sábado, 3 de enero de 2015

Benedetto Ferrari

Benedetto Ferrari (Reggio Emilia, ca. 1603 - Módena, 1681) fue un compositor, libretista de ópera y tiorbista italiano de la época barroca.
Benedetto Ferrari trabajó en Roma (1617-18), Parma (1619-23) y, posiblemente, en Módena por algún tiempo entre 1623 y 1637. Escribió música y libretos de ópera en Venecia y Bolonia entre 1637 y 1644. Su Andromeda, con música de Francesco Manelli, fue la primera ópera veneciana realizada en un teatro público, el de San Cassiano (en 1637). Posteriormente proporcionó el texto y la música de dos óperas, ambas estrenadas en Venecia: La maga fulminata (1638) eIl pastor regio (1640). La puesta en escena boloñesa de esta última en 1641 incluyó, como su dúo final, el texto «Pur ti miro, pur ti godo», que más tarde fue reutilizado, posiblemente con la propia música de Ferrari, para el dúo final de L'incoronazione di Poppea de Monteverdi, en los manuscritos conservados.
Ferrari marchó a Viena en 1651, sirviendo al emperador del Sacro Imperio Romano Fernando III. Al regresar a Módena en 1653 fue nombrado maestro de coro de la corte. Su puesto fue suprimido en 1662, pero restablecido en 1674, después de lo cual ocupó el cargo hasta su muerte. Muchas fuentes testimonian su virtuosismo como tiorbista.
Ninguna de sus óperas se conserva. Sus obras que perviven incluyen libretos, un oratorio y tres libros de monodias bajo el título Musiche varie a voce sola (Venecia, 1633, 1637, 1641). Aunque los últimos fueron compuestos en un período relativamente corto de tiempo, reflejan el cambio de estilo de la monodia acompañada, desde el surgimiento del recitar cantando (a mitad de camino entre el canto y la voz hablada) al estilo vocal típico de la ópera de mediados del siglo XVII, con una melodía más definida y un ritmo más claro.

Wikipedia


Lento pero viene (Mario Benedetti)

Lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene

hoy está más allá
de las nubes que elige
y más allá del trueno
y de la tierra firme

demorándose viene
cual flor desconfiada
que vigila al sol
sin preguntarle nada

iluminando viene
las últimas ventanas

lento pero viene
las últimas ventanas

lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene

ya se va acercando
nunca tiene prisa
viene con proyectos
y bolsas de semillas
con ángeles maltrechos
y fieles golondrinas

despacio pero viene
sin hacer mucho ruido
cuidando sobre todo
los sueños prohibidos

los recuerdos yacentes
y los recién nacidos

lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene

ya casi está llegando
con su mejor noticia
con puños con ojeras
con noches y con días

con una estrella pobre
sin nombre todavía

lento pero viene
el futuro real
el mismo que inventamos
nosotros y el azar

cada vez más nosotros
y menos el azar

lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene

lento pero viene
lento pero viene
lento pero viene


jueves, 1 de enero de 2015



Decálogo De La Serenidad

1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin
querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.

2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto:
cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no
pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mí
mismo.

3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido
creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en
éste también.

4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin
pretender que las circunstancias se adapten todas a mis
deseos.

5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una
buena lectura: recordando que, como el alimento es
necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es
necesaria para la vida del alma.

6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a
nadie.

7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo
hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos,
procuraré que nadie se entere.

8. Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no
lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré
de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

9. Sólo por hoy creeré firmemente -aunque las
circunstancias demuestren lo contrario- que la buena
providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie
existiera en el mundo.

10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular
no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en
la bondad.

Puedo hacer bien durante doce horas lo que me
descorazonaría, si pensase tener que hacerlo durante
toda mi vida.

(Juan XXIII)


CANTOS DE AMOR DEL ANTIGUO EGIPTO 
Primer canto 
La única, la amada, la sin par, 

la más bella del mundo, 
mírala, parece el lucero del año nuevo, 
en el umbral de una bella anualidad. 
Aquella cuya gracia brilla, cuya piel resplandece, 
tiene ojos de claro mirar, 
y labios de dulce hablar. 
Palabra superflua alguna, jamás le oirás pronunciar. 
Ella, la del cuello largo, la del pecho luminoso, 
posee una cabellera de lapislázuli hermoso. 
Sus brazos sobrepasan el resplandor del oro, 
Cada uno de sus dedos es como un cáliz de loto. 
La de la cintura lánguida y las caderas finas, 
cuyas piernas preservan la belleza, 
cuyos andares están llenos de nobleza, 
cuando pone los pies sobre la tierra, 
con sus besos me arrebata el corazón. 
Hace que todos los hombres 
Se vuelvan a contemplarla. 
Y a aquel a quien saluda, hace sentir feliz. 
Pues entre los muchachos el primero se cree así. 
Cuando de su morada sale, 
uno cree ver a Aquella que es única. 



