domingo, 16 de noviembre de 2014

Salomón y la Reina de Saba



Refiere la Biblia que Salomón, hijo de David y su sucesor al frente de Israel, fue un poderoso y sabio monarca al que la enigmática reina de Saba quiso conocer. Un relato fascinante que nos sitúa en la frontera de la Historia.
lto y fuerte. Así era Saúl, un guerrero que tuvo que ganar con la espada su condición de primer soberano de lo que eran turbas aún sin personalidad, un hombre atormentado en el filo del gran cambio inevitable de un régimen tribal a otro centralizado. David, su sucesor, era rubio. Un ser humano con defectos y virtudes, que pecó y abusó, que amó, que danzó exultante y que lloró. Y también un guerrero astuto y valiente. Tampoco a David le fue regalada la condición de segundo monarca de aquel aglomerado tribus. Pero no sabemos cómo era Salomón, el tercer y último monarca único del «todo Israel». Tal vez ni siquiera se llamaba Salomón antes de acceder al trono, sino Yedideyah, «el amado de Yahvé», como le puso por nombre al nacer el profeta Natán ( I Reyes, 12, 25). El aspecto más humano de Salomón es su propia concepción y nacimiento, ya que es fruto del consuelo y amor de David a Betsabée, desolados por la muerte de su anterior hijo sin nombre, muerto apenas nacer. También es humano Salomón – en el peor sentido – durante su ascensión al trono, cuando elimina a sus posibles rivales. Y ya en el trono, el relato bíblico se aleja de la novela de una vida y perfila un estereotipo más que una personalidad.
Salomón ya no es un rey-caudillo. Ha nacido y vivido en la incipiente corte real de su padre, y no se ha ganado la corona con las armas sino que es rey por ser hijo de rey (aunque no el de mejor derecho: era a Adonías, muerto por orden de Salomón a quien correspondía suceder a David). El carácter hereditario de la monarquía se inaugura así junto con la administración centralizada y la capacidad del Estado para abordar obras públicas y otras misiones de mayor alcance que las que un régimen tribal puede llevar a cabo. La Biblia, en efecto, describe con amplitud el reinado y las obras de Salomón.
EN LA FRONTERA DE LA HISTORIA
Por primera vez, el protagonista de la narración bíblica no es sólo «un hombre que llega a ser rey», como en las magníficas novelas que son las historias de Saúl y David, sino «un rey». Sabemos que la Historia se escribe a impulsos de poderes centralizados, nace selectiva, tendenciosa e incompleta, y frecuentemente se autojustifica con pasados reinterpretados a conveniencia. Las lisonjas, exageraciones, tendenciosidades e inexactitudes de las crónicas a medida del soberano están servidas. Estamos ya, en cuanto al texto bíblico, en la frontera de la Historia.
Pero la Biblia no tiene ninguna intención de ser «historia» en sentido técnico, así que tanto la proclamación de su carácter histórico como la acusación de falta del mismo son radicales incoherencias. Si lo que queremos saber es cómo era Salomón hombre, por fuera y por dentro, poco nos va a decir el texto bíblico. Y si lo que queremos es saber simplemente si existieron él y su reino, fuera de lo que el texto bíblico nos cuente, habremos de recurrir a otras fuentes. Serán pocas e indirectas, pero firmes.
ENCUENTRO EN JERUSALÉN
En esta frontera nebulosa, entre la historia y la leyenda, tal vez pudiera insertarse la visita de la reina de Saba a la corte del rey Salomón, que la Biblia cuenta así: «Conocedora la reina de Saba de la fama de Salomón en el nombre de Yahvé, vino para ponerle a prueba con enigmas. Entró en Jerusalén con un importante séquito de camellos cargados de aromas y oro en grandísima cantidad y piedras preciosas y, llegada ante Salomón, le expresó cuanto tenía propósito de decirle. Salomón le declaró todas sus consultas, sin que ni una sola cosa se le ocultase al monarca y no se la resolviese. Cuando la reina de Saba vio toda la sabiduría de Salomón, la casa que había construido, la jerárquica colocación de asientos de sus dignatarios, el funcionamiento de sus ministros y sus uniformes, sus provisiones de bebidas y los holocaustos que ofrecía en la casa de Yahvé, se quedó como sin aliento, y dijo al rey: “Verdad era lo que yo había oído en mi país sobre tus cosas y sabiduría; pero no daba crédito a lo que me contaban hasta que he venido y mis propios ojos lo han visto; mas he aquí que no se me había referido ni la mitad: son mayores tu sabiduría y excelencia de lo que yo había oído. Felices tus gentes, felices éstos tus servidores, que están siempre ante ti y escuchan tu sabiduría. Sea bendito Yahvé, tu Dios, que se ha complacido en ti, poniéndote sobre el trono de Israel, a causa de su amor eterno a Israel, y te ha constituido rey para que ejercites derecho y justicia”. Luego regaló al monarca ciento veinte talentos de oro, aromas en grandísima cantidad y piedras preciosas. Nunca más llegó tal abundancia de aromas como la que la reina de Saba regaló al rey Salomón. [...] El rey Salomón dio a la reina de Saba cuanto ella le pidiera, además de lo que regaló con la munificencia que correspondía al rey Salomón. Ella se volvió después y marchó a su país acompañada de sus servidores» (I Reyes, 10, 1-10; 13).
