viernes, 12 de septiembre de 2014

Historia del “Eco” y la ninfa condenada a repetir las últimas sílabas



Muchas veces hemos jugado a escuchar nuestra propia voz desde un lugar ajeno a nosotros (y no precisamente de una grabación), si bien para llegar a ello primero tuvimos que vociferar alguna frase que se expandiera en el espacio. Pero para que dicha recreación tuviese éxito, debimos encontrarnos en una zona propicia, ya sea un túnel, una montaña o un valle. Por ende, situados en alguno de estos parajes, al pronunciar aunque sea una palabra cualesquiera percibimos las últimas sílabas de la misma y se ha dado a conocer esta singularidad con el nombre de Eco.
Efectivamente, el Eco es un fenómeno acústico que se origina cuando una onda rebota y regresa a su emisor. No obstante, para que ello sea percibido por nuestro oído, se debe superar la denominada persistencia acústica, es decir, el fenómeno por el cual el cerebro humano percibe dos sonidos distintos como uno solo. Pero si ciertamente, la onda acústica supera a la mencionada persistencia acústica, se producirá el fenómeno del eco.
¿Pero de dónde nace la palabra con la que se designa a este fenómeno? En la mitología griega, había precisamente una ninfa llamada Eco, que además de poseer las virtudes de una belleza cabal, era una mujer muy simpática y parlanchina. Se decía de ella que era la ninfa más alegre y que conquistaba a todos los mortales de los que ella apetecía menos por su belleza que por sus seductoras conversaciones… y no era de esperar que el semental Zeus, dios del rayo, posara sus libidinosos ojos en ella. Ergo, en una determinada oportunidad, el dios se apareció ante ella con sólo una porción de su esplendor (toda su magnificencia hubiese fulminado a la ninfa) y la sedujo. Eco, conquistada inmediatamente por semejante virilidad, digamos que mucho no se resistió y juntos se apartaron para hacer el amor de forma desenfrenada . Pero la pasión no terminaría adecuadamente, ya que Hera, esposa de Zeus, que había seguido a su marido tal vez sospechando de sus pretensiones, los sorprendió en pleno acto sexual y su enojo fue tal, que arrancó violentamente a Eco de los brazos ardientes de su infiel esposo y la arrojó por los aires. La ninfa golpeó su cabeza contra un árbol y se desvaneció por unos segundos. Hera, diosa irascible como ninguna, sin contentarse por el brutal golpe sufrido por la ninfa, la exhortó a vivir en montes, montañas y cuevas y la condenó a que no pudiese expresar las cosas que quisiera decir: “Si tu arma de seducción es la locuacidad, ahora ya no podrás conquistar a los hombres de otras mujeres”. Zeus, preocupado por el castigo impuesto por su esposa, palió la desgracia de Eco al otorgarle la posibilidad de que al menos pudiese repetir las últimas sílabas de las palabras pronunciadas por otros.
De esta manera, cuando nos encontramos en una montaña o tal vez en un túnel que simula una cueva, sabemos que Eco estará merodeando por ahí, esperando que alguien pronuncie palabra alguna para saciar sus incontrolables ansias de hablar, aunque sea unas simples y ulteriores sílabas…
Mauro Gago

http://paleorama.wordpress.com/2013/01/03/historia-del-eco-y-la-ninfa-condenada-a-repetir-las-ultimas-silabas/










Pienso En Ti Amor - Paganini

Pienso en ti, amor
Cuando el resplandor del sol
Brilla sobre el mar.
Pienso en ti, amor
Cuando cada rayo de la luna
Pinta las fuentes.
Yo te veo
Cuando en las calles lejanas
Se levanta el polvo
Cuando por el camino estrecho
Tiembla el caminante
En la noche profunda
En la noche profunda
Te siento, amor
Cuando con un sonido oscuro
Se mueven las olas
En el plácido bosque querido
A menudo me siento a escucharlo
Estoy contigo
Incluso si estás lejos
Estás cerca a mí
Incluso si estás lejos
O estás aquí

O estás aquí




ASTEROIDES Y OTROS CUERPOS

Nos llaman indistintamente
planetas menores, igual que planetoides.
Conformamos una gran familia
dentro y fuera del Sistema Solar,
y orbitamos, pequeños y rocosos,
entre Júpiter y Marte en torno a Helios.

Hijos pródigos de cielos misteriosos,
el mundo que habitamos es complejo
y nuestro grupo también;
somos de 500.000 a 1´000.000,
siendo Hilda, Tule y los Troyanos
los más reconocidos actualmente.

Viajamos a la Tierra para quemarlo todo
con el poder que los dioses nos otorgan;
unos mueren devorados por la atmósfera
mientras otros pisamos suelo firme,
como en el "caso Tunguska"
y aquel que acabó los dinosaurios.

