viernes, 26 de septiembre de 2014

La ley del dar - Deepak Chopra

La segunda ley espiritual del éxito es la ley del dar. También podría llamarse la ley del dar y del recibir porque el universo opera a través de un intercambio dinámico. (…) Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir y el recibir engendra el dar. (…) En realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si detenemos el flujo de alguno de los dos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza.”

El universo opera mediante un flujo dinámico. Dar y Recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la abundancia en el universo circulando por nuestras vidas. La ley espiritual del éxito es la Ley del Dar. También podría llamarse la Ley del Dar y Recibir, porque el universo opera por medio de un intercambio dinámico; nada estático.

Nuestro cuerpo está en un constante estado dinámico con el cuerpo del universo, nuestra mente mantiene una interacción dinámica con la mente del cosmos. El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia. Esta interacción de las fuerzas y los elementos de la vida opera a través de la Ley del Dar. Puesto que nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular comienza a coagularse y estancarse.

Por eso debemos dar y recibir a efecto de mantener la afluencia y la riqueza, o cualquier otra cosa que deseemos en la vida, circulando permanentemente. La palabra afluencia viene de la raíz affluere, que significa fluir hacia. La palabra afluencia significa fluir en abundancia. El dinero es un símbolo de la energía vital que intercambiamos y de la energía vital que utilizamos como consecuencia del servicio que le prestamos al universo. Al dinero también se le llama moneda corriente, nombre que refleja igualmente la naturaleza fluida de la energía. La palabra corriente viene del latín cúrrere que significa correr o fluir. Por tanto si impedimos la circulación del dinero y nuestra única intención es acaparar el dinero y aferrarnos a él, impediremos también, puesto que el dinero es energía vital, que éste vuelva a circular en nuestra vida. Para que esa energía fluya constantemente hacia nosotros debemos mantenerla constantemente en circulación. Al igual que un rio el dinero debe mantenerse en movimiento o de lo contrario comienza a estancarse, a obstruir a sofocar y a estrangular su propia fuerza vital; la circulación lo mantiene vivo y vital.

Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir y el recibir engendra el dar. Lo que sube debe bajar y lo que se va debe volver. En realidad recibir no es lo mismo que dar porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo, aunque muy complementarios; si detenemos el flujo de alguno de los dos obstaculizamos el flujo de la inteligencia de la naturaleza. En toda semilla esta la promesa de miles de bosques pero la semilla no debe de ser acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil, a través de su acción de dar su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material. Cuanto más demos más recibiremos porque mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida. En realidad todo lo que tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado. Lo que no se multiplique a través del dar, ni vale la pena darlo, ni vale la pena recibirlo.

Si al dar sentimos que hemos perdido algo, entonces el regalo no ha sido dado en realidad y no generará abundancia. Cuando damos a regañadientes, no hay energía positiva detrás de nuestra acción de dar. En el dar y recibir lo más importante es la intención, la intención debe de ser crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad sustenta y sostiene la vida, y por tanto, genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón. Por eso el acto de dar debe ser alegre; la actitud mental debe ser tal que se sienta en el acto la alegría de dar. De esa manera la energía que hay en el acto de dar aumenta muchas veces más. En realidad practicar la ley del dar es muy sencillo: si.

Escrito por Deepak Chopra

http://gloriaramirez.com/laleydeldaryrecibir


Leonardo da Vinci : El visionario de la ciencia

En los miles de páginas de sus cuadernos, Leonardo recogió sus investigaciones sobre todos los dominios del saber, como la anatomía, la mecánica o la óptica
Jordi Pigem. Filósofo de la Ciencia y Escritor,

Leonardo da Vinci, el gran artista del Renacimiento, modelo del uomo universale, fue también un genio científico. Aparte de su obra pictórica, tan exquisita como escasa, hubo un Leonardo dedicado a la observación rigurosa, el experimento y la formulación exacta de principios generales a partir de la experiencia empírica. En los miles de páginas de sus cuadernos de notas, que sólo han empezado a ser estudiados a fondo en las últimas décadas, encontramos anticipaciones de muchos desarrollos posteriores de la ciencia moderna. Sus contemporáneos sabían que Leonardo dedicaba buena parte de su tiempo al estudio de la filosofía natural, que es como se llamaba a la ciencia entonces (el término inglés scientist no apareció hasta 1840) y asimismo tenemos constancia de que Leonardo planeaba publicar numerosos tratados científicos con los materiales recogidos en sus cuadernos. Pero pese a su enorme dedicación, nunca consiguió llevar a buen término su propósito.

