miércoles, 8 de octubre de 2014



Honestidad – Billy Joel

Si buscas ternura
No es difícil de encontrar
Puedes tener el amor que necesitas para vivir
Pero si buscas fidelidad
Podrías también ser solo ciego
Siempre parece ser tan duro entregar

“Honestidad” es una palabra tan solitaria
Todos son tan falsos
La honestidad apenas se escucha alguna vez
Y sobre todo es lo qué necesito de ti

Siempre podré encontrar a alguien
Para decir que le simpatizo
Si me abro y le muestro mi corazón
Pero no quiero alguna cara bonita
Para decirme mentiras
Lo único que quiero es a alguien en quien creer

“Honestidad” es una palabra tan solitaria
Todos son tan falsos
La honestidad apenas se escucha alguna vez
Y sobre todo es lo qué necesito de ti

Puedo encontrar a una amante
Puedo encontrar a una amiga
Puedo tener seguridad
Hasta el amargo final
Cualquier persona puede confortarme
Con promesas otra vez
Lo sé, yo sé

Cuando estoy en la profundidad de mi ser
No te involucres también
No pediré nada mientras me voy
Pero cuando quiero sinceridad
Dime a donde más puedo voltear
Porque tu eres la única de la cual dependo

“Honestidad” es una palabra tan solitaria
Todos son tan falsos
La honestidad apenas se escucha alguna vez
Y sobre todo es lo qué necesito de ti



 El primer beso - Amado Nervo



Yo ya me despedía.... y palpitante 
cerca mi labio de tus labios rojos, 
«Hasta mañana», susurraste; 
yo te miré a los ojos un instante 
y tú cerraste sin pensar los ojos 
y te di el primer beso: alcé la frente 
iluminado por mi dicha cierta. 

Salí a la calle alborozadamente 
mientras tu te asomabas a la puerta 
mirándome encendida y sonriente. 
Volví la cara en dulce arrobamiento, 
y sin dejarte de mirar siquiera, 
salté a un tranvía en raudo movimiento; 
y me quedé mirándote un momento 
y sonriendo con el alma entera, 
y aún más te sonreí... Y en el tranvía 
a un ansioso, sarcástico y curioso, 
que nos miró a los dos con ironía, 
le dije poniéndome dichoso: 
-«Perdóneme, Señor esta alegría.»


Schubert, un condenado que celebra la vida. 

A fines de 1822 el compositor contrajo sífilis, enfermedad vergonzante y rápidamente escondida para evitar el desprecio social.

Muchas biografías de Schubert acallaron esta dolencia y atribuyeron su temprana muerte a la fiebre tifoidea, lo cual no es del todo falso: fue la causa determinante de su fallecimiento, pero hizo presa de un hombre de 31 años debilitado por la sífilis y las curas altamente tóxicas basadas en mercurio. 

En 1823 pasó temporadas en el Hospital General de Viena —afortunadamente pionero de Europa en aquel momento— para tratar las etapas tempranas de su mal. Debió usar peluca cuando sufrió la caída temporal del cabello.
 Su sensibilidad y bonhomía fueron paulatinamente trastornadas llevándolo a períodos de fatiga y depresión (“melancolía severa” en el decir de sus cercanos) con otros de expansividad social y ebullición creativa. 
En los últimos años de su vida el alcoholismo (válvula de escape ante una enfermedad sin cura) había hecho mella en su carácter, disparando episodios de agresividad y haciéndolo descuidar su aspecto e higiene. 
Por su parte, la enfermedad venérea incubada en su organismo le causaba fuertes cefaleas y dolores articulares que a veces le impedían tocar el piano.

Pero nuestro creador nunca claudicó. Cuando pasaban las horas amargas reanudaba sus labores y partía al encuentro de la vida. 
A poco de concluir el último año de su existencia, 1828, decidió tomar clases de contrapunto con el propósito de ampliar sus recursos musicales, lo cual sugiere planes para el futuro. Por entonces su ánimo había recuperado el optimismo que supo plasmar en su última sinfonía, había presenciado un concierto público dedicado exclusivamente a sus obras y llevaba un vigoroso ritmo de trabajo. 
Pero su salud se deterioró tras probar pescado en un restorán el último día de octubre. Asistió a la primera clase de contrapunto el 4 de noviembre, pero ya no acudió a ninguna más. Su fatiga aumentó, cayó en cama y perdió el apetito.
El 14 de noviembre todavía tiene energía para solicitar libros con que distraerse y retoca el ciclo Viaje de invierno. El día 17 se agrava, el 18 recibe la extremaunción y el 19, sucumbe.

El repentino desenlace sorprende a todos. Pero Schubert atravesaba entonces la fase terciaria de la sífilis, y es probable que la muerte prematura le haya ahorrado el deterioro cerebral que padecieron otros, como Nietzsche, Lenin o Baudelaire.


