miércoles, 19 de noviembre de 2014

LA TIMIDEZ  - Pablo Neruda

Apenas supe, solo, que existía
y que podría ser, ir continuando,
tuve miedo de aquello, de la vida,
quise que no me vieran
que no se conociera mi existencia.
Me puse flaco, pálido y ausente,
no quise hablar para que no pudieran
reconocer mi voz, no quise ver
para que no me vieran
andando, me pegué contra el muro
como una sombra que se resbalara.

Yo me hubiera vestido
de tejas rotas, de humo,
para seguir allí, pero invisible,
estar presente en todo, pero lejos,
guardar mi propia identidad oscura
atada al ritmo de la primavera.

Un rostro de muchacha, el golpe puro
de una risa partiendo en dos el día
como en dos hemisferios de naranja,
y yo cambié de calle,
ansioso de la vida y temeroso,
cerca del agua sin beber el frío,
cerca del fuego sin besar la llama,
y me cubrió una máscara de orgullo,
y fui delgado, hostil como una lanza,
sin que escuchara nadie
-porque yo lo impedía-
mi lamento
encerrado
como la voz de un perro herido
desde el fondo de un pozo.


Sinfonía Número 2 de Anton Bruckner

La Segunda Sinfonía fue iniciada afines del verano de 1871. La primera versión se terminó el 11 de septiembre de 1872. Bruckner dirigió el estreno en Viena, el 26 de octubre de 1873. Posteriormente revisó la obra junto a su amigo Johann Herbeck y la nueva versión se estrenó el 20 de febrero de 1876. Para entonces Bruckner había terminado las primeras versiones de la Tercera, Cuarta y Quinta Sinfonías. Hubo revisiones menores realizadas en 1879 y 1891, de manera que existen fundamentalmente dos partituras diferentes: la versión original y la revisión de Bruckner-Herbeck.

Cuando Simón Sechter, el antiguo maestro de contrapunto de Bruckner, falleció en 1867, el amigo del compositor, Johann Herbeck, sugirió que Bruckner se presentara para el cargo de profesor que Sechter dejaba vacante en el Conservatorio de Viena. El trabajo hubiera sido suyo si hubiera querido, pero Bruckner vacilaba respecto de dejar su ciudad natal de Linz, le inquietaba la idea de asumir un puesto de enseñanza de tanta responsabilidad y temía que la remuneración del Conservatorio no le diera ingresos suficientes para vivir en Viena. Postergó la decisión una y otra vez. Poco tiempo atrás había sido rechazado para un cargo en la Universidad de Viena y temía que enseñar música en Viena no fuera para él. Paralizado por la indecisión, Bruckner cayó en una depresión e incluso le escribió a Herbert que estaba pensando en la posibilidad de poner fin a su vida.

Herbeck respondió: "No hay nadie a quien debas temer sino a ti mismo, especialmente si empiezas a escribir cartas histéricas a cualquier otro, como la que recibí de ti hoy. Lejos de dejar el mundo, ¡tú debes meterte en el mundo!" Tras varios meses de deliberaciones (!), el compositor aceptó la oferta. En octubre de 1868, a la edad de 44 años, se mudó a Viena y así comenzó una nueva fase de su vida. Dejó atrás una carrera de compositor principalmente de música eclesiástica y se convirtió en compositor de sinfonías. Es verdad que ya había terminado tres sinfonías (dos trabajos juveniles y la Primera), pero su verdadera madurez como compositor sinfónico se inició con la Segunda Sinfonía.

Bruckner pudo complementar sus ingresos actuando como organista en la Capilla Imperial. Su fama como intérprete superaba ampliamente su re­putación como compositor. Fue invitado a representar a Austria en un certa­men internacional de organistas en Francia donde logró ganar el primer pre­mio. Como consecuencia, fue el único austríaco invitado a tocar en la Exposición Internacional de Londres de 1871. Los viajes de Bruckner a Francia y a Inglaterra terminaron siendo los únicos viajes internacionales de este músico de provincia.

En Londres, Bruckner se sintió entusiasmado al ver "en todas partes mi nombre en letras más grandes que yo mismo". Desgraciadamente, el público británico estaba furioso por el hecho de que se hubiera invitado a muchos or­ganistas extranjeros mientras que se había omitido a ejecutantes ingleses. En consecuencia, las críticas fueron desfavorables, si bien a Bruckner le fue mejor que a los demás organistas. Se le ofreció la oportunidad de pagar para con­seguir una crítica favorable, cosa que él rechazó airadamente.

Mientras estaba en Inglaterra, Bruckner empezó a componer la Segunda Sinfonía. Hizo el esfuerzo consciente de escribir una pieza más simple que la Primera Sinfonía, porque varios críticos se habían quejado de las compleji­dades de esa obra. La buena voluntad del compositor para aceptar y actuar de acuerdo con la crítica, que provenía de músicos menos eruditos, presagió la tolerancia que manifestó durante toda su vida con respecto a las sugerencias de cortes y modificaciones en sus sinfonías. Como persona, Bruckner era una extraña mezcla de confianza y desconfianza en sí mismo. Siempre hablaba de su inconmovible fe en sus sinfonías y, sin embargo, repetidamente se inclinaba ante las solicitudes de "mejorarlas". Su biógrafo Edwin Doernberg cree que el problema radicaba en "el profundamente arraigado y sumiso respeto a las 'autoridades'" de Bruckner. Cualquiera que hubiera alcanzado una posición respetable, ya se tratara del crítico de un periódico o del director de una orquesta, era una autoridad y el compositor, aunque tenía casi 50 años, se inclinaba ante las opiniones de aquellos cuyas posiciones respetaba. Su deseo de escribir la sinfonía simple, que los críticos habían exigido, le causó gran dificultad. Admitió: "Me asustaron tanto que tenía miedo de ser yo mismo."

