La segunda ley espiritual del éxito es la ley del dar. También podría llamarse la ley del dar y del recibir porque el universo opera a través de un intercambio dinámico. (…) Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir y el recibir engendra el dar. (…) En realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si detenemos el flujo de alguno de los dos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza.”
El universo opera mediante un flujo dinámico. Dar y Recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la abundancia en el universo circulando por nuestras vidas. La ley espiritual del éxito es la Ley del Dar. También podría llamarse la Ley del Dar y Recibir, porque el universo opera por medio de un intercambio dinámico; nada estático.
Nuestro cuerpo está en un constante estado dinámico con el cuerpo del universo, nuestra mente mantiene una interacción dinámica con la mente del cosmos. El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia. Esta interacción de las fuerzas y los elementos de la vida opera a través de la Ley del Dar. Puesto que nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular comienza a coagularse y estancarse.
Por eso debemos dar y recibir a efecto de mantener la afluencia y la riqueza, o cualquier otra cosa que deseemos en la vida, circulando permanentemente. La palabra afluencia viene de la raíz affluere, que significa fluir hacia. La palabra afluencia significa fluir en abundancia. El dinero es un símbolo de la energía vital que intercambiamos y de la energía vital que utilizamos como consecuencia del servicio que le prestamos al universo. Al dinero también se le llama moneda corriente, nombre que refleja igualmente la naturaleza fluida de la energía. La palabra corriente viene del latín cúrrere que significa correr o fluir. Por tanto si impedimos la circulación del dinero y nuestra única intención es acaparar el dinero y aferrarnos a él, impediremos también, puesto que el dinero es energía vital, que éste vuelva a circular en nuestra vida. Para que esa energía fluya constantemente hacia nosotros debemos mantenerla constantemente en circulación. Al igual que un rio el dinero debe mantenerse en movimiento o de lo contrario comienza a estancarse, a obstruir a sofocar y a estrangular su propia fuerza vital; la circulación lo mantiene vivo y vital.
Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir y el recibir engendra el dar. Lo que sube debe bajar y lo que se va debe volver. En realidad recibir no es lo mismo que dar porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo, aunque muy complementarios; si detenemos el flujo de alguno de los dos obstaculizamos el flujo de la inteligencia de la naturaleza. En toda semilla esta la promesa de miles de bosques pero la semilla no debe de ser acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil, a través de su acción de dar su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material. Cuanto más demos más recibiremos porque mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida. En realidad todo lo que tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado. Lo que no se multiplique a través del dar, ni vale la pena darlo, ni vale la pena recibirlo.
Si al dar sentimos que hemos perdido algo, entonces el regalo no ha sido dado en realidad y no generará abundancia. Cuando damos a regañadientes, no hay energía positiva detrás de nuestra acción de dar. En el dar y recibir lo más importante es la intención, la intención debe de ser crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad sustenta y sostiene la vida, y por tanto, genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón. Por eso el acto de dar debe ser alegre; la actitud mental debe ser tal que se sienta en el acto la alegría de dar. De esa manera la energía que hay en el acto de dar aumenta muchas veces más. En realidad practicar la ley del dar es muy sencillo: si.
Escrito por Deepak Chopra
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Leonardo da Vinci : El visionario de la ciencia
En los miles de páginas de sus cuadernos, Leonardo recogió sus investigaciones sobre todos los dominios del saber, como la anatomía, la mecánica o la óptica
Jordi Pigem. Filósofo de la Ciencia y Escritor,
Leonardo da Vinci, el gran artista del Renacimiento, modelo del uomo universale, fue también un genio científico. Aparte de su obra pictórica, tan exquisita como escasa, hubo un Leonardo dedicado a la observación rigurosa, el experimento y la formulación exacta de principios generales a partir de la experiencia empírica. En los miles de páginas de sus cuadernos de notas, que sólo han empezado a ser estudiados a fondo en las últimas décadas, encontramos anticipaciones de muchos desarrollos posteriores de la ciencia moderna. Sus contemporáneos sabían que Leonardo dedicaba buena parte de su tiempo al estudio de la filosofía natural, que es como se llamaba a la ciencia entonces (el término inglés scientist no apareció hasta 1840) y asimismo tenemos constancia de que Leonardo planeaba publicar numerosos tratados científicos con los materiales recogidos en sus cuadernos. Pero pese a su enorme dedicación, nunca consiguió llevar a buen término su propósito.