Sobre la Sinfonía en Do Mayor, cito de nuevo a Arturo Reverter:
La Novena Sinfonía en do mayor, denominada «La Grande», según parece, para distinguirla de la Sexta Sinfonía escrita en la misma tonalidad, es sin duda la obra maestra de Schubert en este campo. Con ella quiso realizar una afirmación de personalidad, de saber y de capacidad […]. La elección de la tonalidad mayor, algo extraña conociendo sus métodos, resulta lógica si pensamos que por entonces la identificaba con una percepción optimista del mundo. La Octava Sinfoníaintentaba traducir sobre un plano sinfónico el trasfondo de un pensamiento introvertido. La Novena Sinfonía resuelve, según la certera opinión de Brigitte Massin, la contradicción que Schubert había tenido como irreconciliable en aquella obra: traducir, una vez acostumbrado al ascetismo y refinamiento psicológico del lied, el misterio de la interioridad en un lenguaje sinfónico. […].


http://quinoff.blogspot.com.ar/2013/08/las-sinfonias-8-y-9-de-schubert-o.html






Schubert o cuando un Condenado celebra la Vida



Pocas cosas debe haber más difíciles que asumir el término brusco de la propia vida. Y más cuando se ha vivido poco. Las puertas del alma se astillarán a golpes de frustración, rebeldía, agobio, incertidumbre.
Aun así, pienso que esta fatalidad resulta psicológicamente más dura para nosotros, hijos de un Occidente horrorizado con la muerte y enemigo del dolor, que para nuestros bisabuelos. Antaño la muerte, aun siendo la misma tragedia, no provocaba el mismo escándalo. La reacción estaba moderada por la costumbre, y es que la medicina no tenía entonces tanto poder sobre enfermedades hoy consignadas en los tratados como cosa antigua; antes al contrario, existir era toda una proeza al amparo de la Providencia.
Quizá ese palpar la propia fragilidad hacía de la vida un milagro evidente, celebrado, como diría Borges, “con minucioso fervor”. Hasta los lánguidos decenios del Romanticismo sabían abandonar sus nostalgias para embriagarse con esta pletórica alegría de vivir, carpe diem que, no nos engañemos, tenía mucho de trascendental.

Esa amalgama contradictoria entre dicha y fatalidad ocupa un espacio central en el arte de Franz Peter SCHUBERT, uno de los grandes músicos de todos los tiempos y ciertamente el más grande nacido en Viena. La capital austríaca se constituyó durante mucho tiempo en “meca” europea de la Música, atrayendo a quien quisiera labrarse una gran carrera. Allí llegaban y se quedaban los creadores de fama mundial, agasajados por teatros, salones y palacios. No obstante, para Schubert casi no hubo alfombras rojas. Nacido duodécimo hijo de una humilde familia, manifestó talento soberano desde tierna edad. Sus profesores fueron declarando sucesivamente que nada más podían enseñarle al tímido chiquillo de rizos abundantes. Poseyó una preciosa voz infantil que le abrió las puertas del Coro de niños de la Capilla de la Corte, institución predecesora de los “Niños Cantores de Viena”. Eso le dio derecho a entrar en el “Stadtkonvikt”, colegio destinado únicamente a los pequeños miembros del coro imperial. Allí recibió una esmerada formación general, participó con ventaja en la pequeña orquesta organizada con miembros del recinto y fue alumno del mismísimo Antonio Salieri. Aunque nunca se avino con el régimen del establecimiento, fueron cinco años fructíferos para Schubert: de esta época datan sus primeras obras vocales e instrumentales y el contacto con la obra sinfónica de Mozart, Haydn y   Beethoven.

Dueño de esas raras facultades que son el oído absoluto y el oído interno(vale decir, identificar de inmediato cualquier sonido atribuyéndole la nota correspondiente, y generar dentro de la propia cabeza los sonidos leídos en una partitura), Schubert tuvo también una inspiración musical tan arrebatadora como su genio para la melodía. Sabía ser espontáneo y profundo a la vez, y nunca padeció falta de ideas frente a una página de papel pautado. Podríamos decir que su condición innata, su mismo propósito existencial, era crear música.
Y así fue. Pese a las presiones de su padre, quien quería verlo como maestro de escuela, se dedicó a la vida del artista, la cual era su auténtica vocación.No disminuyó nunca su timidez pero tampoco su fenomenal talento, y si no tuvo el carácter jupiterino de su idolatrado Beethoven, bien podía enseñarle a hacer amigos. Fueron éstos los primeros testigos (o causantes o dedicatarios) de composiciones inmortales como el “Ave María” o la“Serenata”. Schubertíada (1868) / Moritz von SchwindSchubert tenía un don para escribir canciones. Era capaz de inventar una melodía que capturara la frase poética, sostenerla en armonías que acompañaran el sentido expresivo y en el proceso no perder una sola gota de naturalidad ni frescura, de manera que muy a menudo, oyendo sus canciones, sentimos imposible otra posibilidad de plasmarlas en música salvo aquélla. (Tiempo atrás, mi querido amigo Fernando de León nos ofreció un repaso de varias versiones musicales del lied Erlkönig, y habíamos de admitir que ni las más meritorias podían hacer sombra a la genial propuesta de Schubert para tal poema de Goethe).

