sábado, 20 de diciembre de 2014

Canciones con historia: John Waite y "Missing you": Una de las grandes canciones fetiche de los años ochenta

John Charles Waite, nacido el 4 de julio de 1952 en Lancaster (Inglaterra), es un cantante y músico de rock que, en un primer momento musical, fue el vocalista de "The Babys".

Tras esta experiencia grupal, John Waitecomenzó con fuerza una brillante carrera musical en solitario que alcanzó su máximo reconocimiento en 1984 con el lanzamiento de su segundo disco larga duración: "No brakes".

Este trabajo llamó la atención mundial, especialmente en Europa y Estados Unidos, por esta canción "Missing you", que llegó al número uno en el "Billboard Hot 100." Este tema, un medio tiempo magnífico, interpretado con fuerza y sensibilidad a partes iguales, vendió casi dos millones de copias en todo el mundo y, con el tiempo, acabaría siendo versioneado por destados intérpretes, entre los que destaca Tina Turner, que ofreció su relectura del tema en 1996.

En 1988, Waite reunió a antiguos miembros de "The Babys" para formar el megagrupo "Bad English". En 1989, la balada de Bad English "When I see you smile" (escrito por Diane Warren), también alcanzó un éxito importante, aunque poco tiempo después John Waite volvería a trabajar en solitario. Desde 1995, ha producido cinco álbumes como solista, incluyendo su grabación "Downtown... journey of a heart".

En el año 2006, "Missing you", acompañado de un elegante y sencillo vídeo, fue relanzado a dúo con Alison Krauss y volvió a obtener un reconocimiento importante que hizo que John Waite volviera a ponerse en primera línea de los focos. Actualmente, el cantante vive en California, después de pasar décadas en Nueva York.

http://www.cancionesenelrecuerdo.com/2010/06/john-waite-y-missing-you-una-de-las.html




john-waite-missing-you

viernes, 19 de diciembre de 2014

Catalina II, Emperatriz de Rusia (1729-1796).

Emperatriz de Rusia llamada La Grande, nacida en Prusia el 2 de mayo de 1729 y fallecida en San Petersburgo en 1796.

Su verdadero nombre era Sofía Augusta de Anhalt-Zerbst y pertenecía a la alta nobleza polaca de origen alemán. De religión luterana y educación afrancesada, Sofía Augusta fue enviada a Rusia en 1744 con el consentimiento del rey de Prusia,Federico II,para contraer matrimonio con el heredero de la corona, el futuro zarPedro III. La boda se efectuó en 1745, previa conversión al cristianismo ortodoxo de la novia, que adoptó el nombre de Catalina en homenaje a la emperatriz Catalina I. La joven se adaptó muy pronto a la vida en Rusia, cuya lengua aprendió con rapidez. Por ello se hizo popular en la corte y entre el pueblo, mientras que su marido, Pedro, hombre de carácter débil y caprichoso, se granjeaba la hostilidad general. Durante nueve años la pareja real no tuvo descendencia, lo que hizo temer a Catalina el repudio de su marido. En 1754 Catalina dio por fin a luz un niño, Pablo, aunque su paternidad era muy dudosa. En enero de 1762 Pedro accedió al trono de Rusia. Su política le valió la antipatía de la aristocracia militar y de la Iglesia. Una conspiración de la Guardia Real, encabezada por el amante de Catalina, Grigori Grigorievitch Orlov, y respaldada por el sector tradicionalista de la nobleza y por la Iglesia ortodoxa, acabó con el reinado del zar sólo seis meses después de su acceso al trono (julio de 1762). Pedro III fue encarcelado en el castillo de Rospch y, poco después, estrangulado. Catalina, que manejaba los hilos de la conjura, consiguió de este modo acceder al trono de Rusia como Catalina II, cuando contaba 33 años.

