Si
tenéis cuarenta minutos libres, os recomiendo que los dediquéis a escuchar este
concierto basado en arias de Antonio Caldara (aunque no sólo) que bajo el
títuloAirs oubliésofrecieron el contratenorPhilippe Jarousskyy la formación especializada en música
barrocaConcerto Köln.
El programa, basado en el contenido del discoCaldara
in Viennade los mismos
intérpretes que salió a la luz el año pasado, es el siguiente:
-Non tremer, vassallo indegno, deTemistocle(A. Caldara)
-Tutto fa nocchiero, deIfigenia
in Aulide(A. Caldara)
-O mi rendi il mio bel ch'io spero, deScipione
nelle Spagne(A. Caldara)
-Opprimete, deLa
clemenza di Tito(A. Caldara)
-Tercer movimiento (Allegro) delConcierto
para violonchelo, RV 407(A.
Vivaldi)
-Misero pargoletto, deDemofoonte(A. Caldara)
-Lo seguita felice, deL'Olimpiade(A. Caldara)
-Alto Giove, dePolifemo(N. Porpora)
-Se un cor annodi, deAchille
in Sciro(A. Caldara)
Tanto
Jaroussky como los músicos que lo acompañan están soberbios y las arias, aunque
olvidadas (no todas,Misero
pargolettoestá en elSacrificiumde Cecilia Bartoli, publicado un
año antes queCaldara in
Vienna) son de una belleza espectacular. Muy, muy recomendable. ¡A
disfrutarlo!
Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.
Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar.
Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro
Te deseo además que seas útil,
más no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.
Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que siendo joven no
madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.
Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.
Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.
Te deseo que acaricies un gato,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
te sentirás bien por nada.
Deseo también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuántas vidas
está hecho un árbol.
Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese dinero
y digas: esto es mío.
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.
Te deseo también que ninguno
de tus defectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.
Si todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que desearte.
Canciones con historia: WIND OF CHANGE / SCORPIONS
"Wind of Change" es una "power ballad" escrita en 1990 por Klaus Meine, vocalista de la banda de rock Scorpions oriunda de Alemania.
Dado el gran éxito del tema la banda también registró una versión en ruso de la canción, con el título Ветер Перемен y una versión en español llamada Vientos de Cambio.
La letra esta inspirada por los cambios políticos en Europa del Este que ocurrían a finales de los noventas - como la caída del muro de Berlín, el incremento de la libertad en el bloque comunista (que pronto llevò a la caída de la URSS), y claramente el inminente fin de la Guerra frìa.
En la letra salen mencionados lugares de la ciudad de Moscù, pues en ese suelo Scorpions escribiò esta canción. Por ejemplo Moskva que es el nombre del río que corre a través de la capital rusa, y Gorky Park que es un parque de diversiones.
Wind of Changes ha sido usaba como un himno a la paz y a la libertad, fue participe de un cambio en el mundo a partir del fin de la guerra fria, inmortalizando un momento donde una canción puede ser el mejor arma para combatir la violencia y las guerras.
VIENTOS DE CAMBIO
Sigo al Moskva
Abajo hacia el Parque Gorky
Escuchando al viento de cambio
Una noche de verano de agosto
Soldados que pasan
Escuchando al viento de cambio
El mundo se está cerrando
Has pensado alguna vez
Que podríamos estar muy juntos, como hermanos
El futuro está en el aire
Puedo sentirlo por todas partes
Soplando con el viento de cambio
Llévame a la magia del momento
En una noche de gloria
Donde los niños del mañana sueñan
Con el viento de cambio
Caminando calle abajo
Recuerdos distantes
Están enterrados para siempre en el pasado
Yo sigo al Moskva
Abajo hacia el Parque Gorky
Escuchando al viento de cambio
Llévame a la magia del momento
En una noche de gloria
Donde los niños del mañana comparten sus sueños
Con tu y yo
Llévame a la magia del momento
En una noche de gloria
Donde los niños del mañana sueñan
Con el viento de cambio
El viento cambio sopla directamente
En la cara de tiempo
Como una tormenta de viento que circunda
La campana de libertad para la paz de espíritu
Permite cantar a tu balalaika
Lo que mi guitarra quiere decir
Llévame a la magia del momento
En una noche de gloria
Donde los niños del mañana comparten sus sueños
Con tu y yo
Llévame a la magia del momento
En una noche de gloria
Donde los niños del mañana sueñan
Con el viento de cambio.