Hizo denodados intentos de triunfar en el escena lírica —lo cual aseguraba entonces la carrera de un músico— y no conseguirlo fue su mayor frustración. Hoy sabemos que la culpa recae en los pésimos libretistas y no en la enorme calidad de su música. Los verdaderos dramas musicales schubertianos están contenidos en sus prodigiosos lieder.
También compuso para la orquesta, y esa faceta la ilustraremos hoy. Dicen algunos que sus dotes como orquestador no siempre brillan a la altura de su genio; incluso Brahms, actuando como supervisor de la edición oficial a fines del siglo XIX, se permitió “corregir” los “cientos de errores” que a su modo de ver existían en esas partituras, principalmente en los acentos y la dinámica instrumental. Nada de eso fue justo. Schubert fue un maestro consumado del difícil género sinfónico, y curiosamente en este apartado se muestra más conservador, tomando como modelos a Haydn y Mozart tanto o más que a Beethoven. Así forjó un eslabón nítido entre el Clasicismo y el Romanticismo.

La célebre Sinfonía Inconclusa procede del año 1823. A sólo un mes de empezada, el compositor se entera de que padece el mal incurable. Ello podría explicar el abandono de la obra con dos movimientos completos y apenas esbozos de un tercero. No obstante, el verdadero motivo de este abandono queda abierto a la especulación; lo cierto es que esos dos únicos movimientos son tan geniales y complementarios que bastan y sobran para erigir esta sinfonía en obra maestra. Cuesta creer que casi nadie supo de su existencia por décadas hasta su estreno en1865. No me cabe la menor duda que si hubiera recibido difusión en su momento, habría acelerado el desarrollo sinfónico de la segunda generación romántica.
Cito a Arturo Reverter:
Los dos únicos movimientos que componen la «Incompleta» poseen una unidad y una condensación musical extraordinarias […]. Se pone de manifiesto en esta obra la extraña atracción que sobre el músico ejercía el modo menor en estos años […]. La orquestación es muy rica, uniéndose al conjunto habitual un trío de trombones […]. El carácter de la melodía y el colorido orquestal otorgan a la Octava Sinfonía una apariencia específicamente schubertiana que se aprecia asimismo en el segundo tema expuesto por los violoncelos en una amplia y bellísima frase de neto sabor liederístico […]. Dulzura, serenidad, rasgos de íntima felicidad, lirismo son carácteres propios de la obra […], pero están salpicadas de detalles de intenso valor dramático que rompen y proporcionan extraña e irisada luz al conjunto. […] Alfred Einstein, refiriéndose al Allegro moderato [primer movimiento], dice que posee una gran concentración, sólo comparable a la del primer movimiento de la Quinta Sinfonía de Beethoven.
El pesar del movimiento inicial y la esperanzada dulzura del segundo crean un binomio irrepetible.






martes, 7 de octubre de 2014

Dale vida a los sueños - Mario Benedetti

Dale vida a los sueños que alimentan el alma, 
no los confundas nunca con realidades vanas. 
Y aunque tu mente sienta necesidad, humana, 
de conseguir las metas y de escalar montañas, 
nunca rompas tus sueños, porque matas el alma. 

Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco, 
no los dejes que mueran de hastío, poco a poco, 
no les rompas las alas, que son de fantasía, 
y déjalos que vuelen contigo en compañía. 

Dale vida a tus sueños y, con ellos volando, 
tocarás las estrellas y el viento, susurrando, 
te contará secretos que para ti ha guardado 
y sentirás el cuerpo con caricias, bañado, 
del alma que despierta para estar a tu lado. 

Dale vida a los sueños que tienes escondidos, 
descubrirás que puedes vivir estos momentos 
con los ojos abiertos y los miedos dormidos, 
con los ojos cerrados y los sueños despiertos. 






CANCIONES CON HISTORIA: THE WINNER TAKES IT ALL, EL ÉXITO MÁS TRISTE DE ABBA

Según cuenta la leyenda, “The Winner Takes It All” (El ganador lo toma todo) es la canción que más rápido se completó del grupo sueco ABBA; la letra, que habla sobre una mujer que le reclama a su pareja el por qué de su abandono, la compuso Björn en menos de 2 horas y, según los rumores (bastante creibles) está inspirada en su divorcio de Agnetha, ocurrido el año anterior a su publicación.

