Además de las polonesas y las mazurcas, Chopin compuso obras basadas en otras danzas. Al igual que aquéllas, estas piezas no son precisamente música para bailar, sino una estilización, «música de salón» (como buena parte de la producción de Chopin), escrita para tocar en los salones, aunando el impulso rítmico, la expresión y el brillo instrumental. Entre estas obras se encuentran Bolero Op. 19, Tarantela Op. 43, Eccosaises Op. 72 n.º 3-5 y Barcarola Op. 60, entre otras.
También escribió dos marchas fúnebres: la temprana Op. 72 n.º 2 y la famosísima que animaría después a Chopin a completar la Sonata n.º 2. Empero, las más conocidas son los valses.
En esa época, el vals era el baile vienés que comenzaba a hacer furor en los salones de Europa, gracias sobre todo a Josef Lanner y Johann Strauss (padre). Schubert o Weber compusieron valses (para piano) en este estilo. Sin embargo, la mayoría de los valses chopinianos están lejos de ese carácter. Para Mendelssohn, éstos no tenían de vals más que el nombre.
Quizás no deba buscarse en éstos lo danzable, pues parecen transmitirnos sugestiones que no aluden directamente al baile, sino al recuerdo personal que le dejó el ambiente (evocación que hace recordar el origen de La Valse de Ravel).
Robert Schumann dijo: «Cada vals de Chopin es un breve poema en el que imaginamos al músico echar una mirada hacia las parejas que bailan, pensando en cosas más profundas que el baile».
Es significativo que dos de sus valses estén dedicados a sus primeros dos amores: el Op. 70 n.º 3, dedicado a Konstancja, o el Op. 69 n.º 1, el Vals del adiós dedicado a Maria. Además de ser una declaración amorosa, se hallan expresadas en estas obras la ligereza como en el Op. 64 n.º 1 (el llamado Vals del minuto) o la melancolía del Vals du regret (Op. 34 n.º 2), además del vals brillante (Op. 18).
Por otro lado, para reconsiderar la etérea cualidad bailable de esta música, es muy sugerente el ballet Las Sílfides, íntegramente compuesto en orquestaciones de obras de Chopin (entre ellas algunos valses).
Palestrina, Giovanni da
Renacimiento - Italia [1525-1594]
Fue compositor de música sacra, género para el que compuso 102 misas, unos 300 motetes y 133 madrigales con textos profanos. Brillante organista que estudió con Mallapert y Lebel y tal vez con Arcadelt. Impresionó al cardenal Giovanni Maria del Monte, luego papa Julio III, que lo contrató como maestro de coro. A él dedicó Palestrina, su primer libro de misas. Aunque trabajó como cantor de la capilla Sixtina, debió renunciar al puesto cuando se casó por primera vez (lo haría otra vez más y tendría hijos que fallecieron víctimas de la peste). En 1577 el papa Gregorio XIII le encargó (junto con Aníbal Zoilo) la corrección del repertorio gregoriano. Su estilo fue muy característico en el tratamiento de la prosodia de los textos (la acomodación de sílabas a notas), siempre sujeto a su propiedad de cantable.
Cronología
•1525 Nació cerca de Roma, en la localidad de Palestrina.
•1544 Fue maestro y organista de su pueblo natal.
•1551 Fue nombrado maestro de la capilla Giulia en Roma.
•1554 Apareció su primer libro de misas.
•1555 Fue maestro cantor de la capilla papal Sixtina.
•1558 Fue maestro en San Juan de Letrán.
•1561 Maestro de capilla en Santa María la Mayor.
•1566 Fue nombrado profesor docente del Seminario.
•1567 Entró al servicio como segundo maestro del cardenal Hipólito d’ Este.
•1571 Fue designado maestro de la capilla de San Pedro.
•1577 Gregorio XIII le encargó junto con Aníbal Zoilo la corrección del repertorio gregoriano.
•1594 Murió en Roma a los 68 años.
Principales Obras
•1555 Primer libro de madrigales a cuatro voces.
•1563 Missa Papae Marcelli.
•1570 Repleatur os meum.
•1581 Primera colección de madrigales espirituales.
•1583 Cánticos de Salomón.
•1590 Stabat Mater.
Además de una Missa Aeterna Christi muñera; Missa Asumpta es María; Vestiva i colli.
Sed de ti me acosa
en las noches hambrientas.
Trémula mano roja que hasta su vida se alza.
Ebria de sed, loca sed, sed de selva en sequía.
Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas......
Por eso eres la sed
y lo que ha de saciarla.