Duro es el camino y se que no es fácil
no se si habrá tiempo para descansar
en esta aventura de amor y coraje
solo hay que cerrar los ojos y echarse a volar
y cuando el corazón galope fuerte, déjalo salir
no existe la razón que venza la pasión, las ganas de reír
Puedes creer, puedes soñar
abre tus alas, aquí esta tu libertad
y no pierdas tiempo, escucha al viento
canta por lo que vendrá
no es tan difícil que aprendas a volar
No pierdas la fe, no pierdas la calma
aunque a veces este mundo no pide perdón
grita aunque te duela, llora si hace falta
limpia las heridas que cura el amor
y cuando el corazón galope fuerte, déjalo salir
no existe la razón que venza la pasión, las ganas de reír
Puedes creer, puedes soñar... abre tus alas
Aquí está tu libertad
y no pierdas tiempo, escucha al viento
canta por lo que vendrá
no es tan difícil que aprendas a volar
Y no apures el camino, al fin todo llegará
cada luz, cada mañana, todo espera en su lugar
Puedes creer, puedes soñar...
abre tus alas, aquí esta tu libertad
y no pierdas tiempo, escucha al viento
canta por lo que vendrá
no es tan difícil que aprendas a volar.
El primer feminismo británico
Mary Wollstonecraft (1759-1797) inicia con su obra Vindicación de los Derechos de la Mujer (1792) la larga tradición del feminismo anglosajón.
Contraria al absolutismo de los reyes, señaló la conexión existente entre ese sistema político y las relaciones de poder entre los sexos. Los hombres ejercían una verdadera tiranía absolutista sobre las mujeres en el ámbito de la familia y la casa.
Para Wollstonecraft, la clave para superar la subordinación femenina era el acceso a la educación. Las nuevas mujeres educadas no sólo alcanzarían un plano de igualdad con respecto a los hombres, sino que podrían desarrollar su independencia económica accediendo a actividades remuneradas.
Wollstonecraft, sin embargo, no dio importancia a las reivindicaciones políticas y no hizo referencia al derecho de voto femenino.
"Ya he advertido sobre los malos hábitos que adquieren las mujeres cuando se las confina juntas; y pienso que podría extenderse con justicia esta observación al otro sexo, mientras no se deduzca la inferencia natural que, por mi parte, he tenido siempre presente, esto es, promover que ambos sexos debieran educarse juntos, no sólo en las familias privadas sino también en las escuelas públicas. Si el matrimonio es la base de la sociedad, toda la humanidad debiera educarse siguiendo el mismo modelo, o si no, la relación entre los sexos nunca merecerá el nombre de compañerismo, ni las mujeres desempeñarán los deberes peculiares de su sexo hasta que no se conviertan en ciudadanas ilustradas, libres y capaces de ganar su propia subsistencia, e independientes de los hombres (...) Es más, el matrimonio no se considerará nunca sagrado hasta que las mujeres, educándose junto con los hombres, no estén preparadas para ser sus compañeras, en lugar de ser únicamente sus amantes (...)"
Mary Wollstonecraft
Vindicación de los derechos de la mujer
Madrid, 1977, Ed. Debate
Entre los pensadores liberales británicos destaca la figura de John Stuart Mill (1806-1873), quien, junto a su mujer Harriet Taylor Mill (1807-1856), publicó El Sometimiento de la Mujer en 1869.
Mill sitúa en el centro del debate feminista la consecución del derecho de voto para la mujer: la solución de la cuestión femenina pasaba por la eliminación de toda traba legislativa discriminatoria. Una vez suprimidas estas restricciones, las mujeres superarían su "sometimiento" y alcanzarían su emancipación.
"El principio regulador de las actuales relaciones entre los dos sexos –la subordinación legal del uno al otro- es intrínsecamente erróneo y ahora constituye uno de los obstáculos más importantes para el progreso humano; y debiera ser sustituido por un principio de perfecta igualdad que no admitiera poder ni privilegio para unos ni incapacidad para otros".