Política interior
Etapa reformista (1762-1774)
La inexistencia de una ley de sucesión clara garantizó la entronización de Catalina. Pero pesaba sobre ella la sospecha del magnicidio y sus derechos al trono radicaban tan sólo en el vínculo matrimonial. Por ello, las primeras medidas de la emperatriz fueron dirigidas a consolidar su poder personal mediante un pacto con la alta nobleza y el ejército. Entre las muchas concesiones hechas a la nobleza, Catalina otorgó a ésta el monopolio sobre la compra de tierras y siervos, así como la delegación en los señores de todos los derechos judiciales públicos sobre los siervos. Este primer período fue también el de aplicación de algunas de las doctrinas ilustradas en la política de la emperatriz. Catalina, que conocía bien la obra de los ilustrados franceses y participaba de sus ideales políticos, apoyó su programa de gobierno en los principios de lo que se ha dado en llamar Despotismo Ilustrado, del que se la considera una de las más conspicuas representantes. En 1764 acometió la reforma de la administración con un claro objetivo centralizador que continuaba la política de Pedro I el Grande, potenciando la participación política del Senado. En 1766 publicó una Instrucción que representaba una declaración de principios ilustrados de gobierno inspirados en las doctrinas de los filósofos Beccaria yMontesquieu. En este mismo año convocó la llamada Comisión para la Codificación del Derecho, que le valió su fama de monarca ilustrada. La Comisión reunió a representantes de los estamentos no serviles para la reforma del código legal, mientras que los representantes de las ciudades y de los campesinos llevaron a la emperatriz cuadernos de quejas a través de los cuales Catalina deseaba conocer la situación de su pueblo.
La Comisión, sin embargo, no tuvo repercusiones políticas significativas y fue disuelta dos años después. En 1767 creó la Comisión Legislativa, con el fin de fortalecer su poder personal absoluto. Otra de las vertientes de su política reformadora la constituyen las medidas adoptadas para la laicización del Estado. Las dificultades económicas que había producido la Guerra de los Siete Años (1756-63), que enfrentó a Rusia con Prusia por el reparto de las esferas de influencia en Europa central, llevaron a Catalina a decretar la secularización de los bienes de la Iglesia ortodoxa, cuyos siervos pasaron a ser propiedad de la monarquía, y a cerrar numerosos conventos. Catalina practicó la tolerancia religiosa, excepto en el caso de los “uniatos”, fieles ortodoxos sometidos a la obediencia del Papado. En cuanto a la política educativa, siguiendo las ideas ilustradas, Catalina ordenó redactar en 1762 un plan para la difusión general de la educación primaria, cuyos únicos frutos fueron la fundación de institutos para jóvenes nobles y de un hospicio. Su política económica también fue deudora de las directrices de la Ilustración. En 1765 se fundó la Sociedad Libre de Estudios Económicos que intentó poner en práctica las doctrinas de los agrónomos ilustrados, pero que no se ocupó de la situación de los campesinos sometidos a servidumbre. Esta situación había empeorado de manera notable debido al paso de casi un millón de siervos de la Iglesia a la monarquía y a las continuas donaciones de tierras y siervos hechas por la zarina a la aristocracia terrateniente, que tendía a un progresivo endurecimiento de los vínculos de servidumbre. La actitud de Catalina hacia el problema de la servidumbre fue claramente pro-nobiliaria, si bien, inspirada por los ideales ilustrados, mostró cierto desvelo por la situación de los siervos. Su legislación, sin embargo, contribuyó al endurecimiento de la servidumbre y sus veleidades emancipatorias se limitaron al intento de normalizar legalmente las relaciones entre siervos y señores y a recomendar a éstos la suavización de las exigencias laborales que pesaban sobre los siervos. El continuo fortalecimiento de la aristocracia gracias a la política de Catalina se traducía en el empeoramiento de las condiciones de vida de los campesinos y en un aumento progresivo de la tensión social, que estalló en 1773 con la llamada “revuelta de Pugachev”, el mayor conflicto social de la Rusia moderna. La revuelta, dirigida por el cosaco Pugachev, que se hacía pasar por Pedro III, involucró a los campesinos de las regiones del Volga, a los cosacos del Don y a los obreros de la región metalúrgica de los Urales. Su programa pretendía la abolición de la servidumbre y la eliminación violenta de la aristocracia terrateniente. Se extendió por las tierras del Volga y del Don, y alcanzó algunos éxitos en sus inicios. Fue sofocada con dureza en 1774 y su líder, ejecutado. La revuelta de Pugachev marcó el final del periodo reformista de Catalina, que desde entonces demostró su miedo a la insurrección popular con el endurecimiento de una política ya abiertamente favorable a los privilegiados.