Cómo poder no amarte si he de amarte por eso.
Si ésa es la amarra cómo poder cortarla, cómo.
Cómo si hasta mis huesos tienen sed de tus huesos.
Sed de ti, guirnalda atroz y dulce.
Sed de ti que en las noches me muerde como un perro.
Los ojos tienen sed, para qué están tus ojos.
La boca tiene sed,
para qué están tus besos.
El alma está incendiada de estas brasas que te aman.
El cuerpo incendio vivo que ha de quemar tu cuerpo.
De sed. Sed infinita. Sed que busca tu sed.
Y en ella se aniquila como el agua en el fuego.
Canciones con historia: “Listen to your heart” Roxette
A Marie
Fredriksson y a Per Gessle se les conoce como “Los Suecos De Oro” y es que solo
hay que contar un poco de su historia para ver que todo lo que hacen se
convierte en éxito seguro.
En primer lugar
aclararemos de donde viene el nombre de ROXETTE. Viene de una canción de los
años 70 de la banda Dr. Feelgood, que es una de las agrupaciones preferidas de
Per, y entre uno de sus temas encontramos titulado uno de los singles con el
nombre de "Roxette" que en realidad es un nombre de mujer. El hecho
de que se utilizara ese nombre fue por un hecho concreto, en 1983 la compañía
EMI USA tuvo contactos con Gyllene Tider (La antigua banda de Per Gessle) para
que realizaran un trabajo en ingles y promocionarlo en Estados Unidos, así pues
que grabaron un disco titulado “The Heartland Café” pero el nombre del grupo al
parecer era difícil de pronunciar para los americanos, debido a eso decidieron
pasarse a llamar en Estados Unidos Roxette, nombre que se usaría mas tarde en
la formación concreta del grupo.
Todo empezó
en 1986 cuando el compositor sueco Per Gessle escribió una canción titulada
"Svarta glas" (Black glasses) y la envío a la cantante Pernilla
Wahlgren la cual la rechazó. Poco tiempo después Per reescribió la canción en
Ingles titulándola "Neverending Love" y poco más tarde el director de
EMI en Suecia Rolf Nygren animo a Per y a Marie Fredriksson que la cantaran
juntos, (se unían así los denominados en Suecia mejor compositor y mejor cantante
del país) y lo hicieron, formando por primera vez el dúo ROXETTE.
Uno de los
descubridores de Roxette y quien los haría subir el gran escalón fue Thomas
Johannson, que había trabajado como representante para el grupo ABBA. Buscando
material para el álbum de Frida (ex integrante del grupo ABBA), dio con ellos,
convirtiéndose en uno de los mayores impulsadores de sus carreras siendo su
manager tiempo después de conocerlos.
El año 1986
fue un año para grabaciones, usando el estudio de Gessle en Halmstad (Suecia)
ya en el año 1987 estaba en el mercado su nuevo y primer trabajo discográfico
como dúo “Pearls of Passion” en el que se incluyo la canción Neverending Love
la que es considerada la primera canción del grupo. Tuvo un éxito notable en
Suecia, aunque en Europa paso casi desapercibido, este álbum fue reeditado a
finales de 1997.
El año 1988
fue un año de giras intensas por toda Suecia y actuaron ante 110 000 fanáticos, en la gira “The Rock Runt
Ricker Tour” con participación de artistas reconocidos del medio musical de
Suecia.
No
esperaron mucho para salir nuevamente al mercado, y ya ese mismo año salía su
segundo trabajo discográfico, “Look Sharp!” y el éxito masivo llego por fin,
pasando a ser el segundo disco más vendido en la historia de Suecia.
La historia
de Roxette de alguna manera comenzaría a tener ribetes anecdóticos que sin
querer lo llevarían a la fama mundial. Un estudiante norteamericano que había
visitado Suecia por un intercambio estudiantil se admiró intensamente por la
música de Roxette y comprando el disco lo llevó consigo a Estados Unidos.
Ya en Norte
América sorprendentemente fue a la emisora más destacada de Memphis, KWB, y
textualmente le dijo al encargado Brian Phillips:“Usted
tiene que escuchar este álbum porque es grandioso”.
De una manera
increíble el single “The Look” se posicionó en la primera posición rápidamente,
cuando el disco recién saldría al mercado americano en el año 1989.
Tuvo
muchísima acogida entre los norteamericanos y muy pronto se pasaron copias
entre las emisoras, gracias a esto EMI edita el disco en USA y Roxette asi
comienza su gran éxito internacional.