Decidió que más simple quería decir más claro y compuso un primer movimiento con numerosas pausas entre las secciones a fin de delinear más claramente la estructura de la sonata. Una vez terminada la sinfonía, fue ensa­yada por la Orquesta Filarmónica de Viena bajo la dirección de Otto Dessof. El director desechó la obra por tonta y uno de los músicos de la orquesta la apodó la "Sinfonía de las Pausas". Se le pidió al compositor que hiciera algunos cortes y 61 aceptó eliminar alrededor de 30 o 40 compases. Pero este gesto no fue suficiente para Dessof, que quería que la sinfonía fuera abreviada sustancialmente. La partitura fue devuelta al compositor.

Bruckner no cejó en su intento de lograr una presentación de la obra. Con la ayuda de un patrocinador, alquiló la Filarmónica y la dirigió él mismo. A los miembros de la orquesta la obra seguía sin gustarles, pero actuaron como profesionales e hicieron lo que mejor pudieron. Como el patrocinador de Bruckner había pagado por una gran cantidad de ensayos, la función anduvo bien. Y fue muy bien recibida, aunque los críticos, no obstante, se quejaron de la música. Bruckner escribió una carta de agradecimiento a la orquesta:

"Jamás en mi vida podré expresar en palabras -y menos aun recompensar- todo lo que ustedes hicieron por mí ayer con tan­ta infinita amabilidad y en toda la vasta amplitud de su realización artística en la cual (si fuera posible) se superaron a sí mismos. Pero al menos puedo intentar expresar mi profunda emoción y mi infinita gratitud hacia ustedes. Les pido, pues, caballeros, que acepten mi agradecimiento profundo y sincero."

El compositor pidió permiso para dedicar la sinfonía a la Filarmónica. Como la dirección de la orquesta nunca respondió a esta carta, Bruckner decidió dedicar esta sinfonía a Liszt en vez de a la Filarmónica. A Líszt, Bruckner nunca le había gustado mucho y le escribió una carta de agradecimiento indiferente. Poco después el compositor húngaro extravió el manuscrito, que afortunadamente encontró su camino de vuelta al ofendido compositor de la sinfonía. Aparentemente Liszt jamás se dio cuenta, ni siquiera, de que había perdido la partitura. Finalmente, Bruckner decidió que no le dedicaría la obra a nadie.

Herbeck, el amigo de Bruckner, sugirió hacer extensos cortes y revisiones, con el propósito de lograr que la sinfonía fuera más fácil para directores y críticos. Herbeck esperaba hacerla más convencional, cuando en realidad esta es la primera obra en la que la singular personalidad musical de Bruckner emergió por completo. Con toda seguridad, Herbeck lo hacía pensando since­ramente en beneficiar a Bruckner, pero no era músico de la misma magnitud que el compositor y era incapaz de reconocer el carácter único de su música. Las dudas propias de Bruckner salieron a la superficie y este, con desgana, se mostró de acuerdo en eliminar grandes secciones y hacer otras modificaciones. De este modo comenzó la lucha de toda su vida con las revisiones y los amigos bien intencionados que deseaban embellecer sus sinfonías.

La nueva versión quedó terminada en 1876. Para entonces Bruckner había terminado las primeras versiones de la Tercera, Cuarta y Quinta Sinfonías. Las revisiones posteriores de la Segunda fueron menores, de manera que existen fundamentalmente dos partituras diferentes: la versión original y la revisión de Bruckner-Herbeck.

Ambas versiones se escuchan actualmente y tanto la una como la otra tienen sus defensores apasionados. La versión original es más equilibrada desde el punto de vista estructural, pero en algunos sentidos es más cruda. La revisión se hizo cuando el compositor ya tenía más experiencia en escribir para orquesta y por lo tanto parte de la orquestación es más sonora. Pero los cortes oscurecen algunas de las proporciones formales, de modo que la versión revisada es menos satisfactoria como conjunto. Los sentimientos del compositor mismo no ayudan para nada. Se mantuvo a favor de la revisión en forma terminante, pero quizá lo hizo por lealtad a Herbeck, que había muerto poco después de terminada su colaboración. Por otra parte, Bruckner nunca destruyó la partitura original, lo cual podría haber hecho si realmente hubiera creído que era, como la llamaba, nada más que un "arreglo antiguo".

Las pausas notorias del primer movimiento, que habían ridiculizado los músicos de la Filarmónica de Viena, no sólo sirvieron para delinear la forma. También crearon la típica estructura en bloque de todas las sinfonías posteriores de Bruckner. Cada sección es internamente continua, pero las junturas, marcadas por pausas (silencios literales o notas sostenidas suavemente), son muy inquietantes. El resultado es una música de un lirismo maravillosamente romántico y serena en la superficie, pero con una innegable corriente subterránea de intensidad. Si bien no hay razón para buscar una fuente de programa de esta contradicción, constituye un paralelo de la personalidad de Bruckner. Hombre sereno y plácido, él se sentía consumido por un torbellino interior que muchas veces irrumpió en forma de desórdenes nerviosos. De modo similar, la gracia casi propia de Schubert de la sinfonía se ve muchas veces interrumpida por discontinuidades ajenas a su lirismo, pero que aluden a emociones más oscuras que se encuentran bajo la superficie. El compositor explicó este movimiento con sencillez; "Cuando quiero presentar una idea nueva e importante, debo detenerme para recobrar el aliento." Pero en las pausas hay un significado mucho más profundo que lo que Bruckner comprendió conscientemente.

El movimiento lento tiene casi tantas pausas como el moderato, aunque estas tienden a romper menos la unidad. Así se permite el inherente lirismo elevarse indefinidamente, en especial en el último tercio del movimiento. Un detalle interesante es que Bruckner usa en la coda música del Benedictus de su Misa en Fa menor, compuesta poco antes que la sinfonía.

