Canciones con historia: Say You, Say Me – Lionel Ritchie
«Say You, Say Me» es una canción ganadora de un Óscar, escrita y grabada por Lionel Richie para la película White Nights, estelarizada por Mikhail Baryshnikov y Gregory Hines. El sencillo llegó al número uno en el Billboard Hot 100 y en la lista de sencillos R&B en diciembre de 1985.
Se convirtió en el noveno número uno de Richie en la lista Billboard Adult Contemporary. La pista no está disponible en la banda de sonido de la película, porque Motown no quería que el primer sencillo de Richie desde el álbum Can't Slow Down apareciera en otro sello discográfico. Finalmente apareció en el álbum Dancing on the Ceiling lanzado en 1986.
El sencillo ganó el Óscar a la mejor canción original en 1985 y un Globo de Oro el mismo año en igual categoría.
En 2008, la canción alcanzó el puesto 74 de las mejores canciones de todos los tiempos en el Billboard Hot 100, conmemorando los primeros 50 años de la lista.
Otras versiones
En 2012, Lionel Richie grabó la canción con el danés Rasmus Seebach. El dúo anunció que aparecería en el próximo álbum de Richie, Tuskegee, para el cual el cantante seleccionó como colaboradores a un grupo de cantantes que han vendido mucho alrededor del mundo.
Otras versiones de la canción fueron las de: Weird Al Yankovic (1986), Paul Mauriat (1986), Roland Kaiser (1996), Tony Christie (1999) y Lemon Ice (2006).
Actriz estadounidense. Hija de una familia de origen irlandés de holgada posición económica, en 1947 ingresó en la Academia Americana de Arte Dramático. Dos años después debutó en Broadway y en 1951 rodó Catorce horas, su primera película.
Durante los cinco años siguientes participó en una docena de filmes y se erigió en una de las más aclamadas actrices de Hollywood. De entre dichas películas, cabe mencionar Mogambo (1953) y La angustia de vivir (1953), por la que fue galardonada con un Oscar, así como varios de los filmes que rodó a las órdenes de Alfred Hitchcock, tales como La ventana indiscreta (1954) y Atrapa a un ladrón (1955).
El primer título destacado de su filmografía fue Solo ante el peligro (1952), de Fred Zinnemann, una de las máximas expresiones del tratamiento del tiempo en el cine; la película fue premiada con cuatro Oscar.Mogambo (1953), de John Ford, basada en la obra teatral de Wilson Collison, le ofreció la oportunidad de trabajar junto a Clark Gable y Ava Gardner.
Crimen perfecto (1954) le proporcionó un lugar honorífico entre las rubias gélidas de Alfred Hitchcock, y un protagonismo absoluto. Hitchcock se ocupó personalmente del vestuario del personaje de Kelly, haciendo que fuese evolucionando desde el colorismo del inicio hasta los tonos más oscuros del final de la historia. Aquel fue uno de sus años más prolíficos, pues intervino, además, en Fuego verde(1954), de Andrew Marton, que le devolvió a las aventuras exóticas, esta vez al lado de Stewart Granger, y repitió enseguida a las órdenes de Hitchcock en La ventana indiscreta (1954).
Un drama basado en la obra de teatro de Clifford Odets, La angustia de vivir (1954), de George Seaton, la convirtió en la abnegada esposa de un actor en decadencia interpretado por Bing Crosby, veinticinco años mayor que la actriz, a la que hubo que caracterizar para que pareciese más madura. Ese mismo año estrenó junto a William Holden el drama bélico Los puentes de Toko-Ri (1954), de Mark Robson.
Al año siguiente trabajó nuevamente con Alfred Hitchcock en Atrapa a un ladrón (1955), adaptación de la novela de David Dodge, en donde también dio la réplica a un galán maduro, Cary Grant. Hitchcock aprovechó para cargar las tintas más en el aspecto romántico y en el tratamiento de la imagen que en el posible suspense. Después, Charles Vidor aventuró su porte principesco en El cisne (1956), una comedia romántica con la realeza europea como protagonistas de una historia de amor en la que Alec Guinness era el pretendiente. Este mismo año interpretó Alta sociedad (1956), de Charles Walters, comedia musical que sería también su despedida formal del cine.
Grace Kelly había conocido en 1955 al príncipe Rainiero de Mónaco, con quien contrajo matrimonio poco después. De dicha unión, tras la cual abandonó su carrera cinematográfica, nacieron la princesa Carolina, el príncipe Alberto y la princesa Estefanía. Acompañada de esta última, en 1982 sufrió un accidente de circulación nunca bien aclarado que acabó con su vida.
