Gracias aroma
azul,
fogata
encelo.
Gracias pelo
caballo
mandarino.
Gracias pudor
turquesa
embrujo
vela,
llamarada
quietud
azar
delirio.
Gracias a los racimos
a la tarde,
a la sed
al fervor
a las arrugas,
al silencio
a los senos
a la noche,
a la danza
a la lumbre
a la espesura.
Muchas gracias al humo
a los microbios,
al despertar
al cuerno
a la belleza,
a la esponja
a la duda
a la semilla
a la sangre
a los toros
a la siesta.
Gracias por la ebriedad,
por la vagancia,
por el aire
la piel
las alamedas,
por el absurdo de hoy
y de mañana,
desazón
avidez
calma
alegría,
nostalgia
desamor
ceniza
llanto.
Gracias a lo que nace,
a lo que muere,
a las uñas
las alas
las hormigas,
los reflejos
el viento
la rompiente,
el olvido
los granos
la locura.
Muchas gracias gusano.
Gracias huevo.
Gracias fango,
sonido.
Gracias piedra.
Muchas gracias por todo.
Muchas gracias.
Oliverio Girondo,
agradecido.
Concierto para violín n.º 5 (Mozart)
El Concierto para violín n.º 5 en la mayor, K. 219, Concierto Turco, fue compuesto por Wolfgang Amadeus Mozart en 1775 y fue estrenado durante latemporada de fiestas de ese año en Salzburgo. De ello se desprende la típica estructura rápido-lento-rápido.
Antecedentes
Mozart compuso la mayoría de sus conciertos para instrumentos de cuerda desde 1773 hasta 1779, pero hasta el momento no sabemos con precisión, para quién, ni para qué ocasión fueron escritas. Del mismo modo, la fecha de composición de estas obras no está clara. Los análisis de la escritura y de las filigranas del papel han demostrado que las fechas de loscinco conciertos para violín no son las reales. Al parecer, Mozart cambió el año de la composición del quinto concierto (que originalmente era "1775") y lo sustituyó por "1780", para más tarde volver a cambiarlo a "1775".
Instrumentación
El concierto está escrito para dos oboes, dos trompas y cuerdas.
Estructura
Los movimientos son los siguientes:
• Aperto Allegro - Adagio - Allegro Aperto
• Adagio
• Rondó - Tempo di Minuetto
El aperto marcado en el primer movimiento es un poco marcado en la música instrumental de Mozart, pero parece mucho más a menudo en su música operística. Esto implica que la pieza debe ser juzgada en un contexto más amplio, más majestuosa que simplemente como un allegro.
El primer movimiento se abre con la orquesta tocando el tema principal, una melodía típica mozartiana. El solo de violín llega con un breve pero dulce adagio, con un simple acompañamiento de la orquesta A continuación, se combina el tema principal con el solo de violín, que interpreta una melodía diferente en la parte superior de la orquesta. La duración del primer movimiento es de unos 10-11 minutos.
El rondó final del tema principal es un típico tema mozartiano, pero la característica de alto contraste de secciones en los pasajes de la música turca, ha dado lugar a que el concierto reciba el sobrenombre de "el Concerto turco".
Mozart compuso el Adagio posterior para violín y orquesta KV 261 como sustituto del movimiento lento de este concierto.
Toda la pieza es de unos 28 minutos de duración.
Donde la olas del Terek danzan un vals
en el perverso paso de Darial
se yergue sombría entre rocas
imponente masa gris, una antigua torre
En esta torre por vientos locos azotada
vive Tamara, la reina
un ángel de celestial belleza
con un espíritu de señorío demoníaco
Así empieza el poema Tamara que Mikhail Lermontov escribió entre 1840-41, en el que sería su último año de vida, durante su destierro en el Cáucaso.
Considerado uno de los poetas rusos más importantes de la época romántica, y a pesar de su corta vida, Mikhail Lermontov ejerció una profunda influencia sobre las sucesivas generaciones de escritores rusos del siglo XIX.
Descendiente del capitán escocés George Learmont, que entró al servicio del zar de Rusia a principios del siglo XVII, Mikhail Lermontov nació en Moscú el 15 de octubre de 1814. A causa de la muerte prematura de su madre, y el cumplimiento militar de su padre, quedó al cuidado de su abuela que le procuró la mejor educación posible: con tutores extranjeros y profesores particulares, aprendió desde niño francés, alemán e inglés; pero su infancia se vio entristecida por los constantes enfrentamientos entre su padre y su abuela.
