martes, 19 de agosto de 2014



´Tu eres el único que me ha creado 
Creo que lo supiste desde el comienzo 
Llamo nuevamente , pero no hay nadie 
No sé dónde , ni con quien estuviste. 

Pero yo 
Te amo 
De todas las formas que tu quieres 

Tu eres el unico ... ahora en que estado estoy 
Tenerte fue tan dificil 
Yo luche por ti ,¿tu me dejaste ganar? 
Aún asi no me importa , no me importa 
Donde estuve 

Pero yo 
Te amo 
De todas las formas que tu quieres 

He echo todo lo posible 
Todas las cartas ... te he enviado 
Pongo mi vida en las palmas de tus manos 
Pueda ser que ahora puedas ver 
Cómo es ser yo 
Pero si me dejas 
Lo entendere , si 
Si me dejas , lo entendere 

Tu eres el unico que me ha creado 
Creo que lo supiste desde el comienzo 
Llamo a tus amigos , 
Pero ninguno está 
Tenerte es tan dificil 
Tu eres el unico !!!!

Misty Mountain Cold - JRRTolkien

Far over the misty mountains cold
To dungeons deep and caverns old
We must away ere break of day
To seek the pale enchanted gold.


The dwarves of yore made mightly spells,
While hammers fell like ringing bells
In places deep, where dark things sleep,
In hollow halls beneath the fells.


For ancient king and elvish lord
There many a gleaming golden hoard
They shaped and wrought, and light they caught
To hide in gems on hilt of sword.


On silver necklaces they strung
The flowering stars, on crowns they hung
The dragon-fire, in twisted wire
They meshed the light of moon and sun.


Far over the misty mountains cold
To dungeouns deep and caverns old
We must away, ere break of day,
To claim our long-forgotten gold.


Goblets they carved there for themselves
And harps of gold; where no man delves
There lay they long, and many a song
Was sung unheard by men or elves.


The pines were roaring on the height,
The winds were moaning in the night,
The fire was red, it flaming spread;
The trees like torches blazed with light.


The bells were ringing in the dale
And men looked up with faces pale;
The dragon's ire more fierce than fire
Laid low their towers and houses frail.


The mountain smoked beneath the moon;
The dwarves, they heard the tramp of doom.
They fled their hall to dying fall
Beneath his feet, beneath the moon.


Far over the misty mountains grim
To dungeons deep and caverns dim
We must away, ere break of day,
To win our harps and gold from him!



Misty Mountain Cold [Traducción]

Más allá de las frías montañas neblinosas
Hasta las mazmorras profundas y viejas cavernas
Debemos andar antes de que se rompa el día
Para buscar el pálido encantado oro.

Los enanos lanzaban poderosos hechizos
mientras las mazas derrumbaban como campanas sonantes,
en lugares profundos, donde criaturas sombrías duermen,
en salas vacías bajo las montañas.


Para el antiguo rey y señor de los elfos
hay más de un tesoro reluciente.
Dieron forma y forjado, y la luz atraparon
para esconder las gemas en la empuñadura de la espada


En collares de plata ponían y ensartaban
Las estrellas florecientes, en coronas que colgaban
El fuego del dragón, en alambre retorcido
Enntretejían la luz de la luna y del sol.


Más allá de las frías montañas neblinosas
Hasta las mazmorras profundas y viejas cavernas
Debemos andar antes de que se rompa el día
Para reclamar nuestro largo tiempo olvidado oro.

Allí esculpían las copas para sí mismos
y arpas de oro; donde ningún hombre se adentra
allí se echaban mucho tiempo, y muchos canciones
no eran oídas por hombres ni elfos


Los pinos rugían en la altitud, 
Los vientos se quejaban en la noche. 
El fuego era rojo, su llama se extendía; 
Los árboles como antorchas de luz sesgada,


Las campanas sonaban en el valle,
y los hombres, pálidos, miraban hacia arriba
La ira del dragón, más violenta que el fuego,
derribaba las torres y las casas frágiles.


La montaña humeaba  bajo la luna;
los enanos oyeron, el maleante de la perdición
Huyeron de su salón, para caer en la muerte
Bajo sus pies, bajo la luna.


Más allá de las frías y siniestras montañas
Hasta las mazmorras profundas y las sombrías cavernas
Debemos andar antes de que se rompa el día
Para ganar nuestras arpas y nuestro oro.