Mas de nuevo, al hilo de este episodio, es inevitable preguntarse si Salomón – como la propia reina – fue un personaje «histórico» o legendario. Ésa es una pregunta tan frecuente como mal formulada. Buscad bajo una leyenda y hallaréis un hecho real: un hecho deformado, generalizado y aprovechado para ignotos propósitos (desacreditación o glorificación, justificación o descalificación, política o religión, y un largo etcétera). Pero que ocurrió en la realidad. Para que sea un hecho «histórico», hemos de ponerle un «donde» y un «cuándo». Y a pesar de otros múltiples detalles, el texto bíblico nos deja sin eso que tan afanosamente buscamos en nuestro tiempo: una fecha exacta.
LA INFLUENCIA EGIPCIA
Una dificultad de partida es la falta de referencias a Salomón fuera de la Biblia. Pero es precisamente esa ausencia de noticias la que paradójicamente hace verosímil la existencia de un reino como el de Salomón en un determinado momento: mediados del siglo X a.C. Por entonces las tradicionales potencias de la zona (Egipto, Mesopotamia) estaban en horas bajas, y sólo en esas circunstancias – que no volvieron a repetirse – podía el antiguo Canaán conformarse en pequeños estados: Fenicia al norte, Israel-Judá al centro, Filistea en la costa, Ammon, Moab y Edom al otro lado del Jordán, y otros pueblos más o menos organizados en el resto del llamado Creciente Fértil. Todos apoyados voluntaria o involuntariamente los unos en los otros, al calor del tráfico de mercancías que resucitaba tras el colapso de las grandes potencias.
Mientras que Egipto no se menciona como poder político en la tradición bíblica de David, varios faraones tienen un papel importante durante el reinado de Salomón. A comienzos del mismo, un faraón atacó la ciudad de Guezer, y la dio en dote a su hija al casarse con Salomón. Pudo ser Psusenes II o mejor Siamún, uno de los últimos faraones de la dinastía XXI.
Aunque los textos egipcios conocidos no mencionan esa boda, hubo una fuerte influencia cultural egipcia en la corte de Salomón. Es evidente el paralelismo terminológico del gabinete real salomónico con el egipcio, y la estructuración del país en doce distritos administrativos. Incluso algún autor ve en esa organización una influencia de dirección contraria. En todo caso, que el mismo tipo de administración aparezca al mismo tiempo en Israel y en Egipto no parece una simple coincidencia. Es posible también que la tradición literaria de los doce hijos de Jacob y de las doce tribus de Israel tuviera su origen en esa organización de distritos, como han sugerido algunos autores.
Otro faraón mencionado en el relato bíblico de Salomón es Shishak, que aparece por primera vez en relación con la revuelta de Jeroboam (I Reyes, 11, 26-42). Shishak (Sheshonk I) es el fundador de la dinastía XXII (de origen libio), una fuerte personalidad que quiso restaurar el poder egipcio en Canaán. Su ascensión al trono (hacia el 945 a.C.) marca un cambio en el reinado de Salomón: en lugar de un amigo y aliado tuvo ante sí un Egipto hostil que animaba a los opositores a Salomón, Rehoboam, Shishak organizó una expedición militar contra Judá e Israel, que el faraón conmemoró en los relieves del templo de Amón en Karnak.
LOS REINOS DE SALOMÓN Y SABA
Esa expedición de castigo y botín dejó claros niveles de destrucción en ciudades que habían sido «salomónicas». Así, todo un caudal de datos muy recientemente obtenidos por la arqueología va corroborando una reurbanización del antiguo Canaán hacia la mitad del siglo X a.C., en que la mayoría de los yacimientos arqueológicos (Meguido, Guezer, Hatsor, Rehov y otros en Jordania) parecen haber sido construidos o reconstruidos hacia esa fecha, mostrando luego un nivel de destrucción correspondiente a la campaña de Shishak hacia el 925 a.C.
Toda la cultura material y el modelo de asentamiento humano muestran evidencias de un cambio social. La población se duplica de Saúl a Salomón, como resultado de una explosión demográfica y de un cierto bienestar económico. El cambio en la cultura material durante el siglo X a.C. se aprecia no sólo en las obras públicas (puertas de ciudad, murallas, abastecimientos de agua, almacenes, etc.) sino también en un tímido regreso de los objetos de lujo y en la cerámica, que es de mejor calidad y que presenta los primeros ejemplares fenicios importados e imitados localmente. Muchas ciudades del norte y del sur del territorio muestran facturas arquitectónicas que parecen emanadas de una misma mente organizadora justamente en ese siglo X a.C.