Pronto despuntó en él la sensibilidad y el talento para las artes y las letras; se inició en la poesía y en la pintura , en la música y en el teatro. En su adolescencia, comenzó a escribir versos a semejanza de poetas como Schiller y Lord Byron, éste último, sobre todo, fue una personalidad que Lermontov logró emular, tanto en su trabajo, como en aventuras personales.
Del Liceo de Moscú pasó en 1830 a matricularse en la Facultad de Ciencias Políticas y Morales, a la vez que se publicaba "Primavera" su primer libro de versos. Pero su carrera se vio bruscamente interrumpida y fue expulsado por participar en determinados actos de insubordinación estudiantil contra las autoridades académicas.
Al igual que muchas otras figuras románticas en Rusia, Lermontov se sintió atraído por la carrera de las armas. En 1832 ingresó en la Academia Militar de San Petersburgo y a partir de entonces su vida estaría vinculada al ejército. Hasta 1834 perteneció a la escuela de los oficiales de la Guardia Imperial de San Petersburgo, desde donde fue destinado al regimiento de húsares en Tsárskoye Seló.
En 1837, el joven militar manifestó abiertamente su cólera y la de todo el pueblo ante la pérdida de Pushkin, a través de un poema apasionado que dirigió al Zar Nicolás I, una de las poesías más brillantes de la literatura rusa titulado "A la muerte de un poeta" y en el que pedía venganza por el asesinato del poeta en un duelo en el que su pistola había sido alterada para que no pudiese disparar. Esto provocó su destierro a un regimiento del Cáucaso. Pero él ya había vivido allí con su abuela, por lo que no se sintió extraño en unas tierras llenas de recuerdos de su infancia y durante aquel tiempo escribió "El ángel", uno de los poemas románticos más extraordinarios de la lengua rusa, así como "El demonio", una de sus obras más célebres.
En 1838 regresó a San Petersburgo convertido en un gran poeta, muy popular en los círculos aristocráticos. Dos años después aparecieron una selección de sus poemas, pero ese mismo año un duelo con el hijo del embajador francés te valió otro destierro en el Cáucaso. Es cuando escribe la novela "Un héroe de nuestro tiempo", cuyo protagonista, Pechorin, el desengañado, es un reflejo de sí mismo. Dolido y despechado por el amor no correspondido hacia varias mujeres, hombre de carácter huraño y lengua afilada, retó y fue retado a varios duelos y llegó a ser herido en más de una ocasión. En 1841 mientras veraneaba en el balneario de Pietigorsck, fue nuevamente retado a duelo, en esta ocasión por un oficial del ejército a cuya esposa había seducido. Para la confrontación elige, expresamente, el borde de un precipicio a fin de que, "si uno de los combatientes cae herido mortalmente, su destino quede sellado". Murió de un pistoletazo, como su admirado Pushkin, a los veintiseis años, el 27 de julio de 1841.
Losfaraoneseran considerados los intermediarios de los dioses en
la tierra. Al morir se fusionaban con Osiris, momento en que
eran venerados como una deidad más del Olimpo egipcio. Horus y posteriormente
Ra les designaron sumos sacerdotes de todos los templos del país. Su poder era
absoluto e incuestionable. Sin embargo, no faltaron impíos que buscaron el
medio de acortar su mandato para cambiar el curso natural de sucesión.
En los momentos finales del reinado de Ramsés III, una de sus mujeres llamada Tiyi
conspiró en palacio para lograr que su hijo, Pentaur, le sucediera en el trono.
Para lograr su objetivo, Tiyi buscó la ayuda de un mayordomo llamado Pebakkamen,
que fue quien reclutó a los hombres que se rebelarían contra el rey. Gracias a
ellos y al apoyo que recibió de otras mujeres que vivían en el atestadoharénde Ramsés III, Tiyi estuvo a punto de
desalojar del trono a su marido. No hay datos que arrojen luz sobre cómo
se frenó el complot, pero sabemos quienes fueron los traidores. También
conocemos que se constituyó un tribunal para juzgar a los imputados en la
conspiración y que ciertos miembros de la comisión de investigación intentaron
boicotear el proceso para no inculpar a algunos familiares suyos. Tras ser
descubiertos, la ira del faraón cayó sobre sus cabezas. Los verdugos les
cortaron la nariz y las orejas, castigo que se reservaba a los prefectos y
magistrados que abusaban de sus funciones.
