Yo que entre tus brazos me duermo,
entre tus notas suspiro
añorando en la melodía una pasión
que se extingue al llegar el retumbante silencio.
Todas las noches te toco
en tu “Claro de Luna”
imaginando aquella noche
donde febril indagabas en el idilio de pasiones humanas,
qué hacer con mis yemas, que de tocarte se asfixian,
es en cada noche cuando termino desfallecida
ante el pudor y la sobrecarga de emoción.
Para Elisa nervioso mi tacto clama,
celoso ante la agonía de una posible musa,
mis celos ardientes hacen temblar aquel piano nocturno
que en vela con la noche te acompaña,
hace reclamar al viento que más que enfado se excita.
Hasta dónde llega el anhelo de sentir
entre la Quinta y Séptima sinfonía
que el orgasmo ya es completo,
que en mi noche donde impera la oscuridad
se te siente y comparte, Beethoven.
En la obra camerística de Beethoven el grupo de sonatas para violín y piano podría considerarse el segundo en importancia, tras los cuartetos de cuerda, con lo que ésta es una colección que debe formar parte de cualquier discoteca, sobre todo, claro, si les gusta la música de cámara.
Estas diez sonatas fueron escritas a lo largo de dieciséis años, entre 1796 y 1812, una etapa lo suficientemente larga como para que podamos encontrar grandes cambios en la vida del compositor.
Las tres primeras, agrupadas en el op. 12, fueron dedicadas a Antonio Salieri, uno de los maestros de Beethoven y además, o sobre todo, un hombre de gran influencia en la corte vienesa. Ya que no medió encargo alguno, seguramente la intención de Beethoven residía en hacerlas interpretar en las muchas veladas camerísticas que se celebraban en la época y, sin duda, así sucedió, ya que se conserva incluso una crítica, a la primera de las tres, publicada en el ‘Allgemeine Musikalische Zeitung’.
Las dos siguientes sonatas también fueron compuestas de forma conjunta, entre 1800 y 1801, y dedicadas en este caso al conde Moritz von Fries, uno de los más importantes mecenas de Beethoven. Son contemporáneas del Concierto para piano nº 3 y de la Sinfonía nº 1 y llevan los números de opus 23 y 24.
La Op. 24, conocida como La Primavera (aunque este título no se debe a Beethoven) es quizá una de las más populares; es también la primera que consta de cuatro movimientos y en ella utilizó Beethoven bocetos de 1794 y 1795, con lo que la influencia mozartiana es más evidente que en otras obras del ciclo. Las tres siguientes sonatas, 6, 7 y 8, publicadas las tres como opus 30, datan de 1802. En esa época Beethoven había perdido ya toda esperanza de que mejorara su sordera, son momentos desesperados, en los que llega a pensar en el suicidio. Fue en el verano de ese 1802 cuando redactó su famoso “testamento de Heiligenstadt” documento en el que reconocía su dolencia, se rebelaba contra el destino y, en cierto modo, se despedía del mundo. Curiosamente, momentos tan dramáticos no siempre se reflejan en su música. Por ejemplo, la Sinfonía nº 2, escrita ese mismo año, es una obra alegre.
La Sonata nº 9, Op. 47 “Kreutzer”, seguramente la más famosa de las diez, fue escrita en poquísimo tiempo para ser interpretada en el mes de mayo de 1803, por el violinista George Polgreem Bridgetower, y debe su nombre al dedicatario de la partitura, el también violinista Rodolphe Kreutzer, que nunca llegó a tocarla.
Tendrían que pasar casi diez años antes de que Beethoven escribiera la décima y última sonata para violín y piano. La Op. 96 data de 1812, es contemporánea de las Sinfonías 7 y 8 y está dedicada al archiduque Rodolfo, alumno del compositor
Se podría decir que estas diez sonatas tuvieron malas críticas en sus estrenos (aunque no todos están documentados) y que fueron consideradas en muchos casos “ininteligibles” por un público que poco a poco se fue acostumbrando a ese lenguaje tan personal, a veces brusco, siempre apasionado y con un impulso arrollador que difícilmente puede resultar indiferente. Desde luego, no iba a ser Beethoven quien se adecuara al gusto del público o de los críticos.
