viernes, 14 de noviembre de 2014

¿Qué es el arte renacentista?

Conocemos como arte del Renacimiento al movimiento artístico creado en la época en la que dio comienzo a la Edad Moderna, en la Italia de finales del siglo XIV y el siglo XV. Históricamente, el arte acompañó un tiempo de esplendor en todos los campos, donde destacaron los descubrimientos geográficos y las conquistas mundiales. Una evolución que empujó a la sociedad desde la economía agrícola y feudal, donde primaba el arte gótico, hasta las ciudades, donde se desarrolló la economía urbana y mercantil, así como la importancia de la educación, el arte y la música, ahora entendido como algo de todos y no solo de los grandes poderes. Además de la revolución en lo formal, se vivió un Renacimiento en el mundo de las ideas y la filosofía, empujado por el desmembramiento de la religión cristiana y el invento de la imprenta.

El Renacimiento hace referencia a los esfuerzos por hacer renacer de las tradiciones “antiguas”, de la venerada Grecia e Italia clásica. Los artistas modifican este clasicismo para que pueda absorber los desarrollos modernos, aplicando el conocimiento científico. El artista toma conciencia del individuo, al que estudia tanto psicológica como físicamente. Alimenta el saber y respeta el estudio de la anatomía, donde las figuras respetan modelos clásicos. Se desarrollo el humanismo, y, por lo tanto, la concepción de que el hombre era lo más importante, el centro del mundo. Este artista, además, domina habitualmente varias áreas de conocimientos. Se prodigan inventores y científicos. Entre los grandes nombres polifacéticos destacan Leonardo da Vinci, Michelangelo, Donatello, Sandro Botticelli y Raphael, entre muchos otros.

Surgido en el máximo esplendor de la Florencia de 1400, el Renacimiento se separa en dos grandes épocas: el Quattrocento y el Cinquecento (s. XVI), donde la presión de los Papas dispuestos a controlar el mundo del arte empujó a los artistas italianos a emigrar, propagando los valores del renacimiento en la Europa Occidental.

La arquitectura de esta época se caracterizaba por tener dos edificios de usos distintos. Por una parte están las iglesias (los religiosos), y, por otra, los hechos con objetivos civiles, desde ayuntamientos hasta edificios de distinto calado que comenzaban a multiplicarse por las ciudades. El valor de las proporciones es la característica principal de cualquiera de las construcciones, igual que en la escultura y la pintura. Busca inspiración en el ideal del arte clásico, huyendo del gótico pero integrando la perspectiva cristiana. Los arquitectos tratan de dar funcionalidad a los edificios, para que sean utilizados por los humanos. Debe existir una conversación, una relación espacial, entre el observador y el arte, dando una perspectiva nueva a las construcciones. Asimismo, se vuelven a utilizar los pilares, columnas y balaustradas clásicas, sustentando cúpula, bóveda de cañón y cubiertas planas con casetones. Algunos de los ejemplos más famosos son el Palacio Medici Riccardi de Michelozzo, en Florencia, o el Museo del Louvre en París. El artista pasa de ser un simple artesano a un profesional en alta estima por la sociedad. Anteriormente, los arquitectos nunca habían sido figuras famosas de sus sociedades.

La escultura, de nuevo, basa sus esfuerzos en desarrollar la visión clásica. Al dar con los restos artísticos de aquella época, el humanismo encontró inspiración. El renacimiento de la escultura se desarrolló tanto en Florencia como en Flandes y Roma a posteriori, siempre respetando las proporciones, perspectiva y tomando como inspiración la naturaleza. Algunos de los elementos predominantes son los retratos o bustos y los temas mitológicos -volviendo a la Griega- y religiosos, así como el estudio de la anatomía, recuperando desnudos. Pese a que a veces se representaran historias legendarias, los personajes habituaban a tener posiciones realistas, humanas, naturalistas… con expresiones de dramatismo. De este modo, la representación de la Pietà de Miguel Ángel Buonarroti está más viva que nunca, mientras que los distintos Davides parecen figuras casi vivas, gracias en parte a la expresividad de sus rostros. Los materiales principales, el mármol y el bronce, aunque en España predominaría la madera.