En losjeroglíficosse describe de forma un tanto ambigua
la condena que aplicó el tribunal a los cabecillas del fallido golpe de estado:
"Los han puesto en su lugar. Ellos solos han muerto". ¿Les obligaron
a suicidarse? En realidad, su final fue mucho más lento y terrible. Una momia
hallada en Deir el Bahari, que corresponde a un varón de unos 25 años bien formado
y sin lesiones, aporta pistas sobre el ajusticiamiento de los traidores. La
momia es de un hombre que fue introducido en su sarcófago sin habérsele
practicado las operaciones usuales del embalsamamiento. Su rostro desvela una
horrible agonía, lo que sugiere que el desafortunado joven fue enterrado vivo.
Elharén real,
donde vivían las ambiciosas esposas del faraón y sus concubinas, siempre fue un
foco de conspiraciones e intrigas políticas. Elprimer complot del que tenemos noticiase produjo durante el reinado de Pepi I,
de la VI dinastía. En la autobiografía grabada en la tumba de
un funcionario real llamado Weni se cuenta que fue llamado por el faraón para
declarar en un grave caso de intriga que se produjo en el harén. No hay datos
que desvelen quiénes fueron los traidores, pero sabemos que el rey le regaló a
Weni una buena cantidad de oro para que embelleciera su última morada.
Hubo otra conspiración mucho más grave que culminó con elasesinato del faraón Amenemhat I, de la XII
dinastía. La historia se relata en un escrito en el que el espíritu del rey
asesinado alerta a su hijo Senwosret I de los traidores que medran en palacio.
Este breve relato aporta detalles muy precisos del atentado mortal que sufrió
el faraón cuando se encontraba solo y desprevenido en su dormitorio. "De
haber podido empuñar el arma, habría devuelto los golpes a los cobardes con una
sola mano", le cuenta el espíritu de Amenemhat I a su afligido hijo.
Grandes
festejos palaciegos con una deidad como anfitrión
En tiempos de paz, cuando el enemigo no acechaba las fronteras, ni tampoco los
vasallos desleales o las esposas despechadas amenazaban la vida doméstica,los reyes
vivían plácidamente en sus palacios, donde tenían a su alcance un gran número de
distracciones.La caza en el desierto y en los pantanos, las peregrinaciones y
los grandes banqueteseran actividades frecuentes. En algunas tumbas aparecen
representadas lasfiestas gastronómicasque disfrutaban los faraones y sus cortesanos más
allegados. Se asaban bueyes, ocas en espetón y otros variados platos que eran
degustados en vajillas de oro, plata o alabastro y regados con vinos y licores.
A la fiesta acudían los músicos, cantantes y bailarines de ambos sexos. Ellas
danzaban completamente desnudas o lucían un pequeño tanga, tal y como aparecen
en una pintura de latumba de Nebaum, que actualmente se puede admirar en el Museo
Británico de Londres. Los invitados que acudían a las celebraciones reales se
deshacían en cumplidos con su anfitrión, al que trataban como deidad.
"¡Que la gracia de Amón sea en tu corazón!". Los faraones se sentaban
en sillas de alto respaldo ricamente decoradas con incrustaciones de oro,
plata, turquesa y otras piedras preciosas.
Los sirvientes circulaban entre las mesas, distribuyendo bebidas, flores y
perfumes. Las jóvenes criadas, desnudas o con sencillos vestidos transparentes
que dejaban entrever sus encantos, ofrecían a los invitados unos conos de color
blanco que éstos se ponían en la cabeza. Mientras los comensales comenzaban a
comer, los músicos interpretaban alegres composiciones. Esas orquestas incluían
instrumentos de percusión, entre los que destacaban las matracas, los crótalos,
los cascabeles y los tambores, que ayudaban a acompasar el ritmo de las
canciones. Junto a ellos se encontraban los instrumentos de viento y de cuerda,
con flautas simples y dobles, obóes y arpas. Desgraciadamente, es muy difícil
saber con precisión qué tipo de melodías interpretaban los músicos que
amenizaban las fiestas de palacio.
