miércoles, 17 de septiembre de 2014

Carmina Burana, de Orff, transcripción para piano de Eric Chumachenco




La obra origen es nada menos que Carmina Burana, de Carl Orff. Pero Orff, si viviera, no debería sentirse dolido porque alguien posterior haya tomado su obra y arreglado para piano o para lo que fuera (y lo digo porque precisamente la Carmina Burana de Orff ha sufrido muchos de estos arreglos, algunos de ellos como para poner los pelos de punta…).
Efectivamente, las transcripciones musicales han sido usadas desde el principio de lo que venimos en llamar “música occidental”. Bach reutilizaba su propio material, o el de otros, transcribiéndolo para varios instrumentos diferentes; lo mismo hacían Vivaldi, Mozart, Haydn y todos los grandes. El motivo era no sólo ahorrarse buena parte de la creación de las líneas melódicas, que supongo que ahorraría tiempo y neuronas, sino, en muchos casos, adaptar las obras a las habilidades o capacidades musicales de los patronos de los músicos. Si el Duque o Príncipe de turno, protector de un músico barroco cualquiera, sabía tocar, por ejemplo, la bandurria, una de las obligaciones básicas del compositor era proporcionar música de bandurria para que su amo y señor se luciera comme il faut tocándola ante sus invitados. Y esto se podía conseguir de tres maneras: componiendo música original para bandurria (o bandurria y orquesta, o cuarteto de bandurria, etc), o bien trayendo música compuesta por otros para dicho instrumento o, por fin, adaptar música, bien del propio músico o de cualquier otro, para bandurria.
Hace algunos artículos ha salido por aquí el Quinteto de Guitarra número 4, “Fandango” de Boccherini, que es un ejemplo paradigmático de ello: el Duque de Osuna, protector de Luigi Boccherini, era un consumado guitarrista (o eso dicen las crónicas pagadas por el propio Duque). No había mucha música para guitarra por ahí, así que Boccherini compuso hasta doce Quintetos de Guitarra, ninguno de ellos original, puesto que fueron todos transcripciones para guitarra de otros cuartetos o quintetos suyos, para el guitarrístico disfrute de su señor.
Desde más o menos la época de Beethoven, las cosas cambiaron. El ascenso de la burguesía y la consecuente pérdida de poder de la nobleza o la realeza (cuando no perdían, directamente, la cabeza) cambió los parámetros de la música. Para poder subsistir no les quedó a los músicos más remedio que buscar otros clientes, a falta de mecenas: las Salas de Conciertos. Esto llevó a la música a la revolución romántica: las obras perdieron complejidad y ganaron en sencillez. Se impusieron los estribillos pegadizos, fáciles de recordar por el gran público, a costa de perder riqueza contrapuntística y estilística. ¡Había que comer! Pero, sin embargo, seguía habiendo clientes (no ya Reyes, Duques o Barones en el absolutista sentido del Siglo XVIII, sino más bien burgueses acomodados, industriales ricos o, también, aristócratas con posibles… y buenas rentas) que deseaban música que se pudiera ejecutar en sus casas, para su deleite y el de sus amigos. Ya no se podían permitir mantener ellos solos a los músicos, pero sí compraban sus partituras; si el compositor conseguía varios de estos clientes, tenían el sustento asegurado. Todo ello, sin olvidar las grandes obras sinfónicas o de cámara que les daban, además de dinero, la fama necesaria para poder vender sus servicios a buen precio…
Y nuevamente volvemos al problema original, ése que tenía Luigi Boccherini: conseguir música fresca para las habilidades específicas de sus clientes para que estos les siguieran encargando más música o comprando sus partituras. Podían componer obras originales (y lo hacían). Pero una solución obvia para muchos fue transcribir sus propias obras, o las de otros, escritas para orquesta de cámara, sinfónica o lo que fuera, al instrumento que los clientes demandaban, en muchísimas ocasiones, para piano. Prácticamente todos los compositores de la época (siglo XIX) lo hacían. Franz Liszt, el extraordinario pianista que revolucionó la técnica de interpretación al piano, lo hizo muchas veces, y no descarto traer aquí alguna vez alguna de sus sorprendentes transcripciones para piano solo. Johannes Brahms también lo hizo, especializándose en la transcripción de sus propias obras para cuatro manos, es decir, para piano interpretado simultáneamente por dos pianistas, lo que permitía al profesor interpretar la obra junto con el alumno, cada uno su parte, o bien a dos hermanos o hermanas, madre e hija, etc. Por ejemplo, Brahms transcribió sus Danzas Húngaras, o el propio Cuarteto número 1 del artículo anterior, para cuatro manos. Ya sabéis: ¡Había que comer!