En sólo
unos meses también habían alcanzado el No.1 en EE.UU. y entonces Europa caería
al ritmo de "The Look", además de alcanzar el puesto No.7 en las
listas británicas.
Después
llegaron otros éxitos, “Dressed for success”, “Listen to your heart” y
“Dangerous”, que daban continuidad a la ascendente carrera de la banda. En
total fueron 8 000 000 de copias
vendidas en todo el mundo. La clave de su éxito radico en la búsqueda
permanente de la conexión entre el pop y el rock, con tonadas pegajosas y
nuevas.
Las Minas del Rey Salomón es un libro escrito por Henry
Ridder Haggard y si de algo podemos estar seguro es de esto: Si Nathan Drake le
debe todo a Indiana Jones, Indiana Jones le debe todo a Allan Quatermain,
protagonista de esta aventura, o sea, leer este libro es como leer una historia
de Indiana Jones o de Uncharted, y eso siempre es algo bueno.
Se trata de una aventura (Haggard es el máximo
exponente en el género de aventura de mundos perdidos) en África, un par de
caballeros ingleses, Sir Henry y el Capitán Good, viajan al continente negro
buscando al hermano de Sir Henry, quien se había perdido en una expedición hace
años, para su campaña deciden contratar al renombrado cazador Allan Quatermain,
un hombre experimentado que conoce muy bien el continente. Resulta que el
hermano de Sir Henry llegó a África buscando las minas del Rey Salomón, que
dicen oculta tesoros inimaginables y, afortunadamente para ellos, Quatermain
conoce la leyenda y accede a guiarlos debido a que le gusta el dinero (así es,
Quatermain no es un personaje heróico, más de eso cuando llegue el momento).
Una vez listos, los 3 hombres blancos (pues Quatermain
también es europeo) forman un grupo junto a algunos nativos, entre ellos un
africano de casi 2 metros llamado Umbopa, que les pide lo lleven por…
cuestiones que no quiere revelar (y nos podemos oler el giro de tuerca a
kilómetros de distancia). Una vez listos se lanzan a la expedición, una que
casi les cuesta la vida pues deben enfrentar la dureza de África, el fuerte
calor, hambre, sed y, eventualmente, frío (pues deben subir altas montañas).
Varias veces se encuentran a punto de morir hasta que llegan
a un lugar muy hermoso en medio de las montañas y son emboscados por un grupo
de nativos, todos de casi 2 metros de alto (y si no te hueles el giro de tuerca
no sabes nada de la vida).
Ahí se verán involucrados con los nativos de
Kualalandia, una tribu que se ha mantenido alejada de la civilización, una
ciudad perdida dominada por el tirano Twala, pero dicen los sabios que él no es
el verdadero heredero al trono…
Las Minas del Rey Salomón tiene mucho de
historia militar y no tanto de búsqueda de tesoros pues la parte central de la
historia trata sobre el levantamiento de la tribu de Kualalandia contra su
tiránico rey. Aquí los 3 personajes principales se ven envueltos en una guerra
para derrocar a Twala e instaurar al “sorpresivo” rey verdadero. Y debo decir
que es una parte muy interesante que me recuerda mucho a la serie Suikoden (RPG
de Konami) y a mi libro de El Perro Fantasma (que está inspirado en Suikoden,).
Afortunadamente la trama no acaba con el
combate sino que, efectivamente, llegarán a las minas, donde deberán encontrar
la forma de sobrevivir y escapar pues quedan encerrados. Básicamente la
historia se resume en 3 partes: El camino de ida, la batalla y las minas. Todas
son partes muy interesantes, divertidas y ligeras.
Este es un libro que no es difícil de leer,
está escrito en base a la experiencia que Quatermain tuvo de esa aventura, o
sea, está contando su experiencia (lo que de inicio te revela que sobrevivió).
Quatermain también le pide disculpas al lector debido a su escaso vocabulario y
eso es algo que notarás pues la manera en que está escrito es… relativamente
casual, Quatermain narra la historia de forma un tanto amateur, me recuerda un
poco a… pues a mí, en el sentido de que agrega muchos razonamientos personales
durante la redacción, lo que es un poco extraño siendo una novela clásica. Sé
que es algo intencional y no es molesto pero sí es una situación inusual.