Debido a su carácter semejante a una danza, el tercer movimiento tiene menos pausas. Particularmente continua (aunque no totalmente desprovista de pausas) es la sección idílica del trío, un Landler maravillosamente nostálgico.

El final es el más discontinuo de los movimientos. Diferentes materiales y diferentes humores se enfrentan entre sí, a menudo ni siquiera entre pausas, como en los movimientos anteriores. Fanfarrias, un íntimo pasaje lento (otra cita de la Misa en Fa menor, esta vez del Kyrie), melodías líricas, pasajes de gran plenitud, incluso un scherzo pícaro (en el que los instrumentos alternan rápidamente, nota por nota), el movimiento contiene gran variedad.




Gustav Mahler o las tribulaciones de un hombre
Héctor Valle

La forja de una obra magistral

Para algunos la vida es un silencio que cubre y cubrirá todo su compás, en tanto que para otros la vida, al compartirla y oírla, es y será una melodía con semitonos, con altibajos, aunque hermosa en diseño y resonancia.

Esta charla la dividiremos, ya que de música hablamos, en cuatro tiempos puesto que hablaremos del pentagrama de la vida.

La labor sinfónica

Gustav Mahler solía decir que para él componer una sinfonía equivalía a un acto de creación del mundo. Las sinfonías de Mahler constituyen un viaje psicológico. Influyen en él tanto Beethoven como Brahms, Wagner y Bruckner.

Así como lo hicieran Wagner y Brahms, Mahler utilizó recursos orquestales, anticipándose al siglo XX en la búsqueda del color en los diferentes instrumentos, bien como el incluir la mandolina y el armonio, instrumentos poco usuales. También, como Beethoven, hizo uso de la música coral y vocal en la sinfonía Novena en Re Menor, opus 125, con textos, de Friedrich Schiller, obteniendo así una conjunción musical dramática como aquella que Wagner procurara en sus dramas musicales.

Algo propio de Mahler es que su música es de tipo contrapuntístico, en tanto consideraba a la orquestación como herramienta para lograr la mayor claridad posible en las diferentes líneas musicales.

Así y todo, sus sinfonías, reitero, constituyen un viaje psicológico en forma de batalla titánica entre el optimismo y la desesperación, expresados con ironía. Mezcla de alegría y desesperación que, enfatizo, como identificara Sigmund Freud, tiene su origen en sus tristes recuerdos de infancia y son, pues, la faceta central del carácter del compositor. Nuestro músico logra, con su obra, transmitirnos la vulnerabilidad humana, de la mano o al amparo de una consumada musicalidad.

Veamos luego que cuando el compositor lo tenía todo: amante esposa, una pequeña hija, buena salud, al tiempo que llevaba ya siete años ocupando el puesto de mayor prestigio al que un músico podía aspirar entonces, al ser director de la Ópera Imperial de Viena, Mahler compone temas mortuorios,; fuertemente lúgubres.

Me refiero, principalmente, al final de la Sexta sinfonía y a sus Canciones sobre la muerte de los niños. Al hacerlo, Mahler no hizo sino anticiparse en dos años a la tragedia que habría de padecer al morir su hija.

En este sentido, en lo trágico, el final del último Lied, traduce los poemas de Rückert, con un clima sonoro de cámara bien logrado y que deja entrever una aceptación serena y resignada de la tragedia.

La estrofa original del último poema, teniendo como protagonistas a los niños muertos, dice así:

En este clima, en esta tormenta,
en este tumulto
ellos están descansando, como en la casa de su madre,
a salvo de cualquier tempestad,
protegidos por la mano de Dios,
ellos están descansando, como en la casa de su madre!

Decía un crítico que es precisamente el manejo de extremos irreconciliables lo que permita a Gustav Mahler realizar su ideal de hacer que una sinfonía sea un mundo.

La Sinfonía Nº 5 en do Sostenido menor
Adagietto

Apelo a la crónica al citar que a los cuarenta años de edad, esto es en 1901, Mahler trazó los primeros esbozos de su quinta sinfonía. La misma marca el comienzo de los años de madurez como compositor.

Para el montaje orquestal eligió amplios elementos instrumentales, que incluían seis trompas y cuatro trompetas. Dividió la sinfonía en tres partes, con cinco movimientos.

Tras su primera ejecución, Mahler rehizo la orquestación y continuó haciéndolo hasta casi su muerte, en 1911.

Hacia el final de su vida, escribió en una carta desde New York: He terminado la Quinta. Realmente hay que completar la reorquestación. El resultado de esas revisiones constantes han sido las tres versiones diferentes impresas.

El director holandés Willem Mengelberg, quien después sería el heraldo de las obras de Mahler, en carga a un amigo le manifestaba que: la Quinta es muy, muy difícil..

Para Aristóteles, cada una de las virtudes en particular depende de la mesotes, de la equidistancia de los vicios opuestos, por exceso y por defecto, que la virtud, desde su altura, descalifica sin mediar, de tal suerte que el valor, por ejemplo, se yergue entre la temeridad y la cobardía o la liberalidad entre la prodigalidad y la avaricia.

Respecto de la música del universo y el hecho de si se la escucha o no, sirve de ejemplo decir que a la mayoría de los hombres les sucede lo que a aquellos que viven junto a las cataratas del Nilo: que no oyen su fragor, según gustaba de ejemplificar Cicerón.

Gustav Mahler tuvo oídos para escucharla y contó con aquella fuerza que parte del espíritu para hacer de la música una camino de trascendencia. Camino este que estuvo surcado por el dolor, las contradicciones, el aislamiento mas siempre con una prodigalidad con una voluntad de ser y de hacer que superó con creces los avatares de su vida, una vida profundamente turbada por lo humano.