Los hombres y mujeres bebían vino por igual. Parece que no existía la
prohibición de servirles alcohol. De hecho, en algunas pinturas funerarias
podemos contemplar escenas de grandes cenas en las que aparecen mujeres
totalmente bebidas y vomitando. En la tumba de Paheri se aprecia una figura
femenina que da órdenes a un criado. Los jeroglíficos que acompañan esta
representación demuestran quelas egipcias de alta cuna no tenían que recatarse con la bebiday lo decían claramente: "Dame dieciocho vasos de
vino, quiero beber hasta emborracharme, tengo la garganta seca como la
paja".
En los momentos culminantes de la fiesta, algún cantante improvisaba versos que
alababan la generosidad de la familia real y la bondad de los dioses. Según
cuenta Herodoto, en las mansiones de los ricos, una vez finalizado el gran
banquete, el mayordomo exhibía un pequeño sarcófago esculpido y pintado de tal
forma que simulaba con gran realismo una momia. De esa manera, los anfitriones
mostraban a los invitados la realidad del final de la existencia: "Mírala
y luego bebe y disfruta de la vida, pues una vez muerto serás como esta
figura".
Junto al faraón debía estar presente su esposa
principal, que al comienzo del Imperio Nuevo actuaba como reina consortey transmisora del
linaje real. Su posición en palacio le permitía realizar determinados ritos en
los templos y actuar como garante del faraón durante su reinado. Los egipcios
creían que la Gran Esposa Real era la que realmente otorgaba la legitimidad al
aspirante al trono. De ahí que algunos príncipes que no estaban en el primer
puesto en la línea de sucesión intentaran legitimarse como faraones casándose
con las hijas de su antecesor, que en muchas ocasiones eran sus hermanas o sus
hermanastras, como fue el caso de Tutmosis II, que era hijo de una reina de
menor rango.
Los faraones podían ser unos padres de familia cariñosos e intachables. Al
menos esa es la imagen que el arte egipcio de la época exhibió deAkenatón, que disfrutaba tanto de la vida familiar en su
palacio que apenas lo abandonaba. Se le mostraba como un padre afectuoso que se
deleitaba en compañía de su mujer y sus seis hijas. Durante su reinado estuvo
de moda representar las manifestaciones cariñosas de la pareja real en pinturas
o estatuillas. En ellas se puede ver al rey y la reina cubriendo de besos a sus
hijas y cómo ellas responden acariciando con sus manitas la barbilla del padre
y la madre. En la dinastía XIX, el arte egipcio recuperó su austeridad. Sin
embargo, en las pinturas que adornan muchos sepulcros del Valle de los Reyes el
marido y la mujer están representados siempre uno junto al otro, unidos para
toda la eternidad. Al llegar al trono,Akenatón dio la espalda al dios Amón e instauró el culto único a
Atón, el disco solar. También abandonó la tradicional capital de Tebas para
construir otra a 290 kilómetros al norte, en un lugar que actualmente se
denomina Tell el-Amarna. En esa ciudad vivió con su amada Nefertiti y juntos
actuaron como sumos sacerdotes y mediadores de Atón en la tierra. El aspecto de
esta reina nos resulta muy familiar gracias a la conservación fortuita de la
escultura pintada de su cabeza, una obra maestra del arte egipcio que se
conserva en un museo berlinés.
Los egiptólogos ignoran qué papel pudo desempeñar Nefertiti en la revolución
religiosa que emprendió su marido. También desconocen qué ocurrió en los años
finales del reinado de Akenatón. Sin embargo, sí han podido averiguar que el
faraón no fue tan fiel a la bella Nefertiti como se creía hasta hace poco, ya
que mantuvo relaciones con su propia hermana, fruto de las cuales nacería un
niño que diez años después llegaría al trono bajo el nombre deTutankamón.