Ya que estamos hablando de
Allan Quatermain, a diferencia del personaje de los comics de Allan Moore (La
Liga Extraordinaria), Quatermain realmente no es un héroe, el mismo se describe
como cobarde, débil e incluso ambicioso (no hay que olvidar que su motivación
en esta aventura es realmente el dinero). Técnicamente el verdadero héroe de
esta historia es Sir Henry, un caballero inglés de más de 2 metros de estatura,
increíblemente fuerte, valiente, honesto y que es admirado por toda la tribu
Kuala debido a su fortaleza. Good, por su lado, es también un personaje
honorable aunque es más una especie de comic relief, pero también es quien vive
las situaciones más dramáticas. Sea como fuere, Quatermain es el personaje
menos admirable de los tres.
Aunque la historia es
bastante relajada, tiene algunas situaciones que, aunque no son malas, sí son
un poco… desagradables moralmente. Para empezar Quatermain es un cazador de
elefantes, los caza por el marfil (sabemos lo inhumano que es eso) y un
capítulo entero es dedicado a una cruel cacería de elefantes, si bien este
libro es una ficción, no deja de ser un poco incómodo tener por protagonista a
un sujeto que ama la cacería de animales salvajes por dinero.
Por otro lado también es un
libro algo racista, pues los nativos son retratados siempre como súbditos y aún
cuando Umbopa les profesa una amistad sincera, no es correspondido con la misma
intensidad, en especial por Quatermain quien en algún momento, cuando les
ofrecen mujeres con tal de quedarse en la tribu, responde que los “blancos sólo
yacen con blancas”. Es una situación totalmente entendible por la época en que
la historia se desarrolla y la época en que el libro fue escrito (no olvidemos
que la igualdad de raza es un concepto bastante reciente, así como el respeto por
la vida animal), pero no se puede evitar sentir cierto malestar al tener unos
héroes con poco que admirar en nuestros días (en especial Quatermain pues Good
y Henry son mucho más nobles).
Las Minas del Rey Salomón es una aventura en
el más puro estilo de Indiana Jones o Uncharted, con comedia, acción y drama.
Es una lectura muy fácil y amena, además no se trata de un libro largo (apenas
211 páginas en la editorial Porrúa) y a pesar de que Quatermain no sea el mejor
ejemplo a seguir, tanto Sir Henry como Good son personajes muy afables y con
mucho que admirarles por lo que se compensa cuando ellos entran en acción. Es
una aventura ideal para quienes desean algo que no se aleje mucho del estilo
“Hollywood” y, sin duda, ha servido de inspiración para incontables aventuras
cinematográficas que siempre disfrutamos.
Estoy consciente que el personaje de Allan
Quatermain tiene una serie de aventuras, siendo Las Minas del Rey Salomón su
primera, por lo que aún me falta por conocer más de él para entender por qué es
tan reconocido (protagonista en La Liga Extraordinaria y un editor de Game
Master usa ese nombre como nick), cuando lea más de sus aventuras ten por
seguro que lo leerás aquí.
La frontera entre Egipto e Israel era la raya
que enfrentaba a dos discordias: David y el Faraón. A ochocientas leguas de
esta discordia estaba el reino de Saba, la indómita mujer aliada a los egipcios
y a quien Adonijah, hijo de David y jefe del ejército israelita, quiso atraerse
a su causa. Tras cuarenta años de reinado, David deja el trono a Salomón,
hermano de Adonijah, y aunque éste se siente postergado, aceptará por poco
tiempo la sumisión. La reina de Saba será la que juegue ahora su definitiva
carta: de acuerdo con Egipto se propone poner a sus pies a Salomón
El rodaje de este filme se llevó a cabo
íntegramente en territorio español, más concretamente en El Escorial, se
utilizaron miles de extras, se pidieron al Ministerio de Defensa cientos de
soldados, y puedo asegurar, que las escenas de masas fueron cuidadas al máximo.
La pasión que nace
entre ambos monarcas está reflejada con aroma a incienso en todo el filme, es
como si después de volver de un día cotidiano, nos dijesen que abramos los
ojos, aspiremos el humo fatuo que produce el deseo de amar y sentirse
amado…Vemos complacientes como esa hermosa mujer se acerca lentamente al
hombre, no al rey, no al sabio que todos admiran, al profeta, ella se dirige al
hombre y creo que Gina nunca estuvo mejor
. Se cuenta que el
director Vidor estuvo a punto de abandonar el rodaje del filme debido a los
innumerables problemas que tuvo con la policía española… Estaban constantemente
vigilando el rodaje, siempre tenían una pareja de guardias, desde la mañana,
hasta que todos abandonaban el rodaje y se marchaban a sus hoteles. La fama de
Gina, su hermosura, su vestuario en el filme, y la censura apocalíptica de la
época franquista en España enviaban a diario la vigilancia de las fuerzas de seguridad,
afortunadamente Vidor sabia como torear e hizo lo que quiso al final, dejando
con poca ropa a Gina en la danza ante su dios pagano sin ningún impedimento y
sus pechos fueron en aquellos años cincuenta los mas fotografiados. Ahora al
cabo de los años, y viendo las fotos que existen, todos los cinéfilos del mundo
tenemos una deuda pendiente con el director.