Pequeño Tolkien Ilustrado

Bestiario de la Tierra Media

Arañas

  Entre los seres más horribles que jamás habitaron Arda se encuentran las Grandes Arañas. Eran malvadas y llenas de envidia, codicia y el veneno de la malicia.
El mayor de todos los entes que adoptaron la forma de araña fue Ungoliant, un espíritu poderoso y malvado que entró en el mundo antes de la creación de los Árboles de los Valar. En la región desolada de Avathar, entre las montañas Pelóri y el triste mar gélido del sur, Ungoliant vivió sola durante mucho tiempo. Era terrible y vil, y poseía una telaraña de oscuridad, llamada la No-Luz de Ungoliant, que ni siquiera los ojos de Manwë podían atravesar. La Gran Araña Ungoliant fue la más infame de las criaturas, puesto que llegó a Valinor con Melkor y destruyó los Árboles de los Valar. Y, al igual que devoró la Luz de los Árboles, Ungoliant intentó atrapar también a Melkor para devorarlo. De no haber sido por los demonios de fuego llamados balrogs, que acudieron y la azotaron con sus látigos de llamas, habría acabado devorando al mismísimo Señor de las Tinieblas. Pero los balrogs ahuyentaron a Ungoliant del norte. Y así, este corazón tenebroso llegó a Beleriand y entró en el lugar llamado Nan Dungortheb, el «valle de la muerte terrible», donde habitaban otros monstruos de su raza.

Pero entre esas pocas, una de sus hijas mayores, llamada Ella-Laraña, y algunas de las arañas menores, cruzaron las Montañas Azules y encontraron refugio en las Montañas de la Sombra que encerraban el reino de Mordor. En los desfiladeros de esta maligna región, las arañas volvieron a ser fuertes y en la Tercera Edad del Sol llegaron a Bosqueverde el Grande. Lo convirtieron en lugar maldito con sus emboscadas de telarañas y Bosqueverde se oscureció y fue llamado el Bosque Negro.
Aunque las arañas del Bosque Negro eran pequeñas si se las comparaba con sus antepasados, eran muy numerosas y sabias en el arte maligno de atrapar víctimas. Hablaban tanto la Lengua Negra como la lengua común de los hombres, pero a la manera de los orcos, con muchas palabras malignas y una rabia que deformaba la pronunciación. Después de la Primera Edad del Sol, tan sólo Ella-Laraña se acercó a la majestad de Ungoliant; moraba en un lugar llamado Cirith Ungol, el «desfiladero de la araña», en las Montañas de la Sombra. Vivió en aquel paso durante dos edades y, aunque fueron muchos los guerreros elfos y dúnedain que llegaron a sus dominios, ninguno pudo vencerla; los devoró a todos.

Aunque era grande y fuerte, la larga vida de Ella-Laraña terminó antes de que la Tercera Edad finalizara. Encontró la muerte de manera inesperada a manos del hobbit Samsagaz Gamyi, el menos importante de todos los que la desafiaron. Tras la herida mortal que recibió Ella-Laraña, Mordor y Dol Guldur fueron destruidos y las arañas de las Montañas de la Sombra y del Bosque Negro perecieron.

http://www.anarda.net/tolkien/Enciclopedia/aranya.html






Canciones con historia: Take on me - AHA

 

UN GRAN TEMA DETRAS DE UN GRAN VIDEO

Hay muchas canciones que pasan a la historia no solo por su melodía o por su letra, sino también por su video musical. “Thriller”, de Michael Jackson es un claro ejemplo, y el trema que quiero presentaros hoy no se queda atrás.

El rotoscopio es un dispositivo que permite diseñar imágenes para películas de animación, pudiendo ser utilizado para animar siguiendo una referencia filmada en vivo Esta es la técnica que utilizó Steve Barron en 1985 para realizar uno de los videos musicales más famosos de la historia, el “Take on Me” de A-ha.

El grupo musical A-ha nace en Oslo, Noruega, en 1982, pero no es hasta 1984 cuando lanzan su primer single al mercado, “Take on Me”, que curiósamente no tuvo demasiado éxito. "Take on Me" es una canción escrita por los tres integrantes de A-ha, Paul Waaktaar-Savoy, Magne Furuholmen y Morten Harket y producida por Tony Mansfield. Lanzada como ya hemos dicho en 1984, la canción fue regrabada en 1985. Sin embargo, a esta primera versión se le suele subtitular "First Version" u "Original Version" para distinguirla de la segunda. La canción está escrita por los tres integrantes de a-ha, Paul Waaktaar-Savoy, Magne Furuholmen y Morten Harket y producida por Tony Mansfield.