A grandes rasgos, la pintura también estaba caracterizada por el naturalismo y la perspectiva, pero su gran avance lo vivió esta vez en Flandes, donde, entre otras cosas, se descubrió la técnica del óleo. Perviven, como en el resto de las facetas, las características del clasicismo, y se valora el estudio de la expresión, la luz y los claroscuros. Se estilan soportes como techos, paredes, tablas… El pintor dibujaba un plano de la naturaleza, y, dentro de ella, al humano. Especialmente destacables son La Gioconda y La última cena de Leonardo Da Vinci, la Capilla Sixtina de Michelangelo y La escuela de Atenas de Rafael Sanzio.
Más allá de los tres artes principales, el Renacimiento acaparó la filosofía, la cerámica, la literatura, la música…

El Renacimiento comenzó a renquear durante la segunda mitad del s. XVI, pasando a convertirse en Manierismo (clasificado como otro arte), que evolucionó con distinciones según el territorio. Al final, el arte renacimiento dio pasó al barroco.

http://www.saberia.com/2012/10/que-es-el-arte-renacentista/

Para saber más...

Renacimiento: Introducción - Arquitectura - Escultura- Pintura- Renacimiento español
http://www.xavierre.com/dptos/arte/manual/Renacimiento.pdf

El Renacimiento: Quattrocento italiano y arte flamenco
http://clio.rediris.es/n34/arte/13%20El%20Renacimiento,%20Quattrocento%20y%20arte%20flamenco.pdf











jueves, 13 de noviembre de 2014

EL ARTE CLÁSICO: EL ARTE GRIEGO

EL CONTEXTO HISTÓRICO Y LOS FACTORES CONDICIONANTES DEL ARTE GRIEGO

El “arte clásico” es un concepto de la Historia del Arte que nos remite a la antigüedad, época en la que se forjaron las bases formales y estéticas del arte occidental. Unos ideales a los que se volverá, de forma recurrente, en diferentes momentos de la historia, como comprobaremos a lo largo del curso.

Pero quizás deberíamos plantearnos primero la siguiente pregunta: ¿qué entendemos por “clasicismo”? ¿Algo pasado de moda? ¿algo que representa un ejemplo o paradigma de perfección? ¿la encarnación de un ideal?. Es seguro que la mayoría de vosotros habéis utilizado alguna vez este término en vuestras conversaciones referidas a la moda…o a cualquier otra circunstancia. El término “clásico” se utiliza con mucha frecuencia, pero en la Historia del Arte sólo hay un arte clásico, y éste nació y se formó en la antigua Grecia y tuvo su continuación en la época del Imperio Romano. De su gestación y culminación nos vamos a ocupar en este tema, pero antes es necesario abordar aquellos factores que, desde diferentes ámbitos, condicionaron y determinaron su desarrollo.

El tiempo histórico
Lo primero será precisar los límites cronológicos, es decir, el espacio temporal por que discurre el proceso de formación y la culminación del arte clásico. Si nos referimos primero al arte griego (del arte romano nos ocuparemos más adelante), es necesario utilizar la misma periodización que se sigue para el estudio de su historia. De este modo, tendríamos:

• El período arcaico: s. VIII-VI a. de C.
• El período clásico: s. V-IV a. de C.
• El período helenístico: s. IV-II a de C.


     El período arcaico es una época de formación, de tanteo y concreción de algunas de las formas que culminarán en la siguiente etapa. En estos primeros tiempos afloran y se perfeccionan, sobre el sustrato propio, las diferentes influencias que concurren en el arte griego: la de la civilización cretense, la civilización Micénica y, sobre todo, las grandes civilizaciones orientales, especialmente la egipcia. Es una época en la que el arte evoluciona desde el geometrismo y la abstracción hacia el naturalismo expresivo.
 
El período clásico representa la culminación y perfeccionamiento de todas las manifestaciones artísticas griegas, tanto a nivel formal como técnico. Esta plenitud coincide, y no por casualidad, con el apogeo político, económico y cultural de las “Polis” griegas, en especial Atenas. En estos años nace la “Democracia” como forma de organización política del Estado. El siglo V a. de C. es el verdadero siglo de oro de la cultura griega. La decadencia política de las polis a lo largo del s. IV a. de C., consecuencia directa de las guerras del Peloponeso, marca un cambio fundamental en el arte, que evoluciona hacia nuevas formas de expresión.
 