Se conservan más de seis mil páginas de los cuadernos de Leonardo. Contienen miles de dibujos y gráficos acompañados de textos deliberadamente crípticos; por ejemplo, algunos fragmentos están escritos de derecha a izquierda, de modo que hay que leerlos con un espejo. Estos cuadernos se hallan esparcidos por toda Europa formando parte de colecciones privadas; muchos de ellos fueron a menudo olvidados y más de la mitad se han perdido irremediablemente, aunque alguno ha reaparecido como por milagro, como es el caso de los dos códices que se descubrieron entre polvorientos legajos en la Biblioteca Nacional de Madrid en 1965.
Los tratados que Leonardo tenía la intención de publicar abarcan todo tipo de disciplinas, desde las matemáticas a la anatomía. El florentino les puso títulos provisionales como Libro sobre perspectiva, Tratado sobre la cantidad continua y La geometría como juego, Tratado sobre los nervios, los músculos, los tendones, las membranas y los ligamentos, y Libro especial sobre los músculos y los movimientos de los miembros. En estos tratados también se recogen algunos descubrimientos científicos relativos a materias como la óptica, la acústica, la mecánica, la dinámica de fluidos, la geología, la botánica y la fisiología.

El rastro de los cuadernos
En sus estudios sobre el dinamismo y la forma, con su extraordinaria capacidad de observar en profundidad y dibujar con absoluta precisión, Leonardo refleja concordancias entre fenómenos y procesos que en apariencia son totalmente inconexos. Los miles de dibujos que recogen sus cuadernos sorprenden en la actualidad por sus numerosos detalles y por su uso de perspectivas múltiples. De hecho, a menudo estos dibujos son modelos teóricos. Como ha señalado el investigador Daniel Arasse, cuando Leonardo quiere crear imágenes realistas difumina los contornos de las figuras con la técnica del sfumato para reflejar cómo se muestran realmente los objetos a nuestra percepción. En cambio, cuando Leonardo dibuja objetos con perfiles nítidos lo que hace es representar procesos naturales, como por ejemplo, la turbulencia que genera un chorro de agua al caer en un estanque.
Leonardo sentía una especial fascinación por los movimientos del agua, cuya fluidez consideraba como una característica fundamental de todo lo viviente. Anticipó la dinámica de fluidos, siendo el primero en analizar y describir detalladamente la dinámica de los vórtices de agua. Cabe decir que a día de hoy, ni tan sólo con la ayuda de ecuaciones no lineales podemos simular y analizar completamente la dinámica de los flujos turbulentos.

Mucho más que un pintor
Leonardo sintió fascinación por temas muy diversos. Por ejemplo, más de cuatrocientos años antes de que su obra fuera redescubierta por los estudiosos, Leonardo estableció los principios básicos de la dendrocronología, es decir, el uso de los anillos de crecimiento de los árboles para determinar su edad y las variaciones climáticas que han experimentado a lo largo de su existencia. En su famoso Tratado de la pintura, único texto de Leonardo en circulación antes del siglo XIX, el artista florentino hace una digresión para dejar constancia de este descubrimiento: «Los círculos de los troncos de los árboles cortados muestran el número de sus años y si han sido más húmedos o más secos, según sea su grosor mayor o menor». Leonardo también llegó a entender correctamente la forma en que las plantas despliegan sus formas en respuesta a la gravedad terrestre (geotropismo), así como de qué modo cambian su orientación en función de la luz del sol (fototropismo).

Los fósiles llamaron asimismo la atención de Leonardo. En su época, los fósiles marinos que se descubrían en lo alto de las montañas eran comúnmente considerados restos del diluvio universal. Leonardo observó, por ejemplo, que algunos fósiles de moluscos bivalvos mantienen unidas las dos mitades de su caparazón. Dado que en vida ambas mitades se encuentran unidas por un tejido elástico que se descompone rápidamente tras su muerte, Leonardo concluyó correctamente que tales moluscos no podían haber sido arrastrados a lo alto de las montañas por el diluvio, pues sus mitades se habrían separado, sino que habían quedado sepultados en el mismo lugar donde vivían, que luego emergería como montaña. De hecho, como explicó el eminente biólogo Stephen Jay Gould, Leonardo anticipó conceptos que la paleobiología sólo ha establecido rigurosamente en el siglo XX. Por otra parte, también describió correctamente el proceso de erosión, sedimentación y acumulación que hoy los geólogos conocen como el ciclo de las rocas.

Igualmente, sus observaciones anatómicas fueron rompedoras en su tiempo. Contra el parecer de las autoridades médicas de su época, Leonardo dejó constancia, en el llamado Manuscrito G, de que el corazón es un músculo y de que no tiene dos cavidades, sino cuatro. Desde Galeno, el insigne médico del siglo II d.C., se creía que el movimiento activo del corazón era la diástole, es decir, cuando el corazón se expande, llenándose de aire procedente de los pulmones, según se creía entonces. Leonardo fue el primero en comprender que el movimiento activo del corazón no es su expansion, sino su contracción durante la sístole, que expulsa la sangre hacia los vasos sanguíneos. Dicho movimiento coincide, como observó Leonardo, con el pulso y con la percusión del corazón sobre la pared torácica.

