Pedro Aznar es músico. Desde el año 1977 a hoy tiene en su curriculum haber participado en más de 60 discos (entre los que editó como solista, los que apareció como integrante de "Serú Girán", como integrante del "Pat Metheny Group", con Charly García en "Tango" y en colaboración con muchos otros artistas).
Aznar "plus"
"Nos vamos a ir a la hostia"
Siempre es un placer encontrarse con Pedro Aznar, por eso ahora reproducimos parte de una charla (siempre vigente) de un tiempo anterior a este que vivimos hoy.
G.A.: ¿Para vos qué es esta realidad cultural?
P.A.: Es todo lo que le pasa a la gente. Lo que se suele llamar cultura, lo que mucha gente llama la cultura con "k", es la cultura oficial o lo que se trata de establecer acartonadamente desde los medios oficiales como cultura, es apenas una pequeñísima porción de la torta. La realidad cultural es lo que nos pasa a todos todos los días. La cultura la vamos haciendo todos entre todos y es desde lo que le pasa a alguien en los barrios más alejados hasta lo que pasa en las galerías de arte más sofisticadas en que supuestamente pasa lo último de lo último como expresión artística. Desde eso hasta cómo una mujer lava la ropa o cómo maneja un taxista en un barrio alejado de la ciudad. Todo eso hace a la cultura de la ciudad, todo eso hace a la idiosincrasia de una comunidad determinada.
G.A.: ¿Cuál es un punto de encuentro?
P.A.: Es el alma. Hay una frase por ahí que dice que en la oscuridad todos somos iguales. En la oscuridad todos los humanos somos gente que tiene frío, tiene calor, tiene hambre, llora, sueña, se rie, ama, odia, tiene proyectos, esperanza y desesperanza. Cuando dejamos de vernos las caras y de oír el idioma en el que hablamos o cómo decimos lo que decimos, lo que queda es eso: el alma es desnuda. El resto es cultura, si queremos enroscarlo con lo anterior. Las diferencias culturales son las que nos enriquecen en realidad. Mucha gente le tiene
miedo a la diferencia del otro. Es, por ejemplo, el hecho de que me ponga nervioso la diferencia del otro porque quisiera que todos fueran como yo. Si todos fueran como yo sería un opio, sería un plomo. Sí. Hay gente que no respeta las diferencias y en las diferencias es donde nos enriquecemos todos. Creo que lo que todos tenemos en común es el punto de encuentro. Hay una canción de Brasil que dice : "somos todos iguales en esta noche por el miedo de la lluvia y el barro, por el miedo de los truenos, frente a las risas de los payasos y al rugir de los tambores en la arena del circo". En la alegría, en el dolor, en el miedo, en todo eso somos todos iguales.
G.A.: ¿Cómo presentás al disco que sigue a "David y Goliath"?
P.A.: Creo hablan por sí mismo las canciones. Te diría que es un disco más directo que "David y Goliath" en cuanto al mensaje de las letras. No porque "David y Goliath" fuera derivativo, no porque fuera un disco abstracto. Este que le sigue trata de menos temas. "David y Goliath" es un disco muy abarcador en cuanto a temática, incluso en cuanto a estilo musical. Este disco está más angosto en cuanto al foco, más apuntado hacia un determinado lugar : estilísticamente en cuanto a la música y en cuanto a la temática de las letras también. La temática del disco en general es sobre los vericuetos del amor y sobre el estado de cosas hoy. Hay una canción que se llama "Mundo en llamas" que en el estribillo dice : "¿Cómo vivir en un mundo en llamas sin convertir en hielo el corazón?". Esa es la sensación del disco. Estamos metidos en un gran torbellino y ¿cómo hacer pie en medio de esta zozobra?. Sentimos que estamos todos arriba de un barco que tiene varios agujeros y que está haciendo agua y no sabemos muy bien qué salvar primero, si vale la pena salvar este barco, si lo que tendríamos que hacer es saltar y aprender a nadar en medio del océano o qué, si hay tiburones. No sabemos de qué va. Y abandonar la esperanza es la peor forma de suicidio, o sea que lo que uno trata de hacer es seguir haciendo pie de la mejor manera que pueda.
