Inclinada, en tu orilla, siento como te alejas.
Trémula como un sauce contemplo tu corriente
formada de cristales transparentes y fríos.
Huyen contigo todas las nítidas imágenes,
el hondo y alto cielo,
los astros inventados, la vehemencia
ingrávida del canto.
Con un afán inútil mis ramas se despliegan,
se tienden como brazos en el aire
y quieren prolongarse en bandadas de pájaros
para seguirte adonde va tu cauce.
Eres lo que se mueve, el ansia que camina,
la luz desenvolviéndose, la voz que se desata.
Yo soy sólo la asfixia quieta de las raíces
hundidas en la tierra tenebrosa y compacta.
II
Allá está el mar que no reposa nunca.
Allá el barco y la vela infatigable,
los breves edificios de la espuma,
las olas retumbando y persiguiéndose.
Allá, en los arrecifes, las sirenas
con el cabello y la canción flotantes
en lúcidos pendones musicales.
III
Yo quedaré dormida como el árbol
al que no abrazan hiedras de amorosa frescura,
ni corona los nidos
ni rasgan su corteza verdes retoños tiernos.
Y estaré ciega, ciega para siempre
frente al escombro de un espejo roto.
Si alguna vez me inclino como ahora
con un además trémulo de sauce
habrá de ser para asomarme en vano
al opaco arenal que abandonaste.
Canciones con historia: Having my baby - Paul Anka
En 1974 Paul Anka se anotó su primer éxito número 1 en 15 años (luego de “Diana”) con ''(You’re) Having My Baby.''
Lanzada justo después de que se había legalizado el aborto en Estados Unidos y en la culminación del movimiento feminista, esa canción generó controversia. A las feministas les pareció deliberadamente retrógrada.
La Organización Nacional de Mujeres ''honró’' a Anka con el premio ''Mantenla en su lugar’' y la revista Ms. Lo llamó ''Cerdo chovinista del año.''
''Yo escribí esa canción para mi esposa, después de que nació nuestra quinta hija y observé que muchas mujeres estaban teniendo hijos fuera del matrimonio,'' explica Anka. ''Pero yo no estaba dispuesto a repartir folletos para explicar de qué trataban mis canciones cada vez que compusiera una."
''Es interesante, empero,'' agrega. ''Ésa llegó al número uno cuando se avivaron todas las críticas. Asumió una nueva vida.''
Corre sobre las llanuras, selvas y montañas, un infinito viento generoso.
En una inmensa e invisible bolsa va recogiendo todos los sonidos, palabras y rumores de la tierra nuestra. El grito, el canto, el silbo, el rezo, toda la verdad cantada o llorada por los hombres, los montes y los pájaros van a parar a la hechizada bolsa del Viento. Pero a veces la carga es colosal, y termina por romper los costados de la alforja infinita.
Entonces, el Viento deja caer sobre la tierra, a través de la brecha abierta, la hilacha de una melodía, el ay de una copla, la breve gracia de un silbido, un refrán, un pedazo de corazón escondido en la curva de una vidalita, la punta de flecha de un adiós bagualero.
Y el viento pasa, y se va. Y quedan sobre los pastos las "yapitas" caídas en su viaje. Esas "yapitas", cuentas de un rosario lírico, soportan el tiempo, el olvido, las tempestades. Según su condición o calidad, se desmenuzan, se quiebran y se pierden. Otras, permanecen intactas. Otras, se enriquecen, como si el tiempo y el olvido --la alquimia cósmica-- les hiciera alcanzar una condición de joya milagrosa. Pero llega un momento en que son halladas estas "yapitas" del alma de los pueblos. Alguien las encuentra un día.
¿Quién las encuentra?
Pues los muchachos que andan por los campos, por el valle soleado, por los senderos de la selva en la siesta, por los duros caminos de la sierra, o junto a los arroyos, o junto a los fogones. Las encuentran los hombres del oscuro destino, los brazos zafreros, los héroes del socavón, el arriero que despedaza su grito en los abismos, el juglar desvelado y sin sosiego.
Las encuentran las guitarras después de vencido el dolor, meditación y silencio transformados en dignidad sonora. Las encuentran las flautas indias, las que esparcieron por el Ande las cenizas de tantos yaravíes.
Y con el tiempo, changos, y hombres, y pájaros, y guitarras, elevan sus voces en la noche argentina, o en las claras mañanas, o en las tardes pensativas, devolviéndole al Viento las hilachitas del canto perdido.