Segunda etapa (1774-1796)
La rebelión popular supuso la aceleración de las reformas administrativas favorables a la nobleza. Catalina intentó vincular nuevamente a los nobles al servicio burocrático con el fin de garantizar su lealtad al Estado. Esta política se tradujo en la promulgación de la Carta de la Nobleza (1785), por la cual este estamento recibió un estatuto legal de confirmación de sus amplísimos privilegios. Entre ellos, la Cartareconocía a la nobleza el monopolio sobre las altas funciones administrativas, los poderes absolutos sobre la vida de sus siervos y el privilegio de una justicia propia. Catalina continuó el proceso de centralización del Estado, destinado ahora a un control más eficaz del orden público, a cuyo mantenimiento quiso vincular a la nobleza mediante la Reforma Provincial de 1775. La reforma perseguía un mayor sometimiento del territorio ruso y de las regiones periféricas del Imperio. Se dividió el territorio en 50 provincias o “gobiernos”, a cuyo frente se encontraba un gobernador designado por la zarina con poderes casi absolutos. Cada provincia se subdividió en distritos llamados "círculos", administrados por un noble local. Esta última etapa del reinado estuvo asimismo marcada por el endurecimiento de la censura intelectual y de la intolerancia hacia grupos disidentes, debido al impacto que sobre Catalina produjeron los acontecimientos de la Revolución Francesa.

Política económica
La Rusia de Catalina II era un país fundamentalmente agrícola cuya industrialización avanzaba lentamente. La emperatriz realizó numerosos esfuerzos inspirados en las doctrinas de la Ilustración. En sus esfuerzos por modernizar la economía rusa fomentó las finanzas, introdujo el papel moneda y creó entidades bancarias. Bajo sus auspicios se emprendió un plan de especialización agrícola de los territorios del Imperio, incorporándose para su explotación las regiones del Volga, el Cáucaso y las estepas. Ucrania se convirtió en la región más importante para el desarrollo agrícola ruso desde su incorporación a Rusia. Se fomentó el cultivo del trigo ucraniano mediante una política de colonización que atrajo principalmente a agricultores balcánicos, armenios, alemanes y rusos de otras regiones. Bajo Catalina II, el proceso de industrialización siguió sujeto a los intereses del Estado. Para favorecer la industria, la zarina abolió en 1779 la reglamentación de los oficios y de las fabricaciones y auspició la fundación de más de tres mil talleres manufactureros. La industria textil creció considerablemente, sobre todo en la Rusia central. Todas estas medidas favorecieron fundamentalmente a la nobleza, muy implicada en el desarrollo económico, aunque en esta época apareció asimismo el primer germen de la burguesía industrial rusa. La expansión fronteriza en los territorios de Crimea hizo posible la fundación de puertos en el Mar Negro (Odesa, Jerson, Sebastopol) y el auge de las exportaciones hacia Oriente Próximo y el Mediterráneo. En el comercio internacional, destaca también el crecimiento de las exportaciones de productos metalúrgicos, de los que Rusia se convirtió en principal productora desde la década de 1770. A pesar de los evidentes progresos, el despegue económico se vio frenado por la deficiente articulación del comercio interior, carente de una red de transportes básica y lastrado por un sistema tributario poco favorable al comercio.