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/k/kelly_grace.htm
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ESTRENO DE 'GRACIA DE MÓNACO' EN CANNES
•La Grace Kelly que quiso dejar de ser
Hitchcock no viajó a Mónaco en los años 60. Además, jamás fue a pedirle en persona a Grace Kelly, Gracia de Mónaco por aquel entonces, que abandonase el Principado para volver al cine y convertirse en su Marnie, la ladrona. Ese es el hecho que narra Gracia de Mónaco, la película protagonizada por Nicole Kidman que ha abierto esta semana el Festival de Cannes. Cierto que la cinta no anda desencaminada porque el mal llamado ‘mago del suspense’ le ofreció la película a Grace tras sus innumerables disputas con Tippi Hedren, que ya había rodado Los pájaros con él y se había convertido en un elemento de continua discordia. Aunque la fidelidad histórica no ha sido el motivo principal de que la película biográfica sobre Grace haya sido vapuleada por la crítica a su paso por el Festival. La realidad fue otra y tiene que ver con el tipo de persona que era la famosa actriz, un manojo de nervios con apariencia tranquila.
A mediados de los años 50, los españoles de la época veían cómo los censores de dudosa inteligencia convertían el adulterio de la actriz en la película en un incesto a base de cambiar el doblaje y convertir a su marido en su hermano. Intentando evitar lo que ellos consideraban una abominación, habían cometido otra mucho peor en la película Mogambo, que protagonizaba junto a Clark Gable y Ava Gardner. Esa era la anécdota que España conocía más sobre Grace Kelly en los años previos a su coronación como princesa, cuando era, nada más y nada menos, una estrella. Hitchcock la había convertido en su estrella, en otra de sus rubias gélidas, en películas como La ventana indiscreta, Crimen Perfecto o Atrapa a un ladrón. Sin embargo, ella no era otra rubia más, sino su favorita. De hecho, hay quien dice que el orondo creador estuvo enamorado de ese “iceberg con un volcán dentro”, tal y como la llegó a definir.
En 1955, y ante su éxito de taquilla, la joven viajó, precisamente, al Festival de Cannes para representar a la Asociación de Productores Cinematográficos de América. El príncipe Rainiero aceptó hacerse una sesión de fotos con ella para la revista París Match y fue entonces cuando surgió el flechazo. La correspondencia entre ambos fue abundante y, además, se preguntaban cómo podían hacer partícipe a la prensa de algo tan inusual: una actriz de Hollywood y un príncipe monegasco enamorados, la farándula mezclada con la realeza europea. Las habladurías de años posteriores han señalado que fue duro para una joven que había tenido romances con actores como Marlon Brando, parecer todo lo impoluta y virginal que debía para el Principado.
El camino no fue de rosas, ya que muchos de esos rumores apuntan también a que siguió teniendo amantes durante el matrimonio con Rainiero como respuesta a las muchas mujeres que también ocupaban la cama de él. Lo que Hitchcock le pidió encajaba perfectamente en 1962, cuando Grace estaba cansada de ser la princesa para todo. Había días que, según sus biógrafos, se preguntaba por qué diablos había dejado su gran pasión, el cine, a cambio de ser una princesa que estaba lejos de vivir en un cuento. Fueron sus hijos, Carolina, Alberto y Estefanía, los que acabaron haciéndola feliz y acomodándola a un sitio que en principio no era el suyo. Los monegascos lo pudieron comprobar, ya que no hubo mujer más eficiente en el trabajo de complacer a sus súbditos.
Seguramente por eso la tragedia les golpeó fuerte cuando en 1983 la princesa falleció en un accidente de tráfico a los 55 años. Iba acompañada de su hija Estefanía y las lágrimas del príncipe Rainiero en su funeral sólo dejaban clara una cosa: por muchas amantes que hubiese podido tener al inicio de su matrimonio, jamás superaría la muerte de la que había sido la mujer de su vida. Para cuando Kelly dejó este mundo, Hitchcock, el hombre que la había tentado para volver al cine, lo había hecho también. No pudo ver cómo la gente se despedía de ella y cómo ya no había ninguna duda de que su primera opción como Marnie, la ladrona había triunfado más siendo Grace, la princesa.
La mejor gimnasta de todos los tiempos no sólo supo conseguir el reconocimiento mundial por sus impecables acrobacias como profesional, sino también por su costado solidario que mostró luego de su retiro.
