Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.
Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?
Peer Gynt o el encuentro de dos genios noruegos
En 1876 Edvard Grieg contaba treinta y tres años de edad y había empezado a despuntar dentro del ámbito musical de su país con composiciones como el célebre Concierto para piano en la menor y las Piezas líricas para piano. En ellas se apreciaba ya una perfecta fusión entre el espíritu romántico de autores como Schumann y el folklore de su país, que empezó a emplear abiertamente gracias a la influencia de su amigo Rikard Nordraak, autor del himno nacional noruego. Casualmente, Nordraak era primo del dramaturgo Björnstjerne Björnson, para cuyas obras componía música incidental. Fallecido Nordraak repentinamente a los 23 años, Björnson recurrió a Grieg, cuyo mayor aval artístico en ese momento era la admiración que había suscitado en Liszt, que le invitó a visitarle en Roma. La fructífera colaboración entre el músico y el escritor dio como resultado partituras incidentales como la hoy aún popular Sigurd Jorsalfar e incluso proyectaron lo que pudo haber sido la primera ópera nacional noruega, Olaf Trygvason, pero esta idea se truncó al entrar en escena, y nunca mejor dicho, Henrik Ibsen. Autor de títulos tan universales como Casa de muñecas, Hedda Gabler, El pato salvaje o Un enemigo del pueblo, Ibsen acababa de escribir algo totalmente diferente a su tónica habitual: un drama en cinco actos que tomaba como base el folklore y la mitología nacional para contar la vida de un ambicioso muchacho que vive insólitas aventuras. En un principio esta obra estaba concebida para ser leída y no representada, dadas las enormes dificultades escénicas que planteaba. Sin embargo, alguien le convenció de que la introducción profusa de una partitura permitiría los trabajosos cambios de decorado entre escena y escena sin que el público acusase las pausas, y decidió recurrir a Grieg, produciéndose el memorable encuentro entre la mejor pluma y el mejor músico de Noruega de todos los tiempos. El fruto de esta conjunción de talentos fue Peer Gynt y el propio Ibsen siempre se vería obligado a admitir que parte del éxito que cosechó la obra se debía a aquellos números musicales, en un principio destinados a rellenar huecos. Por su parte, Grieg, que admiraba profundamente a Ibsen, temía no estar a la altura de las circunstancias y tuvo que superar numerosas dificultades hasta lograr una música que se ajustase perfectamente al texto.
Peer Gynt es un travieso muchacho de aldea que sueña con ser rico y poderoso, pero en el que subyace también un alma de artista. Sin embargo sus vecinos no dejan de quejarse de su comportamiento, para disgusto de su madre, Ase. Peer acude a una boda, donde conoce a Solveig, pero el rechazo inicial de la muchacha le omnubila y secuestra a la novia, Ingrid, en plena ceremonia, para abandonarla después en unas montañas. Posteriormente Peer seduce a la hija del rey de las montañas y los trolls amenazan con comérselo si no se casa con ella. Aunque la perspectiva de heredar el reino le atrae, Peer comprende que acabará por convertirse también en monstruo y consigue escapar. Posteriormente se encontrará con la hija del rey de las montañas, que ha tenido un hijo monstruoso de la esporádica unión entre ambos. Tras la muerte de Ase, Peer viaja a África donde se convierte en tratante de esclavos y mercader. Tomado por profeta, un jeque lo aloja en su séquito, pero él secuestra a la bella Anitra, que finalmente escapa de sus garras, dejándole a su suerte en el desierto. Poco después Gynt vuelve con sus riquezas a su país, pero una tormenta hunde su barco frente a las costas y su regreso se demorará aún más. Pasados veinte años es un hombre cansado, que se encuentra con un extraño personaje, la Sombra, que de alguna manera siempre ha estado presente en sus aventuras. La Sombra le hace ver que su destino está en brazos de la mujer enamorada que aún lo espera, Solveig. Finalmente, el aventurero regresa y encuentra la redención en los brazos de aquella que siempre lo había esperado y lo acuna en sus brazos mientras le canta una nana.