Leonardo también describió correctamente el funcionamiento de las válvulas cardíacas, y realizó unos precisos dibujos de la válvula que abre y cierra la arteria aorta, asombrosamente parecidos a las fotografías contemporáneas obtenidas a alta velocidad. Pero pese a todos sus avances, Leonardo no logró analizar la circulación de la sangre como la entendemos desde que el médico británico William Harvey describiera correctamente este proceso en el siglo XVII. El florentino no observó nada que contradijera la teoría imperante establecida por Galeno, que sostenía que tanto venas como arterias llevan sangre del corazón a la periferia y viceversa, en un continuo movimiento de ida y vuelta (al igual que la inspiración y la espiración se llevan a cabo a través de los mismos conductos respiratorios).

Los principios de la naturaleza
Leonardo también se sintió atraído por los procesos que rigen la luz y el sonido. Entendió que tanto la luz como el sonido se propagan a través de ondas, y también comprendió correctamente la disipación de la energía, constatando, por ejemplo en el Manuscrito A, cómo una bola en movimiento pierde paulatinamente su potenza. Reconoció la relatividad del movimiento: «El movimiento del aire contra un objeto quieto equivale al movimiento de un objeto móvil contra el aire quieto», escribió en el Códice Arundel. Y en manuscritos como el Códice atlántico describió lo que hoy conocemos como tercera ley de Newton: «A cada acción corresponde una reacción igual y opuesta», anotando, por ejemplo, que tanta fuerza ejerce el ala del águila contra el aire como el aire contra el ala del águila.

Sin embargo, Leonardo no enunció ninguna de estas observaciones como «ley de la naturaleza», concepto que era completamente extraño a su época. Las llamadas leyes de la naturaleza, como las formularon en el siglo XX filósofos como Whitehead y Wittgenstein, no están en la naturaleza sino en nuestra mente. Históricamente derivan de la creencia en un Dios soberano que decreta «leyes» universales. Ni siquiera Copérnico o Galileo hablan jamás de leyes de la naturaleza: Copérnico habla de simetrías y armonías; Galileo de proporciones y principios. Descartes, en cambio, ya menciona explícitamente las «leyes que Dios ha introducido en la naturaleza». Sólo dos siglos después de Leonardo, cuando los nacientes estados europeos centralizan cada vez más sus leyes políticas, se empieza a hablar de «leyes» para definir los diferentes procesos naturales, como hicieron Robert Boyle para explicar las transformaciones de las sustancias químicas e Isaac Newton para describir el movimiento de los planetas.

Vegetariano de mente omnívora, Leonardo se adentró en todo tipo de ámbitos: pintura, escultura, arquitectura, geografía, cartografía, mecánica, geometría, astronomía, anatomía, óptica, botánica… Y aprendió sobre todo de la observación del mundo natural. Pero aunque no habló nunca de «leyes de la naturaleza», en los cuadernos conservados en la biblioteca del castillo de Windsor, Leonardo elogia las «obras maravillosas de la naturaleza» (opere mirabili della natura) y escribe que «nunca se encontrará invento más bello, más sencillo o más económico que los de la naturaleza, pues en sus inventos nada falta y nada es superfluo».

Leonardo, el precursor
Como señaló el historiador del arte británico Ernst Gombrich, Leonardo tenía un «apetito voraz de detalles». Dominaba y admiraba la geometría, pero para él la complejidad de la naturaleza no podía reducirse a cifras y análisis mecánicos. Su atención especial a las cualidades, al dinamismo y a la visión de conjunto son una parte esencial de su ciencia, que hoy resuena con los actuales enfoques sistémicos y la teoría de la complejidad. Leonardo describió y dibujó a fondo los mecanismos del cuerpo humano, pero dejó claro que el cuerpo es mucho más que una máquina. Lejos de convertir el mundo en algo mecánico, integró principios orgánicos y metabólicos en sus diseños arquitectónicos y urbanísticos. Para él, el mundo no estaba regido por principios abstractos ni por Dios, sino por la incesante creatividad de la naturaleza. Encontró ritmos ondulatorios comunes en el agua, la tierra, el aire y la luz, y reflejó la interdependencia y autoorganización que caracterizan a todo ser viviente. Leonardo llegó a intuir lo que hoy llamamos «cadenas alimentarias» y ciclos tróficos, tal como apunta en este fragmento del Códice atlántico: «El hombre y los animales son un medio para el tránsito y la conducción de los nutrientes». También comparó a los organismos con sistemas abiertos que mantienen su identidad a partir de un continuo intercambio dinámico con el medio, como expresa bellamente en un largo pasaje de sus Estudios anatómicos titulado «Cómo el cuerpo del animal continuamente muere y renace».