Se conservan más de seis mil páginas de los cuadernos de Leonardo. Contienen miles de dibujos y gráficos acompañados de textos deliberadamente crípticos; por ejemplo, algunos fragmentos están escritos de derecha a izquierda, de modo que hay que leerlos con un espejo. Estos cuadernos se hallan esparcidos por toda Europa formando parte de colecciones privadas; muchos de ellos fueron a menudo olvidados y más de la mitad se han perdido irremediablemente, aunque alguno ha reaparecido como por milagro, como es el caso de los dos códices que se descubrieron entre polvorientos legajos en la Biblioteca Nacional de Madrid en 1965.
Los tratados que Leonardo tenía la intención de publicar abarcan todo tipo de disciplinas, desde las matemáticas a la anatomía. El florentino les puso títulos provisionales como Libro sobre perspectiva, Tratado sobre la cantidad continua y La geometría como juego, Tratado sobre los nervios, los músculos, los tendones, las membranas y los ligamentos, y Libro especial sobre los músculos y los movimientos de los miembros. En estos tratados también se recogen algunos descubrimientos científicos relativos a materias como la óptica, la acústica, la mecánica, la dinámica de fluidos, la geología, la botánica y la fisiología.
El rastro de los cuadernos
En sus estudios sobre el dinamismo y la forma, con su extraordinaria capacidad de observar en profundidad y dibujar con absoluta precisión, Leonardo refleja concordancias entre fenómenos y procesos que en apariencia son totalmente inconexos. Los miles de dibujos que recogen sus cuadernos sorprenden en la actualidad por sus numerosos detalles y por su uso de perspectivas múltiples. De hecho, a menudo estos dibujos son modelos teóricos. Como ha señalado el investigador Daniel Arasse, cuando Leonardo quiere crear imágenes realistas difumina los contornos de las figuras con la técnica del sfumato para reflejar cómo se muestran realmente los objetos a nuestra percepción. En cambio, cuando Leonardo dibuja objetos con perfiles nítidos lo que hace es representar procesos naturales, como por ejemplo, la turbulencia que genera un chorro de agua al caer en un estanque.
Leonardo sentía una especial fascinación por los movimientos del agua, cuya fluidez consideraba como una característica fundamental de todo lo viviente. Anticipó la dinámica de fluidos, siendo el primero en analizar y describir detalladamente la dinámica de los vórtices de agua. Cabe decir que a día de hoy, ni tan sólo con la ayuda de ecuaciones no lineales podemos simular y analizar completamente la dinámica de los flujos turbulentos.
Mucho más que un pintor
Leonardo sintió fascinación por temas muy diversos. Por ejemplo, más de cuatrocientos años antes de que su obra fuera redescubierta por los estudiosos, Leonardo estableció los principios básicos de la dendrocronología, es decir, el uso de los anillos de crecimiento de los árboles para determinar su edad y las variaciones climáticas que han experimentado a lo largo de su existencia. En su famoso Tratado de la pintura, único texto de Leonardo en circulación antes del siglo XIX, el artista florentino hace una digresión para dejar constancia de este descubrimiento: «Los círculos de los troncos de los árboles cortados muestran el número de sus años y si han sido más húmedos o más secos, según sea su grosor mayor o menor». Leonardo también llegó a entender correctamente la forma en que las plantas despliegan sus formas en respuesta a la gravedad terrestre (geotropismo), así como de qué modo cambian su orientación en función de la luz del sol (fototropismo).
Los fósiles llamaron asimismo la atención de Leonardo. En su época, los fósiles marinos que se descubrían en lo alto de las montañas eran comúnmente considerados restos del diluvio universal. Leonardo observó, por ejemplo, que algunos fósiles de moluscos bivalvos mantienen unidas las dos mitades de su caparazón. Dado que en vida ambas mitades se encuentran unidas por un tejido elástico que se descompone rápidamente tras su muerte, Leonardo concluyó correctamente que tales moluscos no podían haber sido arrastrados a lo alto de las montañas por el diluvio, pues sus mitades se habrían separado, sino que habían quedado sepultados en el mismo lugar donde vivían, que luego emergería como montaña. De hecho, como explicó el eminente biólogo Stephen Jay Gould, Leonardo anticipó conceptos que la paleobiología sólo ha establecido rigurosamente en el siglo XX. Por otra parte, también describió correctamente el proceso de erosión, sedimentación y acumulación que hoy los geólogos conocen como el ciclo de las rocas.
Igualmente, sus observaciones anatómicas fueron rompedoras en su tiempo. Contra el parecer de las autoridades médicas de su época, Leonardo dejó constancia, en el llamado Manuscrito G, de que el corazón es un músculo y de que no tiene dos cavidades, sino cuatro. Desde Galeno, el insigne médico del siglo II d.C., se creía que el movimiento activo del corazón era la diástole, es decir, cuando el corazón se expande, llenándose de aire procedente de los pulmones, según se creía entonces. Leonardo fue el primero en comprender que el movimiento activo del corazón no es su expansion, sino su contracción durante la sístole, que expulsa la sangre hacia los vasos sanguíneos. Dicho movimiento coincide, como observó Leonardo, con el pulso y con la percusión del corazón sobre la pared torácica.
