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viernes, 26 de septiembre de 2014

Leonardo da Vinci : El visionario de la ciencia

En los miles de páginas de sus cuadernos, Leonardo recogió sus investigaciones sobre todos los dominios del saber, como la anatomía, la mecánica o la óptica
Jordi Pigem. Filósofo de la Ciencia y Escritor,

Leonardo da Vinci, el gran artista del Renacimiento, modelo del uomo universale, fue también un genio científico. Aparte de su obra pictórica, tan exquisita como escasa, hubo un Leonardo dedicado a la observación rigurosa, el experimento y la formulación exacta de principios generales a partir de la experiencia empírica. En los miles de páginas de sus cuadernos de notas, que sólo han empezado a ser estudiados a fondo en las últimas décadas, encontramos anticipaciones de muchos desarrollos posteriores de la ciencia moderna. Sus contemporáneos sabían que Leonardo dedicaba buena parte de su tiempo al estudio de la filosofía natural, que es como se llamaba a la ciencia entonces (el término inglés scientist no apareció hasta 1840) y asimismo tenemos constancia de que Leonardo planeaba publicar numerosos tratados científicos con los materiales recogidos en sus cuadernos. Pero pese a su enorme dedicación, nunca consiguió llevar a buen término su propósito.

Se conservan más de seis mil páginas de los cuadernos de Leonardo. Contienen miles de dibujos y gráficos acompañados de textos deliberadamente crípticos; por ejemplo, algunos fragmentos están escritos de derecha a izquierda, de modo que hay que leerlos con un espejo. Estos cuadernos se hallan esparcidos por toda Europa formando parte de colecciones privadas; muchos de ellos fueron a menudo olvidados y más de la mitad se han perdido irremediablemente, aunque alguno ha reaparecido como por milagro, como es el caso de los dos códices que se descubrieron entre polvorientos legajos en la Biblioteca Nacional de Madrid en 1965.
Los tratados que Leonardo tenía la intención de publicar abarcan todo tipo de disciplinas, desde las matemáticas a la anatomía. El florentino les puso títulos provisionales como Libro sobre perspectiva, Tratado sobre la cantidad continua y La geometría como juego, Tratado sobre los nervios, los músculos, los tendones, las membranas y los ligamentos, y Libro especial sobre los músculos y los movimientos de los miembros. En estos tratados también se recogen algunos descubrimientos científicos relativos a materias como la óptica, la acústica, la mecánica, la dinámica de fluidos, la geología, la botánica y la fisiología.

El rastro de los cuadernos
En sus estudios sobre el dinamismo y la forma, con su extraordinaria capacidad de observar en profundidad y dibujar con absoluta precisión, Leonardo refleja concordancias entre fenómenos y procesos que en apariencia son totalmente inconexos. Los miles de dibujos que recogen sus cuadernos sorprenden en la actualidad por sus numerosos detalles y por su uso de perspectivas múltiples. De hecho, a menudo estos dibujos son modelos teóricos. Como ha señalado el investigador Daniel Arasse, cuando Leonardo quiere crear imágenes realistas difumina los contornos de las figuras con la técnica del sfumato para reflejar cómo se muestran realmente los objetos a nuestra percepción. En cambio, cuando Leonardo dibuja objetos con perfiles nítidos lo que hace es representar procesos naturales, como por ejemplo, la turbulencia que genera un chorro de agua al caer en un estanque.
Leonardo sentía una especial fascinación por los movimientos del agua, cuya fluidez consideraba como una característica fundamental de todo lo viviente. Anticipó la dinámica de fluidos, siendo el primero en analizar y describir detalladamente la dinámica de los vórtices de agua. Cabe decir que a día de hoy, ni tan sólo con la ayuda de ecuaciones no lineales podemos simular y analizar completamente la dinámica de los flujos turbulentos.

