sábado, 4 de octubre de 2014

El gato en el Antiguo Egipto


Los gatos ya se escondían debajo de las sillas en el Antiguo Egipto, pero ¿era un animal doméstico como hoy en día? Si es así ¿cuándo se domesticó? 

HISTORIOGRAFÍA
Siempre se ha dicho que los antiguos egipcios adoraban los gatos, llegando incluso a divinizarlos y a enterrarlos en extensas necrópolis. Y algo de cierto hay en ello.
Esta creencia la hemos heredado de los autores clásicos que visitaron el valle del Nilo, como lo fue Diodoro Sículo (historiador griego del siglo I a. C.), quien en su primer libro de Bibliotheca Historica (un compendio de historia de 40 volúmenes) nos relata una historia popular del siglo I a. C.: la muchedumbre de Alejandría se lanzó contra un soldado romano que había matado un gato, consiguiendo juzgarle y ejecutarle. Aquí tenéis el texto (I, 83).

Otro autor clásico que contribuyó a esta creencia fue Heródoto (otro historiador griego del s. V a. C.) quien relata  durante la XXVI Dinastía lo siguiente (I, 66):
                                                
 ¡Ay de los gatos igualmente si sucede algún incendio, desgracia para ellos fatal y suprema cuita! Porque los egipcios, que les son supersticiosamente afectos, sin ocuparse en extinguir el fuego, se colocan de trecho en trecho como centinelas, con el fin de preservar a los gatos del incendio; pero estos, por el contrario, asustados de ver tanta gente por allí, cruzan por entre los hombres, y a veces para huir de ellos van a precipitarse en el fuego; desgracia que a los espectadores llena de pesar y desconsuelo. Cuando fallece algún gato de muerte natural, la gente de la casa se rapa las cejas a navaja; pero al morir un perro, se rapan la cabeza entera, y además lo restante del cuerpo.                                                                                                                                                                                                                                    
Seguidamente nos cuenta dónde son enterrados:                                                                                                              
Los gatos después de muertos son llevados a sus casillas sagradas; y adobados en ellas con sal, van a recibir sepultura en la ciudad de Bubastis. 
Otra historia que nos habla del amor de los egipcios hacia los gatos nos la cuentaCtesias (historiador griego del s. V a. C). Este autor nos narra la batalla de Pelusium, en el 525 a. C. en el Bajo Egipto, entre el rey persa Cambises II y el faraón de Egipto, Psamético III. Se cuenta que los persas idearon una estratagema para vencer utilizando en sus escudos imágenes de animales sagrados para los egipcios, entre ellos el gato (las malas lenguas dicen que usaron gatos propiamente dichos). Ante este sacrilegio, los egipcios se rindieron.
Gracias al legado clásico, la sociedad de hoy en día ve a los egipcios como adoradores de gatos. Y no es para menos, en la actualidad es imposible pasear por las calles de El Cairo sin que te tropieces con toda una manada:
Pero, antes de que fuese el animal de compañía tranquilo y dormilón que conocemos hoy en día, fue un gato salvaje de las marismas del valle, que fue entrando poco a poco en los corazones de los egipcios. Veamos cómo fue su domesticación:
DOMESTICACIÓN
El gato salvaje (de cola más corta) que vivía entre las matas de papiro del Nilo y ancestro del gato doméstico, tuvo una gran distribución en el continente africano, entrando en relación con los antiguos egipcios desde tiempos muy tempranos. El nombre que le pusieron los egipcios fue:
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El primer acercamiento con los egipcios fue en las áreas agrícolas de Egipto, como depredadores de todo tipo de plagas. Sin embargo, las primeras representaciones de estos felinos no aparecerán hasta la XI Dinastía. Posiblemente sea a partir de entonces cuando el gato ya es doméstico, pero no será hasta la XVIII Dinastíacuando es animal de compañía.
Este gato doméstico convertido en mascota de los antiguos egipcios, seguía cumpliendo una importante función práctica en los hogares como disuasor de ratas, ratones y serpientes, e incluso se le puede ver cazando en los pantanos de papiro junto a egipcios en pinturas de tumbas del Reino Nuevo (los que conocen a los gatos estarán conmigo en que la presa atrapada por el felino no fuera para el dueño).
En numerosas tumbas de la XVIII Dinastía vemos al gato debajo de la silla del propietario como animal favorito:

El gato se convertirá en el animal preferido de reyes y nobles. Uno de los casos más llamativos y curiosos es el de la gatita Myt, mascota del príncipe Tutmosis, hijo de Amenofis III (pero que no llegó a reinar, y en su lugar reinó Amenofis IV), quien hizo preparar para su mascota un sarcófago de piedra que fue enterrado en la necrópolis de Menfis (en la actualidad se conserva en el Museo de El Cairo). En dicho sarcófago podemos ver como la gatita se convierte en un Osiris. Este sarcófago contenía incluso los ushebtis (figurillas mágicas destinadas a sustituir al difunto en las tareas del otro mundo) aunque con cabeza de gato.
RELIGIÓN
Como no podía ser de otra forma, los gatos en el Antiguo Egipto fueron divinizados. Los egipcios veían en estos animales algunas cualidades divinas: podían ver en la oscuridad, eran un poco huraños, y en sus ojos se reflejaba el sol (las pupilas dilatadas de los gatos en la oscuridad). El culto adquirió un auge espectacular en la Baja Época, momento en el cual también resurge con fuerza una de las divinidades gatunas: Bastet.
Aunque en su origen fue una leona, en el Reino Medio ya la podemos ver asimilada al gato; y tras la caída del Reino Nuevo la veremos como una mujer con cabeza de gato. Es una diosa muy antigua, que aparece ya en los Textos de las Pirámides (Reino Antiguo) como madre del rey; y en los Textos de los Ataúdes ofreciendo protección al difunto. Dada su condición como mascota no será de extrañar que rápidamente se convierta en la protectora de los hogares y de la vida familiar. De esta manera también acabará siendo un símbolo de maternidad, protegiendo a las mujeres durante el embarazo, y de ahí la multitud de ofrendas con forma de estatuas de Bastet rodeada de gatitos.
Su principal centro de culto se encuentra en la ciudad de Bubastis (Tel Basta) en el Delta Oriental, lugar donde se encuentran los escasos restos del templo de la diosa. Esta ciudad, asociada al culto del gato desde la IV Dinastía, poseía una enorme necrópolis con varios cientos de miles de momias de gatos dedicados a la diosa. Estas momias eran enterradas con lino o incluso con pequeños sarcófagos de madera o bronce con forma de gato.
Muchos de los gatos que han aparecido momificados eran vendidos por los propios sacerdotes del templo a los peregrinos y creyentes con objeto de realizar una ofrenda a la diosa Bastet.
También se han encontrado momias de gatos en las catacumbas de Saqqara y en Beni Hassan, aunque en su mayoría fueron saqueadas en el siglo XIX para exportarlas a Europa Occidental y usarlas como fertilizantes.
Por otro lado, los felinos siempre se asociaron al sol, y para Bastet lo tenemos en uno de sus epítetos: Ojo de Ra, es decir, era considerada hija del dios sol e identificada con su ojo. Pasó a ser pues la “Gata de Ra”, que destruía Apofis, la serpiente enemiga del dios sol. Así se la puede ver en las representaciones de algunas tumbas: decapitando a la serpiente Apofis con un afilado cuchillo.
Un ejemplo muy claro de esta escena nos lo encontramos en la tumba de Inherkhau (TT359) en Deir el-Medina y perteneciente a la XX Dinastía. Aquí podemos ver al gato, llamado el Gran Gato de Heliópolis, con el pelaje dorado en clara alusión al sol, sus largas orejas dirigidas hacia atrás, su boca abierta, enseñando los dientes y la lengua, y su pelo erizado: tenemos a un gato muy cabreado. Si encima el gato está cortando con un cuchillo a la serpiente que encarna a Apofis, tendremos una entidad divina que encarna la lucha del astro solar con el caos personificado por la serpiente.
En definitiva, los antiguos egipcios eran unos adoradores de felinos y tenían a los gatos en muy alta estima, pero ¿y quién no adora a estos entrañables animales?
papirosperdidos.wordpress.com/2014/03/10/el-gato-en-el-antiguo-egipto/ 


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