Al margen de preferencias personales (a mí me gustan especialmente la quinta, la séptima y la novena… y la octava y la décima…) estos tres discos reúnen diez maravillas en una interpretación que puede resultar incluso polémica y que a mí, evidentemente, me encanta.
Sonata No 9 in A (Kreutzer), Op 47: 00:00:00
Sonata No 10 in G, Op 96: 00:40:49
Sonata No 1 in D major, Op 12/1: 1:09:34
Sonata No 2 in A major, Op 12/2: 1:31:15
Sonata No 3 in E flat major, Op 12/3: 1:49:01
Rondo in G major, WoO 41: 2:10:39
Sonata No 4 in A minor, Op 23: 2:17:05
Sonata No 5 in F major (Spring), Op 23: 2:40:27
Sonata No 8 in G, Op 30/3: 3:06:17
Sonata No 6 in A, Op 30/1: 3:25:00
Sonata No 7 in C minor, Op 30/2: 3:50:36
Zwölf Variationen in F major, WoO 40: 4:19:16
Beethoven "Últimos Cuartetos de Cuerda"
Decía TW Adorno que “la verdadera razón de la grandeza de Beethoven es que no sólo produjo una buena pieza tras otra, sino que incesantemente produjo nuevos tipos, nuevas categorías de música…” Aseveración que cobra todo su sentido al aproximarnos a sus últimos cuartetos de cuerda. Una música pura que desnuda el alma del genio, destruye el universo clasicista imperante, salta por encima de todo el arte musical del XIX y constituye una cima de cimas, el apogeo de su obra y un ochomil en la Historia de la Música.
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Beethoven llega por fin a revelar el arte por el arte, sin compromisos públicos ni patronales. En su aislamiento nos comunica sin pudor sus temores y sus firmezas, presentándonos un nuevo universo formal y expresivo, “un orden superior con fondo negro, ocre y mate” según Eugenio Trías, una música sin tiempo ni espacio, eterna.
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El Cuarteto de Cuerdas clásico, descendiente del divertimento, es una escritura a cuatro partes, con un instrumentista por parte, ausencia de continuo y en forma sonata. Beethoven en sus últimas obras se cuestiona toda la arquitectura, es el Beethoven más radical:
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- Maximiza las estructuras llegando hasta siete los movimientos del opus 131
- Estruja la expresividad por medio de una armonía compleja
- Invierte en potentes líneas melódicas, hijas del folclore
- Urde texturas a través del motor contrapuntístico y un potente desarrollo polifónico, arcaico por momentos (no hay tiempo, no hay espacio),
- Compone las ideas musicales sin hilazón ni barrera: variaciones, fugados, contrastes, modulaciones, ritmos, todo se yuxtapone en un desbocado camino hacia La Forma, Lo Innombrable, Lo Sublime, fruto de un pensamiento musical más abstracto, esencial, superior.
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Concluye Adorno “El estilo último de Beethoven es la autoconciencia de la insignificancia de lo individual” Me atrevo a añadir que son la prueba tangible de la Inmortalidad del Ser Humano.
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Pasemos a comprobarlo en la inmaculada y legendaria versión del extraordinario Quartetto Italiano, que extrae todo lo sobrenatural de esos pentagramas, cambiándonos la vida:
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Cuarteto n.13 op 130 V. Cavatina (Adagio molto expresivo)
“Nunca mi propia música tuvo un efecto tal sobre mí” dijo el compositor sobre esta página emocionante. Sus tres ideas melódicas, vocales, cantabiles, tienden hacia la melodía infinita.
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Cuarteto n.14 op 131 I. Adagio ma non troppo e molto espressivo
El primer movimiento del que considero el mejor de todos sus cuartetos es una fuga de extraña y rica expresividad, basada en la polifonía.