ESCRITOS por los escribas hacia el 1.500 antes de nuestra
era en papiros, fragmentos de caliza, vasos… Los Cantos de amor se recitaban en públicoen las calles, las tabernas y los campos, acompañados del arpa, el laúd, el tamboril o las palmas. 
Las Inscripciones que hemos puesto son de fechas diversas. 
La traducción no puede, evidentemente, ser literal. Una misma palabra se traduce de modo distinto según su contexto. No se conoce, por ejemplo,el significado de determinados nombres de flores, especias y vinos. Y si bien se sabe que estos cantos se recitaban o cantaban, se desconocen en cambio su metro y su melodía, dado que no sabemos vocalizar la escritura jeroglífica. 
Nuestra edición consta de extractos de la traducción del profesor Siegfried Schott, Universidad de Göttingen (traducción francesa de PauleKrieger).


http://litsdelaant.files.wordpress.com/.../cantos-de-amor...
¡FELIZ AÑO NUEVO, QUERIDOS AMIGOS!

En mi estilo, doble saludo: poético (Rubén Darío) y musical (Clásica-Baremboim)

Año Nuevo - Rubén Darío

A las doce de la noche, por las puertas de la gloria
y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre,
sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria,
San Silvestre.

Más hermoso que un rey mago, lleva puesta la tiara,
de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión;
y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para
Salomón.

Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina,
y su capa raras piedras de una ilustre Visapur;
y colgada sobre el pecho resplandece la divina
Cruz del Sur.

Va el pontífice hacia Oriente; ¿va a encontrar el áureo barco
donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero?
Ya la aljaba de Diciembre se fue toda por el arco
del Arquero.

A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno
el inmenso Sagitario no se cansa de flechar;
le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno
y le cubre los riñones el vellón azul del mar.

Cada flecha que dispara, cada flecha es una hora;
doce aljabas cada año para él trae el rey Enero;
en la sombra se destaca la figura vencedora
del Arquero.

Al redor de la figura del gigante se oye el vuelo
misterioso y fugitivo de las almas que se van,
y el ruido con que pasa por la bóveda del cielo
con sus alas membranosas el murciélago Satán.

San Silvestre, bajo el palio de un zodíaco de virtudes,
del celeste Vaticano se detiene en los umbrales
mientras himnos y motetes canta un coro de laúdes
inmortales.

Reza el santo y pontifica y al mirar que viene el barco
donde en triunfo llega Enero,
ante Dios bendice al mundo y su brazo abarca el arco
y el Arquero.


En paz – Amado Nervo

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Uno de los poemas favoritos de mi querido "Coco" que reflejaba completamente el sentir y actuar del “Pai” Oliviero…



Réquiem – Mozart (Tributo a mi padre -fallecido el 29-12-2014- mi mentor y modelo tanto en la vida como en la cultura que tanto amaba y que sigue viviendo en mí…)