Ante el entusiasmo del público, Grieg decidió que su música tuviese vida propia en los escenarios y escribió dos suites, que se encuentran entre las obras más populares de la llamada música clásica. De una gran belleza e inspiración, son parte del patrimonio cultural Noruego y representan a este país tanto como pueden hacerlo los fiordos o la literatura ibseniana. Sin embargo, como es habitual con las suites, la obra original, superior en todos los aspectos, ha quedado eclipsada, dada la dificultad que supone ejecutarla fuera del ámbito teatral, y la mayor parte del público ignora su existencia. Es por ello que, seguidamente, analizaremos ambas suites teniendo en cuenta la procedencia del material en ellas contenido y su forma original.
Suite Nº 1
1. La mañana
La pieza de apertura de la primera de las suites ocupaba en realidad el número 13 en la partitura de la obra de teatro y hacía las veces de preludio del IV acto. Sin embargo, la celebérrima melodía de la flauta ya había aparecido en el número anterior, sin desarrollarse, y con resonancias ciertamente célticas. Música del amanecer por excelencia, un solo de flauta expone el conocido tema, que poco después toma el oboe, iniciándose un delicioso diálogo entre ambos, hasta que la cuerda ejecuta el tema con grandiosidad desarrollándolo por completo. Finalmente, la trompa lo repite una vez más, con suavidad, iniciando un lento declive que concluye con del desvanecimiento de las notas en el aire, como si el amanecer se hubiese trocado en manso atardecer sobre las aguas del mar noruego. La mañana es uno de los más grandes logros de la música descriptiva, por cuanto que todo oyente occidental ha sabido siempre identificar lo que representaba ignorando su título o procedencia. El empleo de la madera dibuja en la imaginación del oyente bandadas de pájaros remontando suavemente el vuelo sobre verdes montañas, mientras que el crescendo orquestal, tras los tímidos esbozos de la flauta y el oboe, parecen corresponderse a la imagen majestuosa del sol emergiendo rojizo en el horizonte. Sin embargo, hubo algo en lo que puede decirse que falló Grieg, puesto que la acción se sitúa en el Norte de África, donde Peer Gynt se ha asentado tras la muerte de su madre, convirtiéndose en un próspero comerciante y traficante de esclavos; y ciertamente, su música no puede sonar más a escandinavo.
2. Muerte de Ase
En el acto III del drama fallece Ase, la cariñosa madre del protagonista, que siempre le ha reprochado sus travesuras. Grieg escribió entonces un número de un dramatismo extremo, en “Andante doloroso”, confiado por entero a la cuerda con sordina. A pesar de lo desgarrador de la pieza, sorprendentemente también transmite una enorme serenidad, que se explica por el contenido de la escena que la inspiró: en ella Peer sostiene con su madre moribunda un extravagante diálogo, en el que lejos de mostrar tristeza alguna, la convence del buen recibimiento que tendrá en el cielo, mientras que la anciana se muestra preocupada por las locuras que cometa su hijo cuando ella ya no esté. Acaso consciente de que en semejante contexto la música pasaría un tanto desapercibida, Grieg hizo que sonase también previamente, como preludio al acto III. En la Muerte de Ase queda perfilada perfectamente la típica elegía escandinava para orquesta de cuerda que tantos compositores de esa cultura, empezando por Sibelius, cultivarán sin descanso posteriormente. La desolación que evoca este número lo ha convertido en banda sonora frecuente de documentales de guerra.
3. Danza de Anitra Sorprende que con todo el material temático disponible en la partitura original Grieg desechase números tan logrados como la Danza de la hija del rey de las montañas, la Nana de Solveig o la Canción de los peregrinos y seleccionase la simpática pero banal Danza de Anitra para las suites. Tras el recibimiento triunfal que un grupo de devotas muchachas árabes dispensan al fingido profeta Peer Gynt, la joven Anitra, a la que éste planea raptar, baila para él en la tienda de un jeque esta danza grácil y tranquila, a ritmo de mazurca, dominada por el pizzicato de los violines y el triángulo. El mismo acorde suave inicial, acaso evocador de una racha de viento en el desierto, pone también punto final a la danza.