Con apenas 14 años, y con toda la inocencia de una chica de esa edad, Nadia Comaneci tuvo al mundo rendido a sus pies. La fama y el éxito irrumpieron casi sin avisar en la vida de esa niña rumana, luego de su excelente performance en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976. Sin embargo, la vida no fue tan sencilla para la mejor gimnasta de todos los tiempos, quien debió huír de la Rumania comunista para poder seguir admirando al mundo con sus acrobacias. En la actualidad, no sólo dedica su tiempo para colaborar con numerosas organizaciones de beneficencia, sino también continúa ligada al mundo de la gimnasia con la clínica que encabeza en su país natal.
Nacida en el año 1961, en la ciudad rumana de Onesti, Nadia fue descubierta, con tan sólo seis años de edad, por uno de los mejores entrenadores de este deporte, Bela Karolyi. Junto con él, en muy poco tiempo llegó a lo más alto de la gimnasia.
En 1976, esa niña de apenas 1,50 de estatura y 40 kilos, se presentaba ante el mundo en los Juegos Olímpicos celebrados en Montreal. Allí comenzó la leyenda de una de las grandes deportistas de la historia. Comaneci no sólo obtuvo cinco medallas (tres de oro, una de plata y otra de bronce), sino que además consiguió lo que nadie hasta ese momento: fue la primera gimnasta en obtener un perfecto 10 por parte de los jurados. Incluso, como era casi una utopía pensar que alguien pudiera realizar semejante performance, los carteles electrónicos que marcaban los puntajes no estaban preparados para la máxima nota, por lo que la reflejaron con un anecdótico 1.00.
Los éxitos continuaron para la pequeña Nadia. Pero a fines de la década de los 70, su carrera entró en declive. La presión que debía soportar a su corta edad y sus problemas de sobrepeso marcaron el principio del fin. En los Juegos de 1980, realizados en Moscú, su gran rival fue el dolor de ciático. Pero ni las lesiones pudieron con el gran esfuerzo y perseverancia de Comaneci, quien se terminó llevando dos medallas doradas. Cuatro años más tarde realizó su última gran presentación en los JJOO de Los Angeles, con apenas 22 años. Una infección en su mano y tras meses de irregulares desempeños, puso punto final a una corta carrera, pero que le alcanzó para quedar en la elite del deporte mundial.
Tras su retiro, la vida la bajó de los laureles y la sumergió en una profunda pesadilla. El Gobierno del comunista Nicolae Ceaucescu incautó su correspondencia e intervino su teléfono. Motivo por el cual se vio obligada a exhiliarse en Austria, en 1989, donde solicitó el asilo diplómatico en Estados Unidos. Allí Nadia comenzó una nueva vida. Una vida que se mantuvo ligada a la gimnasia, pero también a la acción benéfica.
Durante su travesía por Norteamerica, Comaneci conoció a quien hoy es su marido, el gimnasta Bart Conner, con quien, a su vez, hoy llevan adelante la Academia Gimástica Bart Conner. Además, Nadia también cuenta con su propia clínica para nuevos talentos, en su Rumania natal, a donde viaja constantemente para seguir bien de cerca tanto la Academia como las fundaciones a las que ayuda.
En tanto, la mejor gimnasta de todos los tiempos también se volcó a la difusión del deporte que tantas alegrías le trajo. Es editora asociada de la revista International Gymnast Magazine y posee su propia productora de televisón Perfect 10 Productions, que se dedica a las retransmisiones deportivas.
Por su parte, Nadia también ha aportado toda su experiencia en la gimnasia en las transmisiones de los últimos dos Juegos Olímpicos, disputados en Atenas, en 2004, y Beijin, en 2008. Nadie mejor que ella para explicar lo que puede sentir una gimnasta en plena competencia.
Pero, sin dudas, lo que más enaltece a esta excelente deportista no es tanto su actualidad como entrenadora o empresaria de medios, sino mas bien su costado solidario. Junto con su marido están directamente comprometidos con organizaciones como la Muscular Dystrophy Association (Asociación de Distrofia Muscular), algunos orfanatos rumanos, y con la realización de las Olimpíadas Especiales, para peronas con capacidades diferentes. "Es parte de nuestra familia", reconoció Comaneci, con total orgullo, a la agencia Reuters, en referencia a su intervención en estos Juegos.
A lo largo de su carrera, Nadia no sólo supo cosechar medallas y reconocimientos a nivel mundial. La excelencia que desplegó como gimnasta la llevó a ser distinguida como Presidenta de Honor de la Federación Rumana de Gimnasia, Presidenta Honorífica del Comité Olímpico Rumano, Embajadora de Deportes de Rumania y miembro de la Fundación de la Federación Internacional de Gimnasia, entre otras distinciones. No obstante, ella no se conforma con la logrado a nivel personal. Sino que trata de sacar provecho de la trascendencia a nivel mundial que tiene una personalidad de su envergadura en beneficio de aquellos que no corrieron su misma suerte: "Yo uso lo que valgo como leyenda para colaborar en diferentes causas sociales".