Es él quien se define en tres afirmaciones que pasamos a compartir:

Soy triplemente desarraigado: Como nativo de Bohemia, Austria.
Como austríaco entre alemanes.
Y como judío en todo el mundo. Siempre un intruso nunca bienvenido.

Luego ahondaría al responder sobre lo religioso: 

¿Mis creencias? Soy un músico, eso lo dice todo.?
La sinfonía es el Mundo. La Sinfonía debe abarcarlo todo.

A escasos días de su aniversario, 7 de julio de 1860, y a pocas semanas de la fecha de su fallecimiento, 18 de mayo de 1911, visitamos a este gran hombre y músico.

Es junto a ustedes que lo hago y esto responde a una intencionalidad muy clara: nuestra hora, este momento aunque también la vida toda. Es decir, siendo lo anecdótico más que difícil de vivir para todos nosotros, hoy por hoy, existe y uno intenta aprehenderlo un sentido ulterior, un hacer sin calcular que responde al proyecto de cada una de nuestras vidas, de cada uno de nuestros más caros anhelos como de nuestros más insondables temores. Estamos ante la forja del carácter, ustedes, los jóvenes, como nadie lo están y son, a no dudarlo, el futuro en nuestro presente. 

Por eso estar hoy con Mahler es una invitación a la lucha digna y trascendente de lo inefable, de lo inasible. Aquel tipo de lucha que no se desarrolla en campo de batalla alguno sino en el sustrato ético y moral de nuestras vidas y nuestras acciones cotidianas.

Su corazón abrumado fue el más devoto constructor de sinfonías, modelo que desarrolló y perfeccionó hacia formas grandiosas, portadoras de preocupaciones místicas, como su horror a la muerte, y de un mensaje trascendente. Integró, en substancia, la palabra en la forma musical sinfónica, y a la voz humana en la orquesta. 

Su obra refleja un conflicto espiritual intenso, cargado de dolor moral y de lucha fáustica por el conocimiento.

Vemos un ejemplo de sus sueños y sus temores cuando afirmaba que un gran ejemplo para las personas creativas es Jacob, decía Mahler, que lucha contra Dios hasta que él lo bendice. A mí tampoco quiere Dios darme su bendición. Sólo a través de las despiadadas batallas que debo sostener para crear mi música la recibo finalmente., concluye Mahler. Sugiero visitar a Jacob en el texto bíblico, donde seguramente habremos de encontrar un manantial en el que podamos beber en comprensión y sabiduría.

La música de Mahler es el puente entre el siglo XIX y el siglo XX. Fue un gran maestro, un innovador radical. Visto está que los públicos de todo el mundo escuchan hoy en su música una voz que les habla en términos que ellos pueden comprender.

¿Por qué? Porque es una música de exultación y esperanza; de fatalismo y optimismo; de angustiado cuestionamiento y de afirmación universal; de intensidad emocional, de aislamiento intelectual y sabiduría humana, junto con un cansancio del mundo. Todo esto es la esencia de Mahler cuya influencia se extiende por doquier.

En él confluyen tanto el romanticismo que llegaba a su fin, junto con la exploración de nuevos territorios musicales que serán conquistados por otros compositores. Es decir, Mahler se encuentra entre el romanticismo y la modernidad. Y junto con él están en ese punto de inflexión, el alemán Richard Strauss y el ruso Alexandr Scriabin.

Seamos claros, Mahler fue un ser conflictivo, neurótico, hipocondríaco pero un constructor musical, un creador que logra sublimar el dolor y la enfermedad en una obra singularísima donde el ideal mahleriano excede lo propio, lo personal y resulta ser un maravilloso retrato de época y por qué no, para nosotros lo central en lo mahleriano es que su obra es la expresión sonora de angustias, desasosiegos, intrincados dibujos psicológicos del prototipo del hombre contemporáneo.

No es contradictorio afirmar que encontramos en su obra una creciente tendencia a la simplicidad en la música. Obra que impactó como también influyó grandemente en músicos tales como Arnold Schönberg y Alban Berg.

http://antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=102


martes, 18 de noviembre de 2014


Poema del otoño - Rubén Darío


Tú, que estás la barba en la mano 
meditabundo, 
¿has dejado pasar, hermano, 
la flor del mundo? 

Te lamentas de los ayeres 
con quejas vanas: 
¡aún hay promesas de placeres 
en los mañanas! 

Aún puedes casar la olorosa 
rosa y el lis, 
y hay mirtos para tu orgullosa 
cabeza gris. 

El alma ahíta cruel inmola 
lo que la alegra, 
como Zingua, reina de Angola, 
lúbrica negra. 

Tú has gozado de la hora amable, 
y oyes después 
la imprecación del formidable 
Eclesiastés. 

El domingo de amor te hechiza; 
mas mira cómo 
llega el miércoles de ceniza; 
Memento, homo... 

Por eso hacia el florido monte 
las almas van, 
y se explican Anacreonte 
y Omar Kayam. 

Huyendo del mal, de improviso 
se entra en el mal, 
por la puerta del paraíso 
artificial. 

Y no obstante la vida es bella, 
por poseer 
la perla, la rosa, la estrella 
y la mujer. 

Lucifer brilla. Canta el ronco 
mar. Y se pierde 
Silvano, oculto tras el tronco 
del haya verde. 

Y sentimos la vida pura, 
clara, real, 
cuando la envuelve la dulzura 
primaveral. 

¿Para qué las envidias viles 
y las injurias, 
cuando retuercen sus reptiles 
pálidas furias? 

¿Para qué los odios funestos 
de los ingratos? 
¿Para qué los lívidos gestos 
de los Pilatos? 

¡Si lo terreno acaba, en suma, 
cielo e infierno, 
y nuestras vidas son la espuma 
de un mar eterno! 

Lavemos bien de nuestra veste 
la amarga prosa; 
soñemos en una celeste 
mística rosa. 

