el principio masculino y femenino que es el símbolo de la creación y la generación para los egipcios), antepasados del resto de los dioses.
De esta pareja, nacen Nut “la bóveda celeste”, representada como una mujer desnuda, con el cuerpo arqueado a modo de bóveda celeste, revestida de estrellas, algunas veces se la representa también como una vaca; y Geb “la Tierra”, representado como un hombre verde oscuro coronado, con una oca en la cabeza.
Ra había prohibido la unión de Nut y Geb, pero ellos se casaron si su consentimiento. Enojado, Ra los castigó condenándolos a no estar juntos jamás. Para ello ordenó al padre de estos, Shu, que los separara.
De este modo, Geb, la tierra, permaneció separado de Nut, el cielo; y entre ellos se extendía Shu, el aire. Así se representa a Geb tumbado, Nut arqueada sobre él y Shu entre ambos; de este modo se creó el espacio necesario para la aparición del mundo que conocemos, con todos los seres vivientes, incluida la humanidad que nace de las lágrimas de Atum.
Además de este terrible castigo, Ra le prohibió a Nut tener descendencia de Geb en ningún mes del año.
Pero el dios Thoth se compadeció de ellos y decidió ayudarlos. Era sobradamente conocida su inteligencia, así que logró convencer a la Luna para que  jugara un juego con él. El premio sería la luz de la misma Luna.
Thoth ganó tanta luz que la Luna tuvo que agregar cinco días más al calendario oficial, los llamados días epagómenos, que en realidad no pertenecían a ningún mes en concreto.
De este modo, en estos días, pudieron por fin nacer los cinco dioses: Osíris, Rey del Más Allá; Isis, Trono de Egipto; su hijo Horus, Rey de Egipto; Seth, El caos, el desierto; y Neftis, la noche, la muerte.
Seth y Neftis no tuvieron hijos, pero ella concibió con Osiris a Anubis, encargado de acompañar a los muertos al más allá.
Osiris, Isis, Seth y Neftis tenían numerosos templos y se celebraban sus fiestas durante los cinco días epagómenos, al finalizar el año.
Geb es una de las deidades más antiguas. Príncipe de los Dioses, hereda el trono de su padre Shu, luego legó la autoridad sobre la Tierra a Osiris, después pasó a Horus y finalmente al faraón, denominado heredero de Geb.
Nut, “La Grande que parió a los dioses”, es la diosa del cielo, creadora del universo y los astros. Sus extremidades simbolizaban los cuatro pilares sobre los que se apoya el cielo. Nut, diariamente paría al Sol que viajando sobre su cuerpo llegaba hasta su boca, desapareciendo en el interior (o en la Duat), renaciendo al día siguiente.
Protectora de los muertos, que acudían a ella para obtener alimento y protección, daba a los difuntos la facultad de renacer. Su morada era un sicómoro (higuera) en Heliópolis y sus ramas eran refugio de las almas cansadas.

Nut era el gran cielo cuya "risa" era el "trueno", y sus "lágrimas" la lluvia; además era "la madre" de todos los cuerpos celestes que se creía entrababan por su boca y salían por su útero. Su cuerpo protegía como una bóveda la tierra y sus cuatro extremidades tocaban el suelo en los cuatro puntos cardinales.
El sol viajaba a través del cuerpo de la diosa durante las horas nocturnas y las estrellas durante el día. Se piensa que Nut también presentaba la Via Láctea.

Nut también estaba asociada con el concepto de la resurrección, llegándose a creer que los muertos se convertían en estrellas dentro de su cuerpo. Protegía los muertos en su viaje al otro mundo y los alimentaba con comida y bebida producido por el árbol "sicomore".

Normalmente se le muestra de perfíl, desnuda y arqueada por encima del dios de la tierra, Geb, y en ocasiones, sostenida por Shu, dios del aire, con los brazos y las piernas hacia abajo tocando los horizontes con manos y pies. Su cuerpo está cubierto de estrellas y la piel es de color azul del cielo.

