sábado, 6 de diciembre de 2014

El sueño de Geronte - Edward Elgar

El oratorio El Sueño de Geronte de Edward Elgar, inspirado en un poema del Cardenal John Henry Newman refleja la visión católico-romana de la muerte y la inmortalidad del alma.

“Si alguna obra mía es digna de no olvidarse, ésta es” decía sobre El Sueño de Geronte, Edward Elgar. Su percepción era acertada ya que este oratorio es considerado como la obra maestra del compositor británico, uno de los principales autores de la última etapa del movimiento romántico en Europa.
Elgar compuso el oratorio El Sueño de Geronte entre 1889 y 1900,  siguiendo las pautas que definen a este género como la pieza musical. Esto es que, a partir de un texto normalmente basado en historias de santos o en episodios bíblicos, se utilizan elementos dramáticos, narrativos y contemplativos con motivos didácticos que lleven al espectador a la reflexión.

Un poema del cardenal inglés John Henry Newman, una de las figuras más relevantes de la doctrina católica del último tercio del siglo XIX, fue elegido por Edward Elgar para su obra El Sueño de Geronte.  En el texto, el religioso plantea su particular mirada sobre la inmortalidad del alma, en tanto Elgar quiso expresar con su música la justificación, adecuación y difícil equilibrio de su fe católica.
Geronte representa a un ser humano común y corriente, agobiado por las dudas en su lecho de muerte. Un ángel se le acerca durante sus últimos momentos y le revela algunos detalles de la otra vida, incluyendo un vistazo al infierno y culminando con la contemplación gloriosa de Dios. Geronte finalmente logra una transición plácida a la otra vida.

La pieza de Elgar destaca por su rico colorido orquestal, la fuerza dramática de los coros, las líneas vocales expresivas de los tres solistas y la luminosidad de la escritura.

http://www.ceacuchile.com/2013/11/sinfonica-de-chile-estrena-oratorio-el-sueno-de-geronte-de-edward-elgar/#.VHsf6yKG_cg



Concierto para piano nº 1 - Tchaicovsky

De 1874 data la primera versión del Concierto N° 1 para piano y orquesta de Piotr Ilich Tchaikovski. A esa altura de su vida, 34 años, y pese a sus crisis nerviosas, Piotr ya se había consolidado definitivamente como compositor. De modo que no le hicieron ninguna gracia los comentarios que recibió del virtuoso del teclado Nikolai Rubinstein cuando tocó ante él su primer concierto para piano. Nikolai era su amigo, era quien había acompañado al provinciano Piotr Ilich en sus primeros años en Moscú, mostrándole la ciudad y abriendo para él, posteriormente, muchas puertas difíciles de franquear.

Era navidad de 1874, y Piotr y Nikolai habían sido invitados a esperar al Papá Noel ruso en casa de un amigo común. Pero Nikolai había sugerido a Piotr que llevara su nueva partitura para que, camino a casa del amigo, pasaran al Conservatorio a examinar el concierto que acababa de terminar. Piotr accedió encantado pues deseaba escuchar la opinión de un virtuoso, conocer su parecer técnico sobre algunos pasajes muy arduos de la ejecución, que en ese momento los tenía y sigue teniendo.

Cuando terminó de tocar el movimiento inicial, Nikolai permaneció mudo, sin decir una palabra. Piotr no se amilanó y continuó con el resto.
–¿Y bien? –preguntó al final del concierto completo.
Nikolai no escatimó irreverencias. Dijo que el concierto no valía nada, que era inejecutable, que los temas eran poco felices, en suma, trató a Piotr como un principiante inexperto e incapaz. Así, al menos, lo entendió Piotr Ilich. Luego lo contaría en su diario en los siguiente términos:
"Yo no sólo estaba estupefacto, sino afligido por toda esa escena. Ya no soy un muchacho necio, que comienza a hacer sus primeras tentativas de composición; no tengo necesidad de enseñanzas de nadie, sobre todo si se me dan en ese tono áspero y hostil..."
Pero a Nikolai tampoco le salió barato. Piotr tenía pensado dedicarle el concierto a este virtuoso de su tiempo pero, habiéndose enfriado las relaciones a raíz del rudo incidente, finalmente lo dedicó al pianista y director Hans von Büllow, gran admirador del compositor ruso, quien lo estrenó con él como solista en Boston, EEUU, en 1875, y lo dirigió luego por todas partes con gran éxito. Sin embargo, las sugerencias de Nikolai no cayeron en saco roto pues Tchaikovski, quince años después, reelaboró por completo la parte pianística, convirtiendo al concierto, desde entonces, en pieza predilecta de los virtuosos del piano, Nikolai Rubinstein incluido.

Movimientos:
I. Allegro non troppo e molto maestoso - Allegro con spirito
El movimiento, inusualmente largo (20 min), lo abre toda la orquesta, luego entra el tema principal llevado por las cuerdas acompañadas por los magníficos acordes del piano que han hecho célebre al concierto completo. El movimiento, una especie de duelo entre el piano y la orquesta, presenta considerables dificultades al solista.
II. Andantino semplice - Prestissimo (20:45)
Se inicia con un tema de gran delizadeza que expone primero la flauta siendo recogido luego por el piano. Una parte central --prestissimo-- sirve de contraste por su liviandad y su ritmo de tres cuartos.
III. Allegro con fuoco (27:19)
Está construido sobre temas basados en danzas o ritmos populares rusos. El primer tema, rítmicamente, muestra un marcado carácter ruso. En la coda final vuelve a escucharse el primer tema, para conducir a un final fragoroso y de enorme vigor, algo efectista tal vez, que exige del pianista la realización del célebre "pasaje de octavas" que solo algunos virtuosos logran abordar con éxito.

http://labellezadeescuchar.blogspot.com.ar/2012/08/tchaikovski-concierto-para-piano-n-1.html


EL RUEGO - Alfonsina Storni

Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, toda la poesía.

Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía,
y el otoño me hallaba con mi espera.

Señor, Señor; mi espalda está desnuda,
¡haz estallar allí, con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos!

Que está la tarde ya sobre mi vida,
y esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, ¡Señor, haciendo versos!


Canciones con historia: MAKE IT WITH YOU (BREAD, 1970)

La banda de rock y pop californiana Bread publicó en el año 1970 “Make it with you”, una canción incluida en el largo “On the waters”, editado tres años antes de su ruptura. La compusoDavid Gates, un músico a quien el oficio le venía desde la cuna (su padre era pianista) y que ha pasado a la historia de la música contemporánea por ser el vocalista de esta formación.

Bread fueron pioneros del llamado Soft Rock, un subgénero muy amplio, también conocido como rock suave o “rock para adultos” (adult oriented rock), que tiene sus raíces en la mayoría de composiciones de grupos tales como los Beatles y los Beach Boys.

“Make it with you” apareció como single y alcanzó el número uno en el Billboard Hot 100 enagosto del 70. Sin embargo, y pese a que Bread se ha convertido con el paso de los años en una banda mítica y no obtuvo malas posiciones en las listas de ventas, “Make it with you” fue su único sencillo en llegar a lo más alto. Ningún otro lo consiguió.

Su título es suficientemente explícito. Literalmente, “Hacerlo contigo”. Una de las versiones de esta canción que se grabaron en castellano se titulaba “Quiero hacerte el amor”, aunque no fue la única. Hubo dos más traducidas a nuestra lengua, a saber: “Cerca de ti” y “Te ofrezco mi corazón”.  Se trata de una letra de amor al uso, sin grandes pretensiones, pero con el sustento de una preciosa melodía. Otros artistas que la interpretaron fueron Earth, Wind & Fire, Aretha Franklin y Teddy Pendergrass.

La anécdota de la canción (no sabemos si real o apócrifa), la puso la madre de David Gates, que al escuchar el éxito de su hijo, creyó haber escuchado “Naked with you” en vez de “Make it with you”. En realidad no había mucha diferencia con el título original. Lo que había oido la señora Gates fue “desnudo contigo”.

http://dejateinspirar.wordpress.com/2014/05/28/make-it-with-you-bread-1970/


Este Inmenso Show – Eros Ramazzotti

Lo que dicen, lo que ves
Ya no sé si es lo que es
Será cierto o será
Realidad virtual
Entre tanta variedad
Será el colmo
No saber llevar
La vida un poco loca
Que nos toca interpretar

En este inmenso show
Este inmenso show
Estamos todos dentro de él
Disfracémonos, maquillémonos
En este inmenso show

Cuántas caras hay
Cuántas caras hay
Máscara o antifaz
Dí cual te pondrás
Para debutar
En este inmenso show

Tanta escena teatral
No sé como acabará
Será el colmo
No saber llevar
La vida que avanza
Y nos lanza hasta el final

En este inmenso show
Este inmenso show
Estamos todos dentro de él
Que no se hará
Por permanecer
En este inmenso show
*
Date cuenta que
Da la sensación
De estar casi al límite
Ciao, amor, adios
Te saludaré
Desde este inmenso show
**
Lloro porque
Lloro porque
Habría querido un final bien distinto
Al menos por ti
Distinto por mí
Lloro porque
Me quedaré sin ti

repetir ** en este inmenso show este inmenso show estamos todos dentro de él
repetir * ciao, amor, adiós te saludaré desde este inmenso show


El mar - Pablo Neruda

NECESITO del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navios.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.


Quinteto de cuerda

Un quinteto de cuerda es un conjunto de cinco músicos con instrumentos de cuerda o una composición escrita para tal combinación. Las combinaciones más comunes en la música clásica son dos violines, dos violas y violonchelo o dos violines, viola y dos chelos. El segundo chelo de vez en cuando es sustituido por un contrabajo, como en el quinteto Op.77 de Antonín Dvořák.
Wolfgang Amadeus Mozart fue pionero en escribir para un cuarteto de cuerda reforzado por una segunda viola, y una excelente obra de arte para quinteto de dos violonchelos es el Quinteto en do mayor de Franz Schubert.
Otros compositores que cultivaron esta forma fueron: Ludwig van Beethoven (que compuso un Quinteto en do, Op. 29, además del quinteto en mib, Op. 4, que es una transcripción de su propio Octeto para vientos); Johannes Brahms (que compuso los quintetos Op. 88 en fa y Op. 111 en sol) y Anton Bruckner (quinteto en fa). En todos estos casos el instrumento extra es una viola. Luigi Boccherini, en cambio, compuso más de cien quintetos con violonchelo extra.
 Autores contemporáneos también cultivan este género, como es el caso de Karl Jenkins con su afamada obra Palladio para dos violines, viola, chelo y contrabajo.
En general, estas obras constan de cuatro movimientos, siguiendo el modelo de los cuartetos de cuerdas.

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