Cojamos la flor del instante; 
¡la melodía 
de la mágica alondra cante 
la miel del día! 

Amor a su fiesta convida 
y nos corona. 
Todos tenemos en la vida 
nuestra Verona. 

Aun en la hora crepuscular 
canta una voz: 
«Ruth, risueña, viene a espigar 
para Booz!» 

Mas coged la flor del instante, 
cuando en Oriente 
nace el alba para el fragante 
adolescente. 

¡Oh! Niño que con Eros juegas, 
niños lozanos, 
danzad como las ninfas griegas 
y los silvanos. 

El viejo tiempo todo roe 
y va de prisa; 
sabed vencerle, Cintia, Cloe 
y Cidalisa. 

Trocad por rosas azahares, 
que suena el son 
de aquel Cantar de los Cantares 
de Salomón. 

Príapo vela en los jardines 
que Cipris huella; 
Hécate hace aullar a los mastines; 
mas Diana es bella; 

y apenas envuelta en los velos 
de la ilusión, 
baja a los bosques de los cielos 
por Endimión. 

¡Adolescencia! Amor te dora 
con su virtud; 
goza del beso de la aurora, 
¡oh juventud! 

¡Desventurado el que ha cogido 
tarde la flor! 
Y ¡ay de aquel que nunca ha sabido 
lo que es amor! 

Yo he visto en tierra tropical 
la sangre arder, 
como en un cáliz de cristal, 
en la mujer 

Y en todas partes la que ama 
y se consume 
como una flor hecha de llama 
y de perfume. 

Abrasaos en esa llama 
y respirad 
ese perfume que embalsama 
la Humanidad. 

Gozad de la carne, ese bien 
que hoy nos hechiza, 
y después se tornará en 
polvo y ceniza. 

Gozad del sol, de la pagana 
luz de sus fuegos; 
gozad del sol, porque mañana 
estaréis ciegos. 

Gozad de la dulce armonía 
que a Apolo invoca; 
gozad del canto, porque un día 
no tendréis boca. 

Gozad de la tierra que un 
bien cierto encierra; 
gozad, porque no estáis aún 
bajo la tierra. 

Apartad el temor que os hiela 
y que os restringe; 
la paloma de Venus vuela 
sobre la Esfinge. 

Aún vencen muerte, tiempo y hado 
las amorosas; 
en las tumbas se han encontrado 
mirtos y rosas. 

Aún Anadiódema en sus lidias 
nos da su ayuda; 
aún resurge en la obra de Fidias 
Friné desnuda. 

Vive el bíblico Adán robusto, 
de sangre humana, 
y aún siente nuestra lengua el gusto 
de la manzana. 

Y hace de este globo viviente 
fuerza y acción 
la universal y omnipotente 
fecundación. 

El corazón del cielo late 
por la victoria 
de este vivir, que es un combate 
y es una gloria. 

Pues aunque hay pena y nos agravia 
el sino adverso, 
en nosotros corre la savia 
del universo. 

Nuestro cráneo guarda el vibrar 
de tierra y sol, 
como el ruido de la mar 
el caracol. 

La sal del mar en nuestras venas 
va a borbotones; 
tenemos sangre de sirenas 
y de tritones. 

A nosotros encinas, lauros, 
frondas espesas; 
tenemos carne de centauros 
y satiresas. 

En nosotros la vida vierte 
fuerza y calor. 
¡Vamos al reino de la Muerte 
por el camino del Amor!



Canciones con historia: BLACKBIRD / THE BEATLES



"Blackbird"
 es una canción de la gran banda The Beatles y forma parte de su álbum dobleThe Beatles (también conocido por todos como The White Album)editado en 1968.Blackbird fue escrita completamente por Paul McCartney, quien se inspiró para escribirla mientras estaba en Escocia como una reacción a las tensiones raciales que se intensificaban en los Estados Unidos en la primavera de 1968.

La canción se grabó el 11 de junio de 1968 en los estudios Abbey Road, con George Martin como el productor y Geoff Emerick como el ingeniero de sonido.
McCartney tocó una guitarra acústica Martin D 28. La canción incluye una grabación de un mirlo (que es una especie de ave que habita en Europa, Asia y Africa) cantando en el fondo.

McCartney reveló en el programa Great Performances (Paul McCartney: Chaos and Creation at Abbey Road del canal PBS transmitido en 2006), que la guitarra que acompaña a Blackbird fue inspirada por Bouree in E minor de Bach, que es una conocida pieza de guitarra clásica.
Como niños estudiosos, él y George Harrison intentaron aprender Bourrée como una pieza clasica que debian tocar. Cabe señalar que el Bourrée se distingue por la melodía y los bajos que se tocan simultáneamente en la parte superior e inferior de las cuerdas.McCartney adaptó un trozo de Bourrée a la apertura de "Blackbird", y la uso como la idea principal de la música del tema.

La primera vez que interpretó este tema fue una noche en que Linda Eastman, que más tarde se convertiría en la esposa de Paul, dormía en su casa mientras McCartney se la cantaba a los fans que acamparon afuera de su casa esperando ver a su Beatle favorito.

La estructira de la canción es bien basica ya que solo usa una guitarra, voces y el canto de las aves. De acuerdo con Mark Lewisohn, el sonido que se escucha por el canal izquierdo en la canción y que suena como el pie de McCartney golpeando el suelo es un metrónomo mecánico. Pero podemos ver en la The Beatles Anthology que es Paulgolpeando el suelo con el pie, y que se habia confundido como un metrónomo para los productores: el tempo fluctúa entre 89 y 94 bpm a lo largo de la canción.