Se dijo que era
muy normal ver a Gina acompañada del bailarín Antonio, figura grande de la
danza española… Se cuenta que ambos vivieron un romance en aquellos días, la
prensa lo aireaba una y otra vez, pero según propias palabras de mi confidente,
aquello no era un romance, era una simple forma de dar publicidad a la estrella
y al filme. Antonio era un grande de la danza, pero el campo floral de Gina
requería abono procedente de los dioses del Olimpo
La película tiene
un enorme fallo, un tremendo fallo y es la desdibujada figura del Rey Salomón,
los guionistas, salvo en contadas ocasiones, como el famoso juicio, el sabio
queda relegado a un segundo término y nos deja ver simplemente el hombre… ¿O
eso era realmente lo que pretendían ellos y el director?, yo, personalmente
creo que ahí es precisamente donde cojea el filme, Salomón fue una figura
grande según la Biblia, de la historia de la humanidad; tal vez la película
hubiera sido más redonda de haberse volcado con más profundidad sobre el
personaje que Yul interpreta de forma impecable. Tal vez King Vidor sea
demasiado terrenal, tal vez la productora quería un vehículo de lucimiento para
una Gina realmente espléndida, tal vez hubiera porel medio factores que pesaban
mucho y sobre los cuales nadie tuvo la fuerza suficiente para levantar, con
todo y con eso cabe destacar dos escenas, el juicio y el milagroLástima. Tanto
la historia, como las generaciones actuales, bastante interesadas por el cine
clásico, hubieran quedado agradecidas de ver más completo este fantástico
puzzle que, por otro lado, es claro ejemplo de lo que es el Séptimo Arte.
La
secuencia final, donde Gina sale del templo de Salomon es de una belleza
enorme, serena, brillante… el pueblo la espera, el pueblo quiere demostrar lo
que piensa de ella con piedras en la mano. No nos hace falta nada más, no hay
dialogo… sólo el lento caminar de una mujer, una simple mujer, reflejada por
una Gina inolvidable. El cine aquí se rencuentra con el espectador, nos da una
longitud plena de su capacidad, y nos envuelve con la belleza de ese azul roto
pastel, la importancia que tiene en la vida de los humanos el más bello de los
sentimiento. Secuencia digna de mencionar.
Gina
es el filme, como fue Elizabeth Taylor aCleopatra, o como Kim Novak enVértigo…y
como muchos de los rostros más brillantes del cine lo fueron a sus trabajos,
dando tonalidad y magia, al tiempo que ensalzan una labor de equipo.
Refiere
la Biblia que Salomón, hijo de David y su sucesor al frente de Israel, fue un
poderoso y sabio monarca al que la enigmática reina de Saba quiso conocer. Un
relato fascinante que nos sitúa en la frontera de la Historia.
lto y fuerte. Así era Saúl, un guerrero que tuvo que ganar con la espada
su condición de primer soberano de lo que eran turbas aún sin personalidad,
un hombre atormentado en el filo del gran cambio inevitable de un régimen
tribal a otro centralizado. David, su sucesor, era rubio. Un ser humano con
defectos y virtudes, que pecó y abusó, que amó, que danzó exultante y que
lloró. Y también un guerrero astuto y valiente. Tampoco a David le fue
regalada la condición de segundo monarca de aquel aglomerado tribus. Pero no
sabemos cómo era Salomón, el tercer y último monarca único del «todo Israel».
Tal vez ni siquiera se llamaba Salomón antes de acceder al trono, sino
Yedideyah, «el amado de Yahvé», como le puso por nombre al nacer el profeta
Natán ( I Reyes, 12, 25). El aspecto más humano de Salomón es su propia
concepción y nacimiento, ya que es fruto del consuelo y amor de David a
Betsabée, desolados por la muerte de su anterior hijo sin nombre, muerto
apenas nacer. También es humano Salomón – en el peor sentido – durante su
ascensión al trono, cuando elimina a sus posibles rivales. Y ya en el trono,
el relato bíblico se aleja de la novela de una vida y perfila un estereotipo
más que una personalidad.