G.A.: Sobre los temas musicales : ¿hace mucho de "Septiembre"?
P.A.: Si lo tomamos como cosa metafórica: sí, hace muchísimo. Si tomamos a "Septiembre" más que como una canción como un lugar de idílico, ya que en cierta forma esa canción evocaba en el clima musical algo idílico, sí hace mucho. Ha pasado mucho. Estos últimos 14 años desde que publiqué esa canción fueron muy terribles. La década del '80 trajo cosas muy dolorosas. El mundo cambió radicalmente desde entonces hasta ahora y no quiero decir con esto que hay que abandonar la poesía. Muy por el contrario : hay que tomarla cada vez con más pasión, porque recuperar la poesía es algo de lo que nos puede llegar a salvar. Hemos vivido estos últimos 10 o 15 años en un estado tal de abandono de valores humanos monstruoso. La era Regan/Bush, la aparición del SIDA, el agujero de ozono, el desastre ecológico por todos lados, que todavía sigan explotando guerras por todas partes, que haya la cantidad de gente refugiada que hay en el mundo en este momento, la superpoblación. Te podría seguir enumerando catástrofes. No quiero ser un profeta del apocalipsis, pero han sido 15 años muy terribles. O sea que sí : "Septiembre" está muy lejos, pero yo estoy muy lejos de abandonar la poesía. No es lo que voy a hacer.
El revolucionario legado de Luis Leloir, el argentino Premio Nobel de Química
El 6 de septiembre de 1906 nacía en París Luis Federico Leloir, quién 64 años más tarde se convertiría en Premio Nobel en Química. Era para aquel entonces la tercera distinción de este tipo para la Argentina, después de Carlos Saavedra Lamas en 1936 (Nobel de la Paz) y de Bernardo Houssay en 1947 (Nobel de Medicina). Hacia este último, maestro suyo, profesaba una profunda admiración.
Esta distinción internacional se le fue otorgado por sus investigaciones centradas en los nucleótidos de azúcar y por el rol que cumplen en la fabricación de los hidratos de carbono. Su contribución sirvió, entre otras cosas, para entender en profundidad una enfermedad llamada galactosemia, en la cual se produce una incapacidad para transformar un hidrato de carbono proveniente de la leche, denominado galactosa, en glucosa, fuente de energía que todas las células del organismo necesitan para vivir. Al acumularse la galactosa se generan daños severos en distintos órganos como el hígado. En consecuencia, sus trabajos supusieron una verdadera revolución en la investigación bioquímica, y permitieron realizar importantes avances en medicina.
Si bien fue médico de formación (se graduó en la Universidad de Buenos Aires en 1932), no continuó con la asistencia de pacientes al no sentirse nunca satisfecho con la manera en que se los trataba por aquellos años. En un relato autobiográfico escribió que creía que no podía ser un buen médico porque nunca estaba seguro del diagnóstico o del tratamiento de los pacientes. Pero de lo que sí estaba convencido era de la necesidad de ahondar en el conocimiento de los diversos procesos biológicos, y ahí fue donde desplegó todo su talento. Fue así que inició la carrera de investigación en el Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UBA que dirigía el Dr. Bernardo Houssay, con quién realizó su tesis doctoral.
Cuando 50 años más tarde de haber iniciado sus investigaciones se preguntó a si mismo por qué se había dedicado a la investigación dijo: "No sé cómo ocurrió que seguí una carrera científica. En la mayoría de los deportes era mediocre, por lo tanto esa actividad no me atraía demasiado. Mi falta de habilidad para la oratoria me cerró las puertas a la política y al derecho. Sí tenía gran curiosidad por entender los fenómenos naturales, capacidad de trabajo normal o ligeramente subnormal, una inteligencia corriente y una excelente capacidad para trabajar en equipo".