Sabemos por qué se producen los vacíos
o generan las llamadas "resonancias",
y rechazamos que el amante de Selene
despeine nuestro pelo con su aliento,
que la toldilla terrestre, traicionera,
calcine o fragmente nuestros cuerpos
como pavesas perdidas en el cosmos.

Los semiesféricos: Ceres, Vesta y Palas;
los alargados: Camila, Eunomia y Davida.
Betulia, Héctor y Castalia son bizarros;
Gaspra tien cráteres, roca menuda y polvo fino
sobre su antigua y desigual espalda.

A Eros le lanzaron un cohete
con modernos instrumentos electrónicos,
pero éste resistió el impacto,
hecho normal en nosotros los viajeros
que surcamos decididos el espacio.

Sería bueno descargar sin previo aviso,
sobre ese puntito azul desperdigado
en un rincón de su galaxia madre,
una lluvia torrencial de fuego
contra la turba de caníbales que intenta
conquistar el universo con su técnica,
mientras se niega a convivir en paz.

Quieran los dioses que mañana caiga
sobre la testa de esa burda especie
una sarta de cometas y asteroides,
como partes de guerra iluminados
por un Sol de abrasantes aleluyas.

                                               Asteroides y otros cuerpos - Verano Brisas

"Adiós Nonino", historia de su nacimiento y sus variaciones


Hubo pocos músicos tan exigentes con la propia obra como Astor Piazzolla. Por eso, su entusiasmo en el verano del 69 al hablar de la introducción que había escrito para un nuevo arreglo de "Adiós Nonino" creó grandes expectativas, totalmente satisfechas por la hermosa sonatina de dos minutos y medio presentada en el álbum Trova del mismo título. Obedientemente leída por Dante Amicarelli, un versátil pianista de confitería a quien -igual que hizo con Jaime Gosis- el compositor le permitía mostrar por una vez su desperdiciado talento, resultó un clásico instantáneo.
* * *
Vicente Piazzolla había muerto diez años antes en Mar del Plata como consecuencia de un tonto accidente de bicicleta mientras el hijo compartía con Copes y Nieves un show de tango en Puerto Rico. De vuelta en Manhattan, en lo que parecen haber sido jornadas que mezclaban variadas desesperaciones, creó su gran tango-homenaje, en realidad una revisión de "Nonino", compuesto en París cinco años antes para orquesta de cuerdas y al que recién volvió a prestar atención en 1961, cuando hizo convivir ambas piezas en "Piazzolla interpreta a Piazzolla", su primer gran álbum con quinteto.
Desde el comienzo, "Adiós Nonino" estuvo ligado a ese formato instrumental: era inevitable escucharlo con el bandoneonista rodeado de violín, guitarra, piano y contrabajo, pero pasaba a segundo plano en proyectos más numerosos. Lo mismo, la pieza adquirió vida propia y fue grabada por diversos directores -Leopoldo Federico, Francini-Pontier, Atilio Stampone, Aníbal Troilo- convirtiéndose en un standard del tango.
Esta popularidad no autorizada puede haber sido lo que impulsó a Piazzolla a reformularlo, una advertencia de que él seguía siendo el dueño de esa música, aunque los que la recrearan fueran sus amigos más queridos y de los pocos que respetaba en el ámbito del tango. Seguramente también hubo una actitud artística noble, la idea de rescatar el carácter íntimo con el que la pieza había nacido, un emotivo tributo final al ser querido, no el pretexto para bailarines seguidores de buenas orquestas.
Aquel prólogo de piano sólo estrenado por Amicarelli quedó incorporado para siempre a "Adiós Nonino", y con distinta sensibilidad lo interpretaron Osvaldo Manzi, Osvaldo Tarantino (su versión en el CD "La muerte del ángel" basta para justificar la leyenda nacida alrededor de este músico) y durante diez años Pablo Ziegler, integrante a partir de 1978 del quinteto más estable y por eso el más adecuado a su música de todos los que Piazzolla condujo.
* * *
El grupo murió de causas naturales diagnosticadas prematuramente por el director, que poco más tarde se lanzaba a organizar un sexteto como el de Julio De Caro. La gran travesura fue que, en lugar de un pianista sumiso a la manera del hermano Francisco, convocó al único compositor argentino con obra equiparable a la suya y además gran improvisador, no con la picardía oportunista del jazz sino en el espíritu de los virtuosos románticos: Gerardo Gandini.
Con él, la introducción pianística de "Adiós Nonino" vigente durante más de dos décadas comenzó a decir adiós; cada concierto un tratamiento distinto hasta culminar en el encuentro del Sexteto Nuevo Tango con la orquesta de Osvaldo Pugliese, cuando llegado el momento de tocar la famosa obertura el pianista prefirió seguir jugando a recomponer "La yumba".
Fue en 1989 y el concierto tuvo lugar en un teatro de Amsterdam, la misma ciudad desde donde hace apenas un par de semanas, gracias a la espléndida boda real con novia argentina, "Adios Nonino" se hizo escuchar en todo el mundo, no como gentileza folklórica sino con el carácter de elevada música ceremonial soñado por su compositor que, fiel a su temperamento, se hubiera declarado tan dichoso como ofendido por la elección. 
http://www.lanacion.com.ar/373132-adios-nonino-historia-de-su-nacimiento-y-sus-variaciones