 Por todo ello, hoy se considera a Leonardo un precursor de la percepción cualitativa y holística que resulta esencial para comprender la complejidad y la belleza del mundo.

http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/historia/grandes_reportajes/8277/leonardo_vinci.html

                                                    Hombres de ciencia - Leonardo da Vinci


Discos con historia: Abbey Road  - Los Beatles y la leyenda tras su portada
A mediados de los años 60, la carrera de los Beatles estaba en pleno apogeo. Habían copado varios números uno en las listas de éxitos tanto del Reino Unido como de EEUU, e iban camino de convertirse en la banda musical más famosa de todos los tiempos.
Según la leyenda, el 9 de noviembre de 1966 Paul McCartney abandonó el estudio de grabación de Abbey Road tras una fuerte discusión con sus compañeros. Paul, furioso, conducía su Aston-Martin a toda velocidad sin prestar atención a la carretera hasta que, al llegar a un cruce, no prestó atención a los semáforos y fue arrollado por un camión.
Brian Epstein, por aquel entonces manager de los Beatles, fue avisado inmediatamente del accidente. Supuestamente, la cabeza de Paul había quedado tan desfigurada que fue necesario acudir a la muestra dental para identificarlo. Misteriosamente, Brian consiguió que la policía no hiciese referencia a la muerte de Paul. El informe policial dejó constancia simplemente de que un hombre joven había perecido en el accidente.
Buscando a un Sustituto
Los Beatles no podían permitirse perder a un miembro de la banda en su momento de mayor popularidad. La muerte de Paul suponía un conflicto de intereses, ya que éste era, junto a Lennon, el miembro mas popular del grupo y el preferido entre las mujeres. Lennon y McCartney eran el alma del grupo y los compositores de la mayor parte de las canciones. Por ello, y tras superar el shock de su muerte, Epstein tuvo una idea descabellada: buscar un sustituto, un doble con gran parecido físico con Paul que pudiera reemplazarle en sesiones fotográficas y actuaciones. Para su voz en las grabaciones, se utilizarían a distintos dobles que pudieran imitarla.
Finalmente el supuesto elegido fue un joven llamado William Campbell, que tenía un gran parecido con Paul pero contaba con dos importantes diferencias: era diestro (Paul era zurdo) y sólo sabía tocar la guitarra, no el bajo. Tras unos meses de entrenamiento en el manejo del bajo con al mano izquierda y un par de retoques estéticos, estuvo listo para su presentación en público.
Surge la Sospecha
El rumor de la supuesta muerte y reemplazo de Paul McCartney apareció por primera vez en 1969. Todo comenzó con una llamada que alguien llamado “Tom” hizo a Russ Gibb, un famoso Radio DJ de la WKNR-FM. El Disc Jockey narró por radio una de las leyendas urbanas más memorables de todos los tiempos: la supuesta muerte de McCartney y el posterior encubrimiento.
Poco después, Fred Labour, un estudiante de la Universidad de Michigan, publicó un curioso análisis en el periódico de la Universidad sobre “Abbey Road”, el disco publicado por los Beatles en ese mismo año. Fred aseguraba que en la portada y las letras del disco se encontraban numerosas pistas que delataban la existencia de una conspiración para ocultar la muerte de Paul.
Y así surgió la leyenda. En unos meses, los fans de todo el mundo habían encontrado cientos de referencias ocultas al trágico suceso.
Supuestamente los Beatles, descontentos con el secretismo creado alrededor de la muerte de su compañero, se dedicaron a dejar pistas dispersas aquí y allá sobre lo que realmente había sucedido. El gran secreto de los Beatles sólo sería revelado para aquel que supiera seguir las claves dejadas por el grupo en sus obras posteriores a 1966.