La Biblia describe de forma un tanto optimista los territorios a los que alcanzaba el poder de Salomón. Sin embargo, en éste como en tantos casos, es mucho lo que se le hace decir al texto bíblico y que en realidad no dice. No se trata de un «imperio» sino más bien de un «emporio». Los reyes mencionados como sujetos a tributo siguen siendo reyes. Tal vez el simple hecho de no estar en guerra con un rey y sí en tratos comerciales, aunque sólo fueran de acuerdos aduaneros, ya era considerado por el cronista salomónico como signo de sumisión.
Algunos de los lugares que la Biblia menciona han sido malinterpretados. Por ejemplo, «Tamar en el desierto» es confundido a veces con Palmira en Siria, lo que sería una exageración, cuando se trata de un modesto fortín en el Negev que, en efecto, ofrece un primer nivel del siglo X a.C., así como otros fortines en la misma línea que sin duda sirvieron al rey sabio para mantener sus peajes sobre las mercancías de las caravanas.
En cuanto a la localización del reino de Saba, la Biblia no indica nada. La narración de la expedición a Ofir a través del mar Rojo está intercalada en la de la expedición de la reina de Saba (I Reyes, 9, 26-10, 22) pero no deben confundirse ambos hechos. La reina llega en camellos y lleva consigo especias, características ambas de la península Arábiga. Aunque la visita de la reina de Saba parece contada para glorificar a Salomón, textos asirios de los siglos VIII- VII a.C. mencionan una reina de Saba (mejor Shebah o Shabah) en el norte de Arabia septentrional. A la luz de esos textos, la reina de Saba pudo haber venido del desierto transjordano más que del extremo sur de Arabia, y muy probablemente para algo tan prosaico como obtener alguna mejora o rebaja aduanera.
UNA REINA LEGENDARIA
Nada sustenta en la Biblia las leyendas que sobre esta visita real se han venido montando a lo largo de la historia en cuanto a las relaciones amorosas de Salomón y la reina de Saba. Como no sea la afición de Salomón por las mujeres, que se traducía en un amplio harén de esposas y concubinas, algo que formaban parte de la red de alianzas del rey. La reina de Saba pudo ser fea o guapa, joven o vieja. No lo sabremos nunca. Sin nombre en la Biblia, es Makeda en la tradición oral preislámica recogida en el Corán. En otra tradición se llama Balkis, Bilikisu Sungbo en la Nigeria islámica, uno de los últimos puntos del mundo en reclamarse como patria y sepulcro de la reina, además de los ya tradicionales Yemen o Etiopía. Así, una de las figuras centrales de la cultura rasta es el emperador de Etiopía Ras Tafari Makonen, Haile Selassie I, el 2.250º descendiente de Salomón y la reina de Saba según el Kebra Negest, la «Biblia» de Etiopía, que recoge la orden impartida a Menelik I, hijo de Salomón y la reina de Saba (nada menos), de llevar el Arca de la Alianza del templo de Salomón al reino de Etiopía junto a los primogénitos de Jerusalén.
Sin entrar en el ámbito de esoterismos varios, todo ungüento, perfume o especia parece que fue traído o usado por la Reina de Saba, desde la mirra, el incienso y el bálsamo, hasta la humilde canela y el café. Unas veces para sus «taimadas» artes y otras para realzar su hermosura, según sea considerada siniestramente maga o simplemente bella.
Y toda supuesta sabiduría en un gobernante, rey o juez se parangona con la sabiduría salomónica. Leer más detenidamente la Biblia revela además una confianza de esa sabiduría en el instinto humano, la más elemental de las sabidurías. En el conocido «juicio de Salomón» el rey aplica una justicia, injusta por estricta, que deja al veredicto de «las entrañas» de la verdadera madre. Las artes plásticas de todos los tiempos han encontrado su inspiración en las leyendas sobre Salomón y la reina de Saba. Todas las épocas han tratado de representarlos, vistiéndolos a la moda vigente con retoques a su entender exóticos. Las fantasías pueden continuar. Cualquier versión nueva o antigua tiene las mismas posibilidades (es decir, ninguna) de acercarse a una realidad de la que difícilmente sabremos más en el futuro.
Pero para quienes gusten de hechos concretos, un rey de las características de Salomón (aunque quizá no hablase con los animales como consta en muchas tradiciones) y un relativamente próspero Estado en el corazón del antiguo Canaán pudo existir en el siglo X a.C., y también una reina como la de Saba (tal vez tan comerciante como Salomón). La tozuda y tecnificada arqueología actual los sitúa justamente ahí: en la frontera de la historia.
MARIA TERESA RUBIATO DIAZ