En una palabra, aunque pueda resultar extraño, es bastante habitual que se reescriban obras orquestales para su ejecución por un Trío, un Cuarteto o, directamente, por un piano solo.
Dicho todo lo cual, y a pesar de ello, no deja de sorprender que alguien se haya atrevido a transcribir para piano una obra tan terriblemente poderosa como Carmina Burana, de Carl Orff. Hace eones dediqué un artículo a tan magna obra, haciendo hincapié en su nutridísima plantilla: Una orquesta pobladísima, con la cuerda completa (ocho contrabajos, etc, hasta dieciséis primeros violines), madera cuádruple, metal al gusto, percusión de todo tipo y tamaño, dos pianos (dos), tres solistas (soprano, tenor y barítono), coro mixto con tantos cantantes como se puedan encontrar e incluso coro de niños. Fácilmente doscientos intérpretes en acción, quizá más. Y… ¿todo eso se puede transcribir para piano solo? Pues sí. Se puede. Parece increíble, pero se puede. Al menos, Eric Chumachenco lo ha conseguido. Grabó el disco en 1992, y en 1995 participó con esta obra en los “Veranos pianísticos” de Munich, año dedicado a Carl Orff. Cuentan las crónicas que obtuvo un gran éxito. No me extraña. Nada. ¡Qué pena no haber estado allí!
En fin. No sé mucho de Eric Chumachenco. Aunque su apellido es obviamente ruso, nació en 1964 en Philadelphia, USA.[3] Hijo del gran violinista Nicolás Chumachenco, quien en la actualidad es el Director Musical de la Orquesta de Cámara Reina Sofía de Madrid, Eric tuvo una infancia muy “musical”, que para algo todos en  su familia eran músicos de renombre; tras peripecias varias que no vienen a cuento (en realidad, es que no las conozco), en la actualidad da clases nada menos que en el Mozarteum de Salzburgo, donde Mozart vigila desde donde esté que no se cometan desmanes, así que manco no debe ser el hombre. Y poco más. Fue realmente un compañero de trabajo el que, hace diez o doce años, me puso en la pista de esta versión del Carmina Burana. Me costó encontrar el disco (creo que fue en Praga o Budapest o algo así), pero lo encontré. Y me encantó.[4] A alguien más le ha debido encantar, puesto que la obra entera se encuentra en YouTube.
No voy a contar ni una palabra más acerca de Carmina Burana, ni tampoco de Carl Orff, el autor de la obra musical estrenada en 1937. Ya lo hice en el artículo correspondiente, que quedó, desde mi… ignorante, sí, punto de vista, bastante completo, apoyándose en la interpretación de la Orquesta de la Universidad de California en Davis, y que sugiero que, si no recordáis, volváis a leer. Y sobre la versión pianística de Chumachenco, interpretada por él mismo, tampoco hay mucho que contar: sólo dejarse llevar por la exuberancia de la música de Orff y la suprema habilidad del pianista ruso para mantener su fuerza tras sustituir a tanto músico y cantante por un mero piano. Espero que os guste como a mí me gusta.
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Vamos ya con la obra. Está contenida en tres videos, de entre 8 y 20 minutos, que contienen de dos en dos las distintas partes de que consta la obra. Ningún problema de partición. Los videos son de fotos de diversas iglesias medievales, muchas de ellas románicas, de las que reconozco alguna española (como la inigualable de San Martín de Frómista), pero la mayoría deben ser francesas y, sobre todo, inglesas o escocesas, debido a la presencia habitual de cementerios colindantes donde la lápida es vertical, y no horizontal, y la tumba está cubierta de césped: esta forma de enterramiento no es nada común en la Europa del Sur.
En el primer video contiene las dos primeras partes de la obra, Fortuna Imperatrix Mundi (Fortuna, Emperatriz del Mundo) yPrimo Vere (La Primavera). Y comienza con el poderoso arranque de la obra, el famosísimo O Fortuna. Vamos allá:
Los primeros cuatro minutos son los correspondientes a Fortuna Imperatrix Mundi, de los que los dos y medio primeros son el omnipresente O Fortuna, y en el minuto 4:05 comienza el canto a la Primavera, que dura apenas cuatro minutos más. Entonces, para poder irnos al prado a retozar, hay que cambiar de video.