El lugar que ocupaba la mujer en el Antiguo Egipto puede parecer sorprendente por su "modernidad", si se compara con el que ocupaba en la mayoría de países de la época, e incluso de épocas posteriores. Aunque hombre y mujer tradicionalmente tenían prerrogativas bien diferenciadas en la sociedad, no parece que hubiera una barrera insuperable para quien quisiera variar el esquema. El egipcio de aquel tiempo reconoce a la mujer, no como igual al hombre, pero sí como su complemento. Este respeto se expresa claramente tanto en la teología como en la moral, pero es bastante difícil determinar su grado de aplicación en la vida cotidiana de los egipcios. Eso sí, está muy distante de la sociedad Griega, dónde la mujer era considerada como "un menor de edad eterno". Por otra parte, la literatura egipcia no vacila en presentar la mujer como frívola, caprichosa y poco fiable, pero a pesar de todo, las egipcias se beneficiaron de una posición que se encuentra en pocas sociedades.
Ámbito social
Igualdad ante la ley
Por lo que sabemos, parece que varón y mujer eran iguales ante la ley, en contraste con el derecho griego y romano. Ellas podían manejar su propia herencia o estar al frente de un negocio, como la dama Nenofer en el Imperio Nuevo; podían ser también médicos, como la dama Peseshet durante la Dinastía IV.
Al casarse, la mujer mantenía su nombre, con el añadido “esposa de X”, lo que es natural ya que el matrimonio no constaba como un acto administrativo, cosa rara en un Estado con la mayor burocracia posible, ni tampoco era una demostración religiosa. Simplemente, ratificaba el hecho de que un hombre y una mujer deseaban convivir, eso en el caso en que se hiciera un contrato matrimonial, que no era necesario más que a efectos económicos para diferenciar el Patrimonio de cada cual.[1][2] El marido debía garantizar el bienestar de su esposa, incluyendo, por supuesto, el plano material. El escriba Ani del Imperio Nuevo aconsejaba así al futuro esposo: "Si eres sabio, mantén tu casa, ama a tu mujer, aliméntala apropiadamente, vístela bien. Acaríciala y cumple sus deseos. No seas brutal, obtendrás más de ella por la consideración que por la violencia: si la empujas, la casa va al agua. Ábrele tus brazos, llámala; demuéstrale tu amor". Por supuesto las cosas no siempre transcurren de una forma idílica, y el divorcio estaba admitido; Se daba por iniciativa de uno u otro cónyuge: si procedía marido, tenía que ceder una parte de los bienes a su esposa; si era la mujer quién tomaba la iniciativa, ella tenía la misma obligación, pero en una medida menor. Existía la posibilidad del recurso ante la Administración, aunque ésta no hubiera intervenido en el matrimonio. El himno a Isis (papiro de Oxyrhinco, siglo II a. C.), muestra esta igualdad de la mujer y el hombre, dirigiéndose a la diosa "el honor del sexo femenino" : "Eres la dueña de la tierra [...] tú has dado un poder a las mujeres igual al de los hombres"'. Desgraciadamente, la insistencia de los moralistas egipcios en recordar al hombre sus deberes hacia las mujeres, hace suponer que no fue raro en la práctica que los varones abusaran de su posición.
La mujer en la literatura
Si pintores y escultores nos muestran a mujer con una imagen serena en el entorno de una familia floreciente, los escritores no dudan en hacerla aparecer como el origen de distintas desgracias y la culpable de varios pecados. Así, citado por Gaston Maspero en Cuentos populares, encontramos las desventuras de de Bytau, un modesto criado de una granja, cuyo hermano Anupu, seducido por la mujer de éste, se rinde al encanto de la hermosa dama… que no vacila en delatarlo después ante Anoupou; la pérfida mujer no parará hasta obtener de su marido el severo castigo del pobre Bytau. Pero ella fue castigada a su vez: Anupu comprende, demasiado tarde, que era el juguete de su mujer, por lo que la mata y arroja su cuerpo a los perros. Guardémonos de una interpretación errónea: la descripción poco aduladora de la mujer en la literatura no significa que sea despreciada: el faraón se beneficia a menudo del mismo tratamiento por los narradores, que le presentan como limitado y fantástico.
El hombre es invitado a cuidar a su mujer; así el escriba Ptahhotep, de la Dinastía III se expresa de la siguiente forma (Papiro Prisse) : “Debes amar a tu mujer de todo corazón, [...], complace su corazón durante todo el tiempo de tu vida”.