Björn ha negado muchas veces esto diciendo que “en nuestro divorcio no hubo ningún ganador”. Además, la letra y música de la canción muestran que la música del grupo maduraba, y que a comparación de otras canciones que hablan de separaciones (como “Knowing Me, Knowing You” y “Mamma Mia”), “The Winner Takes It All” era una canción más triste y dramática.

El sencillo de “The Winner Takes It All” fue lanzado en julio de 1980, como un anticipo para su séptimo álbum y marcó el regreso de ABBA a la cima de las listas inglesas, obteniendo su octavo número uno en ese país, y el primero desde 1978. El sencillo también entró en el Top Ten en Bélgica, Irlanda, Holanda, Sudáfrica, Suecia, Noruega, Finlandia, Suiza, Austria, Alemania, Zimbabwe, México, Australia, Italia, Francia, Estados Unidos, Canadá y en España, conviertiéndose en uno de los sencillos más vendidos de ABBA, y por supuesto, un clásico del grupo.

Aunque Abba era criticado por “su escasa calidad musical”, revolucionó la música pop y dance, y en la actualidad es considerado el grupo más exitoso de todos los tiempos. No en vano, es el único grupo que supera en ventas a The Beatles, con canciones muy sanas, dinámicas y entretenidas.

http://pilgrin.wordpress.com/2013/04/13/the-winner-takes-it-all-el-exito-mas-triste-de-abba/




DIAMANTES , UNA HISTORIA DE LUJO, DUREZA Y SANGRE (PRIMERA PARTE)

"Los diamantes son el mejor amigo de una mujer" cantaba la actriz Marilyn Monroe en la película de 1953 "Los caballeros las prefieren rubias", algo con lo que se mostraba de acuerdo otra actriz, Zsa Zsa Gabor(1917), que con ironía declaraba que "Nunca he odiado a un hombre lo suficiente como para devolverle su diamante" y algo debía saber la actriz de origen húngaro porque se ha casado en nueve ocasiones. No daba tanto valor a estas piedras brillantes el que fuera secretario de estado de los Estados Unidos , Henry Kissinguer(1923), que señalaba que para él los diamantes no eran más que "un pedazo de carbón que se ha formado bajo presión" y como veremos más adelante no se puede decir que le faltar razón en esta definición, pero es evidente que el valor y significado de los diamantes va mucho más allá del conocimiento de su origen natural  y  han ejercido a lo largo de la historia una poderosa fascinación sobre el ser humano que no ha hecho más que acentuarse durante el pasado siglo XX y hasta nuestros días. Otra legendaria actriz, Elisabeth Taylor(1932-2011), relataba en una entrevista como los diamantes la cautivaron desde sus primeros días de vida "Mi madre decía que no abrí los ojos hasta los ocho días de vida, pero que cuando lo hice, lo primero que vi fue su anillo de compromiso. ¡Quedé enganchada!" y añadía que "Las chicas grandes necesitan diamantes grandes", un mensaje que el actor británico Richard Burton(1925-1984), que fuera su esposo en dos ocasiones, supo entender muy bien porque en 1968 la regaló el fastuoso diamante Krupp que costó en aquel momento el equivalente a un millón de euros y que la actriz británica vendería en la década de los ochenta por casi el triple de esta cantidad, dedicando los beneficios obtenidos a financiar causas benéficas.

Este es el lado luminoso de de los diamantes, aquel que relacionamos con el lujo, el glamour, la belleza y también como símbolo del amor gracias al marketing de la más poderosa compañía de diamantes, De Beers, pero también hay otro lado más sombrío, el de la historia de los millones de personas que han vivido esclavizadas para  extraerlos del corazón de la tierra o de las aguas de los ríos, el de las guerras financiadas con su venta, el de los criminales y genocidas que lograron el poder y se enriquecieron a través de los beneficios que obtenían de la explotación de los yacimientos de diamantes mientras que sus pueblos no recibían nada más que sufrimiento y explotación. Es la historia de los llamados Diamantes de Sangre, esos mismos diamantes quedecenas de miles de parejas han utilizado para sus anillos de compromiso sin sospechar el sufrimiento que se escondía detrás del brillo de aquella piedra preciosa con la que pretendían simbolizar la duración eterna de su unión porque, como reza uno de los eslóganes más conocidos de la historia de la publicidad, "un diamante es para siempre". A lo largo de este relato trataré de mostraros los dos lados de la industria del diamante y creo que la mejor forma de empezar es conociendo su origen y para ello tendremos que viajar hacia el interior de nuestro planeta. Atravesaremos la corteza terrestre , la capa de roca más externa de la Tierra , que se extiende desde el suelo que pisan nuestros pies y se prolonga hasta un máximo de cincuenta a setenta kilómetros de profundidad.

