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sábado, 4 de octubre de 2014

Concierto de la Orquesta Sinfónica de Santa Fe – 03/10/2014

Robert Schumann: Sinfonía Nº 4 en re menor,  op.12

La versión de 1851 tiene cinco movimientos que se presentan uno tras otro, sin pausa entre ellos:
1. Ziemlich langsam - Lebhaft (re menor)
2. Romanze: Ziemlich langsam (la menor)
3. Scherzo: Lebhaft (re menor)
4. Etwas zurückhaltend - Langsam (sol menor)
5. Lebhaft (re mayor)

 La versión de 1841 consta de cuatro movimientos y usa la notación italiana de los tempi:
1. Andante con moto - Allegro di molto (re menor? re mayor)
2. Romanza: Andante (la menor)
3. Scherzo: Presto (re menor)
4. Largo - Finale: Allegro vivace (re mayor)

Aunque la producción sinfónica de Schumann ha sufrido grandes críticas, sobre todo en lo referente al manejo de la orquestación, no se deben desconocer las virtudes presentes en la estructuración formal de sus cuatro sinfonías.
La Cuarta debe más su denominación al hecho de haber sido la última de las sinfonías de Schumann en ser revisada que a su orden de composición, puesto que realmente fue la segunda en ser escrita.
Esta obra fue compuesta en 1841. Su estreno se llevó a cabo en Leipzig, el 6 de diciembre del mismo año, bajo el título de Fantasía Sinfónica, hecho que muestra el propósito de Schumann de romper con la tradición clásica.
 La versión definitiva se escuchó por primera vez en Düsseldorf, logrando una gran acogida, en 1853. Los movimientos, comenta François-René Tranchefort, “se encadenan y los temas circulan a través de ellos; es ya la puesta en marcha del principio cíclico”.
El carácter de esta sinfonía, de acusada melancolía aunque enérgico, está ya definido en la lenta introducción.
El tema principal, semejante a un arabesco, es de un admirable atrevimiento, presentándose como una figura que se eleva, para descender a continuación, en una dinámica ondulante que domina todo el primer movimiento y del que dependen los numerosos motivos secundarios.
La atmósfera exaltada de la conclusión, en modo mayor, es interrumpida súbitamente por un acorde en re menor que da entrada a una melancólica romanza.

http://apreciacionmusicalencuentros.blogspot.com.ar/2014/02/robert-schumann-sisinfonia-n-4-en-re.html



Concierto de la Orquesta Sinfónica de Santa Fe – 03/10/2014

 

El Op.15 de Brahms (concierto para piano nº1)


Quiero empezar con el Op.15 de Brahms, el concierto para piano nº1 en re menor, ya que desde que lo escuchara por primera vez en una impetuosísima versión con Barenboim y Sir John Barbirolli, se convirtió en una de las piezas que más me turbaron y me incitaron a seguir explorando en el repertorio. Recuerdo el gran impacto que me causaba el inicio del concierto, tan oscuro, tan dramático que me sobrecogía, después el movimiento lento, como un oasis de calma lleno de lirismo y melancolía, para volver a desatarse en el último movimiento, que es como una danza frenética e impetuosa.

El Concierto para Piano Número 1 fue compuesto entre 1854 y 1858. Brahms fue el solista del estreno, que dirigió Joseph Joachim en Hanover, el 22 de enero de 1859. Se puede afirmar que la emocionalidad del concierto es su rasgo más interesante, porque fue el último trabajo de la etapa temprana y apasionada de Brahms. Nunca más permitió él que su espíritu romántico se expresara con tanta libertad.

Johannes Brahms tenía recién 20 años cuando por primera vez le mostró algunas de sus composiciones a Robert Schumann. Este se sintió tan impresionado que salió de su retiro como crítico musical para escribir un artículo especial en alabanza de Brahms. En su crítica profetizaba que el joven compositor “revelaría su maestría no por el desarrollo gradual sino que brotaría como una fuente, así como salió Minerva, completamente armada, de la cabeza de Júpiter… “.

Era una gran alabanza para un compositor joven que no había escrito más que música de cámara y algunas obras para piano. Brahms súbitamente se encontró empujado frente al mundo musical, teniendo que mantener una reputación. Sintió que tenía la obligación de intentar componer una sinfonía, y así se lo escribió a Schumann en enero de 1854: “He estado entrenando mi mano en una sinfonía el pasado verano e incluso he orquestado el primer movimiento y compuesto el segundo y el tercero.”