Leonardo también describió correctamente el funcionamiento de las válvulas cardíacas, y realizó unos precisos dibujos de la válvula que abre y cierra la arteria aorta, asombrosamente parecidos a las fotografías contemporáneas obtenidas a alta velocidad. Pero pese a todos sus avances, Leonardo no logró analizar la circulación de la sangre como la entendemos desde que el médico británico William Harvey describiera correctamente este proceso en el siglo XVII. El florentino no observó nada que contradijera la teoría imperante establecida por Galeno, que sostenía que tanto venas como arterias llevan sangre del corazón a la periferia y viceversa, en un continuo movimiento de ida y vuelta (al igual que la inspiración y la espiración se llevan a cabo a través de los mismos conductos respiratorios).
Los principios de la naturaleza
Leonardo también se sintió atraído por los procesos que rigen la luz y el sonido. Entendió que tanto la luz como el sonido se propagan a través de ondas, y también comprendió correctamente la disipación de la energía, constatando, por ejemplo en el Manuscrito A, cómo una bola en movimiento pierde paulatinamente su potenza. Reconoció la relatividad del movimiento: «El movimiento del aire contra un objeto quieto equivale al movimiento de un objeto móvil contra el aire quieto», escribió en el Códice Arundel. Y en manuscritos como el Códice atlántico describió lo que hoy conocemos como tercera ley de Newton: «A cada acción corresponde una reacción igual y opuesta», anotando, por ejemplo, que tanta fuerza ejerce el ala del águila contra el aire como el aire contra el ala del águila.
Sin embargo, Leonardo no enunció ninguna de estas observaciones como «ley de la naturaleza», concepto que era completamente extraño a su época. Las llamadas leyes de la naturaleza, como las formularon en el siglo XX filósofos como Whitehead y Wittgenstein, no están en la naturaleza sino en nuestra mente. Históricamente derivan de la creencia en un Dios soberano que decreta «leyes» universales. Ni siquiera Copérnico o Galileo hablan jamás de leyes de la naturaleza: Copérnico habla de simetrías y armonías; Galileo de proporciones y principios. Descartes, en cambio, ya menciona explícitamente las «leyes que Dios ha introducido en la naturaleza». Sólo dos siglos después de Leonardo, cuando los nacientes estados europeos centralizan cada vez más sus leyes políticas, se empieza a hablar de «leyes» para definir los diferentes procesos naturales, como hicieron Robert Boyle para explicar las transformaciones de las sustancias químicas e Isaac Newton para describir el movimiento de los planetas.
Vegetariano de mente omnívora, Leonardo se adentró en todo tipo de ámbitos: pintura, escultura, arquitectura, geografía, cartografía, mecánica, geometría, astronomía, anatomía, óptica, botánica… Y aprendió sobre todo de la observación del mundo natural. Pero aunque no habló nunca de «leyes de la naturaleza», en los cuadernos conservados en la biblioteca del castillo de Windsor, Leonardo elogia las «obras maravillosas de la naturaleza» (opere mirabili della natura) y escribe que «nunca se encontrará invento más bello, más sencillo o más económico que los de la naturaleza, pues en sus inventos nada falta y nada es superfluo».
Leonardo, el precursor
Como señaló el historiador del arte británico Ernst Gombrich, Leonardo tenía un «apetito voraz de detalles». Dominaba y admiraba la geometría, pero para él la complejidad de la naturaleza no podía reducirse a cifras y análisis mecánicos. Su atención especial a las cualidades, al dinamismo y a la visión de conjunto son una parte esencial de su ciencia, que hoy resuena con los actuales enfoques sistémicos y la teoría de la complejidad. Leonardo describió y dibujó a fondo los mecanismos del cuerpo humano, pero dejó claro que el cuerpo es mucho más que una máquina. Lejos de convertir el mundo en algo mecánico, integró principios orgánicos y metabólicos en sus diseños arquitectónicos y urbanísticos. Para él, el mundo no estaba regido por principios abstractos ni por Dios, sino por la incesante creatividad de la naturaleza. Encontró ritmos ondulatorios comunes en el agua, la tierra, el aire y la luz, y reflejó la interdependencia y autoorganización que caracterizan a todo ser viviente. Leonardo llegó a intuir lo que hoy llamamos «cadenas alimentarias» y ciclos tróficos, tal como apunta en este fragmento del Códice atlántico: «El hombre y los animales son un medio para el tránsito y la conducción de los nutrientes». También comparó a los organismos con sistemas abiertos que mantienen su identidad a partir de un continuo intercambio dinámico con el medio, como expresa bellamente en un largo pasaje de sus Estudios anatómicos titulado «Cómo el cuerpo del animal continuamente muere y renace».