El
enfermizo monarca que murió demasiado joven
Este dato ha sido desvelado gracias a los análisis de ADN de los restos
mortales de Tutankamón y de otras diez momias. El estudio, que fue coordinado
por Yehia Gad y Somaia Ismail, del Centro Nacional de Investigación de El
Cairo, aportó otros datos importantes; por ejemplo, que el joven faraón padeció
malaria, lo que quizá pudo debilitarle el sistema inmunitario. Asimismo, un
estudio más detallado de las imágenes tomográficas que se tomaron de la momia
hace años han revelado que el faraón tenía el pie izquierdo equinovaro (le
faltaba un hueso en uno de sus dedos). Es probable que el estado enfermizo de
Tutankamón se debiera al incesto, una práctica que conllevaba ventajas
políticas pero que podía acarrear consecuencias letales para la salud.
Además de por razones sucesorias, el incestotambién se produjo por
lanecesidad del faraón de consolidar su condición divina, lo que lograba
relacionándose sexualmente con sus hermanas y en algunos casos con sus propias
hijas. En este aspecto,Ramsés IIestuvo a altura de su condición de faraón entrefaraones. Es sabido que su gran amor fue la reina Nefertari,
pero el rey también contrajo matrimonio con princesas extranjeras, con su
hermana y con tres de sus propias hijas. A estos enlaces hay que sumar las
relaciones que mantuvo con infinidad de concubinas. No es extraño que en su
larga vida tuvieramás de 130 hijos, muchos de los cuales murieron antes que él.
Nefertariparece haber sido laesposa preferida de Ramsés II, esta fama se basa en
la buena conservación de su tumba, en la proliferación de representaciones de
esta reina y en la belleza del templo menor de Abu Simbel, que mandó edificar
el faraón para rendir culto a su mujer. Construida hace 3.200 años y decorada por
los mejores artistas de la época, la cámara funeraria de Nefertari es la más
espectacular delValle de las Reinas, la conocida necrópolis ubicada en las
cercanías de la ciudad de Luxor (la antigua Tebas). Cuando la descubrió el
italiano Ernesto Chiaparelli en 1904, la tumba ya había sido saqueada. Lo único
que quedaba era el sarcófago de la reina sin momia y los magníficos frescos que
representan a los dioses del panteón egipcio: Horus, Anubis, Isis, Osiris y
Serket.
Aunque muchos matrimonios eran estables, algunos acababan en divorcio de mutuo
acuerdo. El proceso se llevaba a cabo sin la costosa colaboración de abogados y
tribunales. La mujer abandonaba el hogar matrimonial y regresaba a la casa de
sus padres llevándose consigo sus pertenencias y las partes correspondientes de
la propiedad conyugal. En algunos casos, era ella la que se quedaba con la
casa, siendo el hombre el que tenía que abandonar el hogar familiar. No sabemos
quién se quedaba con la custodia de los hijos.
A las mujeres casadas no se les permitía ninguna libertad sexual. Si cometíanadulterio, recibían el desprecio social y podían ser
castigadas con dureza. Se censuraba que un hombre mantuviera relaciones con una
mujer casada. Y no era tanto por motivos morales, como por evitar la reacción
de los maridos cornudos, cuya ira podía alterar el equilibrio y la paz de la
comunidad.
Las esposas del faraón que no podían amamantar a sus hijos recurrían a los
servicios de nodrizas, uno de los oficios mejor pagados y al que podían acceder
mujeres de todas las clases sociales. En el Periodo Dinástico, el puesto de
nodriza real era muy buscado, ya que era un trabajo muy influyente. Su posición
en el harén y la cercanía a la corte les permitía relacionarse con altos
funcionarios, facilitando a las nodrizas un rápido ascenso en la pirámide
social.
En el país de las "Dos Tierras", formadas por el Alto y el Bajo
Egipto, el sexo era el origen de todo lo conocido y la poderosa maquina que
movía los engranajes del universo, cuyos mandos estaban en manos de los dioses.
Los egipcios no se preocupaban por la virginidad de los hijos.Lo
verdaderamente importante era la fertilidad y la capacidad de procrear. Sin embargo, apenas
nos han llegado datos o representaciones pictóricas que desvelen cómo y en qué
circunstancias se practicaba el sexo. La excepción es el denominadoPapiro
Erótico de Turín, que incluye una serie sexual de los egipcios es a través de
los relatos mitológicos, dado que éstos siempre se inspiran en la conducta
social del pueblo que los concibe.