La “Original Version” también tuvo su video musical propio, que consistía en la banda interpretando el tema en un fondo azul en el que siluetas de mujeres realizan piruetas. Debido al fondo se le suele llamar al vídeo "Blue Version" y fue considerado de contenido inapropiado por la bailarinas de fondo. Debido a esto y al poco éxito de la canción, se decidió no comercializar el vídeo ni lanzarlo en canales de música. Se cultivó otra idea para el vídeo, que fue rápidamente descartada, que consistía en el grupo tocando el tema frente a una gran mutitud de fans, todas chicas, muy jóvenes

En 1985, el grupo publica su primer álbum de estudio, “Hunting High and Low”, en el cual incluyen la canción. A partir de ese momento, “Take on Me” va a ser conocida en todo el mundo, y a ser considerada como una de las mejores canciones de la historia del pop.

A “Hunting High and Low”, le siguieron otros 8 LPs de estudio, pero ninguno obtuvo el éxito del primero. De hecho, cuando escuchamos el nombre grupo, A-ha, se nos viene a la mente un grupo de los 80, como si hubiera desaparecido hace mucho tiempo, cuando del año 2000 al 2009, publicaron 4 discos.

El puente definitivo al éxito de “Take on Me” (en su segunda versión, que es como la conocemos todos), fue el lanzamiento de su video musical. Con escenas grabadas en el Kim's Café de Londres, el video cuenta la historia de fantasía en la que una chica (interpretada por la actriz Bunty Bailey) tiene un romance de ensueño con el héroe de su historieta cómica favorita (interpretado por Morten Harket).

Sin más, os dejo con la letra de “Take on Me”, así como con el video de la “Original versión”, y con el famoso video de Steve Barron.

Seguimos hablando 
y yo no sé qué debo decir. 
Lo digo de todas formas. 

Hoy es otro día en el que 
te encontraré huyendo. 
Iré en busca de tu amor, 
¿está bien? 

Tómame. 
(Tómame) 
Acéptame. 
(Tómame) 

Me iré en uno o dos días. 
No hace falta decir que 
estoy hecho pedazos. 

Pero ese que está 
caminando soy yo. 
Aprendiendo lentamente 
que la vida está bien. 

Dilo conmigo: no es mejor estar 
seguro que lamentarlo. 

Tómame. 
(Tómame) 
Acéptame. 
(Tómame) 

Me iré en uno o dos días. 
Las cosas que dices... 
¿Son en serio o sólo para 
que no me preocupe? 

Tú eres todo lo que 
tengo que recordar. 
Estás huyendo.... 
Iré en busca de tu amor, ¿bien? 

Tómame. 
(Tómame) 
Acéptame. 
(Tómame) 

Me iré en un día. 

Tómame. 
(Tómame) 
Acéptame. 
(Tómame)






 El Bimilenario de Augusto, forjador de la Pax Romana y primer emperador de Roma

El 27 de enero del año 27 a. C., Cayo Octavio Turino, sobrino nieto e hijo adoptivo de Julio César, recibió del Senado el título de Augustus. Ese será el nombre de una nueva era.