Salomón ya no es un rey-caudillo. Ha nacido y vivido en la incipiente
corte real de su padre, y no se ha ganado la corona con las armas sino que es
rey por ser hijo de rey (aunque no el de mejor derecho: era a Adonías, muerto
por orden de Salomón a quien correspondía suceder a David). El carácter
hereditario de la monarquía se inaugura así junto con la administración
centralizada y la capacidad del Estado para abordar obras públicas y otras
misiones de mayor alcance que las que un régimen tribal puede llevar a cabo.
La Biblia, en efecto, describe con amplitud el reinado y las obras de
Salomón. EN LA FRONTERA DE LA HISTORIA
Por primera vez, el
protagonista de la narración bíblica no es sólo «un hombre que llega a ser
rey», como en las magníficas novelas que son las historias de Saúl y David,
sino «un rey». Sabemos que la Historia se escribe a impulsos de poderes
centralizados, nace selectiva, tendenciosa e incompleta, y frecuentemente se
autojustifica con pasados reinterpretados a conveniencia. Las lisonjas,
exageraciones, tendenciosidades e inexactitudes de las crónicas a medida del
soberano están servidas. Estamos ya, en cuanto al texto bíblico, en la
frontera de la Historia.
Pero la Biblia no tiene ninguna intención de ser «historia» en sentido
técnico, así que tanto la proclamación de su carácter histórico como la
acusación de falta del mismo son radicales incoherencias. Si lo que queremos
saber es cómo era Salomón hombre, por fuera y por dentro, poco nos va a decir
el texto bíblico. Y si lo que queremos es saber simplemente si existieron él
y su reino, fuera de lo que el texto bíblico nos cuente, habremos de recurrir
a otras fuentes. Serán pocas e indirectas, pero firmes. ENCUENTRO EN JERUSALÉN
En esta frontera nebulosa, entre
la historia y la leyenda, tal vez pudiera insertarse la visita de la reina de
Saba a la corte del rey Salomón, que la Biblia cuenta así: «Conocedora la
reina de Saba de la fama de Salomón en el nombre de Yahvé, vino para ponerle
a prueba con enigmas. Entró en Jerusalén con un importante séquito de
camellos cargados de aromas y oro en grandísima cantidad y piedras preciosas
y, llegada ante Salomón, le expresó cuanto tenía propósito de decirle.
Salomón le declaró todas sus consultas, sin que ni una sola cosa se le
ocultase al monarca y no se la resolviese. Cuando la reina de Saba vio toda
la sabiduría de Salomón, la casa que había construido, la jerárquica
colocación de asientos de sus dignatarios, el funcionamiento de sus ministros
y sus uniformes, sus provisiones de bebidas y los holocaustos que ofrecía en
la casa de Yahvé, se quedó como sin aliento, y dijo al rey: “Verdad era lo
que yo había oído en mi país sobre tus cosas y sabiduría; pero no daba
crédito a lo que me contaban hasta que he venido y mis propios ojos lo han
visto; mas he aquí que no se me había referido ni la mitad: son mayores tu
sabiduría y excelencia de lo que yo había oído. Felices tus gentes, felices
éstos tus servidores, que están siempre ante ti y escuchan tu sabiduría. Sea
bendito Yahvé, tu Dios, que se ha complacido en ti, poniéndote sobre el trono
de Israel, a causa de su amor eterno a Israel, y te ha constituido rey para
que ejercites derecho y justicia”. Luego regaló al monarca ciento veinte
talentos de oro, aromas en grandísima cantidad y piedras preciosas. Nunca más
llegó tal abundancia de aromas como la que la reina de Saba regaló al rey
Salomón. [...] El rey Salomón dio a la reina de Saba cuanto ella le pidiera,
además de lo que regaló con la munificencia que correspondía al rey Salomón.
Ella se volvió después y marchó a su país acompañada de sus servidores» (I
Reyes, 10, 1-10; 13).
Mas de nuevo, al hilo de este episodio, es inevitable preguntarse si
Salomón – como la propia reina – fue un personaje «histórico» o legendario.