Cuarteto n.14 op. 131 II. Allegro molto vivace
Pequeño y rico scherzo in ritardando
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Cuarteto n.15 op 132 V. Allegro appassionato
Triunfal final en forma rondó, con uso y abuso polifónico
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Cuarteto n.16 op 135 III. Lento assai, cantante e tranquillo
Un canto de paz, sereno y melancólico en forma de variación
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Paolo Borciani, violín I
Elisa Pegreffi, violín II
Piero Farulli, viola
Franco Rossi, violonchelo
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PS: después de ésto ¿qué nos queda? Tan sólo llorar... de gozo, de gratitud.
ESTOY TRISTE, Y MIS OJOS NO LLORAN – Juan Ramón Jiménez
Estoy triste, y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.
¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?
Han sonado las horas dormidas;
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.
Al cerrar mi ventana a la sombra,
una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!
Soñaré con mi infancia: es la hora
de los niños dormidos; mi madre
me mecía en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;
y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde...
Es la esquila; ha sonado. La esquila
ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.
¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores,
ya hay fragancias y cantos; si alguien
ha soñado en mis besos, que venga
de su plácido ensueño a besarme.
Y mis lágrimas corren... No vienen...
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.
Canciones con historia: ALL MY LOVE / LED ZEPPELIN
"All My Love" es una canción de la gran banda Led Zeppelin editada e su ultimo disco en estudio llamado In Through the Out Door realizado en 1979. Fue escrita por Robert Plant y John Paul Jones (quien había tomado el mando de componer canciones debido al alcoholismo de Jimmy Page y John Bonham). Es una canción de ritmo lento (soft Rock??) con un magnifico solo de sintetizador hecho por Jones y una sensible letra escrita porPlant.
Plant escribió esta canción en homenaje a su hijo, Karac, quien falleció a causa de una infección al estómago en 1977 cuando apenas tenía cinco años de edad. Ademas fueRobert quien ideó la forma de cantar y los cambios de tonos de la canción.
Existe una rara versión demo de este tema que dura cerca de siete minutos que temrina con varias improvicasiones vocales de Plant y un solo de guitarra de Jimmy Page. Esta versión está disponible en una serie de grabaciones piratas de Led Zeppelin. El titulo original de esta canción era "The Hook".
En una entrevista hecha por Cameron Crowe para la Rolling Stone, Plant declaró que esta canción fue una de las mejores que hicieron en esa epoca Led Zeppelin. Sin embargo, el guitarrista Jimmy Page ha expresado sentimientos de rechazo hacia esta canción. En una entrevista con la revista Guitar World en 1998, Page dijo que él y eal baterista John Bonham no le gustaba este tema. "... El disco In Through the Out Doorera un disco poco suave. Yo no estaba realmente interesado en "All My Love". Yo estaba muy preocupado por el coro... puesto que me imaginaba a la gente haciendo la ola y todo eso con el coro de la canción y eso no eramos nosotros como banda... espero no hacer nada mas de eso".
Para finalizar les dejamos un dato bastante curioso y llamativo: Led Zeppelin grabó In Through the Out Door en los estudios pertenecientes al grupo ABBA en Estocolmo. Vaya mezcla de estilos eh... habran hechos alguna Jam Session ambas bandas como esta???...
TODO MI AMOR
Caes por el amor, mi fuego en la luz
Para perseguir una pluma en el viento
Dentro del brillo que teje un capote de placer
Ahí se mueve un hilo que no tiene fin
Por muchas horas y días que pasaron
Las mareas han causado que la flama disminuya
Por último el brazo es recto, la mano al telar
¿Es esto terminar o simplemente comenzar?
Todo mi amor, todo mi amor, todo mi amor, para tí.
Todo mi amor, todo mi amor, todo mi amor, para tí.
La taza se ha levantado, la tostada está hecha otra vez
Una voz es clara entre el tumulto
Orgulloso orador un mundo, mi voluntad por sostener
Por mi, la tela girará una vez más
Todo mi amor, todo mi amor, todo mi amor, para tí.