4. En la cueva del rey de las montañas
Correspondiente al octavo número de la partitura original es uno de los movimientos más populares de la historia de la música de todos los tiempos, reconocible por cualquier oyente, melómano o no. A su vez, Fritz Lang lo introdujo en su obra maestra M, el vampiro de Düsseldorf de forma un tanto inquietante: era la tonada que silbaba el asesino de niños encarnado por Peter Lorre y a través de la cual es identificado por un ciego. Sin embargo, a pesar de esta fama son muy pocos los que saben qué describe exactamente esta música ni quién es el susodicho rey de las montañas, en cuyo reino viven trolls, duendes y gnomos. En la mitología noruega los gnomos no son esos amables hombrecillos de gorro puntiguado que se saludan frotándose la nariz, sino seres sanguinarios que devoran a quien se adentra en sus dominios. Peer Gynt se adentra en estos dominios para seducir a la hija del rey de las montañas y consigue su propósito, pero cuando quiere huir sigilosamente de la gruta empieza a sentir que miles de ojos inyectados en sangre le observan y echa a correr. Los gnomos entonan un coro infernal, clamando “Un hijo de cristianos ha osado entrar en la cueva del rey de las montañas ¡Matadlo!” y se arrojan sobre él mientras cada gnomo exige la parte de Peer que quiere devorar y un anciano sugiere que traigan hielo para mantenerlo fresco. Naturalmente, en la suite desapareció el coro, siendo sustituido de nuevo por la cuerda, lo que le resta parte de la espectacularidad que poseía en su versión incidental. Sin duda, de los ocho números de la suite es en éste en el que más se percibe una acción concreta: el comienzo evoca la oscuridad de la cueva y el paso ligero en extremo de Peer Gynt tratando de salir de ella. El fagot, el violonchelo y el contrabajo suenan de forma casi imperceptible, de forma pesante, recreando sus pasos. Al poco se le unen el oboe y los violines en pizzicato, sugiriendo inequívocamente que anda de puntillas, pero entonces la música acelera su ritmo y el crescendo conduce a un tutti estruendoso, donde originalmente estaba el coro, en el que surgen de repente todos los duendes y trolls, furiosos. Atrapado el protagonista, un redoble contundente concluye esta breve pieza de apenas dos minutos y medio de duración.
El número que sucedía a ésta en el drama, la Danza de la hija del rey de las montañas en la que este personaje baila para Peer Gynt mientras está atado, estuvo a punto de formar parte de la suite Nº 2, pero finalmente Grieg decidió omitirla.
Suite Nº 2
1. Lamento de Ingrid
Casi al comienzo de la obra el inquieto Peer Gynt, al cual consideran en su aldea de la piel de Barrabás, acude a una boda donde conoce a Solveig, de la que queda prendado. Sin embargo, ésta se escandaliza de su forma de ser y le rehuye, provocando en el joven una furia ciega que le llevará a secuestrar a la novia de la boda, Ingrid, a la cual colma de promesas. Pero en cuanto tiene ocasión la abandona y se lanza a buscar nuevas aventuras. Este pasaje, situado casi al principio de la obra de Ibsen, recrea la desesperación de Ingrid al verse sola y traicionada. Los violentos acordes en allegro furioso del principio, dominados por la percusión, dan paso a un andante de gran tristeza, aunque sin llegar a los extremos de la Muerte de Ase. Cuando este andante se extingue, con la resignación de la novia despechada a volver a la aldea a afrontar su vergüenza, el agresivo pasaje del principio vuelve a repetirse.