LA PAX ROMANA

La batalla de Accio, con la victoria sobre Marco Antonio y Cleopatra, permitió a Augusto convertirse en el primer emperador de Roma e iniciar un periodo de paz que definió el destino de la cultura occidental durante siglos e impuso los valores atribuidos al pueblo romano hasta la caída del Imperio por las invasiones de los bárbaros. Bajo la Pax Augusta, o Pax Romana, florecieron algunos de los principales poetas de la tradición latina clásica: Propercio, Ovidio (quien murió cerca del mar Negro, desterrado por Augusto a causa de una falta misteriosa, escribiendo en la lengua extraña que escuchaba allí), Horacio, Virgilio. Bajo la Pax Augusta, Tito Livio produjo la versión oficial de la historia romana. Bajo la Pax Augusta, Virgilio (con el apoyo material, sabido es, de Mecenas, consejero y amigo de Augusto que supo rodearse de poetas capaces de imaginar un proyecto, un porvenir, un discurso que alimentara la fe de la gente en algo) recibió la misión de crear la epopeya que diera sentido a la gesta política del primer emperador de Roma. Bajo la Pax Augusta, Vitrubio le dedicó a Augusto su tratado De Architectura, y, en fin, bajo la Pax Augusta la voluntad de Augusto de forjar un imperio de firme paz y de orden claro y armonioso en las ideas, la política, la cultura y las artes ilustró esa relación de sólida simetría que buscaba entre el mito del poder y el poder del mito.
Tras las revueltas, las listas negras y la violencia que mancharon de sangre los años que mediaron entre el fin de la República, que se derrumbaba por ambiciones inescrupulosas y en medio de enormes desigualdades sociales, y el inicio del Principado de Augusto, poetas como los citados fueron atraídos por la Pax Romana y le dedicaron la fuerza de su arte.
La causa de Augusto parecía en tal contexto la causa de Roma, de una Roma que se quería inmortal, de una Roma que se deseaba perdurable y que aspiraba a legar a la posteridad su gloria y la memoria de sus hechos en mármoles imperiales y nobles estrofas. Y la forja de Roma como cultura no podía prescindir de los mejores espíritus de su época. Propercio, también del círculo de Mecenas, sabe que es el poeta el que da la inmortalidad a los hechos y los nombres que celebra, o condena a la infamia:

Scribant de te alii vel sis ignota licebit:
laudet, qui sterili semina ponit humo.
Omnia, crede mihi, tecum uno munera lecto
auferet extremi funeris atra dies;
et tua transibit contemnens ossa viator,
nec dicet «Cinis hic docta puella fuit».
(Escriban de ti otros, o bien desconocida
quedes:
que te elogie el que arroja su siembra en
suelo estéril.
Todos tus dones, créeme, contigo en un
solo lecho
se los llevará en el tránsito final el negro día;
y acaso pase el caminante, despreciando
tus huesos,
y no dirá: «Es ceniza: fue una joven
inteligente».)

IRONÍAS MARXIANAS
Tras el asesinato de Julio César, Augusto había formado el Segundo Triunvirato con Marco Antonio y Lépido. Lépido fue exiliado, Marco Antonio se suicidó tras su derrota en Accio, y Augusto devolvió oficialmente el poder al Senado. Pero en realidad su poder crecía con sus conquistas, y su control de las legiones coaccionaba las decisiones del Senado; fuerte para eliminar la oposición senatorial con las armas, el Senado era dócil ante él.
A los diecisiete años, al final del bachillerato en el Friedrich-Wilhelm Gymnasium de Tréveris, como examen de composición en latín (entonces había unas ocho horas semanales de clase de latín en los tres últimos años del Gymnasium, antes de la universidad), Marx escribió un ensayo acerca de si la época de Augusto fue, o no, una de las mejores de la historia de Roma (An principatus Augusti merito inter feliciores reipublicae Romanae petates numeretur). Concluyó que sí, que fue uno de los periodos más felices de la antigua Roma, pues –el final guarda la gentil ironía– si la República no había podido dar libertad al pueblo, Augusto sí logró darle una ilusión de libertad. Encantador, ¿cierto? Un genio nunca es demasiado joven para escribir bien. «La República libre había fracasado en cuanto a dar libertad al pueblo, así que tuvo que venir un dictador a garantizarle la “libertad” que necesitaba» (de Payne, que lo cita en inglés: The free republic failed to give liberty to the people; it was left to a dictator to grant the “liberty” the people needed. R. Payne, Marx, Nueva York, Simon & Schuster, 1968, p. 38).

El reinado de Augusto «se distinguió por la clemencia», aunque había desaparecido toda libertad, puesto que, prosigue finamente el Marx teenager, «los romanos seguían pensando que se gobernaban a sí mismos, en vez de darse cuenta de que el emperador tenía el poder de alterar todas las leyes y las costumbres y que todos los oficios antes desempeñados por los tribunos ahora estaban en manos de un solo hombre. No pudieron percatarse de que el emperador, disfrazado con otro nombre, disfrutaba de todos los honores que antes se reservaban solo para los tribunos, y de que se les había despojado de su libertad. Es, de hecho, una gran prueba de clemencia evitar que los ciudadanos puedan discernir quién gobierna o saber si ellos gobiernan o son gobernados» (de la cita de Robert Payne en inglés en The Unknown Karl Marx, Nueva York University Press, 1971, pp. 44-48; rendidas excusas, no tengo el manuscrito original de Marx in lingua latina). Como se ve, el uso del término «clemencia» en este ensayo de Marx tiene esa comicidad y esa elegancia que uno puede encontrar, por ejemplo, en los momentos más felices de la escritura de Maquiavelo.