Precisamente estas capacidades fueron los pilares de su éxito como investigador. Pero el Dr. Leloir tenía otras cualidades: fue un hombre agradecido. En el discurso que realizó en oportunidad de la entrega del premio Nobel dijo: "Toda mi carrera ha sido influenciada por una persona, el Profesor Bernardo A. Houssay, quién dirigió mi tesis doctoral y quién durante todos estos años me dio generosamente su consejo y amistad". Valoraba la amistad, el trabajo en equipo, disfrutaba del trabajo con personas intelectualmente superiores y, mucho más, si tenían buen sentido del humor. A decir por las personas que lo han conocido, el Dr. Leloir tenía un gran sentido del humor, un humor sano, amable, no ofensivo.
Fue un hombre preocupado por el futuro de la sociedad y del país. Estaba convencido de que el desarrollo de una nación dependía del cultivo de la ciencia. En 1983 el Dr. Leloir escribió: "La sociedad debería tener la posibilidad de aprender los hechos importantes de la ciencia con la misma facilidad con que aprende literatura, música o deporte".
El ejemplo del Dr. Leloir nos inspira y nos invita a reflexionar acerca de la importancia del trabajo hecho con voluntad, seriedad, responsabilidad y aprecio por los colegas. Muchos años antes de obtener el premio Nobel, el Dr. Leloir recibió ofrecimientos más que tentadores para trabajar en Estados Unidos, pero eligió quedarse en Argentina para continuar su trabajo. Una nueva demostración del compromiso por su país.
Falleció en Buenos Aires el 02 de Diciembre de 1987.
*El autor es Investigador del Conicet, Médico especialista en Medicina Interna y Hepatología del Hospital Universitario Austral y Profesor de Fisiopatología y Biología Molecular Aplicada de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.
Ciudades, soberanos y simples particulares acudían al templo de Apolo, esperando que el oráculo del dios les aconsejara a la hora de tomar decisiones de importancia
«Layo, suplicas una próspera descendencia. Te daré el hijo que deseas, pero está decretado que dejes la vida a sus manos». Así profetizó el oráculo de Delfos al padre de Edipo; el oráculo también advirtió a Edipo de que mataría a su padre y se casaría con su propia madre. Fueron vanos los intentos de padre e hijo por evitar que tales predicciones se cumplieran: Edipo mató a un hombre y se casó con su viuda, sin saber que se trataba de sus progenitores; al conocer lo que había hecho, se sacó los ojos. Pero no todos los oráculos de Delfos fueron tan tremendos. Aparte de los ejemplos míticos o legendarios, de las más de quinientas preguntas y respuestas délficas conservadas sólo se consideran históricas unas cincuenta y cinco, y la mayoría responden a cuestiones políticas, bélicas o religiosas por las que se interesaron las ciudades.
En Delfos, lugar que los griegos consideraban el ombligo de la tierra, existía un templo del dios Apolo ya en el siglo VIII a.C., y desde entonces se estableció una red de peregrinaje que unía toda Grecia con ese lugar. Lo habitual era que las ciudades o polis enviasen delegaciones sagradas (theoría) que debían transmitir al oráculo preguntas sobre los asuntos públicos. Junto a los comisionados oficiales viajaban consultantes privados, cuyas preguntas debían de diferir, lógicamente, de las que formulaba la ciudad: seguramente se referían a la conveniencia de un matrimonio, a los hijos, a los riesgos de negocios y viajes...
El hecho de acompañar a las embajadas permitía a estos consultantes particulares disfrutar de cierta seguridad, ya que la delegación al completo estaba bajo protección divina y era inviolable. Ello resultaba muy conveniente cuando se tenía que realizar un viaje siempre difícil y peligroso, a veces muy largo, expuesto a ataques y al pillaje. Las delegaciones se mandaban coincidiendo con los momentos propicios para la adivinación, que en su origen se limitaban al séptimo día del mes de bysios (a mediados del invierno), en el aniversario del nacimiento de Apolo; posteriormente se ampliaron al día siete de cada mes. Además, las ciudades podían mandar delegaciones regularmente, con el beneplácito del santuario; los atenienses, por ejemplo, enviaban las llamadas pytháis a Delfos si se veía un rayo en determinado lugar. El santuario también estaba abierto a preguntas durante las celebraciones de festivales como los de Carila o de Septerion, cada ocho años.