Al mes siguiente, Schumann, que padecía de una enfermedad mental, se arrojó al Rhin. Fue rescatado, pero debió pasar los dos años y medio restantes de su vida en un manicomio. Brahms quedó desolado. Se mudó a la casa de Schumann para tratar de ayudar a cuidar a Clara Schumann y sus hijos. Desarrolló un profundo sentimiento respecto de Clara, de la que se enamoró, pero quien al mismo tiempo representaba para él también una figura maternal. Continuó trabajando en su sinfonía e hizo un retrato musical de Clara en el movimiento lento.


Brahms recibió ayuda de su amigo Julius Grimm para la orquestación. Sin embargo, el compositor no estaba satisfecho. Sentía que todavía no estaba preparado para intentar una forma tan monumental como la sinfonía. Su verdadera primera sinfonía no habría de quedar concluida hasta 22 años más tarde. Modificó la sinfonía inicial y parcialmente terminada y la convirtió en una sonata para dos pianos, que interpretó con Clara. También se la escuchó interpretar junto con Grímm. Pero todavía se sentía insatisfecho. Grimm le sugirió combinar sus dos ideas y hacer un concierto para piano. La idea parecía posible y el compositor se puso a trabajar nuevamente en la revisión. Volvió a escribir los primeros dos movimientos para piano y orquesta, pero sustituyó el tercer movimiento con un final nuevo. El movimiento desechado finalmente se convirtió en el coro de “Ved toda la carne” del Réquiem Alemán.

Para la primavera de 1858 el concierto estaba casi listo. Brahms tuvo oportunidad de probarlo en un ensayo. Introdujo otras modificaciones. Seguía sin estar totalmente conforme y dudó en presentarlo ante el público, pero finalmente se decidió a seguir adelante con dos presentaciones programadas para enero de 1859. En el estreno, dirigido por Joseph Joachim, la audiencia escuchó cortésmente, pero con poca comprensión o apreciación. Cinco días más tarde Brahms lo ejecutó en Leipzig y le escribió a Joachim sobre su fracaso:

“Mi concierto ha sido un brillante y decisivo… fracaso… El primer ensayo no despertó ningún tipo de sentimiento ni en los ejecutantes ni en la audiencia. Al segundo no acudió público alguno y a ningún ejecutante se le movió siquiera un músculo de la cara… Por la noche… el primero y segundo movimientos se escucharon sin que surgiera la menor demostración de sentimiento. Al final tres pares de manos se unieron muy lentamente, en tanto que un silbido perfectamente reconocible de ambos lados prohibió cualquier otro tipo de demostración… Este fracaso no me impresionó en absoluto. Después de todo, sólo estoy experimentando y sintiendo mí forma. De todos modos, el silbido fue demasiado. A pesar de todo, el concierto hallará aprobación cuando yo haya mejorado su estructura corporal y el próximo va a sonar muy diferente.”

El carácter turbulento y dramático de la pieza resulta evidente de inmediato. El vigoroso motivo de la apertura, aunque está ausente durante gran parte del primer movimiento, hechiza incluso los temas secundarios más líricos, de modo que no podemos estar muy convencidos de la aparente paz. Durante la mayor parte de la exposición, el piano y la orquesta tienen temas separados. El proceso del desarrollo es en parte el proceso de la integración. El segundo tema es particularmente bello y se lo escucha primero solo en piano. Aunque este vasto movimiento atraviesa muchos estados de ánimo, su pasión meditativa y subyacente se experimenta a lo largo de toda su extensión.

El segundo movimiento intenta, mediante su suavidad expansiva, disipar la intensidad del primero. Pero queda una corriente subterránea de tensión recordada, porque el movimiento lento está moldeado en la métrica del movimiento de apertura (6/4) y la clave (Re mayor como opuesta a Re menor, aunque el primer movimiento dedica largo tiempo a la clave mayor justo antes del final). El ritmo constante sugiere un himno.