La Portada
La portada supuestamente esta cargada de referencias a la muerte de Paul. Los cuatro Beatles aparecen en fila, como escenificando un cortejo fúnebre. John Lennon va vestido de blanco: es el predicador, Ringo va de luto, es el amigo del difunto. George Harrison, a su vez, va vestido con un ropa vaquera e informal: es el enterrador. Paul es el único de los cuatro que va descalzo y camina con los ojos cerrados. En muchas culturas orientales, los difuntos son quemados descalzos. Además, su paso está descoordinado respecto al resto de los Beatles, como si no perteneciera a la procesión. Por último, el coche negro aparcado a la derecha, en segundo plano, parece un coche fúnebre.
El resto de detalles son más sutiles, pero claramente reveladores. Hay dos claves que son especialmente importantes. La primera es que Paul está fumando… con la mano derecha. Recordemos que Paul McCartney era zurdo mientras que William Campbell, su supuesto sustituto, era diestro, aunque aprendió a tocar el bajo con la mano izquierda para disimular esta “pequeña” diferencia.
El segundo detalle es la matrícula del coche blanco aparcado en segundo plano, en la que se puede leer “28 IF” (28 SÍ…) 28 años es la edad que tendría Paul McCartney en el momento de la publicación del disco… SI estuviera vivo.
Explicación a la leyenda
Abbey Road es la calle en donde se ubicaban los estudios, una calle con bastante tráfico, ello generó que el tiempo que tendrían para tomarse las fotos correspondientes iba a ser muy limitado. Y la idea era tomar unas 6 fotos de las cuales tenía que salir la portada del álbum.
No hubo una razón especial para elegir el escenario, solamente buscar lo más cómodo para el grupo: el paso de cebra que estaba situado justo enfrente de la puerta de los estudios de grabación. No tendrían que trasladarse a otro lado y estaban cerca del estudio.
En cuanto al vestuario, los cuatro beatles aparecieron en la foto tal como iban vestidos aquel día, como solían usar por aquella época. Paul, que vivía muy cerca de los estudios de grabación, había llegado ese mismo día de la foto con sandalias al trabajo, y en algunas de las otras fotos tomadas ese día puede vérsele caminando llevándolas consigo puestas.
Había un Volkswagen Escarabajo que aparecía en la foto y que solía estar aparcado en ese sitio con frecuencia, y era propiedad de alguien que vivía en los pisos de al lado del estudio. Antes de la sesión fotográfica, la policía trató de quitarlo de la acera, pero no pudo hallar a su dueño. La policía había cortado el tráfico previamente, y de hecho en la portada del disco se puede ver una camioneta policial estacionada en la acera derecha. No hubo, sin embargo, restricción para el tráfico peatonal, y la foto muestra algunas personas que estaban en la calle en ese preciso momento.
La sesión de fotos duró sólo 10 minutos. Los cuatro Beatles salieron del estudio de Abbey Road a las 10:00 am en punto, el viernes 8 de agosto de 1969, con la ropa que llevaban puesta. El fotógrafo Ian McMillan se subió a una escalera en la mitad de la calle y les pidió que cruzaran normalmente y sin actuar. Cruzaron cuatro veces y se hicieron seis tomas. Y la elegida fue la quinta toma. Desde el punto de vista técnico, la foto no tiene ningún misterio, fue tomada del modo más simple, sin flash, sin trípode, sin filtros, sin teleobjetivos sofisticados. Apenas con un lente de 28 mm. McMillan hizo el encuadre sin perder el protagonismo de ellos cuatro y sin descuidar el entorno. John Lennon, Ringo Starr, Paul McCartney y George Harrison caminando de izquierda a derecha, sin mirar a la cámara: esa fue la única consigna. Tras la sesión fotográfica, los Beatles se reunieron para tomar algo en casa de Paul, que vivía a poco más de 50 metros del lugar de la fotografía. Así nació una de las portadas más famosas de la historia del rock.