El período helenístico supone una profunda transformación de la civilización y la cultura griega. El imperio creado por Alejandro Magno (336-323 a de C.) hará posible la difusión de la cultura griega por un espacio geográfico que desbordó los estrechos límites de la época clásica. Con la cultura griega viajaron las formas artísticas y las soluciones técnicas ideadas por los griegos que, a partir de ese momento, se convirtieron en el referente estético indiscutible en toda la cuenca mediterránea. Para muchos historiadores esta etapa está ya fuera de los límites cronológicos del arte griego, por considerar que sus resultados estéticos son distintos del arte griego clásico.

El ámbito geográfico
   Aunque los límites temporales son relativamente restringidos, los geográficos aparecen, por el contrario, notablemente amplios. Los griegos (o Helenos, como ellos se llamaban así mismos, es decir, habitantes de “Helas” o la “Hélade”) nunca constituyeron una nación o estado unitario en el sentido moderno del término. Se trataba más bien de un conjunto de tribus que tenían en común la lengua, la creencia en unos mismos dioses y mitos ancestrales, así como unos mismos antepasados. Es decir, compartían una misma cultura. Nunca llegaron a constituir un estado homogéneo y siempre estuvieron organizados políticamente en “Polis” o “Ciudades-Estado” independientes entre sí y, a menudo, rivalizando entre ellas en continuas guerras. De entre las muchas polis griegas destacaremos, por diferentes razones, a Atenas, Esparta, Corinto, Tebas, Éfeso, etc.
 
 Su origen histórico se remonta a los grandes movimientos de pueblos que se produjeron en la llamada Edad del Bronce (entre el I-II milenio antes de nuestra era). Las llamadas invasiones indoeuropeas trajeron a la Península Balcánica a estas tribus, los “Aqueos”. Pero pronto empezaron a sentirse estrechos en el rudo, montañoso y difícil medio físico de esas tierras rodeadas por el mar y fragmentadas, además de las tierras continentales, en más de 8.000 islas. La vocación marinera y viajera de este pueblo, además de otras circunstancias, determinaron un amplio movimiento migratorio a lo largo y ancho del Mar Mediterráneo. Muchas de las polis griegas fundaron “colonias” en las dos orillas de este mar a partir del s. VIII a de C., por las costas meridionales de la Península Itálica y en la isla de Sicilia, a la que llamaron la “Magna Grecia”; a lo largo de las costas de la Península Ibérica, de Asia Menor (la actual Turquía), en las costas de la actual Francia, por el norte de África…incluso en las costas del Mar Negro.

Muchas de las más antiguas ciudades de estos territorios deben su origen a aquellas primeras colonias griegas. En estos lugares los griegos implantaron su civilización, que allí floreció de forma extraordinaria, a veces mejor que en la madre patria (las Metrópolis fundadoras…). De tal manera, que al hablar de la civilización griega no nos estamos refiriendo al reducido ámbito geográfico de la actual Grecia, sino al amplio, diverso y rico mundo de la “civilización griega”, que extendió su lengua, sus mitos, sus dioses….su modo de vida, en definitiva, a lejanas tierras, convirtiendo a la cuenca mediterránea en el verdadero crisol de la civilización clásica. El resultado es, sin embargo, una civilización con caracteres y resultados unitarios. Y es el arte el mejor testimonio de ese pasado griego. Hoy, cuando viajamos, podemos encontrar un templo griego en la isla de Sicilia, un teatro en las costas de Turquía, o restos de la bella ciudad de Alejandría, en Egipto. Todos ellos son el mejor testimonio de aquella civilización que legó a la Humanidad un ideal de belleza que hoy, casi veinticinco siglos después, seguimos considerando clásico.