Dividida en placa o corteza continental, sobre la que se asientan los continentes, y placa o corteza oceánica, la que se halla bajo los océanos que cubren tres cuartas partes del planeta, es comprendida y sostenida por la litosfera , palabra que procede del griego y significa "esfera de piedra" y que se extiende entre los cincuenta y los trescientos kilómetros de profundidad. Es en ella donde se encuentran las placas tectónicas , fragmentos de litosfera que flotan como si se trataran de grandes barcos en el mar, sobre la capa inmediatamente inferior, la astenosfera , que se prolonga hasta los más de seiscientos kilómetros de profundidad y  compuesta por materiales que están fundidos o semifundidos, formando una superficie liquida que permite que las placas tectónicas floten sobre ella desplazándose por la superficie del planeta en un movimiento denominado deriva continental. Las colisiones de las placas tectónicas entre sí se hallan en el origen de los terremotos y las erupciones volcánicas y también son las que permiten que afloren a la superficie nuestros protagonistas, los diamantes. En la litosfera, a una profundidad de entre ciento cuarenta kilómetros y hasta los trescientos kilómetros en el interior de la Tierra, contemperaturas que oscilan entre los 900ºC y los 1300ºC y una presión que puede superar más de cincuenta veces la presión de la Fosa de las Marianas, la más profunda de los océanos terrestres,los átomos de carbono se unen lentamente formando cristales de gran tamaño , que pueden alcanzar las dimensiones de un balón de fútbol , adoptando generalmente la forma de un octaedro, es decir, un cuerpo geométrico de ocho caras. Posiblemente la litosfera contenga millones de diamantes, pero sólo una pequeña cantidad de ellos llegarán a la superficie, y eso es lo que luego les hará ser tan valiosos para el ser humano.

Pero este proceso de cristalización de los átomos de carbono en diamantes requiere de millones de años para su formación y la mayoría de diamantes que hoy extraemos de la tierra o de las aguas de los ríos tienen una antigüedad que oscila entre los mil millones y los tres mil trescientos millones de años, lo que teniendo en cuenta que nuestro planeta tiene una edad aproximada de cuatro mil cuatrocientos setenta millones de años , lo convierte en uno de los materiales más antiguos del planeta.¿Cómo alcanzan estos diamantes  la superficie desde la profundidad de la tierra? Ya hemos visto que el movimiento de las placas tectónicas, donde se encuentran los diamantes, es la causa de terremotos y erupciones volcánicas.  Cuando el material fundido o semifundido sobre el que flotan y se desplazan las placas tectónicas, llamado magma,asciende a la superficie, provoca las erupciones volcánicas. Este magma asciende por chimeneas volcánicas que llevan estos materiales fundidos hasta la superficie  , siendo expulsados por los cráteres de los volcanes en forma de lava. Dentro de estas chimeneas volcánicas hay una a la que los geólogos han bautizado como Chimeneas de Kimberlita ,que producen erupciones muy violentas y verticales. Estas chimeneas tienen forma de zanahoria y expulsan al exterior todo tipo de materiales, entre ellas las rocas de kimberlita, que contiene en su interior los codiciados diamantes a los que ahora les queda esperar a ser descubiertos por el hombre . Aunque el nombre diamante procede del griego "Adámas" que tiene el significado de "indomable", "inalterable"o "irrompoble" haciendo referencia a su extrema dureza, parece que  el primer lugar donde se conoció su existencia fue la India , donde abunda no en yacimientos bajo tierra, sino en los ríos, en depósitos aluviales donde habrían sido arrastrados y depositados por las corrientes de ríos como el Godavari, uno de los principales cursos fluviales de India después del Ganges y el Indo.