Comienza el video con Uf dem Anger (En el Prado), que, en puridad, es también parte de “La Primavera”, aunque tiene su propio encabezamiento en la obra. Tras más de once minutos disfrutando del buen tiempo, del césped y de sus pobladores, hay que ir a celebrar a un sitio de más enjundia: en el minuto 11:10 comienza In Taberna (En la Taberna), donde durante nueve alcohólicos minutos se hace exaltación de la amistad compartiendo un vaso de buen vino, como bien escribió ya en el Siglo XIII Gonzalo de Berceo, considerado el primer poeta que escribió en castellano en su monasterio riojano de San Millán de la Cogolla.
Termina el cántico a la borrachería y, para acabar con la obra, debemos cambiar de video:
Video que comienza con Cours d’amour ( Corte de Amor), donde a lo largo de sus trece minutos se hace un encendido elogio del amor… del amor carnal, nada del platónico, qué va. Los arrumacos y encendidos cantos de ¡Ay, si te pillara…! terminan en el minuto 13:15, en que comienza la penúltima parte de la obra, Blanziflor et Helena (Blanziflor y Helena, claro), que es en realidad la preparación para el triunfante retorno del O Fortuna inicial, dentro de Fortuna Imperatrix Mundi(Fortuna, Emperatriz del Mundo), que comienza en el minuto 15:00 y cierra la obra exactamente igual que la comenzó: con la Rueda de las Fortuna girando y girando sin parar… para dejarnos finalmente en el mismo lugar donde empezamos.


http://eltamiz.com/elcedazo/2013/01/27/historia-de-un-ignorante-ma-non-troppo-carmina-burana-de-orff-transcripcion-para-piano-de-eric-chumachenco/




Gavriel Lipkind

Nacido en Israel en 1977, el violonchelista Gavriel Lipkind muy pronto obtuvo fama internacional y actuó en algunas de las más prestigiosas salas del mundo con orquestas como la Filarmónica de Israel, la Filarmónica de Munich y la Sinfónica de Baltimore, junto a destacados músicos como Zubin Mehta, Philippe Entremont, Giuseppe Sinopoli, Yehudi Menuhin, Pinchas Zukerman, Yuri Bashmet, Gidon Kremer y Valery Gergiev.

Se graduó en tres de las principales academias de tres continentes: Academia de Música Samuel Rubin de Tel Aviv, Universidad de Música de Frankfurt y Conservatorio de Música de Nueva Inglaterra en Boston. Muy joven ganó más de doce primeros premios en importantes concursos internacionales, entre ellos el Rostropovich (1994) en París, el Leonard Rose (1997) en Washington D.C. y el ARD (1998) de Munich.

No obstante su éxito como músico decidió a los 23 años tomarse un período sabático para estudiar reflexivamente su repertorio, trabajar en colaboración con compositores y efectuar grabaciones. En ese momento de su desarrollo realizó dos discos contrastantes, “Miniatures and Folklore” -presentando sus propios arreglos- y “Single Voice Polyphony” (Volumen I) con las Suites para violonchelo de Bach. Su serie de discos “The Cello Heroics” aspira a convertirse en una antología del repertorio concertante de violonchelo, donde cada compositor (Schumann, Shostakovich, Saint-Saëns, Dohnanyi, etc.) tiene una producción independiente.

En 2004 creó el Cuarteto Lipkind, que luego de años de preparación se embarcó en su primera temporada de conciertos en 2008 con una gira por Israel, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Suiza y EE.UU.
Además de las principales obras para violonchelo, el repertorio de Gavriel abarca numerosas curiosidades, obras encargadas y sus propios arreglos y transcripciones.

En paralelo con su activa agenda de conciertos como solista, recitales con el pianista Roman Zaslavsky y actuaciones con el Cuarteto Lipkind, en 2013/14 fue solista en residencia de la Orquesta Filarmónica de Bruselas, con la cual realizará giras por ese país, Francia y China. Desarrolla su actividad como docente a través de intervenciones en festivales internacionales de cello y numerosas clases magistrales en ciudades de Europa, en Tokio y Taiwán, en Estados Unidos y en México.

