viernes, 23 de enero de 2015

Shostakovich: CONCIERTO Nº 2 PARA PIANO Y ORQUESTA EN FA MAYOR, OP. 102

Veinticuatro años separan el Primer Concierto del Concierto para piano nº 2, op 102; en los años precedentes a la muerte de Stalin el músico nos ha dejado una dramática y virtuosística Sonata nº 2 y sus 24 Preludios y Fugas, introspección en el mundo bachiano. En 1956, el año que simboliza el discretísimo comienzo del “deshielo” artístico en la URSS, Shostakovich cumple cincuenta años. Al año siguiente nos regala su Segundo Concierto; ESCRITO PARA SU HIJO MAXIM COMO REGALO DE CUMPLEAÑOS, SE ESTRENÓ EL 10 DE MAYO DE 1957, EL DÍA EN QUE CUMPLÍA DIECINUEVE AÑOSescrito para su hijo Maxim como regalo de cumpleaños, éste lo estrenó el 10 de mayo de 1957, el día en que cumplía diecinueve años, en el conservatorio de Moscú, en la primera actuación relevante del joven pianista, que luego centraría su carrera en la dirección de orquesta. Shostakovich escribe a Denissov, amigo por entonces, expresándose con ironía: «Todos los días hay tormentas, a veces muy fuertes. La lluvia cae en el tejado y los rayos cruzan el cielo. Truena, pero día a día prosigo mi “labor creadora”». Otra vez el conflicto se nos presenta aquí en forma de contraste: los dos Allegros son joviales, enérgicos, de carácter juguetón e idénticos mundos sonoros; desde el inicio del primero el guiño es evidente, abriendo paso a una orquestación formulada con maestría técnica y ritmo arriesgado, y un pianismo que recuerda a Prokofiev y resulta espectacular en la cadencia; la misma alegría e intención lúdica transmite el segundo, de brillante escritura y nervio preciso.
Frente a ellos, el Andante central, de desolada hondura, de llanto callado, de aceptación sombría, transparente, de romanticismo finamente trazado y lleno de inspiración; tanta melancolía, tanta nostalgia, tan sutil…
«Nos encontramos por segunda vez en marzo de 1968. Fui a verle a su casa con cierta antelación, por lo que estuve haciendo tiempo en la calle…A la hora convenida llamé a la puerta; apareció la joven esposa de Shostakovich, Irina, y, finalmente, llegó corriendo, literalmente corriendo, el dueño de la casa…no había cambiado físicamente, sólo su cabello era claramente más gris. Con gran sorpresa, me encontré un hombre completamente distinto: irradiaba alegría de vivir, estaba contento…Shostakovich irradiaba una grandeza y una bondad extrañas, como una especie de fuerza mágica irresistible…» (Krzysztof Meyer).


http://www.orquestadeextremadura.com/grabaciones/shostakovich-conciertos-piano/


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