Fue en  India donde los diamantes comenzaron a utilizarse para decorar sus ídolos religiosos  y también sería India la primera en abastecer de diamantes a otros pueblos. Pero ¿qué hacía tan especial a los diamantes? En primer lugar un diamante es el material natural más duro que se conoce, no puede alterarse ni rayarse con ningún material que no sea otro diamante.  Este grado de dureza es determinado por la Escala de Dureza de Mohs, ideada por el geólogo alemánFriedrich Mohs (1773-1839) , que la dio a conocer en 1825 con la publicación de su libro"Tratado de Mineralogía". La Escala permitía clasificar  los minerales del uno al diez en función de su grado de dureza,  utilizando para ello diez minerales como referencia y dando el número uno al de mEnor dureza y el diez al de máxima dureza. El uno correspondió al talco, que puede ser rayado con una uña, el cinco al apatito, un mineral que exige utilizar un  cuchillo para rayarlo y el diez para el de mayor dureza de todos ellos, el diamante. En los últimos años se ha estudiado una forma similar al diamante, la Lonsdaleíta, que a diferencia de los diamantes no es un octaedro sino un hexaedro, tiene seis caras, y que no se halla en la Tierra sino que es traído por los meteoritos que caen a nuestro planeta. Según los estudios realizados sobre ella tendría un grado de dureza un 58% superior al del diamante. Pero dejando a la Londaleíta al margen, sin duda la resistencia del diamante y la casi imposibilidad de rayarlo sino es con otro diamante, contribuyó a su fama como piedra preciosa , ya que podía ser utilizado en la vida cotidiana sin temor a que se deteriorara y ya a partir del siglo XX serían muy apreciados por su uso industrialpara cortar, tallar y perforar otros materiales formando parte de sierras y brocas.

Los diamantes se pueden clasificar por su color utilizando hoy la desarrollada en los años cincuenta por el GIA, siglas en inglés del Instituto Gemológico Americano , que diferencia los diamantes por su color en una escala que va de la D la Z y diferencia los diamantes en incoloros, los casi incoloros, amarillos pálidos, amarillos muy claros y amarillos claros . Aquellos diamantes cuya coloración se encuentra fuera de esta escala entran dentro de otra clasificación, la de los colores de fantasía que incluye veintisiete tonalidades diferentes divididas en estos nueve grupos de color  Pálido, Muy claro, Claro, De fantasía claro, De fantasía intenso, De fantasía oscuro, De fantasía profundo y De fantasía vívido. Con independencia de los diferentes matices de su coloración por naturaleza los diamantes sólo tienen nueve colores posibles que son el gris acero, blanco, azul, amarillo, naranja, rojo, verde, rosa a púrpura, marrón y negro. Los más comunes son los incoloros o blancos, mientras que los más excepcionales son los de color rojo , aunque el más caro vendido hasta nuestros días ha sido un diamante azul de 35,56 quilates , el Wittelsbach , procedente de las minas indias de Kollur donde fue extraído en el siglo XVII y por el que en 2008 se pagó en una subasta veinticinco millones de dólares. He mencionado su peso refiriéndome a sus quilates. Un quilate es el nombre que recibe la unidad que mide la pasa de perlas y diamantes y equivale a doscientos miligramos , por lo que un diamante de cinco quilates sería equivalente a un gramo de peso. Al igual que sucede con el nombre del diamante, quilate procede del griego Keration, que significaba algarroba , ya que eran las semillas de este fruto del árbol algarrobo las que se utilizaban para pesar los diamantes.

Y ahora que ya conocemos un poco más sobre el origen y naturaleza de los diamantes , cuyo valor viene determinado por las llamadas Cuatro Ces en inglés carat, cut, colour y clarity que se traducen en castellano por peso, talla, color y pureza, viajaremos hasta la India porque ya sabemos que de allí procedieron casi todos los diamantes que llegaron a Europa hasta el siglo XVIII, y en concreto de la que ya he mencionado anteriormente, la Mina de Kollur, que se hallaba en el antiguo reino indio de Golconda , en el territorio que hoy ocupa el estado de Andhra Pradesh, en la costa este de India a orillas del Golfo de Bengala. El reino de Golconda existió como reino independiente desde 1512 hasta 1687 , cuando fue ocupado por el Imperio Mogolgobernado en aquel momento por el último de sus grandes emperadores, Aurangzeb(1618-1707) . Ya para entonces se habían extraído de Mina Kollur, explotada desde el siglo XV, algunos de los diamantes más celebres de la historia . De India, aunque no conocemos el origen exacto , es el más antiguo de los diamantes conocidos , el Briolette de  India, de la que sabemos que su primera dueña fue la duquesa de Aquitania, reina consorte de Francia y luego reina consorte de Inglaterra, Leonor de Aquitania (1122-1203) . Habría estado en posesión de su hijo , el también rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León (1157-1199) . Después de tres  siglos sin noticias lo encontramos en Francia, cuando el rey Enrique II de Francia(1519-1559) se lo regaló a su amanteDiana de Poitiers (1499-1566), aunque a la muerte del rey en 1559 la esposa de Enrique, Catalina de Médicis (1519-1589) habría obligado a Diana a devolverlo a la corona francesa. El Briolette saldría de nuevo a la luz a comienzos del siglo XX cuando los joyeros franceses y hermanosLouis Cartier(1875-1942), Pierre Cartier(1878-1964) y Jacques Cartier (1885-1942), nietos del fundador en 1847 de la Casa Cartier, Louis François Cartier(1819-1904). , cortaron el Briolette y lo vendieron al banquero alemán de origen judío George Blumenthal (1858-1941).