John Stuart Mill y Harriet Taylor Mill
El sometimiento de la mujer
1869
La libertad individual facilitada por la desaparición de impedimentos legales permitiría el desarrollo de la personalidad de las mujeres y el pleno ejercicio de sus capacidades. Se trataba, en suma, de aplicar el principio del "laissez faire", dogma básico del liberalismo, a la problemática femenina.
El libro de Mill tuvo un enorme impacto. Aparecido en 1869, fue un elemento clave de la expansión e internacionalización del movimiento sufragista. Ese mismo año se editó en Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Francia, Alemania, Austria, Suecia y Dinamarca, y al siguiente apareció en Italia y Polonia, suscitando el interés y la reflexión de muchas mujeres entre las clases más cultas.
John Stuart Mill presentó al Parlamento inglés en 1866 una demanda a favor del voto femenino. Su ulterior rechazo provocó que en 1867 naciera el primer grupo claramente sufragista británico: la National Society for Woman’s Suffrage (Asociación Nacional para el Sufragio de la Mujer), liderada por Lydia Becker.
Avril Lavigne - When you're gone - Cuando te has marchado
Siempre necesité tiempo para mi, nunca pensé que te necesitaría ahí cuando lloro. Y los días sientan como años cuando estoy sola. y la cama donde te acuestas, está sin deshacer por tu lado. Cuando te alejas, cuento los pasos que das, ¿Ves cuánto te necesito ahora mismo? Cuando te vas (cuando te has ido: to be gone), los pedazos de mi corazón te están echando de menos.
Cuando te vas, el rostro que llegué a conocer también desaparece (come to). Cuando te vas, las palabras que necesito oír siempre hacen que consiga sobrevivir al día (get through...) y hacerlo bueno, te echo de menos.
Nunca me he sentido así antes, todo lo que hago me recuerda a ti, y la ropa que dejaste, reposa en el suelo, y huele justo como tú, me encantan las cosas que haces.
Cuando te alejas, cuento los pasos que das, ¿Ves cuánto te necesito ahora mismo? Cuando te vas, los pedazos de mi corazón te están echando de menos. Cuando te vas, el rostro que llegué a conocer también desaparece. Cuando te vas, las palabras que necesito oír siempre hacen que consiga sobrevivir al día. y hacerlo bueno, te echo de menos.
Estábamos hechos el uno para el otro, aquí fuera para siempre, sé que lo estábamos. Ahora, todo lo que siempre quise fue que supieras todo lo que haría, daría mi corazón y mi alma, apenas puedo respirar, necesito sentirte aquí conmigo.
Cuando te vas, los pedazos de mi corazón te están echando de menos. Cuando te vas, el rostro que llegué a conocer también desaparece. Cuando te vas, las palabras que necesito oír siempre hacen que consiga sobrevivir al día. y hacerlo bueno, te echo de menos.
El Centauro – Leopoldo Marechal
A Maria de los Ángeles
En
una tarde antigua
cuyo paso de loba
fué liviano a la tierra
pero no a la memoria,
extraviando el sendero
que ilumina la Rosa,
vi al Centauro dormido
junto al agua sonora.
Esto
pasó en otoño,
cuando la selva entorna
sus parpados y olvida
la muerte de sus hojas,
cuando el sol pinta en Aries
el clavel de la aurora,
cuando los vientos gritan
y calla la paloma.
Perdido
yo entre zarzas,
desnudo entre las rocas
hollaba la temida
floresta (¡en mala hora
mis pies abandonaron
el norte de la Rosa
por el zarzal doliente,
por las obscuras frondas!)
¿Fué
acaso la impaciencia
del alma a que deshoras
ha encendido el aceite
de las vírgenes locas,
y buscando en la noche
mediodías y bodas
halla sólo el semblante
que le muestra la sombra?
Si
arte fué de la noche
si navío en zozobra,
¡que lo diga el Centauro!
Yo diré mi congoja;
porque duro es el viaje
y escondida la gloria
de hablar con un centauro
junto al agua sonora.