Todo mi amor, todo mi amor, todo mi amor, para tí.
Tuya es la tela, mia es la mano que cose el tiempo
Suya es la fuerza que descansa entre nosotros
Nuestro es el fuego, todo el calor que podemos encontrar
El es una pluma en el viento
Todo mi amor, todo mi amor, todo mi amor, para tí.
Todo mi amor, todo mi amor, todo mi amor, para tí..-
Oh, Deja que el sol golpee mi cara
y las estrellas llenen mis sueños
Soy un viajero del tiempo y del espacio,
para estar donde he estado
Para sentarme con los ancianos de una raza privilegiada,
que este mundo apenas ha visto
Hablan de días en los cuales se sientan,
esperan y todo será revelado.
Hablas y cantan en lenguas de grácil acento,
cuyos sonidos acarician mi oído
Pero no podría relatar nada de lo que oí,
la historia estaba muy clara
Oh, oh...
Oh, he estado volado... mami, no cabe duda
He estado volado, no hay duda alguna...
Todo lo que veo se torna marrón, tal como el sol quema el suelo
Y mis ojos se llenan de arena tal como miro esta tierra perdida
Intentando encontrar, encontrar ¿Dónde he estado?
Oh, piloto de la tormenta que no deja huella,
como los deseos dentro de un sueño
Sigue el camino que me llevó a ese lugar,
arroyo amarillo de desierto
Mi Shangri-la bajo la luna de verano,
volveré de nuevo
Tan cierto como el polvo que flota en lo alto en junio,
al cruzar Kashmir (Casimir).
Oh, padre de los cuatro vientos, sopla mis velas,
al cruzar el mar de los años.
Sin más provisión que una cara abierta,
a lo largo de los estrechos del miedo
Oh...
Cuando estoy en camino, Cuando esta en mi ruta, si
Cuando estoy en camino,
cuando veo el camino donde tu estás – si.
Oh, si-si, oh, si-si, cuando estoy hundido,
Oh, si-si, oh, si-si, cuando estoy hundido, tan hundido...
Oh, mi cielo, oh, mi cielo, déjame llevarte allí...
Déjame llevarte allí... Déjame llevarte allí...
miércoles, 5 de noviembre de 2014
LA TUMBA DE "TUTANKAMON"
Carter Descubre la Tumba Real
LA EXPEDICIÓN AL
VALLE DE LOS REYES DE EGIPTO EN BUSCA DE UNA TUMBA REAL
EL MARAVILLOSO DESCUBRIMIENTO "Yo estoy firmemente convencido de que en el Valle de los Reyes no
existen otras tumbas que las descubiertas por mis excavaciones",
afirmaba en el siglo pasado el arqueólogo italiano Juan B. Belzoni. Pero en los
primeros años de este siglo, el arqueólogo inglés Howard Cárter era de otro
parecer: el haber hallado en el Valle de los Reyes una copa de cerámica y
algunos sellos de arcilla que lucían el nombre de Tutankamón, lo convenció de
que la tumba de dicho faraón debía hallarse en el famoso valle.
En octubre de 1922, Howard Cárter decidió continuar sus
investigaciones, que duraron muchos años. Y aunque no obtenía ningún resultado
positivo, no perdió la esperanza. La recompensa a tan pacientes y empeñosas
investigaciones llegó al fin: el 5 de noviembre, precisamente en el lugar menos
pensado, apareció, bajo golpes de pico, la parte superior de la entrada a una
tumba aún sellada. ¿De quién podría ser aquella tumba? Cárter hizo excavar más,
hasta que pudo ver los sellos... Casi no dio crédito a sus ojos: ¡en aquellos
sellos podía leerse claramente el nombre de Tutankamón! Su teoría había sido
confirmada por los hechos.
