Música
con historia: Serrat, 30 años 'En tránsito'
En tránsito supuso la renovación del sonido de
Serrat, obra de Rafael Moll, que se convirtió en el primer y único productor
del cantante, quien hasta entonces sólo había contado con directores musicales
o arreglistas, como Juan Carlos Calderón. La aparición de Moll, que luego
producirá los primeros discos de El Último de la Fila, coincidió con lo que
Serrat describe como "la desaparición de mi censura interior, que me hace
volverme quizá más satírico, con un lenguaje más duro".
El álbum arranca con A
quien corresponda, una asombrosa canción escrita con lenguaje de
instancia oficial en la que Serrat manifiesta su disconformidad con el estado
del mundo, desde la degradación de los mares -tema, el ecologismo, que ya había
tratado en Pare ocho
años antes ("Pare, que el riu ja no és el riu)"- al olvido de los
viejos.
Este lenguaje administrativo hace
pensar inevitablemente en una de las cimas de la poesía del peruano César
Vallejo, Considerando en frío, imparcialmente,
escrita también al modo de los textos jurídicos ("Considerando también /
que el hombre es en verdad un animal / y, no obstante, al voltear, me da con su
tristeza en la cabeza..."). Resulta pasmoso el denso clima emocional
conseguido por uno y otro utilizando un estilo tan frío.
El segundo corte es A
usted, en la que, con aire festivo, Serrat interpela a un
triunfador y le sugiere salir de su rutina, reconquistar espacios de libertad.
Llama la atención el dominio del verso terminado en esdrújula, algo nada
habitual en el mundo de la canción e incluso en la poesía ("A usted que
corre tras el éxito, / ejecutivo de película, / hombre agresivo y enérgico /
con ambiciones políticas"). Un texto que recuerda también otra de las
cimas del uso del verso esdrújulo en la canción en castellano, Mazúrquica
modérnica, de Violeta Parra, sólo que en el caso de la creadora
chilena se trata de un esdrújulo forzado, artificial ("Me han preguntádico
muchas persónicas...").
A continuación viene Porque
la quería, himno a los modos amorosos posteriores al 68, que
rechazaban las ceremonias, los contratos de matrimonio. En su momento llamó la
atención por esta manera libre de ver las relaciones de pareja; hoy se revela
como una gran canción de amor. La letra está muy bien llevada: Serrat insiste
en que el protagonista de la canción "no quiso papeles" porque no se
fiaba de él mismo ("y quiso estar seguro / que cotidianamente / tendría
que ganarla / con el sudor de su frente"), y al final hace una pirueta: el
protagonista se marcha antes de verse decepcionado... por ella. Se trata de
"poner a salvo aquella imagen", un final que recuerda al de la
película El marido de la peluquera, estrenada 9
años después, pero sin suicidio por el medio.
La cuarta pieza del disco es Una
de piratas. Con leves aires tropicales, Serrat evoca a los piratas
como personajes idealizados del cine y la literatura. En la gira conjunta con
Joaquín Sabina -Dos pájaros de un tiro-,
la cantan con la La del pirata cojo, la canción sabiniana
del mismo tema, pero la de Serrat le gana en todo. Es uno de esos cortes que
pueden parecer menores, pero resulta delicioso.
Luego aparece Las
malas compañías, una de las cumbres del álbum. Es un retrato
generacional, donde Serrat evoca su faceta más lúdica y gamberra, fuera de esa
imagen de impecable ciudadano que se le ha ido adhiriendo con el paso de los
años ("Mis amigos son unos sinvergüenzas / que palpan a las damas el
trasero"). Pero también es uno de los mayores himnos a la amistad de la
canción en castellano ("Si les roza las muerte, disimulan, / que para
ellos la amistad es lo primero"). El cantautor catalán ya había escrito en
1974 otra preciosa pieza sobre este tema: Decir amigo.
A Las malas compañías le sigue Esos
locos bajitos, otra de las cimas del disco. Se trata de una
reflexión penetrante sobre los ambiguos placeres de la paternidad, hecha con la
misma delicadeza con la que se debe tratar a un hijo. Serrat se pone coloquial
en el estribillo ("Niño, deja ya de joder con la pelota"), pero en
las estrofas no puede ser más profundo ni certero ("Cargan con nuestros
dioses y nuestro idioma, / nuestros rencores y nuestro porvenir, / por eso nos
parece que son de goma / y que les bastan nuestros cuentos / para
dormir").
En Uno de mi calle me ha dicho... -el siguiente tema-, Serrat reivindica
la fantasía como solución personal, el hombre que rompe las convicciones y es
reprimido, con un el lenguaje ("Uno de mi calle me ha dicho / que tiene un
amigo que dice (...) Y me han dicho que dicen que dijo ...") que a veces
recuerda a un famoso trabalenguas ("Me han dicho que has dicho un dicho
que han dicho que he dicho yo").
El penúltimo corte es No
hago otra cosa que
pensar en ti, una de las canciones de amor más memorables de Serrat. Lo curioso
es que aquí el cantautor catalán hace una gran canción de casi nada; incluso el
estar aburrido le sirve para crear una canción. Es una broma sobre la
inspiración, donde se van desgranando ocurrencias triviales mientras se repite
que todos los esfuerzos están consagrados a la presunta destinataria.
El álbum acaba con Hoy
puede ser un gran día, una invitación - con arrebato mediterráneo-
a vivir plenamente, sin miedo ni complejos ("Hoy puede ser un gran día, /
imposible de recuperar, / un ejemplar único. / No lo dejes escapar"). Una
canción con la que deberíamos despertarnos todas las mañanas.
Sí, En tránsito es un gran disco, uno de los mejores
de Serrat, y ha crecido con el paso del tiempo. Termino con una confesión
personal: cuando tenía 15 años, lo compré para mi hermana Concha, que me lo
había encargado. En la tienda coincidí con un compañero de colegio, que, al ver
lo que estaba adquiriendo, hizo un comentario irónico. Yo me avergoncé e
insistí mucho en que era para mi hermana. Eran los años de la movida y Serrat,
para un adolescente como nosotros, estaba pasadísimo. Menos mal que crecí. La
que pasó fue la movida y Serrat se ha revelado intemporal y de permanente
actualidad.
http://www.paginasdigital.es/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=2530&te=19&idage=4845
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