Las claves de la civilización griega
    Ya hemos dicho antes que los griegos nunca constituyeron un estado unitario; se trataba, más bien, de una comunidad de hombres libres, de una “Comunidad de Ciudadanos”. La libertad y la independencia individual son la base de esta sociedad. La igualdad de derechos (la isonomía) entre los hombres libres, los únicos ciudadanos, constituye uno de los pilares sobre los que se construye el gobierno del pueblo, la Democracia. El individuo, consciente de su valor, se convierte en el eje de su cultura. Por ello, la cultura griega es una “cultura antropocéntrica”, donde, como diría Protágoras, “El Hombre es la medida de todas las cosas”. Este individualismo se traslada al ámbito artístico, donde el artista se convierte en un hombre consciente de su propia valía y genio creador; su obra aparece como una creación libre y cobra fama a través de los tiempos. Fidias, Praxíteles o Polícleto no son sólo nombres, son la encarnación del ideal clásico de belleza, individuos concretos, artistas en definitiva.
   
Otro aspecto clave de la civilización griega lo constituye su rica mitología y su religión. En la mitología mediterránea los antiguos dioses eran manifestaciones de las fuerzas de la naturaleza, encarnación de las fuerzas que regían los destinos del hombre y determinaban el ciclo de la vida y la muerte. Estos viejos dioses serán desplazados y su lugar lo ocuparán unos nuevos dioses que sienten y actúan como humanos, pero frente a los cuales el hombre puede actuar con libertad. Estos dioses representan una religiosidad humanizada. No estaba regida por una casta sacerdotal. Todo hombre libre podía convertirse en sacerdote; toda persona inspirada por las musas podía cantar a los dioses y a sus hazañas. Su poder no podía regir la vida espiritual de los ciudadanos griegos. La Mitología griega será, además, la principal fuente de inspiración para los artistas y determinará, sobre todo en la época arcaica y clásica, la iconografía y los temas a tratar. La mitología es el vínculo entre todos los griegos; las hazañas e historias que entrelazan la vida de estos dioses jóvenes, bellos y eternos, y de los héroes, estaban impregnadas de individualidad y sus comportamientos, raramente ejemplares, eran tan humanos como los de los propios hombres. Si en la Biblia se dice que dios creó al hombre a su imagen y semejanza, podemos afirmar que los hombres griegos crearon a los dioses a su imagen y semejanza; y ahí reside la radical diferencia entre su religiosidad y la de las grandes civilizaciones orientales o la que impondrá, posteriormente, el cristianismo. Serán, por tanto, los dioses y sus hazañas, los que servirán de cauce para expresar el ideal clásico de belleza forjado por los griegos.
   
Por último, otro de los factores claves de la civilización griego fue la posibilidad de ejercer con libertad la tarea de pensar; dicho de otro modo: la libertad de pensamiento. A diferencia de las civilizaciones anteriores, que contemplaban la naturaleza como un conjunto de fenómenos inconexos, los griegos llegaron al convencimiento de que la naturaleza constituye una unidad regida por leyes que pueden ser conocidas. El razonamiento, la observación y la experiencia son los instrumentos que permiten conocer los fundamentos de la realidad. La filosofía y la ciencia, en sus múltiples campos de estudios, nacen entonces desde la racionalidad humana, desde su capacidad para pensar y observar el mundo. En el s. VI a de C. Pitágoras, creyó encontrar en el número, en las matemáticas, la clave ordenadora del mundo. La armonía y la proporción que se descubren tras la misteriosa aritmética del cosmos será la base del ideal de belleza clásico.

http://tom-historiadelarte.blogspot.com.ar/2006/10/el-arte-clsico-el-arte-griego.html



El sueño de las hadas - Enya

Athair ar neamh, Dia linn
Athair ar neamh, Dia liom
M’anam, mo chroi, mo ghloir
Moladh duit a Dhia

Fada an la, go samh
Fada an oiche, gan gruaim
Aoibhneas, athas, gra
Moladh duit a Dhia

Moraim thu, o la go la
Moraim thu, o oiche go hoiche

Athair ar neamh, Dia linn
Athair ar neamh, Dia liom
An ghealach, an ghriain, an ghaoth
Moladh duit a Dhia


(Irish Gaelic)

Padre Celestial, nos bendiga
Padre Celestial, Dios me los bendiga
Mi alma, mi corazón, oh
Alabado sea usted

Largo día tranquilo
Larga es la noche sin oscuridad
Alegría, alegría, amor
Alabado sea usted

Te alabo en el día a día
Te alabo, noche tras noche,

Padre Celestial, nos bendiga
Padre Celestial, Dios me los bendiga
La luna, el sol, el viento
Alabado sea usted


Oyeme con los ojos – Sor Juana Inés de la Cruz



Óyeme con los ojos,
Ya que están tan distantes los oídos,
Y de ausentes enojos
En ecos de mi pluma mis gemidos;
Y ya que a ti no llega mi voz ruda,
Óyeme sordo, pues me quejo muda.