Política exterior
La Rusia de Catalina II tuvo un papel muy destacado en la política europea del siglo XVIII. La zarina continuó la política imperialista de Pedro el Grande, en la que se vio favorecida por el debilitamiento del Imperio Otomano. Su principal frente de expansión fueron los territorios polacos, sobre los que ya en 1763 estableció el protectorado, y sentó en el trono a uno de sus amantes, Estanislao II. Las guerras que mantuvo con el Imperio Otomano por el reparto de las esferas de influencia en el centro y este de Europa llevaron a una considerable expansión de las fronteras del Imperio ruso, a expensas de los territorios turcos. En 1768 estalló la primera guerra ruso-turca, que resultaría desastrosa para Turquía. En 1769-70 Rusia anexionó Moldavia y Valaquia y en 1771 conquistó Crimea. Estos éxitos difundieron por Europa occidental la fama de su ejército y restauraron el prestigio político de Rusia. Desde entonces, Catalina II participó activamente en la lucha de influencias en la Europa central y oriental. En 1772 pactó un primer reparto de Polonia con Prusia y Austria. Con este reparto Catalina II consiguió para su imperio los territorios de Bielorrusia. El reparto suponía el retroceso de la influencia francesa en el este de Europa y el afianzamiento del Imperio ruso y de Prusia. Los repartos posteriores de Polonia (1793 y 1795) determinaron su desaparición como estado y la anexión definitiva por parte de Rusia de Ucrania, Podolia y la zona occidental de Bielorrusia hasta la ciudad de Minsk. Catalina estableció en sus territorios polacos un régimen de represión sostenido por las duras intervenciones militares y la pasividad internacional ante la descomposición de Polonia. Otro de sus frentes de expansión fue Alaska, cuya colonización por pobladores rusos se inició a finales de siglo. En los últimos años de su reinado, Catalina se unió al frente contrarrevolucionario levantado por Austria y Prusia contra la expansión de la Francia revolucionaria, pero sus planes de intervención quedaron truncados por su muerte, acaecida en 1796.

Conclusión
El nombre de Catalina II ha quedado unido a la difusión de los ideales de la Ilustración en Rusia. Durante el siglo XVIII, la emperatriz gozó de gran fama en Europa occidental como defensora del progreso ilustrado, al menos durante el período anterior a la Revolución Francesa. Catalina ejerció el mecenazgo sobre los ilustrados franceses, por los que sentía gran admiración. Diderot, para quien Catalina representaba el perfecto modelo del monarca ilustrado, visitó su corte en 1773. La emperatriz mantuvo correspondencia con los más destacados enciclopedistas así como con Voltaire, que le dedicó encendidos elogios. Sin embargo, la aplicación de las doctrinas ilustradas en Rusia fue muy superficial debido a las características del país, en el que faltaba una burguesía pujante. El carácter de las reformas emprendidas por Catalina II fue marcadamente aristocrático y favoreció el anquilosamiento de las estructuras tradicionales de la sociedad, fundadas en la servidumbre del campesinado.

http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=catalina-ii-emperatriz-de-rusia