Mucho más que un pintor
Leonardo sintió fascinación por temas muy diversos. Por ejemplo, más de cuatrocientos años antes de que su obra fuera redescubierta por los estudiosos, Leonardo estableció los principios básicos de la dendrocronología, es decir, el uso de los anillos de crecimiento de los árboles para determinar su edad y las variaciones climáticas que han experimentado a lo largo de su existencia. En su famoso Tratado de la pintura, único texto de Leonardo en circulación antes del siglo XIX, el artista florentino hace una digresión para dejar constancia de este descubrimiento: «Los círculos de los troncos de los árboles cortados muestran el número de sus años y si han sido más húmedos o más secos, según sea su grosor mayor o menor». Leonardo también llegó a entender correctamente la forma en que las plantas despliegan sus formas en respuesta a la gravedad terrestre (geotropismo), así como de qué modo cambian su orientación en función de la luz del sol (fototropismo).

Los fósiles llamaron asimismo la atención de Leonardo. En su época, los fósiles marinos que se descubrían en lo alto de las montañas eran comúnmente considerados restos del diluvio universal. Leonardo observó, por ejemplo, que algunos fósiles de moluscos bivalvos mantienen unidas las dos mitades de su caparazón. Dado que en vida ambas mitades se encuentran unidas por un tejido elástico que se descompone rápidamente tras su muerte, Leonardo concluyó correctamente que tales moluscos no podían haber sido arrastrados a lo alto de las montañas por el diluvio, pues sus mitades se habrían separado, sino que habían quedado sepultados en el mismo lugar donde vivían, que luego emergería como montaña. De hecho, como explicó el eminente biólogo Stephen Jay Gould, Leonardo anticipó conceptos que la paleobiología sólo ha establecido rigurosamente en el siglo XX. Por otra parte, también describió correctamente el proceso de erosión, sedimentación y acumulación que hoy los geólogos conocen como el ciclo de las rocas.

Igualmente, sus observaciones anatómicas fueron rompedoras en su tiempo. Contra el parecer de las autoridades médicas de su época, Leonardo dejó constancia, en el llamado Manuscrito G, de que el corazón es un músculo y de que no tiene dos cavidades, sino cuatro. Desde Galeno, el insigne médico del siglo II d.C., se creía que el movimiento activo del corazón era la diástole, es decir, cuando el corazón se expande, llenándose de aire procedente de los pulmones, según se creía entonces. Leonardo fue el primero en comprender que el movimiento activo del corazón no es su expansion, sino su contracción durante la sístole, que expulsa la sangre hacia los vasos sanguíneos. Dicho movimiento coincide, como observó Leonardo, con el pulso y con la percusión del corazón sobre la pared torácica.

Leonardo también describió correctamente el funcionamiento de las válvulas cardíacas, y realizó unos precisos dibujos de la válvula que abre y cierra la arteria aorta, asombrosamente parecidos a las fotografías contemporáneas obtenidas a alta velocidad. Pero pese a todos sus avances, Leonardo no logró analizar la circulación de la sangre como la entendemos desde que el médico británico William Harvey describiera correctamente este proceso en el siglo XVII. El florentino no observó nada que contradijera la teoría imperante establecida por Galeno, que sostenía que tanto venas como arterias llevan sangre del corazón a la periferia y viceversa, en un continuo movimiento de ida y vuelta (al igual que la inspiración y la espiración se llevan a cabo a través de los mismos conductos respiratorios).

Los principios de la naturaleza
Leonardo también se sintió atraído por los procesos que rigen la luz y el sonido. Entendió que tanto la luz como el sonido se propagan a través de ondas, y también comprendió correctamente la disipación de la energía, constatando, por ejemplo en el Manuscrito A, cómo una bola en movimiento pierde paulatinamente su potenza. Reconoció la relatividad del movimiento: «El movimiento del aire contra un objeto quieto equivale al movimiento de un objeto móvil contra el aire quieto», escribió en el Códice Arundel. Y en manuscritos como el Códice atlántico describió lo que hoy conocemos como tercera ley de Newton: «A cada acción corresponde una reacción igual y opuesta», anotando, por ejemplo, que tanta fuerza ejerce el ala del águila contra el aire como el aire contra el ala del águila.