Profesora titular de hebreo de la Universidad Complutense de Madrid. Directora de laMisión Arqueológica Complutense en Tel Hatso
http://www.gbasesores.com/reflexiones/biblia/reina_Saba.htm


La reina de Saba y su reino fabuloso
http://enigmasymitos.blogspot.com.ar/2010/08/la-reina-de-saba-y-su-reino-fabuloso.html




















Arthas

 

Arthas Menethil (lore o historia original, WC3 y WoW), Omniknight o Lord of Avernus(DotA), es un personaje de ficción del Mundo de Warcraft (World of Warcraft) creado por la compañía de videojuegos Blizzard Entertainment.

Arthas, como es conocido popularmente, es el Príncipe Heredero de Lordaeron y Caballero de la Mano de Plata, era hijo del Rey Terenas Menethil II y heredero del trono.

Fue entrenado como un paladín por Uther el Iluminado, y tenía una relación romántica con la hechicera Jaina Valiente.

A pesar de su futuro prometedor, Arthas se convirtió en uno de los seres más poderosos y malvados de Azeroth.

Tomando la espada rúnica maldita Frostmourne, se convirtió en un caballero de la muerte, lideró al Azote en la destrucción de Lordaeron, y se fusionó con el Rey Exánime.

 Gobernó como Rey Exánime durante mucho tiempo, Arthas fue derrotado en combate por Tirion Vadín, ayudado por los aventureros de la Alianza y la Horda.

Mecido por el espíritu de su padre, el Rey Terenas, Arthas Menethil murió, dejando la capa del Rey Exánime para ser tomada por un alma noble que debería contener el poder del Azote.