Catalina la Grande Parte II














William Matthew Flinders Petrie

Charlton (Reino Unido) 03-06-1853/Jerusalén (Palestina) 28-06-1942

William Matthew Flinders Petrie nació el 3 de junio de 1853 en la localidad inglesa de Charlton, en el Condado de Kent, en el seno de una acomodada familia del lugar. Su padre, el ingeniero William Petrie, y su madre, Anne Flinders, hija del explorador de Australia y Tasmania, Matthew Flinders, y gran apasionada de las ciencias naturales (especialmente por los fósiles y minerales), pronto se dedicaron a instruir y a animar al por entonces enfermizo niño en los altos valores científicos de su padre quien parece le indujo a estudiar trigonometría y geometría, como así también en materias como arqueología y etnología por las que estaba interesada su madre.
Recluido en casa con motivo de su enfermedad, y dedicado al estudio entre un exigente profesorado que había de darle clases particulares, y la gran biblioteca de su padre, Petrie acabó adquiriendo una notable preparación intelectual en su juventud a la que seguro añadiría la voluntad abierta al mundo por el recuerdo de su abuelo Matthew aunque no lo llegar a conocer. Todo ello en un entorno de amigos y familiares en el que primaron marinos, topógrafos, anticuarios, y astrónomos como el sorprendente Charles Piazzi Smith de quien era gran admirador por sus estudios sobre las pirámides egipcias. Así, cuando en 1868 fue llevado al British Museum, y tuvo ante sí la herencia faraónica, su visión provocó en él tal grado de entusiasmo, que cuando a esa primera visita continuaron otras muchas, Petrie acabó rindiéndose a su civilización y decidió que su suerte correría a su lado aún a pesar de que por voluntad de su padre ya hubiera iniciado estudios de metrología, por entonces en franco desarrollo. Pero si bien esto pareciera que le apartaba definitivamente de Egipto, sería precisamente tal trabajo quien le ayudó a sostener aquél deseo al tener ocasión de efectuar mediciones en multitud de iglesias, edificios, construcciones megalíticas inglesas como Stonehenge (en dónde averiguaría la unidad de medida utilizada), y otros de la Inglaterra meridional con los que tendría ocasión de mostrar su valía técnica. Tal preparación no pasó desapercibida a la por entonces recién fundada Egypt Exploration Fund (hoy, Egypt Exploration Society) y no tardaron en invitarle a visitar Egipto en 1880 a medir los monumentos de la Meseta de Guiza. Allí tuvo ocasión de medir sus afamadas pirámides y cámaras interiores, así como sus construcciones y demás complejos arquitectónicos del entorno que le darían lugar a escribir su “The Pyramids and Temples de Gizeh” con el que curiosamente tendría ocasión de rebatir lo que él ya consideraba las absurdas concordancias bíblicas de su viejo conocido Piazzi Smith, y otros como Richard Lepsius que dudaban de la capacidad egipcia para levantarlas. Fue tal el formidable trabajo que desarrolló, que lo que en principio se pensó iba a durar algunos meses acabó prolongándose hasta treinta, ampliándose a los monumentos de Saqqara y Abu-Rawash, y entrando ya de lleno en terrenos de la arqueología.
Aquél fue el inicio de las excavaciones de Petrie en tierras egipcias que habían de prolongarse durante sesenta años. En todo este extenso período de tiempo, Petrie excavó las “Dos Tierras”, casi desde Alejandría hasta la 1ª catarata, y gran parte de Palestina. Logró un número de excavaciones y publicaciones que todavía hoy no ha sido superada. Su trabajo se puede resumir en una de sus célebres frases: “Yo no me intereso más que en la publicación de mis libros, y en que todos durante decenas de años ó tal vez siglos, sirvan de fuente y referencia indiscutible”. Y parece que logró, pues aún hoy todos y cada uno de sus libros (más de 100), notas, artículos y sus 38 excavaciones en distintos lugares de Egipto, lo han sido para las generaciones de egiptólogos que le han seguido gracias al estudio comparativo que hizo de los niveles estratigráficos de los que fue pionero (tras Heinrich Schlemann que lo había hecho en Troya) que, unido a su examen arqueológico, y una correcta clasificación de los restos cerámicos, le posibilitaron para establecer una secuencia cronológica acertada, vital en arqueología. Sus experiencias en ese terreno las reprodujo en su, “Methods and Aims in Archaeology” (1904), que resultaron de gran trascendencia para la metodología arqueológica.
Desde 1892 hasta 1933, y aunque Petrie era autodidacta, fue hecho profesor del “Egyptian Archaelogy and Philology” de la “University College” de Londres, a la vez que proseguiría sus excavaciones en Egipto, para en 1894 fundar la “Egyptian Research Account” que acabó convirtiéndose en la “British School of Archaeology in Egypt”.
Durante su carrera egiptológica, realizó importantes excavaciones en Palestina de forma periódica, y más concretamente en Tell el-Hesi y diez ciudades más, lo que constituyeron las primeras excavaciones científicas en “Tierra Santa”, hasta que en 1926 se trasladó definitivamente a Palestina para establecer su lugar de residencia en Jerusalén en dónde trabajaría para el “British School of Archaelogy” o el “Albright Institute” (hoy, el American School of Oriental Research), hasta que le sobrevino la muerte en 1942.
Pero sus contribuciones a la ciencia aún habrían de proseguir a su muerte con la donación que hizo de su cabeza al “Royal College of Surgeons” de Londres para que fuera estudiada. Como última voluntad, el que sus restos fueran enterrados en su amada Jerusalén dónde hoy reposan bajo una sencilla lápida del cementerio protestante del Monte Sión.

http://www.egiptologia.com/grandes-egiptologos/2900-william-matthew-flinders-petrie.html

Methods and Aims in Archaeology” (1904) PDF
https://archive.org/details/methodsaimsinarc00petruoft