El Romanticismo convirtió a Wolfgang Amadeus Mozart en un mito a través de esta sobrecogedora obra: según la leyenda, el músico la compuso con la idea de que se trataba de su propio Réquiem, encargado por un mensajero de la muerte. Aunque la realidad parece ser menos poética, ello no resta un ápice a la potencia expresiva ni a la belleza de la partitura, con algunas secciones que se cuentan entre las cimas no sólo de la producción de Mozart, sino de la música universal: el "Introitus", el "Kyrie", el "Dies irae" o el "Lacrimosa".
En el último año de su vida, se presentó a Mozart, que estaba ya enfermo y deshecho, un taciturno desconocido, que le entregó una carta y desapareció. Era el encargo anónimo de una misa de réquiem, con promesa de buena recompensa. El fúnebre desconocido se volvió a presentar unos días después y pagó un anticipo, recomendando a Mozart que no descuidase su obra. Volvió luego, de vez en cuando, para vigilar el progreso del trabajo. Era, sencillamente, el camarero del conde Franz von Walsegg, rico aficionado que tenía la debilidad de encargar obras a los grandes músicos para hacerlas ejecutar luego haciéndolas pasar por suyas.
Pero aquellas circunstancias singulares turbaron la mente de Mozart, ya fatigada por la áspera y continua lucha por la vida. Se entregó a la composición del Réquiem con el máximo empeño y, al mismo tiempo, con la firme persuasión de que aquella obra había de ser también su canto fúnebre. En efecto, no pudo terminarla. La obra fue completada por su discípulo Franz Xaver Süssmayer (1766-1803), quien, en los últimos años de la vida del maestro, había vivido en estrecha intimidad artística con él. No es fácil determinar exactamente cuál es la parte debida a Süssmayer.
Parece cierto que de los doce fragmentos que componen el Réquiem, sólo el primero -el "Réquiem" (Adagio) seguido del "Kyrie" (Allegro) fugado- salió absolutamente terminado de las manos de Mozart. Los ocho fragmentos siguientes parecen haber sido orquestados en su redacción definitiva por Süssmayer según esbozos de Mozart que aseguran a lo menos la autenticidad de su diseño metódico y de sus principales intervenciones instrumentales. Las tres partes últimas ("Sanctus", "Benedictus" y "Agnus Dei") parecen ser totalmente de Süssmayer, quien, sin embargo, se sirvió cuanto pudo de la música preexistente de su maestro. Por ello, y no sólo por estas incertidumbres de atribución, es obra acerca de la cual es harto difícil emitir juicio.
El Réquiem de Mozart se ofrece como una superación de la materia pasional (indudablemente la contemplación de la muerte y la meditación de algunos misterios supremos de la fe) en una visión de serena belleza. El frecuente empleo del contrapunto y del estilo fugado (sobre todo en el "Kyrie" y en el "Quam olim Abrahae" del "Domine Jesu") significa para algunos críticos la inexorabilidad de la muerte; pero es también un mero tributo al estilo que era casi obligado por aquel tiempo en la música sacra.
Como aterrorizada visión del juicio, el Réquiem se presenta envuelto en una dulce resignación limpia de rebelión y de miedo. La instrumentación es singularmente sobria por la exclusión de las flautas, de los oboes, de los clarinetes comunes y de las trompas; en cambio, tienen en ella gran papel, además de la masa de los instrumentos de cuerda, los "corni di bassetto", especie de clarinetes más graves que los normales que agradaban mucho a Mozart. Los pasajes dramáticos y fuertes (esencialmente el "Dies irae" y el "Rex tremendae maiestatis") están indudablemente llenos de carácter y diligentemente expresados (es de notar el efecto de un lento trino vibrado sobre el "Quantus tremor est futurus"); pero no alcanzan la penetrante intimidad expresiva, la honda sinceridad de los pasajes en que se funde una melancolía dulcísima y fatigada: el "Recordare, Jesu pie" y el sublime "Lacrimosa".
Aquella característica del estilo mozartiano, la costumbre de una construcción del período melódico por preguntas y respuestas, halla en el empleo de los cuatro solistas (soprano, contralto, tenor y bajo) y del coro posibilidades sencillísimas y al mismo tiempo de gran efecto: destacan la separación del bajo de las demás voces (en el citado "Quantus tremor est futurus"), la continuada contraposición de "piano" y "forte" ("Ingemisco" en el "Recordare"), de "staccato" y "legato" (al principio del "Lacrimosa") o el breve despliegue melódico que florece en la afanosa carrera contrapuntística (por ejemplo, la celestial frase del soprano: "et semini eius" que conduce al final del "Ofertorio").
Ello establece una tensión que sería exagerado llamar dramática, pero que es el secreto del interés y de la consistencia del lenguaje mozartiano. Así el contrapunto, rítmicamente accidentado, del "Rex tremendae", podría parecer algo intencionado y artificioso si no encontrase su complemento en los tres últimos compases, en que las voces se funden quietamente concordes en la serena invocación: "salva me, fons pietatis". En el "Tuba mirum" las voces de los solistas florecen una tras otra (cada una enlazándose con la última nota de la precedente) como exquisitos arabescos de desnuda línea. Los grandes conjuntos corales adquieren orden, simetría y significado cuando las voces de las sopranos se mantienen firmes en el agudo ("luceat" y "Christe eleison" en el "Kyrie", "homo reus" en el "Lacrimosa").
Probablemente a la prudente redacción de Süssmayer se debe atribuir la brevedad, tal vez excesiva, de cada uno de los trozos (nótese que el "Réquiem", única parte que Mozart escribió por entero, es el más largo de todos): Mozart no era escritor conciso. Al contrario, especialmente en los años de su madurez, se entregaba a aquella "divina largura", a aquella complacencia en su propio discurso, a aquel abandono despreocupado, que se hallan a menudo en músicos de temperamento poético, como Schubert y Brahms. Tal vez a este incompleto desarrollo, más aún que a la uniformidad de colorido y a la convencional expresión de ciertos pasajes, se debe atribuir la vaga insatisfacción que en algunos momentos deja esta última obra maestra del gran músico de Salzburgo.

http://www.biografiasyvidas.com/monografia/mozart/requiem.htm