Sin embargo, Leonardo no enunció ninguna de estas observaciones como «ley de la naturaleza», concepto que era completamente extraño a su época. Las llamadas leyes de la naturaleza, como las formularon en el siglo XX filósofos como Whitehead y Wittgenstein, no están en la naturaleza sino en nuestra mente. Históricamente derivan de la creencia en un Dios soberano que decreta «leyes» universales. Ni siquiera Copérnico o Galileo hablan jamás de leyes de la naturaleza: Copérnico habla de simetrías y armonías; Galileo de proporciones y principios. Descartes, en cambio, ya menciona explícitamente las «leyes que Dios ha introducido en la naturaleza». Sólo dos siglos después de Leonardo, cuando los nacientes estados europeos centralizan cada vez más sus leyes políticas, se empieza a hablar de «leyes» para definir los diferentes procesos naturales, como hicieron Robert Boyle para explicar las transformaciones de las sustancias químicas e Isaac Newton para describir el movimiento de los planetas.

Vegetariano de mente omnívora, Leonardo se adentró en todo tipo de ámbitos: pintura, escultura, arquitectura, geografía, cartografía, mecánica, geometría, astronomía, anatomía, óptica, botánica… Y aprendió sobre todo de la observación del mundo natural. Pero aunque no habló nunca de «leyes de la naturaleza», en los cuadernos conservados en la biblioteca del castillo de Windsor, Leonardo elogia las «obras maravillosas de la naturaleza» (opere mirabili della natura) y escribe que «nunca se encontrará invento más bello, más sencillo o más económico que los de la naturaleza, pues en sus inventos nada falta y nada es superfluo».

Leonardo, el precursor
Como señaló el historiador del arte británico Ernst Gombrich, Leonardo tenía un «apetito voraz de detalles». Dominaba y admiraba la geometría, pero para él la complejidad de la naturaleza no podía reducirse a cifras y análisis mecánicos. Su atención especial a las cualidades, al dinamismo y a la visión de conjunto son una parte esencial de su ciencia, que hoy resuena con los actuales enfoques sistémicos y la teoría de la complejidad. Leonardo describió y dibujó a fondo los mecanismos del cuerpo humano, pero dejó claro que el cuerpo es mucho más que una máquina. Lejos de convertir el mundo en algo mecánico, integró principios orgánicos y metabólicos en sus diseños arquitectónicos y urbanísticos. Para él, el mundo no estaba regido por principios abstractos ni por Dios, sino por la incesante creatividad de la naturaleza. Encontró ritmos ondulatorios comunes en el agua, la tierra, el aire y la luz, y reflejó la interdependencia y autoorganización que caracterizan a todo ser viviente. Leonardo llegó a intuir lo que hoy llamamos «cadenas alimentarias» y ciclos tróficos, tal como apunta en este fragmento del Códice atlántico: «El hombre y los animales son un medio para el tránsito y la conducción de los nutrientes». También comparó a los organismos con sistemas abiertos que mantienen su identidad a partir de un continuo intercambio dinámico con el medio, como expresa bellamente en un largo pasaje de sus Estudios anatómicos titulado «Cómo el cuerpo del animal continuamente muere y renace».

 Por todo ello, hoy se considera a Leonardo un precursor de la percepción cualitativa y holística que resulta esencial para comprender la complejidad y la belleza del mundo.

http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/historia/grandes_reportajes/8277/leonardo_vinci.html

                                                    Hombres de ciencia - Leonardo da Vinci


martes, 2 de septiembre de 2014

Leda y el Cisne

Leda y el Cisne es un motivo de la mitología griega, en que Zeus, bajó del Olimpo en forma de un cisne hacia Leda cuando esta doncella caminaba junto al río Eurotas. De acuerdo a la mitología griega más tarde, Leda dio a Helena y Dioscuros, hijos de Zeus mientras a la misma vez teniendo a Dioscuros y Clitemnestra, hijos de su esposo Tíndaro, el Rey de Esparta. Según la historia, Zeus tomó la forma de un cisne y violó o sedujo a Leda en la misma noche que ella se acostó con su esposo, el Rey Tíndaro. En algunas versiones, ella puso dos huevos de los que nacieron los niños. En otras versiones, Helena es una hija de Némesis, la diosa que personificaba el desastre que le esperaba a las personas que padecen el orgullo de Hibris.