 


http://www.ecured.cu/index.php/Arthas_Menethil






SALOMÓN Y LA REINA DE SABA – Verano Brisas

Soñada y prudente mujer de los mil rostros
cuya estirpe regia se disputaron los pueblos.
Maga de las antiguas ciudades,
cuyo recuerdo crece con el tiempo
igual que la leyenda del sabio rey Salomón.

Aún sentimos el fuerte aroma de los camellos
cargados de oro y piedras preciosas
con rumbo a Jerusalén,
y el brillo de su imagen impregnando
treinta siglos de guerra permanente.

Soberana del Mediodía para el maestro Jesús,
surgida en los confines de la Tierra
dice San Mateo.
En catedrales de Francia, Inglaterra y Alemania
se le ve como reina muchas veces,
aunque muestre su pezuña bajo los vestidos.

Para el Corán es maestra de los genios,
y Reina Madre para los etíopes.
La cita Colón ante los tribunales, y Toscana
la llama profetisa de la verdadera Cruz.

En las riberas del Bósforo
Gerardo de Nerval escucha relatos de la soberana
en noches de Ramadán,
entre los humos espesos de un cabaret de Estambul.
Dice Flaubert que tentó a San Antonio en la Tebaida,
desapareciendo enseguida
con su extraño caminar por el desierto.

Cuentan que a Salomón
todos los reyes de Arabia le enviaban sus presentes
y la Tierra entera deseaba contemplarlo,
pero él sólo anhelaba la bella reina de Saba.
¿Cómo escucharían las dunas sus plegarias?
¿En qué forma sus proverbios llegarían
a través de los mares y los vientos?

El esplendor de Balkis lanzaba sus perfumes
más allá de las ruinas de Marib,
y con sus chivos de larga cornamenta
gozaba castigando los templos de la Luna.
Soñada y prudente mujer de los mil rostros,
cuya estirpe regia se disputaron los pueblos.



Fantasía coral op 80 de L.van Beethoven  

 

Textos para Fantasía Coral op 80 de L. van Beethoven
Mucho menos difundidos que los trozos literarios que Beethoven tomó del himno An die Freude para el 4º movimiento de su Novena Sinfonía, los versos que el coro entona en la Fantasía en Do menor op 80 (posteada en kalais el 5.2.2013)  parecen guardar con los de Schiller una analogía de inspiración, tono emocional e identidad ideológica notable, efecto que se aprecia sobre todo en los originales alemanes. Si bien es hoy incierta la autoría de los cantados en la citada Fantasía, se ha querido reproducirlos como complemento ilustrativo de ese post. Por añadidura, se copia un sugestivo pasaje de Michel Tournier encontrado en el volumen de sus Petites proses, donde se alude a impensadas similitudes y diferencias entre novelistas y músicos en cuanto a los modos de componer la frase final de sus respectivas creaciones.

Schmeichelnd hold und lieblich klingen
unsere Lebens Harmonien,
und dem Schönheitssinn entschwingen
Blumen sich, die ewig blühn.
 
Fried' un Freude gleiten freundlich
wie der Wellen Wechselspiel,
was sich drängte rauh und feindlich,
ordnet sich zu Hochgefühl.
 
Wenn der Töne Zauber walten
und des Wortes Weihe spricht,
muß sich Herrliches gestalten,
Nacht und Stürme werden Licht.
 
Äuß're Ruhe, inn're Wonne
herrschen für den Glücklichen.
Doch der Künste Frühlingssonne
läßt uns beiden Licht entstehn.
 
Großes, das ins Herz gedrungen,
blüht dann neu und schön empor,
hat ein Geist sich aufgeschwungen,
hallt ihm stets ein Geisterchor.
 
Nehmt denn hin, ihr schönen Seelen,
froh die Gaben schöner Kunst.
Wenn sich Lieb' und Kraft vermählen,
lohnt den Menschen Göttergunst.
 
 
 
…¿Cuenta una historia la música?
 
Sin duda alguna, y de la manera más pura y rigorosa posible. En cuanto a mí respecta, el novelista que soy es muy sensible en la música ante todo a esa pureza y ese vigor narrativos. Quizá haya aquí materia para un análisis altamente instructivo, pero que requeriría mucho más tiempo  y espacio que el que nos ha sido impartido. Digamos en resumen que el “relato musical” ignora todo accidente, el azar, la agresión de los circumdata, la intervención de undeus ex machina. En el movimiento musical todo se desprende y fluye necesariamente de lo que le precede. Si hay un deus es siempre inmáquina.
 