Después de hacer derrumbar el muro que obstruía la entrada y
luego de haber recorrido un estrecho pasillo, el arqueólogo inglés se encontró
ante otras dos puertas selladas. Abiertas también éstas, se presentó ante sus
ojos una fantástica visión: tres estancias subterráneas rebosantes de objetos
de todas clases. Había lechos, cofres, estatuas, candelabros y tronos, casi
todo de oro: además del valor histórico, los tesoros hallados tenía una enorme
importancia artística: se diría que allí estaba reunido el más importante
acervo cultural del antiguo Egipto.
Pero había otra puerta sellada, que tenía a sus lados dos
estatuas de guerreros montando guardia. No había duda: aquélla era la puerta de
la cámara sepulcral. Después de hacer abrir aquella puerta, Cárter quedó
aturdido: la cámara estaba casi totalmente ocupada por un gran cofre de oro.
partir de ese momento las maravillas se sucedieron unas a
otras. Dentro del cofre se encontró otro, y dentro del segundo un tercero.
Luego, por fin, apareció el sarcófago de madera dorada. ¿Bastaría destaparlo
para encontrar la momia de Tutankamón? Las sorpresas no habían terminado:
abierto el sarcófago, apareció dentro otro, y dentro de éste un tercero, de oro
macizo. Después, levantada la pesada tapa de este último, apareció por fin la
momia.
El cuerpo embalsamado de Tutankamón volvía a la luz después de 3.000 años.
LA HISTORIA DEL GRAN DESCUBRIMIENTO:
Cuando Howard Carter comenzó a excavar en el Valle de
los Reyes de Egipto, su ambición era encontrar una tumba real completa, con
todos sus tesoros. Muchos lo habían intentado antes y habían fallado. Durante
años, Carter trabajó diligentemente bajo el sol abrasador. Entonces, en 1922,
encontró un escalón en el fondo del valle.
Las colinas de caliza se yerguen áridas y resquebrajadas en el
desierto. A sus pies, las escombreras cubren el fondo del valle. Es este un
lugar un tanto agobiante y claustrofóbico, que parece una enorme cantera. Pero
este vasto escorial esconde secretos milenarios —es el cementerio de los amos
del antiguo Egipto, El Valle de los Reyes.
En 1891, Howard Carter, de 17 años de edad, llegó a Egipto desde
Inglaterra para trabajar como delineante arqueológico. Su trabajo consistía en
bosquejar las pinturas de las tumbas egipcias. Gracias a su gran precisión,
Carter se hizo tan imprescindible que pronto comenzó a ayudar en las
excavaciones propiamente dichas.
Su pasión por la egiptología pronto se convirtió en su único
interés y en 1900 fue nombrado inspector en jefe de monumentos en el Alto
Egipto y Nubia. Gran parte de su trabajo se desarrolló en el Valle de los
Reyes, donde se habían excavado muchas, pero no todas las tumbas de los
faraones egipcios.
Cuando Carter comenzó su labor, no se había hallado aún ninguna
tumba completa. Encontrar una tumba intacta con sus tesoros funerarios seguía
siendo el sueño de los arqueólogos. Pero, por ahora, el Valle de los Reyes
guardaba sus secretos.(Imagen: Lord
Carnarvon y Horwar Carter)
Una Colaboración Histórica:
A principio de siglo Egipto era una destilación muy popular
entre los turistas y un balneario para los ricos. Entre los visitantes
habituales se encontraba George Herbert, conde de Carnarvon, que paso varios
inviernos en Egipto recuperándose de un grave accidente de coche. Hasta ese
momento se había dedicado a coleccionar antigüedades y acababa de comprar una
concesión para excavar en Tebas (ahora Luxor). Pero en 1907 se dio cuenta de
que necesitaba un ayudante y consejero. Ese año, le presentaron a Carter y lo
invitó a unirse a su empresa. Carnarvon era rico y generoso y a Carter, que
acababa de abandonar su cargo oficial, le debió parecer una excelente
oportunidad. Así comenzó una colaboración histórica.