Por eso hay que hacerse amigo, muy amigo del Viento. Hay que escucharlo. Hay que entenderlo, Hay que amarlo. Y seguirlo. Y soñarlo. Aquel que sea capaz de entender el lenguaje y el rumbo del Viento, de comprender su voz y su destino, hallará siempre el rumbo, alcanzará la copla, penetrará en el Canto.
Narmer o la unificación del Alto y Bajo Egipto
Antes de la aparición del Estado faraónico, Egipto estaba dividido en numerosas provincias, o nomos, que acabaron agrupándose, formando dos reinos.
Estos reinos eran:
-el Alto Egipto, al sur, con capital en la ciudad de Nejen, llamada Hieracómpolis.
El rey de este reino adoraba a las diosa buitre Nejbet, la cual era representada con una alta corona de color blanco.
-El Bajo Egipto, al norte, con capital en la ciudad de Buto. Este rey adoraba a la diosa cobra Uadyet, la cual se representaba con una corona roja.
Tras un largo proceso, el Alto Egipto, con el dios Horus a la cabeza, sometió al Bajo Egipto, y unificó todo el territorio. Al unir los dos reinos, el rey asumió todos los símbolos, y ciñó en su frente la corona unificada.
Narmer, también conocido como Menes, fue el primer rey de Egipto como un solo país, aunque hay autores que afirman que Narmer y Menes podrían ser dos individuos distintos, e incluso se dice que Menes podría haber sido hijo de Narmer, así pues, nos centraremos en el nombre con el cual todos los investigadores parecen estar de acuerdo.
Con anterioridad al 3100 a.C. el país estaba dividido en dos: el Alto Egipto situado al sur del país y el Bajo Egipto en el norte. Narmer llevó a cabo su unificación tras conquistar el Bajo Egipto. Este acontecimiento dio lugar al paso de la prehistoria a la historia propiamente dicha de este país.
Este rey era originario de una ciudad próxima a Abydos, Tinis, de ahí la denominación de tinita al periodo de las primeras dos dinastías, cuya duración sería de dos siglos. A partir de la unificación, el faraón portaría la corona blanca del Alto Egipto y la roja del Bajo Egipto, como símbolo de la unidad del país.
El faraón aparece representado en la famosa paleta de Narmer, una placa de pizarra de 63 cm con bajorrelieves en la que aparece escenificando su victoria sobre los habitantes del delta.
En una de las caras el rey se muestra con la corona blanca golpeando a un enemigo mientras lo sujeta por el cabello. Esta imagen se reproducirá en innumerables ocasiones a lo largo de la historia de Egipto. Su tamaño también denota superioridad pues es casi el doble de alto que el resto de los personajes. También aparece el halcón, el dios Horus, símbolo de la divinidad del rey. En la otra cara, en la zona superior, el faraón ya con la corona roja y junto a su séquito observa a los vencidos decapitados y distribuidos en dos filas. En la franja central aparecen dos extraños animales con los cuellos entrelazados y en la banda inferior Narmer está representado por un toro atacando a un hombre.
En la franja superior de las dos caras aparecen las cabezas de dos vacas, una a cada lado protegiendo al faraón, estos animales podrían representar a la diosa Hathor.
Disponemos de escasa información sobre la vida de Narmer, sabemos que construyó un templo al dios Ptah. Algunas fuentes le atribuyen la fundación de Menfis, para ello mandó construir un dique para desecar las zonas pantanosas. Fue el primero en desviar el cauce del Nilo.
Gobernó Egipto durante 62 años y se cree que murió a causa del ataque de un hipopótamo.
Su tumba se halla en el cementerio real tinita de Abydos.
Labyrinth (en Latinoamérica, Laberinto; en España, Dentro del Laberinto) es una película fantástica estadounidense de 1986 dirigida por Jim Henson. Hay dos notables excepciones en el reparto, que está en su mayoría conformado por títeres y seres fantásticos: Jennifer Connelly (Sarah) yDavid Bowie (Jareth el Rey de los Goblins), que además escribió e interpretó algunas de las canciones incluidas en el film. La película contó con el respaldo y la producción ejecutiva de George Lucas.
Muchas de las características y personajes en la película están basados en diseños hechos por Brian Froud, quien ya había colaborado previamente con Jim Henson en The Dark Crystal (llamado El cristal encantado en Hispanoamérica, y Cristal oscuro en España). Cabe mencionar que el hijo pequeño de Froud, Toby Froud, interpreta a Toby, el hermanito menor de Sarah.