Por todo ello, hoy se considera a Leonardo un precursor de la percepción cualitativa y holística que resulta esencial para comprender la complejidad y la belleza del mundo.
Discos
con historia: Abbey Road - Los Beatles y
la leyenda tras su portada
A mediados de los años
60, la carrera de los Beatles estaba en pleno apogeo. Habían copado varios
números uno en las listas de éxitos tanto del Reino Unido como de EEUU, e iban
camino de convertirse en la banda musical más famosa de todos los tiempos.
Según la leyenda, el 9 de
noviembre de 1966 Paul McCartney abandonó el estudio de grabación de Abbey Road
tras una fuerte discusión con sus compañeros. Paul, furioso, conducía su
Aston-Martin a toda velocidad sin prestar atención a la carretera hasta que, al
llegar a un cruce, no prestó atención a los semáforos y fue arrollado por un
camión.
Brian Epstein, por aquel
entonces manager de los Beatles, fue avisado inmediatamente del accidente.
Supuestamente, la cabeza de Paul había quedado tan desfigurada que fue
necesario acudir a la muestra dental para identificarlo. Misteriosamente, Brian
consiguió que la policía no hiciese referencia a la muerte de Paul. El informe
policial dejó constancia simplemente de que un hombre joven había perecido en
el accidente.
Buscando a un Sustituto
Los Beatles no podían
permitirse perder a un miembro de la banda en su momento de mayor popularidad.
La muerte de Paul suponía un conflicto de intereses, ya que éste era, junto a
Lennon, el miembro mas popular del grupo y el preferido entre las mujeres.
Lennon y McCartney eran el alma del grupo y los compositores de la mayor parte
de las canciones. Por ello, y tras superar el shock de su muerte, Epstein tuvo
una idea descabellada: buscar un sustituto, un doble con gran parecido físico
con Paul que pudiera reemplazarle en sesiones fotográficas y actuaciones. Para
su voz en las grabaciones, se utilizarían a distintos dobles que pudieran
imitarla.
Finalmente el supuesto
elegido fue un joven llamado William Campbell, que tenía un gran parecido con
Paul pero contaba con dos importantes diferencias: era diestro (Paul era zurdo)
y sólo sabía tocar la guitarra, no el bajo. Tras unos meses de entrenamiento en
el manejo del bajo con al mano izquierda y un par de retoques estéticos, estuvo
listo para su presentación en público.
Surge la Sospecha
El rumor de la supuesta
muerte y reemplazo de Paul McCartney apareció por primera vez en 1969. Todo
comenzó con una llamada que alguien llamado “Tom” hizo a Russ Gibb, un famoso
Radio DJ de la WKNR-FM. El Disc Jockey narró por radio una de las leyendas
urbanas más memorables de todos los tiempos: la supuesta muerte de McCartney y
el posterior encubrimiento.
Poco después, Fred
Labour, un estudiante de la Universidad de Michigan, publicó un curioso
análisis en el periódico de la Universidad sobre “Abbey Road”, el disco
publicado por los Beatles en ese mismo año. Fred aseguraba que en la portada y
las letras del disco se encontraban numerosas pistas que delataban la existencia
de una conspiración para ocultar la muerte de Paul.
Y así surgió la leyenda.
En unos meses, los fans de todo el mundo habían encontrado cientos de
referencias ocultas al trágico suceso.
Supuestamente los
Beatles, descontentos con el secretismo creado alrededor de la muerte de su
compañero, se dedicaron a dejar pistas dispersas aquí y allá sobre lo que
realmente había sucedido. El gran secreto de los Beatles sólo sería revelado
para aquel que supiera seguir las claves dejadas por el grupo en sus obras
posteriores a 1966.
La Portada
La portada supuestamente
esta cargada de referencias a la muerte de Paul. Los cuatro Beatles aparecen en
fila, como escenificando un cortejo fúnebre. John Lennon va vestido de blanco:
es el predicador, Ringo va de luto, es el amigo del difunto. George Harrison, a
su vez, va vestido con un ropa vaquera e informal: es el enterrador. Paul es el
único de los cuatro que va descalzo y camina con los ojos cerrados. En muchas
culturas orientales, los difuntos son quemados descalzos. Además, su paso está
descoordinado respecto al resto de los Beatles, como si no perteneciera a la
procesión. Por último, el coche negro aparcado a la derecha, en segundo plano,
parece un coche fúnebre.
El resto de detalles son
más sutiles, pero claramente reveladores. Hay dos claves que son especialmente
importantes. La primera es que Paul está fumando… con la mano derecha.