Lipkind toca un violonchelo etiquetado por el luthier boloñés Aloysius Michael Garani en 1702, sin embargo se considera fue construido entre 1670-1680, un enigma conocido como “Violonchelo Zihrhonheimer”. El instrumento está disponible gracias al apoyo generoso de D. & M. P.

http://www.hagaselamusica.com/interpretes/solistas/gavriel-lipkind/


martes, 16 de septiembre de 2014

Toco tu boca - Rayuela. Capítulo 7 Julio Cortazar

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.



Canciones con historia: Bring Me to Life - Evanescence

"Bring Me to Life" es una canción de la banda estadounidense de alternative-rock fundada en Little Rock, Arkansas en 1995 por la vocalista Amy Lee y el guitarrista Ben Moody, Evanescence.

La canción fue lanzada el 22 de abril de 2003, como el primer sencillo de su álbum debut "Fallen" pero también como primer sencillo de la banda sonora de la película Daredevil.
Fue escrita por Amy Leey Ben Moody y cuenta con Paul McCoy (vocalista original del grupo de post-grunge 12 Stones) como vocalista invitado.

Es la canción mas exitosa del grupo que escaló y alcanzó el top 10, a muy poco tiempo desde su lanzamiento, en mas de 15 países y el n.º 1 en mas de 10.

También se hizo con el premio Grammy para la Mejor Interpretación de Hard Rock en su 46ª edición.

 "Bring Me to Life"fue certificado Disco de Platino en 2003, por vender más de 1 millón de copias en los Estados Unidos y también disco de oro en varios países.

La canción se le ocurrió a Lee mientras estaba de gira y se paró a descansar en un bar de Tulsa cuando un clarividente se le acercó y la preguntó si era feliz. Ese hecho la conmociono mucho en aquel momento, como si esa persona conociera su desgraciada vida personal...

http://cancioneshistoria.blogspot.com.ar/2011/02/bring-me-to-life-evanescence.html



María Callas

(Maria Anna Sofia Cecilia Kalogeropoulos; Nueva York, 02/12/1923-París, 16/09/1977)

Soprano estadounidense de origen griego. Convertida en un mito que sobrepasa con mucho el estrecho círculo de los amantes de la ópera, a ello han contribuido, sin duda, su portentosa voz, capaz de los matices y colores más insospechados, y su personal forma de abordar la interpretación de los personajes en escena. Verista, sensual y moderno, su estilo revolucionó los usos y costumbres de los grandes divos y divas de su época, mucho más estáticos en sus movimientos. También ayudaron a la gestación del mito, en buena medida, su desdichada vida privada y su prematura muerte.

Hija de un emigrante griego, María Callas regresó con su familia a Atenas cuando contaba trece años. Poco después ingresó en el Conservatorio de la capital helena, donde tuvo como profesora de canto a Elvira de Hidalgo. Su formación fue lenta y nada había en ella que permitiera presagiar a la futura diva; miembro de la compañía de la Ópera de Atenas desde 1940 hasta 1945, tuvo oportunidad de familiarizarse con los grandes papeles de su cuerda y de ganar experiencia escénica. El estreno de la ópera de Manolis Kalomiris El contramaestre, uno de los pocos títulos del repertorio contemporáneo que abordó en su carrera, y los papeles titulares de Suor Angelica y Tosca de Puccini y de Leonora del Fideliobeethoveniano, fueron algunos de los títulos que interpretó en esta primera época.

Tras rechazar un contrato en el Metropolitan Opera House de Nueva York, marchó a Italia, donde debutó en la Arena de Verona en 1947 con La Gioconda de Ponchielli. El éxito que obtuvo en esas representaciones atrajo sobre ella la atención de otros prestigiosos teatros italianos. Su carrera estaba desde entonces lanzada: protegida por el eminente director de orquesta Tullio Serafin, cantóTurandot, de Puccini, Aida y La forza del destino, de Verdi, e incluso Tristán e Isolda, de Wagner, ésta en versión italiana.