Ésa es una pregunta tan frecuente como mal formulada. Buscad bajo una leyenda
y hallaréis un hecho real: un hecho deformado, generalizado y aprovechado
para ignotos propósitos (desacreditación o glorificación, justificación o
descalificación, política o religión, y un largo etcétera). Pero que ocurrió
en la realidad. Para que sea un hecho «histórico», hemos de ponerle un
«donde» y un «cuándo». Y a pesar de otros múltiples detalles, el texto
bíblico nos deja sin eso que tan afanosamente buscamos en nuestro tiempo: una
fecha exacta. LA INFLUENCIA EGIPCIA
Una dificultad de partida es la
falta de referencias a Salomón fuera de la Biblia. Pero es precisamente esa
ausencia de noticias la que paradójicamente hace verosímil la existencia de
un reino como el de Salomón en un determinado momento: mediados del siglo X
a.C. Por entonces las tradicionales potencias de la zona (Egipto,
Mesopotamia) estaban en horas bajas, y sólo en esas circunstancias – que no
volvieron a repetirse – podía el antiguo Canaán conformarse en pequeños estados:
Fenicia al norte, Israel-Judá al centro, Filistea en la costa, Ammon, Moab y
Edom al otro lado del Jordán, y otros pueblos más o menos organizados en el
resto del llamado Creciente Fértil. Todos apoyados voluntaria o
involuntariamente los unos en los otros, al calor del tráfico de mercancías
que resucitaba tras el colapso de las grandes potencias.
Mientras que Egipto no se menciona como poder político en la tradición
bíblica de David, varios faraones tienen un papel importante durante el
reinado de Salomón. A comienzos del mismo, un faraón atacó la ciudad de
Guezer, y la dio en dote a su hija al casarse con Salomón. Pudo ser Psusenes
II o mejor Siamún, uno de los últimos faraones de la dinastía XXI.
Aunque los textos egipcios conocidos no mencionan esa boda, hubo una
fuerte influencia cultural egipcia en la corte de Salomón. Es evidente el
paralelismo terminológico del gabinete real salomónico con el egipcio, y la
estructuración del país en doce distritos administrativos. Incluso algún
autor ve en esa organización una influencia de dirección contraria. En todo
caso, que el mismo tipo de administración aparezca al mismo tiempo en Israel
y en Egipto no parece una simple coincidencia. Es posible también que la
tradición literaria de los doce hijos de Jacob y de las doce tribus de Israel
tuviera su origen en esa organización de distritos, como han sugerido algunos
autores.
Otro faraón mencionado en el relato bíblico de Salomón es Shishak, que
aparece por primera vez en relación con la revuelta de Jeroboam (I Reyes, 11,
26-42). Shishak (Sheshonk I) es el fundador de la dinastía XXII (de origen
libio), una fuerte personalidad que quiso restaurar el poder egipcio en
Canaán. Su ascensión al trono (hacia el 945 a.C.) marca un cambio en el
reinado de Salomón: en lugar de un amigo y aliado tuvo ante sí un Egipto
hostil que animaba a los opositores a Salomón, Rehoboam, Shishak organizó una
expedición militar contra Judá e Israel, que el faraón conmemoró en los
relieves del templo de Amón en Karnak. LOS REINOS DE SALOMÓN Y SABA
Esa expedición de castigo y
botín dejó claros niveles de destrucción en ciudades que habían sido
«salomónicas». Así, todo un caudal de datos muy recientemente obtenidos por
la arqueología va corroborando una reurbanización del antiguo Canaán hacia la
mitad del siglo X a.C., en que la mayoría de los yacimientos arqueológicos
(Meguido, Guezer, Hatsor, Rehov y otros en Jordania) parecen haber sido
construidos o reconstruidos hacia esa fecha, mostrando luego un nivel de
destrucción correspondiente a la campaña de Shishak hacia el 925 a.C.
Toda la cultura material y el modelo de asentamiento humano muestran
evidencias de un cambio social. La población se duplica de Saúl a Salomón,
como resultado de una explosión demográfica y de un cierto bienestar económico.
El cambio en la cultura material durante el siglo X a.C. se aprecia no sólo
en las obras públicas (puertas de ciudad, murallas, abastecimientos de agua,
almacenes, etc.) sino también en un tímido regreso de los objetos de lujo y
en la cerámica, que es de mejor calidad y que presenta los primeros
ejemplares fenicios importados e imitados localmente. Muchas ciudades del
norte y del sur del territorio muestran facturas arquitectónicas que parecen
emanadas de una misma mente organizadora justamente en ese siglo X a.C.
La Biblia describe de forma un tanto optimista los territorios a los que
alcanzaba el poder de Salomón. Sin embargo, en éste como en tantos casos, es
mucho lo que se le hace decir al texto bíblico y que en realidad no dice. No
se trata de un «imperio» sino más bien de un «emporio». Los reyes mencionados
como sujetos a tributo siguen siendo reyes. Tal vez el simple hecho de no
estar en guerra con un rey y sí en tratos comerciales, aunque sólo fueran de
acuerdos aduaneros, ya era considerado por el cronista salomónico como signo
de sumisión.