El romanticismo está presente en la literatura egipcia, por ejemplo, en un papiro del museo de Leyde: "Yo te tomé como mujer cuando era un joven. Estaba contigo. Entonces conquisté todos los grados, y no te abandoné. No hice sufrir tu corazón. He aquí que lo hice cuando era joven y cuando ejercité todas las altas funciones de faraón, "Vida, Salud y Fuerza", yo no te abandoné, al contrario, dije "Estoy contigo" [...] Mis perfumes, los dulces, la ropa, no los hice para llevárselos a otra [...] Cuándo tú caíste enferma, llamé a un oficial de la salud para que hiciera lo necesario [...] Cuándo yo volví a Menfis, solicité un permiso al faraón, fui al lugar donde te quedaste (la tumba) y lloré mucho [...] Yo no entraré en otra casa [...] Ahora, aquí están las hermanas de la casa, no iré con ninguna de ellas." (citado por Pierre Montet).
Imagen divina
Entre la gran abundancia de divinidades de la mitología egipcia, existen numerosas diosas, como en el caso de Grecia. Estudiar sus símbolos nos indica la imagen que tuvo la mujer a los ojos de los egipcios de la antigüedad.
Como las divinidades griegas, muchas están relacionadas entre sí por lazos de sangre o maritales, como, por ejemplo, Isis y su hermana Neftis, esposas respectivas de Osiris y de Seth, asimismo hermanos. La mujer y su imagen se asocian muy a menudo con la vida y la fertilidad. Este es el caso de la diosa Isis, que se asocia con varios principios: en tanto que esposa de Osiris, que fue muerto por su hermano, se relaciona con los ritos funerarios. Como madre, se convierte en la protección femenina pero, especialmente, como símbolo de la matriz, la que da la vida. Por medio de esta diosa, los principios de la vida y la muerte se unen estrechamente. De hecho, aunque ella esté asociada con los ritos funerarios, es necesario recordar que la meta de estos ritos era evitar al difunto el experimentar una segunda muerte en la otra vida, lo que además explica el alimento descubierto en las tumbas por los arqueólogos. Por otra parte, la vida en su aspecto físico no tiene sentido más que por la muerte, porque ambos principios forman parte de un proceso de renacimiento eterno que es, en un sentido espiritual, el ciclo de la vida. Uno de los símbolos de la diosa es la palmera, el símbolo de la vida eterna: Isis insufla a su esposo muerto el soplo de vida eterna. Esta idea de la vida eterna y de la madurez que refleja Isis, reverenciada como Madre celestial la hará, con el paso del tiempo, la diosa más importante de la mitología egipcia, llevando su influencia a las religiones de diferentes civilizaciones donde su culto se consolidará, especialmente en todo el imperio romano.
Las diosas más influyentes son:
Isis: La "Gran Maga", la gran diosa Madre, reina de los dioses, diosa de la maternidad y del nacimiento;
Hathor: La diosa del amor, diosa nutricia, de la danza y las artes musicales, y patrona de los ebrios.
Bastet: La diosa protectora del hogar.
Reinas
Raras son las civilizaciones antiguas donde la mujer podría alcanzar puestos sociales importantes. En Egipto, no sólo los ejemplos de mujeres como funcionarias de alto rango no son raros, sino que asombra otra vez (por la época), el descubrir a mujeres en la función suprema de faraón. Más que un movimiento feminista, es necesario ver allí una señal de la importancia de la teocracia en la sociedad.
La sociedad egipcia de la antigüedad, como muchas otras civilizaciones de la época, utilizaban la religión como punto de referencia. Así se justificó el derecho al trono de los faraones: en tanto que eran ungidos de los dioses, tenían derecho divino al trono. Generalmente, en las sociedades antiguas la transmisión del derecho a gobernar era por línea masculina: El hijo heredaba el poder, y en el caso en que el rey no hubiera tenido ninguno, el trono recaía en los miembros masculinos más cercanos de la familia, tal como hermanos, primos o tíos. Pero aunque el monarca tuviera hijas, estas no alcanzaban el poder, salvo en el caso de que las hubieran casado con el futuro rey. En la civilización egipcia, esta obligación de transmisión masculina no tuvo ningún valor; la sangre real era el factor de legitimidad divina, el criterio extraordinario para el acceso al trono: esa legitimidad la transmitían las mujeres, por lo que los herederos varones de esposas secundarias se casaban con sus hermanas, hijas de la Gran Esposa Real, que a su vez eran hijas de la anterior Gran Esposa Real. Por eso, la esencia divina podía ser entregada a la Gran Esposa Real, como fue el caso de Nefertiti, casada con Ajenatón. Así, los egipcios prefirieron ser gobernados por una mujer de sangre real (por lo tanto divina según la religión) antes que por un hombre que no la tuviera. Por eso en tiempos de crisis sucesorias, las mujeres tomaban el poder. Es de señalar que en ese caso, la reina faraón adoptaba todos los símbolos masculinos, por lo que existen dudas del sexo de ciertos faraones, que podrían ser o no, mujeres. En la Dinastía XVIII, tras la muerte de Amenhotep I, su sucesor Thutmose I es sólo el hijo de un esposa secundaria del faraón difunto; su matrimonio con Ahmose, hermana de Amenhotep, le permite ser legitimado divinamente. En la generación siguiente, la princesa Hatshepsut, la hija de Thutmose I y de su Gran Esposa Real, permite a Thutmose II, hijo de una esposa secundaria y por lo tanto hermanastro de la princesa, la subida al trono al casarse ésta con él.