El final es un rondó gitano húngaro, con varios temas, dos cadencias y un fugato de desarrollo. En la coda se produce una transformación del tema principal en marcha lenta en modo mayor.




domingo, 14 de septiembre de 2014

Concierto de la Orquesta Sinfonica de Santa Fe Sábado 13 de Septiembre de 2014

PROGRAMA
III . - F. Liszt: Les Preludes


Franz Liszt (1811-1886), Los Preludios-3º
Franz Liszt (1811-1886). Nacido en Doborján (Hungría) y fue compositor, director de orquesta y posiblemente el pianista más virtuoso que ha dado la historia de la música. Fue innovador en cuanto a formas y armonía. Usó la técnica de la "transformación de temas" en las que unos se convierten en otros. Sus audacias armónicas las llevó tanto al plano pianístico como, sobre todo, al orquestal.

Mención aparte merece su faceta de pianista. Su técnica era prodigiosa y envidiada por todos que, sin embargo, iban a escucharlo con deleite. De hecho, ya te he contado que había cierto 'pique' entre él y Chopin. Este admiraba el virtuosismo de Liszt y este la capacidad melódica del polaco.

La forma musical que creó Liszt (aunque hay quien opina que el verdadero inventor fue César Franck) es el llamado poema sinfónico. Se trata de una obra en un solo movimiento, lo que no significa que todo esté interpretado a la misma velocidad ya que hay partes más rápida y otras más lentas. En un poema sinfónico, el contenido de un poema, una novela, un paisaje, un cuadro, etc. es evocado, digamos que 'retratado' en el pentagrama.

Liszt compuso trece poemas sinfónicos, siendo el tercero el que nos ocupa hoy, titulado Los Preludios. El título hace referencia a una oda de Lamartine en el que se alude a la vida como una serie de preludios a ese desconocido Himno. 
Es una obra que recorre todos los humores románticos, desde el más tierno al más guerrero y marcial, en esa composición arrebatadoramente romántica (valga el uso repetido de la palabra).

 La obra goza de cierta fama negativa ya que fue tomada como sintonía del noticiero de la Wehrmacht.



Concierto de la Orquesta Sinfonica de Santa Fe Sábado 13 de Septiembre de 2014

PROGRAMA
B. Bartok: Concierto para Viola y Orquesta


Béla Bartók: Concierto para viola y orquesta

  Por Rafael Muñoz Saldaña

Entre los compositores de los últimos cien años Béla Bartók es excepcional por un perfil artístico en el que resalta la fusión de elementos académicos y folclóricos, y la síntesis de dos épocas musicales: el fin del Romanticismo y el comienzo de las vanguardias distintivas del siglo XX. En sus obras destaca la fuerza rítmica, el color de las tonalidades y la variedad de las armonías. De esta manera, ciertos elementos lo emparientan con Richard Wagner y Richard Strauss, mientras otros lo hacen decididamente moderno y aún contemporáneo medio siglo después de su muerte. Su amplio catálogo abarca casi todos los géneros: ópera, ballet, música para un solo instrumento, cuartetos de cuerdas y sinfonías. Sin embargo Bartók tuvo especial interés en las obras concertantes, que alcanzaron su auge entre los albores del período Clásico y las postrimerías del Romántico. De ello dan prueba tres conciertos para piano, un atrevido experimento en el que la propia orquesta es el instrumento solista (el Concierto para orquesta) y un concierto para viola que dejó inacabado.
Los conciertos para viola no son comunes en la historia de la música por el sonido tanto grave y opaco del instrumento y el lucimiento de su hermano el violín que, como pasa en todas las familias —la de las cuerdas no es la excepción—, ha pretendido anularla. Algunas obras que le dan un papel protagónico como son el Concierto de Grazyna Bacewicz,Haroldo en Italia de Hector Berlioz, la Suite Hebraica de Hernest Bloch, el Concierto opus20 de Peter Racine, La Suite en ocho movimientos de Ralph Vaughan Willians y laRapsodia-Concierto de Bohuslav Martinu.

