viernes, 22 de agosto de 2014

TORSO ARCAICO DE APOLO - Rainer Maria Rilke 

No conocemos la inaudita cabeza, 
en que maduraron los ojos. Pero 
su torso arde aún como candelabro 
en el que la vista, tan sólo reducida, 

persiste y brilla. De lo contrario, no te 
deslumbraría la saliente de su pecho, 
ni por la suave curva de las caderas viajaría 
una sonrisa hacia aquel punto donde colgara el sexo. 

Si no siguiera en pie esta piedra desfigurada y rota 
bajo el arco transparente de los hombros 
ni brillara como piel de fiera; 

ni centellara por cada uno de sus lados 
como una estrella: porque aquí no hay un sólo 
lugar que no te vea. Debes cambiar tu vida. 










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