Se le representa en los techos de templos y tumbas y también en la parte inferior de las tapas de los sarcófagos que contenía el muerto. La pintura presentaba el cuerpo de la diosa Nut, ella lo llevaba al otro mundo, para que luego podía nacer otra vez.


Nut no poseía templos ni cultos propios, no lo necesitaba, siempre era presente, en la tierra, en el agua, en el cielo, de noche y de día.
* * *

Nota: La Diosa Nut era una de los grandes Dioses de Egipto y una de las mas grandes e influyentes mujeres que existía en el tiempo de los faraones. Entonces las mujeres tenían los mismos derechos que los hombres, su gran sensualidad no se cuestionaba. No había palabras que describían las partes del cuerpo humano que eran vetados. Se vivía con naturalidad (casi primitiva) y sin complejos de la prohibición. Las mujeres y los hombres tienen lo que hace falta para la procreación y estos símbolos están presentes en todo lo que presenta la vida, la religión y la escritura.






LAS CHICAS SOLO QUIEREN DIVERTIRSE  - Cindy Lauper

Regreso a casa con la luz de la mañana.
Mi madre dice: Cuando vas a vivir bien tu vida?
Oh, madre, querida, no somos las afortunadas.
Y las chicas, ellas quieren divertirse.
Oh, las chicas sólo quieren divertirse.

El teléfono suena en el medio de la noche.
Mi padre grita: Qué vas a hacer con tu vida?
Oh, papi, querido, sabes que aún eres el número uno.
Pero las chicas, ellas quieren divertirse.

Eso es todo lo que realmente quieren,
Algo de diversión.
Cuando la jornada laboral termina,
Oh, las chicas sólo quieren divertirse.

Algunos chicos toman una chica bonita
Y la esconden lejos del resto del mundo.
Yo quiero ser la que camina por el sol.
Oh, las chicas, ellas quieren divertirse.
Oh, las chicas sólo quieren...

Eso es todo lo que realmente quieren,
Algo de diversión.
Cuando la jornada laboral termina,
Oh, las chicas sólo quieren divertirse.
Quieren divertirse,
Quieren divertirse...



LA TIERRA – Verano Brisas

Empiezo con el lugar que ocupas en el Sistema
donde viniste a rodar.
Eres tercera en el grupo que conforman los planetas
borrachos y bailadores, en las tabernas del Sol.

Te acompaña en esa orgía de giros contradictorios,
tu blanca hija, la Luna,
que sin embargo se aleja varios centímetros ciertos
todos los años que pasan por su despejada testa.

No pienso nunca en los días,
mucho menos en las noches,
pues sé de tu recorrido, casi al punto circular,
y tu inclinación causante de todas las estaciones
que propician las cosechas, los ritos y festivales,
la caza y las migraciones de incontables animales.

Achatadita en los polos y hasta con forma de pera,
ignoro muchos detalles de tus órganos vitales,
aunque bien mirado existe valiosa investigación
que nos va diciendo a gotas lo que contiene tu estómago
y en qué forma te alimentas con los mendrugos del Sol.

Te cambian constantemente los fenómenos climáticos,
como la lluvia y el viento, que a veces llegan furiosos
a rematar lo que resta de los crímenes humanos.

Derivas continentales son el fondo de tu historia,
lo mismo que los volcanes
vomitando fuego y lava por sus gigantescas fauces,
sin descontar los estigmas de otras tantas contingencias,
que vienen a desmentir lo que algunos han llamado
el planeta más tranquilo de este Sistema Solar.

Varios cientos de kilómetros
se expande una suave atmósfera sobre tu dura cerviz,
hasta verse confundida con los soplos de tu padre,
que pasan raudos y mudos hacia el lejano Plutón.

Lo que más admiro en ti
son tus mares y anchos ríos,
lo mismo que tus montañas
y tus extensas llanuras cubiertas de oscuras selvas,
donde viven y se mueven
los seres más fascinantes de tu fauna esplendorosa,
y las flores que perfuman mi corazón agorero
con su fragancia sutil.