Las aventuras de Petrie en el Antiguo Egipto 







Que mundo maravilloso – Luis Armstrong


Yo veo árboles verdes, rosas rojas también
Las veo florecer para mi y para ti
Y pienso para mi mismo, Qué mundo maravilloso 

Veo cielos azules y nubes blancas
El brillo de un día bendito, la oscuridad de la noche sagrada
Y pienso para mi mismo, Qué mundo maravilloso 

Los colores del arco iris, tan lindos en el cielo
También están en las caras de la gente que pasa
Veo amigos estrechando sus manos, diciendo "Cómo te va?"
Realmente ellos dicen Yo te quiero 

Escucho bebés llorar, los veo crecer
Ellos aprenderán mucho mas de lo que yo jamás sabré
Y pienso para mi mismo, Qué mundo maravilloso
Si pienso para mi mismo, Qué mundo maravilloso



Ofrenda – Rubén Darío

Bandera que aprisiona
el aliento de Abril,
    corona
tu torre de marfil.

Cual princesa encantada,
eres mimada por
    un hada
de rosado color.

Las rosas que tú pises
tu boca han de envidiar;
    los lises
tu pureza estelar.

Carrera de Atalanta
lleva tu dicha en flor;
    y canta
tu nombre un ruiseñor.

Y si meditabunda
sientes pena fugaz,
    inunda
luz celeste tu faz.

Ronsard, lira de Galia,
te daría un rondel,
    Italia
te brindara al pincel,

para que la corona
tuvieses, celestial
    Madona,
en un lienzo inmortal.

Ten al laurel cariño,
hoy, cuando aspiro a que
vaya a ornar tu corpiño
mi rimado bouquet.













Ofrenda Musical BWV.1079, de Bach

Corría el año 1747, y a Bach le quedaban pocos años de vida (concretamente tres), pero él no lo sabía. Así que un día fue a visitar a uno de sus hijos que trabajaba para el rey Federico II de Prusia “el grande”, (o algo así), que era músico aficionado, aparte de rey y otras cosillas. El caso es que el rey, que sabía tocar la flauta y al que sólo Quantz podía sacar defectos como flautista, no porque fuera el único que los advirtiera, sino porque los demás lo tenían prohibido… Bueno, el caso es que nuestro amigo Federico II “el grande” de Prusia estaba montando su flauta para dar un conciertillo de cámara, cuando alguien le dijo que el señor Bach andaba por allí, en la casa de su hijo que era maestro de capilla. Inmediatamente le hizo pasar, Bach aún no había tenido tiempo ni de cambiarse de ropa, ya veis, y le pidió por favor que probara todos los pianos que se había comprado. El piano era un instrumento nuevo por aquél entonces, de hecho, aún se llamaba forte-piano, y el rey, que había intuido con buen tino que sería importante en un futuro y que reemplazaría al clave, se había comprado todos los pianos manufacturados por Silberman que le fue posible. Quince en total (Yo de mayor quiero ser rey…). Bueno, el caso es que Bach los fue probando uno a uno. En la época, lo normal era que un músico fuese capaz de improvisar. Tened en cuenta que las partituras eran muy caras, y no siempre había una a mano, pero música sí que debía haber casi siempre, por lo que un músico tenía que ser capaz de improvisar casi cualquier cosa. Así que Bach fue improvisando y tal, hasta que el rey con una sonrisa maliciosa le propuso un tema y le retó a que improvisara una fuga con él. En realidad, ese era un tema que le traía loco al rey, que había tratado de escribir una fuga sencilla y no había sido capaz, y quería hacer pasar un mal rato al pobre hombre. Pero Bach, que había pillado sin duda las malévolas intenciones del rey, improvisó una fuga a seis voces, que hoy, desgraciadamente, no podemos oír. Es lo que tienen las improvisaciones. (Douglas F. Hofstadter, que en realidad es matemático, dice que eso es equiparable a jugar sesenta partidas de ajedrez simultáneas con los ojos vendados y ganarlas todas. Yo creo que la comparación es buena.) Luego continuó la visita, estuvieron probando los órganos del rey y demás, comiendo, bebiendo etc… y finalmente Bach llegó a su casa. Se acordó del tema, del reto del rey, y se le ocurrió que podía hacer muchas más cosas con ese tema. Así que, pluma e mano, cogió dicho temita, y escribió con él un ricercare a tres voces, otro a seis, diez cánones de todo tipo (cancrizantes, enigmáticos…) y una sonata en trío para flauta, violín y continuo. Le puso a todo junto “Ofrenda Musical” y se la dedicó al rey.