PIERRE GRIMAL: EL SIGLO DE AUGUSTO
Con todo, si bien Marx sabía, como se ha visto, que la restauración de la República romana por obra de Augusto no era realmente tal, y que el pueblo romano estaba totalmente a su merced, su composición juvenil asume fría y serenamente esa dictadura como lo más adecuado a las circunstancias históricas, y llama en ese ensayo escolar a la Era Augusta «un consumado modelo de las artes, de las ciencias y del lujo» (…a consumate patrón of the arts, of learning, and of luxury; en: Payne, Marx, 1968, p. 37).
Pierre Grimal coincide con lo que de elogioso hay en esa perspectiva: «El Siglo de Augusto quedó inaugurado justo cuando el olvido comenzó a caer sobre los episodios sangrientos, el día en que el pensamiento romano volvió a encontrar, gracias a la obra naciente, su fe en sí mismo después de la prolongada desesperación de las guerras civiles» (El siglo de Augusto, Barcelona, Crítica, 2011, p. 12). Por otra parte, como señala, también, Grimal: «El Imperio de Roma no habría sido más que una conquista efímera si no hubiese hecho otra cosa que imponer al mundo por la fuerza una organización política e incluso unas leyes. Su verdadera grandeza reside acaso más en lo que fue –y sigue siendo– su expansión espiritual» (La civilización romana, Barcelona, Paidós, 1999). Que abrió en Occidente un vasto campo a mil formas de cultura y pensamiento y permitió seguir vivos y fecundos a las ideas y el arte griegos. No es imposible imaginar un mundo en el que Roma no haya existido, pero, como dice, con otras palabras, Grimal, tal fantasía no haría más que revelar el papel inmenso de Roma en la historia humana.

EL LEGADO DE ROMA
Hoy se cumplen dos milenios de la muerte del primer emperador de Roma, que fue el 19 de agosto del año 14 de nuestra era en Nola, ciudad de la Campania, en Nápoles; según la tradición, su última frase fue Acta est fabula («La función ha terminado»). Augusto dejó al morir un imperio pacificado, con artes y letras notables, y con poetas que, desde el círculo de Mecenas, buscaban dar una identidad a esa civilización, la romana, que marcó la cultura occidental. Augusto amó como ningún otro emperador a Roma e hizo de la ciudad de barro y ladrillo, que halló devastada por los disturbios de fines de la República, una monumental urbe de mármol que maravilló al mundo entero (marmoream se relinquere, quam latericiam accepisset). Para bien o para mal, Roma dejó su huella, y no entenderíamos el mundo de hoy sin la cultura romana. Augusto cambió la faz de su tiempo: profesionalizó el ejército, impuso una recaudación proporcional a la riqueza de cada provincia, creó cuerpos de policía y de bomberos y un servicio de correos, hizo de la propaganda, con el arte y las letras, una herramienta de poder, puso la iconografía al servicio del poder con la escultura y la arquitectura imperiales, pacificó y unificó el inmenso territorio del imperio romano, construyó caminos, levantó faros, hizo acueductos, puentes, dio al mundo civilizado infraestructuras comunes de Oriente al Finis Terrae, por primera vez en la historia sujetó a todos los habitantes del imperio, ciudadanos, peregrinos o esclavos, a las mismas leyes, estableció una sola moneda y una lingua franca y dio el esplendor de su Edad Dorada a una Roma que, con él, comenzó a ser eterna.

montserrat.alvarez@abc.com.py

APOTHEOSIS (programa de mano, texto de Mª Ángeles Sevillano)

A partir de la revisión de los relatos de autores clásicos, tales como Tácito, Suetonio, Plutarco y Dión Casio, así como de la lectura de algunos estudios relacionados con el tema de los funerales imperiales en Roma, hemos creado un montaje escenográfico que recrea los rituales de la época.