Algunos de los lugares que la Biblia menciona han sido malinterpretados.
Por ejemplo, «Tamar en el desierto» es confundido a veces con Palmira en
Siria, lo que sería una exageración, cuando se trata de un modesto fortín en
el Negev que, en efecto, ofrece un primer nivel del siglo X a.C., así como
otros fortines en la misma línea que sin duda sirvieron al rey sabio para
mantener sus peajes sobre las mercancías de las caravanas.
En cuanto a la localización del reino de Saba, la Biblia no indica nada.
La narración de la expedición a Ofir a través del mar Rojo está intercalada
en la de la expedición de la reina de Saba (I Reyes, 9, 26-10, 22) pero no
deben confundirse ambos hechos. La reina llega en camellos y lleva consigo
especias, características ambas de la península Arábiga. Aunque la visita de
la reina de Saba parece contada para glorificar a Salomón, textos asirios de
los siglos VIII- VII a.C. mencionan una reina de Saba (mejor Shebah o Shabah)
en el norte de Arabia septentrional. A la luz de esos textos, la reina de
Saba pudo haber venido del desierto transjordano más que del extremo sur de
Arabia, y muy probablemente para algo tan prosaico como obtener alguna mejora
o rebaja aduanera. UNA REINA LEGENDARIA
Nada sustenta en la Biblia las leyendas que sobre esta visita real se han
venido montando a lo largo de la historia en cuanto a las relaciones amorosas
de Salomón y la reina de Saba. Como no sea la afición de Salomón por las
mujeres, que se traducía en un amplio harén de esposas y concubinas, algo que
formaban parte de la red de alianzas del rey. La reina de Saba pudo ser fea o
guapa, joven o vieja. No lo sabremos nunca. Sin nombre en la Biblia, es
Makeda en la tradición oral preislámica recogida en el Corán. En otra
tradición se llama Balkis, Bilikisu Sungbo en la Nigeria islámica, uno de los
últimos puntos del mundo en reclamarse como patria y sepulcro de la reina,
además de los ya tradicionales Yemen o Etiopía. Así, una de las figuras
centrales de la cultura rasta es el emperador de Etiopía Ras Tafari Makonen,
Haile Selassie I, el 2.250º descendiente de Salomón y la reina de Saba según
el Kebra Negest, la «Biblia» de Etiopía, que recoge la orden impartida a
Menelik I, hijo de Salomón y la reina de Saba (nada menos), de llevar el Arca
de la Alianza del templo de Salomón al reino de Etiopía junto a los
primogénitos de Jerusalén.
Sin entrar en el ámbito de esoterismos varios, todo ungüento, perfume o
especia parece que fue traído o usado por la Reina de Saba, desde la mirra,
el incienso y el bálsamo, hasta la humilde canela y el café. Unas veces para
sus «taimadas» artes y otras para realzar su hermosura, según sea considerada
siniestramente maga o simplemente bella.
Y toda supuesta sabiduría en un gobernante, rey o juez se parangona con la
sabiduría salomónica. Leer más detenidamente la Biblia revela además una
confianza de esa sabiduría en el instinto humano, la más elemental de las
sabidurías. En el conocido «juicio de Salomón» el rey aplica una justicia, injusta
por estricta, que deja al veredicto de «las entrañas» de la verdadera madre.
Las artes plásticas de todos los tiempos han encontrado su inspiración en las
leyendas sobre Salomón y la reina de Saba. Todas las épocas han tratado de
representarlos, vistiéndolos a la moda vigente con retoques a su entender
exóticos. Las fantasías pueden continuar. Cualquier versión nueva o antigua
tiene las mismas posibilidades (es decir, ninguna) de acercarse a una
realidad de la que difícilmente sabremos más en el futuro.
Pero para quienes gusten de hechos concretos, un rey de las
características de Salomón (aunque quizá no hablase con los animales como
consta en muchas tradiciones) y un relativamente próspero Estado en el
corazón del antiguo Canaán pudo existir en el siglo X a.C., y también una
reina como la de Saba (tal vez tan comerciante como Salomón). La tozuda y
tecnificada arqueología actual los sitúa justamente ahí: en la frontera de la
historia.
MARIA TERESA RUBIATO DIAZ
Profesora titular de hebreo de la Universidad Complutense
de Madrid. Directora de laMisión Arqueológica Complutense en Tel Hatso