 Fue por eso que William Primrose (Glasgow 1903-Provo, Utah 1982), el violinista más famoso de todos los tiempos, encargó a Bartók la composición de una obra especial para él. Primrose quería devolver a la viola el carácter y la importancia que había perdido a lo largo de los siglos. Así lo explicaba en un escrito: «La viola ha sufrido quizá más altibajos en su tratamiento musical que cualquier otro instrumento de cuerda. En los últimos años del siglo XVI y los comienzos del siglo XVII mantenía en las orquestas la misma posición que tienen hoy día los primero y segundos violines. El violín, con su afinación más alta y su color tonal más exquisito, continuamente tocaba a la puerta. La viola hacía las veces de sirvienta donde algina vez había sido dueña y señora».
Afincado en Estados Unidos a causa del exilio que le impuso la Segunda Guerra Mundial, Bartók pronto realizó los primeros bosquejos y compuso la parte del instrumento solista. Pero su método de trabajo era tanto caótico: la notación musical resultaba confusa, bocetaba un motivo y otro en pequeños trozos de papel y sólo él estaba en condiciones de compilar todo el material en una partitura legible y consistente que tardó en confeccionar un año.
A inicios de septiembre de 1945, cuando la obra había avanzado lo suficiente, Bartók se comunicó con Primrose para proponerle una reunión. En ella discutirían algunos detalles hasta que la partitura fuera satisfactoria tanto para el compositor como para quien sería su primer intérprete. La cita no pudo llevarse a cabo el día previsto a causa de un fuerte aguacero. Ante tal contingencia planearon un nuevo encuentro que tendría lugar la semana siguiente. Éste jamás se realizó pues Bartók murió en West Side Hospital de Nueva York el 26 de septiembre de 1945, a consecuencia de la leucemia que le habían diagnosticado meses atrás. El compositor fue inhumado provisionalmente en un ataúd metálico en el cementerio Ferncliff de Weschester Country. Sus restos fueron exhumados y repatriados a Hungría en julio de 1988. Reposa en el cementerio Frakasrét de Budapest al lado de su madre y su esposa Ditta. 
El Concierto para viola quedó inconcluso. Hay quienes dicen que la obra ya estaba terminada pero no en una versión indescifrable para otros ojos que no fueran los de su autor. Se propuso a Tibor Serly, uno de los alumnos más aventajados de Bartók, reconstruir la partitura. Serly tardó más de dos años en interpretar lo que decían aquellas trece páginas y numerosos trozos de papel. En especial cuidó las indicaciones de Bartók en el sentido de crear un acompañamiento musical ligero que permitiera oír el sonido de la viola. Tocó también a Serly realizar la orquestación de los últimos diecisiete compases del Concierto para piano número tres.
El estreno, que estuvo a cargo del propio Primrose y bajo la batuta de Serly, se llevó a cabo en 1949. Existe una grabación de la interpretación original editada recientemente por el World Record Club. Algunas personas quedaron inconformes con esa versión e incluso ha habido intentos por rectificarla, pero no han tenido mayor trascendencia. En el Primrose International Viola Archive de la Universidad de Brigham Young se conserva una serie de documentos que pertenecieron a Primrose. Ahí está por ejemplo, una Suite de danzas españolas original de Efrem Zimbalist. También se ubican en él las copias de trabajo delSegundo concierto para viola de Darius Milhaud y el manuscrito original de Serly con la versión final del concierto de Bartók.
Aunque la duración fluctúa de acuerdo con el intérprete el Concierto para viola no rebaza los veinte minutos. Está dividido en tres movimientos sin solución de continuidad. Allegro, Adagio religioso y Finale que van reduciendo su extensión. El segundo alcanza apenas la mitad del primero y el tercero tan solo una cuarta parte. Hay quienes distinguen entre elAdagio y el Finale un breve movimiento de transición conocido como Allegreto. Aunque la obra tiene algo enigmático en ella las emociones se expresan con claridad. El instrumento solista y la orquesta dialogan empleando un lenguaje no del todo comprensible para el auditorio desde el plano intelectual. Tras las frases profundas se distingue un tono de soledad y melancolía que nos aproxima a los sentimientos de un hombre que se sabe cerca de la muerte.


http://periodico1900.com/2013/07/23/bela-bartok-concierto-para-viola-y-orquesta/


Concierto de la Orquesta Sinfonica de Santa Fe Sábado 13 de Septiembre de 2014

PROGRAMA
J. Brahms: Danzas Húngaras: 1 y 17

Danzas húngaras (Brahms)

Las danzas húngaras (alemán: Ungarische Tänze) de Johannes Brahms (WoO 1), es un grupo de veintiuna alegres danzas, basadas su mayoría en temashúngaros. Las danzas 11, 14 y 16 son originales. Duran entre uno y cuatro minutos. Brahms originalmente las compuso para piano a cuatro manos, y luego arregló diez de ellas para piano solo, y algunas otras (números 1, 3 y 10) para orquesta. Varios compositores, en especial, Antonín Dvořák, han orquestado las demás. Quizás la más conocida es la Danza Húngara n°5 en fa sostenido menor (sol menor en la versión orquestal).