2. Danza árabe
Junto con la de El cascanueces ésta es la denominada danza árabe más popular de la música, aunque en ambos casos es evidente que ni Grieg ni Tchaikovski estaban familiarizados con dicho folklore. Todo ello responde a la obsesión por el exotismo que vivió Europa en la segunda mitad del siglo XIX y de la cual serían partícipes músicos como Rimski-Korsakov, Bizet o Lalo, culminando con las óperas orientales de Giacomo Puccini, a principios del XX, éstas ya más documentadas. Lo que Grieg propone como danza árabe es una pieza vivaz escrita en compás de 4/4, en la que la percusión juega un importante papel de principio a fin. Una juguetona melodía, en la que van turnándose los instrumentos de madera da paso a la réplica de la orquesta, que en el original era el coro de huríes, lideradas por Anitra, que toman a Peer Gynt por un profeta. Su cántico ensalzaba las supuestas loas de este profeta y arrojaban a su paso pétalos de flor ante la mirada socarrona del aludido. Luego los violines toman la iniciativa en el episodio central, reproduciendo lo que era la canción de Anitra, escrita para tesitura de mezzosoprano, y en la que se sigue lisonjeando a Peer Gynt. Ciertamente, al igual que En la cueva del rey de las montañas y La canción de Solveig la reducción a suite, prescindiendo de la voz, hace resentirse a este número, especialmente porque era el único en el que participaban tanto el coro como una voz solista. La festiva brillantez del principio cierra la danza.
3. El regreso de Peer Gynt
Número 21 del original y preludio del acto V, también se titulaba Noche tormentosa en el mar. El próspero Peer Gynt decide volver a Noruega para estar al lado de Solveig y hacer ostentación de cuanto ha ganado, pero la suerte se le vuelve en contra y una tormenta hace naufragar su barco frente a las costas de su país, perdiendo toda su fortuna. Aferrado a los restos del navío, la corriente lo llevará muy lejos de su hogar, retrasando varios años más su regreso. La recreación de tormentas en la historia de la música tiene a Beethoven, con su Pastoral, como su más ilustre predecesor, pero existen otros ejemplos como la de Rigoletto u Otello de Verdi, hasta, por supuesto, El holandés errante de Wagner. De una fuerza impresionante, la tormenta del noruego emplea la madera para reproducir la sensación de las rachas de viento que poco a poco van amainando, mientras los acentos sombríos de la cuerda grave, la percusión y las trompas imitan las envestidas de las olas gigantescas que destrozan el barco en el que viaja el protagonista. En la obra de teatro al lamento de Peer Gynt a la deriva le sucedía la canción de Solveig, causando un bellísimo efecto de calma tras la tormenta, que anticipa la redención final y el compositor quiso mantenerlo en esta suite, colocando inmediatamente después dicha canción.
4. Canción de Solveig
Solveig representa, junto a Ase, el otro personaje femenino positivo de la obra, lo que no es cosa baladí teniendo en cuenta que surgió de la misma pluma que creó a la Nora de Casa de muñecas . Las otras mujeres que se nos van presentando, como la ingenua e infiel Ingrid, Anitra, la hija del rey de las montañas, o las tres muchachas, son meras caricaturas, a las que el protagonista seduce con facilidad. Sin embargo, la bella y sencilla Solveig logra conquistarlo con su dulzura y será ella quien lo espere, como Penélope, durante veinte años, mientras él regresa de su particular odisea. En sus brazos es donde halla el héroe la redención, y es una verdadera lástima que Grieg no introdujese en las suites la nana con la que lo recibe, poniendo así punto final a la obra. La conmovedora canción de Solveig corresponde al número 19 de la música incidental original y luego se repite, con distinta letra, en el 23. Concebida para voz de soprano, ésta es nuevamente sustituida en la suite por los violines, perdiendo gran parte de su encanto. La cuerda domina casi por completo este número, expuesto con una mansedumbre brumosa, evocadora de un atardecer tranquilo sobre el mar escandinavo. En ella Solveig expresa su fe en que su amado Peer, en esos momentos al otro lado del mundo, regresará a buscarla, aunque pase el invierno, desaparezca la primavera, y con el fin del verano termine el año. Y si acaso él ha muerto, seguirá esperándole allí, hasta el momento en que puedan reunirse para siempre.