Bachiana brasileira Nº 5

Heitor Villa-Lobos

La obra más famosa de Villa-Lobos es la Bachiana Brasileira Nº 5, dos movimientos para soprano y ocho violoncellos en los que el autor pretende conciliar el espíritu de J. S. Bach con el barroquismo de la naturaleza y cultura popular brasileña.
 Forma parte de un conjunto de siete suites (Bachianas) para distintos formatos instrumentales, completadas en 1941.
 Actualmente suele interpretarse más a menudo sólo el segundo movimiento en tres partes (Aria), con una primera y tercera partes de vocalización de la soprano y una parte intermedia con un texto portugués que describe la naturaleza.
http://www.hagaselamusica.com/ficha-obras/suites/bachiana-brasileira-n-5/

text: Ruth Valadares Correa

Tarde uma nuvem rósea lenta e transparente.
Sobre o espaço, sonhadora e bela!
Surge no infinito a lua docemente,
Enfeitando a tarde, qual meiga donzela
Que se apresta e a linda sonhadoramente,
Em anseios d'alma para ficar bela
Grita ao céu e a terra toda a Natureza!
Cala a passarada aos seus tristes queixumes
E reflete o mar toda a Sua riqueza...
Suave a luz da lua desperta agora
A cruel saudade que ri e chora!
Tarde uma nuvem rósea lenta e transparente
Sobre o espaço, sonhadora e bela!

(English translation)

Evening, a rosy, slow and transparent cloud
Over the space dreamy and beautiful
The Moon sweetly appears in the horizon,
Decorating the afternoon like a nice damsel
Who rushes and dreamy adorns herself
With an anxious soul to become beautiful
Shout all Nature to the Sky and to the Earth!
All birds become silent to the Moon's complains
And the Sea reflects its great splendor.
Softly, the shining Moon just awakes
The cruel missing that laughs and cries.
Evening, a rosy, slow and transparent cloud
Over the space dreamy and beautiful!




Appalachian Spring - AARON COPLAND.- 


Appalachian Spring es una obra musical moderna compuesta por Aaron Copland, estrenada en 1944, que ha logrado amplia difusión y creciente popularidad como suite orquestal. El ballet, arreglado para una orquesta de cámara de trece integrantes, fue encargado a Copland por la coreógrafa Martha Graham con fondos de la Fundación Coolidge presidida por Elizabeth Sprague Coolidge.

El estreno tuvo lugar el domingo 30 de octubre de 1944, en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en Washington DC, con Martha Graham como bailarina principal. La escenografía fue diseñada por el escultor nipo-americano Isamu Noguchi. Copland recibió en 1945 el premio Pulitzer de música por esta obra.

Proceso de composición

En 1945 Copland arregló el ballet como suite orquestal, conservando la mayoría de la música. Ambas versiones fueron bien recibidas. La suite adquirió mayor importancia en popularizar al compositor. En 1972 Boosey & Hawkes publicó una versión de la suite fusionando la estructura de la suite orquestal con la partitura del ballet original: doble cuarteto de cuerdas, doble bajo, flauta, clarinete, fagot y piano. En 1954 Eugene Ormandy pidió a Copland expandir la orquestación de todo el ballet. Esta versión fue grabada por Michael Tilson Thomas y la Orquesta Sinfónica de San Francisco, para RCA Victor en mayo de 1999.

Originariamente Copland no tenía un título para su obra, nombrándola simplemente como el «Ballet para Martha».Poco después del estreno, Graham sugirió el nombre, tomado de una frase del poema de Hart Crane «La danza», de una colección de poemas de su libro «The bridge». (El puente).