El cortejo fúnebre (funus), tuvo una gran importancia política, ya que permitió al pueblo mostrar la admiración y el duelo por el difunto. Músicos -trompetistas y flautistas- y plañideras, expresaban su dolor llorando y acompañando con sus cantos el sonido de los músicos. El cuerpo de Augusto iba oculto en un lecho de marfil y oro, resultando visible su imagen de cera, acompañada de las imágenes de sus antepasados.
El elogio fúnebre fue leído por Tiberio, hijo adoptivo de Augusto y heredero del imperio.
La procesión pasó por la puerta triunfal, por moción de los senadores, y culminó con el acto de la cremación del cadáver, en la pira, colocada en el Campo de Marte. Los sacerdotes giraban en torno a la hoguera y diferentes cargos del ejército arrojaron las condecoraciones que Augusto les había otorgado por su valentía.
Existía la creencia de que el emperador, al morir, poseía un "doble cuerpo", el HUMANO, mortal y privado, que es incinerado; en el mismo ritual, se creaba una máscara de cera, la imago, que reproducía la imagen del difunto y que corresponde a su cuerpo DIVINO, público y político.
Con el encendido de la pira el cuerpo desaparecía del mundo de los vivos y se sacraliza; a esta ceremonia la denominaban CONSECRATIO. Posteriormente, una vez que el cuerpo se había convertido en cenizas, se producía el APOTHEOSIS, mediante el cual, a través de la imago o imagen de cera, el emperador ascendía al mundo de los dioses.
Los augures afirmaban haber visto un águila emprendiendo el vuelo, que parecía llevar su alma hacia los cielos.
Augusto, falleció el día 19 de agosto del año 14 d.C. Minutos antes de morir, preguntó a sus amigos si les parecía que había representado bien la farsa de la vida: "si la comedia os ha gustado, concededme vuestro aplauso y, todos a una, despedidme con alegría" (Suetonio. Augusto 97, 99-100).




Los Pinos de Roma, de Respighi


Nacido en 1879 y fallecido en 1936, el boloñés Respighi es un músico que compuso prácticamente toda su producción musical en el Siglo XX; además de componer también dirigía, escribía… Había que ganarse las habichuelas, y los compositores de los Siglos XX y XXI difícilmente pueden ganarse la vida exclusivamente componiendo.
Especialista en música barroca, sobre todo la italiana (Vivaldi, Monteverdi, Scarlatti, etc), nunca fue seducido por las nuevas corrientes musicales atonales, amelódicas e inarmónicas que venían de Centroeuropa, manteniéndose siempre en la línea tonal, melódica y armónica de toda la vida… Incluso en alguna de sus composiciones más conocidas, como son las “Danzas y Aires antiguos“, se nota perfectamente esa influencia barroca. Aunque, desde luego, era un músico de su tiempo y utilizaba todos los recursos musicales de la época (que habían crecido bastante desde la época de Mozart)… y cuando digo todos, quiero decir todos, ya veréis luego que no exagero ni un poquito.
Don Ottorino nunca mantuvo una buena relación con el régimen fascista de Benito Mussolini, llegado al poder en 1922… pero no le quedaba más remedio que convivir con él: se trataba de un músico conocido, uno de los más conocidos en Italia, y director titular de una de las orquestas italianas más importantes, la de la Academia de Santa Cecilia de Roma. No le quedaba más remedio que contemporizar con el régimen… o exiliarse. Y el buen Respighi no estaba por la labor de irse a ninguna otra parte que no fuera su querida Italia, así que contemporizó. No fue nada extraño, algo parecido tuvieron que hacer, por ejemplo, los grandes compositores rusos de la época… algún día contaré las tribulaciones del gran Shostakovich con el padrecito Stalin. Pero al buen Ottorino Respighi nunca le gustó el Duce, ni su régimen, ni sus formas, así que cuando escribía una obra de exaltación de las virtudes italianas (mayormente, de las virtudes imperiales romanas, claro), lo hacía con una ironía y una retranca que denotaba, muy sutilmente, sus verdaderas opiniones. Luego incidiremos algo más sobre esto cuando oigamos la obra.
Si por algo es conocido el amable y jovial Ottorino Respighi, es por su Trilogía Romana, compuesta por tres Suites ambientadas en las calles y plazas de la ciudad donde vivía desde 1913, cuando fue nombrado director titular de la Orquesta de la Academia Nacional de Santa Cecilia: Las Fuentes de Roma (1916), Los Pinos de Roma (1924) y las Fiestas Romanas (1926). Las tres Suites son muy conocidas, pero la más interpretada y grabada de las tres, con diferencia, son Los Pinos de Roma (I Pini de Roma). Y a esta obra dedicamos el artículo de hoy.
Compuesta en 1924, apenas dos años después del nombramiento de Benito Mussolini como Primer Ministro italiano (y por ende, de la toma de poder del fascio en Italia), esta exaltación de las pinedas romanas es una obra con múltiples aristas que refleja, por un lado, la alegría y el bullicio típico romano[2] , por otro, la melancolía por el pasado, y por fin, el temor por el futuro… pero disfrazado todo ello de complaciente exaltación de las virtudes romanas más queridas al régimen mussoliniano.
Requiere la ejecución de los Pinos de Roma de una orquesta realmente voluminosa, con la cuerda completa (normalmente treinta violines, repartidos en dieciséis primeros y catorce segundos violines, doce violas, diez violonchelos y ocho contrabajos), arpa, madera triple (tres instrumentos de cada familia), una más que generosa sección de metales (más una trompeta fuera del escenario), y otra generosa sección de percusión, más piano, celesta y órgano. Sí, también órgano. De todo. ¡Hasta un gramófono se necesita para ejecutar esta obra!!

