Saint-Saëns: Danse Macabre
Otro niño prodigio
El multifacético y superdotado intelectual y músico Camille Saint-Saëns compuso su primera pieza para piano cuando tenía poco más de cuatro años. Pero no por ello se echó a dormir en los laureles, y a los siete ya deleitaba a un amplio público en conciertos familiares. Tan prometedor comienzo lo decidió a abandonar, momentáneamente, sus estudios de latín, griego, literatura y otras ciencias para consagrarse exclusivamente a la música, decisión muy acertada que lo condujo a dar su primer concierto público en la Sala Pleyel, en París, a los diez años.
Un recital asombroso
Acompañado en un segundo piano por un maestro italiano, en la oportunidad se despachó un concierto de Mozart y otro de Beethoven, amén de piezas de Hummel, Haendel y Bach. Al finalizar, ofreció al público hacer bis con cualquiera de las treinta y dos sonatas de Beethoven que, por cierto, se sabía de memoria. El público casi echó la sala abajo aplaudiendo y la noticia de este increíble concierto se expandió por los periódicos de toda Europa, llegando incluso a tener eco en la prensa de los Estados Unidos. Tres años más tarde, ingresará al Conservatorio de París, a estudiar órgano y composición. No había otro camino.
El multifacético y superdotado intelectual y músico Camille Saint-Saëns compuso su primera pieza para piano cuando tenía poco más de cuatro años. Pero no por ello se echó a dormir en los laureles, y a los siete ya deleitaba a un amplio público en conciertos familiares. Tan prometedor comienzo lo decidió a abandonar, momentáneamente, sus estudios de latín, griego, literatura y otras ciencias para consagrarse exclusivamente a la música, decisión muy acertada que lo condujo a dar su primer concierto público en la Sala Pleyel, en París, a los diez años.
Un recital asombroso
Acompañado en un segundo piano por un maestro italiano, en la oportunidad se despachó un concierto de Mozart y otro de Beethoven, amén de piezas de Hummel, Haendel y Bach. Al finalizar, ofreció al público hacer bis con cualquiera de las treinta y dos sonatas de Beethoven que, por cierto, se sabía de memoria. El público casi echó la sala abajo aplaudiendo y la noticia de este increíble concierto se expandió por los periódicos de toda Europa, llegando incluso a tener eco en la prensa de los Estados Unidos. Tres años más tarde, ingresará al Conservatorio de París, a estudiar órgano y composición. No había otro camino.
Madurez y Danza Macabra
Antes de los veinte años, con dos sinfonías a su haber, Camille se habrá ganado la admiración y el apoyo de Liszt, Berlioz, Gounod y Rossini, entre otros. Para 1875, a sus cuarenta años, su intenso ritmo creativo ha dado enormes frutos, abarcando todos los campos de la música y todas las combinaciones instrumentales y vocales posibles. Es el año que señala el gran triunfo de su tercer poema sinfónico, Danza Macabra, que le valdrá más notoriedad aún, convirtiéndolo en el compositor francés de su época con mayor reconocimiento internacional.
La obra, en ritmo de vals y de escasos siete minutos, está basada en un poema de Henri Cazalis, que describe a la Muerte tocando el violín ante las tumbas, y a cuyo llamado acuden los esqueletos a danzar para ella. Doce campanadas anuncian el comienzo de la obra. La Muerte irrumpe luego con un violín algo distorsionado en su afinación para crear un clima fantasmagórico. En el minuto 2:47, entran los xilófonos a remedar el golpeteo de los huesos al danzar y al final (7:02), el oboe anuncia el nuevo día con el canto del gallo, llamando de regreso a sus tumbas a las osamentas danzantes.
Antes de los veinte años, con dos sinfonías a su haber, Camille se habrá ganado la admiración y el apoyo de Liszt, Berlioz, Gounod y Rossini, entre otros. Para 1875, a sus cuarenta años, su intenso ritmo creativo ha dado enormes frutos, abarcando todos los campos de la música y todas las combinaciones instrumentales y vocales posibles. Es el año que señala el gran triunfo de su tercer poema sinfónico, Danza Macabra, que le valdrá más notoriedad aún, convirtiéndolo en el compositor francés de su época con mayor reconocimiento internacional.
La obra, en ritmo de vals y de escasos siete minutos, está basada en un poema de Henri Cazalis, que describe a la Muerte tocando el violín ante las tumbas, y a cuyo llamado acuden los esqueletos a danzar para ella. Doce campanadas anuncian el comienzo de la obra. La Muerte irrumpe luego con un violín algo distorsionado en su afinación para crear un clima fantasmagórico. En el minuto 2:47, entran los xilófonos a remedar el golpeteo de los huesos al danzar y al final (7:02), el oboe anuncia el nuevo día con el canto del gallo, llamando de regreso a sus tumbas a las osamentas danzantes.
http://labellezadeescuchar.blogspot.com.ar/2013/06/saint-saens-danza-macabra.html