Historia del piano

Desde la antigüedad hasta el piano de Cristofori. 
Alrededor del año 1695 un italiano llamado Bartolomeo Cristofori comenzó a construir un instrumento que, aunque básicamente era de una especie similar al Clavicordio y al Harpiscordio, incluía en el diseño de su mecanismo un concepto revolucionario.

Para conocer el origen del instrumento que nos ocupa debemos remontarnos a la consideración de algunos otros instrumentos musicales más antiguos de los cuales el piano es, de alguna manera, una evolución.
El más antiguo instrumento musical que inicia la línea evolutiva que culmina en lo que hoy conocemos como piano es la Cítara. Este instrumento es originario de Africa y del sudeste de Asia y se remonta a la Edad de Bronce (alrededor del año 3000 a.C.). Consistía en un conjunto de cuerdas dispuestas a cierta altura sobre una pequeña tabla, que eran puestas a vibrar mediante las uñas de los dedos o algún otro elemento punzante. Utilicemos un poco nuestra imaginación y tratemos de pensar en un instrumento musical que sea como una gran cítara, con una gran cantidad de cuerdas que, en lugar de ser puestas a vibrar por las uñas de los dedos o por algún elemento punzante, son puestas a vibrar mediante la percusión de un pequeño martillo sobre las mismas. El instrumento imaginado será un piano.
Un instrumento posterior a la cítara, aunque con ligeras variaciones, fue el Monocordio (observe su fotografía en la página cinco del libro "Piano"). Su construcción se basaba en la colocación de una sola cuerda (de allí su nombre: Mono Una, Cordio Cuerda), considerablemente más larga que las de la cítara, vibrando sobre una pequeña caja de resonancia construida de madera. Sobre este instrumento fue que Pitágoras, el famoso filósofo griego, realizó sus estudios sobre las relaciones entre los intervalos musicales, entre otros. El siguiente paso evolutivo lo constituyó el Salterio, un instrumento construido sobre los principios de la cítara pero con una forma trapezoidal en función de las distintas longitudes de sus cuerdas. Poseía una rudimentaria tabla armónica y pequeños puentes tonales. La forma trapezoidal del salterio es la que más tarde se hace presente en el diseño de los primeros harpiscordios.
Una variación del salterio la encontramos en el Dulcimer que, siguiendo básicamente los mismos principios de construcción que el salterio, estaba pensado para que sus cuerdas no sean tocadas con las manos o con algún elemento punzante sino para que sean percutidas. El piano tal cual lo conocemos hoy en día se basa, entonces, en los principios de construcción de los instrumentos mencionados, cuyas cuerdas no son ya tocadas con las manos sino percutidas por martillos.
Hay una serie de elementos constitutivos de todos ellos que, si bien han ido variando de forma, tamaño y material de construcción, se hallan presentes en el piano. Estos elementos se pueden resumir en los siguientes: un bastidor, esqueleto o estructura, un variado número de cuerdas tensadas a través de él que vibran a una determinada altura de una tabla o caja que se ocupa de amplificar su sonido. En los instrumentos más antiguos, salvo en el Dulcimer, estas cuerdas, afinadas convenientemente y de muy distintas maneras a lo largo de la historia y de las regiones geográficas, son tocadas con los dedos.
La idea de interponer algún tipo de aparato mecánico entre las cuerdas y los dedos, de tal modo que aquellas no tengan ya que tocarse directamente con los dedos, no es tan antigua y conforma uno de los últimos pasos en la evolución del piano. Se supone que los primeros intentos en este sentido tuvieron lugar alrededor de los siglos XII y XIII.
Entre estos instrumentos encontramos al Clavicordio, un instrumento en el cual las cuerdas eran puestas a vibrar mediante un pequeño clavo o aguja metálico. Este clavo o aguja era puesto en movimiento desde un teclado accionado por los dedos. Este teclado, mediante sistemas más o menos complejos de piezas de madera o metal, resortes y paños, transmitía su movimiento al clavo o aguja. Este último "enganchaba" la cuerda y la liberaba inmediatamente poniéndola a vibrar.
Un desarrollo posterior aunque contemporáneo al Clavicordio produjo un instrumento llamado Harpiscordio. La diferencia que encontramos entre ambos es que en este último las cuerdas eran puestas a vibrar mediante un plectro o con la nervadura de plumas de aves. Alrededor del año 1695 un italiano llamado Bartolomeo Cristofori comenzó a construir un instrumento que, aunque básicamente era de una especie similar al Clavicordio y al Harpiscordio, incluía en el diseño de su mecanismo un concepto revolucionario. Puesto que tanto el Clavicordio como el Harpiscordio ponían a vibrar las cuerdas mediante algún tipo de púa o plectro, las cuerdas comenzaban a vibrar siempre con el mismo volumen y tono independientemente de cuan rápida o lentamente se presionaran las teclas.
En el instrumento desarrollado por Cristofori el elemento que ponía las cuerdas a vibrar era una pieza de madera con la forma de un martillo cuya punta estaba recubierta de cuero. Esto no producía un sonido metálico y estridente como en el Clavicordio y el Harpiscordio sino un sonido mucho más dulce y sostenido. 
Además, el mencionado martillo tenía un sistema de escape mediante el cual era posible variar tanto el volumen como así también el tono del sonido. En este instrumento estaba notablemente aumentada la capacidad expresiva musical ya que en él no era solamente posible producir un determinado sonido siempre al mismo volumen y tono, como se mencionó acerca de los dos instrumentos que anteceden al piano, sino que también era posible producir sonidos con más o menos volumen que otros y producir una muy ligera variación tonal. Y todo esto, claro está, era posible hacerlo desde el teclado, según como éste se tocara.
Movimientos rápidos y bruscos de la tecla producían sonidos de gran volumen y brillantes; movimientos lentos y apaciguados producían sonidos de menor volumen y más dulces en cuanto al tono.
Este fue entonces el primer piano que se construyó. El señor Bartolomeo Cristofori lo llamó "Forte-Piano", nombre que no significaba nada más que hacer referencia a lo que acabamos de decir como sus principales características: que el instrumento podía producir sonidos fuertes (forte) y suaves (piano). Hoy en día utilizamos más comúnmente la palabra Piano para referirnos a este instrumento.
Bartolomeo Cristofori construyó tres pianos en toda su vida, el más antiguo de los cuales se conserva en el Museo Metropolitano de Arte de New York y data de 1720.
Desde los primeros pianos del italiano hasta los pianos actuales muchas mejoras y avances se han hecho, pero el concepto y la idea fundamental para su construcción continúan siendo las mismas. Se han optimizado materiales para lograr una mejor calidad de sonido, se ha aumentado paulatinamente el número de notas para ampliar la capacidad musical del instrumento y se ha mejorado el diseño para lograr una mejor perfomance.  Pero el concepto fundamental de Forte-Piano como un instrumento capaz de lograr sonidos fuertes y suaves permanece siendo el mismo.
(c) 1998-2006 Hugo Jose Landolfi, todos los derechos reservados. Reproducido con autorizacion del autor. www.pianomundo.com