Aunque al santuario acudía multitud de peregrinos en busca de alguna orientación sobre decisiones que debían tomar, la función esencial del oráculo no era predecir el futuro, sino proveer de sanción divina a las decisiones políticas de las ciudades: ratificaba leyes e incluso constituciones, aprobaba la fundación de nuevas ciudades y de colonias, aconsejaba empresas bélicas o las censuraba. Aunque Delfos no intervenía directamente en la política de las ciudades, sus oráculos podían ser usados como arma política en caso necesario.
La llegada al santuario
Cuando los peregrinos llegaban al pie del monte Parnaso, donde estaban la ciudad de Delfos y el recinto de Apolo, los recibía el próxenos, el embajador que cada polis tenía en el santuario y que atendía por igual a embajadores y a ciudadanos particulares. Hay que suponer que los días en que el recinto estaba abierto a consultas debía de concentrarse allí mucha gente, y que las colas para entrar eran constantes. Pero no todos tenían que esperar: ciudades como Atenas o Esparta disfrutaban del privilegio de la promanteia, la prioridad de consulta, de la que se beneficiaban tanto sus emisarios como los ciudadanos privados que los acompañaban.
Lo primero que encontraban los viajeros, a un kilómetro y medio del recinto, era la zona conocida como Marmaria por los mármoles de los edificios allí construidos, entre ellos el templo circular de Atenea Pronaia. Luego los peregrinos pasaban por la fuente Castalia, que brotaba entre las dos piedras Fedríades («brillantes»), y se purificaban con sus aguas. Acto seguido entraban en procesión por la vía Sacra, ya en el interior del santuario propiamente dicho. Esta calzada ascendía por una pronunciada pendiente y estaba flanqueada por los tesoros de las más prominentes ciudades: Sición, Sifnos, Cnido, Tebas, Atenas, Corinto, Massalia. Los tesoros eran pequeños templos o capillas en los que se conservaban los exvotos y donaciones que los ciudadanos de una polis entregaban al santuario. Después la vía llegaba al templo de Apolo, más arriba del cual se encontraban la palestra, el gimnasio, el estadio y el teatro. Este edificio, con capacidad para unos 5.000 espectadores, acogía los certámenes artísticos de los juegos píticos, que se celebraban en honor de Apolo e incluían competiciones atléticas y celebraciones religiosas.
La consulta al oráculo
Frente al templo estaba el altar para los sacrificios. Las consultas al oráculo se «pagaban» en forma de sacrificio o de pastel: el propio templo vendía los animales que debían sacrificarse y las tartas sagradas (pélanos). Aunque no se conocen las tarifas, es de suponer que el precio mínimo por la ofrenda sería asequible para un ciudadano medio. Sin embargo, los más pudientes solían ofrecer, además de un sacrificio, presentes como estatuas, trípodes y otros exvotos. Lógicamente, las tasas en forma de sacrificios o tartas que había que comprar para acceder al oráculo debían de ser mucho más elevadas para las consultas cívicas que para las privadas.
Poco sabemos de la organización en el interior del templo. Allí se encontraban la sacerdotisa pitia, por cuya boca hablaba Apolo, y el cuerpo de sacerdotes que la atendía y que se repartía las diferentes tareas. Aunque no se conocen con certeza las atribuciones de cada grupo, se cree que los hieréis se encargarían de los sacrificios; los prophetai se ocuparían de ayudar a la pitia e interpretar sus palabras, y los hósioi se cuidarían del culto.
El peregrino entraba en el templo a través del chresmographeion, donde se guardaba el archivo del santuario con la lista de consultantes, sus preguntas y respuestas, así como la lista de vencedores en los juegos píticos; probablemente allí formulaba su pregunta. Según la tradición, en la parte más recóndita del templo de Apolo había un lugar subterráneo, el ádyton, al que la pitia descendía, con una corona y un bastón de laurel, cuando le llegaba el momento de entrar en éxtasis y comunicarse con la divinidad. Se cuenta que ahí masticaba laurel, bebía agua de la fuente Casotis y se sentaba en un gran trípode situado sobre una grieta natural del suelo de la que salían vapores. Al inhalarlos, la sacerdotisa entraba en un frenesí o delirio gracias al cual pronunciaba las palabras, quizás incomprensibles, que los sacerdotes del templo escuchaban y escribían, y que luego se entregaban al consultante. Pero el ritual de la consulta tal como se ha descrito aquí presenta un problema: es tardío y se trata más bien de una elaboración esotérica de la realidad.Los relatos de diferentes historiadores griegos ofrecen una imagen muy distinta de cómo se desarrollaba.