Muchas bandas e interpretes se han dado el lujo de hacer covers de esta hermosa canción: Phish, the Grateful Dead, Billy Preston, Kenny Rankin, Carly Simon, Bonnie Pink, Arturo Sandoval, Jesse McCartney, Dionne Farris, Crosby, Stills & Nash, Doves, Brad Mehldau, Sarah McLachlan, Harpers Bizarre, Bobby McFerrin, Jaco Pastorius, Dan Fogelberg, Dave Grohl, Dave Matthews Band, O.A.R., Elliott Smith, Justin Hayward, Marillion, y Maria João & Mário Laginha.

Dato Curioso: Charles Manson (criminal estadounidense, fundador y líder de "La Familia") tomó la canción Blackbird junto con "Helter Skelter" y "Piggies" (las tres de la banda de Liverpool) como una metáfora para las relaciones entre blancos y negros en los Estados Unidos, lo que ayudó en la inspiración de sus asesinatos.






Ramsés (Pentalogía) - Christian Jacq

Christian Jacq (París, Francia, 28 de abril de 1947) es un egiptólogo y escritor de ficción francés. Doctorado en Egiptología en La Sorbona e iniciado en la Masonería, es un gran experto en la época del faraón Ramsés II, y fundó el instituto que lleva el nombre de dicho gobernante egipcio.

Además de dedicarse a obras de divulgación histórica, ha escrito numerosos novelas de ficción que se sitúan en el Antiguo Egipto y con los pseudonimos J. B. Livingstone, Christopher Carter y Célestin Valois novelas policíacas contemporáneas.

Entre sus obras académicas se encuentra El Egipto de los faraones, que recibió un premio de la academia francesa, mientras que entre sus libros de ficción podemos encontrar títulos como El Juez de Egipto y una pentalogía llamada Ramsés, todos éxitos de ventas.

Por otros trabajos ha recibido premios como el Jean d'Heurs y el Prix des Maisons de la Presse.

Lo interesante de sus novelas es la mezcla entre ficción e historia real, que atraen tanto a lectores que buscan conocimientos académicos como aquellos que desean disfrutar de una aventura literaria.

Wikipedia

PENTALOGÍA DE RAMSES II

EL HIJO DE LA LUZ

Sipnosis:
Al evocar la grandeza de Egipro un nombre acude en seguida a la memoria; el de Ramsés, el llamado "Hijo de la Luz", el único que encarna toda la magia y el poder de los faraones.
Esta primera novela, primera de la pentalogía que Christian Jacq dedica a tan ilustre personaje, narra con gran amenidad y rigor histórico las peripecias de un Ramsés adolescente que debe superar todos los obstáculos que su padre, el faraón Seti, le impone en su camino hacia la madurez.  Deberá afrontar, asimismo, las intrigas a que lo somete el primogénito y celoso Chenar, su hermano.  El joven Ramsés, el destinado a gobernar el pueblo de Egipto, habrá de aprender, en definitiva, a obrar con la sabiduría,  la rectitud y la habilidad de los destinados a tan alta empresa.
Christian Jack, el ilustre egiptólogo y autor de novelas de gran éxito, nos atrapa de nuevo con esta espléndida obra, punto de partida de la monumental pentalogía Ramsés.

EL TEMPLO DE MILLONES DE AÑOS

Sipnosis:
En Ramsés, el Templo de millones de años, el momento de la coronación ha llegado.  El amor de Nefertari y el de su madre, la sólida red de amistades que tejió durante la adolescencia y la admirable intuición de Ramsés para juzgar a las personas que contribuirán en gran medida al éxito en el desempeño de sus onerosas funciones y harán de él un gran faraón.
Pero las conspiraciones se multiplican en la sombra y Ramsés, el hijo de la luz, se verá obligado a luchar para conservar el trono.  ¿Conseguirá hacer fracasar los complots urdidos por su hermano mayor, Chenar? ¿Podrá conjurar la magia negra de un misterioso hechicero? ¿Logrará prevenirse  contra las intrigas de los hititas? Los obstáculos se acumulan y los alardes de poder se agotan.  Para vencer a sus adversarios, tanto los visibles como los invisibles, la pareja real escoge el único camino que les queda: construir el templo de millones de años.

LA BATALLA DE KADESH

Sipnosis:
Para salvar a Egipto, Ramsés deberá enfrentarse al temible ejército hitita, más preparado que el suyo y mucho mejor armado.  La guerra parece inevitable, y será Kadesh, la fortaleza más inexpugnable del norte de Siria, el escenario de la batalla.
Pero con Nefertari enferma y víctima de un terrible maleficio, cómo va a planificar Ramsés una estrategia de combate contra el enemigo? ¿Cómo hará frente a la red de espionaje que está extendiéndose por todo el país?
Ramsés viajará al sur en busca del único remedio que puede salvar la vida de la reina; después irá al norte para librar la gran batalla.
Con Ramsés, La batalla de Kadesh, Christian Jacq logra hacernos revivir, a través de la figura del mítico faraón, una de las épocas más intensas de la antigüedad egipcia con la maestría y genialidad a las que el autor nos tiene acostumbrados.

LA DAMA DE ABU SIMBEL

Sipnosis:
A pesar de la gran batalla librada en Kadesh, la fuerza de las armas no logra doblegar al enemigo, y la negociación parece ser el único camino entre Ramsés y el pueblo hitita.
Ramsés debe hacer frente, además, a las sombras que se ciernen sobre la capital del Imperio; Moisés, el amigo de la infancia perdido tantos años atrás, regresa a Egipto para liderar el éxodo del pueblo hebreo. ¿Serán suficientes ahora la vigilancia de sus fieles u la magia de Nefertari para proteger al faraón?
Pero en la via de Ramsés no todo son problemas.  En ella ocupa un lugar muy importante Nefertari, su esposa real, en honor a la cual ordena la construcción de dos templos en Abu Simbel, símbolos ambos del amor que se profesan.
Con Ramsés, La dama de Abu Simbel, Christian Jacq continúa con la vida del mìtico faraón y nos sumerge de lleno en la magia y el misterio que rodearon la existencia de tan insigne personaje.