En tus magnéticos campos interactúas con el viento
que se desprende del Sol;
se balancean y viven como palomas galácticas
partículas de energía (principalmente protones),
que viajan entre los polos en una forma enigmática,
de manera inexplicable para un intelecto escaso
como el que escuchas hablar.

Podría escribir más extenso de tus rasgos esenciales,
que son en última instancia
el alma de lo que somos como seres vertebrados,
con un cerebro asombroso
que ha servido algunas veces para ciertas buenas causas,
aunque en otras tantas listo para acabar con tu vida,
que es la existencia de todos
los que azotamos tu dorso de manera demencial.

Hernán Figueroa Reyes

Hernán Figueroa Reyes (1936-1973) fue un conocido músico, cantante y compositorsalteño de música folklórica de Argentina. Integró Los Huanca Hua en su primera formación y luego emprendió una carrera solista. Hernán Figueroa Reyes nació en Salta en el seno de una familia de artistas. Su padre fue el poeta José Hernán Fiqueroa Aráoz y su madre la actriz y poetisa, Mariela Reyes, directora del teatro folclórico La Cacharpaya. En 1947 sus padres se separaron y él se radicó con su madre y hermano en San Isidro, Gran Buenos Aires. El terminar los estudios secundarios comenzó a estudiar abogacía en la Universidad de Buenos Aires, mientras trabajaba.

Aprendió a cantar y tocar guitarra con el folklorista José María de Hoyos. En 1960 integró la formación original de Los Huanca Hua, junto con Juan Carlos de Franco Terrero, Guillermo Urien y los hermanos Chango Farías Gómez y Pedro Farías Goméz. El grupo revolucionó el modo de interpretar la música folklórica, mediante complejos arreglos vocales, introduciendo la polifonía y el uso de fonemas y onomatopeyas para marcar el ritmo. Integró el quinteto hasta 1963, cuando se separó para iniciar su carrera como solista; fue reemplazado porMarián Farías Gomez.

En adelante formó su conjunto con Emilio "Bocha" Martínez, como primera guitarra y Hernán Rapella, como bombista. En 1966 alcanzó su mayor éxito con la canción "El corralero" de Sergio Sauvalle, y obtuvo su consagración en el Festival de Cosquín. Sus principales escenarios de actuación fueron El Palo Borracho y La Peña de Olivos.
El 2 de febrero de 1973 sufrió un accidente de automóvil en el "km 109" de la ruta nacional RN 9, sufriendo graves heridas que le causaron la muerte el 5 de febrero.
Sus temas propios mas conocidos: "Zamba del cantor enamorado", "Zamba del gaucho guerrero". 


http://www.friki.net/informes/54236-muertes-tragicas-de-famosos-argentinos-2-parte.html


Johann Wolfgang Goethe - La violeta

Una violeta se hallaba en la pradera
inclinada sobre sí e ignorada.
¡Sólo era  una linda violeta!
Llegó una joven pastora,
con paso ligero y espíritu alegre,
por aquí, por allá,
por el prado, y cantaba.

¡Ay!  Pensaba la violeta, si yo fuera
la más bella flor de la naturaleza,
¡Ay! No sólo una pequeña violeta,
Hasta mi la enamorada vendría, me arrancaría
y me abrazaría contra su pecho,
¡aunque fuera solamente
a lo largo de un cuartito de hora!

¡Ay! Pero ¡ay! la muchacha llegó
y descuidada no reparó en la violeta,
pisó a la pobre  violeta.
Se hundió y murió, aún contenta;
Muero pues, así muero,
Por ella, por ella,
A sus pies.

¡La pobre violeta!
Era sólo una linda violeta.

Con este texto Mozart iba a componer un Lied para voz y piano, titulado también Das Veilchen y que lleva el número 476 en el catálogo de Köchel. Esta obra fue compuesta en Viena el 8 de junio de 1785. Mozart compuso un Lied en el que rechazó la forma estrófica. Cada una de las tres estrofas posee una música diferenciada, atendiendo al texto del poeta y a los diversos sentimientos que expresa. Para muestra, en la segunda estrofa (1:01), la música se vuelve soñadora, cuando la violeta expresa sus anhelos, contrastando con la alegre música anterior con la pastorcilla dando saltos por la pradera. Para terminar la obra, Mozart añade dos versos propios a modo de coda de dos compases.