Recordemos que Paul McCartney era zurdo mientras que William Campbell, su
supuesto sustituto, era diestro, aunque aprendió a tocar el bajo con la mano
izquierda para disimular esta “pequeña” diferencia.
El segundo detalle es la
matrícula del coche blanco aparcado en segundo plano, en la que se puede leer
“28 IF” (28 SÍ…) 28 años es la edad que tendría Paul McCartney en el momento de
la publicación del disco… SI estuviera vivo.
Explicación a la leyenda
Abbey Road es la calle en
donde se ubicaban los estudios, una calle con bastante tráfico, ello generó que
el tiempo que tendrían para tomarse las fotos correspondientes iba a ser muy
limitado. Y la idea era tomar unas 6 fotos de las cuales tenía que salir la
portada del álbum.
No hubo una razón
especial para elegir el escenario, solamente buscar lo más cómodo para el
grupo: el paso de cebra que estaba situado justo enfrente de la puerta de los
estudios de grabación. No tendrían que trasladarse a otro lado y estaban cerca
del estudio.
En cuanto al vestuario,
los cuatro beatles aparecieron en la foto tal como iban vestidos aquel día,
como solían usar por aquella época. Paul, que vivía muy cerca de los estudios
de grabación, había llegado ese mismo día de la foto con sandalias al trabajo,
y en algunas de las otras fotos tomadas ese día puede vérsele caminando
llevándolas consigo puestas.
Había un Volkswagen
Escarabajo que aparecía en la foto y que solía estar aparcado en ese sitio con
frecuencia, y era propiedad de alguien que vivía en los pisos de al lado del
estudio. Antes de la sesión fotográfica, la policía trató de quitarlo de la
acera, pero no pudo hallar a su dueño. La policía había cortado el tráfico
previamente, y de hecho en la portada del disco se puede ver una camioneta
policial estacionada en la acera derecha. No hubo, sin embargo, restricción
para el tráfico peatonal, y la foto muestra algunas personas que estaban en la
calle en ese preciso momento.
La sesión de fotos duró
sólo 10 minutos. Los cuatro Beatles salieron del estudio de Abbey Road a las
10:00 am en punto, el viernes 8 de agosto de 1969, con la ropa que llevaban
puesta. El fotógrafo Ian McMillan se subió a una escalera en la mitad de la
calle y les pidió que cruzaran normalmente y sin actuar. Cruzaron cuatro veces
y se hicieron seis tomas. Y la elegida fue la quinta toma. Desde el punto de
vista técnico, la foto no tiene ningún misterio, fue tomada del modo más
simple, sin flash, sin trípode, sin filtros, sin teleobjetivos sofisticados.
Apenas con un lente de 28 mm. McMillan hizo el encuadre sin perder el
protagonismo de ellos cuatro y sin descuidar el entorno. John Lennon, Ringo
Starr, Paul McCartney y George Harrison caminando de izquierda a derecha, sin
mirar a la cámara: esa fue la única consigna. Tras la sesión fotográfica, los
Beatles se reunieron para tomar algo en casa de Paul, que vivía a poco más de
50 metros del lugar de la fotografía. Así nació una de las portadas más famosas
de la historia del rock.
Detalles Curiosos
Sobre la derecha de la
imagen se ve a un hombre de pie. Su nombre era Paul Cole -quien murió a los 96
años, en febrero de 2008- y estaba de vacaciones en Londres con su esposa. Ella
quería entrar a un museo, pero él no y prefirió salir a caminar y tomar un poco
de aire. Fue así como paseando por el barrio llegó casualmente hasta la puerta
de Abbey Road, donde vio que un policía estaba cortando la calle y que cuatro
jóvenes caminaban por el paso cebra y que un tipo subido a una escalera les
sacaba fotos. La camioneta que está al lado de Cole es una unidad policial.
Cole observó la secuencia y no le dio importancia. Un año más tarde Cole vio la
tapa del disco en su propia casa, su esposa estaba aprendiendo a tocar una
canción de George Harrison en el piano. No salía de su asombro y le contó la
historia a ella y a sus hijos. Tras una razonable incredulidad, fueron en busca
de una lupa y disiparon las dudas. Había salido en la carátula del “ABBEY ROAD”.
Pero también esta
carátula dio lugar a que se esparcieran aquellos absurdos rumores que hablaban
acerca de que Paul había muerto y que había sido suplantado por un doble. Y se
estas suposiciones se basaban en el hecho que en el Volkswagen blanco se podía
leer en su matrícula LMW 281F, e interpretaban esta placa de la siguiente
manera: “LMW” significaba Linda McCartney Waits (Linda McCartney espera) y
28IF, se la interpretaba como 28 if, que en inglés era una referencia a que si
Paul viviese tendría 28 años, ya que “if” significa “si” como condicional. Pero
hay una cosa muy cierta, si como se decía, en 1966 Paul hubiera muerto, nunca
hubiera conocido a Linda Mc Cartney, entonces ¿por qué tendría que esperar
Linda a quien nunca conoció?