Debido a que compuso la música sin el beneficio de saber previamente el título, a Copland le divertía que la gente le dijera que había capturado la belleza de los Apalaches en su música, circunstancia que se menciona en una entrevista con Fred Calland. Es poca conocida la circunstancia de que la palabra spring se refiere a un manantial en el poema de Crane, aunque en su conjunto la obra es un viaje para conocer la primavera.

Argumento del ballet
El argumento desarrolla una fiesta de primavera de los pioneros norteamericanos de la década de 1800 después de construir una nueva granja en Pennsylvania. Entre los personajes centrales se encuentran una pareja de recién casados
​​, un vecino, un predicador evangelista y sus seguidores.

La suite orquestal se divide en ocho secciones. Copland describe cada escena de la siguiente forma:

Muy lentamente. Introducción de los personajes, uno por uno, bajo una luz difusa.
Rápido.Explosión repentina de frases al unísono en arpegios mayores: comienza la acción. Un sentimiento tanto eufórico como religioso da la tónica a esta escena.
Moderado.Duo para la novia y su prometido: escena de ternura y pasión.
Muy rápido. El evangelista y su rebaño. Sentimiento folk, danzas country y violines.
Aún más rápido. Solo de danza de la novia: presentimiento de la maternidad. Los extremos de alegría y de miedo y asombro.
Muy lentamente (como al principio). Transición a escena que recuerda la música de la introducción.
Calmo y fluido. Escenas de la actividad diaria de la novia y su marido agricultor. Hay cinco variaciones de un tema shakers. El mismo, cantado por un solista de clarinete, fue tomado de una colección de melodías de ese origen compiladas por Edward D. Andrews, y publicada bajo el título "El don de ser sencillo." La melodía más repetida y utilizada se llama literalmente Simple Gifts.
Moderado. Coda. La novia tiene su lugar entre sus vecinos. Al final la pareja queda «tranquila y fuerte en su nueva casa». Las cuerdas con sordina entonan un silencioso coro de gracias. El cierre es una reminiscencia de la música de apertura.



miércoles, 12 de noviembre de 2014



CUATRO SONETOS DE AMOR - Rafael de León.

I

Decir "te quiero" con la voz velada
y besar otros labios dulcemente,
no es tener sed, es encontrar la fuente
que nos brinda la boca enamorada.

Un beso así no quiere decir nada,
es ceniza de amor, no lava hirviente,
que en amor hay que estar siempre presente,
mañana, tarde, noche y madrugada.

Que cariño es más potro que cordero,
más espina que flor, sol, no lucero,
perro en el corazón, candela viva...

Lo nuestro no es así, a qué engañarnos,
lo nuestro es navegar sin encontrarnos,
a la deriva, amor, a la deriva.

II

Me avisaron a tiempo: ten cuidado,
mira que miente más que parpadea,
que no le va a tu modo su ralea,
que es de lo peorcito del mercado.

Que son muchas las bocas que ha besado
y a lo mejor te arrastra en su marea
y después no te arriendo la tarea
de borrar el presente y el pasado.

Pero yo me perdí por tus jardines
dejando que ladraran los mastines,
y ya bajo la zarpa de tus besos

me colgué de tu boca con locura
sin miedo de morir en la aventura,
y me caló tu amor hasta los huesos.

III

Otro domingo más sin tu mirada,
dejándome morir junto a la gente
que pasa y que traspasa indiferente
a mi canción de amor desesperada.

Una yegua de celos colorada
corre llena de furia por mi frente
y galopa de oriente hasta occidente
en busca de tu falsa coartada...

Porque yo sé de más que en esta hora
hay alguien que los labios te devora
y comparte la cepas de tu vino.

Mas, como de perderte tengo miedo,
no ahondo en la maraña de tu enredo
y comulgo con ruedas de molino.

IV

Peso poco en tu vida, casi nada,
como un leve rumor, como una brisa,
como un sorbo de fresca limonada
bebido sin calor y a toda prisa.

No adelanto el compás de tu pisada,
ni distraigo la salve de tu misa,
y en tu frente de nardo desvelado
no llego ni a recuerdo ni a sonrisa.

Y en cambio tú eres todo, mi locura,
mi monte, mi canción, mi mar templado,
el pulso de mi sangre, la llanura

donde duermo sin sueño ni pecado,
y el andamio en que apoyo con ternura
este amor que nació ya fracasado.