Carter y Carnarvon querían excavar en el Valle de los Reyes,
pero el dueño de la concesión era Theodore Davis, un americano rico. Davis
decía haber encontrado pistas de la tumba del faraón Tutankamon, de dieciocho
años de edad. Se creía entonces que el joven faraón había muerto, probablemente
de tuberculosis, 3.300 años atrás. Pero Davis no había encontrado su tumba,
como él creía. De hecho, todas las tumbas encontradas hasta ese momento en el
Valle de los Reves esiaban vacías. Habían sido saqueadas por ladrones de
tumbas.
Un acercamiento meticuloso
No se sabe a ciencia cierta cuándo Howard Carter se obsesionó
con la idea de hallar la tumba del joven monarca, pero el caso es que cuando
Davis abandonó su concesión en 1914, Carter y Carnarvon se apoderaron de ella
al instante. Carter estaba convencido de que en algún lugar de ese silencioso y
rocoso valle, descansaba Tutankamon.
Carter sabía que a no ser que organizara la búsqueda con
seriedad científica, sería como buscar una aguja en un pajar. Su meticuloso
trabajo incluía técnicas que ahora se consideran esenciales pero que, a
principios del siglo veinte parecían excesivas. Pero al poco tiempo de comenzar
su trabajo, estalló la Primera Guerra Mundial y tuvo que abandonar su tan
esperada oportunidad.
En 1917, Carter pudo continuar su trabajo. Era un esfuerzo
agotador ya que el Valle de los Reyes estaba plagado de restos de arena y roca
removida en las primeras excavaciones, así como en otras más recientes. Además,
para confundir a los ladrones, los primeros constructores habían arrojado
montones de tierra en lugares alejados de la zona en que estaban trabajando.
Este sistema servía a su vez para confundir a los arqueólogos 3.000 años
después. Por otro lado, el calor estival era tan intenso que las excavaciones
podían realizarse tan sólo en los meses de invierno.
Año tras año, Carter continuaba su búsqueda, vaciando el fondo
del valle hasta encontrar la roca. Después de cinco años de trabajo, los
trabajadores habían sacado 200.000 toneladas de arena y escombros usando
herramientas manuales y cestos, como habían hecho en el pasado los es laves del
antiguo Egipto. En 1922 Carter según a sin encontrar nada verdaderamente importante.
Lord Carnavon decidió interrumpir su financiación y llamó a Carter al castillo
de Highclere,,, en sus posesiones de Berkshire para comunicarle la mala
noticia.
Una nueva oportunidad
Anticipando la decisión de Carnarvon, Carter llegó a Highclere
preparado con todos los argumentos necesarios para continuar el trabajo. Según
Carter, existía una zona del valle que aún no habían investigado sistemáticamente.
Estaba cerca de la tumba de Ramsés VI, que había reinado poco después de
Tutankamon, cerca de la cual Davis había encontrado unos pocos e
incomprensibles artefactos con el nombre de Tutankamon grabado. Rogó a
Carnarvon que le dejara continuar el trabajo, diciendo que él mismo financiaría
el resto de los hallazgos si no se encontraba nada. Camarvon, impresionado por
la decisión de Carter, accedió a pagar un año mas.
Carter volvió a Egipto y se dispuso a limpiar la zona justo
delante de la tumba de Ramsés VI. Era el 4 de noviembre, justo antes de la
llegada de los turistas y Carter esperaba poder evitar sus interrupciones
diarias. Inmediatamente, los empleados de Carter encontraron algunas cabañas
utilizadas por los obreros en la época en que se construyó la tumba. El cuatro
de noviembre ya habían retirado todas las cabañas y los obreros comenzaron a
excavar hasta la roca de fondo, un metro más por debajo. Al llegar a la roca,
encontraron un escalón cavado en roca.
Al día siguiente descubre escalones más, así como la parte
superior de una puerta, cubierta de yeso y cerrada con un antiguo precinto.
Este mostraba al zoomorfo dios Anubis, con cabeza de chacal, sobre un grupo de
nueve cautivos atadas: el precinto utilizado por guardianes de tumbas egipcios para
sellar las tumbas importantes.