Detalles Curiosos
Sobre la derecha de la imagen se ve a un hombre de pie. Su nombre era Paul Cole -quien murió a los 96 años, en febrero de 2008- y estaba de vacaciones en Londres con su esposa. Ella quería entrar a un museo, pero él no y prefirió salir a caminar y tomar un poco de aire. Fue así como paseando por el barrio llegó casualmente hasta la puerta de Abbey Road, donde vio que un policía estaba cortando la calle y que cuatro jóvenes caminaban por el paso cebra y que un tipo subido a una escalera les sacaba fotos. La camioneta que está al lado de Cole es una unidad policial. Cole observó la secuencia y no le dio importancia. Un año más tarde Cole vio la tapa del disco en su propia casa, su esposa estaba aprendiendo a tocar una canción de George Harrison en el piano. No salía de su asombro y le contó la historia a ella y a sus hijos. Tras una razonable incredulidad, fueron en busca de una lupa y disiparon las dudas. Había salido en la carátula del “ABBEY ROAD”.
Pero también esta carátula dio lugar a que se esparcieran aquellos absurdos rumores que hablaban acerca de que Paul había muerto y que había sido suplantado por un doble. Y se estas suposiciones se basaban en el hecho que en el Volkswagen blanco se podía leer en su matrícula LMW 281F, e interpretaban esta placa de la siguiente manera: “LMW” significaba Linda McCartney Waits (Linda McCartney espera) y 28IF, se la interpretaba como 28 if, que en inglés era una referencia a que si Paul viviese tendría 28 años, ya que “if” significa “si” como condicional. Pero hay una cosa muy cierta, si como se decía, en 1966 Paul hubiera muerto, nunca hubiera conocido a Linda Mc Cartney, entonces ¿por qué tendría que esperar Linda a quien nunca conoció?
Pero la verdad era otra, ya que ese auto pertenecía a un hombre que vivía en un piso exactamente al lado del estudio. También se llegó a afirmar que Paul había muerto, porque era el único que estaba descalzo, con un cigarro en la mano derecha siendo zurdo y con el paso cambiado. Pero, con respecto a lo de los zapatos, Paul comentó que aquel día hacía calor y que en un momento determinado se los quitó sin más. De hecho, en fotos desechadas de la misma sesión, aparece calzado con unas sandalias.
Cosas que NO sabías de Abbey Road de The Beatles
El último álbum lanzado por The Beatles oficialmente fue Let It Be, sin embargo, fue Abbey Road el último en grabarse (durante los primeros meses de 1969), es por eso que este, aunque fue lanzado en 1969, es considerado el último disco de The Beatles. Let It Be fue lanzado en mayo de 1970, poco tiempo después que la banda anunció su disolución definitiva.
Durante parte de la grabación del álbum John Lennon no estuvo presente debido a un accidente. Sumado a lo anterior, el ambiente adentro del estudio era demasiado tenso, a menudo cada integrante de la banda grababa sus canciones con músicos de estudio.
En Here Comes The Sun, John Lennon por primera vez no toca ningún instrumento. La canción fue grabada en su ausencia.
Ringo Starr también grabó una de sus más importantes composiciones para este álbum. Ayudado por George Harrison e inspirado durante una visita a la costa después de renunciar a la banda por unos pocos días mientras se grababa el White Album, Starr escribe Octopus’s Garden.
Ringo es nuevamente protagonista durante el final del medley presente en el “Lado B” del disco, considerado el mejor de todos los tiempos. La última canción del medley es “The End”, canción que tiene la particularidad de tener el único solo de batería que Ringo grabó jamás. Además la canción cuenta con 3 solos de guitarra seguidos, primero McCartney, luego Harrison y finalmente Lennon. Al finalizar la canción se pronuncia la frase que marca el final de la banda más importante de todos los tiempos: “and in the end, the love you take is equal to the love you make” (“en el final (o en conclusión), el amor que recibes es igual al amor que das”).
El disco inicialmente se llamaría Everest y se estaba organizando un viaje a los Himalaya para la realización de una sesión fotográfica.
Desechada la idea anterior, The Beatles decidió nombrar el disco Abbey Road, en honor a la calle donde estaba ubicado el estudio de grabación.
El automóvil Volkswagen Escarabajo que aparece estacionado detrás, placa patente LMW 281F, fue subastado en 1986 en un precio millonario.
Tanto la placa patente del automóvil, como el cartel de la calle Abbey Road en Londres, fueron por décadas robados por los fanáticos de la banda. Hoy el cartel no existe y el mismo está pintado en una pared.
 Aún quedan más historias sobre las portadas de los discos, pero esas las explicaremos en otra entrega.






Teseo y el Minotauro

El Rey Minos, de Creta, tenía varios hijos: Ariadna, Fedra, Glauco, Catreo, pero su predilecto era Androgeo, joven fuerte y vencedor en el gimnasio y la palestra.
Cuando en Atenas se organizaron los juegos en honor de Palas Atenea, se reunieron los mejores atletas griegos, y allí partió Androgeo, para medirse con los más fuertes paladines de la Hélade, con el beneplácito de Minos, quien esperaba a su hijo regresar con la corona del triunfo.

El joven príncipe logró vencer en todas las pruebas a sus rivales, los mejores campeones de la ciudad. Pero los atenienses, en lugar de victorearlo, hicieron recaer su furia sobre él, por haber derrotado a sus luchadores, y esa misma noche le dieron muerte.

Al recibir la noticia el Rey Minos, sintió un inmenso dolor, pero inmediatamente se despertó en él un irrefrenable deseo de venganza, y marchó con un numeroso ejército a sitiar a Atenas, que se vio rápidamente asolada por el hambre y las enfermedades, hasta que logró que se rindieran incondicionalmente, e impuso condiciones y penas terribles, que Egeo tuvo que aceptar.

Entre sus condiciones, estableció que durante nueve años, los atenienses debían enviar a la isla de Creta a siete robustos jóvenes y a siete doncellas, provenientes de las mejores familias nobles de la ciudad, quienes serían las víctimas que se ofrecerían para ser devorados por el Minotauro.