jueves, 11 de septiembre de 2014

Pablo Neruda - El amor
Los versos del capitán - Las furias


Qué tienes, qué tenemos,
qué nos pasa?
Ay nuestro amor es una cuerda dura
que nos amarra hiriéndonos
y si queremos
salir de nuestra herida,
separarnos,
nos hace un nuevo nudo y nos condena
a desangrarnos y quemarnos juntos.

Qué tienes? Yo te miro
y no hallo nada en ti sino dos ojos
como todos los ojos, una boca
perdida entre mil bocas que besé, más hermosas,
un cuerpo igual a los que resbalaron
bajo mi cuerpo sin dejar memoria.

Y qué vacía por el mundo ibas
como una jarra de color de trigo
sin aire, sin sonido, sin substancia!
Yo busqué en vano en ti
profundidad para mis brazos
que excavan, sin cesar, bajo la tierra:
bajo tu piel, bajo tus ojos nada,
bajo tu doble pecho levantado
apenas
una corriente de orden cristalino
que no sabe por qué corre cantando.
Por qué, por qué, por qué, amor mío, por qué?





EL ÚLTIMO PIEL ROJA

El último Piel Roja
lleva en los ojos,
un río,
escarpadas cumbres,
águilas.
Grandes praderas.
Altozanos.
Venados.

Relinchar
de caballos salvajes.
Trotar de bisontes.
Cacerías,
un búfalo abatido.

La pipa de la paz.

Y sueña cada día
horizontes sin límites,

mientras apila bultos,
en la bodega
de un barco de carga.

******** Para Osvaldo

María Socorro Luis.