Décadas después el Briolette fue adquirido por el joyero norteamericano Harry Winston (1896-1978). Después de venderlo y volverlo a adquirir, Winston exhibió el Briolette en 1970  en Nueva York, justo un año antes de venderlo a un coleccionista privado de nombre desconocido ydesde entonces no se ha vuelto a ver al legendario Briolette y a sus 90,38 quilates. Pero si el Briolette procedía de la India pero no de la Mina de Kollur , si fue extraído de esta mina el diamante más celebre de la historia, el Diamante Hope, también conocido como Joya de Mar y rodeado por la leyenda de una maldición que recaería sobre sus sucesivos poseedores. El actual Hope procedería de otro diamante extraído de la Mina Kollur, de color azul y de 115 quilates , equivalente a 22 gramos. En el siglo XVII el aventurero francés Jean Baptiste Tavernier(1605-1689) dedicaría gran parte de su vida a recorrer el mundo , viajando a los lugares más remotos y convirtiéndose en un pionero en las relaciones comerciales entre Francia e India,permaneciendo en la corte del Gran Mogol y visitando también el Reino de Golconda donde habría conocido la Mina de Kollur y adquirido el gran diamante de 115 quilates que según le habían relatado fue robado en la antigüedad del ojo de una estatua de la diosa hindú Sita.Tavernier lo adquirió en 1660 o 1661 y  recibiría en su honor el nombre de Tavernier Blue, el Tavernier Azul. El aventurero se lo entregó al rey Luis XIV de Francia (1638-1715), siendo tallado de nuevo para rebajar  su tamaño hasta los 67 quilates y formar parte de una joya que lucía el rey en determinas ceremonias. A partir de entonces comenzó a ser conocido como Diamante Azul de la Corona.

Ya en el siglo XVIII el rey Luis XVI(1754-1793) se lo regaló a su esposa María Antonieta(1755-1793). En 1789 estallaba la Revolución Francesa y tres años después, cuando los monarcas ya estaban prisioneros el Diamante Azul fue robado. En 1793 los reyes fueron guillotinados y comenzó a construirse la leyenda sobre la maldición que el diamante traía a sus poseedores. El diamante fue llevado por uno de los ladrones a Londres . En 1824 el diamante reaparecer en la historia al ser adquirido por el banquero holandés Henry Phiilip Hope para añadirlo a su colección de joyas. A partir de ahora sería conocido como Diamante Hope por el apellido del banquero que fallecería en 1839 y desde entonces y hasta el año 1901 permaneció en poder de la familia Hope , cuando fue vendido. En los años siguientes cambió en varias ocasiones de dueño hasta que en 1910 acabó en manos de los hermanos Cartier, que lo tallaron denuevo dejándolo en 45 quilates y que se encargaron de alimentar la leyenda de la maldición del Hope para aumentar el interés por el diamante que fue adquirido en 1911 por la rica heredera estadounidense Evalyn Walsh McLean (1886-1947) por 180.000 dólares. La desgraciada vida de Evalyn no hizo sino incrementar la leyenda sobre el Hope. Su esposo perdió la razón y fue internado en una institución mental, su hijo mayor murió en un accidente de coche, su hija murió de una sobredosis y el periódico familiar , el Washington Post, fue a la quiebra. Cuando Evalyn murió en 1947 el Hope fue heredado por sus nietos que también heredaron todas sus deudas y tuvieron que vender el Hope  para poder saldarlas.
El comprador del diamante en 1949 fue un joyero al que ya conocemos, Harry Winston, el mismo que había adquirido el Briolette, y nueve años después lo donó al Museo Nacional de Historia Natural, el más conocido como Smithsonian donde hoy el Diamante Hope puede ser visitado sin temor a su maldición. Otro de los diamantes míticos procedentes de Mina Kollur es el Diamante Orlov, de 67,5 quilates, que al igual que el Hope habría estado en su origen colcoado en la estatua de un dios hindú en un templo situado en la isla de Sri Rangam, situada en el río Kaverí, en el sur de India. De allí habría sido robado por un mercenario francés que habría fingido su conversión al hinduismo para penetrar en el templo y robar la preciada joya  hacia el año 1750. Posteriormente logró huir a la ciudad de Madrás, bajo dominio británico, donde vendió el diamante. En los años siguientes fue cambiando de manos hasta que llegó a manos de un aristócrata ruso,  el conde  Grigory Grigoryevich Orlov (1734–1783), que había sido amante de la zarina Catalina II la Grande (1729-1796) a la que Orlov regaló el diamante con la pretensión de recobrar el afecto perdido de la gobernante rusa y fue la zarina la que daría al diamante el nombre del conde. Desde entonces permanecería en poder de la familia real rusa incorporado alCetro Imperial. de Rusia donde hoy sigue el Orlov. Algunos expertos creen que el Orlov formaba parte de otro diamante de mayores dimensiones, el Gran Mogol , hallado en la Mina Kollur a mediados del siglo XVII y que con sus 797 quilates se convertiría en el diamante más grande extraído de las minas de India. Fue bautizado con ese nombre por el emperador mogol Sha Jahan (1592-1666), padre de Aurangzeb, el conquistador del reino de Golconda donde estaba la mina Kollur , y al que seguro que conocéis como el artífice del célebre Taj Mahal en Agra.