Todavía
recuerdo
la hermosura tremenda
del antiguo animal
que dormía en la selva,
y el arrullo del agua
sin edad entre arenas
y flores que peleaban
su luminosa guerra:
Con
el torso abrazado
de líquenes y hiedras,
con la grupa en que ayer
jineteó la leyenda,
remontada en el aire
la flor de su cabeza
y los cuatros silencios
de sus patas en tierra.
parecía
el Centauro
la figura secreta
de algún viaje que andaba
sin viajero ni estrella,
o el apretado libro
que aun guardaba la ciencia
de los frescos diluvios
y de la risa nueva.
Casi
junto a sus manos,
en un brote de higuera
se mecía desnuda
la guitarra soberbia;
y a sus pies derramados,
el carcaj y las flechas
olvidaban al ciervo
de los ojos de almendra.
“¡En
otra edad -me dije-
la trotadora bestia
fué dolor en el arco
y armonía en las cuerdas!
¡En otra edad sin nubes,
cuando los días eran
graciosos almirantes
bogando entre sirenas!”
Y
como el alma entrase
ya toda en la pelea
de su tormento vivo
con su dulzura muerta,
puse freno al temor
y candado a la pena
por mirar al Centauro
y admirarle de cerca:
Bien
ceñido a su frente
o enredado en sus greñas,
el laurel todavía
le formaba diadema;
en su barba de cobre
y en sus crines revueltas
se prendían zumbando
las melosas abejas.
Y
tan rara virtud
se mostraba en aquella
gravedad de centauro,
que la sola excelencia
de su imagen dormida
me libró de cadenas,
y rendido a su gracia
no vi la floresta.
Porque,
al mirarle, digo
que sentía en mi lengua
resucitar un gusto
de antiguas primaveras,
como si levantando
sus losas polvorientas
de pronto regresaran
los días de la inocencia.
“Sólo
duerme . pensé
con el alma suspensa – :
El sueño, y no la muerte,
lo abraza en su tiniebla.
Si alguien con voz de niño
te acercase a la puerta
del centauro y llamara,
tal vez le respondiera.
“Y
una canción de oro
sería la respuesta
del animal, si hablara
su lengua verdadera.
ero la voz del niño
no canta ya en la tierra:
¡Ya no abrirá el Centauro
su boca de azucena!”
Y
por mudar el grave
color de las ideas
que ya tejía el alma
volviendo a su querella,
me acerqué a la guitarra
y en el haz de sus cuerdas
hice correr mis dedos,
bien sabe Dios que apenas.
¡Nunca
debió tocarlas
manos perecedera
ni tentar el silencio
de la música eterna!
Porque la guitarra
só brotó una queja,
pero un escalofrío
recorrió la floresta.
Las
hojas tiritaron
y lloró cada breña;
Respondían los ecos
en lejanas cavernas.
Y entonces vi que al solo
clamor de la vihuela
reanimaba el Centauro
su figura de piedra.
Corrió
un temblor de luces
en su pelaje obscuro:
La mano retiró
de su pecho velludo.
Sus ojos al abrirse
desgarraron el humo
de las quemadas horas
y los años difuntos.
Y
una hermosa violencia
despertaba en el bruto;
Con su cola barrió
la hojarasca y el musgo.
Quiso hablar, y en sus labios
pareció que de súbito
se rompía la cáscara
del silencio maduro.
Preguntó:
“Quién recorre
la soledad sin frutos?
(¡Aquella voz tenía
cadencias de diluvio!)
“¿Quién, vestido de sombras
y emboscado en su luto,
se atreve a profanar
la guitarra del júbilo?
“¿Quién,
entregado al hierro,
codicia el oro puro
y audaz en la sentencia
que le dictó el orgullo,
con sus manos de un día
quiere abrir el sepulcro
donde ya es polvo y nada
la juventud del mundo?”
Pedía
una respuesta,
con el semblante adusto:
Sus cascos impacientes
removieron el humus.
Entre la maravilla
del oído y el susto
de los ojos temblaba
mi deseo nocturno.
Le
respondí:
“Centauro,
modera tus impulsos
y escucha las razones
que dicta el infortunio.
No el orgulloso alarde,
sino la incuria, pudo
llevar a tu guitarra
mis dedos vagabundos.
“Por
entregarme al suelo
y equivocar el rumbo,
la Rosa me ha negado
su admirable saludo.
¡Y así crucé la hondura,
y estoy en tu refugio,
y enardecí las cuerdas
y amaneció el preludio!”