Pero la verdad era otra,
ya que ese auto pertenecía a un hombre que vivía en un piso exactamente al lado
del estudio. También se llegó a afirmar que Paul había muerto, porque era el
único que estaba descalzo, con un cigarro en la mano derecha siendo zurdo y con
el paso cambiado. Pero, con respecto a lo de los zapatos, Paul comentó que
aquel día hacía calor y que en un momento determinado se los quitó sin más. De
hecho, en fotos desechadas de la misma sesión, aparece calzado con unas
sandalias.
Cosas que NO sabías de
Abbey Road de The Beatles
El último álbum lanzado por The Beatles oficialmente fue Let
It Be, sin embargo, fue Abbey Road el último en grabarse (durante los primeros
meses de 1969), es por eso que este, aunque fue lanzado en 1969, es considerado
el último disco de The Beatles. Let It Be fue lanzado en mayo de 1970, poco
tiempo después que la banda anunció su disolución definitiva.
Durante parte de la grabación del álbum John Lennon no
estuvo presente debido a un accidente. Sumado a lo anterior, el ambiente
adentro del estudio era demasiado tenso, a menudo cada integrante de la banda
grababa sus canciones con músicos de estudio.
En Here Comes The Sun, John Lennon por primera vez no toca
ningún instrumento. La canción fue grabada en su ausencia.
Ringo Starr también grabó una de sus más importantes
composiciones para este álbum. Ayudado por George Harrison e inspirado durante
una visita a la costa después de renunciar a la banda por unos pocos días
mientras se grababa el White Album, Starr escribe Octopus’s Garden.
Ringo es nuevamente protagonista durante el final del medley
presente en el “Lado B” del disco, considerado el mejor de todos los tiempos.
La última canción del medley es “The End”, canción que tiene la particularidad
de tener el único solo de batería que Ringo grabó jamás. Además la canción
cuenta con 3 solos de guitarra seguidos, primero McCartney, luego Harrison y
finalmente Lennon. Al finalizar la canción se pronuncia la frase que marca el
final de la banda más importante de todos los tiempos: “and in the end, the love
you take is equal to the love you make” (“en el final (o en conclusión), el
amor que recibes es igual al amor que das”).
El disco inicialmente se llamaría Everest y se estaba
organizando un viaje a los Himalaya para la realización de una sesión fotográfica.
Desechada la idea anterior, The Beatles decidió nombrar el
disco Abbey Road, en honor a la calle donde estaba ubicado el estudio de
grabación.
El automóvil Volkswagen Escarabajo que aparece estacionado
detrás, placa patente LMW 281F, fue subastado en 1986 en un precio millonario.
Tanto la placa patente del automóvil, como el cartel de la
calle Abbey Road en Londres, fueron por décadas robados por los fanáticos de la
banda. Hoy el cartel no existe y el mismo está pintado en una pared.
Aún quedan más historias
sobre las portadas de los discos, pero esas las explicaremos en otra entrega.
El Rey Minos, de Creta, tenía varios hijos: Ariadna, Fedra, Glauco, Catreo, pero su predilecto era Androgeo, joven fuerte y vencedor en el gimnasio y la palestra.
Cuando en Atenas se organizaron los juegos en honor de Palas Atenea, se reunieron los mejores atletas griegos, y allí partió Androgeo, para medirse con los más fuertes paladines de la Hélade, con el beneplácito de Minos, quien esperaba a su hijo regresar con la corona del triunfo.
El joven príncipe logró vencer en todas las pruebas a sus rivales, los mejores campeones de la ciudad. Pero los atenienses, en lugar de victorearlo, hicieron recaer su furia sobre él, por haber derrotado a sus luchadores, y esa misma noche le dieron muerte.
Al recibir la noticia el Rey Minos, sintió un inmenso dolor, pero inmediatamente se despertó en él un irrefrenable deseo de venganza, y marchó con un numeroso ejército a sitiar a Atenas, que se vio rápidamente asolada por el hambre y las enfermedades, hasta que logró que se rindieran incondicionalmente, e impuso condiciones y penas terribles, que Egeo tuvo que aceptar.
Entre sus condiciones, estableció que durante nueve años, los atenienses debían enviar a la isla de Creta a siete robustos jóvenes y a siete doncellas, provenientes de las mejores familias nobles de la ciudad, quienes serían las víctimas que se ofrecerían para ser devorados por el Minotauro.