También
los dioses tenían celos y peleas conyugales
Al igual que ocurría con sus intermediarios en la tierra,los dioses del Nilo practicaban la endogamia frecuentemente. Según creían los
egipcios, todo lo que existe surge de un único demiurgo que en su soledad tiene
que masturbarse para procrear la primera pareja divina, dos hermanos que al
alcanzar la pubertad contraen matrimonio. A partir de ahí comienza la saga de
incestos entre las distintas divinidades, cuyas relaciones se van complicando
con el paso del tiempo. Por ejemplo, el dios Horus tiene como esposa a Hator,
pero mantiene relaciones con siete concubinas, lo que provoca celos y continuas
peleas conyugales. Las mismas trifulcas domésticas que debieron producirse en
los atestados harenes de los palacios reales del antiguo Egipto por alcanzar o
perder el lecho real. El comportamiento del dios Seth aporta algunos datos
sobre cómo era percibida la homosexualidad a orillas del Nilo. Una de las
versiones del mito desvela sus coqueteos con el dios Horus, del que alaba su
espalda, y como éste confía a su madre Isis las inquietantes insinuaciones de Seth.
Aunque la madre le aconseja olvidar el asunto, Horus termina cediendo a las
proposiciones de Seth.
Otros textos
parecen sugerir que larelación homosexuales
sobre todo unacto de supremacía del poderoso
sobre un inferioro un subordinado. Los egiptólogos han
descifrado jeroglíficos que desvelan la íntima relación del faraón Pepi II con
uno de sus generales, llamado Sasenet. La aventura amorosa entre los dos
aguerridos varones encaja de alguna manera con la que mantienen los dioses Seth
y Horus en el Olimpo egipcio. Los investigadores también han aportado
información sobre las relaciones homosexuales entre algunos sacerdotes del
templo de Jnum en Elefantina. Otras evidencias parecen sugerir que la
homosexualidad fue rechazada por el pueblo, aunque consentida entre las clases
dirigentes. ElLibro de los Muertos,
la guía indispensable del Más Allá, califica de virtuosa la abstinencia de las
prácticas homosexuales, pero no aclara si esas prácticas eran ocasionales o muy
frecuentes, ni cuál era su consideración social.
Al igual que a otros nobles, a los faraones y sus hijos les sometieron al morir
al trabajo de los embalsamadores. El tratamiento de lujo incluía la
extirpación del cerebro y, con excepción del corazón, de todos los órganos
internos del difunto, (riñones, pulmones, hígado) que se guardaban en cofres
junto al sepulcro, los llamados vasos canopos. Tras el lavado del interior del
cuerpo, los expertos en momificaciónlo
rellenaban con plantas aromáticas y después los salaban aplicándoles natrón, un
carbonato sódico que sirve de conservante. Al cabo de 70 días, lo envolvían con
vendas de lino y tapaban los ojos, las orejas, nariz y boca con cera de abeja.
Estas manipulaciones daban como resultado un cuerpo esquelético revestido de
una piel amarillenta y rostro afilado que conservaban bastante fielmente los
rasgos del fallecido. Tras fabricar lamomia, los
sacerdotes iniciaban los ritos funerarios que facilitaban el viaje del
fallecido a su residencia divina.
Dado que se consideraba quela potencia sexual y la
fertilidad eran atributos necesarios para disfrutar del Más Allá,
a los cuerpos momificados de los difuntos se les añadía unos penes postizos,
del mismo modo que se colocaban pezones artificiales en los pechos de las
mujeres para hacerlas plenamente funcionales en el otro mundo. Bendecidos con
sus atributos humanos, los reyes disfrutaban del paraíso toda la eternidad. Las
magníficas pinturas y jeroglíficos que decoran sus tumbas nos permiten imaginar
con gran detalle cómo vivieron y murieron en sus suntuosos palacios a orillas
del Nilo.
“Qué dichosos somos aquellos que poseemos el poder de la
música, porque a través de ella somos protagonistas de la transformación de los
sentimientos de los seres humanos y del mundo entero” - través de ella somos protagonistas de la transformación de los
sentimientos de los seres humanos y del mundo entero” - See more at:
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LA HORA - Juana de Ibarborou
Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía.
Ahora que tengo la carne olorosa y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera.
Ahora que en mis labios repica la risa como una campana sacudida aprisa.
Después..., ¡ah, yo sé que ya nada de eso más tarde tendré!
Que entonces inútil será tu deseo, como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano!
Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca.
Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves que la enredadera crecerá ciprés?