BAJO LA ACACIA DE OCCIDENTE

Sipnosis:
A sus cincuenta años, y tras lograr la prosperidad de Egipto, Ramsés no puede disfrutar aún de la tranquilidad de la edad madura.  Ahora debe mantener la paz y sortear cuantos obstáculos puedan amenazar la estabilidad de su imperio.
Ramsés, el hijo de la luz, sabe cómo cambiar el ánimo de sus enemigos para convertirlos en aliados, y cómo conciliarse también con las fuerzas del más allá.  Pero lo que Ramsés no puede impedir, después de casi cuarenta años de reinado, es el paso del tiempo, ni que éste le robe a uno de sus mejores amigos.
Y cuando inexorablemente llega la vejez, Ramsés se sienta bajo la sombra de una acacia para emprender su último viaje, un viaje del que sólo será testigo el escriba Ameni, su fiel servidor durante más de sesenta y siete años.
Bajo la acacia de occidente, es el último volumen de la monumental pentalogía que Christian Jacq le ha dedicado a Ramsés.

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Ramsés II


Nacionalidad: Egipto
1326 a.C. - 1234 a.C. 
Faraón 1301 a.C. - 1234 a.C.

El reinado de Ramsés II posiblemente sea el más prestigioso de la historia egipcia tanto en el aspecto económico, administrativo, cultural o militar. No en balde fue el vencedor de la batalla de Qadesh, siempre según las fuentes egipcias. Ramsés nace hacia el año 1326 a.C., accede al trono imperial hacia 1301 a.C. y muere alrededor de 1234 a.C. por lo que se trata también de uno de los reinados más largos. Gobernó sobre un mundo en plena transformación lo que hace más interesante este momento histórico. Su abuelo es el faraón Ramsés I, general del ejército y visir, elegido rey de Egipto porHoremheb al no tener éste descendencia. Su padre fue Sethi I, maestro político y militar, siendo su madre la reina Tui, miembro de una ilustre familia de militares. 
Ramsés II pasó su infancia en Luxor en compañía de sus dos hermanos y sus dos hermanas. Desde pequeño fue educado para heredar la doble corona; un preceptor le enseñaría a escribir e interpretar las imágenes escritas (leer), a conocer los astros, matemáticas y geometría rudimentarias así como profundizar en materia religiosa. 
Hacia los diez años fue nombrado heredero y comandante en jefe del ejército como primogénito que era; desde ese momento tuvo un harén a su disposición y acompañó a las tropas en algunas campañas contra los hititas y los libios. 
A los 16 años fue asociado al trono imperial por Sethi, continuando con su educación política. El visir de Sethi, Paser, posiblemente participó en esta educación, manteniéndose durante veinte años en el cargo tras el fallecimiento de Sethi. Por estas fechas Ramsés participaría en la supervisión de las construcciones de Abidos, iniciándose su afición a las edificaciones. 
Su primera esposa será una joven de noble familia llamada Nefertari. Tenía 17 años Ramsés cuando casó por primera vez; fruto de este matrimonio nació su hijo primogénito llamado Amonherunemef. Paralelamente tomó una segunda esposa, Isetnefret, quien también le dio un hijo llamado Ramsés. Las dos mujeres continuaron procreando, asegurándose así el futuro de la dinastía. La tercera esposa será Hentmire, la propia hermana de Ramsés, siguiendo la tradición faraónica para conservar la pureza de la sangre. Como cuarta esposa eligió a su propia hija, Merytamón, fruto de su matrimonio con Nefertari, casándose también con una de las hijas de Isetnefret, Bentanat. 
A finales del mes de junio del año 1301 a.C. fallece Seti I y Ramsés II sube al trono como rey del Alto y Bajo Egipto y Sol de los Nueve Arcos. Tenía 25 años. Sus primeros esfuerzos están encaminados a mantener la paz interior alcanzada en los reinados anteriores, manifestando a los sacerdotes de Amón su deseo de ejercer todos los poderes, evitando en la medida de lo posible influencias del poderoso clero. Para ello elegirá como sumo sacerdote a Nebumenef, persona de su absoluta confianza. Desde ese momento pondrá en marcha un faraónico plan para recuperar las fronteras del Imperio en la época de losTutmosis y asegurar la paz interior, al tiempo que iniciaba su programa constructivo, símbolo evidente de poder en la época. Ordenó la construcción de un gran templo en Luxor consagrado a Amón-Ra, formando un conjunto con el construido por Amenhotep. También inició la edificación del Ramesseum, en la colina de Sheij abd el Gurnah, junto al que se levantaría un palacio donde supervisar las obras. Para llevar a cabo estas empresas arquitectónicas era necesario un abundante flujo de oro, procedente en su mayoría de la zona sur del país. Uno de los problemas con los que contaba esta vía aurífera era la escasez de zonas de avituallamiento, especialmente de agua, dedicándose Ramsés a la perforación de pozos para solucionar el problema hidráulico. De esta manera pudo aumentar la llegada de oro para mantener su programa arquitectónico, con el que se congratulaba con los dioses. 
La recuperación del antiguo imperio provocaría el enfrentamiento con Muwattali, rey de Hatti, conflicto que se prolongaría por un periodo de 17 años. Con el objetivo de concentrar todas sus fuerzas en este frente, Ramsés se apresuró en instaurar con firmeza su hegemonía en Libia y Nubia. En el cuarto año de su reinado inició la expedición contra los hititas, llegando hasta Biblos con el fin de establecer bases marítimas de avituallamiento. Mientras Muwattali había establecido una alianza con los príncipes del Asia Menor y Siria para enfrentarse a los egipcios. El enfrentamiento de ambos ejércitos será en Qadesh, desarrollándose una importantes batalla (hacia 1295 a.C.). La batalla no tiene un vencedor claro, aunque Ramsés II se autoproclamó como el gran triunfador, según se desprende de las inscripciones encontradas en los templos de Luxor, Karnak y Abidos. La reacción de Muwattali será establecer una poderosa alianza contra Egipto, involucrando especialmente a Benteshina de Amurru, tradicional aliado egipcio. 