Y así resulta que uno de los resortes principales de la dinámica musical es la creación de una ausencia, de una presencia al revés, en hueco, de una necesidad cada vez más imperiosa de lo que va a seguir, de tal manera que lo que sigue estalla en efecto con una evidencia trastornadora. Si esa frase que al final llega se abre con tanta soberanía y nos inunda de felicidad, es porque hace ya muchos minutos los acordes y sus desarrollos excavaban en nosotros la sed de escucharla. Hacían de nosotros el cauce reseco donde ese río de música va a precipitarse haciendo en él rodar sus límpidas aguas […]
 
P.S. ¿Cómo acabar una novela?, ¿con qué frase, con qué palabra? Se sueña con los grandes ejemplos clásicos. Sobre todo, Flaubert.Madame Bovary: “Él acaba de recibir la Cruz de Honor”. – Herodías: “Como ella era muy pesada, la transportaban alternativamente”. – La educación sentimental: “¡Sí, quizá sea eso lo que de mejor hemos tenido!, dijo Deslauriers”.  Hay aquí algo de perfecto, de absoluto, que impone el silencio. Curiosamente, la música parece ofrecer dificultades mucho mayores al compositor que quiere “concluir”. Los modernos se las apañan con una especie de hachazo que choca y deja aturdido al oyente. Sin duda alguna, han extraído la lección de los finales beethovenianos. En verdad, las últimas medidas de las sinfonías y los conciertos de Beethoven tienen algo de sumamente cómico. Él quisiera detener la música. No puede, ella se niega a pararse. Él frena, pero es en vano. Él le asesta unos acordes que parecen otros tantos bastonazos en la cabeza. La bestia cae. Uno cree que ya todo ha terminado. ¡No! Ella se vuelve a levantar y todo vuelve a empezar. Hay que recomenzar. Hay en todo esto una especie de estocada apresurada, de golpe bajo en suma.-
 
       Michel Tournier, Música
Traducción de Jaqueline y Rafael Conte
http://reyaller.wordpress.com/2013/02/08/fantasia-coral-op-80-de-l-van-beethoven/


Obertura de Coriolano de Ludwig van Beethoven

La Obertura de Coriolano fue compuesta en 1807. El estreno fue dirigido por Beethoven, en el palacio del príncipe Lobkowitz, en Viena, en marzo de 1807. Beethoven necesitaba componer una obertura para concierto. Había escrito solamente una, aparte de las oberturas pertenecientes a su ópera Fidelio. La Obertura de Prometeo era utilizada frecuentemente para abrir sus conciertos, y el compositor deseaba una pieza nueva para este fin.

Encontró un tema apropiado en la tragedia Coriolano de su amigo Heinrich von Collin. La obra de Collin había sido estrenada en 1802, y había sido representada con frecuencia durante los tres años siguientes. El público la conocía bien. Se la revivió para una sola representación en abril de 1807, específicamente con el fin de reunir la música de Beethoven y la pieza teatral de Collin.

La Obertura no es, en verdad, programática. Beethoven raramente escribió música que siguiera una historia específica. La Sinfonía Pastoral es lo más cercano que llegó a la música instrumental descriptiva. Pero frecuentemente se inspiraba en el carácter de una persona en particular, especialmente si esa persona era un héroe. De este modo, la Sinfonía Heroica no es un retrato musical de Napoleón, sino más bien el resultado de la identificación del compositor con el carácter titánico del francés. De forma similar, la música de Egmont revela más acerca del compositor que del héroe de Goethe.