¿Cuál era la verdad?
Plutarco, que además de historiador y biógrafo fue sacerdote de Apolo en Delfos, no sólo ignora el procedimiento descrito, sino que su narración es incompatible con el mismo. Este autor, que vivió a caballo de los siglos I y II d.C., explica que el ádyton estaba abierto a los consultantes y no era una habitación secreta; y no dice nada sobre el frenesí o trance de la pitia, ni sobre lo incoherente de sus palabras. Sólo en una ocasión refiere que la sacerdotisa se retira a un lugar subterráneo, pero ello sucede en un momento en el que se siente indispuesta y no logra profetizar, cosa que la lleva a la locura. Por su parte, el historiador Heródoto, que vivió en el siglo V a.C., relata la entrada del dirigente espartano Licurgo en el recinto de la sacerdotisa y afirma que ella le habla directamente, sin esperar siquiera a su pregunta y, de hecho, le dicta la constitución espartana. También Jenofonte parece tener una relación directa con la pitia cuando, a finales del siglo V a.C., le pregunta a qué dioses debe encomendarse para tener éxito en el viaje que luego narrará en su Anábasis, el épico itinerario de un ejército de mercenarios griegos a través del Imperio persa.
Es más, algunos ejemplos de consultas históricas que conservamos presuponen no sólo que la pitia estaba presente ante los consultantes, sino que se dirigía directamente a ellos, como cuando los atenienses le solicitaron que escogiera los nombres de las diez tribus de su ciudad, o cuando los tesalios le pidieron que eligiera a un rey. Al parecer, en ambos casos se ofreció a la sacerdotisa una urna con distintos nombres para que ella eligiese. En definitiva, lo que ocurría dentro del templo y la manera en que actuaba la profetisa constituye un misterio. En cuanto al origen de su inspiración, se ha intentado explicar por el uso de sustancias psicoactivas que podían estar presentes en el agua o el laurel, o por algún vapor que actuara sobre su conducta (parece que está confirmada la existencia de etileno en el subsuelo de Delfos). Incluso hay quien afirma que pudo recurrir al hipnotismo o algún tipo de sugestión.
La decadencia
Después de la consulta, el peregrino regresaba al chresmographeion, donde los prophetai le entregaban por escrito un informe oficial y la respuesta del oráculo interpretada y formulada solemnemente, a menudo en verso. Tras esto emprendía el viaje de regreso a casa, tan peligroso como el itinerario de ida. De hecho, la gran cantidad de problemas y obstáculos a los que se enfrentaron los peregrinos entre el estallido de la guerra del Peloponeso (431 a.C.) y el advenimiento de Alejandro Magno contribuyó a la pérdida de importancia del oráculo y al desuso de las rutas de peregrinaje. Durante la guerra, por ejemplo, los atenienses se acostumbraron a visitar el oráculo de Dodona porque Delfos había caído en manos espartanas. El prestigio de Delfos comenzó su declive tras la muerte de Alejandro, en 323 a.C., aunque continuó siendo un centro de atracción durante la época helenística y el período romano. Por fin, en 391 d.C., el emperador romano Teodosio decretó el cierre de todos los oráculos y la prohibición de la adivinación de cualquier tipo. El cristianismo había silenciado la voz de los antiguos dioses.
Para saber más
Oráculos griegos. David Hernández de la Fuente. Alianza, 2008.
Obras morales y de costumbres VI. Plutarco. Madrid, Gredos, 1995.