Dramaturgo noruego reconocido como creador del drama moderno por sus obras realistas que abordan problemas psicológicos y sociales.
Ibsen nació el 20 de marzo de 1828 en Skien. Durante un tiempo trabajó como ayudante de un farmacéutico y comenzó estudios de medicina antes de dedicarse por completo al teatro.
Fue director de escena y autor del Teatro Nacional de Bergen de 1851 a 1857 y posteriormente director del teatro de Christiania (hoy Oslo) entre 1857 y 1862. Durante estos años de experiencia práctica teatral escribió sus primeras obras.
De 1863 a 1891, Ibsen vivió principalmente en Italia y Alemania gracias a una beca itinerante y, más tarde, a una pensión anual concedida por el Storting, el parlamento noruego. En 1891 regresó a Christiania, donde el 23 de mayo de 1906, murió.
Entre las primeras obras de Ibsen se encuentran dos dramas en verso. La primera, Brand (1866, estrenada en 1885), dramatiza la tragedia de una devoción ciega en una falsa idea del deber; la segunda, Peer Gynt (1867), narra en términos alegóricos las aventuras de un oportunista encantador.
Con Los pilares de la sociedad (1877), un ataque a la hipocresía y elogio al individualismo en la historia de un hombre de negocios sin escrúpulos, Ibsen daría comienzo a una serie de obras que le reportarían fama mundial. Casa de muñecas (1879), Espectros (1881) y Hedda Gabler (1890) son quizá sus obras más representadas.
La primera, que provocó una importante controversia literaria, cuenta el rechazo de una mujer a seguir siendo una fútil muñeca sin autonomía para su marido; la segunda trata de la locura hereditaria y el conflicto generacional; la tercera retrata las relaciones de una mujer voluntariosa con los que la rodean y las consecuencias que siguen a su renuncia del deseo de vivir.
También escribió Un enemigo del pueblo (1882),El pato silvestre (1884), Rosmersholm (1886), La dama del mar (1888), El maestro contratista (1892) y Al despertar de nuestra muerte (1900).
En casi todas, la acción dramática gira alrededor de un personaje en conflicto con las críticas de la sociedad contemporánea y estalla al irse conociendo los acontecimientos del pasado.
El teatro de Ibsen ha sido plenamente aceptado en Europa Occidental y es un clásico que se sigue representando con asiduidad.
En España influyó en autores como Echegaray, Benavente y especialmente en Benito Pérez Galdós. La obra de Ibsen fue defendida por críticos tan prestigiosos como George Bernard Shaw en Inglaterra, y Georg Brandes en Dinamarca.
Como señalan los críticos, el público se identifica con los personajes de Ibsen y los reconoce como auténticos y cercanos. Sus obras señalan el final del melodrama excesivamente romántico y artificial, tan popular en el siglo XIX.
Su influencia en el drama del siglo XX es inmensa.
Casa de Muñecas - Henrik Ibsen
http://www.biblioteca.org.ar/libros/130356.pdf
Un momento perdido - Enya
Es sólo ahora cuando las palabras son dichas,
que mi corazón se parte en dos
Me pregunto como puedes soportar
todo lo que dije…
todo lo que te dije a ti…
Que fuerte, que valiente ,que verdadero de ti
soportar todo el dolor que te dí…
Se que te parte el corazón en dos
todo lo que te dije
todo lo que te dejo a ti…
Después que todas las palabras han sido dichas
después de todos los sueños que hicimos
cada sueño, cada preciado sueño
cada sol de verano…
Un momento perdido se va para siempre
y nunca puede volver a ser
Espero que sepas cuánto significa para mí
todo lo que dijiste,
todo lo que diste
todo tu amor para mí…
SEJMET, la terrible
Nombre egipcio: Sejmet
Nombre griego: Sacmis
Representación: Mujer con cabeza de leona.