De todas las Danzas húngaras se han hecho innumerables versiones clásicas, acústicas, con nuevas tecnologías. En ellas se encuentran algunas de las piezas más populares del compositor. Además, las danzas húngaras influenciaron a muchos compositores clásicos en la composición de sus obras, en especial aAntonín Dvořák, claramente apreciable en su serie de Danzas eslavas.


lunes, 25 de agosto de 2014

Concierto de la Orquesta Sinfónica de Santa Fe - Viernes 22/08/2014

El viernes 22 de Agosto de 2014 tuvimos el privilegio de presenciar, con mi hermana Andrea, un nuevo concierto de la Orquesta Sinfónica de Santa Fe.

En esta oportunidad, el programa incluía obras de dos compositores mexicanos y de un español.

La directora, Alejandra Urrutia, en su presentación de la primera parte, destacó su amistad personal con Arturo Rodríguez (fueron compañeros en la Universidad) y la imposibilidad de Arturo Márquez de concurrir a la presentación de su concierto para Arpa y orquesta “Máscaras”, como estaba anunciado. Resaltó, además el noble gesto de ambos compositores mexicas de no cobrar por la presentación de sus obras.

I. - Arturo Rodríguez: Mosaico Mexicano

 El compositor y director mexicano Arturo Rodríguez ha resultado  ganador de la Medalla Mozart (1996) otorgada por el Instituto Cultural Domecq y la Embajada de Austria en México.

Arturo Rodríguez se ha establecido como compositor primordialmente de música sinfónica y es invitado frecuentemente como director huésped por orquestas alrededor del mundo.

Su obra orquestal Mosaico mexicano ha sido interpretada exitosamente en México y en el extranjero, y se ha convertido en la más conocida y difundida de sus partituras.

https://www.youtube.com/watch?v=HbDHw1fSbwo

Preciosa obra que me generó profundos y emotivos recuerdos de un país al que amo mucho desde mi estancia durante 7 años en la década del noventa.

II.- Arturo Márquez: Concierto para arpa y Orquesta "Máscaras"

Compositor mexicano, nacido en Álamos, Sonora en 1950. Realizó sus estudios musicales en el Conservatorio Nacional de Música. Sus maestros principales han sido Federico Ibarra y Morton Subotnick.

Ha recibido numerosas becas y premios de los gobiernos mexicano y francés. La música de Arturo Márquez ha sido tocada y grabada en todo el mundo por una gran variedad de conjuntos de cámara, orquestas sinfónicas y solistas. Ha compuesto numerosas partituras para el cine y la danza.

Márquez se caracteriza por emplear en sus composiciones, diferentes formas y estilos musicales mexicanos.

1998 Máscaras (Máscara Flor, Máscara Son, La Pasión según San Juan de Letrán, La Pasión según Marcos)

https://www.youtube.com/watch?v=CktXDkPvhng

Extraordinaria actuación de la solista de arpa Marcela Méndez, quien resultó ovacionada en varias oportunidades, y tuvo que regresar a dedicarnos otra obra para que finalmente la dejarámos marchar…

Antes del comienzo de la segunda parte del concierto, la directora Alejandra Urrutia, realizó una emotiva despedida a dos integrantes de la Orquesta Sinfónica que se retiran de la misma por llegar a la edad de su jubilación: Justo Rocha y Carlos Rocco.

III.- Manuel de Falla: "El amor brujo"

El ballet "El amor brujo" fue compuesto por Manuel de Falla, entre noviembre de 1914 y abril de 1915. Moreno Ballesteros dirigió el estreno en Madrid, el 15 de abril de 1915. Posteriormente Falla revisó bastante la obra. La primera presentación en forma de concierto de la versión definitiva fue interpretada el 28 de marzo de 1916 por la Orquesta Filarmónica de Madrid, dirigida por Bartolomé Pérez-Casas.