No
bien oyó el centauro
mis templadas razones,
en su región de bestia
puso media y orden;
y, como si escuchase
palabras interiores,
se rindió a la dulzura
con la mirad del hombre.
“Forastero
– me dijo – ,
¡bien anuncian tus voces
la congoja del hierro
y el afán de la noche!
“Cuando en la plata nueva
lucía el oro joven,
cuando el sol y la luna
se cambiaban amores,
el
centauro afinó
sus orejas, y difícil
al grito de las almas
que perdían el norte,
les enseño la ciencia
de partir horizontes,
con los rumbos dorados
y las plumas veloces.
“Pero
la gaya ciencia
se rescató en el monte:
Dormida está en su lecho
de fatigado bronce.
La buscas, y se niega;
la llamas, no responde.
¡Se han perdido las llaves
y no gritan los goznes!”
Si
empezó en la tristeza,
concluyó en el suspiro;
Se nublaros sus ojos
de color de jacinto. Pero ya se atrevía
la esperanza, y un ritmo
de Centauro habitaba
para siempre mi oído:
“¡Bien
reconozco ahora
tu verdadero signo
- le dije- y tu palabra
caliente como el vino,
y atento a la fogosa
primavera del himno,
ya recobra su audacia
mi deseo dormido!
“Centauro
de otros días,
iniciador antiguo,
¡que abandonen tus remos
esa cárcel de limo!
¡Reviva en tus arterias
el furor extinguido!
¡Rompe tus duras líneas
y cabalga conmigo!
“Sin
látigo ni espuela,
sin freno y sin estribo
crucemos la encantada
provincia del sigilo:
Firme yo en tus riñones
y a tus crines prendido,
tú devolviendo al mundo
su llorado prodigio.
“Si
es un viaje terrestre
(lo prefiero yo mismo),
¡que nos abra la tierra
sus puentes y caminos!
La tierra es venerable
y armonioso el oficio
de combatir dragones
resucitando idilios.”
“Si
es otro tu elemento,
galoparé contigo
la ruta que frecuentan
los caballos marinos;
o el sendero del aire,
donde tiene dominio
ya la pluma del ángel,
ya la garra del grifo.”
“Pero
si te inclinara
mi voz, nuestro destino
sería Buenos Aires,
la durmiente del río:
¡Tal vez al saludarnos
dijeran mis amigos
que, despertando amores,
llegamos de otro siglo!”·
Mi
ruego así clamaba,
y el Centauro al oírlo
pareció recobrar
un instante su brío
(tal un corcel añoso
que desde su retiro
vuelve a escuchar la voz
del metal aguerrido).
Pero
templó sus fuegos
el animal cautivo,
como si le tirase
las riendas al instinto.
Se desmayó en sus ojos
el exaltado brillo:
Sus sienes dibujaban
el gesto negativo.
Me
respondió:
“Si pesas
al Centauro dormido,
justo hallarás el peso
de su carne y sus signo:
Si calla, la justicia
gobierna su mutismo;
si duerme, su reposo
no es obra de castigo.
“¿A
qué llorar, buscando
primaverales ritmos,
cuando en el aire silban
las hoces del estío?
Y cuando entre sus hojas
negrean los racimos,
¿a qué plañir las flores
de rostro fugitivo?
“¡Que
duerman en el polvo
los caballos antiguos:
Ya no tendrán jinete
ni empresa ni albedrío!
Con sus proas ancladas
y sus remos partidos,
¡no zarparán ya nunca
los audaces navíos!
“Porque
logró la tierra
su madurez y ha visto
fructificar el árbol
que se lloró perdido;
porque, Jasón del aire
y Ulises del abismo,
nos ha llegado el nuevo
Señor de los caminos”.
No
dijo más. A tierra
descendía su frente,
y aún cantaba su voz
en la cúpula verde:
Ya el silencio sagrado
recogía en su redes
el adiós de un centauro
y el anuncio de un héroe.
Pero
yo no alcanzaba
sus razones, de suerte
que atento a los peligrosos
de la noche creciente,
sólo entendía, ¡oh ciego!,
la renuncia solemne
de aquel maravilloso
corcel de corceles.
Fué
así que levantando
las armas relucientes
del cazador, le dije:
“No perdieron su temple.