Sinopsis
Una noche el padre y la madrasta de Sarah —una adolescente con una imaginación desbordante— se preparan para salir a una reunión. Para ello, la joven, inconforme, debe quedarse a cargo de su medio hermano Toby para cuidarlo. La chica, enfadada por tener que lidiar con el pequeño quien no deja de llorar, en un arrebato pide (casi inadvertidamente) al Rey de los Duendes, Jareth —un personaje de su libro de fantasía favorito llamado Laberinto— que se lleve consigo a su hermano. Sin prever que daría resultado y su deseo se cumpliría, a continuación el Rey Jareth se muestra ante ella diciéndole que para recuperar a su hermano cuenta con 13 horas en cuyo transcurso debe resolver su laberinto y llegar hasta su castillo, si es que quiere evitar que Toby se convierta en un duende.
Durante su aventura, el rey intentará impedir que Sarah llegue a su meta, poniéndola a prueba con juegos mentales, acertijos difíciles e innumerables trampas a lo largo del laberinto, que constantemente cambia. En tanto, durante su recorrido, irá conociendo nuevos amigos, entre ellos un enano un tanto irritable llamado Hoggle, un monstruo lanudo de nombre Ludo (que posee la habilidad de comunicarse con las rocas y piedras) y un singular y muy valiente caballero andante de largos bigotes que se presenta como Sir Didymus, quienes le ayudarán a lograr su objetivo. Al final, una vez que se enfrenta con el rey para recuperar a su hermano, Sarah se encontrará ante una encrucijada en la que debe decidir si sigue soñando en cuentos de hadas o aceptar la realidad de que va dejando de ser una niña.
Producción
Los creadores reconocen influencias de obras como Alicia en el País de las Maravillas (Alice's Adventures in Wonderland),El mago de Oz (The Wonderful Wizard of Oz), y algunos trabajos de ilustradores como Maurice Sendak y Maurits Cornelis Escher.
Algunos de los titiriteros que trabajaron en el proyecto se fueron posteriormente a trabajar en estudios de animación por ordenador.
Banda sonora
La banda sonora incluye temas instrumentales de Trevor Jones, entre los cuales se incluyen Into the Labyrinth (‘dentro del laberinto’), Sarah, Hallucination (‘alucinación’), Goblin battle (‘La batalla de los goblins’), Thirteen O'Clock (‘las trece en punto’) y Home at Last (‘Al fin, mi hogar’) y cinco canciones de David Bowie: Magic Dance (‘danza mágica’, también conocida como Dance Magic: ‘¡baila, magia, baila!’), Chilly Down, As the World Falls Down, Within You (dentro de ti) y el sencillo lanzado para la película: Underground (‘bajo tierra’).
Bibliografía
Existe una novela, escrita a partir del guión de la película a la vez que ésta se rodaba, sobre los mismos hechos que se presentan en el filme. El autor es A.C.H.Smith. Aunque en lengua inglesa la novela es muy difícil de encontrar (sólo en subastas), hay una traducción al español: Dentro del laberinto (Nocturna ed., España, 2010, ISBN 978-84-937396-7-6).
Wikipedia
Ellos se estan balanceando, balanceando,records sonando,
Bailando en la calle, oh
No importa lo que te pongas, con tal de que estes allí
Así que vamos, todos los chicos, tomen una niña,todo el
mundo
Ellos estan bailando, bailando en la calle
Es una invitación a toda la nación, una oportunidad para la
gente para cumplir
Van a estar riendo y cantando, música oscilante
Bailando en la calle
Philadelphia, PA
SATURNO – Verano Brisas
Sexto señor de los planetas, teniendo en cuenta mi distancia al Sol, impediré que se impongan en mi casa, pues soy tan poderoso como Júpiter y más gallardo en mi apariencia física.
También el más vistoso del espacio por los grandes anillos que me adornan, y siendo el menos denso del Sistema, con un período de rotación muy corto, no temo las bravatas de mi hermanito mayor.
Vivo independiente en mi morada cósmica, y mi faz un poco amarillenta no significa una dolencia hepática, como afirman cretinos y envidiosos en algunos lugares de la Tierra.
Irradio más calor del que llega de mi padre, tan lejano que no puede abrasarme como lo hace con Mercurio y Venus. Ríos de viento me tornan como Júpiter, con manchas marrón, blancas y rojas que adornan mi cintura y mi cabeza.
Los anillos son mis hijos pequeñuelos, pues soy el más prolífico del clan. Titán es más grande que Mercurio, con una buena y competente atmósfera.
También tengo a Dione y a Japeto, Tetis, Mimas, Hiperión y Encélado, sin contar la manchadiza Rea y otros que no digo por decoro y porque agoto este canto poético que honra las cualidades de los grandes dioses que habitamos el Olimpo cósmico.