Su personificación de la protagonista de la Norma de Bellini en Florencia, en 1948, acabó de consagrarla como la gran soprano de su generación y una de las mayores del siglo. La década de 1950 fue la de sus extraordinarios triunfos: en absoluta plenitud de sus medios vocales, protagonizó veladas inolvidables, muchas de ellas conservadas en documentos fonográficos de inestimable valor, en las que encarnó los grandes papeles del repertorio italiano belcantista y romántico para soprano.

Además, inició la recuperación de algunas obras olvidadas de autores como Cherubini (Medea, una de sus creaciones más impresionantes y cargadas de dramatismo), Gluck (Ifigenia en Tauride), Rossini (Armida) o Donizetti (Poliuto), práctica esta que sería imitada por otras insignes sopranos como Joan Sutherland o Montserrat Caballé. En esos años, el director de cine y teatro Lucchino Visconti firmó para ella algunos de sus montajes más importantes, comoLa Traviata que pudo verse en 1955 en la Scala de Milán o la Anna Bolena que en la misma escena se representó en 1957.

Su vida personal, sin embargo, distó mucho de ser afortunada: su primer matrimonio (1949) con el empresario G. B. Meneghini se rompió al cabo de diez años, y su posterior relación con el millonario griegoAristóteles Onassis tampoco le aportó la felicidad ni la estabilidad necesarias para proseguir su carrera.
Ésta perdió fuerza en la década de 1960, y en 1965 anunció que se retiraba de los escenarios a consecuencia de su frágil salud. No obstante, no abandonó el canto, y así, en 1974 realizó junto al tenor Giuseppe Di Stefano una gira de conciertos por Europa, Estados Unidos y Extremo Oriente. En estos años se dedicó también a la enseñanza musical en la Juilliard School. Su muerte repentina, a causa de un ataque cardíaco, dejó un hueco en el mundo de la lírica que ninguna otra soprano ha sido capaz de ocupar.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/callas.htm


Callas for ever - película
http://www.youtube.com/watch?v=v-xDtEiQ5Rs


                                                           María Callas - Una voz leyenda


Una canción diferente - Celeste Carballo

Dame amor,
dame tu corazón,
dame tiempo para respirar
está muriendo el sol,
dame música para crear
una nueva canción.

Se abren espacios en
el medio de la jungla,
son nuestras voces
que se escuchan juntas.

 Dame amor,
estoy de muy mal humor,
me revolqué por la realidad
ahora estoy destruída.

Necesito tu amor
ya no me aguanto una mentira más,
yo con mi cuerpo de mujer
voy a dar la verdad.

 Si todo el mundo vive
haciéndonos la guerra
necesito que me dés tu paz,
necesito arrancar
 todo lo que me hiere,
necesito amor,
necesito más...
más libertad....



JUEGOS Y JUGUETES DEL ANTIGUO EGIPTO

A pesar de que la civilización actual ha pintado demasiadas veces a los antiguos egipcios como personas
dedicadas en su vida cotidiana y casi por entero a trabajar poco menos que como esclavos para el Faraón y a pensar el resto del tiempo en lo que habría de ser su vida de ultratumba, la realidad es que pocas culturas
(tanto del más remoto pasado como de nuestros días) han sabido ser tan amantes de la vida, las diversiones y los placeres como ellos. Así pues era lógico que juegos y juguetes formasen una parte sustancial de su existencia a los que dedicaban una buena porción de sus energías, sobre todo considerando que el concepto de juego casi siempre aparecía asociado a otros aspectos existenciales, desde los culturales a los funerarios. Múltiples y variados fueron los pasatiempos lúdicos que desarrolló y de los que disfrutó esta gran civilización. No obstante hubo uno que a juzgar por los restos arqueológicos que nos han llegado hasta hoy predominó sobre todos los demás: el Senet, (por su estructura formal posiblemente un lejano antepasado de juegos más actuales como el ajedrez o las damas), nombre que viene a significar “pasaje” o “tránsito”.