El motivo fue visto rara vez en la escultura a gran escala de la antigüedad, aunque una representación de Leda en una escultura se ha atribuido en los tiempos modernos a Timoteo; esculturas de pequeño formato que muestra sobrevivir mostrando sus poses reclinables y de pie,2 en camafeos y piedras preciosas grabadas, y anillos. Gracias a las entregas literarios de Ovidio y Fabio Plancíades Fulgencio era un mito muy conocido a través de la Edad Media, pero surgió un lugar más destacado como tema clasicista, con tintes eróticos, en el Renacimiento italiano.

Erotismo
El tema, sin duda, se debe a su renombre del siglo XVI a la paradoja que se consideró más aceptable para describir a la mujer en el acto de la copulación con un cisne que con un hombre. Las primeras pinturas muestran la pareja haciendo el amor con algunas claridades—más que en cualquier imagen de una pareja humana hecha por artistas de alta calidad en el mismo período. El destino del álbum erótico I Modi, unos años después demostró por qué esto era así. El tema seguía siendo muy peligroso en el Renacimiento. Las primeras representaciones fueron todas en el medio más privado de una impresión vieja, sobre todo de Venecia. A menudo se basaron en la cuenta muy breve en Las metamorfosis de Ovidio (que no implica una violación), aunque Lorenzo de Médici tuvo un sarcófago romano y una antigua joya tallada del tema, ambos con Ledas inclinándose.
La antigua representación más conocida del Renacimiento es una de las ilustraciones grabadas de Sueño de Polífilo, un libro publicado en Venecia en 1499. Esto muestra a Leda y el Cisne haciendo el amor con gusto, a pesar de estar en la cima de un carro triunfal, siendo arrastrados y empujados por una multitud considerable. Un grabado que data de 1503 a más tardar, por Giovanni Battista Palumba, también muestra a la pareja teniendo relaciones sexuales, pero en el desierto. Otro grabado, de Venecia y atribuido por muchos a Giulio Campagnola, muestra una escena haciendo el amor, pero la actitud de Leda es muy antigua. Palumba hizo otro grabado alrededor de 1512, probablemente influenciado por los dibujos de Leonardo da Vinci, mostrando a Leda sentada en el suelo y jugando con sus hijos.
También hubo representaciones importantes en las artes decorativas más pequeñas, también en los medios de comunicación privados. Benvenuto Cellini hizo un medallón, ahora en Viena, a principios de su carrera, y Antonio Abondio hizo en el anverso de la medalla una celebración de una cortesana romana.

En la pintura
Leonardo da Vinci comenzó a hacer estudios en 1504 para una pintura, aparentemente nunca hecha, de Leda sentada en el suelo con sus hijos. En1508, pintó una composición diferente del tema, con Leda parada12desnuda acariciando al cisne, con los dos pares de gemelos, y sus enormes huevos rotos. El original se ha perdido, probablemente destruido deliberadamente, y fue registrado por última vez en el palacio real francés de Fonteainebleau en 1625 por Cassiano dal Pozzo. Sin embargo, es conocido de muchas copias, de las cuales las primeros son probablemente Spiridon Leda, quizás por un asistente de estudio y ahora en la Galería Uffizi, y en Wilton House en Inglaterra.
También perdida, y probablemente destruida deliberadamente, es la pintura de Miguel Ángel de la pareja haciendo el amor, encargado en 1529 por Alfonso I de Este para su palacio de Ferrara, y llevada a Francia para la colección real en 1532; estuvo en Fontainebleau en 1536. La caricatura de Miguel Ángel para el trabajo dado a su ayudante Antonio Mini, quien lo usó para varias copias para clientes franceses antes de su muerte en 1533 (que sobrevivió durante más de un siglo). Esta composición también es conocida por muchas copias, incluyendo un grabado de Cornelis Bos; la escultura demármol de Bartolomeo Ammanati en Bargello, Florencia; dos copias por el joven Rubens en su viaje italiano, y la pintura después de Miguel Ángel, en la National Gallery de Londres. La composición de Miguel Ángel, de alrededor de 1530, muestra las tendencias manieristas de elongación y poses retorcidas, que eran famosas en aquella época. Además, un grupo escultórico, similar al grupo de Prado Roman, se creía hasta el siglo XIX que era de Miguel Ángel.
La última pintura renacentista muy famosa del tema es, la composición elaborada por Correggio (Berlín); también estaba dañada en la colección de Felipe II, duque de Orleans, el regente de Francia en la minoría de Luis XV. Su hijo Luis, aunque era un gran amante de las pinturas, tuvo crisis periódicas de conciencia sobre su forma de vida, en que atacó la figura de Leda con un cuchillo. El daño ha sido reparado, aunque la restauración completa de su forma original no fue posible. Las pinturas de Leonardo y Miguel Ángel desaparecieron en la colección de la familia real francesa, y se cree que han sido destruidas por las viudas moralistas o por los sucesores de sus dueños.
Hubieron muchas otras representaciones en el Renacimiento, incluyendo los ciclos de ilustraciones de Ovidio, pero la mayoría fueron derivados a las composiciones mencionadas. El tema se mantuvo confinado en gran medida a Italia, y a veces a Francia (versiones del Norte de Europa son poco comunes. Después de una especie de hiato en los siglos XVIII y principios del XIX, Leda y el Cisne se convirtió en un motivo muy popular en los siglos XIX y XX, con muchos simbolismo y expresionismo.