Carter estaba muy emocionado. ¿Podría ser esta la tumba que
llevaba tanto tiempo buscando la cámara funeraria de Tutankamon? Armado de
paciencia, Carter interrumpió la excavación y envió un cable a Carnarvon: «Por
fin he hecho un gran descubrimiento en el valle; una tumba magnífica con los
precintos intactos; lo he vuelto a cubrir esperando su llegada; enhorabuena.»
Durante tres semanas, Carter tuvo que contener su emoción.
La tentación de romper las puertas y ver qué había en su
interior debió ser enorme, pero Carter decidió esperar hasta que su
patrocinador llegara a Egipto. Carnarvon y su hija, lady Eveivn Herbert,
llegaron a Luxor el 23 de noviembre. Al día siguiente presenciaron cómo volvían
a descubrirse los 16 escalones que conducían a la tumba.
El sello deTutankamon
Una vez descubierto el resto de la puerta, Carter y Carnarvon
descubrieron el sello de Tutankamon en su base. Por fin habían descubierto la
tumba del esquivo monarca. Pero los sellos y la puerta daban muestras de haber
sido hollados miles de años atrás. ¿No volverían a encontrar otra tumba vacía,
con sus tesoros expoliados? Sólo había una manera de descubrirlo.
Cuando retiraron los bloques que sellaban la entrada,
encontraron un túnel lleno de escombros. El 26 de noviembre por la tarde, ya
habían conseguido retirar los escombros y encontraron una nueva entrada
bloqueada.
Temblando de emoción, Carter hizo un agujero en la esquina
superior izquierda de la puerta. Introdujo una vela y miró por el hueco. Al
principio no podía ver nada, pero a medida que sus ojos se adaptaban a la
oscuridad, comenzó a distinguir unas estatuas y el brillo del oro en la
oscuridad. «Ve algo?», preguntó Carnarvon, sin poder contener su impaciencia.
«Sí, cosas increíbles», contestó Carter.
Fue el descubrimiento arqueológico del siglo. La prensa mundial
se volcó sobre la noticia y Carter, Carnarvon y Tutankamon se convirtieron en
estrellas al instante. Pero la emoción estaba cuajada de dificultades. Carter y
Camarvon otorgaron al Times de Londres la exclusiva absoluta sobre la noticia.
Inevitablemente, el resto de la prensa, frustrada por su exclusión, se dedicó a
fraguar historias contra los descubridores: diciendo que estaban vaciando la
tumba sin permiso; que se habían quedado varios objetos. Por otro lado, la
gente quería ver el increíble hallazgo.
Carter tenía mucho trabajo de carácter científico que realizar,
pero era interrumpido constantemente por la curiosidad de jefes de Estado y
miembros de la realeza. Bajo tanta presión, se enfrió la cordialidad entre
Carter y Camarvon. En la primavera de 1923, lord Carnarvon murió de neumonía,
al complicarse un envenenamiento de la sangre causado por la picadura de un
insecto. Carter se quedó solo para continuar el trabajo.
El trabajo de toda una vida
El trabajo tardó diez años en completarse. Gracias al carácter
extremadamente metódico de Carter, cada uno de los 4.000 objetos de la tumba
fue fotografiado in situ y registrado antes de retirarse. Se tardó dos meses en
vaciar la antecámara. El montón de carruajes, camas, tronos y cajas removidos
por los ladrones en la antigüedad, habían sido amontonados de cualquier manera
por los enterradores oficiales cuando volvieron a sellar la tumba. Carter se
negaba a entrar en la cámara funeraria hasta haber estudiado, restaurado y
enviado a El Cairo, todos los objetos de la antecámara.