La dedicatoria no tiene desperdicio:

“Rey Graciosísimo.

Dedico a vuestra majestad, con la humildad más profunda, una ofrenda musical cuya parte más noble procede de la propia augusta mano de Vuestra Majestad. Con sobrecogido placer recuerdo la especialísima gracia de que fui objeto cuando, hace algún tiempo, durante mi visita a Sanssouci, Vuestra Majestad se dignó a tocarme en el teclado un tema de fuga, y al mismo tiempo me encargó de la manera más graciosa que lo desarrollara en la presencia augustísima de Vuestra Majestad. Mi humildísima obligación no podía ser otra que obedecer la orden de Vuestra Majestad. Sin embargo, no pude menos que observar que, por falta de la necesaria preparación, mi ejecución no estaba a la altura de tan excelente tema. En consecuencia, determiné elaborar de manera más completa el tema real y, habiendo puesto empeño en la tarea, he resuelto ahora dar a conocer esta obra al mundo. Mi propósito no se ha realizado con la perfección que hubiera sido posible, y la obra no tiene, así, otra finalidad que la muy loable de enaltecer, aunque sólo sea en medida tan modesta, la fama de un monarca cuya grandeza y dominio en todas las ciencias de la guerra y de la paz, y especialmente en la música, todo el mundo se ve obligado a admirar y respetar. Me atreveré a añadir una humildísima súplica: que Vuestra Majestad se digne enaltecer este modesto trabajo con su graciosa aceptación y que siga concediendo la augustísima gracia real de Vuestra Majestad a quien es el siervo más humilde y obediente

de Vuestra Majestad
El Autor

Leipzig, 7 de Julio de 1747”

http://www.audicionescomentadas.com/2008/10/ofrenda-musical-bwv-1079-de-bach.html




J. S. BACH: CONCIERTO PARA DOS VIOLINES EN RE MENOR, BWV 1043

También llamado doble concierto para violín, está escrito para dos violines solistas, cuerda y bajo continuo. Esta obra sigue el esquema clásico del concierto barroco, con tres movimientos rápido-lento-rápido, con la paulatina aparición de la forma con dos temas principales.

Fue compuesto en la ciudad alemana de Leipzig entre los años 1717 y 1723. Por aquel entonces era maestro de capilla en la corte de Anhalt-Köthen, Director de Conciertos e Intendente de Música de Cámara, época en la que escribió, por ejemplo, los seis conciertos de Brandeburgo.

Hacia 1720 escribió los tres conciertos para violín, números 1 a 3, BWV 1041 a 1043. Bach (1685-1750) se inspira claramente en los modelos italianos que tanto admiraba. Son obras espirituales y magistrales en todos los sentidos. Exquisitos técnicamente, pero sin el exceso de ornamentaciones caprichosas propio de la época. Bach, en realidad, no pertenece a época alguna, escuela o moda.

El doble concierto está formado por tres movimientos: Vivace (re menor, 4/4), Largo ma non tanto (fa mayor, 12/8) y Allegro (re menor, 3/4). El tema del tutti del primer movimiento está tomado de una sonata de Vivaldi y el tema inicial del violín de Torelli. El segundo movimiento está en la tonalidad relativa mayor de re menor, o sea fa mayor; los protagonistas son los violines solistas que cantan a dúo mientras la orquesta apenas los acompaña, quedando la misión del bajo en exponer reiteradamente un tema en forma de siciliana (12/8). El tercer movimiento es pura polifonía en la que es difícil destacar la labor de alguna de las partes.

El doble concierto es una de las obras cumbre del Barroco; no puede faltar en nuestro imaginario musical.

http://www.tristan-instituto.es/articulos/400-j-s-bach-concierto-para-dos-violines-en-re-menor-bwv-1043