Durante doce años Ramsés se dedicará a reconquistar el imperio asiático y africano. Las revueltas de Canaan, Moab y Edom fueron rápidamente sofocadas, recuperando Egipto la soberanía sobre estos lugares, logrando preservar el imperio asiático hasta el río Orontes. El siguiente paso dado por Ramsés será aprovechar el momento de debilidad de los hititas, tras el fallecimiento de Muwattali y el enfrentamiento sucesorio entre Mursil y Hattusil. Ramsés atravesó Canaan, tomando el puerto de Ascalón y la ciudad de Jaffa. Reafirmó el control sobre los puertos fenicios del Mediterráneo y penetró en la zona sur de Siria, tomando la ciudadela de Dapur, en el reino de Amurru. Tras asentar en cada una de las plazas tomadas una potente guarnición armada, Ramsés decidió ocuparse de sus posesiones en Africa. Estableció una serie de colonias en las costas de Libia y construyó un amplio frente de fortalezas con el fin de tener vigilada a la población y evitar revueltas. 
En el décimo año de reinado surgen nuevos incidentes en Asia por lo que Ramsés vuelve hacia Fenicia, recuperando algunas plazas que habían caído bajo soberanía hitita. Para evitar entrar en un conflicto mayor, Ramsés regresó a su capital, para vivir un breve periodo de paz y prosperidad económica. 
Tras algunos años de tensa paz en Asia, surge un nuevo conflicto entre Egipto y Hatti. Babilonia se alía con los hititas y rompe relaciones con Egipto. Ramsés se colocó de nuevo al frente del ejército y partió en dirección al sur de Siria donde tuvieron lugar duros enfrentamientos que se decantaron del lado egipcio. La solución a estas constantes luchas vendrá de la mano de un tratado de paz firmado entre Ramsés II de Egipto y Hattusil de Hatti (hacia 1280 a. C.), uno de los mayores éxitos del reinado, inaugurando un periodo de paz y prosperidad económica y cultural. La frontera de ambos países quedaba limitada por el Orontes, mientras Hatti mantenía su soberanía sobre Qadesh y Amurru y Egipto dominaba los puertos fenicios. El tratado incluía ayuda militar recíproca, asumiendo la lucha contra enemigos comunes. Desde ese momento, Ramsés dedicará su tiempo al mantenimiento de su Imperio, un imperio que abarcaba desde Sudán en el sur hasta el Mediterráneo en el norte, desde Libia en el oeste hasta el Orontes en el este. La supremacía de este amplio territorio estaría en Egipto y en manos de su faraón. Para controlar todo este territorio ordenó la construcción de una nueva ciudad llamada Per-Ramsés en la región de Tanis, en el delta del Nilo, y la convirtió en la capital del Imperio al tiempo que se engrandecía y embellecía Menfisgracias a la labor llevada a cabo por Jaemuaset, segundo de los hijos de Isetnefret. Tebas quedaba así alejada del poder político. De esta manera se pretendía alejar del gobierno del país, en la medida de lo posible, a los pretensiosos sacerdotes de Amón, cuyo centro de poder era la ciudad de Tebas. Otra de las importantes empresas llevadas a cabo por Ramsés será la construcción de dos templos excavados en la roca de Abu-Simbel: uno dedicado a Ptah, Ptahtatenen, Hathor y el propio Ramsés mientras que el otro sededica a Hathor y Nefertari. 
Con el fin de mantener la paz entre Egipto y el reino de Hatti, Ramsés contraerá matrimonio con una princesa hitita a finales del año 33 de su reinado. Ya había celebrado sus dos primeros jubileos - fiesta que se realizaba después de 30 años de reinado y posteriormente cada tres - llegando a celebrar hasta 11 jubileos. La primogénita del rey Hattusil se convertía en la quinta Gran Esposa Real con el nombre de Mathorneferure, al margen de las numerosas concubinas que tenía el faraón, hablando algunas fuentes del nacimiento de más cien hijos en el harén de Ramsés. El matrimonio con la hija de Hattusil sirvió para fortalecer la paz, impulsando el comercio y las relaciones culturales entre ambos países. Con el fin de reforzar la amistad entre Hatti y Egipto, Hattusil ofreció otra segunda hija en matrimonio a Ramsés, convirtiéndose ésta en una concubina. 
El periodo de paz será aprovechado por Ramsés para favorecer la prosperidad económica y cultural de Egipto, al tiempo que estrechaba la vigilancia sobre los instrumentos de gobierno de su reino. Para ello se rodeó de un amplio grupo de estrechos colaboradores, miembros de las familias más cercanas a su persona, creando una élite burocrática. 
En los últimos años de su reinado, Ramsés pudo apreciar como se iniciaban las presiones de los pueblos procedentes de Europa, pueblos que llegarán a tomar Egipto en el año 1200 a. C. Dentro de estos movimientos demográficos encontramos la huida de la población judía de Egipto, liderada por Aarón yMoisés. 
Tras 67 años de reinado y a la edad de 92 años, Ramsés II fallecía a causa, según el egiptólogo Esteban Llagostera, de una caries del maxilar inferior que le provocó una infección sanguínea definitiva. En el trono de Egipto dejó a su hijo Mineptah, fruto del matrimonio con Isetnefret, nombrado heredero tras el fallecimiento de algunos de sus hermanos mayores.


Ramsés II – El gran faraón de Egipto Reportaje National Geographic