Mascara mortuoria de oro macizo encontrada sobre la momia de
Tutankamon
Los ataúdes que contenían el cuerpo momificado de Tutankamon no
llegaron a abrirse hasta 1925, descubriéndose entonces el ataúd y la máscara
mortuoria, ambas de oro macizo. Había más de 143 joyas de oro distribuidas
alrededor del cuerpo. Dos años más tarde, se retiraron los últimos objetos para
ser restaurados, pero hasta 1932 no se envió el último objeto de la tumba a El
Cairo, después de haber examinado las demás cámaras.
Una dedicación completa
El descubrimiento de la tumba de Tutankamon es uno de los
hallazgos arqueológicos más importantes de todos los tiempos, pero Carter y
Carnarvon tuvieron que dedicarse a él de pleno durante 15 años. Sin la
generosidad de Carnarvon y la obsesión y tenacidad de Carter, los fabulosos
contenidos de la tumba jamás habrían visto la luz. ¿Y Tutankamon? Continúa en
el Valle de los Reyes, siendo el único monarca del antiguo Egipto que permanece
en su tumba.
La Maldición de la Tumba de Tutankamon
Tras la inesperada muerte de lord Carnarvon, surgió el rumor
según el cual, todo aquel que entrara en la tumba de Tutankamon sería víctima
de una maldición. Los periódicos de la época le dieron mucha importancia al
rumor y se regocijaban en la malicia y el melodrama. Es cierto que dos personas
clave murieron durante la excavación de la tumba: uno era Carnarvon y el otro,
el arqueólogo Arthur Mace. Todos los demás sobrevivieron y algunos su peroran
los ochenta años de edad. Los rumores eran tan persistentes que el propio
Carter tuvo que defenderse de la idea de una maldición: «... cualquier persona
en su sano juicio haría caso omiso de esta elucubración. Esta clase de
maldiciones están completamente ausentes de los rituales egipcios».
OTRO DESCUBRIMIENTO:La momia de Hatshepsutfue una de las dos momias
femeninas halladas en 1903 por Howard Carter en una pequeña tumba del
Valle de los Reyes, denominada KV60. En el sepulcro, de unos 40 metros
cuadrados, había dos momias, y desde entonces se pensó que una podía ser de la
reina y otra de su nodriza, Sitre In. Los investigadores califican el
descubrimiento como “el más importante en la egiptología desde 1922, fecha del
hallazgo de la tumba del faraón Tutankamón por el británico Howard Carter”. Hatshepsut
es una de las reinas más famosas del Egipto faraónico: ocupó el trono entre
1479 y 1458 a.C., y fue una de las “estrellas” de la pujante XVIII dinastía. A
ella está dedicado el famoso templo de Deir al Bahri, una de las atracciones
más visitadas de la ciudad de Luxor.
Aunque es verdad que en los años siguiente: al descubrimiento de
la tumba de Tutankamón se produjeron algunas muertes sorprendentes entre los
miembros de la expedición, también lo es que para casi todas ellas existe una
explicación lógica y sensata.
Así, por ejemplo, la mayoría de la treintena de víctimas tenía
entre 70 y 80 años de edad en el momento de su muerte. Lord Carnarvon, por
ejemplo, que había financiado la expedición de Howard Cárter, falleció a causa
de una septicemia provocada por la infección de una picada de mosquito. Desde
el punto de vista científico, la teoría de la maldición del faraón se considera
hoy día refutada por completo. Lo más fácil es pensar que surgiera de la
desbordante fantasía de un periodista de tabloide británico.
En 1973, la ciencia creyó haber encontrado una explicación
racional de las numerosas muertes entre los miembros de la expedición. En la
tumba de Tutankamón se encontraron altas concentraciones de esporas del hongoAspergíllus
flavus.
Los productos metabolizados de este hongo son muy venenosos y
peligrosos para el hombre, ya que elAspergillusflavus
puede causar reacciones alérgicas en personas con un sistema inmunitario
debilitado o atacar incluso determinados órganos. En la actualidad, el hongo
está considerado como el causante de las enfermedades mortales que padecieron
los miembros de la expedición.
Fuente Consultada:True
Action Adventures (BBC)-
Atlas la Historia del Mundo -