No fue raro en Egipto ver a las mujeres ascender al trono, como hizo Hatshepsut, que impidió a su sobrino Thutmose III reinar, o la famosa Cleopatra, Cleopatra VII (69 a 30 a. C.), que expulsó a su hermano Ptolomeo XIII del trono. Fue tan conocida por su "belleza" como por sus amores sucesivos con Julio César y Marco Antonio, dependiendo ambos de ella para legitimar su coronación como reyes de Egipto.
Entre las reinas-faraón más conocidas están:
Nitocris, de la Dinastía VI,
Neferusobek de la Dinastía XII,
Hatshepsut de la Dinastía XVIII,
Semenejkara de la Dinastía XVIII, aunque existen dudas.
Tausert de la Dinastía XIX.
Cleopatra VII de la Dinastía ptolemaica.
Es necesario tener también en cuenta el papel considerable, tanto el aspecto político como en el diplomático, de varias Grandes Esposas Reales:
Tiy esposa de Amenhotep III, que la hizo Gran Esposa a pesar de no ser de sangre real,
Nefertiti esposa de Amenhotep IV, fiel colaboradora y posible regente,
Nefertari esposa de Ramsés II, del que fue consejera.
En el Imperio Nuevo la Gran Esposa Real era investida a menudo de un papel divino: "Esposa del dios", "Mano del dios"; Hatshepsut fue la primera Gran Esposa (de Thutmose II) que recibió este último título.
La mujer en distintas profesiones
Divina Adoratriz
Este título corresponde a ciertas mujeres asignadas al servicio de Amón, igual que las hubo al servicio de la diosa Hathor, Atum, de Min o de Sobek, que fue ostentado por mujeres de distintas categorías. No tenemos información precisa de la función de estas servidoras antes de la Dinastía XXIII, que sólo eran requeridas durante los ritos del culto de Amón. También se las llamaba Mano del Dios y Esposas del Dios, sin que esta unión mística supusiese un impedimento al matrimonio ni a la maternidad. Estaban dotadas de poder espiritual, pero también con un gran poder temporal en Tebas. Bajo el reinado de Ahmose I, la función fue atribuida a la reina Ahmose-Nefertari, que obtuvo el nombre de Esposa del Dios y Mano del Dios, y desde entonces fue ejercida por las Esposas Reales o por sus hijas, adquiriendo tal prestigio, que las reinas debían ser sus descendientes, que a su vez se convertían en nuevas Esposas del Dios. Este sacerdocio femenino pierde importancia en la familia real a partir del reinado de Thutmose IV, disminuyendo el número de adoratrices de Amón, y finalmente asumirán la función de Esposa del dios las princesas y no la reina. A partir de la Dinastía XXVI, estas mujeres fueron parte de los gobernantes de Egipto, administrando el templo de Amón en Tebas con sus grandes posesiones.
Funcionarias
Entre las mujeres que fueron funcionarias de alto rango, se puede citar a Nebet, una chaty de la Dinastía VI. No obstante, es necesario indicar que encontrar una mujer con tal responsabilidad era extremadamente raro, y será necesario aguardar a la Dinastía XXVI para encontrar la misma situación. Excepto en el Imperio Nuevo, donde toda "función pública" fue atendida por varones, las mujeres ocuparon puestos de escriba de diferentes categorías en la administración, cargos muy importantes ya que en sus manos estaba la economía del país.