Disfrutado desde la Época Predinástica hasta la Greco-Romana por todas las clases sociales, tanto reyes y nobles como humildes campesinos, el Senet era un juego de mesa que consistía en un tablero dividido en 30 casillas (3 x 10) o "escapes", y sobre el que se situaban 12 fichas de factura similar a los peones del ya citado ajedrez, 5 con forma cilíndrica, y 7 con forma cónica. En cuanto a sus reglas de uso y manejo nos son por desgracia desconocidas, pues ni siquiera expertos matemáticos han sido capaces de desentrañarlas.
Las noticias sobre este juego nos han llegado de las más variadas fuentes, desde las escritas, (aparece mencionado por ejemplo en el capítulo XVII del Libro de los Muertos, titulado “Para salir del Más Allá y poder retornar a él”), hasta las pictóricas, (encontrándose jugadores de Senet bellamente dibujados
en multitud de tumbas, siendo una de las escenas mas conocidas la de la reina Nefertari, esposa principal de Ramsés II, a quien se puede contemplar "compitiendo con un enemigo invisible" en el muro de la izquierda que hay nada mas entrar en su tumba). En cuanto a ejemplares físicos de estos objetos empleados para el solaz y la diversión, destacar que se puede ver uno en el Museo de Turín, varios en el Museo Británico, así como un magnífico ejemplar procedente de la tumba de Tutanjamón, y que expuesto en el Museo Egipcio de El Cairo, está conformado por un bello mueblecito de oro que a su vez se sustenta sobre un trineo.

A pesar de su amplia implantación el Senet no fue el único juego de mesa del que disfrutaron los egipcios, existiendo bastantes mas, como el “Juego de las Veinte Casillas”, en el que se empleaban cuatro peones, dos con cabeza de chacal (representación del dios Anubis), y dos con cabeza del dios enano Bes.
Para su desarrollo se usaba un hueso del pié, el Astrágalo, que hacía las
funciones de dado, y unos palitos que lanzándose contra los peones trataban
de derribarlos.

Otro digno de ser citado era el “Juego de la Serpiente”, antepasado por lo que parece de nuestro popular juego de la Oca, y que se desarrollaba sobre un tablero con el dibujo (tal como indica su nombre) de una serpiente enrollada sobre sí misma y con el cuerpo dividido en compartimentos. En él podían intervenir hasta 6 jugadores, y su mecánica consistía en recorrer la longitud del ofidio desde la cola hasta la cabeza (situada en el centro) con unas fichas de marfil y formas variadas, (perros, leones o bolas).

Para finalizar con este tipo de entretenimientos, citar que durante el Reino Medio fue muy popular un juego que consistía en un tablero al que se le habían practicado de 30 a 60 agujeros, en los cuales se introducían unas especies de clavijas sobre las que se habían tallado cabezas de diversos animales como perros o chacales, aunque por desgracia y como en los anteriores desconocemos las reglas de uso.

Al margen de los juegos de mesa los egipcios disponían de muchos otros entretenimientos, en especial dentro de los ámbitos deportivos y masculino: carreras pedestres, salto de altura, lanzamiento de peso, lanzamiento de jabalina, tiro con arco, ejercicios gimnásticos, boxeo y lucha. Y una forma adicional mas de deporte muy extendido sería la caza de aves, para la que usaban con sorprendente habilidad lo
que se ha dado en llamar un “bastón de lanzamiento”, un artefacto que tanto por estructura como forma de uso era bastante similar al boomeran australiano.

Sobre los juegos femeninos al aire libre existen en Beni Hassan ciertas tumbas con imágenes que nos muestran algunos. Así, tenemos el  "juego de la estrella" o el "tiovivo", en el que dos muchachas apoyadas indistintamente sobre las plantas de los pies o los talones giran alrededor de otras compañeras quienes por su parte las sujetan de las manos o las muñecas. En otras escenas, algunas chicas, bien a
caballo o en pié, se lanzan unas a otras pelotas confeccionadas en fibra vegetal o goma vidriada hueca, debiendo recogerlas antes de que tocasen el suelo. El conjunto se completaba con una amplia variedad de bailes y danzas.

Por supuesto, en la diversión de los infantes nunca faltaban como compañeros altamente valorados los animales, en especial perros, gatos y monos.

Entre los juguetes que han llegado hasta nuestros días o de los que tenemos noticias se pueden enumerar una extensa colección de ellos: aparte de las ya citadas pelotas, existían peonzas de loza vidriada, muñecas de trapo, o artefactos articulados, (como un león de madera que abre y cierra sus fauces), u otro más elaborado y que consiste en tres enanos bailarines que danzan sobre un eje al tirarse de una cuerdecita, muchos de los cuales se pueden contemplar en el Museo Británico.

http://juegosyjuguetesdelaabuela.blogspot.com.ar/2010/09/juegos-y-juguetes-del-antiguo-egipto.html