El Minotauro era un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre. Era hijo de Pasifae, la reina de Creta y de un toro que el dios Poseidón había enviado al rey Minos. Cuando Minos se negó a sacrificar el animal, Poseidón hizo que Pasifae se enamorara de él y engendrara un ser medio hombre, medio bestia: el Minotauro.
Minos ordenó al arquitecto Dédalo que construyera un laberinto tan difícil que fuera imposible salir de él sin ayuda. Allí fue encerrado el Minotauro. El hijo de la reina permaneció oculto en el laberinto, siendo alimentado con las jóvenes víctimas humanas que Minos pedía como ofrenda de Atenas.

Teseo era hijo de Egeo, rey de Atenas, y de Etra.

Teseo, decidió ofrecerse como tributo anual a pesar de que su padre le insistía en no hacerlo, para lograr terminar con la bestia. Al final logró convencerle, afirmándole que si tenía éxito y conseguía volver, pondría velas blancas  en su barco, y si había fracasado, las velas serían negras.

Al llegar a Creta, el propio rey Minos los examinó para confirmar que  servían como sacrificios humanos. Teseo, al encontrarse en la corte, conoció a la hija de éste, Ariadna, de quien se enamoró perdidamente. Ella se enteró del objetivo que tenía Teseo y, habiéndose enamorado también de él, decidió ayudarle, ya que a pesar de que lograse matar al Minotauro, salir del laberinto era tarea imposible. Por ello, le entregó un ovillo de hilo de oro y un puñal, también de oro.

Cuando entró en el laberinto, Teseo fue desenrollando el ovillo para después encontrar la salida. Cuando por fin encontró al Minotauro, lo primero que hizo fue dar rodeos para tratar de agotar a la bestia. Cuando al fin estaba agotado, se enfrentó a él  hasta que expiró. Después fue siguiendo el hilo que le había dado su amada para encontrar la salida.

Tras la victoria, Teseo se reunió con los jóvenes que le habían acompañado y con Ariadna. Juntos, no tardaron en embarcarse y poner rumbo a Atenas. Durante el trayecto, tuvo lugar una gran tormenta que les hizo detenerse en la isla de Naxos. Ariadna, que se encontraba indispuesta, bajó del barco. Unas leyendas dicen que Teseo la abandonó, otras que se olvidaron de que había bajado, y otras que el barco se alejó debido a las condiciones climáticas. Lo cierto es que el barco partió dejando a Ariadna en la isla y separando por tanto a los jóvenes.

Teseo, debido a la euforia del triunfo, se olvidó de cambiar las velas negras por las blancas. Egeo, viendo las velas negras que significaban que su hijo había fracasado, creyó que su hijo había muerto. No pudo soportarlo y se arrojó al mar.

Teseo decidió llamar al mar Egeo, como su padre, una vez subió al trono. Gracias a su nombramiento como rey, logró unir a los pueblos formando el estado ateniense.

http://mitologiagriegainfo.blogspot.com.ar/2010/08/teseo-y-el-minotauro.html
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El Peñón de los Baños - México