Plañideras
Eran mujeres a las que se pagaba para que acompañasen al cortejo fúnebre, al que precedían danzando, llorando y lamentándose, en recuerdo del difunto. En el antiguo Egipto, se purificaban previamente masticando natrón, y se perfumaban con incienso; vestían totalmente de blanco o azul y usaban pelucas rizadas de las que se arrancaban los cabellos. También eran llamadas "Cantoras de la diosa Hator".
Empresarias
La mujer egipcia mantenía su independencia después del matrimonio, y podía tener su propio negocio, pudiendo ejercer una amplia variedad de oficios: había comadronas, tejedoras, intendentes; o bien colaboraban con el negocio de su marido, ayudándole. Esto último era particularmente frecuente entre los campesinos, entre los cuales era habitual compartir el trabajo con toda la familia.
Varios
Había más trabajos que desarrollaban las mujeres, como tocar instrumentos musicales o danzar; muchas veces una ocupación de las esclavas del Imperio Nuevo. También, en la casa Jeneret, se enseñaba a las damas de la familia real y a las aristócratas, música y danza.
La mujer en el Antiguo Egipto- Investigación Universidad Jaume
http://www.uji.es/bin/publ/edicions/jfi13/24.pdf
La mujer en el Antiguo Egipto - Nueva Acrópolis Barcelona
http://www.youtube.com/watch?v=1FSnHeSNPzo
Addicted To Love - Robert Palmer
Las luces están encendidas, pero no estás en casa
No eres dueña de tú conciencia
Tú corazón suda, tú cuerpo tiembla
Otro beso es lo que se necesita.
No puedes dormir, no puedes comer
No hay duda, estás en el fondo
Tú garganta está apretada, no puedes respirar
Otro beso es todo lo que necesitas.
Whoa, te gusta pensar que eres inmune a las cosas, oh sí!
Estás más cerca de la verdad cuando dices
que no puedes conseguir suficiente,
Sabes que vas a tener que enfrentarlo,
eres adicta al amor.
Ves las letras pero no las puedes leer
Estás corriendo a una distinta velocidad
Tu corazón late a doble tiempo
Otro beso y serás mía,
Una pista en la mente
No se pueden guardar
El olvido es todo lo que anhelamos
Si hay algo que queda para tí
No te importa sí es así.
Whoa, te gusta pensar que eres inmune a las cosas, oh sí!
Está más cerca de la verdad decir
que no puedes conseguir suficiente,
Sabes que vas a tener que enfrentarlo,
eres adicta al amor.
Deberías enfrentarlo, eres adicta al amor
Deberías enfrentarlo, eres adicta al amor
Deberías enfrentarlo, eres adicta al amor
Deberías enfrentarlo, eres adicta al amor
Deberías enfrentarlo, eres adicta al amor.
- Solo de guitarra -
Las luces están encendidas, pero no estás casa
No eres dueña de tú conciencia
Tú corazón suda, los dientes tiemblan
Otro beso y serás mía.
Whoa, te gusta pensar que eres inmune a las cosas, oh sí!
Estás más cerca de la verdad cuando dices
que no puedes conseguir suficiente,
Sabes que vas a tener que enfrentarlo,
eres adicta al amor.
Deberías enfrentarlo, eres adicta al amor
Deberías enfrentarlo, eres adicta al amor
Deberías enfrentarlo, eres adicta al amor
Deberías enfrentarlo, eres adicta al amor
Deberías enfrentarlo, eres adicta al amor.
SOLEÁ DEL AMOR DESPRENDÍO
(Manuel Benitez Carrasco )
«Mira si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río».
Y tú bien sabes por qué
tiré tu cariño al río:
porque era hebilla de esparto
de un cinturón de cuchillos;
porque era anillo de barro
mal tasao y mal vendío,
y porque era flor sin alma
de un abril en compromiso,
que puso, en zarzas y espinas,
un fingimiento de lirios.
Tiré tu cariño al río,
porque era una planta amarga
dentro de mi huerto lírico.
Tiré tu cariño al agua,
porque era una mancha negra
sobre mi fachada blanca.
Tiré tu cariño al río
porque era mala cizaña
quitando savia a mi trigo;
y tiré todo tu amor,
porque era muerte en mi carne
y era agonía en mi voz.
Tú fuiste flor de verano,
sol de un beso, luz de un día;
yo te cuidaba en mi mano,
y en mi mano te acunaba,
y tu, por pagarme, herías
la mano que te cuidaba.
Pero al hacerlo, olvidabas
(tal vez por ingenuidad),
que te di mis sentimientos
no por tus merecimientos
sino por mi voluntad.
Yo no puse en compraventa
mi corazón encendío;
y has de tener muy en cuenta
que mi cariño no fue
ni comprao ni vendío,
sino que lo regalé.