. http://eltamiz.com/elcedazo/2010/03/12/los-pinos-de-roma-de-respighi/




Bruno Walter
Bruno Walter Schlesinger nació en Berlín el 15 de septiembre de 1876. A los 8 años, ingresó en un conservatorio donde una maestra señaló que “cada centímetro de este niño es música”. Si bien mostraba una temprana facilidad para el piano, cuando vio a Hans von Bülow dirigir, decidió que éste sería su futuro musical.
A los 19 años le ofrecieron un puesto en Breslavia como director de teatro musical, con la condición de que cambiara su nombre. Aunque ese evidente antisemitismo lo perturbaba, el deseo por desarrollar su carrera lo llevó a aceptar y su nombre pasó a ser Bruno Walter. Varios años después se mudó a Viena, donde trabajó con Gustav Mahler y luego se mudó a Munich. A principios de 1920, Munich estaba cada vez más influenciada por el Partido Nazi. Por ser el director de la Ópera Estatal de Baviera y, por lo tanto, la figura principal del mundo musical de la ciudad, Walter se estaba convirtiendo en blanco de ataques feroces y difamatorios y en 1922, finalmente, fue reemplazado. El periódico del Partido, Völkische Beobachter, informó:
Walter simplemente tuvo, tiene y siempre tendrá una sensibilidad diferente. No captaba el estilo de vida alemán; siempre promovió artistas del Este; estaba en contra de los artistas que vivían en Munich, quienes tenían la sensibilidad y el estilo alemán.
Luego de una exitosa gira por los Estados Unidos en 1923, el director de orquesta recibió una oferta de trabajo en Leipzig, donde se desempeñó con éxito por varios años mientras también trabajaba en Berlín. Sin embargo, a la larga, no pudo evitar el control nazi.  El 19 de marzo, un concierto programado en Leipzig tuvo que ser cancelado por amenazas de violencia. Por temor a que sucediera lo mismo en un concierto que se llevaría a cabo cuatro días después en Berlín, Walter pidió protección policial pero dicha petición fue denegada. Dado que los intensos esfuerzos por contratar a Furtwängler  para la función fallaron, Richard Strauss aceptó reemplazar al boicoteado Walter. Si bien Strauss siempre dijo que aceptó el puesto por los intereses de los músicos de la orquesta, quienes tenían mucha necesidad de plata, tanto Walter como los nazis mismos veían las cosas de diferente manera. Walter nunca perdonó a Strauss y el periódico Völkische Beobachter declaró que el concierto fue un “homenaje a la nueva Alemania”. Al darse cuenta de que estaba en peligro, Walter en un principio decidió irse a Viena, aunque allí también padecía crecientes amenazas y ataques. En 1938, decidió dejar Europa y se dirigió hacia los Estados Unidos, donde ya tenía un gran número de seguidores.
Walter hablaba inglés con fluidez y estaba familiarizado con el estilo de vida de los norteamericanos, el cual alejaría a muchos de sus conocidos emigrantes. Joven, saludable y en la cima de su poderío, disfrutó de una transición relativamente armónica a la vida en los Estados Unidos. Allí se hizo fama de ser un director de orquesta respetado, con quien los músicos disfrutaban trabajar. Entre otras orquestas, se desempeñó frecuentemente como director de orquesta de la Filarmónica de Nueva York y continuó viajando y dirigiendo en Europa. Falleció en febrero de 1962 en Beverly Hills, California.