Bien resiste la cuerda,
limpio el arco se tiende
y aún la flecha conoce
los caminos del éter.
“Cazados,
su tus lomos
ya no admiten jinete
y en tus remos la audacia
desmayó para siempre;
¡que tu pulso de arquero
no desmaye, y que vuele
tu saeta en procura
de un regalo celeste!”
Me
respondió:
“En el sueño
de las armas advierte
que llegó la dulzura
sobre campos de aceite.
To te anuncio al donoso
cazador, al perenne
sagitario que acecha
sin carcaj ni lebreles.
“Yo
te anuncio al arquero
de la pena, más fuerte
que Nemrod y que Diana,
la señora de nieve.
Porque a la muerte misma
cazó y a la serpiente
vestido con el traje
severo de la muerte.”
Respondía
otra vez
con el no a mis afanes:
Otra vez humillaba
corazón y lenguaje.
De nuevo, ante la bestia,
reñían en mi sangre
la animosa esperanza
y el recelo cobarde.
Y
como ya la noche
plantaba su estandarte
de hiel en las vencidas
almenas de la tarde,
buscando la zozobra
de mi deseo un mástil,
puse otra vez los ojos
en el Centauro grave.
Le
dije así:
“Que duerman,
arquero, tus metales,
ya que otra ley asume
la gloria y el combate.
Pero si la justicia
de rostro venerable
no se ha perdido, escucha
la voz del suplicante:
“Ya
me negó el caballo
su equitación y viaje,
ya el cazador me niega
las frutas de su arte;
ya s´lo a mi esperanza
le queda ese linaje
de furor armoniosos
que animó tus cantares.
“¡Descuelga
la guitarra
(bien sé que a su cordaje
no en vano se aproximan
los dedos musicales)!!
¡Abrázala, Centauro,
contra tu pecho, y tañe!
¡La música recobre
sus limpias mocedades!”
Así
le suplicaba
pero volvió a negarse,
¡oh guitarrero inmóvil!,
¡oh guitarra sin ángel!
Me respondió:
“Esa caja
no ha de rendirse a nadie:;
Ya es mediodía y sobran
las cuerdas matinales.
“Bajada
de los cielos
y vestida de carne
la Música en persona
visitó a los mortales,
para entonar el himno
que rompe toda cárcel
y apura los delfines
de Arión el navegante.
·”Si
bien tañía Orfeo,
cuando por escucharle
bajaban de sus grutas
rayados animales,
¡no hay tierra que desoiga
ni cielos que no alaben
al Tañedor que pisa
las aguas sin mojarse!”
Negado
a mis fervores,
pero atento a mi lucha,
tercera vez me hablaba
con signos y figuras.
¡Qué remontado el aire
de la bestia crinuda!
Su misterioso idioma,
¡qué cerca de la música!
Le
dije al fin:
“Entiendo
que ya no queda ruta
por donde hasta la Rosa
me lleve la fortuna.
Tres veces ha quebrado
mi anhelo en tu cordura:
Me dirigí a tres puertas
y no se abrió ninguna.
“Pues
bien, si tus razones
otra verdad anuncian
y si otro amor deshace
las viejas ataduras,
¡dime, Centauro, al menos
en qué tierra se oculta:
Si flechero, en qué bosque,
si cantor, en que gruta!”
Y
me respondió el Centauro:
“No esconde su dulzura
ni se rinde a las armas
del rigor o la astucia.
Porque sale al encuentro
de la sed que le busca:
Porque su canto hiere
las orejas nocturnas.”
En
torno del Centauro
crecía la penumbra:
Su cuerno de novilla
levantaba la luna.
Con el deseo en llamas
y la razón a obscuras
quise tentar el juego
de las palabras últimas:
“Y
tu virtud -le dije-,
¿ya no dará su fruta?
2¿Ya no tendrás, arquero,
trabajos y aventuras?”
Apoyada en el hombro
la cabeza greñuda,
náufrago ya del sueño,
dijo el Centauro:
“Nunca”.
Y
aquel nunca final
recorrió la espesura:
Los vientos agitaban
sus banderas de furia.
Después cayó la noche,
y en la selva profunda
se construyó el silencio
sobre firmes columnas.