Nos sirven esta joyita la extraordinaria Elisabeth Grümmer, acompañada al piano por Hans Altmann en una grabación de 1960.

http://alamusica.blogspot.com.ar/2014/01/goethe-y-la-musica-v-celebrando-el.html

La violeta - Goethe y Mozart

Ifigenia en Tauride (Argumento)

Christoph Willibald von Gluck
(1714-1787)

Reformador de la ópera, sus primeras innovaciones son visibles en el ballet Don Juan (1761) y en la ópera Orfeo y Eurídice (1762), proseguidas tras un nuevo viaje a Italia en 1763. Regresó a Viena donde compuso Alceste y posteriormente viajó a Parma. De vuelta a Viena, dio lecciones a la archiduquesa María Antonieta, quien más tarde le protegería como reina de Francia.

Es ésta la penúltima ópera de Gluck, en la cual se dan los pasos definitivos hacia la reforma que este compositor buscaba dar el género lírico. La escribió cuando estaba radicado en París en plena beligerancia con el compositor Piccini. Posee un libreto de Nicolas-François Guillard, basado en la tragedia homónima de Eurípides y un drama de Guymond de la Touche. En la adaptación de la música a la historia la obra logra una cabal humanización de la trama, superando incluso cuanto contenido mitológico había en ella. La obra elimina la inclusión del ballet y sintetiza a la perfección los ideales de su autor, por cuanto Gluck no sólo se plantea como un triunfador en sus propósitos sino que se yergue como un artista clásico en la más amplia acepción del término.
Compositor: Christoph Gluck
Libreto: François Le Blanc Du Roullet, según la tragedia de Racine, basada a su vez en la de Eurípides
Título original: Ifigenia i Aulis
Acción: Aulide, ciudad de Grecia, siglo XIII a. C.
"Ifigenia en Táuride" fue estrenada en Francia, en el Teatro de la Opera de París, el 18 de mayo de 1779
 [ver Timeline] La acción se desarrolla en cuatro actos después de la guerra de Troya, en el siglo 13 antes de Cristo.Previa a la trama misma debe saberse que Ifigenia es la hija de Agamenón, rey de Micenas. Este ha sido asesinado por su esposa Clitemnestra, quien en seguida también ha sido ultimada por su hijo Orestes. Ifigenia es ignorante de estos acontecimientos y ha llegado a ser sacerdotisa de Diana en la isla de Táuride, habitada por los escitas.

Acto Primero
Una tempestad sacude a la isla.
En el templo de Diana se encuentran varias doncellas griegas que ofician como sacerdotisas.
Estas son presididas por Ifigenia, quien acaba de tener un sueño que la ha agitado tanto como la tempestad reinante. Algunas sacerdotisas tratan de calmarla. Finalmente la tormenta se aplaca.El rey Toas llega agitadísimo. También él ha tenido sueños terribles y teme por su vida. Sólo eliminando a los enemigos se sentirá seguro y por ello da orden a Ifigenia que sea ella quien de muerte inmediata a cualquier extranjero que pase por allí. Los escitas que acompañan al rey secundan sus palabras y danzan al son de una música primitiva.Dos extranjeros que vienen de tierras lejanas llegan ante Ifigenia. Uno es Orestes, que huye desde hace dos años de su patria, Argos, porque se siente culpable de haber matado a Clitemnestra, su madre. El otro es Pilades, su devoto amigo, que sigue a Orestes dondequiera que éste vaya.Según las normas que ha dictado el rey Toas, los extranjeros deberían ser ejecutados. Pero Ifigenia, al enterarse que son griegos, los interroga respecto de cómo están las cosas en Argos y del destino de la familia real. Orestes, avergonzado de su crimen, oculta su identidad y señala que sólo Electra sobrevive de toda la familia.