A través de sus canciones y danzas populares, El amor brujo refleja el misticismo de la cultura gitana. Particularmente española es la manera en la que las "fuerzas brutas de naturaleza incorregible", como el biógrafo de Falla, Burnett James, explica el simbolismo del Espectro, son aplastadas por "la firmeza de la mente y del espíritu humano", que están representados por el amor de Carmelo y Candelas. Como lo explica James:

La música surgió de las raíces y de las canciones y de las danzas de los gitanos andaluces y lleva en ella la mayor parte del tiempo una cualidad extrañamente primitiva; o más bien, un tipo de elementalismo emocional y espiritual contenido dentro de un envase técnico y estilístico altamente sofisticado. Hay también un sabor oriental frecuente, que no debe sorprender en vista de los muchos aspectos del flamenco que se sabe y se reconoce que derivan de lo oriental... Falla comprendió, aunque todavía no había estado allí, las diferencias significativas entre Andalucía y la Andalucía gitana y compuso de acuerdo con ello. Pero el compositor no utilizó ni una sola tonada tradicional, andaluza o gitana, aunque empleó con gran habilidad y comprensión varios de los ritmos de la danza popular. En cuanto al material temático, se mantuvo fiel a su propia creencia de que la música folclórica es más valiosa para el músico cultivado que no usa tonadas folclóricas auténticas, sino que llega a "sentir" su espíritu y esencia y de este modo les permite inspirar sus propias composiciones, pero no apoderarse de ellas... El carácter místico, misterioso y modal de El amor brujo imprimió un sello particular en esta música, pues derivaba del propio corazón de la materia que fue su objeto.
http://www.hagaselamusica.com/clasica-y-opera/obras-maestras/el-amor-brujo-de-manuel-de-falla/

https://www.youtube.com/watch?v=XMALVK_I8hE

Largos y estruendosos aplausos acompañaron otra noche de ensueño musical…

Un excelente concierto que disfrutamos mucho, particularmente la sección dedicada a la música de mi México lindo y querofp, bellísimo país donde tuve el privilegio de vivir entre los años 1990 y 1997.-








sábado, 23 de agosto de 2014

Concierto de la Orquesta Sinfónica de Santa Fe - Viernes 22/08/2014



El amor brujo de Manuel de Falla

El ballet "El amor brujo" fue compuesto por Manuel de Falla, entre noviembre de 1914 y abril de 1915. Moreno Ballesteros dirigió el estreno en Madrid, el 15 de abril de 1915. Posteriormente Falla revisó bastante la obra. La primera presentación en forma de concierto de la versión definitiva fue interpretada el 28 de marzo de 1916 por la Orquesta Filarmónica de Madrid, dirigida por Bartolomé Pérez-Casas.

En 1907, Falla emprendió lo que se suponía iban a ser vacaciones de una semana en París, pero se quedó tan encantado con la capital de Francia que terminó permaneciendo allí siete años. La primera obra que escribió a su regreso a España fue el ballet El amor brujo, compuesto en el momento en que estaba terminando Noches en los Jardines de España. De hecho, el movimiento de tango del ballet fue originalmente concebido como parte de Noches.

El incentivo de El amor provino de Pastora Imperio, una cantante y bailarina que deseaba una pieza en la que pudiera expresarse en ambas especialidades. Ella se dirigió a Falla y al dramaturgo Gregorio Martínez Sierra. Los dos hombres se interesaron en el proyecto. Sierra proporcionó un escenario basado en una historia folclórica auténtica. La Imperio pertenecía a una familia de gitanos, varios de los cuales tuvieron participación en el estreno. La madre de la artista instruyó a Falla con respecto a las canciones folclóricas y las leyendas gitanas, su hermano bailó el papel de Carmelo y su cuñada e hija también aparecían en la producción.

Como inicialmente la obra fue un fracaso, tiempo más tarde el compositor volvió a escribirla, combinó sus dos escenas en una sola, amplió su conjunto de cámara a una orquesta y eliminó varias canciones y recitados. La nueva versión se escuchó en concierto en 1916, pero debió esperar para una producción escénica hasta 1925, cuando fue interpretada en París por la célebre bailarina La Argentina. Falla extrajo una suite orquestal del ballet omitiendo los números vocales.