El Minotauro era un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre. Era hijo de Pasifae, la reina de Creta y de un toro que el dios Poseidón había enviado al rey Minos. Cuando Minos se negó a sacrificar el animal, Poseidón hizo que Pasifae se enamorara de él y engendrara un ser medio hombre, medio bestia: el Minotauro.
Minos ordenó al arquitecto Dédalo que construyera un laberinto tan difícil que fuera imposible salir de él sin ayuda. Allí fue encerrado el Minotauro. El hijo de la reina permaneció oculto en el laberinto, siendo alimentado con las jóvenes víctimas humanas que Minos pedía como ofrenda de Atenas.
Teseo era hijo de Egeo, rey de Atenas, y de Etra.
Teseo, decidió ofrecerse como tributo anual a pesar de que su padre le insistía en no hacerlo, para lograr terminar con la bestia. Al final logró convencerle, afirmándole que si tenía éxito y conseguía volver, pondría velas blancas en su barco, y si había fracasado, las velas serían negras.
Al llegar a Creta, el propio rey Minos los examinó para confirmar que servían como sacrificios humanos. Teseo, al encontrarse en la corte, conoció a la hija de éste, Ariadna, de quien se enamoró perdidamente. Ella se enteró del objetivo que tenía Teseo y, habiéndose enamorado también de él, decidió ayudarle, ya que a pesar de que lograse matar al Minotauro, salir del laberinto era tarea imposible. Por ello, le entregó un ovillo de hilo de oro y un puñal, también de oro.
Cuando entró en el laberinto, Teseo fue desenrollando el ovillo para después encontrar la salida. Cuando por fin encontró al Minotauro, lo primero que hizo fue dar rodeos para tratar de agotar a la bestia. Cuando al fin estaba agotado, se enfrentó a él hasta que expiró. Después fue siguiendo el hilo que le había dado su amada para encontrar la salida.
Tras la victoria, Teseo se reunió con los jóvenes que le habían acompañado y con Ariadna. Juntos, no tardaron en embarcarse y poner rumbo a Atenas. Durante el trayecto, tuvo lugar una gran tormenta que les hizo detenerse en la isla de Naxos. Ariadna, que se encontraba indispuesta, bajó del barco. Unas leyendas dicen que Teseo la abandonó, otras que se olvidaron de que había bajado, y otras que el barco se alejó debido a las condiciones climáticas. Lo cierto es que el barco partió dejando a Ariadna en la isla y separando por tanto a los jóvenes.
Teseo, debido a la euforia del triunfo, se olvidó de cambiar las velas negras por las blancas. Egeo, viendo las velas negras que significaban que su hijo había fracasado, creyó que su hijo había muerto. No pudo soportarlo y se arrojó al mar.
Teseo decidió llamar al mar Egeo, como su padre, una vez subió al trono. Gracias a su nombramiento como rey, logró unir a los pueblos formando el estado ateniense.
En los códices prehispánicos y mapas virreinales de la
cuenca de México, siempre aparece un cerrito elevado, situado hacia el oriente,
a corta distancia de México-Tenochtitlán. En siglos pasados el agua lo separaba
de la urbe y ahora es parte de ella. Es el Peñón de los Baños, que recibe ese
nombre porque desde hace siglos de sus entrañas brotan aguas termales ricas en
minerales como bicarbonato, magnesio, calcio, potasio y litio, entre muchos
otros. A ello se añaden los 46 grados de temperatura con los que emana de las
profundidades de la tierra, en donde seguramente algún volcán subterráneo le
otorga todas esas propiedades.
Resulta fascinante pensar que en este lugar tomaron baños
los emperadores aztecas y texcocanos. En esa época el cerro recibía el nombre
de Tepetzinco y aún se le representa con su glifo toponímico, que muestra el
cerrito con dos piernas en actitud de correr.
A lo largo de su historia distintas construcciones han
albergado el manantial, algunas lujosas y otras de gran modestia. En el apogeo
mexica tenía suntuosas edificaciones y después de la conquista el templo azteca
fue sustituido por uno cristiano y las instalaciones fueron viniendo a menos,
aunque nunca dejaron de funcionar. En el siglo XVIII les dieron una arreglada y
se construyó una bellísima capilla barroca, que todavía existe, urgida de una
buena restauración.
Durante el porfiriato los baños vivieron una época de oro,
en gran medida porque, entre otros, el respetado doctor Liceaga avaló
científicamente las bondades terapéuticas del manantial, recomendando inclusive
que se bebieran sus aguas. Esto llevó al suegro de Porfirio Díaz, don Manuel
Romero Rubio, a adquirirlos y construir lujosas instalaciones. En un predio
anexo estableció una planta embotelladora para comercializar el líquido. La
mejor guía de la ciudad de esos años dice: “El servicio de este
establecimiento, que tiene un amplio y lujoso hotel, con restaurante anexo, con
capilla, boliche, sala de bailes, etc., es muy esmerado”.