Beethoven conocía el legendario personaje Coriolano no solamente por el tratamiento que le había dado Collin, sino también por el relato de Plutarco sobre el general romano y por la obra de Shakespeare, Coriolano. El drama de Collin se refiere al general exiliado, que se une a los Volscos, enemigos tradicionales de Roma y marcha contra su propia gente. Los Volscos sitiaron Roma y los romanos, desesperados, enviaron una delegación a Coriolano, encabezada por su madre y su esposa. El orgullo y la determinación del general finalmente fueron vencidos por los ruegos de su madre. Cede y retira sus fuerzas, incurriendo así en la ira de los Volscos. Por último es llevado al suicidio.

Beethoven sentía afinidad por las cualidades de osadía, individualismo, orgullo y temeridad de Coriolano; conocía la soledad del individuo que no está dispuesto a ceder ante nadie; sin embargo, comprendía el poder de la persuasión femenina para minar todas esas nobles cualidades. La lucha entre el amor y el patriotismo debe haber tenido un significado muy especial para el compositor, que valoraba mucho ambas cualidades. Asimismo, Beethoven comprendía la alarma y la humillación de una ciudad sitiada y obligada a suplicar al enemigo: Viena acababa de caer ante los franceses.

El conflicto entre orgullo y amor en la figura trágica de Coriolano corresponde al contraste de los dos temas principales de la obertura, que es ora impetuosa, ora lírica. El espíritu impetuoso queda proclamado de inmediato, cuando las cuerdas tocan una nota única seguida por un breve acorde orquestal tuerte y un silencio dramático. Obsérvese cuan estridentemente disonante es el acorde breve cuando se repite este gesto, mientras las trompetas y los timbales reiteran obstinadamente sus notas del acorde anterior, a pesar del cambio de armonía. El final suave de la obertura significa la muerte del héroe.




Estados de ánimo - Mario Benedetti

Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.

Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.

A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.


Canciones con historia Time after time – Cindy Lauper

En 1984, Rob Hyman participaba de la grabación del primer álbum de una artista desconocida. La chica venía de unos años oscuros, con una afección seria en su voz que casi la deja fuera de la música. La chica, una tal Cyndi Lauper, trataba de volver, tras romper con su banda Blue Angel. La grabación de su primer álbum, la obligó a la búsqueda de músicos. Rick Chertoff, ahora productor para la Columbia Records, recomendó a sus amigos de la banda que había dejado en Filadelfia. Así se cruzaron los pasos de Lauper y Hyman.

Ambos ya tenían suficiente material para el álbum, “She's So Unusual”, con temas como “Girls Just Want to Have Fun", "She Bop" o "All Through the Night". ¿Quién quería más? Chertoff. Sugirió que podía (siempre se podía) utilizar una canción más.

Esa canción de más empezó a escribirse a las apuradas, porque en pocos días tenían que estar grabando en estudio. Hyman y Lauper se sentaban al piano, luego de los ensayos, en el estudio Record Plant de Nueva York, con un grabador como único testigo de esa búsqueda.

Cyndi tuvo una inspiración al ver la tapa de la revista “TV Guía” de esa semana que anunciaba la emisión de una película clase B de ciencia ficción, “Time after time”(http://www.imdb.com/title/tt0080025/), protagonizada por Malcolm McDowell que interpreta a H. G. Wells persiguiendo a Jack, el Destripador, viajando a 1979 con una máquina del tiempo. “Tengo el título” dijo Lauper y con eso se largó a tocar los primeros garabatos del tema en el piano.

Con una estructura musical simple, tres notas repetidas, la letra empezó a fluir entre los dos músicos. Era una época de rupturas y abandonos (sentimentales y artísticas) para ambos. Tal vez por eso, inconscientemente, la canción tomó un tono melancólico, más emotivo, menos zumbón que el resto de los temas del álbum.

Un ángel bajó y Roby Hyman y Cyndi Lauper compusieron su primera canción juntos.

Un par de ensayos fueron suficientes para grabar el tema, pocos días después, sin arreglos previos, quedando como la versión final, la primer toma que capta toda la energía que circuló entre ambos, en ese primer trabajo juntos.

La canción cobró vida propia y trepó al primer lugar del ranking. El video, interpretado por la misma Cyndi, su novio y varios parientes, ganó su espacio en MTV y coadyuvó al éxito del tema.

http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2010/08/conozco-la-cancion-time-after-time.html