Porque yo soy desprendío;
por eso te di mi rosa
sin habérmela pedío.
Porque yo soy desprendío
y doy las cosas sin ver
si se las han merecío.
Por eso te di mi vela,
te di el vino de mi jarro,
las llaves de mi cancela
y el látigo de mi carro.
Ya ves si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.
Fantasía en Fa menor (Schubert)
La Fantasía en Fa menor de Franz Schubert, D.940 (Op. posth. 103), para piano a cuatro manos, es una de las composiciones para más de un pianista más importantes de Schubert, así como una de las más importantes de toda su obra. Schubert la compuso en 1828, el año de su muerte, y la dedicó a su discípula, Karoline Esterházy.
El musicólogo Christopher Gibbs ha descrito la obra como "no sólo su mejor obra sino su más original" composición para dúo de piano.
Historia
Schubert empezó a componer la Fantasía en enero de 1828 en Vienna. Terminó la obra en marzo de ese año, y su primera interpretación pública tuvo lugar en mayo. Un amigo suyo, Eduard von Bauernfeld, escribió en su diario el 9 de mayo que un memorable dueto fue interpretado por Schubert y Franz Lachner. Dedicó la obra a Karoline Esterházy, un amor no correspondido.
Schubert murió en noviembre de 1828. Tras su muerte, sus amigos y familiares impulsaron la publicación de ciertas obras suyas. Esta Fantasía fue una de esas obras, y en marzo de 1829 fue editada por Anton Diabelli. El manuscrito original se conserva en la Biblioteca Nacional de Austria.
Estructura
La Fantasía está dividida en cuatro movimientos que se presentan interconectados e interpretados sin pausa entre ellos. Una interpretación habitual suele durar unos 20 minutos.
1.Allegro molto moderato
2.Largo
3.Scherzo. Allegro vivace
4.Finale. Allegro molto moderato
La idea de una fantasía con cuatro movimientos conectados también aparece en la Wanderer-Fantasie, y representa un punto estilístico entre la forma sonata tradicional y la forma libre del poema sinfónico. La estructura básica de las dos fantasías es esencialmente la misma: Allegro, movimiento lento, scherzo, allegro con una fuga. La forma de esta obra, con su relativamente ordenada estructura (más que las fantasías de Beethoven y Mozart), resultó influyente en la obra de Franz Liszt, quien compuso arreglos de la Wanderer Fantasie en un concierto para piano, entre otras transcripciones de la música de Schubert.
Primer movimiento
La obra comienza con una lírica melodía con un ritmo con puntillo, reminiscencia del estilo húngaro.8 El tema aparece en Fa mayor, antes de repetir brevemente en Fa menor, y modular a un sombrío, casi propio de un funeral, segundo tema. Tras desarrollar ambos temas, vuelve a una versión del segundo tema en Fa mayor, que modula a Fa♯ menor, marcando el inicio del segundo movimiento.
Segundo movimiento
El segundo movimiento empieza con un enérgico y turbulento fortissimo tema en Fa♯ menor. A partir del largo, el tema con doble puntillo conduce a un ambiente con tensión, para continuar con un segundo tema más callado y lírico. Más adelante, reaparece el primer tema, terminando en la tonalidad de Do♯ mayor. Schubert había escuchado recientemente el Concierto para violín No. 2 de Paganini, y el segundo movimiento inspiró estos temas.
Tercer movimiento
Siguiendo al agitado segundo movimiento en Fa♯ menor, el tercer movimiento se presenta como un Allegro Vivace brillante en la misma tonalidad. Recuerda a otras obras del propio compositor, como los scherzos de los tríos para piano de esta misma época. Tras un delicado trío en Re mayor, el scherzo vuelve, en Fa♯ menor por unos momentos, pues la repetición del tema varía de La mayor a Fa♯ menor. Finalmente termina con octavas en Do♯ que conducen a una modulación de vuelta a Fa menor.
Finale
El finale comienza con una repetición del primer tema del movimiento inicial, tanto en Fa menor como en Fa mayor, antes de introducir una transición a una fuga basada en el segundo tema. La fuga construye un clímax que terminará abruptamente en Do mayor, la dominante, en lugar de resolver en Fa mayor o menor. Tras un compás de silencio, el primer tema se repite brevemente, conduciendo rápidamente a los últimos acordes, que recuerdan al segundo tema, que darán lugar a un tranquilo final.9 Ha sido denominada como "la cadencia más destacable de toda la obra en su conjunto de Schubert" ("the most remarkable cadence in the whole of Schubert's work,"), por la maestría a la hora de condensar los dos temas en los últimos ocho compases de la Fantasía.10