Delfos, la morada de Apolo (excelente y erudita conferencia completa)
http://www.youtube.com/watch?v=QPLDWWzvYvc
VERSOS A LA TRISTEZA DE BUENOS AIRES - Alfonsina Storni
Tristes calles derechas, agrisadas e iguales
por donde asoma, a veces, un pedazo de cielo,
sus fachadas oscuras y el asfalto del suelo
me apagaron los tibios sueños primaverales.
Cuánto vagué por ellas, distraída, empapada
en el vaho ggrisáseo, lento, que las decora.
De su monotonía mi alma padece ahora.
--¡Alfonsina! -- No llames, ya no respondo a nada.
Si en una de tus casas, Buenos Aires, me muero
viendo en días de otoño tu cielo prisionero,
no me será sorpresa la lápida pesada.
Que entre tus calles rectas, untadas de su rió
apagado, brumoso, desolante y sombrío,
cuando vagué por ellas, y estaba yo enterrada.
'PERDIENDO EL CONTROL' Miguel Mateos - Zas
Si quiero convertirte en ángel,
o arrancarte un botón,
firmar la paz, andar desnudos,
nena es tan sólo por que estoy
perdiendo el control
Oh! Oh! Oh! perdiendo el control
y si te dibujo sin rostro
es por que amo tu interior,
y desatándome las manos
te abro el corazón.
No te pongas tensa solo estoy
perdiendo el control
Oh! Oh! Oh! Perdiendo el control
Una puerta más que hay que habrir a golpes
hoy me siento muy bien conmigo
hoy quisiera tener testigos
que divulguen que hay alguien perdido encontrándose,
encontrándose...
Perdiendo el control
Oh! Oh! Oh! Perdiendo el control
Desatándonos, te abro mi corazón
desatándonos, te abro mi corazón
Perdiendo el control
Oh! Oh! Oh! Perdiendo el control.
Fra’ Diavolo - La musica de las calles del Reino de Nápoles
Marco Beasley, Pino de Vittorio y Guido Morini se han dedicado largamente a recopilar y reinterpretar el folclore de la Italia meridional, centrándose en Nápoles. En 1996 nos entregaron su serie Via Toledo. Siguiendo su jocunda deriva, ahora nos ofrecen este viaje callejero por la ciudad partenopea (es un cultismo pero evita repeticiones). Han pegado la oreja a los cantantes viarios, han preguntado por tradiciones a los más viejos (aquí cabe el eufemismo “mayores”, una cursilada), han hurgado en hemerotecas y archivos. El resultado es una limpia colección de memorias que, de otra manera, amenazaban con descansar en el funesto olvido.
Claro es que no tratan de parecer intérpretes de afición. Son músicos destilados y atentos. Sus sonidos son exquisitos, sus dicciones son aseadas, su canto es de una amable y sólida certeza. Para acojinar sus versiones se han rodeado de clavicímbalos, guitarras, tiorbas, violines, tamboriles, violas da gamba y castañuelas, dado que Nápoles fue dominio hispánico durante siglos y en ella hay huellas barrocas y borbónicas que nos siguen de cerca. Así damos con la calle Toledo o la calle Cervantes –que reparó en la ciudad sus heridas de Lepanto– y los más característicos espacios napolitanos, llamados, justamente, Quartieri spagnoli.
Quejas y declaraciones de amor, historias mínimas, evocaciones de lugares, bailes para curar las picaduras de la tarántula, exaltaciones lugareñas, todo desfila por estas estrofas sencillas y pregnantes. Alternan la voz con timbres variados, coloridos, colmados de ecos inmemoriales. Así es el pueblo cuando canta y baila, logrando que nos pogamos líricos y danzarines con la contagiosa verba de esa masa anónima y perdurable. El arte consigue que seamos parte de ella.