Durante el siglo XX en la zona se desarrollaron colonias
populares y poco a poco las edificaciones de los baños fueron decayendo, la
planta embotelladora y las lujosas construcciones fueron demolidas. Actualmente
se conservan unas modestas instalaciones rodeadas de edificios de departamentos.
En el centro, en una isla jardinada, se encuentra la hermosa capilla y a un
costado los cuartos de baño, individuales o de pareja, limpísimos, con un
excelente servicio y la posibilidad de darse un buen masaje después del sabroso
remojón. Sale auténticamente fortalecido si está sano, y mejorado de sus
dolencias, si es el caso: asma, reumatismo, artritis, ciática, lumbago,
bronquitis, estrés y previene la osteoporosis.
Su director don Jorge Espinosa, culto maestro retirado,
quien con un pequeño grupo mantiene con esfuerzo vivos los baños, le puede
enseñar la capilla y contarle la historia del lugar, que se encuentra a unos
pasos del aeropuerto, en la calle de Quetzalcóatl y Circuito Interior. Desde el
circuito se puede ver la primorosa cúpula de la capilla.
Los baños funcionan los 365 días del año, de 6 a 20 horas,
y si tiene dudas de cómo llegar, el teléfono es 5571-2870.
La marquesa Calderón de la Barca, a raíz de una visita,
escribió en 1841: “Fuimos a pasear al Peñón (...) donde hay unos baños que se
consideran un remedio universal (...) No dejamos de pensar que fortuna podría
hacer con estos baños un yanqui emprendedor si fuera su dueño, edificara aquí
un hotel (…) y embelleciera este rústico templo de agua caliente”. Igual nos
preguntamos como no hay un mexicano emprendedor que vea su potencial y
garantice su supervivencia. En las largas esperas que tienen que sufrir muchos
viajeros en el aeropuerto, una magnífica opción sería cruzarse a los baños, en
donde se relajarían entre vuelo y vuelo con las reconfortantes aguas, en estos
que seguramente son los baños termales más antiguos de América.
Aquí traigo una pequeña canción que escribí.
Puede que quieras cantarla nota por nota.
No te preocupes, sé feliz.
En todas las vidas, tenemos dificultades.
Cuando nos preocupamos,
hacemos que se multipliquen.
No te preocupes, sé feliz…
No te preocupes, sé feliz ahora.
No te preocupes, sé feliz.
No te preocupes, sé feliz.
No te preocupes, sé feliz.
No te preocupes, sé feliz.
No tienes donde reposar tu cabeza.
Alguien llegó y se llevó tu cama.
No te preocupes, sé feliz.
El casero dice que te has retrasado en el pago.
Te denunciará.
No te preocupes, sé feliz.
Mírame, soy feliz.
No te preocupes, sé feliz.
Te daré mi número de teléfono.
Cuando estés preocupado, llámame.
Yo te haré feliz. No te preocupes, sé feliz.
No tienes dinero, no tienes estilo.
No tienes chica que te haga sonreir.
No te preocupes, sé feliz.
Porque cuando estás preocupado, frunces el ceño
y ello hará que todo el mundo se deprima.
Así que no te preocupes, sé feliz.
No te preocupes, no te preocupes, no lo hagas.
Sé feliz. Pon una sonrisa en tu cara.
No deprimas a la gente.
No te preocupes, pronto pasará, sea lo que sea.
No te preocupes, sé feliz.
Yo no estoy preocupado, soy feliz.
Arturo Benavides
Arturo Benavides nació en Monterrey, Nuevo Leon, Mexico en 1936. Comenzó su carrera como locutor y luego se hizo famoso en las radionovelas de los 50s y 60s. Arturo tuvo gran éxito en su papel en la serie de radio que luego pasó a televisión, "Chucho el Roto". También actuó en las cuatro películas de "Chucho el Roto" realizadas por Alfredo Zacarías, la primera de ellas en 1969.
La larga lista de sus participaciones como actor en televisión y cine pasa de las cincuenta.
Actuó - en la serie "Mujer, casos de la vida real" - meses antes de su muerte ocurrida el 25 de Febrero de 1997 en la Ciudad de México por un eficema pulmonar.
En el cine sus últimas apariciones fueron: La Última fuga,(1991); Policía rural (1990); Las Doce tumbas (1990); Con el fuego en la sangre (1990); Muerte bajo la piel (1990) e Inesperada venganza (1990).
Grabó un disco de poemas declamados por él, entre los cuales se encuentra la "Oración del Padre" del General Douglas Mc Arthur, "No claudiques" de Kipling y "Desiderata" de Max Ehrmann.