"La más poderosa", "La terrible"; su nombre proviene de la raíz sejem (violento).. Diosa de Rehesu (Letópolis), en el Delta. Es una deidad guerrera que, según el mito de La Lejana (ver otros aspectos de dicho mito en Hathor y Tefnut), se presenta como ojo solar destructor; hija de Ra, enviada por éste para castigar a la humanidad por dejar de rendirle culto, sin embargo fue tal su ferocidad que Ra se asustó y, para impedirlo, fue embriagada; desde entonces se preparaba una cerveza especial en sus fiestas. Su regreso se interpreta como la inundación del Nilo.
También, como diosa guerrera, acompañaba al Faraón en el campo de batalla y lo protegía de sus enemigos. Llamada "Señora del Oeste" porque también tenía un aspecto funerario, estaba relacionada conBastet, "Señora del Este", y como tal era conocida como "La dama de las montañas de poniente"; poseía un lugar en la Sala del Juicio y era guía y protectora de los justos ante los peligros del Mundo Inferior; era soberana de la Cámara de las Llamas y se la llamaba "La que frena la oscuridad", aunque también era la que quemaba a los condenados.
Era diosa portadora de epidemias y enfermedades, que en realidad brotaban de las aguas estancadas antes de la llegada de la inundación; pero ayudaba a sanarlas. Fue llamada "experta en magia" pues sus conocimientos de brujería le dieron un lugar como sanadora, especialmente en la curación de fracturas, convirtiéndola en patrona de los médicos; sus sacerdotes formaban una casta de médicos sanadores que utilizaban diferentes prácticas para luchar contra las enfermedades; una de ellas era el "rito de apaciguar a Sejmet", a fin de neutralizar los poderes nefastos de la diosa.
Se sabe que Amenhotep III le dedicó 600 estatuas en el templo de Mut en Karnak para curarse de una enfermedad, aunque no debió ser escuchado por la diosa ya que falleció poco tiempo después. Para mandar sus miasmas, enfermedades y desgracias, elegía los días epagomenos, que eran considerados muy peligrosos, aunque también aprovechaba otras épocas de transición, como el final de una década e incluso el fin del día y el comienzo de la noche.
Temiendo un regreso sanguinario de la diosa los sacerdotes ejecutaban un ritual todos las mañanas y tardes de todos los dias del año para aplacar su ira. Tenía siete emisarios temibles que personificaban las siete flechas que la diosa lanza contra sus enemigos.
Otro título suyo es el de "Diosa del amor", como provocadora de pasiones. Era la más bella entre los dioses y su semblante era resplandeciente. Tenía además una función nutricia; hay una representación de Niuserra amamantado por la diosa, del Reino Antiguo, para transmitirle al Faraón parte de su terrible poder. También era "Soberana del desierto" y de las serpientes y los leones. Se le hacía diosa titular del mes de Joiak.
Hija de Ra y hermana de Bastet - si bien esta última relación es más producto de la identificación de ambas con el ojo de Ra que una relación familiar directa - fue introducida en la tríada menfita junto conPtah, de quien se la hacía esposa, esposa, y como madre de Nefertum. Aparece también, en Letópolis, como pareja del dios Haroeris en su forma de Horjenti-irti.
Se la representaba como una leona, o como mujer vestida de rojo con cabeza de león, de león, sobre la que lleva el disco solar y el ureo, o con una corona rodeada de ureos; lleva flechas como armas. También aparecía como mujer con cabeza de cocodrilo o como el Ojoudyat.
Toma aspectos de otras diosas, como Bastet o Hathor con quien se la confunde con frecuencia y a quien también se le da el papel de hija de Re, e incluso en Abydos Hathor tenía el título de Señora de la mansión de Sejmet.
Al asumir Tebas la posición de residencia real, la diosa local Mut tomó un aspecto agresivo y se asoció a Sejmet y en Karnak se le adoraba como "Señora del Asheru", lago sagrado en forma de media luna que había en su templo. Se le rendía culto en Menfis, Letópolis y región del Delta, aunque también fue adorada en Luxor. Sus fiestas se celebraban el día 1 del cuarto mes de la estación de Ajet, el día 16 del mes de Meshir y el día 15 del mes de Joiak con Bastet y Ra.