El Gran Mogol desaparece de la historia en 1739 cuando la ciudad de Delhi es saqueada por el emperador persa Nader Shah (1688-1747) . Nada se sabe del destino del Gran Mogol aunque lo más probable es que fuera robado y debido a su gran tamaño lo dividieran en diamantes más pequeños para su venta por separado. Otro de los diamantes más célebres extraídos de la Mina Killur  es el Koh-i- Noor , nombre persa que significa "Montaña de Luz", una denominación muy apropiada para este deslumbrante diamante de ciento cinco quilates. Su historia no puede ser más legendaria, pues parece que ya se conoce su existencia desde el 3000 a.C y es mencionado en antiguos textos escritos en sánscrito, la lengua sagrada de India, mientras que la mitología afirma que habría estado en manos del propio Krishna , uno de los dioses principales del nutrido panteón hindú. Pero abandonando el terreno de la mitología el Koh-i-Noor es mencionado por primera vez por su nombre por el fundador del Imperio Mogol , el Gran Mogol Babur (1483-1530), que refiere además que el diamante había estado en posesión de un rajá, título de los antiguos soberanos de los reinos de India, en el siglo XIII y habría permanecido en manos de los sucesivos gobernantes del Sultanato de Delhi, que se extendía por todo el norte de India, hasta su conquista por Babur en 1526 cuando se hizo con el preciado diamante. El Koh-i-Noor permanecería en los siglos siguientes en poder de los gobernantes del Imperio Mogol, Shah Jahan lo incrustaría en su trono y en 1739 Nader Shah, al que ya conocemos como conquistador de Delhi, se haría con el diamante que pasaría a formar parte del trono de los emperadores persas, el denominado Trono del Pavo Real. Además habría sido Nader Shah quién le dio su actual nombre, cuando al contemplarlo no pudo evitar exclamar "Oh¡Koh-i-Noor!", ¡Oh, Montaña de Luz!" No era para menos.

Nader Shah murió asesinado en 1747 y el diamante pasó a manos de un gobernante afgano y luego terminaría en manos del Maharajá Ranjit Singh (1780-1839), que gobernaba el Imperio Sij, en lo que hoy es el Punjab , fronterizo con Pakistán y en territorio de India. Antes de  su muerte en 1839 Ranjit Singh quiso que el Koh-i Noor fuera llevado a un templo de Krishna , pero los británicos invadieron el Punjab  y en virtud del Tratado de Lahore de 1849 el Koh-i-Noor pasaba a formar parte de las joyas de la corona británica . La joya le fue entregada a la reinaVictoria I de Inglaterra(1819-1901) en 1850 en Inglaterra por el hijo y sucesor de Ranjit Singh . Desde entonces  permanece en poder de los sucesivos monarcas de Inglaterra y es custodiada junto con las demás joyas de la corona en la Torre de Londres a pesar de los intentos de India por recuperar la joya. Por supuesto, y como es una constante en estas joyas, está rodeada también de una maldición que, curiosamente, sólo afectaría a sus poseedores masculinos y no a los femeninos, pues en un texto del siglo XIV  que podría referirse al Koh-i-Noor se dice que "Quién posea este diamante dominará el mundo, pero también conocerá todas sus desgracias . Solo Dios, o una mujer , pueden llevarlo con impunidad." Por suerte, desde 1952 el diamante está en manos de una mujer , la reina Isabel II de Inglaterra(1926). El Koh-i-Noor tiene un hermano gemelo, el Darya-ye-Noor, otro poético nombre persa que significa "Océano de Luz" y que  supera a su hermano en tamaño, ya que se estima su peso en 182 quilates. En poder de los emperadores mogoles , al igual que el Koh-i-Noor, fue a manos de Nader Shah en 1739 adornando el Trono del Pavo Real persa que, por cierto, también robaron a los mogoles . La leyenda decía que el diamante había pertenecido al antiguo emperador persa Ciro II el Grande, que gobernó entre el 559 y el 530 a.C, que fundó el Imperio Persa y lo convirtió en el reino más grande de su tiempo.

http://chrismielost.blogspot.com.ar/2013/10/diamantes-una-historia-de-lujo-dureza-y.html