En los códices prehispánicos y mapas virreinales de la cuenca de México, siempre aparece un cerrito elevado, situado hacia el oriente, a corta distancia de México-Tenochtitlán. En siglos pasados el agua lo separaba de la urbe y ahora es parte de ella. Es el Peñón de los Baños, que recibe ese nombre porque desde hace siglos de sus entrañas brotan aguas termales ricas en minerales como bicarbonato, magnesio, calcio, potasio y litio, entre muchos otros. A ello se añaden los 46 grados de temperatura con los que emana de las profundidades de la tierra, en donde seguramente algún volcán subterráneo le otorga todas esas propiedades.
Resulta fascinante pensar que en este lugar tomaron baños los emperadores aztecas y texcocanos. En esa época el cerro recibía el nombre de Tepetzinco y aún se le representa con su glifo toponímico, que muestra el cerrito con dos piernas en actitud de correr.
A lo largo de su historia distintas construcciones han albergado el manantial, algunas lujosas y otras de gran modestia. En el apogeo mexica tenía suntuosas edificaciones y después de la conquista el templo azteca fue sustituido por uno cristiano y las instalaciones fueron viniendo a menos, aunque nunca dejaron de funcionar. En el siglo XVIII les dieron una arreglada y se construyó una bellísima capilla barroca, que todavía existe, urgida de una buena restauración.
Durante el porfiriato los baños vivieron una época de oro, en gran medida porque, entre otros, el respetado doctor Liceaga avaló científicamente las bondades terapéuticas del manantial, recomendando inclusive que se bebieran sus aguas. Esto llevó al suegro de Porfirio Díaz, don Manuel Romero Rubio, a adquirirlos y construir lujosas instalaciones. En un predio anexo estableció una planta embotelladora para comercializar el líquido. La mejor guía de la ciudad de esos años dice: “El servicio de este establecimiento, que tiene un amplio y lujoso hotel, con restaurante anexo, con capilla, boliche, sala de bailes, etc., es muy esmerado”.
Durante el siglo XX en la zona se desarrollaron colonias populares y poco a poco las edificaciones de los baños fueron decayendo, la planta embotelladora y las lujosas construcciones fueron demolidas. Actualmente se conservan unas modestas instalaciones rodeadas de edificios de departamentos. En el centro, en una isla jardinada, se encuentra la hermosa capilla y a un costado los cuartos de baño, individuales o de pareja, limpísimos, con un excelente servicio y la posibilidad de darse un buen masaje después del sabroso remojón. Sale auténticamente fortalecido si está sano, y mejorado de sus dolencias, si es el caso: asma, reumatismo, artritis, ciática, lumbago, bronquitis, estrés y previene la osteoporosis.
Su director don Jorge Espinosa, culto maestro retirado, quien con un pequeño grupo mantiene con esfuerzo vivos los baños, le puede enseñar la capilla y contarle la historia del lugar, que se encuentra a unos pasos del aeropuerto, en la calle de Quetzalcóatl y Circuito Interior. Desde el circuito se puede ver la primorosa cúpula de la capilla.
Los baños funcionan los 365 días del año, de 6 a 20 horas, y si tiene dudas de cómo llegar, el teléfono es 5571-2870.
La marquesa Calderón de la Barca, a raíz de una visita, escribió en 1841: “Fuimos a pasear al Peñón (...) donde hay unos baños que se consideran un remedio universal (...) No dejamos de pensar que fortuna podría hacer con estos baños un yanqui emprendedor si fuera su dueño, edificara aquí un hotel (…) y embelleciera este rústico templo de agua caliente”. Igual nos preguntamos como no hay un mexicano emprendedor que vea su potencial y garantice su supervivencia. En las largas esperas que tienen que sufrir muchos viajeros en el aeropuerto, una magnífica opción sería cruzarse a los baños, en donde se relajarían entre vuelo y vuelo con las reconfortantes aguas, en estos que seguramente son los baños termales más antiguos de América.



                                                                    Peñon de los baños


Bobby McFerrin - Don't Worry Be Happy

Aquí traigo una pequeña canción que escribí.
Puede que quieras cantarla nota por nota.
No te preocupes, sé feliz.
En todas las vidas, tenemos dificultades.
Cuando nos preocupamos,
hacemos que se multipliquen.

No te preocupes, sé feliz…
No te preocupes, sé feliz ahora.
No te preocupes, sé feliz.
No te preocupes, sé feliz.
No te preocupes, sé feliz.
No te preocupes, sé feliz.

No tienes donde reposar tu cabeza.
Alguien llegó y se llevó tu cama.
No te preocupes, sé feliz.
El casero dice que te has retrasado en el pago.
Te denunciará.
No te preocupes, sé feliz.
Mírame, soy feliz.
No te preocupes, sé feliz.
Te daré mi número de teléfono.
Cuando estés preocupado, llámame.
Yo te haré feliz. No te preocupes, sé feliz.

No tienes dinero, no tienes estilo.
No tienes chica que te haga sonreir.
No te preocupes, sé feliz.
Porque cuando estás preocupado, frunces el ceño
y ello hará que todo el mundo se deprima.

Así que no te preocupes, sé feliz.
No te preocupes, no te preocupes, no lo hagas.
Sé feliz. Pon una sonrisa en tu cara.
No deprimas a la gente.
No te preocupes, pronto pasará, sea lo que sea.
No te preocupes, sé feliz.

Yo no estoy preocupado, soy feliz.


Arturo Benavides

Arturo Benavides nació en Monterrey, Nuevo Leon, Mexico en 1936. Comenzó su carrera como locutor y luego se hizo famoso en las radionovelas de los 50s y 60s. Arturo tuvo gran éxito en su papel en la serie de radio que luego pasó a televisión, "Chucho el Roto". También actuó en las cuatro películas de "Chucho el Roto" realizadas por Alfredo Zacarías, la primera de ellas en 1969.

La larga lista de sus participaciones como actor en televisión y cine pasa de las cincuenta.

Actuó - en la serie "Mujer, casos de la vida real" - meses antes de su muerte ocurrida el 25 de Febrero de 1997 en la Ciudad de México por un eficema pulmonar.
En el cine sus últimas apariciones fueron: La Última fuga,(1991); Policía rural (1990); Las Doce tumbas (1990); Con el fuego en la sangre (1990); Muerte bajo la piel (1990) e Inesperada venganza (1990).

Grabó un disco de poemas declamados por él, entre los cuales se encuentra la "Oración del Padre" del General Douglas Mc Arthur, "No claudiques" de Kipling y "Desiderata" de Max Ehrmann.