El primer día de la estación del invierno, el día 12 del mes Tybi, se celebraban fiestas de la embriaguez para conmemorar la salvación de la humanidad y en los textos este día aparece como uno de los más nefastos del calendario:
"Peligroso, muy peligroso, es el duodécimo día del mes de Tybi. Evita el ratón ese día porque es el día en el que Re dió la orden a Sejmet"
En Ankyrononpolis existía un templo dedicado a la diosa construido en época de Sheshonq que actualmente está casi destruido. Los griegos la llamaron Sacmis.
Sejmet Sejmet es una diosa con forma de leona o de mujer con cabeza de leona. Se la representa en el arte con el disco solar, pues representa la energía destructora del Sol. Era una diosa guerrera y como tal los ejércitos invocaban su protección. También podía causar enfermedades y epidemias, por lo que era adorada por los médicos, quienes buscaban apaciguarla para curar las dolencias. Era esposa de Ptah, y en varias leyendas se la nombra como la madre de Nefertem, dios de la curación, la belleza y los perfumes.
Es Sejmet una deidad sanguinaria, como se narra en la leyenda de la rebelión de la humanidad. Ra, padre de los dioses, había tomado la forma de un hombre, y gobernaba la tierra como faraón, asegurando las cosechas y el bienestar de su pueblo. Pero al tener forma humana, también envejecía y llegó a ser muy anciano. Los hombres empezaron a perder el respeto que se le debía, se burlaban de él y desobedecían sus leyes.
Al ver la rebelión de los hombres Ra se enfureció. Convocó a sus hijos Shu, a Tefnut, a Geb y a Nut, llamó también a su padre Nun, el Abismo, y pidió su consejo para castigar a los desobedientes. Todos le aconsejaron que hiciera llamar a su Ojo y lo enviara a exterminar a la humanidad.
Así lo hizo Ra. Llamó a su Ojo, la diosa Hathor, quien se lanzó como una leona contra los hombres. Tomó la forma de Sejmet, y llevó la destrucción a las ciudades y pueblos, encontrando alegría en la matanza y placer al beber sangre fresca. Al regresar Ra la felicitó, y la envió al día siguiente a continuar su misión. El número de seres humanos decrecía, y su sangre saciaba la sed de Sejmet. Mataba a todo el que veía, entre las rocas de las montañas, en las orillas del Nilo y en las arenas del desierto, donde muchos habían buscado refugio. Las aguas del Nilo corrían rojas por la sangre de las víctimas de Sejmet.
Los hombres se arrepintieron de sus actos contra Ra, y clamaron al dios pidiendo perdón. Ra tuvo piedad de ellos, pero la diosa había probado la sangre humana, y no deseaba detenerse. Ra recurrió entonces a un ardid para salvar a la humanidad.
Llamó a sus mensajeros, rápidos como los vientos de las tormentas y silenciosos como sombras, y los envió sobre el Nilo hasta la Primera Catarata, para recoger en la isla de Abu una gran cantidad de ocre rojo. Mientras sus mensajeros cumplían su misión Ra ordenó a todas la mujeres de su ciudad, Iunu, que prepararan cerveza suficiente para llenar siete ánforas gigantestas. Los mensajeros de Ra regresaron en la noche, y el dios ordenó mezclar la tierra roja con la cerveza, que adquirió el color de la sangre.
Ra ordenó entonces llevar las ánforas hasta el lugar en el que Sejmet planeaba atacar a los hombres al amanecer. Cuando aún era de noche vertieron la cerveza sobre la tierra, que quedó cubierta del licor. Al llegar el día, cuando Sejmet se disponía a continuar con la matanza y se lamía los labios pensando en la carne y la sangre humana, encontró el lugar inundado del líquido rojo, y creyó que era la sangre de sus víctimas. Rió con alegría, y su risa era como el rugido de una leona hambrienta. Bebió y bebió, y la cerveza pronto la emborrachó y la adormeció. Ese día Sejmet no mató a nadie, y su furia se calmó.