En el arte moderno
Cy Twombly ejecutó una versión abstracta de Leda y el Cisne en 1962. Está en la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
El cineasta vanguardista Kurt Kren junto con otros miembros del movimiento accionista vienés, incluyendo a Otto Muehl y Hermann Nitsch, hicieron una película llamada 7/64 Leda mit der Schwan en 1964. La película conserva el motivo clásico, la mayor parte de su duración, una mujer joven abraza un cisne.
El fotógrafo Charlie White, incluyó un retrato de Leda en su serie "And Jeopardize the Integrity of the Hull". Zeus, como el cisne, sólo aparece metafóricamente.
Hay una estatua de mármol de tamaño natural de Leda y el Cisne en el museo del Palacio Jai Vilas en Gwalior, en el norte de Madhya Pradesh, India.
El artista colombiano Fernando Botero también elaboró una versión de Leda y el Cisne, que se encuentra expuesta en una de las salas de exposición permanente del Museo Botero
.
En poesía
Pierre de Ronsard escribió un poema en La Défloration de Lède, quizás inspirado en el de Miguel Ángel, que bien pudo haber conocido. Como muchos artistas, él imagina el pico penetrando la vagina de Leda.
"Leda and the Swan" es un soneto de William Butler Yeats que publicó por primera vez en 1924. Combinando una novela psicológica con una visión mística, describe la violación del cisne de Leda. El poema es regularmente elogiado como una de las mejores obras de Yeats. Camille Paglia, quién llamó el poema "el poema más grande del siglo veinte," y dijo, "todos los seres humanos, como Leda, están atrapados momento tras momento en la experiencia de un 'pico blanco'. Para Yeats, la única salvación es la esbeltez y la quietud del arte."
El poeta nicaragüense Rubén Darío con su poema de 1892, "Leda" contiene una descripción oblicua de la violación, vigilada por el dios Pan.

Wikipedia

Leda y el cisne - William Butler
"Una ráfaga súbita: las magnas alas desplegadas
sobre la doncella vacilante, los muslos acariciados por las negras palmas, en el cuello el pico preso;
indefensa y sujeta pecho contra pecho.
¿Cómo pueden esos frágiles dedos aterrados
defender los mansos muslos de la gloria alada?
Y ante ese blanco torrente, un cuerpo así tendido,
¿qué hace salvo sentir el palpitar desconocido?
Un espasmo en la entrepierna concibe
el muro caído, el techo y la torre ardiendo,
a Agamenón y su muerte.
Tan impotente,
tan rendida ante el brutal hijo del aire,
¿unió ella al recibirlos el saber y el poder
antes de que el indiferente pico la dejara caer?"
Leda y el cisne - Corregio

sábado, 5 de julio de 2014

¡Excelente!

Me emocionó la sabiduría de esta reflexión, como lo hacen muchas de las magníficas obras de este gran genio (en varias disciplinas muy disímiles) del Renacimiento, lamentablemente enemigo de mi admirado Miguel Ángel...