CONTENIDO
1 Como sencza la vita – Tradizionale / Francesco Spinello (XV sec.) – MB 3.37
2 Stornello – Giuseppe De Vittorio – PDV 1.43
3 Stu pettu è fattu cimbalu d’amuri – I – Giuseppe De Vittorio – PDV 4.26
4 Sona a battenti – Giuseppe De Vittorio – PDV 3.46
5 Primo discanto – Giuseppe De Vittorio – PDV, MB 0.33
6 Madonna della grazia – Tradizionale – PDV, MB 2.31
7 Pigliate l’alma mia – Severino Corneti (1530 – 1582) – MB 2.27
8 Tarantella di Sannicandro – Tradizionale – PDV 2.20
9 L’Angiulillo – Tradizionale / Marco Beasley – MB 1.58
10 Cori miu – Giuseppe De Vittorio – PDV 1.53
11 Pizzica tarantata – Tradizionale – PDV 3.59
12 Marcia delle truppe Sanfediste – Tradizionale – MB, PDV 4.25
13 Carataranta – Mauro Durante – MD 3.09
14 ’Na via di rose – Claudio De Vittorio – PDV 4.06
15 Canto per Montevergine – Tradizionale – MB, PDV 4.46
16 Canto dei carrettieri – Tradizionale – PDV 3.19
17 Seconto discanto – Giuseppe De Vittorio – PDV, MB 0.33
18 Fronni d’alia – Giuseppe De Vittorio – PDV 4.41
19 Pizzica di San Vito – Tradizionale / Mauro Durante – MD 4.27
20 Volumbrella – Guido Morini – MB, PDV 5.54
21 ’O Guarracino – Tradizionale – MB, PDV 7.06
22 Stu pettu è fattu cimbalu d’amuri – II – Giuseppe De Vittorio / Guido Morini – PDV, MB 4.21
1 CD - DDD - 77'35''
Los trovadores fueron poetas-músicos que normalmente pertenecían a la nobleza. Tuvieron una gran importancia durante la Edad Media. Su nacimiento se sitúa en una zona del sur de Francia denominada Provenza a finales del siglo XI, y se extendió rapidamente por Europa, principalmente por Alemania, Italia y España. Estos personajes utilizaban la lengua provenzal en sus composiciones,denominada lengua de OC y el tema principal de sus poemas es el tema del amor platónico. También cantaban y recitaban sobre temas caballerescos. Medio siglo despúes surgieron los troveros.
Los troveros también surgieron en Francia, pero en el norte (en las regiones de Artois y Champagne). Surgen en el siglo XII y sus obras están escritas en la lengua d'Oil (que más tarde dio origen al francés actual). La temática de los cantos es similar a la de los trovadores. También contaron con gran prestigio entre las clases sociales actuando en diferentes palacios y castillos del norte de Francia.
El movimiento trovadoresco se irá extendiendo por toda Europa y adquiriendo diferentes denominaciones en cada lugar. Así, por ejemplo, en Alemania eran denominados Minnesinger y escribían en su lengua vernácula (el alemán). En España, los trovadores alcanzaron gran importancia sobre todo en la zona de Galicia donde las canciones se denominan Cántigas.
Entre los trovadores más importantes podemos nombrar a personajes como Adam de la Halle, Jaufre Rudel, Ricardo Corazón de León o Guillebert de Berneville, además de los españoles, el gallego Martín Codax, el catalán Rimbaut de Vaqueiras o el mismísimo Alfonso X el Sabio, al que se le atribuyen (de manera más o menos acertada) las Cántigas de Santa María.
En cuanto a la composición trovadoresca, podemos decir que se trata de una música de textura monódica con acompañamiento instrumental. Se basan en los modos gregorianos pero con un ritmo más marcado, ya que son obras más rápidas y alegres.
SABÍAS QUE ......
Las primeras canciones no religiosas datan de los siglos XI y XII, están escritas en latín y se les da el nombre de canciones de goliardos. Los GOLIARDOS eran estudiantes y frailes que habían abandonado sus conventos; vagaban por el mundo, llevando una vida desordenada, criticada por las gentes.Sus canciones cuentan historias jocosas de tabernas y amoríos, en las que se hace burla de las cosas consideradas serias. Estos cantos están reunidos en un manuscrito encontrado en Alemania en el siglo XIX llamado CARMINA BURANA.
Adjunto video de "O fortuna" , que es una adaptación de las canciones de los goliardos creada por Carl Orff (CARMINA BURANA)