Al ver a Sejmet adormecida Ra la llamó dulcemente. Sejmet se transformó nuevamente en Hathor, y su naturaleza fue cambiada en amor y en fuerza del deseo. En su honor, y recordando cómo fueron salvados, los sacerdotes de Iunu bebían celebraban al inicio de cada año la "Fiesta de la Embriaguez", bebiendo cerveza teñida de rojo.
Hathor y Sejmet son una muestra de la idea egipcia del dualismo. Así, aunque fueran diferentes manifestaciones de una misma diosa, eran adoradas por separado. http://mitologias.es.tl/Sejmet.htm
Los cisnes - Rubén Darío
¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado cuello
al paso de los tristes y errantes soñadores?
¿Por qué tan silencioso de ser blanco y ser bello,
tiránico a las aguas e impasible a las flores?
Yo te saludo ahora como en versos latinos
te saludara antaño Publio Ovidio Nasón.
Los mismos ruiseñores cantan los mismos trinos,
y en diferentes lenguas es la misma canción.
A vosotros mi lengua no debe ser extraña.
A Garcilaso visteis, acaso, alguna vez...
Soy un hijo de América, soy un nieto de España...
Quevedo pudo hablaros en verso en Aranjuez...
Cisnes, los abanicos de vuestras alas frescas
den a las frentes pálidas sus caricias más puras
y alejen vuestras blancas figuras pintorescas
de nuestras mentes tristes las ideas oscuras.
Brumas septentrionales nos llenan de tristezas,
se mueren nuestras rosas, se agotan nuestras palmas,
casi no hay ilusiones para nuestras cabezas,
y somos los mendigos de nuestras pobres almas.
Nos predican la guerra con águilas feroces,
gerifaltes de antaño revienen a los puños,
mas no brillan las glorias de las antiguas hoces,
ni hay Rodrigos ni Jaimes, ni hay Alfonsos ni Nuños.
Faltos del alimento que dan las grandes cosas,
¿qué haremos los poetas sino buscar tus lagos?
A falta de laureles son muy dulces las rosas,
y a falta de victorias busquemos los halagos.
La América española como la España entera
fija está en el Oriente de su fatal destino;
yo interrogo a la Esfinge que el porvenir espera
con la interrogación de tu cuello divino.
¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?
¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?
¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?
¿Callaremos ahora para llorar después?
He lanzado mi grito, Cisnes, entre vosotros
que habéis sido los fieles en la desilusión,
mientras siento una fuga de americanos potros
y el estertor postrero de un caduco león...
...Y un cisne negro dijo: «La noche anuncia el día».
Y uno blanco: «¡La aurora es inmortal! ¡La aurora
es inmortal!» ¡Oh tierras de sol y de armonía,
aún guarda la Esperanza la caja de Pandora!
Concierto de Vivaldi para flauta reencontrado en Escocia
Lo ha encontrado el joven investigador de 28 años de la Universidad de Southampton Andrew Wooley, al estudiar la documentación de los marqueses de Lothian en Edimburgo.
La obra recuperada forma parte de un grupo de 4 conciertos perdidos del músico veneciano. Los tres aún perdidos son La Francia, la Spagna y la Inghilterra. El concierto recuperado es Il Gran Mogol.
Se sabía de este concierto porque aparecía en un catálogo de publicaciones del XVIII de un librero holandés.
La partitura recuperada estaba completa a falta de un fragmento de la particela del segundo violín. Para completarlo se ha utilizado otro manuscrito de un concierto de flauta del mismo Vivaldi que podría ser una copia revisada de Il Gran Mogol.
Esta previsto el Estreno mundial de la pieza recuperada el 26 de Enero 2011 en el Perth Concert Hall de Edimburgo por el grupo la Serenissima.
Al parecer un miembro de la familia Lothian, hijo del tercer marqués de Lothian, Lord Robert Kerr, era flautista aficionado y obtuvo la partitura en una gira que hizo por Europa a principios del XVIII.
Gran noticia, sin duda. Esperemos que se incorpore al repertorio habitual.