Acto Segundo
Orestes y Pilades esperan su destino. Al remordimiento que consume a Orestes por el matricidio cometido se agrega ahora un sentimiento de culpa por haber llevado a su amigo a una situación tan desmedrada y que está poniendo en peligro su sobrevivencia. Pilades es llevado por unos guardias y Orestes se queda solo y en estado de sopor en un calabozo del templo de Diana. Aparecen entonces las Furias, que lo atormentan por ser el asesino de su madre (recuérdese que las Furias son divinidades vengativas de la mitología griega). Llega Ifigenia e interroga más en detalle a Orestes, pero éste no se da a conocer. Ifigenia supone entonces que definitivamente su hermano ha muerto y organiza solemnes honras fúnebres por él y la familia.
Un solemne ritual sagrado cierra el acto.

Acto Tercero
Ifigenia decide enviar a Grecia sólo a uno de los prisioneros, al que librará de la pena de muerte. El elegido será quien lleve un mensaje a Electra. Ifigenia piensa en Orestes, pero los dos amigos se pelean por morir y salvar al otro.Orestes amenaza con suicidarse, de modo que finalmente Ifigenia tiene que decidirse por Pilades. Éste, sin embargo, promete que salvará a su amigo o perecerá en el intento.

Acto Cuarto
Se celebran los preparativos para la ejecución de Orestes. Ifigenia tiene la impresión de que una fuerza superior le impedirá asestar el golpe mortal a la víctima del sacrificio. Las sacerdotisas en pleno invocan a la diosa Diana. Orestes asegura a Ifigenia que su muerte es algo justo. Finalmente Ifigenia toma el puñal sagrado para ejecutar a Orestes, quien se despide de la vida dando a conocer su verdadera identidad. Las sacerdotisas saludan en él a su legítimo rey, e Ifigenia asegura a Orestes que su matricidio ha sido perdonado. Muy inquieto llega el rey Toas, pues no se han llevado a cabo las ejecuciones. Toas decide actuar él mismo y se dispone a matar a Orestes cuando entra Pilades, quien mata al rey. Los griegos con los que ha vuelto Piladse se disponen a la matanza de los escitas, pero la diosa Diana se aparece para defender las vidas de sus lejanos súbditos, aunque favorecerá el retorno de Ifigenia, Orestes y Piladse a Grecia.

Hasta 1762 compuso en el estilo de sus contemporáneos, cultivado especialmente en Italia y marcado por una música destinada a los virtuosos del canto. Pero con el tiempo, Gluck se mostró en desacuerdo con el carácter convencional de la ópera italiana que se distinguía por una brillantez superficial y una densa ornamentación melódica. Comenzó a desarrollar un nuevo estilo, por medio del cual intentó recuperar el propósito original de la ópera: expresar sentimientos y emociones transformados en palabras, por medio de la música. Persiguiendo este fin colaboró con el gran renovador del ballet, el francés Jean Georges Noverre. Hacia 1760 entró en contacto con el poeta italiano Ranieri di Calzabigi; éste escribió un libreto para Gluck que coincidió perfectamente con las ideas del compositor sobre el equilibrio que debía existir entre la música y las palabras. La ópera que resultó de esta unión fue Orfeo y Eurídice, que sobrepasó en grandeza, calidad dramática y espontaneidad a todas sus anteriores composiciones. Se estrenó con gran éxito en Viena el año 1762. Del resto de sus grandes óperas sobresalen Alceste (1767) y Paris y Elena (1770), con textos de Raniero de Calzabigi; Ifigenia en Áulide (libreto de Ruullet, 1774) y Armide (1777).

Otras Operas de Gluck
Los chinos (1754)
La danza (1755)
La inocencia justificada o La vestal (1755)
Orfeo y Euridice (1762)
Los peregrinos de La Meca o El reencuentro imprevisto (1764)
La corona (1765)
Paris y Elena (1770)
Ifigenia en Aulide (1774)
Alceste (1776)
Armida (1777)
Ifigenia en Tauride (1779)
Eco et Narciso (1779)


http://www.blogclasico.com/2008/10/christoph-gluck-ifigenia-en-tauride.html