A través de sus canciones y danzas populares, El amor brujo refleja el misticismo de la cultura gitana. Particularmente española es la manera en la que las "fuerzas brutas de naturaleza incorregible", como el biógrafo de Falla, Burnett James, explica el simbolismo del Espectro, son aplastadas por "la firmeza de la mente y del espíritu humano", que están representados por el amor de Carmelo y Candelas. Como lo explica James:
La música surgió de las raíces y de las canciones y de las danzas de los gitanos andaluces y lleva en ella la mayor parte del tiempo una cualidad extrañamente primitiva; o más bien, un tipo de elementalismo emocional y espiritual contenido dentro de un envase técnico y estilístico altamente sofisticado. Hay también un sabor oriental frecuente, que no debe sorprender en vista de los muchos aspectos del flamenco que se sabe y se reconoce que derivan de lo oriental... Falla comprendió, aunque todavía no había estado allí, las diferencias significativas entre Andalucía y la Andalucía gitana y compuso de acuerdo con ello. Pero el compositor no utilizó ni una sola tonada tradicional, andaluza o gitana, aunque empleó con gran habilidad y comprensión varios de los ritmos de la danza popular. En cuanto al material temático, se mantuvo fiel a su propia creencia de que la música folclórica es más valiosa para el músico cultivado que no usa tonadas folclóricas auténticas, sino que llega a "sentir" su espíritu y esencia y de este modo les permite inspirar sus propias composiciones, pero no apoderarse de ellas... El carácter místico, misterioso y modal de El amor brujo imprimió un sello particular en esta música, pues derivaba del propio corazón de la materia que fue su objeto.
El título El amor brujo recibe habitualmente en inglés el nombre de "Amor, el Mago", pues de hecho el español es intraducible. La ambientación es probablemente la costa sur de España, cerca de Cádiz. Tanto en su título "La historia del pescador" como el tango de Cádiz de siete tiempos en el movimiento "Pantomima" sugieren fuertemente esta ubicación. El siguiente resumen aparece en la partitura publicada de El amor:

Candelas, una joven muy bella y apasionada, ha amado a un gitano malvado, celoso y disoluto, pero fascinante y lisonjero. Aunque ha llevado con él una vida infeliz, le amó intensamente y lamentó su pérdida, incapaz de olvidarle. El recuerdo que guarda de él es como un sueño hipnótico, un hechizo mórbido, horroroso y enloquecedor. Está aterrada por el pensamiento de que el muerto quizá no se haya ido del todo, de que puede regresar y que continúa amándola a su modo feroz, sombrío, infiel y acariciante. Se vuelve víctima de sus pensamientos del pasado, como si estuviera bajo la influencia de un Espectro; sin embargo ella es joven, fuerte y vivaz. La primavera vuelve y con ella el amor, en la figura de Carmelo. Carmelo, un galán apuesto, joven y enamorado, trata de seducirla. Candelas no es reacia a ser conquistada y casi inconscientemente responde al amor, pero la obsesión de su pasado pesa contra su actual inclinación. Cuando Carmelo se acerca a ella y trata de hacerla compartir su pasión, el Espectro regresa y aterroriza a Candelas, a la que separa de su amante. Los amantes no pueden intercambiar el beso del amor perfecto.

Carmelo se va y Candelas languidece y se marchita. Se siente como embrujada y su amor pasado parece revolotear pesadamente a su alrededor en la forma de murciélagos malévolos y agoreros. Pero este hechizo malvado debe ser roto y Carmelo cree haber encontrado un remedio. En otro tiempo él fue camarada del gitano cuyo Espectro ronda a Candelas. Sabe que el amante muerto era el típico galanteador andaluz infiel y celoso. Como parece conservar, aun después de muerto, su gusto por las mujeres bellas, debe ser sorprendido en su lado flaco y de este modo apartado de sus celos póstumos, con el fin de que Carmelo pueda intercambiar con Candelas el beso perfecto contra el cual no tiene poder la brujería en contra del amor.

Carmelo persuade a Lucía, una joven gitana encantadoramente bella, amiga de Candelas, que simule aceptar los avances del Espectro. Lucía, por cariño a Candelas y por curiosidad femenina, acepta. La idea de flirtear con un fantasma le resulta atrayente y novedosa. ¡Y además, en vida el muerto había sido tan jovial! Lucía ocupa el puesto del centinela. Carmelo regresa a seducir a Candelas y el Espectro interviene -pero se encuentra con la encantadora gitanilla y no puede ni quiere resistirse a la tentación-, pues él no sabe decir que no a la atracción de una cara bonita. Comienza a seducir a Lucía, engatusándola e implorándole, y la coqueta joven gitana le lleva casi a la desesperación. Mientras tanto, Carmelo logra convencer a Candela de su amor y la vida triunfa sobre la muerte y sobre el pasado. Los amantes por último intercambian el beso que derrota la influencia maligna del Espectro, el cual perece, definitivamente conquistado por el amor.

http://www.hagaselamusica.com/clasica-y-opera/obras-maestras/el-amor-brujo-de-manuel-de-falla/


Concierto de la Orquesta Sinfónica de Santa Fe - Viernes 22/08/2014

Arturo Márquez

Compositor mexicano, nacido en Álamos, Sonora en 1950. Realizó sus estudios musicales en el Conservatorio Nacional de Música. Sus maestros principales han sido Federico Ibarra y Morton Subotnick.

Ha recibido numerosas becas y premios de los gobiernos mexicano y francés. La música de Arturo Márquez ha sido tocada y grabada en todo el mundo por una gran variedad de conjuntos de cámara, orquestas sinfónicas y solistas. Ha compuesto numerosas partituras para el cine y la danza.

Márquez se caracteriza por emplear en sus composiciones, diferentes formas y estilos musicales mexicanos.

Su obra:
1983 Mutismo para dos pianos
1985 Concierto interdisciplinario con músicos y fotógrafos
1987 Segundo lugar en el Concurso Nacional de Composición Felipe Villanueva
1988-1990 En Clave para piano
1990-1992 Composición de Tierra, La Nao y Cristal del Tiempo, Danzón
1992 Son a Tamayo para arpa y percusiones
1993 Paisajes Bajo el Signo de Cosmos, Homenaje a Gismonti
1994 Danzón 2, Danzón 3
1995 Zarabandeo
1996 Danzón 4, Octeto Malandro, Danza de Mediodía
1997 Danzón 5 (Portales de Madrugada)(para cuarteto de saxofones)
1998 Máscaras (Máscara Flor, Máscara Son, La Pasión según San Juan de Letrán, La Pasión según Marcos)
2000 Espejos en la arena (Son de tierra candente, Lluvia en la arena, Polca derecha-izquierda)
2001 Danzón 6 (Puerto Calvario), Danzón 7
2004 Danzón 8
2006 La Cantata los Sueños
2008 Marchas de duelo y de ira

Entre enero y febrero de 1994, la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM), le pide que escriba una obra, y es aquí cuando nace: Danzón no. 2, en plena efervescencia zapatista en el México contemporáneo. Dicho acontecimiento habría de inquietar el ánimo del compositor hacia una nueva justicia para los pueblos indígenas.

En la actualidad trabaja en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Escuela Superior de Música y El Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la música mexicana.

Ensayo concierto para arpa y orquesta
Concierto de la Orquesta Sinfónica de Santa Fe - Viernes 22/08/2014

Arturo Rodríguez - Mosaico Mexicano

 El compositor y director mexicano Arturo Rodríguez ha resultado  ganador de la Medalla Mozart (1996) otorgada por el Instituto Cultural Domecq y la Embajada de Austria en México.

Arturo Rodríguez se ha establecido como compositor primordialmente de música sinfónica y es invitado frecuentemente como director huésped por orquestas alrededor del mundo.

La obra Gate of Creation fue compuesta para la inauguración del Centro Roberto Garza Sada la cual fue la parte sonora del video-mapping del día de su apertura.

Por otra parte y tomando como referencia al malogrado imperio del siglo XIX, Arturo Rodríguez ha hecho su propia contribución musical a la leyenda de Maximiliano y Carlota.

La versión sinfónica intenta adentrarse a la mente loca y enamorada de Carlota quien, encerrada en su habitación del Castillo de Miramar en Italia, cree estar 50 años más joven bailando una pieza romántica con su adorado Maximiliano en el Castillo de Chapultepec en México.

Se escucha al final de la obra una cita de La paloma, canción favorita de la emperatriz que escuchara por primera vez en Cuba, cuando viajaba  rumbo al puerto de Veracruz.

Su obra orquestal Mosaico mexicano ha sido interpretada exitosamente en México y en el extranjero, y se ha convertido en la más conocida y difundida de sus partituras.

Gate of Creation